(Novela)
Santiago Martín Moreno
PRÓLOGO
Cuando comencé a releer, y a su vez
corregir ésta, al que más de un lector o lectora considerará una
"extraña" o en su defecto, fantástica novela, lo primero que se me
ocurrió, fue pensar: ¿cuánta gente creerá en este argumento? ¿Cuántos seres
humanos, dada su condición de racionalidad, le otorgará un mínimo de crédito en
la absurda creencia de que su reino es el único que impera en este planeta
llamado tierra? Un cuerpo espacial que debería llamarse agua, es
decir, agua debido a que ésta cubre, el 70%, del globo, y por
consiguiente, tan sólo el 30% restante, corresponde a la masa continental. Sin
embargo, a la Tierra se la conoce como el planeta azul.
Extrañas combinaciones nos deberían de
llevar a una reflexión filosófica acerca de razonamientos más fuertes que
aquellos que se apoyan en el negativísmo como es la ciencia, o el bajo nivel sensorial
humano, en razón de una incapacidad interesada tan sólo en lo que ve y oye.
La pretensión de alcanzar niveles
superiores en el marco de la percepción extrasensorial debería ser la meta. Y
créanme, no es nada fácil, sin embargo, a mi juicio, no es tan difícil, y mucho
menos imposible.
No hay que profundizar mucho para apreciar la virtud y el amor que surte efecto, cuando la sensibilidad de algunos, intentan conectar con seres de otros reinos diferentes al suyo.
Alcanzar un grado superior en el orden
espiritual, es conseguir que la flor se vuelva, o se agite cuando sobre ella se
derrama con dulzura todo un conjunto de frases envueltas en la calidez de sus
propias vibraciones. Ella nos habla, pero no la escuchamos, sin embargo no cabe
la menor duda de que algún ser humano en esta tierra puede mantener, o tal vez
ya mantenga, una mínima conexión con ella. Por supuesto que será paranormal.
No obstante, no dejará de ser producto
de la Naturaleza naturante, Dios, el Sumo Hacedor, en tanto que sustancia
infinita y causa libre.
En ese contexto del reino animal, y en lo que se refiere a la aún no desarrollada evolución, podemos asegurar que existen seres que, aunque no los escuchemos, nos hablan. Por supuesto que carecen de mente, sin embargo, su inteligencia intuitiva y natural, hace que respondan a nuestras preguntas y demandas que, en cierta medida sí somos capaces de captar. Si dejamos nuestra mente en blanco, seguro que nos encontraremos con la sorpresa de escuchar y entender sus lenguajes mediante la concentración, hasta el extremo, a veces, de que ello se pueda convertir en rutina. Y este es el caso confirmado a través de nuestra protagonista Choly. Una hormiga que nos llenará de un placer diferente con sus desplantes, cotilleos y sobre todo con una inteligencia y sabiduría ignotus.
s.m.m.
¡Ojalá! algún día, los seres humanos
escuchemos cuanto nos dice continuamente…
I
Hola, escuché que alguien saludaba cerca de
mí y del maravilloso, y resplandeciente seto verdeante. Miré a un lado y
a otro pero, no vi a nadie a este de aquella barrera de hermosas y bien
cuidadas tuyas no muy altas, apenas dos metros, con lo cual pensé que la idea
habría sido tan sólo una separación entre parcelas de las otras casas
residenciales, o simplemente una manera de que el terreno o lugar quedara
protegido aunque, en un primer momento, ya sabía yo perfectamente que se
trataba de una separación entre lo público y lo privado.
Me levanté del banco en el que me encontraba
sentada e intenté mirar a través de aquella apretada urdimbre de ramas
enlazadas y convertidas en una pared ideada cual pintura al natural; nada,
imposible ver algo a través de él.
Di la vuelta y volví a sentarme a la espera
de oír de nuevo aquel saludo. Hubo un momento en el que me quedé extasiada
contemplando un gracioso velero que en ese momento se deslizaba orgullosamente
por las tranquilas aguas de aquel maravilloso y azulado lago, y cuya salida a
otro mayor, permitía desde donde me encontraba la bella observación de como el
brillante disco solar bajaba poco a poco para, entre colores cárdenos y
anaranjados, ir quedando oculto tras una línea vibrante que parecía dividir el
inmenso cielo de la tierra, cuando de nuevo volví a oír el saludo, por lo
que sin realizar el más mínimo de aquellos gestos que a veces delatan una cierta
inquietud, pregunté al refrescante aire del atardecer.
- ¿Es para mí el saludo?
- Sí, para ti…
- Pues entonces !hola, quien quiera que
seas, aunque no he podido ver a nadie!
- Comprendo, ¡soy tan pequeña al lado tuyo! y
además, estoy a tus pies; mira hacia ellos y me verás arrastrando con
dificultad un buen trozo de cáscara de avellana, y ten cuidado no me pises.
- Ya te veo, y no eres tan pequeña - le dije
dedicándole una sonrisa al tiempo que depositaba mi guitarra sobre la
superficie de madera del banco, pero dime: ¿cómo vas tirando de una carga que
es de mayor tamaño que tú, y para que la quieres?
- Las hormigas nos pasamos todo el día
llevando diferentes tipos de materia orgánica hacia el hormiguero: hojas,
semillas, otros insectos muertos… Sin embargo, muchas no nos alimentamos de lo
que cogemos, sino que algunas somos agricultoras o, incluso, y aunque te
sorprenda, hasta ganaderas.
- Ahí, ya me pierdo - le dije verdaderamente
sorprendida.
- Entiendo que te sorprendas, ya que, al
parecer, te pasas el día con tu guitarra.
- No, no te creas, es que hoy me he sentido
bastante triste, y cuando me ocurre esto me vengo a este banco y rasgueo un
poco la guitarra contemplando el lago y así me siento menos sola.
- Tienes razón: a veces tan sólo basta un
sólo momento de felicidad para que tomemos consciencia de que realmente somos
unos privilegiados - y continuó. Claro que cada uno a su forma de vida.
- Es muy cierto eso que dices. Sin embargo,
me gustaría que me hablaras acerca de que algunas sois incluso ganaderas ¿cómo
puede ser eso...? - le insistí ya que me comía la curiosidad.
- Bien, te diré que tenemos nuestros rebaños
de pulgones. Mira, un ejemplo de mutualismo se da entre los pulgones y
nosotras. Algunas actuamos como granjeras, "ordeñando" a
los pulgones y protegiéndolos de depredadores como son las mariquitas. Ya
sabes, esos otros insectos de cuerpo redondeado y con lunares, también
conocidos como vaquitas de san Antonio o catarinas.
- ¡Qué curioso! Pero dime: ¿para qué
necesitas esa cáscara de avellana, aunque es de suponer que cuando cargáis algo
con tanto afán, alguna razón de peso debe de haber - le dije.
A lo que ella respondió:
- Aunque te vuelva a sorprender, hay un
equipo que se encarga de triturar todos estos productos que conseguimos fuera
del nido, y que una vez mezclados con los líquidos acuosos y algo viscosos que
segregan nuestras glándulas, los humedecen y así la membrana mucosa los deja
dispuestos como nutrientes para nuestra alimentación.
- ¡Sorprendente!
- Pues no debería sorprenderte tanto, ten en
cuenta que durante todo el tiempo necesitamos estar buscando qué poder aportar
a la comunidad. Y es que somos muchísimos miembros, y no te puedes imaginar lo
que comen las crías.
- Pero, tú estás sola o sólo porque no sé si
eres macho o hembra, y además siempre os he visto en hileras.
- Se nota que no nos has observado mucho. Te
diré que en lo que a mí se refiere, es que soy muy independiente, en cuanto a
mi sexo, soy una hembra; observa que mi color no es del todo negro como los
machos, sino que mi tono es un poco marrón tirando a rojizo, además ellos son
un poco más pequeños aunque con los ojos y el tórax más grande.
- ¡Así que tú también eres de las
independientes! - le dije.
- Sí, pero ya está bien de hablar de mi; ¿por
qué no hablamos un poco de ti - me insinuó directamente, al tiempo que
abandonando la cáscara comenzó a trepar por mi pierna hasta llegar a colocarse
sobre la palma de la mano que, gentilmente y a modo de amistad le ofrecí en el
momento que consideré oportuno.
- Vale. ¿Y qué te gustaría saber de mí? - le
pregunté ahora cuando, casi por decirlo de alguna manera, estábamos las dos
cara a cara.
- Sobre todo ¿qué haces aquí tan sola, y qué
canturreabas mientras rasgueabas las cuerdas de esa guitarra tan bonita?
- Es curioso lo que son las coincidencias.
Pues mira estaba canturreando un bolero que dice: Mirando al mar soñé que
estaba junto a ti; claro que no se refería a ti sino que recordaba a un chico
estupendo que conocí el pasado verano, con quien pasé unos maravillosos días y
nos despedimos aquí mismo, en este banco, dejando atrás una buena amistad. Y es
que aquí estoy pasando las vacaciones en la casa de mis abuelos maternos donde
lo paso muy bien con ellos, pero a veces cuando dejo de estudiar los temas de
una asignatura que me quedó pendiente, pues ya sabes, cojo la guitarra y me vengo
aquí, y es que esto es muy tranquilo.
- Entonces ¿tú vives en la casa que tiene
este seto tan bonito, y tan alto? - dijo interrumpiendo el relato.
- Sí, es el jardín de los abuelos.
- Perdona, pero ¿no estarías más a gusto al
otro lado y sobre el frescor que debe ofrecer el césped?
- Algunas veces lo hago balanceándome en el
balancín, pero cuando me detengo y cojo la guitarra, el seto no me inspira
nada, él me impide ver el lago y las barquitas de velas de colores que a veces
forman regatas, y es muy bonito; imagino que tú también lo habrás visto alguna vez.
- No, nosotras no tenemos tiempo para eso,
estamos condenadas por alguna razón que desconozco, a estar continuamente
trabajando, si no es en una cosa en otra, el caso es que no paramos, somos como
los relojes eléctricos, el día que se acaba la pila, ya sabes...
- Disculpa que te interrumpa, pero es que en
una ocasión estuve observando un rato como una compañera tuya estaba intentando
introducir en el hormiguero una plumita, al parecer, de un gorrioncillo, y me
quedé pensando para que la querría.
- No te extrañes; siempre que hay oportunidad
de hacernos de alguna nos la llevamos. En el interior hay algunas compañeras
muy habilidosas: las cogen y las deshacen, el palito central que se llama
raquís es muy ligero a la vez que ofrece mucha rigidez para fortalecer las
paredes, el resto tiene diferentes usos: uno de ellos es el aprovechamiento de
la queratina, esta es como una proteína muy rica en azufre y con ello evitan
que haya sarna en diferentes partes del nido.
- Me estás dejando absolutamente anonadada.
- Qué te creías, que sólo los humanos
existís; no amiga mía. Hay muchos que aún continúan en la creencia de que
nuestro planeta es único en el universo y por añadidura, que vosotros sois el
centro de este planeta, pero estáis muy equivocados: por la superficie y por el
subsuelo existen infinidad de criaturas que conforman tantas colonias que el
hombre tardaría mil años en descubrirlas todas, estudiarlas, analizarlas y
catalogarlas.
- Pues sí que eres un libro abierto, vamos
que ya quisieran muchos tener tus conocimientos.
- ¡Mujer, creo que tampoco es para tanto!
aunque he de reconocer, en lo que a mi especie se refiere, la verdad es que me
he movido bastante, y que ya tengo mis añitos. Por cierto, me cuentas que aquí
estás pasando tus vacaciones de verano, en la casa de tus abuelos pero, ¿de
dónde eres, y cómo te llamas, si no te importa, claro? - se interesó cual buena
cotilla.
- No hay ningún problema; me encanta hacer
amistades, y para ello lo principal es la comunicación mediante el nombre. Me
llamo Dolores aunque desde los primeros días de mi nacimiento todos comenzaron
a llamarme Dolita, y no es que me haga mucho chiste, la verdad, pero la vida es
así, y no creas que no he intentado convencerlos a todos, pero, al parecer les
gusta y así sigo - le dije, apreciando en su mirada y asentimiento cierto signo
de tristeza y comprensión.
- Pues a mí no me disgusta - A ver qué te
parece el mío, porque aunque sólo sea una hormiga también tengo mi nombre, pero
no quiero que te rías; lo cierto es que no sé si es un nombre o no, pero en la
comunidad me llaman Cabezota, no sé si será porque tengo una cabeza más grande
de lo normal, a juicio de la reina, o porque soy Tauro, que también nosotras
tenemos nuestro horóscopo; y que quieres que te diga, esto es lo que hay - me
dijo mirándome fijamente y esperando algún gesto.
- Pues yo, si no te molesta y dado que recuerdo que de pequeña era reacia a cuando me mandaban a hacer algo que no me gustaba, siempre me decían ¡qué cabezota eres, o tienes cabeza de chorlito! Así que yo, abreviando, te llamaré Choly.
II
No hubo ningún comentario ni gesto, sin
embargo, pasados unos segundos ambas, al parecer, ya amigas se echaron a reír
al mismo tiempo.
- Vale, y ahora ¿dime de dónde eres,
dónde vives, que estudias, si tienes hermanos o hermanas…? Perdona, pero es que
quiero saber muchas cosas de ti, todo cuanto sea posible; comprende que humanos
veo todos los días, y muchos, pero no tengo relación ninguna con ellos a
excepción de largarle algún improperio a aquellos despistados que en ocasiones
por poco me pisan - me dijo poniendo cara de impaciente atención.
- Te cuento: Nací en un pueblo de Córdoba llamado
Almodóvar del río, y está ubicado en la comarca del Valle Medio del
Guadalquivir. No es muy grande pero es muy bonito, tiene un magnífico y muy bien cuidado Castillo
llamado de La Floresta, que está situado en el monte llamado "El
Redondo"; es una Fortaleza Andalusí que anteriormente fue Castro
romano, o lo que es lo mismo una Fortificación militar, y la edificación actual
tiene definitivamente origen bereber.
La gente es muy hospitalaria y amable, y
ahora si que te vas a reír porque a la gente de mi pueblo la llaman "Cuco
o Cuca”.
-Qué gracioso - dijo cuando se tranquilizó -
y continuó ¿y sigues viviendo allí?
- No, mi padre que es militar fue trasladado
a Sevilla, y en ella vivimos desde que yo tenía siete años. Mi pueblo me
encanta y allí volvemos siempre que tenemos oportunidad, y es que tanto mi
padre como mi madre aún tienen allí familia, hermanos y hermanas por ambas
partes, además mis padres siguen conservando la casita que se hicieron cuando
se casaron, porque mi padre no quería vivir acuartelado. Él, pertenece al Cuerpo
de Aviación por eso lo destinaron a un lugar de Sevilla que se llama Tablada. Y
el barrio donde vivimos se llama el barrio León que se levantó sobre un Caserío
conocido como “La Torrecilla”, que por cierto, el propietario también era de Córdoba,
de Palma del río. El barrio es muy bonito, y en el comenzaron a vivir muchos
miembros del ejército después de la guerra civil.
Ahora tengo veintitrés años, y estudio en la
Facultad de Ciencias. Seguro que te gustaría ver los trabajos y prácticas que
se realizan allí.
También me preguntabas si tengo hermanos; no,
soy hija única. Tan sólo tengo una afición, la música clásica y la lectura, y
coger de vez en cuando la guitarra; en cuanto al deporte, el único que practico
es el remo en el Club Náutico que está en el río Guadalquivir, frente a la
Torre del Oro.
Ahora, estoy pasando las vacaciones aquí en
Iznájar, un lugar que me encanta aunque no puedo practicar el remo porque no
tengo mi piragua; mis padres se han ido a realizar un viaje por Europa. Y
eso es cuanto te puedo contar. Oye, sabes que me haces cosquillas en la palma
de la mano, me encanta.
- Y tú, venga, cuéntame algo de ti, y aunque
ya conozco tu saber y tus conocimientos, no me vayas a largar aquello de que
sois animales súper fascinantes,
que estáis extendidos por todo el planeta,
exceptuando las zonas del Ártico y la Antártida. Y que aún siendo especialmente
frecuentes en todo tipo de bosques, donde podéis conformar hasta la mitad de
los insectos habitantes del lugar, se os puede encontrar en zonas
residenciales y hasta industriales, que todo eso ya lo he estudiado - le dije
con una amistosa y socarrona sonrisa.
- Cómo me gustaría que me llevaras en un
bolsillo a algunas de tus clases. Pero, ¿qué te puedo contar de mi, un pobre
insecto que todo su afán es ser independiente?
- Bueno, pero ahora lo eres, al menos eso es
lo que me dijiste - le recordé.
- Sí, pero, lo hice abandonando a mi gente,
afortunadamente, a excepción de mis deberes dentro de la comunidad, ya no me
ataba nada sentimental, nunca pude tener pareja, te cuento: en nuestras
sociedades estamos divididas en castas. Generalmente se distinguen tres:
relacionadas con el sexo y la capacidad reproductora: Hembras fecundas (que
desempeñan la función de reinas); hembras estériles (obreras) y los machos
fértiles, y el no haber alcanzado el grado de Reina he creído siempre en que
ello era debido a mi carácter tan dominante y fuerte como temperamental, pero
nunca mostré frialdad si había una entrega y un sincero cariño que hiciera
posible y perdurable una futura amistad; tampoco me quedaba familia, así que un
buen día cogí mi hatillo, y escondida tras unos sacos de patatas y otros
géneros de un vendedor ambulante de aquellos que viven de pueblo en pueblo,
visitando cada día un mercadillo donde ofrecer su mercancía, pues así fue cómo
cansada del vocerío de aquél hombre pregonando, que después de ver a través de
las ventanillas de la furgoneta algunos pueblos, que decidí quedarme aquí.
- Pues acertaste, y es verdad lo que me
cuentas, hay que ver lo pesados que son algunos, y lo que chillan tan temprano.
Y me alegra que decidieras quedarte en este bellísimo pueblo. Y dime ¿dónde
vives ahora, porque supongo que habrás encontrado alguna colonia, y que te haya
aceptado sin más…?
- No, sin más no, que algunas tienen unas
reinas que ponen muchas y serias dificultades, sin embargo en esta he caído muy
bien; ya llevo algún tiempo con ellas y no hemos tenido ningún tropiezo aun
conociendo y aceptando mi carácter independiente.
- Está muy lejos - le pregunté al tiempo que
pensaba que había cometido una imbecilidad ¿cómo iba a estar lejos, qué pensaba
que tenía medio de transporte?
Ella discurría los mismos pensamientos
mientras mirando hacia la derecha y hacia abajo le daba a entender que su lugar
de residencia se encontraba a menos de un metro de donde ella tenía plantadas
sus deportivas.
- Perdona, ha sido un lapsus de lo más
tonto,- le dije con toda humildad.
- No tienes que disculparte, eso le puede
pasar a cualquiera, además podría estar al tanto de a dónde vas después de
estar aquí un rato, engancharme a tus deportivas y bajarme donde me conviniera.
Claro que el problema sería la cascara de avellana.
- Muy graciosa, ¿todas tenéis esa gracia? -
le comenté viendo como alargaba su sonrisa hasta que, contagiándome, acabamos riéndonos.
- Supongo que aparte de salir al exterior, a
la búsqueda de posibles alimentos, algo habrá que te entretenga en tu tiempo
libre si es que lo tienes, ya que según nos enseñan en la Facultad sobre la
naturaleza animal no tenéis tiempo para nada más.
- Pues lamento que tus profesores estén
equivocados; hay muchas formas de combinar un trabajo con un juego para los pequeños.
- ¿Cómo es eso de combinar un trabajo con una
diversión en tu especie?
- ¿Recuerdas el naranjo que hay en la esquina
del jardín de tus abuelos y que se encuentra no muy lejos del balancín en el que
te meces algunas tardes, y en el que, por cierto, en ocasiones, te pegas unas
siestecitas que para mí la quisiera yo?
- Sí, perfectamente; en más de una ocasión he
cogido algunas naranjas para preparar zumos, y están buenísimas, y es que son
naranjas de zumos, no como las otras cuyo nombre no recuerdo.
- Posiblemente debes referirte a las que se
conocen aquí como la variedad guasintonas, aunque desconozco de dónde le viene
el nombre, porque de Wuashington no creo que sea teniendo la riqueza que
tenemos en Andalucía.
- Bueno, el caso es que cuando se cae una y
se abre por el golpe, me traigo a las crías, las enseño a entrar por la
abertura de la cáscara, cosa que les encanta, y se nutren de su caldito, luego
venimos las adultas, por turno, y no te puedes imaginar como la dejamos por
dentro absolutamente limpia, vacía, hasta el extremo de que cuando se seca
parece una bola de madera completamente hueca.
- No sabía que os gustara las naranjas hasta
ese extremo - le dije sin dejar de mostrar mi extrañeza acompañada de una leve
sonrisa.
- Para nosotras que estamos tan cerca, una
naranja caída en un manjar, y en cuanto la sentimos ya estamos organizando la
salida, aunque no en todas las ocasiones tenemos resultados positivos.
- ¿Y eso por qué? - quise saber muy
interesada.
- ¿No has oído nunca que los jardineros en su
afán de exterminarnos, uno de los medios es la utilización de naranjas podridas?
- No, no sabía de esa técnica.
- Pues sí, recogen algunas, al parecer, la
tienen en alguna maceta interior, y cuando la naranja se pudre la colocan bajo
el árbol, pero como es natural, al igual que otros insectos y avecillas, todos
esos trucos ya nos lo sabemos de memoria, es como pasa en las viñas con los
espantapájaros; al día siguiente ya se posan sobre los brazos del muñeco de
paja.
Dicho esto, Choly se rió con cierta ironía, y
quedose un momento pensando si ello no había podido molestar a su amiga, al fin
y al cabo se trataba de la propiedad de sus abuelos a los que, en cierta medida,
una colonia de hormigas podrían estar haciéndole daño a las plantas, así que le
pregunté si se sentía molesta por el comentario que yo había hecho acerca de
ello.
- Para nada, yo sólo estoy pasando aquí las
vacaciones, por lo que cuando me vaya la semana que viene, en lo único que voy
a pensar es en si este rato que estoy pasando contigo no habrá sido un sueño
debido al calor de la soledad, y al de esta tarde veraniega del mes de Agosto.
- Qué lástima que te vayas tan pronto, y por
otro lado, esa soledad bien pudiera ser el producto de que tu amigo, el del
pasado año no haya podido venir a verte, y yo no quiero que ello se convierta
en tristeza.
- Si, la verdad es que lo echo de menos; aún
recuerdo una mañana en la que se fueron los abuelos a ver una pequeña
embarcación que unos amigos de mi abuelo le estaban construyendo en un pequeño
Astillero que hay cerca de casa, al lado del embarcadero, y es que mi abuelo
había sido Ingeniero naval, así que aprovechando que yo me había quedado
repasando unos temas pendientes, lo llamé; tardó en venir un suspiro, y el
tiempo que estuvimos juntos consolidó nuestra más íntima amistad, no duró mucho
aquel rato pues los abuelos vinieron a la hora de almorzar, y como quiera que
no tuve más remedio que presentarles a Raúl, que así se llama pues como que se
vieron obligados a invitarlo a comer, detalle éste que, como es natural, a mi
me encantó, como le encantó al abuelo, cuando le comentó que al haber nacido en
san Fernando, y al ser Universitario, su deseo era ingresar en la Marina y
hacer carrera en la Escuela de la Armada, y que ello se realizará en el
siguiente curso ya que tiene cumplidos y aceptados todos los tramites.
El haber tenido notas muy altas en todos los
cursos de una especialidad como la Biología marina, y la ayuda de su padre que
en la actualidad es proveedor del Arsenal de la Marina, que está en la Bazán y
a cuya Comisión de Defensa, su fábrica le suministra todo tipo de materiales
navales, como pueden ser desde cordajes de todas las medidas, hasta aceites y
grasas especiales para la lubricación de máquinas como molinetes y cabrestantes,
motores auxiliares etc.
III
Recuerdo como un día estando de visita con su
padre en uno de los remolcadores de la Marina, y en el que, al parecer, había
un cordaje defectuoso, por desconocimiento de la rutina de a bordo, en una
maniobra de emergencia le pidieron que sostuviera, una palanca; como quiera que
no lo hizo bien toda vez que era la primera vez que se encontraba en semejante
situación, el caso es que el enganche se desactivó con lo que la maniobra
falló, y aunque el Contramaestre no le reprochó nada, ello hizo el que sus
pensamientos se volcaran aún con más fuerza por seguir la carrera en las
Fuerzas navales.
- ¿Qué edad tiene ahora Raúl? - preguntó Choly,
interrumpiéndola.
- Acaba de cumplir veintitrés años, igual que
yo, aunque hay unos meses de diferencia en los que resulta él mayor. El próximo
curso yo estaré en la Facultad, y él lo hará en la Marina como futuro
Especialista.
- Entonces la cosa está bastante clara, vas a
tener de pareja un marinerito - dijo esbozando una graciosa sonrisa - y
continuó: ¡ojalá! el próximo verano vuelvas, y con él me invitéis los dos a dar
un paseíto en la barquita de tu abuelo que seguro ya estará terminada.
- ¡Huy, huy! Amiga mía eso está muy lejos,
aunque de ser posible, el llevarte sería el menor de los problemas - le dije
correspondiendo a su buen humor.
Entre
charla y charla, Dolita oyó como la abuela, desde lo alto del magnífico porche
que, a modo de un bello mirador sobre el lago poseía la casa, la llamaba por si
quería merendar.
- ¡Ya voy, abuela! - respondió Dolita, al
tiempo que pensaba en que debería dejar a su amiga, en cuya mirada observó el
dulce y mágico deseo de unas pastas, por lo que sin pensárselo dos veces, se
metió la mano, sobre la que se encontraba su amiga, en el bolsillo y se dirigió
subiendo hacia el porche.
- Ya estoy aquí, abuela ¿te importa que me
siente a tomar el té abajo en la mesita del césped? - le dijo de forma un tanto
zalamera.
- Estás de vacaciones, así puedes hacer lo
que quieras - le respondió la abuela.
Aprovechando el ofrecimiento y el que la abuela no tuviera interés en
aquel deseo de su nieta, Dolita tomó su taza con el té y un platillo con
algunas pastas, y bajando los escalones se acomodó en un silloncito blanco de
hierro forjado, al tiempo que sobre la mesita del mismo material y a juego,
depositó tacita y el correspondiente platito.
Un instante después hizo salir a su amiga
quedando ésta sobre la mesita, y a la que se le notaba a todas luces cuánto le
gustaba lo que estaba viendo, por lo que, consciente Dolita, de aquellos
pensares, ni corta ni perezosa, como se suele parafrasear en semejantes
momentos, le ofreció aquel, para ella, un verdadero manjar.
- Dolita, te importaría que compartiera esto
con mi gente - dijo de forma muy recatada.
- Ya había pensado en ello, y si te parece
podría acercarle a la entrada del nido una pasta entera y así no tendríais que
realizar el trabajo de tenerla que llevar previo desmenuzamiento - dijo Dolita
sin convencerle lo que acababa de ofrecer, y que obligaba a su amiga a
mostrarle el lugar donde se hallaba la entrada de su hogar.
- Pero eso sería una barbaridad, ahí no sólo
tendríamos comida para mucho tiempo sino que llamaríamos la atención de otros
grupos, y eso que la entrada está protegida por un cuerpo de soldados que
realizan funciones fundamentales para la seguridad de la colonia, protegen a la
Reina, que es su primera obligación, ten en cuenta que las reinas son las
únicas hembras fértiles de las colonias; de ellas nacen todos los demás
miembros. Su función más importante es transmitir su importante material
genético a sus descendientes, con el fin de asegurar que la especie permanezca
fuerte y apta para sobrevivir. Ellas defienden la comunidad, forman ejércitos
que matan a las presas, atacan otras colonias enemigas en busca de alimento o
nidación e incluso toman de rehenes a los huevos de las otras colonias, además
de aportar materia orgánica en descomposición, por lo que ayudan a limpiar y a
aprovechar los residuos orgánicos.
- Tienes toda la razón - dijo Dolita - e
insistió: pues como hoy libra el jardinero podrías avisar, y una vez que se desmenuce
la pasta y la dejemos caer bajo la mesa que vengan a llevársela, así mientras
tanto, subo este servicio a la cocina y luego nos vamos a dar un paseo hasta la
orilla del lago.
- Creo que será mejor que me quede con ellas
hasta que terminen, que para estos menesteres soy muy eficiente, además he de
terminar la faena pendiente ¿recuerdas? - dijo la amiga sonriendo.
- ¿Faena, cuál faena? - preguntó Dolita
extrañada.
- ¿Ya no te acuerdas que dejé una
importantísima cáscara de avellana a medio camino?
- Es verdad, chica se me había olvidado por
completo. Bueno pues entonces, si quieres y tienes tiempo, mañana nos vemos en
el mismo banco y a la misma hora, ya me oirás cuando rasguee mi guitarra -dijo
Dolita al tiempo que bajaba la mano hasta el césped y de ella saltaba Choly.
- Vale, hasta mañana, anda que vamos a dejar
el césped más limpio que la espalda de tu guitarra - esto lo dijo de forma que
las dos amigas se echaron a reír.
Un instante después, Choly veía a su amiga atravesar la puerta de salida de la
casa.
Sonaban las campanas de la torre anunciando
el mediodía, cuando Choly corrió hacia el banco en el que sabía que ya esperaba
Dolita, pues a la par que sonaban las campanas anunciando a su vez el Ángelus,
ya escuchaba los acordes de una canción:
"Te esperaré, nos sentaremos juntos
frente al mar, y de tu mano podré siempre caminar, y aunque pase toda mi vida
aquí sentada, yo te esperaré, pues sé que en tus ojos tendré siempre tu amor, como
tú lo tendrás en los míos."
- Hola Dolita, que canción más bonita, seguro
que te la acabas de inventar - dijo Choly, al tiempo que trepaba por las
estampadas bermudas hasta alcanzar la palma de la mano que la muchacha le
ofrecía una vez más.
- Hola, amiga, y sí, me la acabo de inventar
recordando algo acerca de un antiguo bolero en el que, al parecer, alguien de
forma incansable se pasó la vida esperando un amor prometido pero que jamás
regresó.
- Pero ese no es tu caso por lo que estoy
sintiendo a través de las señales que me transmiten mis antenas, las cuales captan
que algo te ha sucedido en estas últimas horas.
- ¡Pero qué lista eres! ¿Y de dónde sacas tú
eso de que has captado que algo me ha debido ocurrir últimamente? - dijo la joven
mostrando un gesto de extrañeza de forma empática.
- Será que esta mañana he visto al cartero que
echaba un sobre en el buzón - dijo Choly sin poder aguantar la risa.
- Pues sí, amiga. He recibido una carta de
Raúl, en la que me dice que pronto vendrá a verme.
- ¡Cómo me gustaría que me la leyeras - se
interesó poniendo cara de circunstancias!
- No tengo ningún inconveniente - dijo Dolita
mostrándose amable, escucha:
IV
“Queridísima Dolita: Casi seguro que el día
veintidós podré ir a verte, y es que ya no puedo pensar en nada que no seas tú,
tu rostro y tu sonrisa ocupan cada segundo de mi tiempo, hasta el extremo en
que no me concentro en el estudio del plan que recibí de la escuela de la
Armada para mi ingreso. Y es que desde el momento que apareciste en mi vida
fuiste como un rayo de luz entre las tinieblas que producen las dudas, pero te
conocí e iluminaste mi camino dándole otro sentido que me hizo entender
que el amor puede ser real cuando se encuentra a la persona con la que la conexión
es diferente, y aunque me oigas decir lo mismo mil veces, confieso que cada día
que pasa ya te amo con locura, y agradezco a la vida que me diera la
oportunidad de elegir el amor de mi vida y sobre todo que la elegida fueras tú,
sin pensarlo; ¡te vi tan hermosa, aquella tarde en la casa de tus abuelos! Allí
encontré mi verdadera felicidad, mi razón de ser y mis fuerzas para continuar.
Sé que a partir de aquel día mi sueño se convirtió en realidad, y es que eres
lo que siempre había soñado. Te quiero, Dolita linda. Te veré muy pronto. Tuyo
siempre, Raúl.”
- Que bonita carta, y que cosas más lindas te
dice ¡cómo me gustaría que alguien me escribiera y me dijera estas cosas, pero
ya ves nosotras las obreras estamos condenada a no poder tener relaciones, tan
sólo la reina puede! - esto lo dijo lanzando al aire un amargo y largo suspiro.
- Chica, está claro que te ha gustado y
llenado de melancolía. Lamento que vivamos en mundos tan diferentes, pero que le
vamos a hacer la vida que nos toca es así - dijo la muchacha a modo de
consuelo.
