Entre dos ríos
se mece
la
cuna de mis amores;
la
que sin remedio siente,
y
sin opciones padece.
Es
Triana...
Y
en su tierno bamboleo
de
un tira y afloja amargo,
no
sale de aquel letargo
en
que un día cayó
por
culpa del desatino
al
que alguien la llevó.
Entre
dos ríos se mece
la
cuna de mis amores;
la
que siempre vi reír,
y
ahora tan solo entristece.
Es
Triana...
Y
en su vano desespero
por
superar amarguras,
ha
convertido en locuras
la
idea de un nuevo hacer,
nostalgias
de muchas noches
esperando
amanecer.
Entre
dos ríos se mece
la
cuna de mis amores;
la
que cuando llora sueña,
y
vi soñar tantas veces.
Es
Triana...
Y
en su onírico momento
de
debilidad suprema,
hasta
su sangre me quema
cuando
corriendo descalza,
la
punta de aquel cuchillo
a
ella siempre le alcanza.
Entre
dos ríos se mece
la
cuna de mis amores;
la
que dueña de la tierra
ve
que de esta adolece.
Es
Triana...
Y
detrás de una muralla
levantada
por los hombres
de
los que no quiere nombres,
ni
aquel momento vivido
y
al que nunca le encontró
el
más mínimo sentido.
Entre
dos ríos se mece
la
cuna de mis amores;
de
la pasión y el desvelo
que
entre sus orillas crece.
Es
Triana...
Y
en silencio se mantiene
sin
necesidad de halagos,
por
eso lo que yo hago
en
silencio y a escondidas
es
luchar a mi manera
dando
sentido a su vida.
Esta
cuna que es Triana
tiene
tanta vida,
que
si no fuera por eso
no
sería conocida.
Ni
conocida ni hallada
como
la vemos hoy día,
pletórica
de una luz,
de
un color y hasta un calor
que
ya los quisieran esos
que
vienen de moscardón.
¡Quién
quiera entender
que
entienda
cómo
los entiendo yo!
Triana:
Tú
sabes bien de quien hablo
cuando
contigo en silencio
éste
diálogo entablo.
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