UN
COMEDOR MÁS NECESARIO QUE NUNCA
(110
años ya)
Llevo un rato pensando en que escribir sobre “Las Hijas de la Caridad” y en especial al Voluntariado en lo que a las Cocinas del Pagés del Corro, en Triana se refiere. Rebusco unas imágenes y me viene a la memoria algo que leí o escuché no hace mucho referente a la entrega, al sacrificio, sobre todo de aquellas personas que sin comerlo ni beberlo se vieron inmersas en ese maravilloso darse a los demás, porque, al fin y al cabo ellas, las monjas, hacen aquello para lo que se entregaron desde que juraron o prometieron sus votos; lo cierto es que entre unos y otras han conseguido a lo largo de este centenar de años lo que a veces, se pensará: ¡qué difícil es llegar a esto! Sin embargo, ahí están, unos y otras... ¿Algún comentario? Pues eso...
Muchos
de los los poderosos y pudientes de este planeta no van a dejar otra
cosa más que un sin fin de sacos llenos de materia que jamás,
posiblemente, penetre en el corazón de nadie.
En
cambio esos voluntarios dejarán a los suyos su paz, ahí es nada; la
paz de aquellos que se entregan cada día a la labor de servir una
mesa a un indigente o a un necesitado, por las razones que sean, que
de todo hay (lo sé).
Ellos
en su inconsciente manifiestan que su paz y tranquilidad de
conciencia difiere de la que el resto de los mortales da.
Sencillamente porque su paz no está, especialmente, ligada a las
riquezas, aunque a veces y de manera sorprendente sí.
Toman
sus dorsales y salen a correr, a buscar su meta: conseguir pegar un
nuevo sellito en la auténtica libreta de la vida, en definitiva a
ganársela, porque esa es la verdadera lucha y el verdadero camino:
ser mejores, y ello sólo se consigue con ese comportamiento, entre
otros, y semejantes, muchos.
Tan sólo avanzamos en la justa medida en que servimos.
Porque:
¡¡¡Quién no vive para servir a los demás,
no sirve para vivir con los demás!!!
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