Durante un periodo de tiempo indeterminado, ambas amigas guardaron
silencio.
- Discúlpame, amiga, pero he de dejarte. Voy
a aprovechar que tengo la dirección de donde se encuentra Raúl, y voy a ir a la
oficina de correos para enviarle un telegrama en el que le ponga el número de
teléfono de los abuelos y que me llame confirmándome cuando vendrá y así poder
ir a esperarle, caso que viniera en algún medio de transporte. Igual el padre
le deja su coche ya que Raúl tiene permiso de conducir desde hace poco tiempo,
pero no lo creo. Él estuvo a punto, según me dijo, de comprarse uno de
segunda mano para ir a la Universidad, pero descartó la idea ya que en la misma
puerta de su casa tenía una parada de bus que lo dejaba al lado de la entrada
del campo universitario
- Vale, Dolita, a ver si tienes suerte y te
dice que podéis estar juntos unos días, al menos hasta que te vayas la semana
próxima - dijo animándola en la medida de lo posible.
- Gracias, amiga, luego nos veremos a la
espera de que me llame.
Momentos después, Choly veía como Dolita con
su bolso de verano al hombro atravesaba la puerta enrejada y salía a la calle,
camino de la Estafeta de Correos.
Cumplida la misión que le llevo allí,
caminaba de vuelta pensando en las ganas que tenía de ver a Raúl, cuando de
repente vino hacia ella, llevada por la brisa, una diminuta y bellísima plumita
que debía haber pertenecido a un jilguero o tal vez a un canario que estuviese
espelechando.
Los ojos y el corazón le saltaron de un
hermoso brinco, y es que lo que se le acababa de ocurrir bien merecía la
manifestación que avalaba tal signo de alegría interna, pues su primer
pensamiento fue el ver la alegría que a su amiga le produciría, no sólo que
alguien humano pensara en ella hasta ese extremo, sino que tuviera el detalle
de regalarle aquella plumita, tal vez, para que alegrara su rinconcito si es
que pudiera disfrutar de él porque la Reina le tuviera asignado uno a cada una
de las obreras, como así lo tenía dispuesto para cada uno de los miembros de la
guardia.
Y con estos pensamientos, y disfrutando de
cómo su amiga recibiría el tan inesperado como sorpresivo regalo, siguió
avanzando alegre hasta llegar a la cancela que daba acceso, a través del
hermosísimo jardín a la escalinata por donde se llegaba a la puerta principal
de la mansión.
Apenas había pisado los dos primeros
escalones cuando, desde la parte inferior de estos y a ras de césped, escuchó
un siseo...
- ¡Eh! que estoy aquí, esperándote, y tú en Babia,
cosa que por otro lado se entiende. ¿Qué pasa contigo, acaso te crees que el
teléfono va a sonar tan rápido?
Venga, baja y cuéntame cómo fue todo, ¿qué le
pusiste, porque supongo que el telegrama lo pondrías urgente? - dijo mostrando
un nerviosismo inhabitual.
- Pero que cotilla eres; ahora bajo que voy a
subir a soltar el bolso y decirle a mi abuela que espero una llamada de Raúl, y
que haga el favor de darme una voz por la ventana del salón.
- ¡Ea! Ya estoy aquí - dijo cuando pisaba el
último escalón, y notó como la amiga, sin esperar, ya trepaba por el pantalón
vaquero hacia arriba, pues no había caído en la cuenta de habérselo cambiado
por las bermudas que usaba siempre cuando se encontraba en la casa.
- ¿Y qué, qué le has puesto? – dijo sin poder
evitar el nerviosismo que la embargaba.
- Tan sólo que me llame al número de teléfono
de los abuelos, que estoy deseando escuchar su voz, verle, y que me diga cuándo
va a venir: si lo hará en el coche de su padre o en otro medio. ¿Estás
satisfecha, so cotilla? - dijo, sin dejar de mostrar un semblante de lo más
empático.
- Ves, pues ya me quedo más tranquila, que
últimamente estás, pero parece que no estás - dijo de forma un tanto
enigmática.
- No sé de dónde sacas esas ideas, tú sí que
estás últimamente con tanto intento de sonsacarme algo, que más pareces una
avispa con tanto revoloteo y picoteo, anda, anda.
- Será debido a eso que he
escuchado alguna vez de que son cosas de mujeres, por cierto, ¿qué es eso que
escondes en la mano que tienes tras la espalda con tanto misterio? - dijo sin
abandonar una sonrisa socarrona.
- Mira, venía caminando por la
acera de la Estafeta de correos y al entrar por la avenida que tiene tanta
arboleda, con una brisa de aire me ha llegado esto como diciendo: toma y llévasela
de regalo para tu amiga - esto lo dijo mostrándole la plumita.
Choly, sorprendida, se quedó unos minutos en
silencio sin quitarle la vista a la plumita, y sin poder manifestar, al
parecer, lo que estaba viviendo en esos momentos, era como si se le hubiesen
olvidado las palabras.
- ¡Oh!
Dolita, que cosita más linda. Que recuerdos voy a tener de este momento cuando
te marches; espero que la Reina me la deje colocar en mi rincón preferido,
aunque lo más probable es que decida colocarla en la guardería, ya sabes, donde
se encuentran las que acaban de nacer, pero es que es tan bonita que se me
acaba de ocurrir viendo a algunas de las señoras que pasean por la
avenida, que si yo fuera humana me haría un sombrerito y me la colocaría,
seguro que estaría tan mona como ellas. ¿Tú qué crees Dolita? - dijo a modo de
comentario aunque con una carita un tanto circunspecta.
- Pues no te digo que no, que te
imagino con tu gracioso sombrerito y luciéndote cual bella damisela por la
avenida de las acacias, y los soldados de otras colonias diciéndote piropos al
pasar.
- Qué
imaginación tienes, ahora me explico la facilidad tuya para hacer esas letras
de canciones tan bonitas.
- ¡Anda ya! si
la mitad de las letras son de otras canciones, lo que yo hago es adaptarlas a
mi manera.
V
Estaba cayendo la tarde cuando Dolita, oyó a
la abuela que la avisaba desde la ventana, diciéndole que la llamaban por
teléfono, y que subiera rápidamente, que era Raúl por conferencia desde
Cartagena.
Con tan sólo un hasta mañana, se despidió de
su amiga a la cual tan sólo le dio
tiempo a decirle ¡corre, corre! Y eso hizo subiendo la escalera y saltando los
peldaños de dos en dos, por lo que cuando llegó y agarró el auricular, estaba
medio ahogada y sin poder articular palabra. No obstante, tuvo fuerzas para
decir:
-
Hola, Raúl, ¿cómo estás?
- Hola, Dolita, bien, estoy bien, pero te
noto como asfixiada. ¿Estás bien?
- Sí, ahora mejor que nunca, es que he subido
corriendo cuando la abuela me llamó diciendo que tenía conferencia; tengo
tantas ganas de escucharte, y tantos deseos de poder verte y abrazarte como
aquella última tarde, vamos que ya estoy poniéndome nerviosa - dijo sin poder
evitar el ahogo y que le temblara la voz.
- Tranquilízate Dolita, que a mí me pasa lo
mismo, y es que para mí todo este tiempo lo he pasado muy mal, tan sólo me
consolaban tus cartas, gracias a ella y lo que me contabas acerca de tus
prácticas de remo hacían que me mantuviese entretenido, aunque siempre buscando
una escusa para poder ir a verte a Sevilla, pero es que mi padre es un jefe un
poquito inquisidor, aunque he de comprender que la labor que desarrolla para la
Armada es muy importante, aunque parezca que fabricar y suministrar grandes
materiales para los arsenales y los astilleros sea una labor de menor
importancia.
Ahora aún estando un tiempo de vacaciones en
que la Fábrica y los almacenes están cerrados, a mi padre no se le ocurrió otro
lugar para descansar con mi madre, que la playa de Calblanque en Cartagena;
claro que el lugar no fue por casualidad sino porque salieron a subasta hacer
negocios con el Arsenal de Cartagena y los Astilleros, y allí me arrastra
siempre como si yo fuera a heredar el negocio, que eso ya lo tiene adjudicado
mi hermano, pero ya está bien de hablar de mí, y que además aún no te he dicho
lo mucho que te quiero.
- No importa, Raúl, esto último lo compensa
todo; por mi parte, y aunque no tengo mucho que contar, si que he de decirte
que yo también, desde aquel primer día ya comenzaste a entrar en mi corazón,
habrá quién no crea en el flechazo, pero yo lo tuve muy claro, pues lo primero
que pensé al verte con tus pantalones blancos, tu polo de corte veraniego tus
deportivas, y sobre todo aquella carita risueña y llena de bondad, de la
que emanaba un sin fin de ilusiones frente a la dureza de momentos tan
inciertos, me dije que eras el chico con el que había soñado siempre, por eso
desde ese mismo instante ya comencé a quererte.
- Pues puedes estar segura de que fue lo
mismo que me pasó a mí, además he de admitir que me llamó mucho la atención tu
seguridad cuando hablabas del futuro aún siendo tan joven, y esa atracción mutua
fue el toque final que cerraba el círculo con respecto a una, para mi, firme
relación que me uniera a ti para siempre, y es que cuando leía tus cartas una y
otra vez no paraba de decirme que no cambiaras, que si todo hubiera sido el
sueño de una siesta de verano, te buscaría entre la realidad y no pararía hasta
encontrarte pues toda tú estás grabada en mi de tal manera que si me pusieran
ante un millón y ocultas, mi corazón trabajaría cual zahorí desesperado.
- Te quiero, Raúl, ahora deberíamos dejar esto
para cuando nos veamos pues te tengo que seguir contando cosas y la conferencia
te va a costar una pasta. No obstante, sí necesito que me digas cuando vienes,
que eso es lo más importante ahora.
- Mira, el miércoles sale por la mañana, desde
Cartagena un autobús de línea regular que va a Granada, y desde ahí, he de
tomar el que va a Córdoba, cuando llegue, desde la estación, y antes de que
salga el que va a Iznájar, iré a una cabina y te llamaré porque ya al estar tan
cerca te podré decir a la hora exacta de mi llegada que será sobre la una. La
compañía es Alsa.
Qué ganas tengo de verte de nuevo y poner en
tus labios un beso que tengo guardado desde aquella tarde en la que desde el
autobús te envié por la calidez de un aire ya envuelto en amor, y del que te
pudo llegar al menos un pedacito. Te quiero Dolita. Hasta dentro de un
rato aunque sea un poco más largo de lo que quisiera.
- Hasta entonces, te esperaré impaciente, te
quiero con toda mi alma.
No había terminado de colgar el auricular, y
un poco aturdida por la amorosa expresividad demostrada por Raúl, ya estaba
pensando que se iba a poner ese día para ir a recibirlo. Una y otra vez se
decía "tranquila Dolita, que aún falta, que hoy es lunes y viene el
jueves". Y aunque le había dicho que estaría sólo el fin de semana no le
comentó dónde se quedaría, pero todo eso ya no le importaba, lo único que
deseaba era que el tiempo volara, que volara como aquél Pegaso de Zeus, dios
máximo, y envuelta en la nube de las esperas recordó este tema de la mitología
griega, y en el que el nacimiento del caballo fue el fruto de la sangre de
Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza.
Se sacudió la cabeza para apartar
pensamientos que no le interesaban, y se fue al cuarto de baño donde se refrescó,
y poniéndose las zapatillas pues por el parqué le gustaba andar descalza, le
dijo a la abuela que se iba a dar una vuelta y que volvería pronto.
Cuando salió al porche dispuesta a descender
por la escalinata, una voz se dejó oír apenas había tocado el primer escalón...
- Pero bueno, ¿dónde vas con tanta prisa? -
dijo Choly, erguida la cabeza sobre su abdomen y empinado éste sobre la blanca
superficie de la balaustrada.
- Tiene gracia, se supone que eres una
obrera, sin embargo, desde aquel día, vamos que no te veo darle un palo al
agua, me pregunto ¿tú cuando trabajas, Cabezota obrera y cotilla? - dijo Dolita
mostrando una sonrisa a través de la que se podían apreciar una hileras de
dientes bien cuidados.
- A ver si te enteras que yo a mi manera
trabajo más que muchas, por eso cuando lo necesito me tomo unos descansillos
atendiendo a mi poder mental; gracias a él sé positivamente donde debo de estar
en cada uno de los momentos que a mi me interesan, y como desde hace un buen
rato me interesa estar al corriente de lo que ahí dentro se cuece, pos
eso - dijo poniendo todo el énfasis posible en su argumentación.
- Vale, pero tienes que reconocer que tu
poder está un poquito inquieto, y no tiene porqué, ya que yo le tengo al
corriente de todo.
Dicho esto, Dolita puso su mano sobre la
baranda y Choly saltó sobre la palma al estar ésta hacia arriba, como otras
veces y, al parecer, en señal de cariño le dio unos mordisquitos a los que
la muchacha respondió con un empático, zalamera.
- ¡Sí! Pues aún estoy esperando a que me
digas cuando viene ese muchachote que hace que se te vea ahora mismo con ese
semblante tan luminoso, y tan radiante que está eclipsando la luz que viene del
lago.
- De acuerdo, pesada, me ha dicho que vendrá
el jueves, y que estará hasta el fin de semana, día en que nos iremos los dos
hasta que nos podamos ver en una próxima escapada y que podría ser
posible en un par de meses y durante las fechas de Navidad; ya me inventaré
alguna excusa para visitar a los abuelos con motivo de las fiestas - dijo la
muchacha sintiéndose muy convencida de cuanto le comentaba a su amiga.
- ¡Vaya! pues van a ser tres días para que
disfrutéis de lo lindo hasta que llegue el domingo y tengáis que separaros, y
que ambos esperéis un nuevo encuentro,
luego las tan esperadas próximas vacaciones navideñas - dijo poniéndose
una pata sobre la barbilla a modo de parecer ejercer una reflexión sobre lo
expuesto.
- Así es, mi querida amiga, pero que le vamos
a hacer. De todas formas, habremos de consolarnos a través de conferencias
telefónicas y el correo postal, y a la espera de una oportunidad en la que
podamos vernos, bien en Sevilla o en San Fernando.
- Estaba pensando, qué estupendo sería que
durante estos días que faltan y hasta el domingo, tus abuelos tuvieran ya la
barquita terminada y decidieran probarla yéndose durante ese tiempo a casa de
la hermana de tu abuelo que vive en la otra punta del lago - dijo Choly, en un
intento de animar a Dolita.
VI
En esos momentos lo que menos estaba la
muchacha era desanimada, pues no pensaba en otra cosa que la llegada del
jueves.
Dolita, se preguntaba mentalmente, ¿cómo
Choly estaba al corriente de todo o casi todo de lo que sucedía en la casa?
Dejó de pensar en ello.
- Eso sería perfecto, y él allí podría
presumir de su embarcación y recordar a un tiempo aquellos años cuando
trabajando para la Compañía Astilleros del Mediterráneo, y en la que como Jefe
del Departamento de prototipos, realizaba proyectos para la construcción de
balandros y todo tipo de embarcaciones de recreo.
¡Qué buena idea! Esta noche durante la cena le preguntaré al abuelo si
ya está terminada la barca y lista para probar como recibe el viento, frase muy
popular cuando habla de velas, mesanas y botavaras.
- Pues procura que el argumento sea
convincente, y que tu abuela no se dé cuenta de la estratagema, que ya sabes
que es muy perspicaz y es capaz de adivinarte el pensamiento sabiendo como sabe
que Raúl viene el jueves, y a mí me da en la nariz que no le quedó muy claro el
haberos encontrado la otra vez los dos juntos en el salón, aunque estuvierais
comentando acerca de la colección de discos de aquellos de pizarra que tiene tu
abuelo, y de lo que está refunfuñando siempre de que no puede oírlo porque no
encuentra a nadie que le pueda arreglar su gramola, o gramófono como a él le
gusta llamarlo - dijo poniendo cara de circunstancias.
- Tienes razón amiga, voy a tener que andar
con mucho tiento porque a mí las mentirijillas se me notan a leguas; vamos a
ver cómo me lo organizo y que no se me note porque es verdad lo que tú dices la
abuela es muy avispada, no es como el abuelo que nada más va a lo suyo, y más
ahora que sólo piensa en su barquita ¡ojalá ya se la hayan terminado porque la
última vez que yo fui a verla ya se la estaban pintando!
- ¡Cómo me gustaría poder verla, pero para mi
está tan lejos!
- No te preocupes que mañana te llevo para
que la veas, y de paso a ver como está y según la veamos estudiamos el
asunto, igual si está terminada podría camelarlo.
- ¡Ay! sí, que afortunada sería yo si eso
fuera posible, con las ganas que tengo de echar una ojeadita por aquel
embarcadero, aunque tengo entendido que por allí no tratan bien a otras
familias parecidas a las mías por aquello de que atacan a las maderas en los
almacenes, y yo reconozco que eso no está bien, pero es comprensible que si es
su natural en razón de su medio de vida, pues yo, al menos, no soy nadie para
mandar en la naturaleza, allá cada cual, y si los humanos tienen que tomar sus
medidas utilizando cuantos medios estén a su alcance, pues eso, pero que a mi
no quiero que me vean o me lleguen sus fumigaciones porque qué horror y que
final más malo, total por una curiosidad más o menos y que tampoco por ello se
va a acabar el mundo - dijo encogiéndose de hombros y tratando de encontrar en
la muchacha un poco de aquiescencia.
- Por eso no te preocupes, amiga, que conmigo
estarás bien protegida y lejos de eso que supone un peligro para ti; así que
tranquilízate que verás como todo saldrá bien y tú cumplirás tus deseos, además
cuando vayamos procuraré hacerlo a la hora en la que en el pequeño Astillero
hayan dado de mano a la jornada, al fin y al cabo para ver la barquita no
necesitamos permiso ni que nadie nos pueda poner objeción alguna que para eso
todos me conocen, además que la barquita es de mi abuelo ¡qué caramba! - dijo
dándole a Choly un golpecito con un dedo sobre aquella grande y rojiza cabeza.
- ¿Y ya has pensado como me llevarás? - dijo
aún a pesar de los argumentos de la joven.
- Ya te he dicho que no tienes que
preocuparte, te voy a llevar como no te puedes imaginar, y es que me he
acordado de la estratagema que montó una compañera mía en un examen.
Ella se llama Elisa María, y lo que hizo fue
que detrás de las solapas de su camisa se cogió con unos alfileres dos pequeñas
chuletas que con letras muy pequeñas escribió unas cuantas referencias, pero
¿qué pasó? pues que el examinador se dio cuenta de las veces que Elisa María se
miraba las solapas y en una de estas la cogió infraganti, vamos que la pilló
con una de las solapas completamente levantada, y como estaba tan absorta y
concentrada en intentar leer correctamente aquellas letritas tan pequeñas pues
no se dio cuenta de que el examinador lo tenía a su lado, así que te puede
imaginar el respingo que pegó sobre el asiento de aquel pupitre que como era de
los nuevos que habían traído hechos de aluminio, pues el ruido que resultó hizo
que todos los que nos estábamos examinando en el aula, levantáramos la cabeza a
ver que era aquello con lo cual Elisa María, no solo fue expulsada, sino que
además le bajaron cinco puntos en el expediente académico por copiar y alterar
el orden durante aquel examen.
- ¿Y,
entonces qué fue de ella? porque supongo que perdería la oportunidad de seguir
con la idea de estudiar Biología igual que tú.
- No, lo que ocurrió es que tuvo que esperar
un año para presentarse de nuevo; ahora ya está conmigo en la Facultad, y no te
vayas a creer que por aquello va atrasada, nada de eso; Elisa María, es muy
inteligente y recuperó mucho en el curso siguiente por lo que ahora casi
estamos emparejadas en muchas de las prácticas que realizamos fuera de la
Facultad, principalmente en algunos laboratorios públicos; lo que nunca
entenderé es del por qué tuvo que recurrir a semejante añagaza, en fin que la
pobre perdió una oportunidad, pero ya está recuperada.
- ¿Y esa compañera tuya Elisa María, también
vive en Sevilla?- preguntó Choly recurriendo a su especialidad de cotilla.
- Sí, unas veces con su madre que tiene un
piso en la Resolana, allí en la Macarena, y otras con su padre y su hermana, en
santa Lucía, en la misma calle donde nació sor Ángela de la Cruz, por la Ronda
de Capuchinos, es que sus padres están separados.
- ¿Y la hermana vive con el padre - siguió
muy interesada.
- Si, casi siempre, es que el padre está
impedido debido a un accidente de automóvil por culpa de ciertos excesos - dijo
Dolita, pero dejemos ese tema que me entristece, así que volvamos a lo nuestro.
- Vale, entonces ¿ya has pensado en lo de la
solapa para llevarme al embarcadero? - dijo frunciendo el entrecejo y a la
expectativa de la decisión.
- No, se me acaba de ocurrir que el mejor
lugar va a ser sobre la visera de la gorrita de cuadritos que a veces uso
durante el verano, y como tiene algunos escuditos cogidos con pequeños
imperdibles pues entre ellos pasarás completamente desapercibida.
-¡Huy, sí, sí! Así parecerá que estoy en una
torre de vigilancia o conduciendo un aparato - dijo mostrándose muy contenta
con la idea.
- Ahora lo que hay que hacer es esperar a ver
cómo planteo el asunto, que no dejo de pensar en lo crudo que lo tengo por mi
forma de ser...
- Creo que te estás subestimando, que tú eres
lo suficientemente despierta como para urdir un plan que tenga éxito - dijo Choly
poniendo parte de sus extremidades en jarra, y añadiendo - venga no seas tan
pesimista.
- Chica, qué quieres que te diga, pero es que
tengo tantas ganas de ver a Raúl y estar con él.
- No, si eso lo entiendo perfectamente ¿te
crees que yo no tengo ganas de conocerlo?
- No me cabe la menor duda; hasta estoy
pensando que tienes más ganas de verlo que yo.
- Pues sí, no voy a negarlo, pero más que tú,
imposible.
Y allí seguían las dos amigas charla que te
charla y sin percatarse de que asomada a la ventana que está más cerca de donde
se encontraba Dolita sentada en el balancín, pero sin darle importancia al
observar que su nieta, al parecer, hablaba sola por lo que llegaría a la
conclusión de que estaría tratando de componer la letra de alguna de sus
canciones...
Eran las dos de la tarde cuando el reloj de
la Estación de autobuses hacía sonar la hora en punto de salida de algunos
buses con diferentes destinos.
Dolita, armada tanto de paciencia como de un
amor que tan sólo algunas personas privilegiadas de las que pasaban ante ella
podía ser apreciado dada la feliz luminosidad que irradiaba su joven y agraciado
rostro, no paraba de mirar el tablero en que previamente se anunciaban las
próximas llegadas de los diferentes buses provenientes de distintos lugares y
entre los que se encontraba, como no podía ser de otra manera, uno que, según
el cartelón, decía: "próximamente tendrá entrada en el andén número siete,
el bus de la Compañía Alsa, procedente de Córdoba".
Minutos más tarde y a través de la megafonía
interior de la Estación, Dolita, cual auténtico manojo de nervios, apenas pudo
oír el aviso de la entrada del bus procedente de Córdoba en el andén número
siete, porque ella ya bien retirada del altavoz, se encontraba al final de los
andenes y al pié del que verdaderamente le interesaba.
Cuando
el gran bus de detuvo y abrió sus puertas, Dolita, se lanzó cual vendaval hacia
la puerta de atrás; estaba claro que ya lo había visto a través de una de las
ventanillas que daban al costado donde se encontraba ella esperando ansiosa.
A partir de ese momento, y ya él,
descendiendo, un caudal de pasiones se desató de tal forma que las aguas de la
pasión no encontraron calma hasta que oyeron a alguien decir: "disculpen,
me permite pasar." con todo y con eso tan sólo pudieron realizar un amago
de desplazamiento, pues de forma consciente el abrazo era tan estrecho que
difícilmente podría meterse un hilo entre ambos cuerpos, valga el símil de,
como cuando un alfarero utiliza su hilo para separar la pieza que modela de la
nueva base.
Aquella nueva base se sucedería como
consecuencia del calor desprendido por ambos cuerpos, y que daría lugar a un
apasionado e inconsciente entrechocar de bocas, cuya unión no sabía de la más
elemental necesidad de que ambos corazones llegaría un momento en el que no
tendrían más remedio que tomar un poco de oxigeno aunque sólo fuero eso, un
poco.
No hubo necesidad de un hola, ni otro tipo de
saludo, tan sólo recurrirían al...
- ¿Cómo estás, Dolita? Te veo radiantemente
preciosa, y encantadora con ese mismo conjunto que llevabas el día que nos
despedimos - dijo Raúl en un nuevo intento de besarla, y el cual no llegó a
feliz término al observar por encima del hombro, como en ese preciso momento
descendía su primo Juan de Dios.
VII
Detenido el primo en el último escalón, se
quedó extasiado observando a la pareja pero, por encima de ésta, su dedicación
fue directamente a contemplar la grácil belleza de la joven, que en ese momento
recurría al típico saludo de cortesía.
- ¿Y tú como estás, y que tal el viaje? -
dijo sin prestar atención al muchacho de ojos marrones, y unos centímetros más
alto que Raúl, y que, discretamente, se colocaba a su lado.
- Bien, estoy muy bien, y ahora junto a ti
estoy feliz, Dios mío, que feliz me siento - dijo, y atrayendo a la muchacha
por la cintura, y estrechándola contra su pecho joven y bien formado, volvió su
boca a buscar aquellos labios que ya se ofrecían deliciosos y que en ningún
momento mostraron el más mínimo gesto de mojatería, muy al contrario, y esto lo
avalaba la mirada de Dolita, que no le quitaba ojo a aquella atrayente boca de
labios carnosos, y que a su vez, cuando sonreían, dejaban ver una batería de
dientes tan perfectos como piezas de blanco marfil tallado.
- ¡Hola!, me llamo Juan de Dios, y soy primo
de éste que te tiene acaparada de tal forma que no dispone ni de un segundo
para presentarnos - dijo poniéndole una mano a Raúl, sobre el hombro al tiempo
que, mostrando una deslumbradora sonrisa, intentaba captar la mirada de Dolita.
- ¿Juan de Dios? - dijo la muchacha mostrando
un interés un tanto anodino, pero que en su fuero interno no pasaron
desapercibidos ni aquellos ojos marrones, ni la finura de su labio superior
haciendo de balcón a un bien recortado bigotito, ni a una nariz fina y
elegante, ni a aquella frente sobre cuyo lateral descansaba una bien agrupada
parte de un cabello bien cortado y del color del bronce recién caldeado, como
tampoco su atuendo tan informal como selecto al conjuntar mochila espaldera y
botines tipo zapato.
- Si, joven, Juan de Dios, el primo de Raúl,
que también vive aquí; ¿acaso él no te ha hablado nunca de mi? - dijo
mostrándose de la forma más empática.
- Creo recordar acerca de que me contó que
tenía un primo que, por cierto, vivía aquí en Iznájar, pero que trabaja fuera -
dijo ahora con una sonrisa no forzada.
- Juan de Dios es catalán - intercedió Raúl,
y tiene dos años más que yo. Sus padres son de Almería pero emigraron a
Cataluña y se afincaron en Santa Coloma de Gramanet, donde nació él, y su padre
montó su taller de pintura y dorados. Te digo esto porque el hermano de mi
madre se casó con una mujer bellísima, mi tía Adelita muy arraigada a la iglesia.
Su marido Alberto, mi tío, era Ebanista, Tallista y Pinto,r y cobró mucha fama
cuando realizó uno de los retablos más hermosos que se hayan realizado en
España; en los corrillos artístico se dice que bien pudiera ser el sucesor del
maravilloso Pedro de Campaña, por su estilo, aunque su nombre era Pieter
Kempeneer, hasta que se castellanizó tras realizar sus grandes trabajos,
algunos de ellos en Sevilla y en Triana. En Triana, por cierto, realizó
el retablo mayor de Santa Ana,
la de por siempre conocida como Catedral de Triana, que fuera mandada construís
por el Rey Alfonso X, el Sabio, y en cuya escenografía se narra la vida de la
santa, junto a San Joaquín y la Virgen María. Y otras obras entre la que destaca
la tabla de San Antonio y San Pablo que se halla en la Iglesia de San Isidoro.
- Disculpa, pero mira qué casualidad, Triana,
donde yo vivo, bueno, en un barrio de Triana - dijo Dolita, interrumpiéndolo.
- Bien, continúo: Actualmente y de forma provisional
se encuentra en Valencia, aunque él vive en Santa Coloma. También
estuvieron viviendo aquí en Iznájar unos años para realizar unos trabajos, y de
nuevo a Barcelona de donde ya no se movieron.
Éste es el tercero de varios hermanos, y
cuanto me gustaría que pudieras conocer a su hermana, mi prima María
Engracia que es la mayor y se metió a monja de la Orden de las Esclavas
Concepcionistas como misionera; ahora anda por tierras de la Argentina. Y no
creas que aquello fue vocacional influida por mi tía, no, aquello fue más una
huída por culpa de los sentimientos encontrados entre ella y un inexplicable
cabeza perdida para el amor, pero que la desengañó tras unos malos o enfermos
tratos. No te puedes imaginar aquel rostro guardado por una toca marrón; un
rostro tan bello como lleno de una sensualidad que a la vez rayaba la más pura
santidad. Así la vi la última vez, un día antes de marcharse, y aún la tengo
grabada en mi mente.
Lástima que aquello no tuviera feliz término,
y es que aquél hombre me gustaba; tan sólo lo traté dos veces y ambas en su
estudio de Barcelona; un excelente escultor de temas religiosos,
principalmente, ya con varias exposiciones a nivel nacional y con una magnífica
proyección cara a salir de España, o sería mejor decir de la península, toda
vez que ya había expuesto en Lisboa. Pero toda aquella inteligencia y buen
hacer como artista se venía abajo en cuanto, en lugar de una gubia asía uno de
los botellines de alcohol que guardaba entre sus herramientas, y que era tal
cantidad la ingesta que cuando estaba con mi prima, detalles que un día contara
ella, parecía enloquecer hasta el extremo de no saber con quién estaba tratando
ya que aquel estado de fiebre y confusión parecía desatar en él al demonio, un
leviatán que en un momento determinado hizo salir, y volcando todo aquel
enloquecido furor saltó sobre mi prima violándola hasta dejarla con lesiones
múltiples y sin conocimiento.
Más tarde, aseguraba que cuando recuperó la
consciencia, él se encontraba prácticamente en parecido estado al de ella,
momento que aprovechó para salir del estudio y tomando un taxi volver a casa.
Pero, sigo con lo que estaba comentando sobre
éste primo mío, y al que nunca le oirás hablar de sí mismo; está Doctorado por
la Facultad de Filosofía y letras en Madrid, y en la Universidad
Complutense obtuvo cátedra en Ciencias de la información eclesiástica, y que
combina con sus conocimientos de Parapsicología y otros movimientos y estudios
cercanos al comportamiento humano en su relación con la compleja naturaleza
primigenia.
Cuando aún no había terminado la
licenciatura, le ofrecieron colaborar en una cadena de televisión americana,
cuyo principal tema es el dedicado a la religiosidad, sin embargo, tan
magnífica y soberbia oferta, retribución incluida, fue rechazada; según me
comentó eran demasiados los compromisos en los que, verdaderamente, no tenía
interés por ser demasiado afines a la causa evangelizadora, eso sin contar que
el contrato por varios años contemplaba el tener que irse a vivir a California.
Actualmente, tiene una Escuela de Espiritualidad
avanzada de la que es, como no podría ser de otra manera Director de la misma,
un trabajo que también combina como colaborador en una revista de informativos
relacionados con la pobreza de países subdesarrollados de habla hispana. ¡Todo
un personaje!
¿Qué te parece el muchacho? Y otra cosa, no
lo dejes hablar porque como empieces una conversación, a la que te descuides
mete baza y tú ya no entras más a menos que éste estornude. Recuerdo que hará
un par de años asistí a una conferencia suya en el paraninfo de la Universidad
de Sevilla; se llevó el tío hablando sobre la Espiritualidad, la Ética y la
Moral del ser humano durante más de dos horas, y el caso es que allí nadie se
movía; menos mal que no había turno de preguntas porque si alguien hubiera
preguntado no me hubiera extrañado que aquello acabara de madrugada.
- Pues ya me gustaría tener una conversación
con él, dijo Dolita dedicándole ahora una sonrisa más cercana.
- Eso está hecho, cuando quieras hablamos, le
respondió el muchacho devolviéndole la sonrisa.
- Bueno, ¿nos vamos o vamos a estar en el
andén todo el día? - dijo Raúl tomando a Dolita por la cintura y ella pasándole
la mano por detrás.
