El 27 de junio de 1957 comenzó la
fabricación del Seat 600 en España y, con él, el inicio en el país
de la motorización masiva. Su nacimiento no sólo dio un vuelco a la
industria automovilística española, sino que cambió por completo
la vida de los españoles. En la era del abs, del airbag y la
velocidad, el 600 seguía siendo símbolo de una etapa clave de la
historia de España. Toda una pasión por unas ruedas que marcaron la
vida de algunos españoles de los 60.
Apenas
cumplidos los veinticinco
y
ya teníamos nuestro Seiscientos.
Lo
compramos de segunda mano.
Era
de color Azul Celestón, aunque
decidimos
que fuera Blanco.
¡Qué
pequeño cuando aparcado
a
la puerta de casa nos quedamos
observándolo
desde el balcón!
Afortunadamente
estábamos viviendo
una
época en la que aún el vandalismo
no
se había hecho presente. Este dato
algo
halagüeño lo proporcionaron
uno
de estos estudiosos dedicados
a
mostrarnos la sociedad del futuro.
Y
digo lo de época afortunada
porque
nuestro bonito “Churrete”,
como
así lo bautizamos entonces
dado
su estado un tanto desolador
por
aquello de los múltiples bollos,
desteñidos
y magulladuras...
Era
descapotable; Sí, descapotable.
Con
una capota de las deportivas
y
de la que nunca pudimos imaginar
que
duraría los muchos años
que
lo tuvimos tras haberle cambiado
aquel
color Azul por un Blanco,
en el que el polvo apenas si se notaba.
Tenía
sus cosillas como era natural,
según
decía mi padre, un mecánico
de
los de antes: “Cogía un atornillador
con
el mango de madera, se lo ponía
en
el oído, aplicaba la punta al motor,
y
te decía donde estaba la dolencia”.
Él
fue el que nos sacó del primero
y
más grave de los apuros
que
sufrimos por culpa de los escasos
ahorros
de aquella época:
Se
le había quedado pisada
una
de las válvulas, sólo una,
pero
que fastidio siendo Sábado.
Esa
semana se acabó “La Higuerita”,
pero
vendrían otras, y otras más,
y
así, mientras él envejecía,
Matalascañas
crecía y crecía...
Aquellas
décadas disfrutamos
de
la más envidiable intimidad,
en
unas playas verdaderamente
vírgenes
y por las que llegábamos
hasta
“Torre del Oro” o “San Jacinto”
sin
encontrarnos con nadie.
Y
por allí presumía nuestro
“Churrete”
como si fuera uno
de
esos Buggies todo terreno,
que
entonces pudimos contemplar
por
primera vez con el nacimiento
de
la Televisión Nacional,
eso
sí, en blanco y negro aún.
En
ocasiones, sufría calenturas
pero,
no importaba, también
para
él llevábamos una garrafita
con
su agua fresca, y nada más verla
se
ponía de un contento que parecía
hacer
el carrillón como mi gata.
Pero
la vida que no perdona,
hizo
que nos pensáramos
en
cambiarlo; ya no daba más de sí,
por
lo que siguiendo el consejo
de
nuestro mecánico particular,
aceptamos
el ofrecimiento
de
un conocido de confianza.
Y
así fue que un nuevo Seiscientos
de
un color blanco inmaculado
se
hizo un hueco en nuestras vidas.
Aunque
me cueste decirlo:
éste
ya era otra cosa: Temperatura
controlada
mediante reloj
al
igual que el aceite, y lo mejor:
que
éste no se calentaba.
Ya
en aquella época de los setenta
comenzamos
a realizar más largos
y
duros viajes por Andalucía.
También
salimos a Extremadura
aunque
de ahí no pasamos.
Podríamos
haber ido más lejos
después
de aquel atrevimiento
viéndolo
subir nada menos
que
aquella terrible cuesta
conocida
como la “Media fanega”.
Y
aun habrá quien se pregunte:
¿A
que tanta historia? ¡Un Seiscientos!
No.
Un Seiscientos, no. Poesía.
Nuestros
“Churretes” eran Poesía,
romanticismo
en el más sentimental
de
los términos aplicados, a quien
con
espíritu de gran gama,
funcionalidad
a prueba de examen,
alma
de Quijote plena de aventuras,
y
una armadura vestida de pulidas,
niqueladas
y útiles protecciones,
nos
hicieron sentir, vivir y disfrutar
hasta
ese extremo en el que recordar
aquella
época de caminos terrosos,
aun
nos siguen deleitando
cuando
¡oh, nostalgia! acudimos
a
contemplar el desfile anual
que
celebran los amigos del Seiscientos.
¡Lástima
no haber podido conservarlo!
Pero,
es que para él no disponíamos
de
una habitación apropiada.
Si que es enternecedor. Yo siempre quise tener uno pero compramos un 4-4. También nos duró un monton de años. Saludos. Damián.
ResponderEliminarCon respecto del 4-4 yo también tuve mis dudas, me gustaba más su estilo pero la oferta del Seiscientos nos llenó más, así que nos quedamos con él. Algo haré acerca de este bonito Renault pues tengo una foto de él en Rojo Ferrari jeje. Un saludo. Y a ver si aprendes a manejar la URL
ResponderEliminarQué bonito Santiago, aún me acuerdo del segundo, y me acuerdo porque me digiste que ibais a ir a Zafra. Me acuerdo como si fuera ayer. Ya me hubiera gustado tener uno. Un abrazo. Carmelo.
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