LUCEROS
Hay
una Yunta de bueyes
paciendo
en mi corazón;
es
un par de sentimientos
que
rumian mis pensamientos
triturando
una pasión,
intuiciones
que, desnudas,
me
dejan el alma muda
cuando
los siento a los dos
en
el pradal de mi pecho,
prado
donde los helechos
no
están para alimentar,
y
sí para ornamentar
un
sitial de mil cojines,
y
que un cantar de serafines
los
duerman cuando yo duermo,
arrullándolos
cual niños,
y
en mis sueños, el cariño
que
siento por esos bueyes
los
veo como a esos reyes
que
carecen de ambiciones,
que
no buscan pleitesía,
aunque
si me gustaría
que
tanta terneza junta
en
el fondo de mis ojos,
se
conviertan en hinojos
frescos
como el pastizal,
alegres
como la mar,
brillantes
como los trigos,
y
en su fulgor, dos amigos
que
nunca dejen de estar.
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