Momentos después los tres se ponían en marcha
hacia la salida de la estación. Ya en la puerta.
- Oye Raúl, aún no me has dicho dónde te vas
a quedar estos tres días - se interesó Dolita, que era una preocupación que la
traía a mal traer.
- Pues verás, yo traía la idea de quedarme en
casa de tus abuelos, que sé que tienen varias habitaciones de sobra - dijo Raúl
mirándola, y de forma socarrona ocultando la sonrisa.
- ¡Si, hombre! que los abuelos iban a
acceder, no te lo crees ni tu - dijo la muchacha echándose a reír al tiempo que
le daba un pellizco en el costado haciendo que el muchacho se encogiera y se
echara a reír también, cosa que hizo que Juan de Dios se contagiara y ahora
fueran los tres los que reían al mismo tiempo.
- No, tontina, como iba yo a hacerle a tus
abuelos semejante petición, sería un error por mi parte tirar por la borda el
aprecio que ya me tienen.
- ¿Entonces...? - insistió la muchacha
poniendo cara de extrañeza.
- Va a quedarse conmigo, en mi casa, aunque
tendremos que hacer un poco de limpieza; tened en cuenta que lleva cerrada todo
el año, y aunque es una no muy grande casa de pueblo, alguna que otra faenilla
habrá que realizar - dijo Juan de Dios, como el que da por zanjado el asunto.
- Vale, pues ya me diréis cuando lo hacemos
porque yo voy con vosotros - dijo Dolita muy resuelta y mirando a ambos de
forma contundente.
Ello estaba motivado, en razón de que eran
unos años en los que la mujer, en general, comenzaba a labrarse una igualdad
con respecto al hombre. Habían empezado a salir al aire tras muchas décadas de
vivir, bajo la protección del marido por leyes afines al régimen, o de
necesitar su consentimiento para realizar cualquier gestión aunque ésta
estuviera simplemente relacionada con asuntos de colegio o abrir una cuenta de
ahorros, y ello sin contar con aquellas necesidades de índole personal, como
darse el capricho de una vestimenta de moda o un peinado cualquiera a menos que
fuera del gusto del marido.
- De eso nada - la cortó de pleno Raúl, quien
continuó diciendo que en los pueblos, o en cualquier otro lugar, no estaría
bien visto que en una casa que no se ha abierto en todo un año vieran entrar a
una mujer joven con dos hombres, a saber de las pretensiones que se
perseguirían.
- Entiendo lo que dice mi primo, y aunque me
cueste creer que a estas alturas existan tantas trabas y tantos tabúes, no
tengo más remedio que darle la razón. Yo he vivido tantos y diferentes
episodios motivados por mi trabajo y mi dedicación, que podría escribir un
tratado acerca de la evolución de la mujer, y no sólo con lo relacionado con
leyes o costumbres, sino con lo más elemental del comportamiento de la
naturaleza humana.
Aún recuerdo una tarde en la que celebrando
una reunión informal y cuyo tema principal era, precisamente, sobre este tipo
de comportamientos, que llegó una mujer, asistente asidua a mis clases de
enseñanza, manifestando que su marido al llegar del trabajo y ver que había ido
a la peluquería, peinado que, al parecer, no fue de su agrado o posiblemente un
poco ebrio, la agarró por el cuello y le metió la cabeza en una palangana
echando a perder todo el trabajo que realizó la peluquera, y destrozando a un
tiempo aquella ilusión que un día diera vida.
- ¡Por Dios! ¿Cómo podéis ser tan antiguos? Aunque
detesto estos comportamientos absurdos en algunas personas - dijo Dolita sin cierto
enfado, pero identificándose con la labor que realizaba Juan de Dios y del que
comenzó a tener otra opinión.
- Dolita, no se trata de negarnos a aceptar
la que, sin dudar, sería un magnífica ayuda, pues como mujer y mucho mejor que
nosotros sabrías comprar lo necesario para un lavado de cara y conseguir un
mínimo adecentamiento, pero es que lo que intentamos evitar es que sirvamos de
alcahueteo y corre ve y dile en una vecindad que aún sigue chapada a la antigua,
por lo que estas actitudes no están bien vistas - dijo Raúl, sin dejar de
mirarla cariñosamente.
VIII
Aunque desde la Estación de autobuses hasta
la casa de los abuelos apenas dictaban un par de kilómetros por calles y un
trozo de carretera, los tres abandonaron juntos el lugar y decidieron a modo de
paseo regresar a la casa.
Por el camino, y al pasar por la venta
"Los cuñados", con especialidad el cochinillo frito, pareció que,
dada la hora, se despertaron los sentidos a aquellos estómagos por lo que, sin
dudar, Juan de Dios propuso detenerse y almorzar, detalle este que cayó muy
bien. No obstante, Dolita lo encontró inconveniente.
- Creo que, aunque lo considero muy buena
idea, principalmente, en el sentido de que nos daría una buena oportunidad de
conocernos mejor, y no es que yo quiera meter la pata, lo que ocurre es que mis
abuelos me esperan para comer con ellos como cada día, y si tardo estarán
intranquilos - dijo la muchacha.
- Bueno, pues eso tiene fácil solución, los
llamas por teléfono desde aquí, y como ellos saben que has venido a esperarme,
le dices que te he invitado a comer en esta venta, que ellos conocen, y
que además ha venido mi primo Juan de Dios, por lo que no deben preocuparse,
que estás bien acompañada - le comentó Raúl al que se le hacía la boca agua
pensando en una buena ensalada y una ración de cochinillo.
Así, Dolita aceptó la sugerencia y se dirigió
al teléfono que colgaba en la pared de un lateral del establecimiento. Una vez
dada las explicaciones oportunas y dejando tranquilos a los abuelos volvió con
Raúl y su primo, que ya ocupaban una mesa al lado de la ventana desde la que se
podía ver gran parte de la sierra que da vida al gran pantano.
Seguidamente, estuvo de acuerdo con la idea
de Raúl que sugirió una ensalada, unas raciones de cochinillo frito, y
acompañado todo de unas jarras de cerveza bien frías.
El
almuerzo, como no podía ser de otra manera, estuvo amenizado con la exposición
por parte de cada uno, de proyectos para la vuelta a la rutina de las
asistencias a las clases, las ilusiones depositadas en las futuras prácticas.
Pero sería Juan de Dios, supuestamente por ser el más mayor, el que haciendo un
inciso quiso contar algo que, por ridículo o gracioso, le pareció un buen
ingrediente dentro del marco de las conversaciones.
- El sábado pasado estuve en un restaurante a
comer. Pasado un buen rato, llegaron cuatro amigos también a comer,
conocidos míos pero que, al parecer no me reconocieron, o yo tal vez los
confundí. Tomaron una mesa, no lejos de la entrada y cerca de una ventana con
muy buena iluminación. Piden la carta y eligen el menú del día.
La conversación entre ellos es inexistente,
tienen las caras pegadas a unas revistas, leyendo sin parar, hasta que llega la
comida. En ese instante comienza, a mi juicio, un espectáculo inaudito: se
ponen de pie, empiezan a reordenar la mesa y montan una especie de collage
o bodegón digno de una sesión de fotos profesional.
Cuando todo fue considerado listo y perfecto,
dos de ellos comienzan a cambiarse las chaquetas y a realizar fotos con sus
cámaras mientras otro, con un dispositivo en cada mano, los iluminaba mediante
los dos flash, y el cuarto sujetando en equilibrio algunos adornos. Se ríen y cambian
impresiones hasta que el diálogo sube de tono y el resto del restaurante no
podemos evitar mirar hacia esa escena considerada de lo más absurdo, mientras
tanto desde una de las mesas y a continuación las de los demás se ríen y
aplauden las escenas que se concatenan, que, al parecer, entretiene al resto de
los comensales.
Los camareros, también atónitos, intentan
seguir a lo suyo, pero no pueden dejar de sonreír contemplando el circo montado
alrededor de esa comida que, aunque no se come, absurdamente va cobrando cada
vez más importancia.
Y yo, ya pendiente de esperar el cortado que
tenía pedido, no dejaba de intentar encontrarle una justificación al
comportamiento extravagante de aquellos jóvenes. Yo me devanaba los sesos
intentando encontrar de que los conocía, sin embargo, salí del restaurante
pensando en la visita que esa tarde tenía pendiente con un colega de Filosofía.
Fue en ese momento en el que pensando en aquellos chicos que había dejado en el
restaurante con sus locas monerías, que se me ocurrió la frase: vive y deja
vivir. De dónde me vino no lo sé...
- Y digo yo ¿No serían estudiantes de la
Facultad de Ciencias de la Información que estuvieran preparando una maqueta o
una sesión de fotos, o posiblemente, un video-clic para alguna empresa o
Compañía de publicidad, y ellos se lo estaban guisando todo? - apuntó Dolita,
la más despierta en supuestos temas creativos.
- Eres muy observadora. Y te comento que,
como quiera que más tarde conseguí recordar a aquellos cuatro chicos, me vino a
la memoria que se trataban de un grupo de entretenimiento que hará un par de
años colaboraron en una velada que habíamos organizado para celebrar la boda de
dos nonagenarios, residentes en un Geriátrico de Ripollet, población cercana a
Santa Coloma, y a petición de sus nietos, estudiantes de nuestra Escuela.
- Desde luego que no cabe la menor duda de que hay gente de lo más
extravagante, como esos cuatro jóvenes, que igual resultan, con el tiempo, ser
unos verdaderos líderes en sus profesiones.
Por el otro lado, ¿cómo con noventa
años dos personas deciden contraer matrimonio? - apuntó Dolita, pinchando un
trozo del, al parecer, sabroso cochinillo.
- Pues en lo que se refiere a aquellos dos nonagenarios que tanto te ha
llamado la atención, te diré que con esa edad, a veces, nos sorprendemos con la
inteligencia de algunos muy mayores. ¿Por qué de esta unión, y en este caso tan
tardío, aunque también se hace con menos edades? Pues muy sencillo: dos
personas solas, en el caso del Geriátrico, si se unen ocuparán una sola
habitación con lo cual ganan en el contacto y el calor humano, y de paso se
ahorran una pasta, y si a ello le añades que han unido las dos pagas de que
disfrutan, pues miel sobre hojuelas. ¿Qué te parece? En cuanto a las
extravagancias o locuras de los jóvenes, no hay más que tomar conciencia de lo
que se entiende por juventud. Si te fijas, por ponerte un ejemplo, en el signo
zodiacal de uno cualquiera de esos jóvenes y resulta que es Leo, éste será puro
fuego por lo que ante cualquier idea u ocurrencia, saldrá lanzado al encuentro
con la victoria. En cambio si fuera un Virgo, esa misma idea u ocurrencia la
pensará y madurará hasta que, en ocasiones, perdieron la oportunidad de
alcanzar el éxito deseado. Por eso yo digo siempre "más vale una mala decisión
que una indeterminación". ¿Qué, cómo se te ha quedado el cuerpo?
- Pues que me he quedado no
anonadada, porque me ha encantado cuanto has dicho; creo que no he soltado el
tenedor con el cochinillo en todo el tiempo - esto lo dijo Dolita con tal gracia
que los tres se echaron a reír.
De nuevo se hizo presente el
Camarero para pedir si deseaban algún postre. Al parecer, Juan de Dios, más
puesto en el tema y ante las dudas de Dolita y Raúl para decidir, recomendó una
porción de tarta de limón la cual haría
al cochinillo más digestivo.
Ahora y tras degustar el postre, con
un café de sobremesa y un sorbito de Brandy que Raúl había pedido para
acompañar el delicioso “cortado” que en aquella venta servían, y del cual daba
testimonio el abuelo en cada una de las ocasiones que se presentaban en lo
tocante al sabor que dejaba semejante combinación, y que él conocía desde aquel
día en que los abuelos, por cortesía, lo invitaron a almorzar, sería Dolita la
que rompiendo el encantamiento del momento y dirigiéndose a Juan de Dios...
- Cómo me gustaría expresarme como
tú, con esa seguridad, y sobre todo con esa claridad y profundidad, y además la
soltura y la facilidad con que mantienes viva la conversación.
- No es tan difícil, Dolita;
llegar a conocer bien a una persona e ir entablando amistad tanto con ella de
forma individual como con los demás en un sentido de colectividad, son
vertientes de la vida que, en ocasiones, cuestan.
Contar con la necesaria habilidad
social ayuda a conocer a personas, pero, además de eso, resulta altamente
positivo tener trabajados mentalmente algunos temas de conversación
predeterminados para según qué caso.
En ocasiones, una buena parte de los
problemas que experimentamos cada día, tienen que ver con las dificultades que
entraña la falta de preparación, cuando
se intenta conectar con los demás.
El sentimiento de soledad, el aburrimiento,
o bien el de la incomprensión por parte de los demás se puede combatir
simplemente mejorando el modo de mantener viva una determinada
conversación que, aparentemente, está a punto de morir. Para ello, repito,
resulta muy útil contar con temas de conversación idóneos para cada caso si del
mismo se tiene conocimiento con anterioridad.
Esto
que, aparentemente, parecía ser una combinación de comentario y enseñanza
directa hacia la mirada expectante que Dolita le mantenía a Juan de Dios; éste
también la mantuvo hasta el extremo en el que, es de suponer, por cortesía
desvió la suya dirigiéndola hacia Raúl, y el cual también se encontraba cual
extraño espectador ante semejante situación.
Por ello esta última exposición hizo
que a Raúl se le viera un poco desfasado ante esta manifestación, sobre
todo cuando Dolita al principio de conocerlo no las tenía todas consigo,
mostrando solapadamente una reacción de rechazo bajo las influencias de un no
fundamentado acto reflejo.
Acabada la sobremesa, Raúl pidió la
cuenta, justo en el momento que su primo sacaba su billetera para abonar la
nota; un pequeño y típico, en semejantes situaciones, tira y afloja afloró una
vez más para ver quien al final se llevaría el gato al agua; un juego que los
muchachos han practicado en todos los lugares de la España rural.
Finalmente, y abonada la cuenta, según pacto,
por los dos primos, a requerimiento de Dolita con el fin de que no llegara la
sangre al río, entre risas y otros refranes parecidos y propios de los lugares
conocidos por cada uno de ellos, se levantaron y saliendo al exterior
abandonaron el lugar.
Así como tres colegas de toda la vida, y entre
los que juega un papel importante una pareja, Raúl con una mano en el hombro de
Dolita y ésta cogiéndole por la cintura, ambos, junto a Juan de Dios, caminaban
sin parar de charlar acerca de los temas más triviales.
IX
Llegados a la casa, Dolita dijo que
iría antes que nada a avisar a sus abuelos de que ya estaba de vuelta; tras
traspasar la cancela de entrada, atravesó el jardín y subió llamando a la
puerta; recibida por la abuela le dijo que ya había comido en "Los cuñados"
y que lo había pasado muy bien con Raúl y su primo.
- Y ¿qué tal ese primo de Raúl?- quiso
saber la abuela.
- Es un chico muy simpático y
agradable; es un poco más alto que Raúl y tiene dos años más, pero sabe lo que
no te puedes imaginar, te quieres creer que tiene varias carreras y una Escuela
de enseñanza de la Filosofía, y del comportamiento humano en la que ayuda
también colaborando en revistas de carácter religioso dirigida a países
subdesarrollados, en fin todo personaje.
- Y ¿qué hace aquí, en el pueblo,
acaso viene a algún asunto de su profesión, o va a dar una conferencia?- dijo
mostrando sumo interés.
- No, viene a descansar unos días,
él conserva una casita no lejos de aquí que le dejaron sus padres, pero ya te
contaré esta noche muchas más cosas. Por cierto, estás muy guapa ¿vas a salir?
- Si, voy a ir al Dentista con tu
abuelo que dice que tiene problemas con la prótesis dental, y yo voy a
aprovechar para que me eche un vistazo, que siempre es bueno.
- Eso es verdad, abuela. Yo voy a
quedarme un rato abajo con Raúl y su primo. Si no te importa, y como van a ir a
ver la casa donde también se quedará Raúl estos tres días, me gustaría ir con
ellos, pues dice el primo que al tener la casa cerrada todo el año, tendrá que
hacer un poco de limpieza y organizarlo todo, y yo he pensado ayudarlos yendo
con ellos a la Droguería para comprar lo necesario, y es que en estos asuntos
se encuentran perdidos.
- Está bien, pero tú en la casa sola
con ellos, ni hablar aunque se trate de Raúl y su primo.
- No te preocupes abuela que así lo
haré. Luego cuando bajes, como seguramente estaremos sentados en el conjunto
del césped, si quieres y tienes tiempo, puedes acercarte a saludar a Raúl y te
presento a Juan de Dios que así se llama el primo.
- De acuerdo, pero ya sabes lo que
te he dicho.
- Que si, abuela, no te preocupes
que esas cosas las tengo muy claras.
De vuelta al banco donde había dejado a los dos muchachos...
- ¡Hola! Se dejó oír una vocecita
cerca de los jóvenes.
Juan de Dios se quedó atónito y mirando
a un lado y a otro sorprendido y sin decir ni media palabra.
En principio creyó que se trataba de una broma
por parte de Dolita, que se habría quedado escondida al otro lado del seto.
- ¡Hoola! Se volvió a oír de nuevo
la vocecilla, pero esta vez con el saludo más alargado.
- ¿Ese saludo es tal vez para
nosotros? – preguntó una vez más Juan de Dios.
- Claro ¿hay alguien más? - dijo la
vocecilla a la que ahora se le oyó que reía abiertamente.
- ¿Qué te pasa primo, que te noto
raro? ¿A quién le hablas? - dijo Raúl sin dejar de mirarlo, y un tanto
extrañado.
- ¿Tú no la oyes, no oyes esa
vocecilla?
- ¿A quién, primo? No me asustes,
joder ¡qué voy a oír, ni oír, si aquí no hay nadie!
- ¿Cómo que no hay nadie? Pues vaya
que tendré que deshacer este entuerto - se oyó de nuevo la vocecilla, ahora con
cierto tono enfadado.
- ¡Caramba! ¿Quién eres, y dónde
estás? - preguntó cómo mirando de nuevo a ambos lados.
- Primo me estás poniendo de los
nervios - dijo Raúl, verdaderamente mosqueado.
- ¿De verdad que tú no la oyes -
insistió una vez más y poniendo ahora cara de extrañeza.
- ¿A quién, lechuga, a quién tengo
que oír? ¿No será que la jarra de cerveza y el cochinillo te están sorbiendo la
sesera - dijo ya fuera de sí.
- Te juro primo que hay alguien con
una vocecita de ángel que nos ha saludado.
- ¡Hombre, eso me ha gustado! Pero
mira hacia abajo, estoy en la punta de tu zapatilla izquierda, y ten cuidado no
me vayas a pisar pues aunque me veas pequeña tengo uno de los cuerpos más exuberantes
de mi colonia.
“Justo durante la conversación a la
que Juan de Dios seguía con especial atención, su mente también se encontraba a
muchos kilómetros de distancia, y recordando otra situación semejante, y que ya
le ocurriera en un lugar del Parque Wells en Barcelona, cuando se encontraba descansando en uno de
aquellos maravillosos bancos que proyectara el gran Arquitecto Antonio Gaudí,
máximo representante del leguaje modernista catalán.
Fueron segundos, sin embargo, por su
mente pasó la película de su ayuda a aquel Vencejo que, por razones
desconocidas, se encontró a sus pies, y pidiéndole que por favor lo cogiera y
lo pusiera en vuelo. Tomó a la avecilla entre sus manos, y elevándolas lo
empujó amorosamente haciendo que el animalito emprendiera el vuelo. Un momento después,
el vencejo tras un par de pasadas, se posó en el hombro de Juan de Dios, y
acercándose a su oído le dio las gracias por su gesto. A continuación, le pidió
que se pusiera de pie, cosa que hizo de inmediato, observando como la avecilla
en ese momento y como dejándose caer, apenas lo hizo, remontaba de nuevo el
vuelo.
Por razones obvias en razón de sus
conocimientos, era consciente de que aquello en ningún momento le cogería de
sorpresa. Sabía perfectamente que algún día ese episodio lo viviría en primera
persona.”
<<Como nota al margen, habría
que decir que el Vencejo, dado que sus patitas son muy cortas, si se caen al
suelo, ya no pueden remontar el vuelo, por eso siempre están volando o posados
en altura>>
- ¡Madre del Amor hermoso! No me lo
puedo creer, pero si eres hermosísima - exclamó el muchacho, no sin hacer
temblar al primo.
- ¡Verdad que si! – dijo la hormiga
desde la atalaya de la zapatilla.
Justo en ese momento se hizo
presente Dolita, que había estado escondida en la esquina del seto y escuchando
la conversación mantenida entre Juan de Dios y Choly, mientras que Raúl, al que
se le veía cada vez más enfadado no acertaba a comprender lo que estaba
sucediendo.
- Ya estoy aquí - dijo Dolita
saliendo del jardín y dirigiéndose al banco en el que los dos muchachos
continuaban sentados.
- ¿Qué ha dicho tu abuela? -
preguntó Raúl adelantándose a Choly que estaba a punto de decir algo.
- Que sí, que no hay ningún problema
en que vaya con vosotros, y añadió: ¡Hola Choly.
- Ya era hora, muchacha, que te
dejaras ver - dijo Choly con las manos levantadas como haciendo aspavientos.
- Vale, vale, tampoco hay que
exagerar, por cierto, ¿qué es eso acerca de una discusión que oí cuando me
acercaba? – dijo Dolita haciéndose la nueva.
- No te lo vas a creer Dolita, pues
no me dice mi primo que está hablando tan ricamente con una hormiga, y además
escucha esto, que la ve hermosísima. Yo no sé, de verdad, de que va este
numerito. Y para mi, lo más importante, es saber que se esconde detrás de ello.
Una hormiga que habla, y yo aquí como un pasmarote de la baba sin enterarse de
nada. Es menester ver. Y encima resulta que tú también hablas con ella.
- Si, si, explícaselo porque ha
llegado un momento en el que para mi también es un lío - dijo Choly desde la rodilla
de Juan de Dios, mientras que Raúl pensaba que se estaba volviendo mochales.
Y es que Choly sin que, Juan de Dios
pusiera ninguna intención para una escalada semejante a las que hacía con
Dolita, se había subido por la pierna, sin objeción ninguna en lo que a
cosquillas se refiere, y a través del pernil del pantalón corto, llegar a
subirse en la palma de su mano dando un saltito tan espectacular que hizo que
hasta el mismo Raúl, que había seguido pasmado toda la subida, por un
acto reflejo estuvo a punto de tocar las palmas ante aquella acción digna de un
espectáculo circense.
- Creo que deberíamos entrar, y en
el jardín estaríamos más cómodos sentados en el conjunto de forja que hay sobre
el césped, además podemos arrimar la sombrilla que está al lado del balancín,
que hace mucho calor - dijo Dolita, siendo la primera en levantarse, y seguida
por los demás incluida Choly que seguía en la palma de la mano de Juan de Dios.
Ya acomodados en los confortables
silloncitos, sería Raúl, el primero en retomar la conversación e insistiéndole
a la muchacha que de que iba todo aquello que a él le tenía tan confundido como
fuera de lugar.
Iba Dolita, a comenzar a explicarle
todo el asunto cuando vieron acercarse a los abuelos.
- Buenas tardes - dijeron los dos
abuelos casi al unísono, y con una sonrisa en los labios que demostraban a
todas luces la bondad de dos personas hechas a la medida de cualquier situación
por delicada que esta fuera.
-Buenas tardes - respondieron los
dos muchachos levantándose al momento.
-Bien, a Raúl, ya le conocemos de
sobra - dijo esto el abuelo tendiéndole una mano. ¿Qué tal estás?
- Muy bien, don Héctor, a usted ni
le pregunto pues le veo formidable.
- Muchas gracias, hombre, yo a usted
le veo también muy bien.
- Hola Raúl. Tenemos que hablar, y
celebro verte de nuevo - le dijo doña Aurora, a modo de saludo.
- Cuando a usted le venga bien. Yo
también la veo cada vez más joven - este comentario cual empatico saludo hizo
sonreír a la abuela que ya rondaba los ochenta años, y era verdad porque dicho
esto dijo Dolita:
- A que si, a que cada vez se ven
más jóvenes mi abuelos.
- Ni que lo dudes - dijo el abuelo,
el cual aprovechó para que le presentaran al otro chico que, al igual que
todos, seguía de pie y con la mano izquierda semi-cerrada, y es que Choly
seguía en ella, no sin dejar de rascar la piel del muchacho como queriendo
llamar la atención con el fin de poder estar en el meollo.
- Éste es Juan de Dios, el primo de
Raúl, y que a ti te encantaría escucharlo pues es un estudioso de aquí te espero,
ya te contaré.
- Mucho gusto - dijo tendiéndole la
mano.
- Es para mí un placer conocer a los
abuelos de Dolita, aunque ya sé muchas cosas de ustedes en razón de que no para
de hablar de su abuelo, y en particular de sus aficiones.
- Bueno, pues terminados los
correspondientes saludos nos vamos para un martirio. Al Dentista, por cierto,
mañana es mi santo, San Héctor Mártir.
- Disculpe que lo interrumpa, y es
que creo recordar que san Héctor fue un argentino, del Instituto de
los Hermanos de las Escuelas Cristianas; creo que religioso de La Salle, y
que murió en España durante la revolución de Asturias - dicho esto volvió a
disculparse.
- ¡Si señor! No le ha faltado ni una
coma. Usted y yo tenemos que tener un rato de charla. Bien, continúo con lo que
decía: con motivo de mi santo, mañana celebraremos una cena a la que, por
supuesto, y con todo placer están ustedes invitados, y ahora si nos disculpan
nos vamos al dentista.
- Será un placer don Héctor. Que le
sea leve, no queremos más mártires - dicho esto que cayó en gracia, todos se
echaron a reír.
Tal cual se suele decir, un instante
después los abuelos cruzaban la cancela de entrada, mientras el pequeño grupo
seguía, entre bromas, comentando aquellos agradables momentos, hasta que Raúl
que era persona de buena memoria...
- ¿Dónde nos habíamos quedado antes
de que llegaran mis abuelos? - preguntó la joven.
- En que me ibais, entre todos, a
explicar este enigma que no acabo de descifrar - saltó raudo Raúl.
- Vale - dijo Dolita.
- Parad, parad el carro, y ¿qué pasa
conmigo? muchachos, - dijo Choly mostrando una carita que era un poema.
Al decir eso, tanto Dolita como Juan
de Dios, se miraron al tiempo que escuchando a Choly, cayeron en la cuenta de
que tan sólo ellos la oían, momento este en el que, adelantándose a una posible
reacción de Raúl, le dijeron a éste que ahora le explicarían, que tuviera
paciencia, que el tema no era tan fácil.
X
Mientras pensaban de qué forma le
darían a Raúl, una explicación que le convenciera, veían a Choly que inquieta
no dejaba de moverse y hacer gestos que a ambos le parecieron raros, por lo que
le preguntaron que le ocurría.
- Choly, que te pasa que te vemos un
poco rara.
- Nada, que me estoy temiendo que a
mi no me vais a llevar a la cena de los abuelos, con la ilusión que me haría
estar en todo el acontecimiento.
- Choly, tú debes de comprender que
no puedes venir - le dijo Dolita, intentando tranquilizarla.
- Eso, yo de migajas. ¿A qué eso es
lo que me ibas a decir los dos?
- No, Choly, no era eso, pero,
seguro que a tu gente le gustaría que le llevaras algo de dulce, o ¿acaso no os
gusta lo dulce, como unos terrones de azúcar? - le dijo, Dolita, que también se
iba enfadando con el comportamiento de Choly.
- Vale, vale, no te enfades conmigo,
pero es que me gustaría tanto estar en esa cena.
- Ya lo sabemos Choly, pero tienes
que entender que no eres una persona, y eso tienes que metértelo en tu cabezota
- le dijo cariñosamente Juan de Dios.
- Bueno, qué le vamos a hacer, me
conformaré con lo que buenamente traigáis; sea lo que sea ya nos gustará.
- ¿Supongo que habréis acabado ya?
Porque estoy impacientándome - dijo Raúl.
- Pon mucha atención a lo que te
vamos a decir, y no elucubres mentalmente sobre ello porque ni siquiera
nosotros dos sabemos las razones que nos llevan a encontrarnos en esta
situación; una situación que por un lado resulta divertida, pero que por otro
nos llena de incomodidad, de una ansiedad inconsciente ante lo antinatural del
caso, y yo no sé si Juan de Dios estará de acuerdo conmigo, pero, a mi me
parece que es como si estuviera viviendo todo esto como si fuera un ensueño del
que por un lado quisiera despertar pero por otro no, en el sentido que me creo
que todo cuanto me está ocurriendo es porque yo soy alguien especial. - Dicho
esto levantó la mirada dirigiéndola hacia Juan de Dios, buscando su aprobación,
y seguidamente hacia Raúl a la búsqueda de alguna posible reacción a la forma
de explicar el fenómeno que él no estaba viviendo.
- Estoy de acuerdo contigo Dolita,
porque es como tú lo llamas un fenómeno que yo amplío a paranormal, dado que
situaciones parecidas las conozco por una situación directa, así como por
referencias de estudios y prácticas aunque escasas, pero que nunca llegaron
hasta este extremo, por lo que ello me lleva a pensar que ambos disfrutamos de
un sentido extra, pero del que desconozco su duración, igual dentro de unas
horas o minutos desaparece - dijo Juan de Dios guardando silencio y mirándose
la palma de la mano donde aún se encontraba Choly escuchando atentamente.
- Pues a mi esta situación me
encanta, será rara y todo lo que queráis, pero pensad por un momento que voy a
hacer yo cuando todos os vayáis a vuestros respectivos trabajos y estudios –
dijo Choly mostrando un tono de tristeza.
- Pues tendrás que resignarte, y lo
harás como nosotros, no te creas que no vamos a echar de menos estos ratos, es
más, estoy seguro de que cuando me encuentre a alguna de vosotras entre mis
prácticas intentaré saludarla - dijo Juan de Dios.
Como quiera que Raúl sin pestañear
no dejaba de seguir cuanto se decía, pero que tampoco abandonaba la idea de que
todo lo vertido en las diferentes explicaciones tampoco le convencían, decidió
terminar con las cavilaciones y empezar a pensar en que tenían que ir a la Droguería
para comprar cuanto hiciera falta para la limpieza de la casa.
Así que todos de acuerdo, y viendo
la hora que era, se levantaron. Entonces Dolita, haciendo que Choly
pasara de la palma de la mano de Juan de Dios a la suya con un tierno
movimiento, le dijo que ya se verían al día siguiente. Como es natural, esto no
le agradaría mucho, pero resignada dio un saltito al césped cuando su amiga
bajo su mano hasta él.
Entonces vieron todos como Choly
corría entre la grama hacía un extremo del seto para entrar directamente a su
colonia, siendo reprendida por uno de los soldados, el cual y durante bastante
rato le estuvo recriminando el que llevaba fuera mucho tiempo, y anunciándole
que la reina demandaba que acudiera a su presencia.
Puestos en camino y llegados
a la Droguería, compraron lo necesario y ya con la bolsa se dirigieron hasta la
casa. Al llegar a la puerta, Juan de Dios sacó una llave bastante grande,
encontrándose al abrirla un montón de sobres postales que los diferentes
carteros fueron deslizando bajo ella a lo largo de muchos meses.
Abierta del todo y ya en su interior, lo primero que visitaron sería una
sala a modo de salón-comedor y que estaba vestida por todos los rincones y
techo de una gran cantidad de telarañas debido a la humedad
Llegado este momento, Dolita, abrió la bolsa
sacando todas las cosas. Y dando las instrucciones y recomendaciones oportunas,
no sin desearle buena suerte y que ya se verían al día siguiente por la mañana,
entonces se acercó a Raúl depositando en sus labios un amoroso beso a modo de
despedida, y sacándole al muchacho la única sonrisa que había llenado su rostro
a lo largo de toda la tarde.
Alegre y feliz, Dolita, regresaba a
su casa, bueno, la casa de sus abuelos donde ella pasaba parte de sus
vacaciones tras haber concertado con sus padres, en razón de que quería
aprovechar la ocasión de encontrarse con Raúl, dato este del que sus padres
tenían conocimiento y sobre el que, en varias ocasiones, ya su madre, viendo
los derroteros de aquel entusiasmo le había dicho que a ver cuando los iba a
visitar con el fin de conocerlo y poder sacar una opinión.
