En el día del padre y de la madre
Cuando la
candela de tu mediodía
El agua de
la aventura la inunde,
Y te quedes
sin la dicha de quemarte
Al Amor de
su llama pequeña y gigante.
Cuando en
el amanecer
No tengas
dónde acudir,
Y al rubio
Sol de la mañana
Ya no
puedas despertar
Porque ya
no estará pata ti.
Cuando en
tus quehaceres cotidianos
Sean
diferentes los recuerdos
De cuando
sus correrías por la casa
No dejaban
realizar tus faenas.
Cuando
recuerdes, cómo al mediodía
Lo
esperabas impaciente,
Y llegaba
despechugado
Y jadeante,
casi sin aliento.
Cuando
eches de menos
La forma de
acercarte a él
Sólo por
percibir su olor;
Un olor que
siempre supiste definir
Porque no
había necesidad
De poner
empeño en ello.
Cuando el
tren de su vida
Quieras
seguir cogiendo,
Y no
puedas…
Porque ya
es más rápido que tú.
Cuando el
polen
De tu
primavera cansada,
Vuele
buscando otro aire
Para
unidos, madrugar dos aromas,
Y
presentártelos como uno sólo.
Cuando como
recogías
El agua
entre sus manos,
Y ahora el
mismo frescor
Se te
escapa por entre los dedos
Ya faltos
de habilidad.
Entonces,
te preguntarás:
¿Qué
estación afortunada
Recibió el
tren de su vida
Con sus
vagones cargados
De otra
dicha y otra Felicidad?
En cambio
ahora…
Cuando te
des cuenta realmente
Que lo has
perdido,
Para pasar
a otros cuidados
Que no
serán los tuyos.
¡Dios mío!
¡Cómo
sufrirás
¡Un inmenso peñizco, Santiago!
ResponderEliminarNo deja indiferente ni al más esaborío, mi arma....
Un besote.
M.C.
Otro pa ti sola. Ya lo vivistes en tus propias carnes y sabes de que va esto...
ResponderEliminar