LA PRAVIANA UN CANTE DESAPARECIDO
Como bien sabe aquél que me conoce, no soy un versado en tan delicado y a la vez vasto mundo como es el del Flamenco. No obstante, como aprendiz de todo y maestro de nada, una buena mañana y encontrándome en los vestuarios tras haber recibido mi baño en las termas de Alange (que recomiendo), mientras me cambiaba me ha gustado siempre, por lo bajini, echarme unos cantecitos, y mire Vd. por donde (allí viene gente de toda España), que me oyen cantar unos amigos. Al salir me esperaban, y tras entablar una amena conversación acerca de mi procedencia, la cosa -como decimos en Triana- se puso a tono, por lo que entre Soleá y Garrotín, pues eran naturales de Asturias, asegurando que este palo de origen, a mi corto juicio, un tanto incierto, es de su tierra (no sería yo quien le quitara la razón), el caso es que a renglón seguido uno de ellos me pregunta si conocía el cante por Praviana. Rotundamente no, les dije... Por desgracia y ante las razones esgrimidas por las esposas de ellos, tuvimos que cortar tan amena reunión la cual y a mi pesar no se volvió a repetir ya que todos se marchaban temprano a la mañana siguiente, y fue una lástima porque aquellas estrofas me sonaban en sus comienzos como si se tratara de una Nana...
Como
es natural, a la primera oportunidad que tuve me adueñé del único
ordenador que posee el hotel para el servicio de los clientes y me
puse a investigar acerca de tan desaparecido cante...
Resulta
que la Praviana es un cante de carácter aflamencado y con
procedencia no andaluza, concretamente asturiana, que se estructura
sobre una estrofa de seis versos octosílabos y rima consonante en
los dos primeros (suelen ser repetidos), y en el tercero y el cuarto
también, que a su vez riman en asonante con el sexto. El quinto
queda libre. Por su citada procedencia no es posible hablar de que la
Praviana sea un palo de los denominados jondo en toda esencia.
Algunos flamencólogos la han relacionado con los antiguos pregones
de caramelos de Gabriel Macandé, pero esto no se ha podido
demostrar. Lo cierto es que los pocos artistas flamencos que la han
grabado marcan una clara diferencia con el canto norteño,
añadiéndole una línea melódica más adornada que la del estilo
folclórico, a excepción hecha del leonés Manuel Tejuela.
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