Alegre y feliz regresaba; el sol ya
declinaba cuando le pareció apreciar que alguien la seguía, volvió la cabeza y
no vio a nadie, tan sólo contempló la imagen de un hermoso gato azulado que,
agazapado en un portalón, parecía estar al acecho de una posible presa. En ese
momento recordó, sin una razón aparente, la noche anterior en que escuchando
música con su abuelo, éste le contó la historia del Fauno, dios de los bosques,
cuando queriendo alcanzar los amores de la ninfa Sirinix, ésta para intentar
evitarlo se refugió entre la maleza de la orilla del río; cuando el dios del
río se dio cuenta de lo que ocurría, convirtió a la ninfa en juncos de cáñamo.
Al llegar el Fauno tan sólo oyó el
sonido que producían los juncos movidos por el viento, entonces decidió cortar
uno de ellos: los troceo, los juntó, y fue de esta manera como nació la flauta
de Pan.
Con una sonrisa a flor de piel se
encogió de hombros justo en el momento en el que doblando la esquina se
encontró ante la cancela de la casa.
Como los abuelos se habían marchado
al Dentista, sin saber a qué hora volverían le dejaron una llave a la nieta por
si ésta tuviera necesidad de entrar en la casa.
Una vez en ella, y al ver que los
abuelos habían regresado, los saludó con ambos besos y dijo que se iba a duchar
y ponerse cómoda, momento que aprovechó la abuela para preguntar por los
muchachos.
- Y bien, ¿cómo has dejado a los dos
jóvenes?
- Muy bien, abuela, allí los he dejado
con la limpieza hechos un lío de mil demonios porque no te puedes imaginar con
la faena que se han encontrado, ya sabes, dos hombres que en su vida se
imaginaban que les tocaría enfrentarse a semejante reto: el manejo de una
escoba, el trapo del polvo, la fregona. Menos mal que la casa tiene luz y agua
que si no ya me dirás como iban a apañarse esta noche, y menos mal que en un
arcón aún guardaba Juan de Dios ropa de cama limpia, y no solo para una sino
para las de los dos dormitorios, así que por lo menos para esta noche estarán
medianamente cubiertos - le aclaro la nieta entre medias risitas.
- Pero tendrán que cenar en algún
sitio y que yo sepa por allí no hay donde.
- No te preocupes que ya se las
apañarán, ellos siempre encontrarán un recurso. Seguro que se acuerdan de la
venta donde estuvimos almorzando.
- Pues anda que después de la faena
tener que ir hasta allí, entre una cosa y otra van a quedar destrozados - dijo
la abuela a la que ahora se le apreciaba cierta preocupación.
- Ya ha había pensado en ello,
lástima que la Abacería de Estanislao le haya dado por cerrar esta semana, pero
qué caramba, también tienen derecho a irse unos días a la playa, que luego el
año es muy largo.
- Bueno Dolita cambiemos de
tema. ¿Qué hay verdaderamente entre Raúl y tú? porque lo que tengo claro es que
cada vez que hablas de él se te pone una carita de bobalicona que hasta
la mirada te varía, es como si no existiera nadie más alrededor.
- ¿Tanto se me nota, abuela?
- ¡Qué si se te nota! Pero si cuando
estás comiendo, hasta tu abuelo me da con el codo para decirme que te observe,
y tú sin soltar el cubierto, tocándote la barbilla y la mirada perdida en sabe
Dios donde, aunque para saber el dónde no es necesario hacer muchas
averiguaciones.
- Es que lo quiero, abuela, lo
quiero un montón, y tú sabes muy bien que me enamoré de él el primer día que lo
vi - esto lo dijo dando unas vueltas alrededor de la abuela y haciendo ondear
al aire la ropa de casa que se habría de poner tras la ducha.
- Anda, y date prisa que en tocante
a la cena al abuelo no le gusta esperar.
- Vale, abuela, pero que
requetepesada eres, pero eso sí, eres la abuela más linda de todo el pueblo -
dijo esto al tiempo que le estampaba en la mejilla un sonoro beso, y sin que
ambas se dieran cuenta de cómo todo fue observado por el abuelo que estaba a
punto de salir de su biblioteca haciendo mutis hasta que se deshizo aquel
delicioso encantamiento entre abuela y nieta.
- Venga ya zalamera, que tengo
hambre - dijo el abuelo entrando en el salón.
- Vale, vale, ya voy abuelo
que así estás echando esa panza, no piensas más que en comer.
Dicho esto y tirándole un beso al
abuelo le dijo: te quiero abuelo, acto seguido desaparecía por la puerta del
baño.
Ya
en el interior abrió la ducha para poner el agua a la temperatura que le
gustaba y comenzó a desnudarse.
Frente al espejo se miró mientras se
quitaba la blusa y el pequeño sujetador blanco de verano, pues era enemiga de
no usarlo en tiempos de estío por lo antiestético que resulta la figura de unos
senos caídos, y que al final se ha de recurrir a la típica cirugía de
levantamiento.
Estos pensamientos le llevaron a
darse unos suaves masajes con el fin de desconectar la mente; movimientos
simultáneos que hacen que el balanceo alegre el ánimo y siga el ritmo de una
música lenta que lleva a lo deseado en el momento. En Dolita, sólo había uno, y
ello hizo sentirse un poco húmeda, estaba claro que pensaba en Raúl. Se apartó
del espejo y se quitó unas finas braguitas que hacían juego con el sujetador.
- ¡Ay, que cosita tan linda, y cómo
me gustaría ponerme yo eso algún día! - dijo Choly desde el alfeizar de la
ventana.
- Pero bueno, esto es el colmo Choly,
¿desde cuándo estás ahí? - le preguntó entre enfado y aceptación.
- Acabo de llegar, y es que al ver
que se encendía la luz del baño imaginé que eras tú que irías a ducharte, que
se tarda un poco hasta llegar aquí no creas, y como la ventana siempre está
entre abierta, pos eso.
- Supongo que no te pondrás a
fisgonear cuando se duchan los abuelos.
- Claro que no mujer, ¿por quién me
tomas?
- "Por una que me ha roto el
rollo" pensó mientras se metía en la ducha y cerraba la puerta de mampara.
Entonces le llegó la voz de Choly que decía: bueno, me voy, mañana nos
vemos.
- Vale, hasta mañana cotilla.
Acabada la ducha y ya con una batita
veraniega de casa, se dirigió al comedor donde sentados a la mesa esperaban los
abuelos para cenar.
Durante la cena, la abuela retomó el
hilo de la conversación que habían dejado a medias antes de irse a la ducha.
- Bueno, Dolita, sabremos alguna vez
que planes tienes, porque lo que no queremos es que cuando te vayas y siga tu
relación con él, nosotros ya nos quedemos de lado.
- Por Dios, abuela, ¿cómo se te
ocurre semejante afirmación? Vosotros estaréis siempre conmigo, y vendré a veros
en cuanto consiga tener mi coche que, según mi padre, no tardará mucho, al
menos eso espero. Al fin y al cabo que se tarda de Sevilla aquí ¿dos horas? eso
no es nada comparado con pasar con vosotros un fin de semana, y si le digo a
Raúl que se venga y aproveche la casita de su primo ¿qué? miel sobre hojuelas.
- Vale, ¿Y cuándo pensáis formalizar
la relación?
- A ver, primero tenemos que hablar
sobre el tema, para decidir qué queremos hacer con nuestras vidas, y si la cosa
se pone en plan matrimonial, entonces hablaré con mis padres, que lo invite a
venir a Sevilla, y si es posible acompañado de los suyos, de esta manera todo
quedaría felizmente cerrado definitivamente. ¿Qué os parece?
- A mi me parece bien – dijo la
abuela.
- A mí también me parece estupendo,
y el chico no me disgusta - dijo el abuelo levantándose de la mesa.
- Bueno, que os parece si vemos si
hay algo interesante en la tele, y si no, a la cama - dijo Dolita bostezando.
XI
En la otra parte de pueblo, dos
primos escuchaban las campanadas de las diez en el reloj de la torre.
- Creo que estoy destrozado, me
duelen hasta los higadillos - dijo Raúl tirado en el sofá que acababa de batir
y esperando que aquella nube de polvo se esfumara gracias a que la pulverizó
inconscientemente con el bote de espray de limpiar los cristales.
La voz de Juan de Dios, echado sobre
la cama, se dejó oír desde uno de los dormitorios que acababa de arreglar y de
cuyo trabajo nunca pensó que se vería atrapado cual doméstica.
- ¿Qué te queda primo, porque estoy
deseando de echarme al coleto una cerveza bien fría?
- Y yo, y además acompañarla con
algo porque es que tengo un hambre que me caigo; menos mal que compraste las
botellas de agua que si no a esta hora yo al menos estoy deshidratado.
- Pues yo ando tres cuartos de lo
mismo. ¿Terminaste el baño?
- Si, solamente me queda echar un
poco de lejía en el wáter, pero eso es mejor hacerlo a última hora, al menos,
así recuerdo que se hace para que quede bien limpio y desinfestado.
- Vale, creo que deberíamos
ducharnos e irnos a la venta que es lo único que tenemos a mano, aunque vamos a
llegar no con ganas de una cerveza sino de dos.
- Me parece bien; yo ahora mismo voy
a donde sea con tal de aliviar a este estómago mío que ya está protestándome y
de qué manera.
- Vale, pues vete tú primero a la
ducha mientras acabo de hacerme la cama, y otra cosa, lo que no hemos
comprobado es si hay butano y si el termo funciona.
- Si, ya lo comprobé y funciona,
huele un poco como a quemado, pero eso debe de ser debido al tiempo que lleva
sin usarse, por lo que a la primera llama habrá arrastrado alguna suciedad.
- Vale, pues allá voy, menos mal que
vine provisto de suficiente ropa interior.
Una vez los dos aseados, aunque no
lo suficiente por el cansancio acumulado, ambos primos salieron a la calle
dispuestos a abordar aquella venta. La providencia los acompañó ya que la
venta, al encontrarse en un lugar de paso y tener bastantes huéspedes, no
cerraba hasta bastante tarde.
Tras recorrer a aquella hora una
distancia nada apetecible, pero la necesidad aprieta, se encontraron en el interior y ocupando una mesa cercana a la que
utilizaron anteriormente y a cuyo teléfono colgado en la pared, Raúl no dejaba
de mirar con el deseo de llamar a casa de los abuelos y hablar con Dolita.
Desechó la idea por entender que ya era muy tarde, ignorando que la joven, aún
a pesar de la hora que era le había dicho a la abuela que se iba a quedar un
rato leyendo, significando con ello que lo que iba a hacer es estar al lado del
teléfono por si llamara Raúl. No sucedería, por lo que entendiendo avanzada una
hora más que prudencial se fue a la cama.
Viendo la abstracción de Raúl, su
primo lo invitó a que fueran pidiendo la cena, tras haber apurado unas jarras
de cerveza bien frías y que les supieron a gloria. Cuando dejó de mirar el
teléfono y se volvió, se notó en su rostro la frustración al ver como acababa
el día sin haber tenido un último contacto con su amada por lo que siendo
consciente de ello le preguntó:
- ¿Estás muy enamorado de Dolita,
verdad?
- Hasta los huesos, primo, no te
puedes imaginar como la quiero desde el primer día que la vi, tan linda y
dulce, tan sonrosada, es una imagen que creo que no olvidaré jamás.
Dicho esto último se presentó el camarero con una
botella de vino, y una fuente en las que destacaban unas chuletitas de cordero
al horno, y bañadas con moriles, que hicieron que ambos muchachos se entregaran
a recuperar fuerzas.
- Y bien, ahora que pensamientos
tenéis para el futuro - preguntó Juan de Dios al tiempo que tomaba un sorbo de
vino.
- De momento, hay un compás de
espera, al menos, hasta que conozca a sus padres, le den el visto bueno a
nuestra relación y esperar los dos a terminar la carrera, entonces, tras un
tiempo en el que ella se dedicará a buscar un buen trabajo, iremos madurando la
idea de casarnos al tiempo que ver donde establecernos.
- Está claro que en ese sentido tú
lo tendrás más crudo ya que ella tendrá más libertad, sin embargo, tú que
estarás lo mismo en tierra, y que sabe Dios dónde te destinarán, o si te
embarcan, igual te tienen, por tu especialidad, ligado a un equipo y trabajando
en el mar meses, eso si no, porque cómo te gusta tanto el mar no amplias
tu especialidad a Ciencias de Mar, en estrecha colaboración con la Biología
Marina.
- Ya he pensado en ello, en fin ya
veremos cómo se presenta y desarrolla la cosa – dijo apurando su copa.
Acabada la cena con un postre de la casa y una copita de licor de hierbas
invitación de la misma. Juan de Dios abonó la cuenta y salieron del local.
Fueron afortunados ya que justo en
ese momento llegó uno de los taxis del pueblo y del que se apeó una pareja, al
parecer, con idea de entrar al Mesón.
Antes de echar a andar de regreso a
la casa, Raúl le preguntó al taxista si se quedaba libre. Como quiera que la
respuesta fue positiva, ambos primos se metieron en el coche dándole la
dirección de la casa, y haciendo chirriar las ruedas como quejándose de que
llevaban rodando todo el día. Diez minutos después llegaban a la casa de Juan
de Dios, el cual una vez dentro, fue el primero en diciendo hasta mañana,
primo, desaparecía por la puerta de su cuarto.
Cinco minutos después y tras haber
utilizado el baño Raúl hizo lo mismo dejando todas la luces apagadas.
- Primo…
- ¿Qué? - respondió Raúl desde su
dormitorio.
- Me gusta Dolita –dijo Juan de
Dios.
- A mi también, anda duérmete que
mañana aún nos queda un poco de faena.
La noche ya completamente cerrada hacía de
Iznájar un lugar encantador gracias al clima que se derramaba por las sierras
cercanas y se bañaba en la plenitud de un lago tranquilo donde la luna era
copartícipe de aquellos baños nocturnos que la naturaleza tiene siempre tiene
preparados para deleite de todos.
Siguiendo su recorrido habitual,
horas después, los rayos del sol
acariciaban el césped del jardín de la casa de los abuelos, cuando la ventana
del cuarto que ocupaba Dolita y que daba hacia el Levante, se inundó de la luz
y del calor que el día había prometido para la jornada del viernes.
Como no podía ser de otra manera,
allí en el alfeizar ya se encontraba Choly gracias a que Dolita debido al calor
de la noche, una de las hojas la dejaba entreabierta una vez más.
Cuando la luminosidad de la radiante
mañana hizo que Dolita, al despertarse, se inclinara hacia delante y ya sentada
en la cama comenzara a desperezarse propio de cuando se ha dormido bien, la voz
de Choly se dejó oír una vez más.
- Nos vamos levantando ¿o qué?
Venga, arriba, que hace un día precioso, y te esperan momentos emocionantes a
lo largo de él, vamos digo yo.
- Eres incorregible, pero te adoro,
ahora me levanto so pesada.
-¡Ay, eso de que me adoras me
encanta!
-¿Cuánto tiempo llevas ahí sobre el
alfeizar?
- El suficiente para intentar interpretar
que estarías entre ensoñaciones por las vueltas que dabas, y te aseguro que
creo que no eran debidas al calor sofocante que está haciendo. y sobre todo el
que ha hecho está noche - esto lo dijo Choly que, con todo el descaro del
mundo, en un santiamén se había subido a la almohada por estar la cama al pie
de la ventana.
Como quiera que Dolita no se
levantaba de la cama, Choly se interesó por lo que le había prometido de ir las
dos a ver la barquita del abuelo.
- No lo he olvidado Choly, a ver si
esta mañana tenemos tiempo y podemos ir a verla.
- Por cierto, Dolita, ¿has pensado
ya como vas a plantearle a los abuelos que se vayan a probarla, y de camino
visitar a la familia?
- Ese asunto ya lo dejé descartado
en el momento que Raúl se presentó con su primo Juan de Dios, ten en cuenta que
ahora estarán juntos hasta el domingo, y sobre todo porque él querrá también
estar con su primo, ya que se quedará aquí en su casa durante unos días más.
- ¿Y eso te disgusta? - le preguntó
Choly con cierta ironía disimulada.
- Sé por dónde vas ¿acaso has
observado algo de extraño en mi comportamiento?
- Pos si he de ser sincera, si -
respondió Choly taxativamente, - he notado algo raro en vuestras miradas, y no
es que fueran directas, pero si, algo ha llegado a mis antenas
receptivas, ya sabes que son muy delicadas y lo captan todo, a su manera,
claro.
- Y aprovechando las capacidades de
esas antenas tan estupendas, y ya que me dijiste antes que habías estado observando
las vueltas que estuve dando en la cama ¿a qué crees tú que podía ser debido?
- No quiero presumir, aunque tengo
mucha confianza en cuanto me transmiten, y en esta ocasión recibían algo que me
incomodaba porque no era capaz de interpretarlo bien, sin embargo, estoy segura
de que algo estaba perturbando tu sueño.
- Y tienes razón Choly estaba soñando
con Juan de Dios, y que curioso, contigo también.
- Conmigo, y ¿qué pintaba yo en ese
cuadro...?
- Pues que los tres preparábamos un
picnic y nos íbamos a la punta del Olmo en el lago, a bañarnos los dos, y
jugueteando en el agua Juan de Dios me daba unas zambullidas, y cuando subía a
la superficie me agarraba con sus fuertes brazos y, apretándome sobre su pecho,
me besaba con ardor una y otra vez, mientras que tú aplaudías desde la orilla.
Al salir de agua, en sus brazos, me tendía sobre la arena y se echaba sobre mi
sin dejar de besarme el cuello y acariciarme el cabello, hasta que en nuevos
deseos de besarme los labios, yo intentaba evitarlo moviendo la cabeza de un
lado a otro, hasta que tú dijiste que había que regresar, y así subida encima
de la toalla que llevaba sobre los hombros volvimos dando un paseo entre los
altos pinares de la sierra cercanos a la orilla.
- ¡Claro! ahí tienes la explicación
de las vueltas que dabas en la cama.
- ¿Tú crees?
- Yo no creo, simplemente deduzco
que bien pudiera ser, y es que el chico es guapo y alto, y que caramba un buen
mozo ¿no te parece? - dijo Choly encogiéndose de hombros.
- En eso no me cabe la menor duda…
XII
Mientras las dos amigas seguían
elucubrando acerca del ensueño, los primos, una vez despiertos y ya levantados
y aseados salieron a la calle encontrándose con la sorpresa de que en la acera
de enfrente un tal Emiliano que, al parecer, había regresado de sus cortas
vacaciones según contaba, tenía abierta su tiendecita llamada "El
desavío", con lo cual vieron el cielo abierto, así que raudos acudieron a
ella, y tras comprar un par de brick de leche, unos sobres de café descafeinado
y dos paquetes de magdalenas valencianas, regresaron a la casa en la que una
vez calentada la leche se prepararon el desayuno.
Ya repuestos, ambos primos se dedicaron por
entero a la faena con idea de estar listos antes de las doce, hora en que
tenían previsto acudir al encuentro con Dolita, uno, y con Dolita y Choly, el
otro, en definitiva un rompecabezas que habría de desarrollarse de alguna
manera que fuera favorable para ambos, ya que Choly estaba por medio.
Sobre las doce y cuarto, poco más,
ya se encontraban ante la cancela de entrada al jardín cuando oyeron la voz de
Dolita que sentada en uno de los silloncitos le cantaba a Choly, la cual se
encontraba en la palma de su mano "mira que eres linda, que graciosa
eres...". Choly, se moría de gusto haciendo comentarios a su manera,
mientras los dos primos, uno escuchando, y el otro que ya empezaba a cabrearse
viendo a su primo la atención que ponía, y que sin poder aguantarse dijo:
¡entramos ya o no vamos a quedar toda la mañana aquí en la puerta!
Al oír hablar afuera, Dolita se levantó y
depositando a Choly sobre la mesa se acercó a la cancela viendo a los dos
primos a través de ella; una vez abierta pasaron al jardín donde se sentaron
tras el preceptivo saludo mañanero.
El mero hecho de saludar Juan de
Dios también a Choly que aun continuaba sobre la mesa y a cuyo saludo
correspondió, y Raúl quedose nuevamente sin poder oír respuesta alguna, hizo
que el carácter comenzara a agriársele tan temprano. Ello hizo el que Dolita al
darse cuenta de las miradas y gestos que producía un estado nada afectivo, en
ese momento repitiera, el saludo ahora poniéndole más énfasis; énfasis un poco
forzado pues ya se veía algo más frío que el de ayer, aunque tal vez ello se
debiera al comportamiento nada correcto del día anterior motivado por el
encuentro con Choly.
Con cierta habilidosa diplomacia, Dolita
se llevó a Raúl a dar un pequeño paseo por el césped, así, cogidos de la mano y
algún que otro leve arrumaco Raúl se iba tranquilizando a medida que la
muchacha le iba comentando acerca de lo que hizo el resto de la tarde anterior,
al mismo tiempo que le acariciaba la nuca.
Ya más sosegado, se reunieron con Juan de Dios
y Choly que ahora se encontraban enfrascados en una pequeña charla acerca de la
naturaleza humana, pues ella aseguraba saber mucho sobre el tema por no ser apreciaba
dada su especie diminuta, y así poder captar en muchas ocasiones todos los
comentarios y críticas, tanto constructivas como destructivas que se suscitaban
entre las distintas personas que, durante algún tiempo, al descansar de un
largo paseo, ocupaban el banco cercano al hormiguero.
- Yo, y esta es mi opinión, tengo
muy claro que la naturaleza humana, y a la que por supuesto también
denominamos humanidad, es el concepto filosófico por el que los
seres humanos tienden a compartir una serie de características distintas en sus
fines e intereses, a veces, particulares, a veces colectivos – esto lo decía
Choly muy seria y mirando a Juan de Dios, el cual no cabía en sí de asombro.
Éste, hizo un amago de continuar con el tema que se había planteado, pero
prefirió no continuar al oír cómo la pareja llegaba en ese momento
- Vale, creo que deberíamos dejarnos
de cháchara por muy intelectual que sea y pensemos que habrá que ir a almorzar,
digo yo si a ustedes os parece bien ¿o no tenéis hambre? - dijo Dolita, la cual
mirando a Choly, ésta ya saltaba de la mesa a la mano que le tendía
comprendiendo que debía retirarse.
- Vale, pos si se vais a comer luego
por la tarde nos vemos - dijo Choly echando a andar parsimoniosamente en dirección
a su colonia, y a cuya entrada volvieron a llamarle la atención, disculpas
pedidas por parte de Choly y que llegaron de forma tenue, aunque lo
suficientemente audible a los oídos de Dolita y Juan de Dios, quienes se
miraron ligeramente al tiempo que ambos se encogían de hombros.
Minutos después, los tres se
pusieron en marcha en dirección a la Venta "Los cuñados".
Durante el camino, Juan de Dios por
un acto reflejo un tanto inconsciente, hizo un comentario tonto acerca de Choly,
y ello puso de mal humor a Raúl, quien cuyo gesto al apretar los puños y
apretar los dientes en un drástico modo de repulsa, no fue advertido por
ninguno de los dos.
- ¿Cuándo dejaréis de tocar este
dichoso tema como si ya no hubiera otra cosa de que hablar? - dijo Raúl mirando
hacia el suelo.
- Lamento haberte incomodado, primo,
pero es que es un tema tan apasionante y extraordinario. Yo particularmente te
agradecería que fueras conmigo un poco más tolerante en lo que a este tema se
refiere; tú sabes muy bien cuál es mi vocación desde siempre, mi trabajo en los
temas paranormales, y por encima de todo mi dedicación a las Ciencias Naturales
en todos sus aspectos: Tú sabes muy bien por tus trabajos, que en ellas se agrupan aquellas
disciplinas que tienen por objeto el estudio de la Naturaleza, como la
Biología, la Química, la Física, la Botánica, la Geología, incluso la
Astronomía, sin embargo, está demostrado que, por encima de todo, el
comportamiento de cada una de ellas en razón de como algunos seres humanos
dedicados al estudio profundo de una parte de ese conjunto, puede haber
alcanzado un grado de evolución que le haya permitido llegar un poco más lejos.
Ello sería como el haber alcanzado el sexto nivel de Conciencia.
- No discuto que sea como dices, y
que tú hayas alcanzado ese grado deseado, pero también deberíais comprender que
para mi es un engorro - dijo Raúl que continuaba mirando hacia el suelo.
- Bueno, pero no te enfades, al fin
y a la postre tú también deberías poner un poco de tu parte; si hemos sido
escogidos para que semejante animal se haya puesto en contacto conmigo primero
y posteriormente con tu primo, pues lo que está muy claro es que alguna razón
debe de haber. En alguna ocasión te he oído decir en cuanto a extraños casos
que no comprendemos o, a veces, no sabemos o no queremos saber de ello, que
todo tiene un por qué, y yo creo que así hay que aceptarlo y no marear tanto la
perdiz, como se suele decir por estos lares - dijo Dolita mirándolo
directamente y sin ocultar una sincera sonrisa.
Dichas estas últimas palabras cuando se
encontraban ya a las puertas de la venta dijo Juan de Dios:
- ¿Y ahora qué, repetimos el
cochinillo frito?
- Si, si, - dijo Raúl, en plan
glotón, y es que en tocante a ello no compartía peras con nadie.
Y tras atravesar las puertas de la
venta buscaron, y se adueñaron de la mesa que ocuparan el día anterior, y que
acababa de quedarse libre una vez haber haber sido ocupada para su rápido
almuerzo por unos operarios de telefónica que, seguramente, estarían trabajando
por la zona.
Una vez dispuesta de nuevo para los
siguientes comensales, el camarero solícito le entregó una carta a cada uno.
Como es natural ni las abrieron siquiera, y justo en el momento en que éste se
volvía para, retirado a cierta distancia, esperar la demanda de la comanda,
dijo Dolita:
- ¡Eh, joven! Haga el favor de
traernos esta vez una ensalada iznajeña, que quiero sorprender a mis
amigos. Y también una fuente de cochinillo para compartir, ¡ah! y una botella
de Montilla Moriles rosado bien frío, en cubeta, usted ya me entiende, y eso lo
primero para preparar el gaznate, hoy no hay cerveza.
- Si, señorita, disculpe si le digo
que tiene usted muy buen gusto.
- Está usted disculpado; como habrá
podido comprobar ya las mujeres comenzamos a estudiar de qué forma hay que coger
las riendas en este país.
- Pero bueno, chica, no sabía yo de esta destreza tuya manejando no sólo al
personal sino como hay que degustar los platos y vinos de la zona - dijo Juan
de Dios tocando las palmas mientras Raúl los miraba de soslayo e iniciando
también de forma un tanto cohibida algo parecido a un palmeo.
- Y si tú no eres de aquí ¿cómo
sabes tanto? ¿Y qué es eso de la ensalada iznajeña? -dijo ahora Raúl que estaba
pero que parecía que no.
- Bien sabes tú que no soy de aquí
puesto que a lo largo del tiempo en el que no podemos vernos tu correspondencia
va a Sevilla, sin embargo, mi abuelo me alecciona y de qué manera. Sabe más que
Briján, por cierto ¿sabéis quién era ese Briján? Pues un escocés que se vino a
España, concretamente a Jerez, en aquella época en la que Ruíz Mateo padre
negociaba el Brandy con los ingleses, y es que éste tal Brian, fue bodeguero de
empleo, hombre de mucha cultura para su tiempo por lo que tenía respuesta para
todo.
- ¿Y lo de la ensalada...? - preguntó
Juan de Dios justo en el momento en que el camarero depositaba unas copas sobre
la mesa y el ayudante arrimaba a la misma la correspondiente mesita con una
cubitera repleta de hielo.
- El salmorejo de naranja Iznajeño o
remojón, como también es conocido, es una ensalada de bacalao y naranja. Un
plato muy colorido y típico de Andalucía, pero no nos dejemos llevar por el
nombre, nada tiene que ver con un plato refrescante para el verano, que también
puede serlo si su maridaje es el que nosotros le vamos a aplicar con este
rosado - dijo Dolita, pidiendo permiso para escanciar las copas.
Minutos más tarde se hacía presente
el camarero portando una bandeja sobre la que, depositada de forma exquisita
por venir sobre un blanco paño, una fuente con el Salmorejo, la cual iba
acompañada de otras tres más pequeñas. Colocada sobre la mesa con auténtica
profesionalidad, el camarero se retiró, no sin desearle a los tres un buen
provecho, detalle que agradecieron al unísono, como al unísono, tomando las
copas y alzándolas brindaban alegremente por ellos mismos y sus respectivos
futuros cada vez más cercanos.
Raúl, un poco más cómodo tras el segundo y
largo sorbo a su copa y, al parecer, olvidados o dejados atrás aquellos agrios
momentos que, en cierta medida, lo atormentaban, se escanció un buen chorreón
con el fin de un nuevo brindis...
- Brindo por Dolita que nos ha
salido una buena gourmet, y una magnífica conocedora de cómo hay que tratar
cuanto se relaciona con un buen almuerzo, ¡ah! y por su extraordinario profesor
don Héctor, su abuelo, naturalmente.
Minutos después, y es que el
Salmorejo se metía por los ojos antes que por la boca, con la primera
degustación, las cucharas iban y venían de forma que aquella fuente, en un
tiempo un delicioso manjar, ahora brillaba su límpido fondo como para no tener
necesidad de ser fregado.
Levantadas las copas una vez más y tomado un
buen sorbo, fue como aquella frase de "ábrete sésamo", y es que en
ese esperado momento, llegó hasta la mesa el camarero, quién depositando sobre
ella con toda elegancia y conocimiento, una preciosa fuente de fina cerámica,
posiblemente de alguno de los muchos talleres de la Triana alfarera, repleta
hasta los bordes de un exquisito y humeante cochinillo al estilo cordobés.
Ahora, ya todos en el más absoluto y
elegante decoro, comenzaron a dar cuenta de aquellos sonrosados y sabrosísimos
trozos, algunos crujientes cual chicharrones recién hechos y que harían las
delicias de alguien cuyo nombre me reservo por respeto a mi condición de
mantener siempre la boca cerrada cuando no es necesario el tenerla abierta.
A la lectura de estas líneas, de
seguro algún lector enarbolará la bandera de la amistad, recordando los
sabrosos chicharrones de los abaceros sevillanos.
XIII
Transcurría la comida en la más absoluta
circunspección como ya se ha dicho, aunque durante el ir y venir a la fuente,
tenedor en mano, el furtivismo de algunas miradas se confundían con el aroma
desprendido de la fuente cual volutas de deseos inconfesables.
Brillaba también el fondo de esta
fuente por la irremediable ausencia de quien, magníficamente bien hecho, allí
se encontraba postrado hacía un buen rato cuando cual tobogán.
La última mirada se deslizaba
buscando subir hasta el otro extremo para quedarse prendida en unos ojos recibidores
del furtivo mensaje.
Parecíase que se vivían momentos dulces cuando
una vez acabada la comida, a Juan de Dios se le ocurrió que vendría bien una
cuña de tarta helada y una copita de licor de hierbas con el fin de aliviar la
digestión.
En este sentido, y a mi personal
juicio considero esta norma un craso error, y es que esta es una de las
creencias populares más arraigadas, y que dice que tomar una copita de licor de
hierbas después de comer mejora el tránsito intestinal.
No obstante, hay quien defiende
una principal virtud de este hábito, virtud que destaca de esta bebida
alcohólica por su cualidad digestiva.
Una cualidad digestiva que proviene
de dos puntos, por un
lado su capacidad vasodilatadora (dilatación de los vasos sanguíneos), y por la otra, las materias primas
que favorecen la digestión.
Sobre esto último habrá que recordar que este licor está compuesto,
principalmente, por la hierba luisa, el romero, la hierba buena y
la menta.
De todas formas la propuesta fue aceptada por los demás, solicitando la
tarta en calidad de postre, al igual que el licor de hierbas.
Acabado
el almuerzo, los dos primos acordaron repartirse el importe de la cuenta, por
lo que una vez abonada, se levantaron y saliendo de la Venta se pusieron en el
camino de vuelta con el fin de dar relajadamente un paseo.
Cuando llegaron a la casa, y
abriendo la cancela pasaron al jardín... ¡oh, sorpresa! allí estaba Choly,
subida sobre la mesita y con las manos en jarra.
- Ya era hora, ¿no os parece? vaya
pitanza que os habréis pegado -dijo muy gitana ella.
- Pues si, Choly, Salmorejo, y cochinillo
regado con un buen vino de la tierra, lástima que tú no puedas beber - dijo
Dolita siguiéndole la guasa.
Ya llevaban un buen rato polemizando sobre
cuestiones de índole religiosa, en cuyo debate Raúl afirmaba con contundencia
acerca de una iglesia católica a todas luces ya obsoleta y fuera de lugar en
estos tiempos de decadencias sociales y humanas por parte de un Vaticano que se
colocó siempre al otro lado de la barrera, donde contemplaba con desprecio la
flaqueza de un pueblo tras haber padecido una cruel contienda ilegal entre
hermanos, y que dejó a una gran parte de la población sumida en la pobreza,
mientras que en el otro lado de esa barrera, donde se alineaba el poder, allí
estaba la iglesia para darle todos sus parabienes tanto económicos, como
repleto de las más viles bendiciones.
