GRANDES OBRAS DEL RENACIMIENTO (I)

Es cierto. No se puede negar la evidencia ante tanta belleza, tanta plasticidad y tan elevada dificultad con la que se encontraron aquellos artistas del Renacimiento. Sin embargo, y a modo de cantidad, casi solo sabemos de: Miguel Ángel, Rafael, Leonardo, y poco más...

Esto es lo que me ha llevado a, rebuscando archivos, sacar a la luz de la Cultura Bloguera una serie de genios que siendo también renacentista no tienen nada que envidiarle a los ya anteriormente mencionados, tanto en sus trabajos de altura como en los paños decorativos verticales.

Pero por encima de todos los frescos al techo o a la dificultad que entrañan algunos paramentos cuando estos están revestido de requiebros arquitectónicos, como los que pueden encontrarse en arquivoltas, dinteles, jambas y un sin fin de retranqueos más en el marco de una decoración diferente y en las que la preparación para la pintura al fresco requiere de un especial ingenio, pues no en vano, ésta precisa que todo el material a utilizar sea mineral. El aglutinante será pues, la propia cal de los muros -los cuales estarán libres de humedades por capilaridad o salitres-, y los pigmentos básicamente óxidos, y si es posible lo más sólido a la luz. De ello se puede desprender que es una Pintura absolutamente fósil y ecológica.

Pintar al fresco significa aplicar los pigmentos minerales simplemente disueltos en agua. Para ello bastará solo de una preparación de la pared a base de mortero de cal cuando aun éste esté aun fresco, de ahí su nombre a este tipo de Pintura.

Por supuesto que si lo que nos deslumbra, al entrar en la Capilla Sixtina, son los frescos de Miguel Ángel, yo, osado como siempre, os invitaría a comenzar esta especie de “Exposición” virtual -desde luego- con un auténtico Maestro como fuera el Renacentista Pietro Berretini da Cortona, autor de frescos “al techo” que a más de uno les va a dejar la vista de “chirivitas”... Disfruten los afortunados de alcanzar a entender este lenguaje artístico...

Nota: Evidentemente, voy a huir de cualquier tipo de dato cómo fechas o localidades, con el fin de que no haya distracción mientras se visualizan estas maravillosas obras obtenidas a través de Internet unas y de catálogos varios otras.

 

 

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