DESTINOS
DE AGUA
“A duras penas conseguí salir del agua, era
mi elemento, mi mundo. Mi sistema de respiración no necesitaba siempre del aire
exterior. Para mi forma de vida la respiración era otra cosa, sin embargo, algo
dentro, muy dentro de mí, decía que yo no era igual que los demás, que yo era
algo diferente porque en ocasiones saltaba fuera de mi mundo, o sea que yo me
desenvolvía, vivía sumergido en mi mundo y de pronto sentía esa necesidad de
saltar hacia otra parte.
Un
día, no sé por qué, al dar el salto me encontré fuera de mi mundo de siempre;
fueron solamente unos segundos pues inmediatamente volví a sumergirme. Más
tarde repetí la hazaña, y ahí en ese momento justo, me di cuenta de que mis
aletas se iban convirtiendo en dos alas. Ya no podía, o no quería –no lo sé-
volver a mi mundo; el caso es que me encontraba en un mundo diferente, ahora me
daba perfecta cuenta de ello porque ya llevaba mucho tiempo fuera de mi
elemento, fuera de mi forma de vida; ya no era unos segundos, ya era bastantes
minutos.
Mi
timón de cola acuática me di cuenta que se había transformado en un timón de
cola aéreo, y que en esa mutación adquiría unos tonos de delicado y bellísimo
plumaje. Ahora ya no sé, pues no veo como un pez, me veo como un pajarillo o
tal vez como las dos cosas. La verdad es que no lo tengo muy claro.
¿Será
posible que haya entre los seres de la creación un pez que vuele…?
Es
posible. De todas formas he llegado a la conclusión de que sólo soy un
pajarillo que un día tuvo un hermoso ensueño, y que sigo surcando los cielos en
busca de ese algo que aun tan claro a veces se presenta tan abstracto como
difuso.
Lo
único que tengo claro, realmente, es que el hombre está siempre esperando a que
me pose en cualquier rama de cualquier árbol para descansar después de esa
incansable lucha, de ese incansable viaje y una vez más aprovechará el momento
en que cada uno cumpla con su “cometido”. Yo he de seguir trabajando en la
búsqueda, él…”
Del libro III
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