Si bien fue notoria la exposición de
Raúl, no lo fue menos la de Dolita; ella siempre colocada al lado de los más
necesitados, iba asintiendo a cuanto decía Raúl, pero sin dejar de mirar de
reojo a Juan de Dios, como esperando de éste una aquiescencia que diera valor a
sus gestos de aceptación.
No obstante, y siguiendo la misma
línea, se pronunció casi en el mismo sentido, recordando el poder económico del
Vaticano, y manifestando que siempre se ha defendido el patrimonio físico, pero
que ese había que protegerlo por todos, sin embargo, se refería a los dineros
que reciben las arcas vaticanas, que es una inmensidad, y que debería darle vergüenza
cuando muchos de los ingresos provienen de la clase pobre, que ante la
incultura, la necesidad, y en un alto grado de fanatismo y superstición,
contribuyen a semejante mantenimiento, cuando es sabido de la obtención y vida
de la que disfruta la curia a todos los niveles.
Cuando se calló, lo hizo mirando tan
sólo a Choly, quien sin poderse contener y a sabiendas de que no todos podían
oírla le dijo.
- Para y resopla, chiquilla, que te
va dar algo.
Dolita, se levantó e hizo un par de ejercicios que le ayudaron a
tranquilizarse, pues había llegado al final de su alocución un tanto exhausta,
por lo que Juan de Dios le recomendó que no se tomara todo eso tan a pecho, que
hay comunidades y gente independiente para que la iglesia católica enmiende sus
muchos errores, aunque no deja de reconocer que todo está muy fresco aún.
- Ya sé que existen muchos
movimientos, lo sé porque yo ayudo al mantenimiento de uno en Sevilla, y en el
que colaboran varias compañeras mías, pero es que conseguimos tan poco - dijo
Dolita que, ahora un tanto ausente, no dejaba de mirar a Choly que se había
subido a su rodilla, mientras que Raúl observándola, también la miraba
mostrando un gesto, se podría decir que un tanto abyecto.
Iba a decir algo Juan de Dios, cuando
vieron bajar al abuelo, el cual al pisar la primera de las losas que, formando
un pasillo discontinuo, conducen a la salida, saliéndose de ella y ya en el césped,
se dirigió al grupo saludándolo de forma muy cordial y amistosa.
- Buenas tardes. ¡Se está fresquito
a esta hora en que aquí todo es sombra, ya que la posición de la casa nos
permite estar a cubiertos del sol por este lado y durante muchas horas - dijo
con su sonrisa bonachona, pues no en vano Dolita siempre habló de las bondades
de su abuelo.
Tras
ser correspondido de la misma forma por todos…
- Así que te dedicas a las labores
en favor de los débiles, labores pro naturaleza humana a todos los niveles
sociales y humanitarios. Además, por mi nieta sé que estás doctorado en
Filosofía y letras, y no sé cuantas ciencias y colaboraciones más entre las que
se encuentra la parapsicología - dijo el abuelo dirigiéndose abiertamente a
Juan de Dios, quién tras el saludo no se había sentado, y continuó - luego
encontraremos un momento para charlar un rato.
- Usted manda, don Héctor - dijo
Juan de Dios tendiéndole una mano que el abuelo apretó con fuerzas.
Acto seguido, el abuelo se despidió argumentando que iba a la Farmacia a
comprar unos calmante para la abuela pues andaba con un poco de dolor de
cabeza.
Ya girando sobre sí mismo, se volvió
para recordarles a todos que los esperaba a las nueve o un poquito antes a fin
de tomar un aperitivo previo a la cena.
Sonaron las siete en el reloj del
campanario de la iglesia del pueblo cuando Dolita le recomendó a los dos
jóvenes que deberían irse con el fin de que se arreglaran lo mejor posible, y
es que los abuelos, y sobre todo la abuela se tomaba muy en serio estos
acontecimientos que a decir verdad y dado que vivían solos, eran escasos.
- Antes de que os vayáis os quiero
proponer ir mañana a Córdoba, hace muchos años que no la visito, creo que desde
que estaba en el instituto en Sevilla y una de las profesoras, creo recordar
que era la de Ciencias Naturales, que tenía entonces nos llevó a conocerla en
aquella época en que los patios cordobeses se convirtieron en una novedad. ¿Qué
os parece la idea?
- Por mi encantado. También hace
mucho que no voy a verla, creo que la única vez fue, lo siento, ya no me acuerdo,
pero hace mucho tiempo, aunque debió ser también en una excursión organizada
por compañeros de estudio - dijo Juan de Dios cogiéndose, la barbilla
pensativo.
- Pues yo, me parece que tan sólo de
paso – dijo ahora Raúl un tanto dubitativo.
- Entonces, echamos el día en
Córdoba, y como hay que salir temprano podemos desayunar en Las Tendillas, y
luego de ver los patios, la Posada del Potro y la Mezquita, podemos comer
en el casco viejo - dijo muy entusiasmada.
- Conforme - dijeron los dos jóvenes
al unísono, sin embargo, y como era de esperar, Raúl entre dientes masculló
para él solo - "preferiría que tú no estuvieras, con nosotros primo."
Ya se habían marchado los dos
primos, cuando Choly, que aún seguía en la rodilla de Dolita, le preguntó:
- Dolita, me empezaste a hablar de
Juan de Dios, y de lo que os contó Raúl acerca de lo que le había pasado a su
hermana María Engracia, y que había acabado la pobre metiéndose a monja, pero
lo que no llegaste a contarme que fue del hombre que la maltrató hasta matarla.
- Tan sólo te puedo decir, según
apuntó luego Juan de Dios, es que el hombre desapareció de la noche a la mañana
abandonándolo todo: taller, obras, encargos, lo que se dice todo, y nunca más
se ha sabido nada de él, y eso que la policía lo busca, pero vete tú a saber
dónde podrás estar. Y ahora me voy para arriba a ver que me pongo para la cena.
- Ea, pos otra vez me quedo sola –
dijo Choly poniendo cara de afligida.
- Qué le vamos a hacer Choly,
compréndelo mujer, ya nos veremos mañana.
- Vale, tú lo has dicho, que le voy
a hacer; ojalá en mi próxima reencarnación la haga en el cuerpo de un humano
semejante a ti, eso si me gustaría, pero no sé cuánto tiempo se tarda en eso.
Dicho esto dio un saltito al césped, corriendo
hacia la zona del seto muy apenada hasta que Dolita la perdió de vista.
- Hay que darse cuenta de cuánta
sabiduría encierra esa cabezota - comentó para si Dolita no sin cierta pena.
- Primo. ¿Me gustaría saber cómo
estás viendo todo este asunto? - preguntó Juan de Dios cuando ya se estaban
vistiendo.
- Si te refieres a lo de la hormiga,
sinceramente, te diré que se me vino abajo todo cuanto tenía planeado para
estos días con Dolita, tú ya me entiendes.
- Te entiendo, primo, me gustaría
saber cómo podría quitártela de en medio por mucho cariño que le haya cogido, aunque
estoy seguro de que a veces pensarás que es como si fuera un mal de ojos que
alguien te hubiera echado.
- Venga, no digas tonterías, mal de
ojos, ni mal de ojos - dijo Raúl frunciendo el entrecejo.
- Bueno, pues tú me dirás que puedo
hacer por ti y tus planes, al parecer, frustrados y sin remedio.
- Creo que hay una solución: tú no
tienes aquí en Iznájar unos amigos de la infancia, y de los que me has
hablado en alguna ocasión, que por cierto uno de ellos creo recordar a un tal
Remigio, que es el que cuida de la Ermita de la Piedad, y que ahora vive en una
casita anexa a ese conjunto que fue nominado como Histórico Artístico de
Andalucía; pues no sería mala idea, ya que tú te quedarás unos días más, que te
dedicaras a visitarlo, y así me dejas a mi libre el domingo para estar solo con
ella.
El sábado por la tarde, cuando volvamos de
Córdoba, te despides de ella y sus abuelos, y ya está ¿qué te parece la idea?
- Vale, ningún problema, primo,
haremos como tú dices aunque no me seduce la idea.
- No comprendo por qué dices eso,
primo.
- Es igual, a partir del domingo por
la mañana aprovecharé para ver a mi amigo Remigio y luego ya me dirá que fue de
los otros dos: Carmelo e Isaac, del que recuerdo también que de jovencillo
quería ser tabernero como su padre, y toda su ilusión era montar una taberna
pero en Córdoba.
- Pues no sabes cómo te agradezco
que aceptes, lo que se podría decir mi ruego, y es que ha habido momentos en
los que con el tema de la hormiga esa, me dio, francamente, la impresión de que
Dolita te gustaba más de la cuenta, te lo digo sinceramente, primo.
- ¡Que no, Raúl, que no tienes por
qué preocuparte.
- ¡Joder! Es que me lo dices de una
manera, como si tuviera que estarlo.
- Venga ya, y no le des más vueltas
que se nos echa la hora encima - dijo Juan de Dios, al tiempo que para sus adentros
pensaba: "éste primo mío no se entera de nada..."
Y aunque Raúl estaba con la mosca tras la
oreja, de camino a casa de los abuelos pensando que entre su primo y la
puñetera hormiga le habían chafado el plan que tan primorosamente había trazado.
En ese momento de amargos pensares, se le cruzó un gato que si le alcanza el
puntapié, sabe Dios a dónde lo habría mandado, y es que alguien tendría que
pagar la faena.
XIV
Faltaban veinte minutos para las
nueve cuando llamaron al timbre de la puerta de entrada al chalet.
Como no habría de ser otra persona,
ya que en la casa tan sólo había tres, quién acudió a la llamada y abrió la
puerta fue Dolita. Y allí estaba ella, resplandeciente, tan luminosa y natural
como una pradera en el mes de mayo, dispuesta para recibir los tallos generosos
que dan al campo sus primeros colores con los que, quien los creara hubiera
dicho: ahora si puedo felizmente descansar después del duro invierno.
- Dolita, estás verdaderamente
maravillosa - dijo Raúl, quien acercándose la besó en la mejilla sin que la
muchacha pusiera ningún reparo, y al mismo tiempo en que miraba a Juan de Dios,
gesto que bien podría ser debido a la posición en que se encontraba éste.
Así mismo, recibiría el saludo de
Juan de Dios, éste lo haría con una parecida y estenotipiada frase, tras la
cual, Dolita, hizo una especie de reverencia, al tiempo que los invitaba a
pasar justo en el momento que acudían los abuelos a la puerta.
Tras el preceptivo saludo de
cortesía, Raúl extrajo del bolsillo superior de su camisa de verano un pequeño
paquetito que le entregó al abuelo felicitándolo en nombre de los dos.
Mientras que la abuela, con un
¡hola, Raúl! los invitaba a pasar a la amplia salita, el abuelo iba deshaciendo
su regalo.
- ¡Maravilloso regalo! Mira abuela,
¿soy o no soy afortunado? - dijo con un elevado tono jubiloso cual chiquillo
que recibe un juguete especial.
- Creo que hemos acertado con este
pisacorbata con un ancla - dijo Juan de Dios.
- Habéis dado en toda la línea de mi
flotación, tan acertado que me lo voy a poner ahora mismo, y a continuación,
una vez fondeado y arriada la botavara nos sentamos en las bancadas de
babor y estribor, y todos prestos abordamos el rancho - dijo todo sin parar de
realizar gestos marineros que arrancaron unas risas a aquella virtual
marinería.
Llegado ese momento, y en el que, tanto la
abuela como Dolita, al parecer, se encontraban en la gloria, ésta viniendo
desde el office traía unos platos bien preparados a base de las típicas
chacinas de la sierra cordobesa, y un cuenco con las extraordinarias aceitunas
de la campiña de Iznájar.
Al mismo tiempo, el abuelo, que
nadie podía negar que fuera, a pesar de
la edad, enemigo del buen comer y el buen beber, trajo del frigorífico una
botella del famoso Rioja Marqués de Murrieta, que despertó, por su
presentación, la admiración de todos, aunque a decir verdad, a excepción de la
abuela que ya conocía las debilidades de su marido por el Rioja, en detrimento
de los caldos de su tierra, los demás no tenían ni idea de que semejante placer
existiera.
Hubieron palmas y brindis para
todos: uno por su onomástica y los demás porque el futuro les fuera de
maravillas, sin embargo, hubo una excepción que partió del abuelo para,
levantando su copa dijo: "por mi querida Aurora, para que nunca me falte,
y por la comida que se ha llevado toda la tarde preparando junto con la buena
de Carmencita".
Acabado el aperitivo, se dejó oír la
voz de Carmencita, una mujer de unos cuarenta
años, bien agraciada, y no muy alta, pero tan sólo con ver su sonrisa parecía estar viendo un
ángel.
“Carmencita, una chica casi sin nombre
para la sociedad en la que le tocó vivir sus primeros años, porque tan sólo los
hombres mandaban y mandan aún, y a este paso siempre será igual. Una chica que
se enamoró del que creyó que era el mejor hombre del mundo por manifestarse
diferente en su condición; un hombre de cuento, un príncipe azul de aquellos
hombres del desierto. De esta manera, ella decidió convertirse en su Amira.
Para tratar de conseguirlo renunció a su
libertad, a su escasa o nula capacidad para decidir, a su sonrisa, a sus
amigas, en definitiva a su otra felicidad junto a ellas y la familia. A
cambio de lo que ella pensó que era amor,
convencida, entregó su vida: la puso a merced de las arenas que solamente se movían a capricho
de un corazón que resultó todo lo contrario que pensaba, que al igual que el
resto de la sociedad Islámica podía dominarlo y poseerlo todo, incluso a las
personas.
Afortunadamente y gracias a una
Organización de Ayuda Humanitaria, pudo, dada la estrecha colaboración que
mantuvo con ellos durante un tiempo, y la manifestación de ésta de su deseo de
venir a España, salir de Somalia”.
- Cuando ustedes quieran pueden pasar al
Comedor, la mesa ya está servida – dijo Carmencita con su voz de Ángel.
- ¿Vamos? - dijo el abuelo apurando
su copa de un trago, y agarrado la botella.
Todos sentados a la mesa admiraban
aquella fuente de cerámica que, con un hermoso cochinillo lechal asado al horno
y rodeado de una sabrosa salsa que a su vez envolvía a unas apetitosas rodajas
de manzana, desprendía un aroma que hacía que aquellas bocas se hicieran aguas.
Como el abuelo solicitó un trinchador
voluntario, y ante cuya petición todos los presentes declinaron la oferta
argumentando que quien debería hacerlo habría de ser el anfitrión, el abuelo,
sin dudarlo, cogió el tenedor trinchador y el cuchillo comenzando a cortar y
servir las correspondientes raciones; una vez acabado de servir dijo:
- Si os a gustado el reparto, pues
ahora que cada uno atienda su plato como crea conveniente: la fuente queda a
vuestra discreción.
Entre bocado, sorbo de aquel
magnífico Rioja, segunda botella ya, y algún que otro comentario, el lechal con
su ejército de bien embadurnadas rodajas de manzana fue desapareciendo, hasta
que la fuente quedó más limpia que la espalda de un violín.
Levantada y abandonando el comedor,
Dolita se excusó tomando dirección a la cocina en la cual se encontraba
Carmencita, que estaba terminando de comer, y a la que la muchacha con una
agradable sonrisa le dijo que haber cuando cambiaba, que ya hacía años que
estaba con los abuelos, los mismos que llevaba ya cristianizada, anteriormente
Fadhila, sin embargo, la doméstica, devolviéndole la sonrisa, le agradeció una
vez más sus buenos deseos, pero diciéndole que la perdonara, pero que en su
interior siempre sería musulmana.
Resignada ante la respuesta, la
joven se dirigió al frigorífico del que, una vez abierto, extrajo una hermosa y
redonda tarta de crema, trozos de piñas, y almendras con las cuales Dolita
había formado la frase: "para mi abuelo".
Acabada la cena con el soplido de la
única vela, puesto que de colocarlas todas habrían de ser muchas, el abuelo,
haciéndole un guiño a su nieta, hizo la invitación de pasar al salón en el que
ambos tenían reservada una cubitera que, entre hielos y un paño de un blanco
inmaculado, daba cobijo a una botella de Umbretúm, uno de los mejores cavas de
España, y que Dolita, tiempo atrás le había pedido a su padre que cuando pasara
cerca de Umbrete en la provincia de Sevilla, de vuelta de una de sus visitas al
Acuartelamiento de Huelva, hiciera el favor de traérsela para la celebración
del santo de su abuelo.
Cuando todos estaban acomodados, el abuelo le pidió a Juan de Dios que
hiciera los honores al acto de descolchar la botella, por lo que una vez
cumplida la misión, él mismo escanció aquel néctar en todas las copas. Todos a
una alzaron sus copas augurándole al abuelo y por ende a la abuela larga vida.
Dolita, no quiso perder la
oportunidad de pedir un brindis especial por sus padres ausentes, al fin y al
cabo hijos del homenajeado, así que tras tomar un sorbo se levantó
besando dulcemente a sus abuelos.
En ese bonito momento sonó el teléfono al que rauda acudió Dolita.
- Diga, contestó preguntando: ¿quién es?
- ¿Ya no te acuerdas de mi voz? dijo el padre con un tono que parecía
mostrar extrañeza.
- Lo siento papá, como podría olvidar tu singular tono con la voz tan dulce
que tienes, lo que pasa es que estos aparatos hacen que el timbre se desvirtúe,
y como andamos de copitas, pues ya me dirás.
- Anda, anda, pásame a tu abuelo.
- Hola hijo. ¿Cómo estás? - preguntó el abuelo.
- Estamos muy bien, papá, solo llamaba para felicitarte, desearte esa feliz
noche que imagino estáis celebrando, y decirte que pronto vamos a ir a veros,
que hace tiempo que no veo a mi madre.
- Muy bien hijo, que sea pronto ¡ah! espera, tu madre quiere decirte algo.
- Julián, hijo, ya hace días que no me llamas y estoy muy enfadada contigo
y con Mariola; dile que al menos ella me llame que tengo que contarle algunos
chismes que me ha traído una vecina que ha estado de visita en Sevilla.
- Vale, mamá, ya se lo diré; te mandamos muchos besos, y a Dolita le dices
que iremos a recogerla el domingo a la Estación. Adiós y felicidades de nuevo, y mucho cuidado con
el Umbretúm.
Dolita quiso coger el auricular de nuevo, pero por haberse entretenido
leyendo el nombre del tapón llegó justo cuando ya se había cortado la
comunicación.
Dolita, cambió de ubicación
sentándose ahora entre los dos jóvenes, los cuales mirándola se decían para sí
mismo lo hermosa que estaba con aquella blusa marinera de azul pastel y un
pantaloncito a juego, y que dejaba a la vista unas preciosas rodillas y unos
muslos tostados y bien formados.
Correspondiendo a esas miradas con una sonrisa, y como diciendo ¡ay estos
hombres! ya que, al parecer había adivinado aquellos pensamientos, que ahora
feliz como una perdiz, al levantar la copa para un nuevo brindis que se le
acababa de ocurrir, que fue que la vio agarrada a uno de los pliegues del
blanco visillo que adornaba la ventana.
Allí estaba Choly, la cual, al parecer, no se había perdido ni un solo
detalle de la fiesta, y es que debido a la alta temperatura que obligaba a
dejar las hojas de las ventanas un poco entornadas, ella había ido por el
exterior entrando y cotilleando de forma presente en cada uno de los momentos.
Con la excusa de ir al baño, Dolita se ausentó, y Choly leyendo el
movimiento y la dirección que tomaba su amiga, salió al exterior y a toda
carrera llegó a la ventana contigua donde, sin la más mínima duda de que Choly
vendría, allí se encontraron.
- Choly, tú te crees que estas son maneras; imagínate que en lugar de verte
yo te hubiera visto otro y te hubiera lastimado, o sabe Dios si habría ocurrido
algo peor.
- ¿Por quién me tomas, por una lenta? además lo que yo he disfrutado no me
lo hubiera perdido por nada del mundo, y eso que me retrasé un poco porque
cuando Carmencita retiró la mesa, bajé y también limpié unas migajitas que
cayeron al suelo al quitar el mantel ¡chica que atracón! y que tarta más rica.
- Pero ¿por qué estabas agarrada al visillo a pique de que notaran el
contraste de tu cuerpo negro con el blanco de la tela?
- Toma, porque desde el alfeizar no os podía ver, y aún menos las
atenciones que tenía contigo Juan de Dios, lo guapo que está con esa camisa,
bueno también Raúl está muy guapo.
- Venga, venga, y ten cuidado que van a decir que si me ocurre algo.
De vuelta al salón donde todos
hacían comentarios acerca de las vidas de cada uno en la medida en que cada uno
pueda manifestar sus privacidades, sería la abuela quién le preguntó si se
encontraba bien, a lo que la nieta la tranquilizó diciéndole que estaba bien,
por lo que aprovechando la coyuntura fue y se echó lo justo para un buen sorbo
de aquel cava delicioso, y justo en el momento en que mirando hacia ventana vio
a Choly de nuevo agarrada al visillo y medio escondida en un pliegue.
Al verla se sonrió, detalle este que
no pasó desapercibido para Raúl, el cual le preguntó que si estaba bien, a lo
que ella le respondió que sí.
- Y bien, Juan de Dios, por qué no nos habla de esos trabajos de entrega a
los demás, y de como se le ocurrió abrir una escuela dedicada, imagino, con el
mismo fin.
- Pues verá, don Héctor, cuando acabé el doctorado en Filosofía y letras,
después de un tiempo en continua meditación acerca de mi futuro, llegué a la
conclusión de que ninguna de las dos me iban a llevar a ninguna parte, aunque
he de hacer una excepción con las letras me explicaré.
XV
La Filosofía que yo seguí por terminar la carrera, no era la de mis sueños
de joven, la Filosofía ha de ser muy profunda, muy espiritual, ha de contener
ideas que no lleguen del hombre porque éste pudiera estar equivocado. Y ahí, en
esa reflexión, fue entonces cuando me dediqué a estudiar a los grandes maestros
universales. Ellos me enseñaron a llegar al ser humano a través del Amor, la
Comprensión, la Entrega sin esperar ser correspondido, y ese largo etcétera que
lo hace grande al ser humano. Ahí fue donde comenzó a fraguarse la Escuela en
la que se impartirían diferentes materias: el poder de la mente unida a la
Parapsicología, la Espiritualidad, la Moral y por encima de esta la Ética,
desde la perspectiva religiosa, y como no la filosofía profunda y las letras.
Tenemos un Especialista en Psicología que
enseña ¿Cómo vamos a empezar a prestar atención a la sociedad que nos rodea si
no prestamos atención a nuestra sociedad interior? Todo un pequeño Universo.
Él nos dice que nuestro cuerpo
es algo asombroso, una máquina que
trabaja incansablemente, convirtiendo energía en materia y materia en energía.
A cada instante que nos recorre la electricidad, esta nos da vida. El celebro
envía miles de señales eléctricas al Sistema nervioso, los músculos se expanden y contraen basándose
únicamente en diminutos impulsos; la médula ósea fabrica millones de células
sanguíneas, y mil neuronas saltan y ruedan juntas.
Asegura que nuestro cuerpo es un milagro
sorprendente al que alimenta el oxigeno, que puede vivir tres semanas sin
comida, tres días sin agua y por regla general apenas tres minutos sin oxigeno.
Le prestamos atención a cuanto se refiere a
nuestra alimentación, pero no pensamos en como respiramos normalmente.
- ¿Usted cree en Dios? - le preguntó el abuelo aprovechando un inciso.
- Naturalmente, tenga en cuenta que fuera de él no hay absolutamente nada,
él es todo.
- Pero usted pertenecerá a alguna religión, a alguna iglesia - insistió.
- Sí, señor, pertenezco a todas las religiones y a todas las
iglesias, sin embargo, no estoy con ninguna. Soy de la opinión que todas llevan
por bandera el "Amarás a Dios sobre todas las cosas", lo que ocurre
es que ninguna lo hace. Las iglesias han hecho del Amor un interés
absolutamente material.
- Si que es una opinión fuerte. Entonces ¿en que se apoya gran parte de su
trabajo cuando, al parecer, no tiene necesidad de religión o iglesia alguna?
- Verá, don Héctor, desde muchos miles de años atrás, el ser humano ha
sucumbido ante las fuerzas espirituales, y siempre ha estado atrapado por
religiones y posteriormente por una cantidad de iglesias cuyos nombres serían
empezar y no acabar. ¿Y cuál era el fin de todas ellas? Buscar la posibilidad
de quedarse con lo único que tenían los pobres, a los que, por cierto, deberían
ayudar; dese cuenta que hasta los poderes sucumben desde el Medioevo ante estas
estratagemas de las llamas del infierno. Toda una argucia que se aprovechó
siempre de la incultura, el fanatismo y la superstición del pueblo humilde.
No, don Héctor, yo soy mi propia religión e iglesia. No sigo más que la doctrina
que nace de mi interior. Tengo veinticinco años, sin embargo, hace muchos que
me dieron a entender que no se debe confundir Espiritualidad con Religiosidad,
que la primera es intrínseca de ser humano, mientras que la segunda siempre
está abonada por intereses de diferentes índoles.
No sólo don Héctor, sino que todos guardaron silencio, sin embargo, allí
arriba agarrada al pliegue del visillo había alguien que, con sus manos libres,
aplaudía tras la, para ella, al parecer, perfecta elocución.
Pasado un tiempo prudencial, doña Aurora, mujer muy religiosa y que no se
había perdido ni una sola palabra, le preguntó de nuevo a Juan de Dios, si él
creía en Dios.
- Mire, doña Aurora, y vaya por delante que no estoy aquí ni para atraer
adeptos a mi causa humanitaria ni para lastimar posibles susceptibilidades.
Yo tan sólo creo en Dios; entiéndame, tan sólo hay un Dios, solo un Dios, y
usted lo puede llamar como quiera, que es nuestro Creador, y que fuera de él no
hay absolutamente nada porque lo abarca todo.
El problema de la mayor parte de la sociedad que habita nuestro planeta es
que está tan materializada que tiene, gracias a una manipulación perfecta por
parte de las diferentes religiones e iglesias, cada una a su dios particular:
Jesucristo, el dios de los cristianos, Brahma el dios de la creación, Mahoma,
el "dios" mensajero de Alá, y así, por decirlo de alguna manera, cada
cultura ha tenido su dios particular, sin embargo, se olvidaron de su Dios
verdadero, aquél que fuera, según la Biblia el Dios de los hebreos, y del que
renegaría Jesús, que fue, por cierto, Rabino, y que dando de lado el Dogma de
Abraham, Moisés, etc., abandonaría ese Dogma, punto esencial de su religión, una Doctrina o un
sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda
dentro de su sistema.
No obstante, él, más tarde se proclama único hijo de Dios, cuando hijos de
Dios somos todos. Y lo hace para formar una nueva religión, más tarde, una
iglesia, caldo de cultivo para los intereses materiales de los hombres que se
hacen poderosos y que hasta nuestros días la apoyan al amparo de la incultura,
etc. etc.
Esta respuesta daría lugar a un
nuevo silencio a modo de meditación.
- Entonces, ¿la Escuela? - Insistió don Héctor.
- La Escuela se está convirtiendo en una especie de comunidad enseñante,
por supuesto gratuita, para todo aquél que desee conocer sus valores con
respecto de la ayuda a los demás, sean de la condición que sean.
- ¿Pero, imagino que habrá un patronazgo, un mecenas, algún apoyo exterior?
- dijo ahora la abuela.
- No, señora. La mantenemos nosotros. En el caso mío doy clases
particulares de apoyo en Filosofía para estudiantes de Teología. También a algunos
que estudian, dentro del Derecho romano, partes de las distintas religiones, otros, que se
centran en el conocimiento, aprendizaje y el estudio científico y multidisciplinar de las religiones. Y es que este acoge sus
mitos, ritos, valores, actitudes, comportamientos, doctrinas y creencias.
También hay otros profesores y catedráticos: Ellos dan apoyo en Literatura,
y Lengua sobre el habla andaluza entre otras. Todos tienen sus trabajos:
universidades, facultades, privados, sin embargo, todos giran alrededor de este
maravilloso eje cuyo paradigma es la Escuela.
- ¿Y eso toda la semana? - se interesó Dolita.
Dicho esto, y aunque como es
natural, corrieron por el salón unos pensamientos...
- ¡Huy, huy! Dolita que se te está viendo el plumero. Naturalmente los
pensamientos eran de Choly.
- Toda la semana, excepción hecha de que los sábados por la tarde
hacemos una especie de claustro donde estudiamos las posibles mejoras y dar
solución a los problemas sociales que nos llegan durante la semana, y que no
vayáis a creer que son pocos.
- ¿Y cuándo vivís, quiero decir cuando dedicáis tiempo para vosotros? –
insistió Dolita.
- ¿Vivir? Vivimos toda la semana, ¿acaso te crees que trabajar para los
demás no es vivir? En parte tienes razón, nosotros no vivimos, disfrutamos de
la vida.
La no intervención de Raúl, dejaba
claro a todas luces que él era conocedor de todas las andanzas bien hechoras de
su primo. No obstante, preguntó:
- ¿Algún día pasará por esa cabeza con tantas ocupaciones el crear una
familia?
- De momento mi prioridad es cuanto ha quedado dicho, pero todo se andará,
hay que dejar que la sabia Naturaleza siga su curso.
- Me gusta usted, Juan de Dios, y el nombre le vino que ni pintado - dijo
la abuela, arrancando del resto unas risas las cuales se celebraron con unos
nuevos sorbos de aquel Cava, riquísimo.
- Oyéndolo hablar con tanta seguridad, estaba pensando en cuánto me hubiera
gustado el haber estado presente el día que leyó la tesis de su doctorado - dijo
el abuelo revolviéndose en su butaca.
- Lo cierto es que fue muy interesante al decir de todos cuantos llenaban
el paraninfo.
- ¿Se publicó su tesis? porque me gustaría conseguir un ejemplar - dijo el
abuelo.
- No se preocupe don Héctor, ya le haré llegar algo que le podrá interesar
más, aunque no sé cuánto tardaré, ya sabe que no todas las tesis, en razón de
su contexto, se suelen hacer públicas por parte de algunos Rectorados.
- Recuerda alguna parte de ella – insistió.
- Lo cierto es que fue una tesis poco común en la que no quise plagarla de
citas o frases estereotipadas, por lo que me limité a hablar de historias
filosóficas fantaseando un poco entre la realidad del pasado y nuestros días a
través de los ensueños teosóficos. No obstante, y como veo un interés especial,
os leeré una parte de ella, y es que desde entonces llevo los apuntes conmigo
ya que de vez en cuando se me ocurren cosas nuevas; la idea es completarla y
hacer un libro. Libro que, por cierto, puede usted contar con él, don Héctor.
Comenzaré diciendo que las conversaciones filosóficas
que arman esta Tesis que presume de ser algún día un libro de cierto interés,
intentan recoger diversas temáticas en las que como es natural no podía faltar
el amor por el filosofar a la vez que
mostrar nuestras preocupaciones más sentidas.
Desde el lugar de los pensadores y, por que no los
poetas, el conocimiento científico y sus afines, los movimientos ciudadanos, la
lucha antinuclear, la enfermedad y la muerte hasta Galileo Galilei, Darwin, o
el mismo Freud.
Por debajo de esta diversidad, algunas ideas
centrales son compartidas: el verdadero filosofar debe ir pobre y desnudo, nada
humano le debe ser ajeno, y, cual nudo esencial, todos los seres humanos,
cuando pensamos las cosas hasta el final, filosofamos. Y con nuestra propia
capacidad analítica desarrollada, y ayudada con la reflexión positiva de los
otros, miles y miles de seres anexos son
pensadores. Entre ellos, sin olvidarnos nunca, de aquellos ilustres clásicos de
la historia del pensamiento.
Creo que en la sociedad actual nos falta Filosofía, pero Filosofía de la
buena y no sólo como espacio o lugar sino como método de reflexión, que puede
no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer
otros objetivos que, en ocasiones, no tienen nada que ver con el interior. Nos
falta meditación, reflexión. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que,
sin ideas, no vamos a ninguna parte.
Hay días que pasan con relativa calma, pero
también hay otros en que se desatan las neuronas y el frenesí pensante o
escribiente. Hoy ha sido uno de ellos. Copio aquí algunas conversaciones
interesantes mantenidas en unos momentos en los que, a veces, ni yo mismo sé
por qué aparecen.
Volver al mismo sitio desde el cual partimos es
sinónimo de eternidad, lo cual suena a ser muy aburrido: dejémonos pues llevar
por los hilos de la vida con armonía, ya que está demostrado que todo llega en
su justo momento, y como quiera que todo comienza y acaba, a su vez, todo
cambia y todo permanece, a veces inalterado, y otras inalterable. Y repito que
de ser así, cuán aburrida ha de ser la eternidad.
XVI
Que la vida histórica de Jesús ha estado
desde hace más de dos mil años entre algodones, no debe cabernos la menor duda.
Y no, porque ella esté cubierta de tantas lagunas como lagos tiene el
continente australiano. Sin embargo, estoy seguro de que a no tardar muchas
décadas, algún día el ser humano abrirá definitivamente los ojos y entonces, de
par en par, alcanzará a ver y contemplar aquello que siempre se ha dicho de que
los árboles nos impiden ver el bosque. Un bosque preñado de tantos y frondosos
árboles que, si alguien, y me da igual quien sea, no lo remedia, seguiremos
ciegos, mudos, y sordos, y si me apuráis, hasta faltos de piernas para poder
huir de tanta corrupción y mentiras por no decir esa falsedad que intoxica y
llega a matar en razón de unos intereses en lo que tan sólo juegan el poder de
un dinero cuyos billetes fueron impresos con tinta roja, muy roja, escarlata
como el color de la sangre.
“Aun la primavera no había dado su último
adiós, y aquella tarde vestida de un tono gris marengo típico manchego, se
deslizaba por la Avenida Corpus Christi, colindante con el Parque de las Tres
Culturas, una finísima llovizna que, aunque, al parecer, inocente, cuando el
transeúnte se descuida se queda calado hasta los huesos; no ocurre así con los
más viejos o despiertos y ya precavidos del lugar conocedores de estas
experiencias.
“Cubierta por un sinfín de Jacarandás en una orilla y falsas Plataneras
en la contraria, los automóviles allí aparcados se veían cual pinturas
realizadas con miles y miles de pequeños lunares transparentes.
“Sorteando pequeños charquitos, tal vez por
poner a salvo de ellos la calidad de sus
magníficos mocasines de piel de Canguro, un jovencísimo y atractivo muchacho,
envuelto en una gabardina tres cuartos, caminaba por el acerado, con un
pensamiento encastrado de tal forma en su cerebro que ni una perforadora sería
capaz de sacarlo de allí. Y así, completamente imbuido en cómo debía de
presentarse, y exponer aquello de lo que era portador, por la gracia de aun no
sabía quién le había hecho merecedor de tal acontecimiento, toda vez que su
destino era, al parecer, y ello le tranquilizaba en cierta medida, realizar la
enigmática entrega.
“Por supuesto que sabía a dónde se dirigía y
quien lo recibiría, pero, ni aun así las tenía todas consigo. Por más vueltas
que le daba no conseguía entender aquello, y se preguntaba una y otra vez: ¿Por
qué yo, si he sido de los últimos en llegar?
“Venancio, al igual que sus compañeros,
quería saber pero no se atrevía a preguntar. Todos querían preguntar pero
intuían las respuestas y les daba miedo conocerla.
“Así que desistieron una vez más y siguieron
en la ignorancia así como con aquel sufrimiento que día y noche les tenía en
vilo. ¿Por qué una y otra vez se negaban ante la evidencia...? Una exposición
que, ante semejantes revelaciones, no podían negar que les creaban, en cierta
medida, un mar de dudas, llevándoles una y otra vez a un callejón sin salida. Y
ellos lo sabían, al menos estaban cada vez más cerca de aceptar aquellas
explicaciones tan llenas de insondables puntos que no se presentaban en
absoluto contradictorios con las notas que, por otros conductos, les habían
hecho llegar sin saber de donde procedían.
“Había sido aquel atardecer de finales del
mes de noviembre, cuando Venancio, se presentó en la casa de Telmo, el cual
dirigía el grupo de estudios teológicos, con el fin de mostrarle aquellas notas
anónimas recibidas a mediados del día en su buzón postal, y con la necesidad
de, una vez convocada la reunión de costumbre ante casos semejantes, proceder a
examinar cuanto decían aquellos extraños papeles.
“Aquello, aun reconociendo en su fuero
interno que no era nuevo, no dejaba de ponerle nervioso mientras en la puerta y
tras tocar el timbre de la forma convenida, esperaba a que esta se abriera
franqueándole la entrada.
“Cuando la puerta se abrió y ambos hombres se encontraron frente a
frente, Venancio, se abalanzó sobre Telmo con un fuerte abrazo. Este hecho, una
vez más, no le cogería de sorpresa toda vez que no era la primera en la que
recibía a su, llamémosle alumno-amigo en aquel estado de agitado nerviosismo.
“Hecho pasar al interior con un más que
reconocido gesto fraternal, fue invitado a que tomara asiento mientras que
Sara, una de las hermanas le traía un vaso con agua. Tras conseguir que se
sosegara, Telmo, al parecer, hermano mayor, con su habitual forma de tratar al
resto de la comunidad, le sugirió una total y tranquilizadora calma a fin de
que le pusiera al corriente de aquello que le había producido semejante estado
de ansiedad.
“Venancio, extrajo del bolsillo interior de
su chaqueta de cuero marrón, un abultado sobre en el que aún se podían apreciar
restos de aquel sello de lacre y con el que fuera cerrado con el fin de
salvaguardar de extraños cuanto de contenido había en su interior.
“Una vez reabierto el sobre y extraídos media docena de folios
amarillentos y puestos en orden dado que el nerviosismo del muchacho lo había
alterado después de leerlo y releerlo, Telmo comenzó a leer por la primera de
las páginas las cuales se mostraban con unas raras marcas, diferentes a una
natural numeración.
“Sin inmutarse lo más mínimo, toda vez que la
primera hoja carecía de cabecera, leyó para sí, en silencio, y con suma
concentración ante una letra poco inteligible, las seis hojas.
“Acabada toda la lectura, y mostrando una
circunspección nada habitual en una persona que a lo largo de su vida no había
dejado de mostrar entereza y solidez en la forma de dirigir a aquel grupo de
jóvenes y menos jóvenes de ambos sexos, al parecer, necesitados de respuestas
fiables a sus inquietudes espirituales, Telmo llamó a Sara para pedirle que, a
través del acostumbrado sistema de citaciones, llamara a todo el grupo con el
fin de una vez reunidos en el lugar de costumbre ponerlos al corriente de lo
acontecido recientemente.
“Al atardecer del día siguiente, y todos
ocupando el gran salón de la casa de Fina, mujer viuda desde hacía unos años, y
entregada posteriormente a las ideas de Telmo desde que lo conociera
personalmente en una conferencia, el bullir de naturales nervios, susurros y
leves comentarios entre los asistentes, no dejaba lugar a dudas de que en la
mente de todos existía la seguridad de que algo se iba a cocer en breves
momentos.
“La presencia de Telmo, hizo que el ambiente
entrara en una relajación distendida, no sin que alguna voz se adelantara para
preguntar al Maestro que era lo que pasaba. Telmo hizo un significativo gesto y
todos, en general, guardaron el debido y respetuoso silencio a la espera de que
él tomara la palabra.
Tras unos minutos de espera, comenzó a leer:
<<Para comenzar, os diré que con esto que os
ofrezco no pretendo juzgar, ni, mucho menos, intentar convencer a nadie. Tan
sólo pediros que analicéis la historia de algunas religiones. En principio
preguntaros por qué la religión cristiana califica a la musulmana como infiel
por el hecho de que ellos, sus seguidores, hayan aceptado a un nuevo Mesías
(mensajero), que les ha traído a un nuevo Dios, al parecer, más justo, más
misericordioso y ese largo etc., de cuyas manifestaciones se desprende que Alá
es el único Dios, y que Mahoma (Abu'I-asim Mohammed ibn Abd Allah), que era su
nombre completo, es considerado como el principal profeta, estando en la
creencia de que nació en el año quinientos setenta, y que, al parecer habría
tenido más tarde, paradójicamente, una revelación directa del arcángel san
Gabriel, la cual quedaría grabada en el libro sagrado del Corán; y esto sucede
en el siglo séptimo (622). ¿A qué religión pertenecían antes de esa
conversión…?
<<El Islam es una religión Abrahamica, hebrea y monoteísta que adora exclusivamente a Alá,
sin copartícipes, y la cual se iniciaría tras las más que rotundas y
magníficamente bien estudiadas manifestaciones de Mahoma en La Meca
(actual Arabia Saudita), y bajo cuyo liderazgo de este nuevo profeta y sus
sucesores, se extendería con extraordinaria rapidez.
<<En este
sentido no debe caber la menor duda de que este personaje llamado Mahoma y que
arrastró a tal cantidad de masa humana, no era más que un renegado ante una
imperiosa, quizás codiciosa, necesidad de adquirir un protagonismo aprovechándose,
sin duda alguna, de la ignorancia y la débil y escasa cultura del pueblo en
aquellos momentos, pues no hay que olvidar que el nacimiento de esta nueva
religión se produce después de una más que consolidada religión cristiana que
lleva ya rodando más de quinientos años, y de la cual se hizo acreedora la
actual iglesia católica, y a la que siguieron un sin fin de otras que fueron
así mismo generando sectas a través del mismo afán protagonista con
manifestaciones semejantes de las que quedaron desprendidos todo un caudal de
intereses materiales y en los que el término Espiritual no aparece por ninguno
de su infinidad de lados.
<<Llegados a este perspectivo punto a modo
de encrucijada, y ante una pequeñísima carga como podríamos llamar a esta
suerte de antimateria, dado que todo se apoya en la eliminación de aquella
religión primitiva cuyos padres Abraham, Moisés; los hebreos, al recibir de
Yahveh, la orden de asentarse en la tierra de Canaán, se pusieron en camino
inmediatamente, partiendo de su patria Ur de los caldeos (Mesopotamia).
Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob dedicados en su periplo al pastoreo
nómada.”
“Leído el último de los párrafos, un silencio
sepulcral invadía el ambiente; todos los miembros, aparte de un nerviosismo
extremo ante aquellas manifestaciones y a la que en su fuero interno comenzaban
a darle cierta veracidad por aquellos papeles cuyo color venía, al menos a
poner en tela de juicio el que tuvieran una antigüedad, se encontraban
expectantes. Y es que lo que les llamaba más la atención era aquel color y
textura parecidos a los famosos pergaminos de Qumrán, hallados en unas
vasijas en la costa norte del mar muerto, y que, al parecer, según profundas
investigaciones, su escritura absolutamente hebraica se habría realizado alrededor
de dos mil años atrás.
“Tras unos minutos de relajante e íntima reflexión,
Telmo se levantó, y guardando de nuevo aquellos papeles en el sobre, pidió
disolver la reunión. La idea, dijo, era volver a reunirse de nuevo después de
haber obtenido la opinión y el criterio de su buen amigo Serafín Sart,
Catedrático de Paleontología de la Universidad Internacional, cuyo trabajo se encuadraba dentro de las
ciencias naturales, y poseedor de un cuerpo de doctrina propio, compartiendo
datos, fundamentos y métodos con una Geología y Biología a la que se encuentra
estrechamente ligada.
“Tras acordar una nueva cita para el siguiente jueves
a la hora de costumbre, todos fueron marchándose de uno en uno, momento que
aprovecharon en la despedida para desearle una feliz ventura en aquella
esperanzadora entrevista.
“El doctor Sart, toda una reconocida eminencia en su
campo, no tardó mucho en leer aquellos casi ininteligibles caracteres, por lo
que sobre las once de la mañana siguiente, y en uno de los despachos anexos a
la dirección de la Facultad de Paleontología, adscrita a la Universidad, se
entrevistaba con Telmo, al que le comentaba el resultado de su estudio, y del
que había extraído que no encontraba nada contradictorio de cuanto encerraban
aquellos papeles; que él, particularmente, era conocedor de aquellos normales
términos, definiciones nada coyunturales y sí de una veracidad muy creíble, por
lo que, en definitiva, su recomendación a nivel del trato que mantenía Telmo
con su grupo, lo propio y más sano, a su juicio, era que mantuviera un debate
con todos los miembros, pues tan sólo de ello se podrían sacar conclusiones
positivas. No dejó de recordarle que, en cualquier momento, cualquiera de los
miembros que componen la comunidad puede ser acreedor de alguna información que, una vez recibida de forma
inconsciente, al respecto, ésta le pudiera haber llegado desde una dimensión
completamente distinta a la nuestra, y utilizando un vehículo así mismo
desconocido.
“Tras el abrazo de despedida, acompañado de un
especial agradecimiento Telmo abandonó la Universidad, bastante satisfecho con
las explicaciones de su amigo.
“Ya en su casa y tras haber cambiado unas primeras
impresiones con Sara, su compañera y licenciada por la Facultad de Teología y Derecho Canónico acerca del
encuentro con el doctor Sart, Telmo se retiró a su estudio. Una vez allí abrió
uno de los cajones del mueble que hacía de librería y extrajo el sobre; de
nuevo abierto, extendió los papeles sobre la mesa y se puso a contemplarlos.
Telmo se quedó un tanto paralizado al reparar en la inicial de cada uno de los
primeros párrafos que se correspondían con cada una de aquellas amarillentas
hojas.
“Puestas en un orden inverso, cada una de ellas
formaban ahora la palaba YESHÚA. Repuesto del sorpresivo descubrimiento comenzó
a releer, ahora partiendo de la página cuyo encabezamiento comenzaba por la
letra Y. Siguió aquel orden, y cuando acabó, aún con los nervios aflorando
sobre su piel, un sopor le hizo cerrar los ojos quedándose dormido…
“Durante el transcurso de aquel borrascoso letargo,
Telmo vivió intensamente un ensueño que, una vez despierto, recordó en
toda su amplitud y profundidad. Consciente de su magnitud y alcance no le
quiso comentar nada a Sara, pensó que sería mejor para él y por añadidura para
el grupo meditar aquella noche, reflexionar e intentar, mediante un exhaustivo
análisis, encontrarle cuanto de bien podía proporcionarle aquel conocimiento
llegado a través de un ensueño, por cierto, no pedido como en tantas ocasiones
ya le ocurriera…
“Al atardecer del jueves, tal como se había previsto,
y ya todos reunidos en el salón de la viuda Fina, Alequia, profesora de Yoga
pranayama, gracias a la cual algunos miembros del grupo habían alcanzado el
control de la respiración, y a través de ello un óptimo poder de concentración,
levantó la mano con el fin de llamar la atención del Maestro.
“Ante este gesto, Telmo, la invitó a hablar, por lo
que la joven levantándose comentó que sabedores, a través de Sara, de que él
había tenido un ensueño, pero, del que nadie sabía nada, en nombre de todos
deseaban conocerlo, y es que entendían, dijo, que todo cuanto concernía al
Maestro debía ser de una más que importante relevancia.
“Así, y sin más preámbulos y con la sencillez que le
caracterizaba, Telmo comenzó a relatar aquello tan vivido y que mantenía tan
fresco desde aquel despertar de nuevo a la vida; él era de aquellas escasas
personas que desde hacía mucho tiempo intentaba hacer comprender al género
humano de su alrededor más inmediato que dormir, si bien era necesario para el
cuerpo, no lo era en demasía, por lo que en cada despertar era como volver a
vivir de nuevo…
<<Caía el sol a plomo cuando me encontré a aquél
otro caminante; iba casi un centenar de metros por delante de mí. Cansado y un
tanto aburrido aceleré el paso por lo que en tan sólo unos minutos me coloqué a
su altura. Con el acercamiento, al pisar aquellos secos guijarros delataron mi
cercanía, él, volviendo la cabeza hacia mí me preguntó qué quién era yo. Tras
decirle mi nombre y escuchar de sus labios el suyo, Yeshúa, algo saltó dentro
de mí, algo a lo que sin saber por qué intenté encontrarle explicación toda vez
que ignoraba de quién podría tratarse; sin embargo, su nombre me llevó a la
necesidad de guardar un instante de respetuoso silencio.
XVII
<<Tras este brevísimo instante, volvió a
preguntar quién era yo, a que me dedicaba, y hacia dónde me dirigía. Al
responderle que me dirigía hacia Jerusalén después de que había partido de
Madaba, con la esperanza de poder publicar mis poemas, pues le dije que era
poeta, él no esperó a que yo le preguntase: Me dijo que también se dirigía a
Jerusalén; que había estado retirado en el desierto durante varios años,
instruyéndose para una labor que habría de realizar en breve, pero, sobre la
que no me quiso dar más detalles; sí me habló y largo sobre aquel lugar donde
estuvo, el cual se trataba de una especie de secta o comunidad judía a la que
si alguien deseaba formar parte habría de pasar unas pruebas para luego estar
allí, al menos tres años y después de este obligado tiempo ingresar durante un
tiempo no determinado.
<<No obstante, tras pasar los tres años, y
considerándose ya preparado para el desarrollo de aquella labor que me
insinuara, decidió abandonar la Comunidad y lanzarse a lo que, según creí
entender, sería de una profunda regeneración interior.
<<Faltando pocos kilómetros, a la caída de la
noche de un sofocante día de calor, por puro acto reflejo mientras buscábamos un
lugar donde tomar un bocado de lo que quedaba en mi alforja y descansar hasta
el amanecer, al parecer, y como brotando de mi subconsciente, al tiempo en que
me detenía a comparar el atuendo que él llevaba con respecto del mío, todo un
ropaje para soportar aquel calor de justicia: buena chilaba de loneta así como
unas buenas sandalias de piel y acolchadas para las aproximadamente once o doce
leguas que había entre Madaba y Jerusalén, con lo cual me veía obligado a
bordear la parte Norte del Mar Muerto, y la sencillez de la túnica no muy
blanca debido al más que evidente uso que tenía, así como unas sandalias cuyas
suelas y muy usadas correas mostraban su vejez, me decidí a preguntar por
qué había dejado aquella Comunidad.
<<En el lugar escogido le ofrecí una de las dos
mantas que yo portaba, detalle este que me agradeció y que tan sólo en su forma
de mirarme vi un profundo agradecimiento sin palabras. Así, una cierta empatía
hizo que me revelara su disconformidad con la religión Judaica a la que
perteneció desde siempre y de cuya doctrina era un fervoroso miembro,
juramentado, y entregado en cuerpo y alma a las leyes de Abraham, entre otros,
como representante de Yahvé, sobre aquella tierra de Oriente Medio, pero, que
estaba dispuesto a trabajar con el fin de conseguir formar una nueva Religión,
y todo debido a que el Judaísmo no aceptaba sus ideas progresistas, y ello,
independientemente de que el porcentaje de seguidores era mínimo en relación
con otras religiones como la Farisaica que era el grupo religioso más
sobresaliente en aquellos momentos, y que se llamaba así porque propugnaba ser
la escogida por Yahvé para salvar la verdad de los hombres y que el día del
juicio fuera la primera en ser salvada.
<<No se compone, me decía, precisamente, de
gentes del estrato superior, sino que abarca toda una categoría social, e
incluso gentes sin formación en su mayoría. Sin embargo, su relación con los
escribas es muy estrecha. Todos los fariseos del Sanedrín son escribas, y
aunque puede haber escribas no fariseos, no es lo común. Es por ello que
Fariseo y Escriba son en la actualidad palabras que vienen a significar lo
mismo.
<<Tengo la obligación de evolucionar y ello me
lleva a andar otros caminos, y no creas que no siento el renegar de mi actual
fe, pero es que hay algo en mi interior que un día sí y otro también me
insiste, me oprime el pecho y temo que el día menos pensado me voy a ahogar si
no me decido a cumplir con lo que, aunque no lo entiendo muy bien, parece ser
que mi nueva actitud ante los hombres hará que cambie el rumbo de muchos de
ellos.
<<No creas que lo he pasado muy bien en aquella
Comunidad. A decir verdad, lo he pasado mal, aunque es justo reconocer que me
enseñaron mucho acerca de cómo habría de ser mi comportamiento de ahora en
adelante; me abrí a ellos en mis deseos e inquietudes más íntimas. Tenía la
imperiosa necesidad de aprender acerca de todo cuanto, aunque, repito, sin
llegar a entender lo que me pedían desde los más profundo de mi interior. Allí,
y ante unas costumbres ajenas a las que siempre viví, fui desenvolviéndome lo
mejor que pude.
<<Fueron días de enseñanzas muy duros; sin
embargo, ante el deseo ferviente de salir airoso dada mi condición de
trabajador nato en razón de defender aquello de que nacemos para servir, ello
me valió para, llegado el momento, entender que ya no tenía necesidad de seguir
entre aquella gente, que había llegado la hora de comenzar mi nueva y
esperanzadora andadura; y fue así que, llegado a este punto, tomé la decisión
de abandonarlos, no sin una profunda despedida y un no menos y obligado y
amoroso agradecimiento por cuanta ayuda me fue prestada.
<<Como de pasar de la noche al día, y sin parar
de digerir cuanto durante aquel trayecto había estado meditando acerca de
aquellas revelaciones, nos encontramos ante la puerta de Jerusalén, esta
llamada de Sion, donde nos despedimos; curiosamente, y en esa parte del
ensueño, yo me apeaba de aquel burrito marrón con orejas blancas y que, al
parecer, había sido mi transporte durante todo el trayecto, detalle éste que, por
otra parte, tampoco entendí.>>
Llegado a este punto considerado como final del relato
detallado del ensueño, Telmo, sabedor de la alteración emocional que se podría
formar en cualquier momento, pidió guardar unos minutos de silencio y que cada
uno fuera reflexionando sobre lo escuchado…
Todos con la cabeza gacha y los ojos
cerrados, obedientes al deseo de su Maestro, se entregaron a ese momento en el
que la mente humana, si se consigue mediante una férrea voluntad, se
desvincula, o sería más justo decir la desvinculamos de otras realidades,
quedando aparcada en otro lugar mientras nuestros deseos trabajan sobre la
alfombra mágica de esa voluntad.
Así, y sobre ese tapete en blanco, ahora
todos o casi todos, tan sólo leían mentalmente lo que momentos antes habían
escuchado. Pasados unos minutos la voz de Telmo se dejó escuchar para preguntar
con un tono todo armonía, que les había parecido, y que opinaban acerca de
aquel extraño ensueño.
Samia, estudiante de Teosofía en su tercer
grado y muy identificada con la investigación sobre el conjunto de
doctrinas religiosas que defienden que el conocimiento de Dios se puede
alcanzar sin necesidad de la revelación divina, levantó la mano solicitando
permiso para hablar. Concedido éste, presentó el ensueño desde un prisma con
aspecto místico a la vez que aseguraba estar en la creencia de que debía de
tratarse de una revelación, aunque no podía explicar el origen de esta,
asegurando de que seguiría estudiándolo en profundidad y que más adelante
seguro que en algún momento le llegaría una respuesta, a su juicio, aceptable,
al menos así lo esperaba.
Desde el otro extremo del salón, erguido
sobre su silla y sin solicitar hablar, Marcos, dirigiéndose a todos manifestó
su desconcierto al exponer si cuanto opinaba Samia no hacia llevar todo ello a
la creación de una nueva secta.
Tras este último comentario, Sara tomó la
palabra para tranquilizar a uno y otra, y pedir que se centraran todos en las
revelaciones que Yeshúa, el compañero de viaje en el ensueño, fue descubriendo
durante el trayecto.
Yo he creído, o al menos me ha parecido
entender que ese personaje al que, sin duda alguna, identifico como Jesús de
Nazaret, se viene a decantar como el mismísimo Mahoma, o como aquellos tantos
otros y otras que, en reconocidas órdenes, abdicaron por no decir renegaron de
su juramentada Fe o acatamiento a unas sagradas reglas, para, en un afán de
protagonismo, erigirse en cabeza de una nueva institución, porque al fin y al
cabo de qué estamos hablando, dijo, cuando se trata de un juramento de
fidelidad a una doctrina sin más, y por poner un ejemplo ahí tenéis al Opus,
porque ¿quién era su fundador? Un Jesuita tardío que después de llegar tan sólo
a Capellán de la iglesia Católica a la que juró fidelidad eterna en el nombre
del Altísimo, de la noche a la mañana aseguró haber recibido de Él el deseo de
que fundara una institución como el Opus Deis, al fin y al cabo una secta más
de las muchas en la que si te adscribes como miembro será difícil el poder
salir.
Estas manifestaciones y a las que el resto
había prestado sumo interés las había exteriorizado Lionel, uno de los miembros
más mayores del grupo que, llegado de fuera de nuestras fronteras, había
conseguido huir de una secta de aquellas consideradas sumamente peligrosas.
Rafael, médico de mediana edad y
perteneciente a la sanidad pública, apoyando cuanto dijera Lionel, apuntó su
ignorancia acerca del por qué una persona a la que según la historia fue
llamada para tan alta empresa, y que según esta orden o como se le quiera
llamar vino de Yahvé, su Dios, entonces, tuvo que acudir a aquella comunidad
para instruirse, para aprender qué, se preguntaba.
Ante estas reflexiones el que, al parecer, se
encontraba un poco incómodo o un tanto nervioso era, precisamente Telmo, quién
dirigiéndose al grupo pidió cierta tranquilidad ya que eran varios miembros al
mismo tiempo los que deseaban comentar sus opiniones más particulares.
Así, de entre los sentados en la primera
fila, Joel, ebanista de oficio, tan sólo quiso apuntar que, si bien no sabía a
qué carta quedarse acerca de todo lo escuchado hasta entonces, por qué en
nuestros días no utilizábamos el nombre de Yahvé y tan sólo decimos Dios que es
un término aplicable a cualquier deidad.
Clara, paradójicamente, novicia en una orden
religiosa, dijo que ella siempre lo llamaba Padre en oraciones y plegarias, por
lo que no lo consideraba necesario llamarlo de ninguna otra forma.
No es eso Clara, la cuestión es por qué
Yeshúa, Jesús, tuvo que cambiarle el nombre cuando Yahvé era el nombre
del origen: recuerda como es llamado desde Abraham, Moisés etc., dijo Joel, sin
dejar de moverse un tanto inquieto en el lugar que ocupaba.
No obstante, habló ahora Fina, la viuda y
además una estudiosa y
pedagoga que, entregada a los jóvenes de su instituto, aunque ya retirada,
seguía manteniendo las enseñanzas de Jesús, cuando era requerida por la
Pastoral de su Parroquia con el fin de preparar religiosamente a aquellos niños
y niñas que habían de hacer su primera comunión.
En el uso de la palabra, manifestó su desacuerdo en
que Jesús fuera el primero que renegara de la Fe de sus mayores en el
tiempo, toda vez que, en aquella época, ya lo habían hecho los fariseos, al
frente de su líder Eleazar, Jefe de un grupo o movimiento político-social y religioso
así como Escuela del Pensamiento Judía en la Tierra de Israel durante el
período del Segundo Templo.
La nueva religión farisaica, manifestaba, evolucionó
para convertirse en la base litúrgica y ritual del judaísmo rabínico. Los
fariseos eran especialmente conocidos por su relación con los orígenes del
cristianismo y por sus conflictos con Juan el Bautista, y también con
Jesús al que, al parecer, y siendo conocedores de los desacuerdos de éste con
la doctrina y la fe Abrahamica, y que al igual que los fariseos era seguidor
absoluto del dogma implantado por el Talmud así como por las enseñanzas de la
Torá. Sin embargo, tened en cuenta que tanto los unos como los otros renegaron
de su fe. Y es curioso observar como en el Nuevo Testamento se menciona incluso
a Pablo como miembro del fariseísmo antes de convertirse al cristianismo.
Sin embargo, a
mí, particularmente, lo que más me llama la atención y sobre lo que no dejo de
meditar es: El Fariseo reniega de aquella fe Abrahamica, y conociendo las ideas
de Jesús, le ofrece a éste que se una al nuevo movimiento. Jesús no acepta, y
además critica su forma de ser; de hecho los acusará de falsos e hipócritas,
pero he aquí mi pregunta: ¿por qué entonces Jesús también, y en paralelo se
desvincula, reniega de su religión aun habiendo pertenecido a ella como Rabino?
XVIII
Un murmullo recorre el salón de un extremo a otro. Y
será otro joven, Julio, filósofo, el que le recordará al grupo el pasaje de
cómo Yeshúa se enfrenta a aquella distancia entre la costa Norte del Mar Muerto
y Jerusalén, primero, sin una ropa adecuada dada las bajas temperaturas que por
aquellos lugares se suelen padecer por las noches aún a pesar de los sofocos
durante el día, y segundo, sin tan sólo un pellejo de agua y un zurrón con algo
de alimento. Acaso pudiera ser que ya había recibido anticipadamente la
condición de la que más tarde todos somos conocedores a través de unos textos
bíblicos que, a mi juicio, nunca fueron constatados excepto por lo que sabemos
a través de la Iglesia Católica y sus conocidas manipulaciones. Por otro lado,
datos puestos de continuo en tela de juicio dadas las posturas de muchas
iglesias en razón de un sin fin de intereses materiales.
Lionel, apenas Julio acabó, comentó que como teoría
estaría bien, pero que él no le veía sentido toda vez que, sobre el tema que
nos ocupa, la persona de Jesús carece de valor histórico hasta que se encuentra
con Juan el Bautista en el Jordán. ¿Acaso es ahí donde Jesús, según los
escritos canónicos, comienza su verdadera historia? De ellos se deduce que
hasta entonces la vida de Jesús se desconoce; sin embargo, en ese momento,
parecer ser que Juan lo intuye, pero, ¿cómo no lo reconoce siendo su primo...?
¿Y de dónde saca Juan aquella manifestación categórica, a cuantos se encuentran
allí, de que éste es el Hijo de Dios? ¿Acaso no somos todos hijos de Dios? En
este sentido, es de lamentar que la Iglesia Católica aún siga perseverando en
que además debe proclamarlo categóricamente como que es el Unigénito.
También a Fina quiero recordarle que ya casi un siglo
antes, en Jordania, se dio el caso de un Mesías, según un texto hebreo
precristiano. También en Jerusalén un texto hebreo precristiano nos muestra la
idea de un Mesías que habría vuelto de entre los muertos después de tres días,
y de forma anunciada.
Sin embargo, otra de las preguntas que yo me hago es
¿Por qué Jesús siendo un Rabino, y según las escrituras habiendo dejado con la
boca abierta a los doctores de la Sinagoga en sus lecturas, de la Torá, y
recomendaciones posteriores en cuanto a la misma, cuando, además contaba con
tan sólo doce años, no quiso nunca ser Sanedrita?
¿Tal vez porque descubrió que el Sanedrín, por razones
que se desconocen, estaba confabulado con los gobernadores que Roma destinaba a
Jerusalén?
Al comentario de Lionel, insistió Fina: De
hecho, al parecer, existe de entre unos restos que fueron descubierto no hace
muchos años en uno de los socavones que acostumbran a formarse en la bajamar,
en la costa Oriental del Mar Muerto, una tablilla alusiva a la venida de un tal
Shimón como Mesías. Y otra que en los manuscritos del Mar Muerto se describe a
un "Maestro de Justicia", muy anterior a Jesucristo, y en la que dice
venir -aunque no se entiende- a salvar a los judíos.
Venancio, que había estado siguiendo los comentarios cabizbajo, apoyado
sobre su espléndida y poblada barba, levantó la cabeza, y mirando directamente
a Telmo se pronunció en el sentido de que a él le parecía, o más bien intuía en
que interpretaba el ensueño ilusionante en que el grupo que empezaba a formarse
y que ya contaba más de veinte miembros, si cada uno consiguiera atraer a más
seguidores la comunidad crecería como la espuma. Y aseguró que así es como se
forman las grandes sectas. Y agregó: creo que Telmo va a ser, y a mí me parece
que ya lo es un buen Guía Espiritual, dijo sonriendo y mostrando el mayor
desparpajo y convicción.
Telmo le devolvió la sonrisa, y agradeciendo
la confianza pidió, dada la hora de la noche, ya bastante avanzada, continuar
con el debate otro día pues se sentía muy satisfecho con los datos aportados en
razón de estudios, opiniones y las interpretaciones aportadas por casi todos
los miembros asistentes.
Así mismo recomendó estar siempre al acecho:
que las fuerzas negras no descansan y a nosotros concretamente nos queda aún
mucho trabajo. Cerró la reunión diciendo si les gustaría a todos continuar con
qué pudo haber ocurrido si el ensueño no hubiese concluido a la entrada de la
puerta de Sion en la despedida de ambos compañeros…
Cuando ya todos se habían marchado, Telmo, en unión de Sara, se despidió de
la viuda una vez más con el consabido agradecimiento por permitir el que fuera
su casa el lugar no sólo de encuentros causales sino el de la celebración de
las reuniones, además del lugar ideal en el que a veces se proyectaban nuevos
movimientos al objeto de atraer a posibles prosélitos afines a sus ideas
espirituales así como a las religiosas en su calidad de antesala de las
primeras.
Ya en la puerta, Fina con la sonrisa que la caracterizaba, volvió a
preguntarle a Telmo si algún día le querría hablar acerca de su vida. Telmo
devolviéndole la sonrisa, se limitó a asegurarle que cuando el grupo estuviera
preparado, él así lo haría, y que sería llegado el momento de conocer, en
profundidad, el por qué cada uno de los miembros se encontraban allí. No seré
yo solo, como tampoco, y aunque te sorprenda, serás tú la única. Todos lo
haremos desde una voluntariedad absoluta, ello nos ayudará a conocernos mejor,
conocer el pasado así como sus inquietudes presentes; ello será fundamental
para darle a este proyecto en común y, por así decirlo de una manera pedagógica
espiritual que aquello que entiendo como un mensaje recibido de las altas
esferas, tenga un final feliz, el cual espero nos llevará a alcanzar un
altísimo nivel de vida interior a través del cual veremos una luz diferente.
Dicho esto, abandonaron la casa de Fina, no sin comentarle que en próximos
días tendría noticias suyas con vistas a una nueva reunión.
Pasadas dos semanas desde la última reunión, cada uno de los miembros que
componían el grupo y a través de las llamadas telefónicas realizadas por Fina a
petición de Telmo, de nuevo quedaron emplazados para el viernes siguiente, a la
hora de costumbre.
Aquel nuevo encuentro en la casa de la viuda Fina, y ya todos ocupando un
par de sofás, con sus correspondientes sillones, a modo de tresillo, y algunas
sillas, todo colocado de forma que formaran una especie de media luna, desde
cuya ubicación cada uno se encontraba cómodamente instalado alrededor de Telmo,
éste dio por comenzada la reunión tras el fraternal abrazo colectivo, así como
el saludo de rigor acostumbrado desde aquel primer día en que se iniciaran
aquellos contactos tan deseados por algunos en razón de sus altas inquietudes
espirituales, la lógica y natural búsqueda de otros, manifiestamente cansados
ante la observancia de una sociedad, a su juicio, un tanto degradada por la
influencia de tantas lacras sociales, y la no menos e importante intolerancia
de parte de facciones que, o bien se sienten incómodas o negadas ante unas
ideas sin esperanzas en encontrar algo mejor con el fin de poder realizar sus
ilusiones, alcanzado un horizonte donde la pureza del ser humano brillara como
el sol que nos da vida y alumbra cada mañana.
Tras el paréntesis, fue la viuda Fina la que dirigiéndose a Telmo, le
solicitó abrir la reunión con un tema inusitado, pues si bien éste ya había
quedado acordado de antemano, fue ella la que quiso hablar de su matrimonio con
Alberto, y sobre el que comenzó diciendo que había sido un militar de alta
graduación, un Jefe como ella le llamaba dada su especial forma disciplinaria
de querer educar, no sólo a sus dos hijos, sino también y de forma tan ruda
como dura a ella misma.
“Las guerras como ya sabemos los que peinamos canas, son una
fuente de traumas psicológicos tanto para los combatientes como para la
población civil. La feroz represión impuesta a los perdedores de la Guerra
Civil no sólo impidió toda posibilidad de superación de los traumas que la misma
guerra conllevaba, sino que añadió una carga abusiva de sufrimiento. La
política de terror y silencio impuesta durante la dictadura creó el escenario
capaz de generar una verdadera epidemia de verdadero estrés postraumático. En
este sentido, os podéis imaginar las
condiciones sociales y políticas que propiciaron dicha condición al tiempo que
pretendían borrar la memoria herida de las víctimas. Había vivido tantos
momentos de desesperación y represión…
“Por ello, es justo reconocer, que él quedó muy afectado por todo a
aquello; fue por esta razón que no por otra el que, aunque lamentándolo en lo
más profundo de su corazón, autorizó a nuestros hijos, tanto a Abelardo como a
Gregorio, a que se emanciparan aun a pesar de no haber alcanzado la mayoría de
edad, y es que, los hermanos se llevaban de maravillas, hasta el extremo de que
ambos estudiaban la misma carrera de Ingeniería, así como que eran excelentes
participantes como jugadores de Rugby en el equipo de la Universidad, y donde
eran muy conocidos por su gran y destacado comportamiento social.
“Y razones no les faltaba a los dos hermanos, ambos coartada parte de su
libertad por la condición de un padre que no tenía otra meta para su casa, unas
reglas que escapaban absolutamente a lo más elemental para dirigir felizmente a
una familia.
“Por esta razón y con mi beneplácito, que no del todo y de buen grado de su
padre y tutor, tanto Abelardo como Gregorio, dadas sus magníficas notas y un
aprecio especial por el Claustro, consiguieron unas becas que los llevarían a
la Universidad de Oxford en Inglaterra, y cuya Institución Académica quedó
encantada ante la elección de los muchachos cuando el Rector inglés conoció el
expediente que le fuera enviado, regocijándose de tener en sus filas a tan
buenos estudiantes así como, por añadidura, excelentes jugadores.
En este caso, y en un leve impasse de Fina, Venancio comentó: Fina, ahora
habría que decir eso de “de tal palo tal astilla”, que el refrán también se le
puede aplicar a la madre.
Dicho esto, todos se sonrieron; Telmo agradeció el inciso ya que hacía rato
que venía observando como a la mujer le vibraban los labios con un tremolar
lleno de un sentimiento difícil de dejar en el fondo de cuanto narraba.
“Ahora me encuentro, muy a gusto entre vosotros, y muy contenta con que mis
hijos tomaran aquella decisión; es cierto que sufrí mucho cuando me quedé, en
cierta medida, sin ellos, aunque feliz por saber cómo se encuentran
semanalmente a través de las videoconferencias que celebramos.
Cuando una persona como yo se ha dedicado toda su vida a la Enseñanza, y
conociéndolos a ellos mi tranquilidad de conciencia es absoluta al recordar de
cómo sin el menor reparo no me opuse a su marcha. Sabía que ello iba a venirles
muy bien como así viene siendo hasta ahora. Cuando nos hablamos y les cuento en
lo que estoy metida, el más pequeño me comenta que él ya sabía que tarde o
temprano, y dados mis afanes por la Teología y la búsqueda Espiritual, acabaría
encontrando gente que llenara muchos de aquellos momentos de mi vida en que estaría
pensando en ellos.
“Aun recuerdo aquella época en la que recién jubilada, y dedicada a los
niños de la Parroquia, en la que practicaba las enseñanzas del Nuevo
Testamento, con fines de preparación a las comuniones en calidad de Catequista,
o en la Pastoral de los fines de semana, cuando volvía a casa, ya que mi marido
no quiso acompañarme jamás diciéndome una y otra vez que no quería beatas en su
casa, yo me sentía muy infeliz, así que aunque parezca una persona, en cierto
sentido mala, cuando murió, y que Dios me perdone, me sentí libre, tan libre
como me siento ahora con todos vosotros aquí en mi casa, que para mí no sólo es
una necesidad sino además de un placer con el que he llegado a entender que
incluso es una obligación que me llena cada día y cada noche.”
Tras un profundo y respetuoso silencio, Telmo, agradeció aquel momento tan
lleno de la más sencilla y humilde forma de hablar acerca de su intimidad
familiar, con lo cual los hacía a todos un poco cómplices de un sentir que
ahora llenaba todo un ambiente en el que destacaba la ternura, y a la que
Samia, levantándose y dirigiéndose hacia Fina la abrazó y besó, no pudo
resistirse dada su condición de persona dedicada al estudio de la Teosofía, un conjunto de enseñanzas y doctrinas
difundidas bajo ese nombre por la gran Helena P. Blavatky (también conocida
como Madame Blavatky), magnífica
escritora, ocultista y Teósofa rusa de finales del siglo diecinueve.
Después de un pequeño receso de minutos
contados, y en los que Lionel a petición de Fina trajo una gran bandeja con
tazas, así como una cafetera de la que se sirvieron todos a excepción de Telmo
que, según manifestó no ser amante de la cafeína, por lo que Fina,
personalmente, le preparó un té de hierbas, pues ya sabía de sus debilidades.
Depositadas cada una de las tazas en la
bandeja y retirada esta por el mismo Lionel quien la llevó de nuevo a la
cocina, Samia mirando a Telmo y tras recibir una mirada cariñosa de éste dio
comienzo a dar a conocer parte de su existencia, así como los motivos por los
que se había hecho amiga del grupo.
XIX
Como ya sabéis algunos de vosotros, mi nombre
es Samia Niegguer; nacida en Nápoles (Italia) aunque de padres rusos, y
cristianos ortodoxos que, por asuntos de trabajo, acabaron en el país vecino
para más tarde trasladarse a España, donde ahora viven retirados desde hace más
de diez años.
“Con idea de conocer costumbres y culturas
relacionadas con el Ocultismo, tomé la decisión de emanciparme por lo que he
viajado por India, Pakistán, Grecia, así como otros entre los que se cuentan
Argelia o Marruecos. Este país y en concreto la ciudad de Fez me acogería con
entusiasmo aquella semana en la que se celebró un Congreso de ocultistas y
personas dedicadas a las ciencias ocultas, cuando supieron de mis profundas
inquietudes, conocimientos, y donde había estado.
“Os puedo decir que desde muy joven me
incline por las atrayentes experiencias de Alexander, un viejo amigo de mi
padre que era Pope (sacerdote de una iglesia Ortodoxa). Él me llenó con unas
historias que al final darían alas a mi fantasía y a mis deseos de saber más
acerca de la Teosofía desde la perspectiva de que es uno de los tantos nombres utilizados para designar a una sabiduría sin edad,
eterna, que no es otra que el conocimiento de la verdadera realidad.
“Del mismo modo que la ciencia
no crea las leyes que rigen la naturaleza sino que las descubre, la Teosofía,
al menos para mí, es la realidad, y todos los seres humanos vamos aprendiendo
progresivamente las más óptimas porciones del conocimientos de esta realidad;
al mismo tiempo y como buen cristiano no dejó de interesarse en que también
tuviera algunos conocimientos bíblicos, sobre todos y no sé porqué con cierta
insistencia, en los que se referían al Nuevo Testamento, especialmente a todo
lo escrito sobre los Hechos de los Apóstoles.
“Así, mis primeros pasos en el
mundo de la búsqueda e investigación de la vida religiosa y Espiritual me
llevaron, estando en la India, a Adyar, un enorme vecindario en el Sur de
Chennai (antigua Madras). Este se encuentra en la orilla Sur del río Adyar;
perteneciente a la región de Gandhi Nagar siendo una de las localidades más
ricas, y en la que tuve una estrecha relación con una Organización Esotérica y
en la que estaba encuadrada la Sociedad Internacional de Teosofía.
“Como quiera que mi facilidad
para el aprendizaje de idiomas fue captado por Nerendra, uno de sus jóvenes
dirigentes, éste se interesó por enseñarme, ofreciéndose a ello durante algunas
horas. No puedo negar que allí adquirí grandes conocimientos acerca de la
Religiosidad y Espiritualidad de aquellos pueblos y sus culturas ocultas, sin
embargo, también viví uno de los momentos menos de deseados durante el periodo
de aquella estancia.
“Dada nuestra juventud, me
ofreció vivir en su casa. Al principio todo marchaba bien en lo que a
enseñanzas y reflexiones sobre el mundo actual se refería, hasta que cierto día
y tras la fiesta llamada de “Los Colores” que se celebra por Marzo y en la que
se consume el Masala Chai bebida tradicional de la India, hecha de té muy
especial y en el que, combinado té negro con diferentes especias este compuesto,
ayuda a mantener el cuerpo caliente siendo además muy reconfortante.
“Aquella noche, noté a Nerendra
muy acalorado. Cuando regresamos a la casa se empeñó en preparar un poco de
Masala Chai. Aunque no de muy buen grado, acepté por lo que él se metió en la
pequeña cocina y comenzó su ritual de preparación. Mientras me acomodé en el
pequeño saloncito hojeando algunas revistas de corte esotérico, y en las que se
encontraban insertos artículos muy interesantes referentes a la no admisión por
parte de la ciencia de muchos de los temas que normalmente se trataban en la
Sociedad Teosófica y que daban pie a algún que otro debate aun a pesar de, como
yo dije siempre, porque debatir, si aquí estamos todos en el mismo bando.
“Cuando salió de la cocina
portando una pequeña bandeja, regalo de sus padre, junto con un par de teteras,
cosa que no dejó de merodear por mi cabeza, ya que mi primer pensamiento fue
¿Por qué dos? Podría haber preparado la del desayuno que es mayor?
No obstante, estaba tan cansada, que dejé de darle
importancia, por lo que tras un pequeño brindis, nos tomamos la dulzona bebida.
“Comentando una serie de
artículos recién publicados por una Universidad Europea, comencé a sentirme un
tanto mareada; pensé en ese instante, que ello posiblemente se debía a aquellos
momentos vividos durante la fiesta y en la que entre cánticos y ofrecimientos a
los dioses de costumbre, junto con el aroma de la flores y el intenso olor que
desprendían la infinidad de varitas de incienso, hiciera mella en mi mente ya
de por sí un tanto cansada tras el trabajo realizado a lo largo de aquellos, a
veces, infatigables, días.
“No obstante, aproveché el
momento en que Nerendra, dijo que iba a ponerle un poco de agua a una planta
que tenía a la entrada, y que se trataba de un “Lirio de la Paz”, al parecer,
muy querido en la india; el caso es que le dije que me iba a la cama, que me
encontraba cansada, comentario este al que él no le dio importancia limitándose
a darme las buenas noches.
“Mi sorpresa, como podréis
imaginar, fue de lo más desagradable, cuando al despertar por la mañana me
encontré con que estaba completamente desnuda y viendo mi camisón de dormir
tirado en el suelo, al lado de la cama. Entonces recordé la noche anterior, la
charla y las dos teteras, por lo que algo me dijo en mi interior que había sido
violada durante el sueño.
“Sin embargo, reconocí que no
me sentía dolorida lo más mínimo. No obstante, tras observar en la sábana unas
manchitas lechosas, ya no me cupo la menor duda.
No sentir dolor alguno fue debido en primer lugar a que no
era la primera vez que había realizado el acto sexual con un hombre, aunque las
anteriores, a diferencia de esta, fueron absolutamente consentidas, y en
segundo lugar, y con toda seguridad, habría utilizado un preservativo bien
lubricado.
“Salté de la cama, sin dejar de
dar vueltas a mi imprudente confiar, y me dirigí al Cuarto de Baño. En él, y
tras una más que exhaustiva exploración, hube de reconocer que me encontraba
completa y perfectamente limpia ¿acaso se había detenido a asearme
concienzudamente?
“Salí del Cuarto de Baño, con
la idea fija de recriminarle aquel abusivo comportamiento aprovechando
semejante momento, pues estaba segura de que se había producido la violación,
pero cuál fue mi sorpresa cuando junto a las dos teteras encontré una nota en la que me decía que había tenido
que ausentarse, al parecer, le habían pedido que viajara a la ciudad de Jarayam
Nagar, en la costa, y en cuyo templo debía estudiar unos texto antiguos, y que
me pedía perdón por el comportamiento, pero que no pudo remediarlo aunque debía
creer que lo intentó.
“Esa misma mañana, después de
desayunar, me fui a ver al Presidente de la Sociedad. No se encontraba en su
despacho por lo que me limité a comunicarle a través del Secretario de la
Institución, que abandonaba tanto mis estudios como mi estancia en Adyar, y que
regresaba a España.
“Aquel viaje de vuelta fue el
más duro de los realizados, pues no dejaba de pensar en cómo me pude confiar de
aquella manera tan extrema, así que entre sollozo y sollozo, transbordo y
transbordo, sin dejar de llamarme estúpida una y otra vez, acabé
definitivamente aquel oneroso viaje a la India.
“Ya de vuelta en España y
nuevamente asentada en “Toledo, solicité ser inscrita en la Facultad
de Humanidades aquí en esta ciudad, y perteneciente a la
Universidad de Castilla-La Mancha.
“Durante los dos primeros
meses, y dados mis conocimientos y trayectoria, se me solicitó para realizar
estudios sobre el Monasterio Cisterciense de Santo Domingo de Silo, aunque más
conocido como el Convento de Santo Domingo “el Antiguo”.
“En él, alcanzaría una alta
estima gracias a los resultados obtenidos; un trabajo que no haría yo sola,
sino que fue muy bien ayudada por la Coordinadora del Convento Sor Inmaculada,
la cual trabajó junto a mi codo con codo, hasta que no tuve más remedio que
dejarlo de forma temporal por recomendación médica.
“Yo no me había dado cuenta,
pero fue Sor Inmaculada la que, una mañana al cambiarnos de ropa para entrar en
la Cripta de la Iglesia, que me comentó que de cuánto estaba embarazada.
“Como no podía ser de otra
manera, mi sobresalto fue de lo más morrocotudo por lo que de inmediato, y
antes de colocarme el mono de faena, me miré en el espejo; no podía creer, o
sí, lo que estaba retratando el cristal al colocarme las manos sobre el bajo
vientre, por lo que me dije abiertamente: “¡aquél sinvergüenza que presumía de
ser una persona tan Espiritual, me engañó bien!”.
“Ahora es lógico que os hagáis
varias preguntas, pero, no hace falta. Yo os daré las respuestas: De aquello ya
ha transcurrido más de un año. No volví a la facultad y por consiguiente,
tampoco al Convento, aunque aun mantengo una maravillosa relación con aquella
monja tan bondadosa, trabajadora y buena, y conocida como Sor Inmaculada.
“Meses después, y sin la menor
dificultad, di a luz a una preciosa niña India, con la que mi madre está
encantada y yo, evidentemente, también, aunque no dejo de pensar cuál sería mi
comportamiento si algún día, y por ese azar en el que, por supuesto, no creo, y
sí por esas causalidades de la vida, me encontrara frente a frente con su
padre.
“Verdaderamente sería todo un
dilema aunque justo es reconocer que tratándose del padre habría de buscársele
al momento un tratamiento un tanto especial, dijo Fina, mirando directamente a
Telmo, que sonriente ante el comentario, se limitó a decir: Bien, a menos que
alguno de vosotros desee hacer un comentario al respecto, aunque os recuerdo
que sobre ello no vamos a abrir ningún debate, por lo que es preferible que de
forma íntima y personal cada cual realice las reflexiones que crea conveniente
acerca de cada uno de los temas que en calidad de, digamos, presentación se
vayan sucediendo, pues ello no hará más que enriquecernos interiormente.”
Con el fin de que cada uno
fuera meditando, y a su vez reflexionando cuanto quedaría expuesto en esta y
futuras reuniones, y en las que cada cual aportaría durante cada sesión, no
sólo sus inquietudes sensoriales respecto de los temas que se iban tocando,
sino de aquellas personales motivaciones que les habían inducido a entrar en el
grupo, Telmo, ante el tiempo consumido por la exposición tanto de Fina como de
Samia, éste decidió que ya estaba bien por aquel día, por lo que al tiempo que
recomendaba se pensara en todo lo expuesto, lo mejor sería continuar en otra
ocasión, para lo cual le pidió, una vez más permiso a Fina, a fin de realizar
la siguiente reunión el próximo Martes a la misma hora.
En esta ocasión, adelantarían
unos días con el fin de que no se enfriaran los pensamientos de cada uno en
razón de lo que habían escuchado hasta ahora, y de esta forma estudiar la mejor
manera de realizar sucesivas exposiciones.
Con esta última recomendación y
con la que todos estuvieron de acuerdo se disolvió la reunión, no sin que
Lionel, reteniendo a Telmo en la puerta de la calle, le solicitó permitiera el
que fuera él el siguiente en exponer todas aquellas inquietudes que estaba
deseando exteriorizar.
Tras un sincero y fraternal
abrazo al tiempo que unos a otros se deseaban un feliz fin de semana, todos
abandonaron el edificio, tomando cada uno la dirección de sus domicilios respectivos, aunque algunos de
ellos, bien por una razón de nueva y relativa amistad, se detendrían en alguna
cafetería cercana al objeto de celebrar el nuevo encuentro así como de
estrechar lazos que más tarde y gracias a aquellos conocimientos tan profundos
les harían llegar a ser mejores personas en el campo, no sólo de la
solidaridad, sino de la entrega hacia sus semejante, pues como decía Telmo, en
más de una ocasión “estamos aquí para servir”.
Aquella otoñal tarde de Martes,
algunos miembros del grupo ya se encontraban ante el portal de Fina; charlaban
amigablemente entre ellos comentando, a lo que cada cual habría dedicado un fin
de semana que se vio oscurecido por una nevada impropia de la época, pues
alguno consideraba que aún no era tiempo de que se dejara caer aquella fuerte
granizada que más tarde y ya muy anochecido habría convertido todos los
espacios como propios de una postal de lo más navideña.
En un aparte de la pequeña
reunión, se encontraba Lionel, inmerso en un dédalo interior del que, al
parecer, y tras mucha meditación no acababa de salir, y es que de continuo y
durante todo el fin de semana no había hecho otra cosa que preguntarse: “¿cómo
estoy metido de nuevo en otra historia…?”
De este ostracismo fue sacado
por la voz de Fina, cuando asomándose a la puerta, dijo que ya podían pasar…
Una vez todos en el interior y acomodados como de costumbre,
Telmo, tras saludar al modo habitual o sea con la mano en el pecho y una
sonrisa de oreja a oreja, dio comienzo una nueva sesión. Así y mirando a Lionel
le dio a entender que podía iniciar a exponer su inquietud y para la que no
habría límite de tiempo, pues tiempo era lo que tenían hasta la prudencial hora
de retirarse todos y quedar a la espera de una nueva cita.
Así y aun a pesar de la relativa edad que ya pesaba sobre sus anchos
hombros, no pasaba inadvertido que era un manojo de nervios, por lo que sin más
espera comenzó:
“Nací en Alcolea del río, en la provincia de Sevilla y al borde del río
Guadalquivir que la baña. Muy pronto mis padres decidieron trasladarse a
Barcelona concretamente a un pueblo llamado Sabadell y en el que existe una
industria textil. Allí mi padre trabajará como mecánico de máquinas de
hilaturas.
“Con el tiempo, la edad de mayoría cumplida, y unas
inquietudes espirituales descubiertas por una persona cercana al ámbito
familiar, fui invitado a acudir a un grupo de gente que se reunía periódicamente
para, entre cánticos y oraciones, cubrir sus necesidades religiosas.
“Como quiera que ello no me cuadraba, toda vez que no
encontraba la suficiente base para invertir mi tiempo allí, decido irme a
América tras haber oído comentarios, al parecer, de cierto interés acerca de la
iglesia de los Gedeones, una seria organización cristiano
evangélica de hombres de
negocio, y entregados profesionales, dedicada a la distribución, casa por casa,
de copias de la Biblia traducida a muchos
idiomas y en países muy diferentes.
XX
“Como quiera que tampoco fuera lo que iba buscando, me quedé
un tiempo trabajando en lo que me salía. Y fue en aquel tiempo que conocí a una
muchacha estudiante de historia y que, puesta al corriente de mis
inclinaciones, me habló de la iglesia de la Cienciología a la que ella así como
su familia pertenecía.
“Allí me llevó, y una vez presentado, y haberme puesto al día, en calidad
de neófito, acerca de la organización, a su manera, claro, decidí junto a ella
hacer la prueba. Me convencieron sobre todo los estudios, aunque me escamaba un
tanto el trato en razón de los trabajos que había de realizar diariamente y que
no consideré propio de quien tiene en su mente una búsqueda absolutamente
definida.
“Esto que os comento a continuación y que,
por supuesto, es parte de mis vivencias, trata sobre un grupo de jóvenes que,
acusados de delitos que no habían cometido, decidieron tomarse la Justicia por
su mano.
“Una
vez terminada la aventura, se celebró contra ellos un juicio, según sus normas,
del que, por cierto, curiosamente, salieron completa absueltos.
“No obstante, este juicio fue
considerado como algo muy especial
dentro del ámbito de una grandiosa ciudad y en la que en aquel tiempo me
encontraba realizando un complicado trabajo de captación para la, iglesia de la
Cienciología que, como ya sabéis, era y sigue estando activa desde mediados del
pasado siglo veinte.
“Este, por llamarlo de alguna
forma, núcleo de la Cienciología, se
basa en la creencia de que cada ser humano tiene una mente reactiva que da
respuesta a los traumas de la vida, nublando la mente analítica desarrollada e
impidiéndole experimentar la realidad.
“Todo ello ocurriría en
Barcelona, ciudad a la que fui destinado tras haber concluido mi preparación en
una de aquellas instituciones de la iglesia y dedicada a la preparación de
nuevos “apóstoles” y ser todos ellos posteriormente repartidos por diferentes
partes del mundo con el tan sólo objeto de enrolar personas lo más pudiente
posibles.
“Y esta era mi misión. Tras un
arduo periodo de preparación de muchas, muchas horas de internamiento a las que
no podía negarme una vez comencé a girar alrededor de aquel maldito eje, y al
que me quedé clavado por una absurda curiosidad, o tal vez necesidad de
averiguar si era aquello lo que yo iba buscando desde siempre.
“No fue así ya que desde casi
los primeros meses, y aunque, no voy a negarlo, un trato exquisito, procedieron
de la forma más sutil, a ir limpiando cuantas ideas preconcebidas yo tenía
desde mi adolescencia…
“Naturalmente su limpieza mental es un método,
más o menos eficaz dependiendo del individuo, y cuyo objetivo es hacer que este
admita unas informaciones cualesquiera a otra persona, con la técnica de la
repetición hasta que el objetivo sea alcanzado.
“Había ocasiones en las que se utilizaba la violencia
verbal, a veces física para confirmar o crear una jerarquía definida de superioridad entre el monitor y el alumno a lavar.
“Más tarde supe de nuevos métodos para el lavado
mental, realizado por los medios de información sobre la población, el cual
puede efectivamente tener a largo plazo el efecto de imponer el punto de vista
de los medios sobre la población. El mejor medio de evitar el control de
información es utilizar varias fuentes dentro del posible espectro informativo,
aunque hay veces en las que no es
efectivo.
“Como es natural y ya harto de todo aquello, pido ser
recibido por la dirección. No es que se me negara, pero lo cierto es que hube,
y desconozco la razón, de esperar varios días; unos intranquilos días en lo que
observé que el trato hacia mi persona ya no era el mismo.
“Cuando fui recibido,
y puesta sobre la mesa la decisión de marcharme, os aseguro que jamás he
escuchado, más recomendaciones con el fin de que no abandonara, sopena velada
de que toda la responsabilidad habría de ser mía, y que ellos no se hacían
cargo de lo que me pudiera ocurrir fuera de la Institución, por lo que insistía
el director en que me quedara con ellos.
“Mi rebeldía no me hizo mucho bien ya que al día
siguiente fui acusado de haber sustraído material escrito propiedad de la
iglesia. Este no fue un caso parecido al anterior, ya citado, ni salió fuera de
la corporación, pero se me formó un juicio interior, y siendo recluido en mi
habitación por tiempo ilimitado.
“Afortunadamente, las ventanas no eran de orden
carcelario, por lo que una buena tarde aprovechando que venían a recoger ropas
para lavar, cosa que era realizada por una lavandería industrial, cubriéndome
el puño con una toalla rompí uno de los cristales, manipulé la falleba y
abriendo una de las hojas, salté al jardín trasero justo en el momento que
estaba a punto de pasar el vehículo de transporte, y una vez pasado me colé en
su interior.
“Ahora soy un hombre diferente, pues no sólo me teñí
el cabello y me dejé la barba, sino que hoy me llamo Lionel cuando antes tenía
otro nombre, y os pido disculpas por no dároslo a conocer, aunque podéis estar
tranquilo, que todo lo tengo en regla gracias a un amigo funcionario que me
hizo entonces una documentación tan nueva como legal”.
Apenas había terminado de hablar Lionel, y, al
parecer, ya mucho más tranquilo después de haber soltado aquella carga de
energía que, parecía lo estaba estrangulando, uno de los miembros llamado
Julio, y a la sazón estudiante de Psicología, sin dar tiempo a la pausa de
costumbre después de que el grupo hubiera escuchado al miembro que había estado
en el uso de la palabra, dijo sin la menor preocupación de sí su intervención
sería políticamente aceptada no sólo por Telmo, sino por el resto del grupo al
que esta, llamémosle interrupción, les cogió por sorpresa.
No obstante, sería Telmo el que alzando su mano
derecha, en un acto reflejo de acallar posibles comentarios al respecto, aceptó
de buen grado el inciso para, mediante un gesto, indicarle que podía hablar.
Querido Lionel, yo entiendo que, aunque el término
"secta" esté
relacionado con los grupos que poseen una misma afinidad, con el paso de los
años, este ha adquirido una connotación más relacionada con los que estimo
son grupos radicalizados, y por ello en
general religiosos, y tendentes a controlar el pensamiento distinto al suyo,
fuera y dentro de su organización.
En este sentido, pienso que trabajan así, y que por supuesto están presentes dentro de algunas "sectas": el lavado mental, el lavado de cerebro, el control
mental, la persecución, la explotación humana y diversas formas de abusos.
Desde el punto de vista sociológico, es un grupo de personas con afinidades comunes y de hecho,
equivocadamente, muy mal llamadas de enseñanza, culturales, religiosas o espirituales etc.
Habitualmente es un término bastante usual, y frente al que ha surgido, el
de "nuevos movimientos religiosos”.
Ahora sí se produjo una especie de lapsus en el grupo, un silencio que el
mismo Julio decidió cortar cuando continuó, no sin dirigirle una breve y
directa mirada a Telmo.
Una vez comentado esto me gustaría si no hay ningún inconveniente, ser yo
el que continúe con una nueva exposición, en esta ocasión, aprovecharía para
hablaros de mi persona, de mis vivencias, trayectoria y del porqué decidí
entrar en el grupo, favor que he de agradecer una vez más a Telmo después de haberme
aceptado tras tan corta conversación.
Ya algunos de vosotros me conocéis
un poco, para el resto os diré que soy extremeño, de Cáceres, nacido en un
pequeño pero precioso pueblo llamado Jarandilla de la Vera, muy cerca del
maravilloso Valle del Jerte, que sin duda sabréis de él, y donde, al parecer,
según mi familia, dedicada a la enseñanza, vieron en mi unas dotes especiales
para dedicarme a la profesión que me trae de cabeza, toda vez que he tenido que
repetir en dos ocasiones el último curso para conseguir mi licenciatura.
“Ahora ya estoy licenciado y practico mi profesión como autónomo en una
pequeña consulta que monté aquí muy cerca, en Puente de san Martín. Ello fue
debido a que mi novia es natural de la villa. Y es que aquí nos conocimos gracias a un fraile, hermano de su madre, el
cual sabiendo de mis inquietudes me permitió conocer aquel Monasterio de san
Juan de los Reyes, más que Monasterio, Convento o Cenobio y al que me invitó a
conocer y realizar si lo deseaba algunos estudios acerca de muy antiguos
eruditos que realizaron grandes y profundos trabajos sobre el comportamiento
mental del ser humano, hasta donde la iglesia Católica podía permitir en
aquellos lejanos tiempos, evidentemente.
“Todo sucedió cuando pasando unos días en casa de unos amigos, a los que
conocí durante unas navidades, al asistir con su familia a la tradicional Misa
del Gallo, que nos fijamos el uno en el otro al estar ocupando parte del mismo
banco. A partir de entonces y gracias a la intermediación del fraile comenzamos
a vernos los fines de semana ya que yo aún había de realizar un desplazamiento
de casi dos horas.
“Aún sigo estudiando acerca del por
qué Amelia, que así se llamaba, fallecía un año después de conocernos y tras
estar inmersos en los preparativos de nuestra boda. El caso es que a mediados
de la semana recibí una llamada de su familia,
con la petición de que fuera a verlos con la mayor urgencia.
“Anuladas todas las visitas que tenía pendiente para el resto de la semana,
sin la menor dilación me desplacé a Puente de san Martín, y allí encontrarme
con la noticia más desesperante que he recibido en mi vida.
“Ante unos padres deshechos por el dolor, el hermano fraile y el Médico de
la familia que la había estado atendiendo, pude enterarme de que el lunes
siguiente a mi partida de costumbre, y haberla dejado en perfecto estado, había
entrado en una profunda depresión acompañada ésta de un complicado episodio
febril tal que de forma incomprensible la habría hecho fallecer dos días
después.
“El resto de la semana, independientemente, de haber ayudado a los padres
con el funeral, aproveché para consultar con el único Facultativo del pueblo el
cual me decía abiertamente que no lo entendía, que era un caso extraño y propio
de estudio.
“Queridos compañeros, ya os podéis imaginar cómo me sentí y me siento
actualmente, pues no sólo no consigo medio averiguar cual pudo haber sido la
causa de tan desesperanzador suceso, sino que yo mismo entré en un debate con
Dios acerca de aquel final, y más aun siendo una persona mentalmente
equilibrada, y con la suficiente capacidad analítica desarrollada como para no
caer en la trampa de la ignorancia. Sin embargo, caí y esto es lo que me hizo
buscar ayuda fuera de la profesión”.
Con estas últimas palabras, y a todas luces casi sin poder continuar por un
nudo en la garganta Julio, se envolvió en una capa de silencio, y con la cabeza
gacha se deshizo en unas lágrimas que estuvieron esperando a salir durante
mucho rato. Momentos después se levantó de forma humilde pidiendo disculpas por
su debilidad.
Este instante lo aprovechó Sara, para decirle a Telmo, si le parecía bien
continuar con su proyecto en una futura reunión ya que era consciente de que
los sentimientos estaban muy constreñidos.
Telmo, aceptó la sugerencia. No obstante,
quiso comentar: Un caso como este nos podría servir de revulsivo para, si en
alguna ocasión nos negamos a verlo como causante de sufrir un vacío. Sea cual
fuere la reflexión que hagamos sobre ello, y para ello os invito a meditar; ya
sabemos de dónde venimos y en lo que no queremos convertirnos, y por lo tanto
legarlo a los que vienen detrás. Fijémonos por una vez en lo sutil de una
mirada y seamos flexibles pero firmes a la hora de aceptar los cambios de valores que sirven para seguir engranando
nuestras mentes.
Tendremos que salir a la nada, mirar en
órbita desde el exterior gris pero cuajado de estrellas blancas, comprender a
Julio cuando nos ha dado a entender que el mundo puede no ser
verdadero pero sí real. Así, asumir la enseñanza de una enfermedad
mental y mixta puede ser una buena
manera de llegar, por fin, al punto de inflexión y de ponerle a todo un
pensamiento más efectivo que la negación a lo evidente. Esa sería una buena
forma de colocarse para mirar y meditar a fondo, sobre todo, sabiendo que no hay espejo que nos saque de nosotros mismos, pues se
necesitaría otro Espíritu, otra colocación en nuestra forma de mirar y de
aceptar ese pensar.
Observando la aceptación de casi todo el grupo a lo que
acababa de decir, Telmo, decidió al igual que en reuniones anteriores, dar por
terminada la velada, no sin comunicar que la próxima reunión tendría lugar el
martes siguiente a la hora acostumbrada con lo que dejaba suficiente espacio de
tiempo para meditar y reflexionar sobre lo acontecido.
Durante esos días de meditación y reflexión acerca de lo oído
de boca de Julio, Lionel, el domingo por la mañana, se encontró con Samia en la
Cafetería del gran Centro comercial
situado en la Avenida de san Cristóbal, al borde mismo del río Tajo.
Tras unos besos y abrazos como si de unos muy antiguos amigos
se tratara, ambos aceptaron, al unísono, la invitación del otro y se sentaron
frente a uno de los miradores desde los que se podía observar no sólo la
amplitud del gran espacio, ahora remodelado para construir el hermoso
vestíbulo, sino la multitud que deambulaba por su interior a aquella hora de la
mañana.
Después de pedirle unos cafés a la joven camarera que
discretamente se acercó a ellos, Samia le preguntó a Lionel que opinión tenía
acerca de Telmo, y que le
parecía como éste estaba llevando el grupo. Tras un pequeño mutis ya que
acababa de llegar el servicio, Lionel,
le respondió que le parecía bien, aunque no dejaba de pensar en otros momentos
de su vida en los que se había encontrado con opiniones acerca de cómo algunos
desaprensivos con una muy fuerte carga de energía mental habían llegado a
adueñarse de aquellas mentes débiles y entregadas completa y sencillamente
desnudas en la, a veces, necesidad de una búsqueda que al final y
afortunadamente resultaría infructuosa.
XXI
Aunque, como ya podrás
comprobar más adelante, y según nos vayamos conociendo, no soy muy amante de
los textos bíblicos, sin embargo, recuerdo un pasaje del Evangelista Mateo,
aunque por lógica y eso lo saben muy bien los amantes de los escritos bíblicos,
Mateo, nunca escribió nada nuevo y
verosímil acerca de ello, ya que fue un personaje que, aunque de cierta
relevancia en el Nuevo Testamento, tan sólo se limitó a realizar un compendio
de lo que los demás evangelistas escribieron en su día.
Y en ese pasaje decía: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán
muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y
oiréis guerras, y rumores de guerras; mirad que no os turbéis; porque es
necesario que todo esto acontezca; más aún no es el fin. Porque se levantarán
las naciones contra las naciones, y reinos contra reinos. Y habrá epidemias
monstruosas, y hambres, y terremotos por toda la tierra. Y todas estas cosas
serán causa y principios de grandes males y dolores. Entonces os entregarán
para ser afligidos, y os matarán; y seréis aborrecidos de todas las naciones
por causa de mi nombre. Muchos entonces serán escandalizados; y se entregarán
unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos. Y
por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se enfriará. Mas el
que perseverare hasta el fin, éste será salvo, y será, a voz en grito,
predicado en este Evangelio del Reino en el mundo entero, por testimonio a
todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
Tengo que reconocer que es
muy cierto esto que me acabas de relatar de un tirón, y aunque, como bien
dices, no te conozco en profundidad, me asombra esa memoria tuya acerca de lo
que acabas de relatar, y que yo diría que lo has expuesto tan bien que no te ha
sobrado ni faltado una sola coma.
Ahora me vienen a la memoria
algunos ratos de los que estuve en estudio, dedicada a los textos bíblicos por
recomendación de una familiar. Por cierto, en concreto y con el tema que
estamos tratando recuerdo uno especialmente que decía: Y ellos, enviados por el
Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, una de las ciudades más grandes del mundo durante el periodo Heleno y Romano.
Esta hermosísima ciudad en Mesopotamia, en la orilla oeste del río Tigris, frente a la más pequeña ciudad, en la
actual Irak; y de
allí navegaron a Chipre, donde después de llegar a Salamina,
y donde, por cierto, se celebraría la famosa batalla, anunciaban la palabra de
Dios en las sinagogas de los judíos; y tenían también a Juan como asistente. Y
habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron un hombre sabio, falso profeta,
judío, llamado Barjesús, el cual estaba con el Procónsul Sergio Paulo, varón
prudente que se convertiría al Cristianismo como consecuencia de las predicaciones de Pablo durante el primero de sus tres viajes
apostólicos..
Éste, llamando a Bernabé y a Saulo,
deseaba oír la Palabra de Dios; pero se les resistía Elimas el sabio, ya que
así se interpreta su nombre, procurando apartar de la fe al Procónsul. Entonces
Saulo, que también es Pablo, al parecer y en aquellos momentos, lleno del Espíritu Santo, poniendo en él los ojos, dijo: “¡Oh! lleno de todo engaño
y de todo libertinaje, hijo del diablo, enemigo de justicia, ¿no cesarás de
trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora pues, he aquí la mano del Señor
está contra ti, y serás ciego, y no veas el sol por algún tiempo. Y luego
cayeron en él obscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quién le
diese la mano."
Cuando acabó su relato, - dijo
Lionel sonriéndole: Pero bueno, chica, te felicito por tan buena memoria; no
recordaba ese pasaje, sin embargo, me da la sensación que debe estar recogido
en los Hechos de los Apóstoles. Verdaderamente eres una especialista en
Historia.
En lo que a mí se refiere, al
final no sé si tendré que inclinarme especialmente por lo que encierran las
sectas más que por su contenido, y esto no quiere decir que haya dejado de
interesarme la búsqueda de una Espiritualidad que, a todas luces, parece que
cada vez se me hace más utópicas.
Las sectas como fenómeno social emergente presentan el desafío
de comprenderlas adecuadamente. Actualmente el término que se utiliza para
categorizarlas es el de movimientos religiosos, lo que ha significado tener a
priori una mirada sesgada o discriminatoria, es por ello, que entiendo que a
partir del contexto histórico actual, se indican las ventajas que tiene la
elaboración de una nueva denominación, sin embargo, también entiendo que para
eso ha de presentarse una propuesta de
complejos criterios que permitan identificar cuándo se está en presencia de una
secta.
A mi juicio, es importante considerar los esfuerzos realizados
por investigadores, en vistas a introducir categorías nuevas, a diferenciar con
mayor rigor y a introducir indicadores de análisis que no impliquen efectos
discriminatorios que, contrariamente a lo esperado, desvelarían un sesgo ideológico
que, más que clarificar el panorama social, lo enrarecería.
En este sentido, creo estar hablando de nuevos movimientos
religiosos que serían un aporte, en tanto permiten una aproximación menos
interesada, y, por lo tanto, más abierta a ampliar los horizontes de
comprensión del fenómeno social religioso.
No obstante, el término ya muy manido de "secta"
permanece en el uso cotidiano y se hace insostenible el intento de soslayarlo.
Un modo de asumirlo, sería definitivamente el de acotarlo en su especificación
dentro de la propia dinámica de los así llamados, como ya he dicho, nuevos
movimientos religiosos. Es decir, reconocer en las sectas aquello que las hace
pertenecer a los mismos movimientos, y al mismo tiempo aclarar con un máximo de
rigor aquello que les da su carácter distintivo y diferenciador; ahí si se
abriría un nuevo capítulo tanto en cuanto a la confusión existente entre
“sectas e iglesias”.
Llegados a este punto, y en vista del tiempo que se les había
ido enlazando, nuevos y cada vez más profundos conceptos acerca de lo que a
ambos les había llevado a formar parte del grupo, decidieron dar por terminado
el encuentro, no sin antes pedir un nuevo café, en razón de que según Lionel,
el suyo no había llegado a probarlo sin darse cuenta de que se encontraba
sumamente interesado en la charla que ambos compañeros estaban desarrollando, y
que consideraba había sido de su máximo interés.
Acabada la consumición, y tras abonar la cuenta, los dos
salieron del establecimiento con la promesa de que en un futuro próximo habrían
de volver a repetir aquel encuentro considerado de cierta relevancia para sus
futuros estudios.
Nadie diría que en aquella noche toledana, pudiera hacer tanto frío. Nadie
habría dicho, hace años, que aquel muchacho, hoy andaría a la búsqueda de algo
tan extraño para la actual sociedad, como intentar rascar en el Yo interior.
Sin embargo, esta frase resume fielmente la historia de Lionel.
“Desde que era un niño, siempre le había impactado la vida religiosa desde
el punto de vista del estudio; mientras recuerda esto en su soledad le está
dando su corazón a los textos bíblicos de todo tipo, pero, para nada desea ser
instrumento de las doctrinas, y las teologías. Al final, como siempre él mismo
se decía estás hecho un lío.
“Esta relación con su eterna búsqueda da comienzo precisamente cuando el
pequeño Lionel, con Andrés, su mejor amigo se hicieron una promesa mutua. Y era
que cuando creciesen, se convertirían en verdaderos eruditos. Sin embargo, el
tiempo desvió en parte ese firme deseo, y ya sin su amigo, Lionel hubo de
atravesar numerosas pruebas para llegar hasta donde se encontraba ahora.”
En la siguiente reunión y según la costumbre fueron llegando
todos y ocupando, aunque no era obligatorio, los distintos asientos que,
previamente, Fina habría dispuesto aquella tarde.
Con la
entrada de Telmo y Sara al salón, dio comienzo la reunión tras los saludos de
rigor, tras los que Telmo, mirando a Clara le hizo un gesto para que comenzara
con su alocución, y es que ésta a través de Fina, así se lo había pedido dos
días antes. Clara, deseosa, no dejó pasar un momento más y comenzó:
En primer lugar quiero dar las gracias a Dios
por permitirme estar entre vosotros y poder sacar de mi interior todo cuanto os
voy a relatar ya que al fin y al cabo lo que os voy a contar se podría
considerar como eso un relato en el que, como protagonista, y no podría ser de
otra forma, me siento obligada a ello.
“Clara es mi nombre verdadero aunque a decir
verdad nunca me gustó, pero esto como podréis comprender no tiene la menor
importancia. El caso es que mi madre, y no sé porqué, era muy devota de
santa Clara de Asís, acogida en Toledo, a mediados del siglo XIV por una dama
toledana; una especie de Cenobio de la Orden Franciscana, y cuyo nombre también
es Convento de santa Clara del Real.
“A partir de este supuesto, se empeñó en que
cuando tuviera edad entrara a formar parte del noviciado de las Clarisas, por cierto
a decir de Ramón profesor de ciencias de la religión y mi amigo desde la
infancia, una orden que no le gustaba nada, aunque en esta ocasión, los motivos
no vienen al caso.”
Justo en ese momento en el que Clara hacia un breve alto ya que se le notaba
un tanto compungida, Marcos, estudiante de Arquitectura en su segundo curso, y
aparentemente, más joven de lo que parecía, se dejó oír para recordarles a
todos que, seguramente Clara, se hubiera referido a que cuando las huestes
franquistas asesinaron a Blas Infante, el “Padre de la Patria Andaluza”, éste,
posiblemente se hubiera salvado ya que fue abandonado, pensando sus asesinos
que estaba muerto. Sin embargo, mal herido arrastró su cuerpo hasta el portón
del Convento que las Clarisas tenían en la carretera de Carmona, y que tras
aporrear la puerta con las fuerzas que le quedaban consiguió que al portillo se
asomara una de las religiosas que al verlo se limitó a ignorarlo con lo cual el
herido acabó muriendo.
Después de pedir disculpas por la interrupción,
y aunque aludiendo a que tenía necesidad de manifestarse acerca de lo sucedido
por tratarse del abuelo de su mejor amigo y compañero de carrera, mirando a
Clara la instó a que continuara, no sin repetirle ahora personalmente que lo perdonara.
Tras un momento de inadvertida inflexión, y
con una cariñosa sonrisa, Clara,
continuó con su exposición:
“Nací muy cerca de aquí, en el barrio antiguo. Allí me crie y realicé
mis primeros estudios hasta que, como dije anteriormente, mi madre se empeñó en
que fuera Clarisa. Al final se salió con la suya; me hice novicia y como me
gustaba el estudio aproveché la oportunidad que me brindaba el Centro de
estudios y la Biblioteca. Durante las tardes y en compañía del que entonces me
fue impuesto como Director Espiritual, no sólo hablábamos de temas bíblicos,
sino sobre todos los relacionados con la vida de la época en comparación con la
actual.
“Aquella tarde, Arturo que así se llamaba, me
haría confidencias acerca de su vida fuera del convento al que ahora se le veía
relativamente arraigado; no es que me pusieran nerviosa, aunque no puedo negar
que mi interés por cuanto a aquello de
lo que me hacía participe yo le ponía un interés especial; me confundía el
cariz que había tomado aquella charla, y reconocía que no me desagradaba lo que
intuía podía llegar a convertirse en algo fuera de lo normal con respecto de lo
que ambos tratábamos en aquellos estudios teológicos.
“Una tarde, cuando esperábamos en la puerta que llegara el momento de
pasar a casa de Fina, para la reunión que teníamos esa semana, alguien me
preguntó acerca del motivo que me hizo abandonar el noviciado y pasado un
tiempo prudencial entrar a formar parte del grupo, y es por ello que lo deseo,
y porque necesito haceros participes de ello para mi descarga espiritual.
Reconozco que se puede considerar este pequeño relato un tanto fuerte, sin
embargo la fuerza me la ha dado Sara diciendo que si ahora me siguen haciendo
daño aquellos recuerdos, que lo propio es que lo intentara echar fuera.
“Fue una mañana, cuando recibí la visita de mi
amigo Arturo, lejos estaba de imaginar la importancia de ese día, mi vocación
no había cambiado en tanto tiempo de oraciones y ejercicios espirituales en los
que no faltaba la profunda meditación acera de lo que habría de hacer de
entonces en adelante.
“No obstante, a mi mente acudían los
pensamientos de cuanto agradaba a los chicos, los veía como amigos, así como
también, aunque de forma especial, a mi director espiritual y amigo Arturo,
cuatro años mayor que yo y un poco más alto.
“Arturo, era un hombre muy agradable, guapo y
apuesto al que mi mente deseaba ver desnudo, y ello hacía que mis fantasías
sexuales crecieran con él. Al subir al autobús me sentaba del lado de la
ventanilla junto a él pues siempre íbamos juntos a la Residencia donde
realizábamos nuestros trabajos de estudios de Teología. El contacto con su
cuerpo, quizás debido al calor de septiembre, los pensamientos producidos por
la química del sexo, llevaron mi vista al prominente bulto, que se le notaba,
un tamaño ya bastante grande sin erección. Yo sabía mucho acerca de la teoría
del sexo, por haber cursado el Instituto, con una profesora muy liberal: los
programas acerca del Sida, etc.
“Algo me pasaba por la sangre, que no conseguía
entender. Arturo, transpiraba más allá del calor de un final de verano y del
sol de esta hermosa ciudad. Fue un momento, cuando al intentar bajar en una
parada argumentando que tenía que hacer una gestión en la Biblioteca de temas
religiosos, que la mano de él quedó asida al asiento debido a una inesperada frenada
del autobús, y ello hizo que llevara su sexo directamente a mi mano la cual en
un puro acto reflejo se agarró a él, las hormonas estallaron, la mano se abrió,
aunque yo seguí apoyada.
“Creo que ambos sentimos ese contacto, esas
ganas, que hicieron que en sólo unos
segundos oraciones, ejercicios y tantas horas de meditación quedaron atrás tras tomar conciencia del
significado de las miradas que ambos nos dirigimos. Fue ese momento en el que
se hizo presente la mujer, surgió la
otra mujer sin toca, y supe al instante que esa prueba era algo que no
podría superar, por lo que argumentando que yo también tenía que ver a una
amiga antes de seguir para la Residencia, me apee del autobús al tiempo que él,
y sin mediar palabra ni despedida alguna, me perdí entre los muchos viandantes
que en aquel momento llenaban las aceras.
“No volví al convento. No di explicaciones de
ningún tipo a nadie, a excepción de mi amigo Ramón, el cual me dijo que había
hecho muy bien; que intentara meditar un poco, que en un año habría de tener
decidido cual, de seguro, sería el camino a elegir, y aquí estoy con todos
vosotros desde que tanto Telmo como Sara me dieron su bienvenida. Tan sólo
deseo no haberos molestado”.
XXII
Como engullidos por la atmósfera que con el
relato de Clara se había ido creando en el ambiente, el silencio se podía
cortar con un cuchillo. Todos se veían tensos, y aquello que a mediados de
cuanto contaba la muchacha iba calando en unos más que en otro, quedó disuelto
en el momento que Sara, levantándose se acercó a Clara dándole un fuerte
abrazo, al tiempo que le recomendaba mucho ánimo. Este acto afectuoso, llenó de
sonrisas el momento, al tiempo que Telmo pedía seguir con los otros temas
pendientes.
La tarde siguió su curso ya que, al parecer,
parecía que volvía de nuevo a ponerse en tela de juicio la veracidad de
aquellos papeles que un día Venancio encontrara en el buzón de su casa y que a
estas alturas aún estaba preguntando el motivo de que fuera precisamente él
quien los recibiera. Precisamente él, una persona que desde siempre nunca le
había pasado por la cabeza haberse entregado, tras haber terminado el
instituto, a estudios concernientes con las religiones, ni con la suya, ni
andar a la búsqueda de otras en razón de unas antojadas inquietudes
espirituales, lo que a él le gustaba con delirio eran los deportes, sobre todo
el senderismo y perderse los domingos por la mañana por esos montes.
Todo lo concerniente a este género de dudas que
generaba una mente tan despierta como la suya, hizo que a raíz de una charla
con Telmo, sería éste el que le diera un poco de luz a la situación de agobio
que venía viviendo el muchacho, y al que tan sólo le dijo que todo saldría
adelante en razón de que algo habría de estar reservado para él, que tuviera un
poco de paciencia, y que aquél ensueño que vivió una tarde, tras quedarse
dormido en una de sus escapadas domingueras, y que le confiara a Telmo, ahí
podría haber estado, tal vez, la respuesta que esperaba, por lo que lo instaba
a que a la mejor oportunidad hiciera participe al resto del grupo, de aquella
especie de revelación, que muy bien podría haber sido eso, al menos para su
tranquilidad futura.
“Como ya de sobras todos sabéis, me llamo Venancio y vengo de una familia,
en cierta medida acomodada que me permitió no pasar las penurias de una guerra
que nadie deseaba, pero que estaba llamada a llenar de desgracias este país.
“Toda mi familia es natural de Oviedo donde nací, y se trasladó a Madrid,
para al final acabar en Toledo donde mi padre tenía un hermano mellizo dedicado
al transporte de mercancías y al que ayudó como conductor de uno de sus grandes
camiones.
“Al acabar la escuela, informé a mis padres sobre la intención de pasar un
año sin estudiar ni trabajar, hasta cumplir los 18 años y realizar entonces el
Servicio militar obligatorio de un año y medio. Sin embargo, la oportunidad se
me presentó antes y con el permiso paterno me enrolé como voluntario en el
Ejército.
“En aquel año, todos los días había noticias de alteraciones y revueltas
para las que todos los hombres válidos eran requeridos. Así, y como se
necesitaba el mayor número de efectivos, unieron a soldados no profesionales
con profesionales para realizar cursos y
asistir en las operaciones de preparación, pues ya la comarca se estaba viendo
a las puertas de entrar también en el conflicto en el que hasta entonces se
había abstenido de participar, pero que al final no tuvo más remedio que
identificarse y entregar a parte de sus efectivos. Y allí me encontraba yo,
cosa que, si he de ser sincero, no me esperaba.
“Recuerdo que entablé amistad con aquellos jóvenes con los que compartí
muchas horas y duras experiencias: Muchos se hacían soldados profesionales para
vengar la muerte de un pariente. Todo ese dolor de sus compañeros hizo que uno
de los muchachos, en apariencia, más despreocupado comenzase a hacerse
preguntas. Sin embargo, la prueba, al parecer, más dura estaba por llegar.
“Yo pertenecía al batallón que daba apoyo a los soldados en los distintos
frentes. Pero, un día fuimos reclamados sobre el terreno para llevar munición y
avituallarlos en la realidad del combate.
“Un fuerte ataque desencadenó la
dura tragedia. De veintidós que éramos, tan sólo diez volvimos vivos a la base.
Fue un episodio muy triste. Tuvimos que recoger a muchos muertos y a otros
moribundos y llevarlos hasta la base. Ya
en ella también nos tocó atender a otros también mal heridos, muchos de ellos
agonizantes.
“Yo me preguntaba si no podría ayudarlos mejor a bien morir. Recuerdo los
gritos y llantos de mis compañeros, con los que había tomado unas cervezas
pocos días antes. En esos terribles y atroces momentos, la oración brotaba
espontáneamente de mi corazón, como una llamada. Sin embargo, hacía años que no
rezaba. Sentía una enorme impotencia por no poder ayudarlos siquiera a aliviar
esa angustia terrible de la muerte. Yo me decía en mis torpes adentros: Dios
mío, ayúdalos y que descansen en paz.
“En ese sobrecogedor contexto, me rondó por la cabeza la idea de ser Capellán Militar del Ejército. Verdaderamente
aquellas realidades tan crueles me hicieron madurar mucho, aunque hube de
reconocer que no podría ocupar esa responsable obligación o cargo sin haber
pertenecido previamente a la iglesia Católica.
“Regresé a mi casa dado de baja por
un problema de visión producido por un cúmulo de negra pólvora pero,
mentalmente, hecho otro hombre. Además, durante aquellos largos meses fui capaz
de valorar más a mi familia, cuando escuchaba las historias de muchos de mis
compañeros que carecían de ella, y que habían sucumbido a las drogas o a la
delincuencia. Estaban allí, unos porque el Servicio Militar era obligatorio y
ser insumiso comportaba pena de dura prisión, otros al igual que yo porque se
lanzaron al voluntariado. Recuerdo que, después de ese día, sentí la necesidad
de encontrarme conmigo en la soledad espiritual de un lugar tranquilo como
podía ser la Capilla del acuartelamiento.
“Con veintidós años, quería estudiar y trabajar, pero, sobre todo, deseaba
formar una familia. Tuve una novia con la que rompí, y luego un periodo de
donjuán hasta que llegó mi segunda novia, muy religiosa por cierto, y con la que tenía que asistir a misa todos los
domingos. No me pesó en principio ya que ello me hizo entrar en un sendero de
paz interior, y condescendencia hacia los demás.
“En ese aparente remanso de paz, toda una serie de episodios volvieron a
avivar la llama del estudio filosófico. Así un día, en el que estaba en misa
con mi novia, comencé a pensar en qué podría hacer con mi vida.
“Tenía una vida perfecta, el trabajo
perfecto, la novia perfecta y los planes perfectos. Sin embargo, justo cuando
parecía que había cumplido mi sueño, algo me dijo que no debería seguir. No
obstante, insistí en que había algo, no sé, algo que no encajaba. Tenía mucho
miedo al compromiso, por eso nunca le di espacio a las relaciones. Nunca quise
ir a una convivencia porque pensé que me iban a retener. Por eso, preferí
recurrir al anonimato que ofrece un ordenador, y como tenía un miedo
extraño al compromiso, decidí entrar
con un nombre falso.
“Seguí consultando aprovechando que conocía a un amigo especialista en
temas ocultos que me dio, por cierto, buenos consejos. Procesé durante un año
los pros y los contras hasta que di el paso definitivo: rompí con mi novia y me
marché a Andalucía, concretamente a Granada en donde entablé relación con un
grupo de estudiantes de la Facultad de Filosofía, que a su vez tenía formado un
selecto equipo dedicado a profundizar en interesantes temas de corte esotérico,
aunque pasado unos meses sin avanzar en el campo que me interesaba, y en razón de que no andaba
muy bien de dinero, decidí regresar.
“Afortunadamente, aquel día llegó mi oportunidad. Conocí a Telmo, y él aun
desconociendo todo lo expuesto, comenzó a sacar de mi cuanto considero ahora
que fue un verdadero acierto; hoy me encuentro lleno, entregado al estudio, y
feliz por estar entre vosotros. He conseguido dejar al margen los dolorosos
recuerdos de épocas pasadas, y dedicarme por entero a la consecución de esa
meta que todos os podéis imaginar y en la que de continuo estamos trabajando”.
Y esta es esa gran parte de mi tesis que, copiada en este manojo de
papeles, me está dando pie para terminar una especie de Ensayo
Filosófico-Teológico, y que si mis conocimientos alcanzan, tendrán parte de esa
Teogonía, a veces, tan difícil de asimilar por gran parte de la humanidad.
Cuando Juan de Dios dio por terminado su relato, inmediatamente se produjo
un debate del que al final saltó la pregunta esperada.
- ¡Es de suponer que este relato tendrá al final una interpretación, o me
equivoco! - dijo el abuelo.
- Evidentemente, pero todo queda a juicio de cada uno en razón de su
imaginación, sus ideas y sus inclinaciones. Presumo que esta noche la almohada
va a estar calentita.
- En lo que a mí respecta, y aún a pesar de los años vividos creo que si,
por cierto, mañana vais a ir a Córdoba: entonces creo que es la hora oportuna
para dar por terminada tan rica e ilustrante final de celebración.
Dicho esto todos se levantaron, por
lo que acompañados a la puerta, en ella despidieron a los dos jóvenes, no sin
comentarle estos a Dolita, en la despedida, que pasarían a recogerla temprano.
En esta ocasión no sólo recibió el beso de Raúl, si no que empinándose un
poco también se ofreció a Juan de Dios para que la besara; detalle no muy del
gusto del primo. Feliz uno, ofuscado el otro, ambos tomaron el camino hacia la
casa de Juan de Dios.
- Vaya, vaya. Pero cuánta sabiduría e inteligencia tiene éste primo - dijo
Choly desde el alfeizar, saltando a la cama. Parece que se está complicando
todo esto.
- ¿Por qué dices eso, a que te refieres?
- A mi no se me escapa una, no hay más que verte la carita tan risueña,
vamos es que parece que no estés aquí. Y por qué digo esto: porque yo capté el
movimiento que hiciste cuando te cambiaste de lugar; lo hiciste porque la
primera vez te sentaste al lado de los abuelos y frente a los dos con lo cual
ciertas miradas serían advertidas, así que te pusiste ahora al lado de ellos, y
que fue cuando me vistes.
- Eres de lo que no hay, incorregible cotilla, anda vete ya que mañana he
de madrugar.
- Si, ya lo sé ¿Y no podrías llevarme contigo?
- ¿Cómo voy a llevarte conmigo? Tú estás algo chiflada, o es que el atracón
te ha sentado mal, ¡cuidado haberte expuesto a que te viera Carmencita!
- Pero no me vio porque aproveché cuando ella se fue para el office – dijo
Choly de forma descarada.
- De todas maneras no estuvo bien, porque no quiero ni pensar que si te ve,
y tú que estabas absorta en lo tuyo, va y te da un pisotón, y adiós Choly para
siempre.
- ¡Qué horror! eso si es verdad pero es que la tarta estaba tan rica.
Bueno ya me voy, que disfrutes mañana, y ya me contarás.
- Hasta mañana, Choly.
Daban las ocho de la mañana cuando los dos primos se encontraban ante la
cancela de entrada al chalet.
No tuvieron mucho que esperar,
porque un momento después aparecía lozana y preciosa la que habría de ser la
protagonista del día, y es que ambos primos ya comenzaron a demostrar con sus
halagos lo que habría de suceder a lo largo de la visita a la ciudad de los
califas.
Aún les dio tiempo de tomar un café antes de que la megafonía de la
estación de autobuses anunciara la salida del bus de la Compañía Alsa con
destino Córdoba.
Recordando la noche pasada de forma
muy distendida, llegaron a la ciudad. Una vez fuera de la Estación, decidieron
desayunar en la bonita plaza de La Corredera, para posteriormente visitar la
Sinagoga por expreso deseo de Juan de Dios.
XXIII
Cumplido su deseo, visitaron la Mezquita, el Alcázar de los reyes
cristianos, y una vez fuera decidieron dar un paseo por el puente romano, no
sin acercarse a la muralla, que al pie del Guadalquivir aun conserva la
magnífica Albolafia. Su importancia
en la historia de la ciudad es tan relevante que esa noria aparece en el escudo
local desde el siglo XIV.
Mediante ella, y como parte del molino, se abastecían de agua los baños.
Al final del puente y dejando atrás la torre de la Calahorra, regresaron sobre
sus pasos con idea de almorzar en alguno de los restaurantes de la céntrica y
hermosa plaza de Las Tendillas.
Tras el nada frugal almuerzo consistente en un entrante de salmorejo y unas
truchas rellenas con pimiento frito y una loncha de jamón al estilo cordobés,
abonaron la cuenta y se dirigieron a la Cafetería Don Pepe donde degustaron un
espléndido café.
Ya recuperadas las fuerzas por las
caminatas de la mañana se dirigieron hacia la Posada del Potro, antigua
vivienda que fuera en el siglo quince; una vez visitada se fueron a visitar el
museo de Julio Romero de Torres.
Una forma de entender el folclore cordobés es a través de las pinturas de este
genial artista símbolo de una pintura, cuyo estilo fue captar las esencias
andaluzas de su tierra; Córdoba lo recuerda en este museo levantado en la casa
que lo vio nacer.
Aún con la mente llena de pinturas, y de la que destacaron La chiquita
piconera, se adentraron por la zona de san Basilio donde, a pesar de que no era
la fecha más apropiada, pudieron contemplar los cuidados de los vecinos para,
entre otras variedades propias del verano: algunos geranios, bellas
dalias y clavellinas. En uno de estos patios, Dolita comentó lo contenta que se
hubiera puesto Choly si hubiera podido estar entre este conjunto de plantas y
con sus flores.
Este comentario al que correspondió Juan de Dios con una clara
aquiescencia, no gustó a Raúl, que se mostró disgustado al manifestar,
abiertamente, que ya estaba bien de hablar de la hormiga.
- De verdad que no sé qué historia tenéis con la dichosa Choly, parece como
si hubiera una confabulación en contra mía para amargarme estos días - dijo
Raúl.
- Pero que dices, primo, me parece que te estás pasando con esa paranoia
que te está poniendo una pared que no te deja ver la realidad. Espabila, primo,
que tú eres un hombre muy inteligente. Yo no digo que desde la perspectiva de
un científico, estas cuestiones consideradas, evidentemente, antinaturales al
mismo tiempo que, para muchos, negacionistas, no sean creíbles, sin embargo, en
el planeta existe mucha actividad de índole paranormal ligado a lo sensorial, y
¿porqué esta no podía ser una de ellas?
Dolita, escuchaba a Juan de Dios, algo así como alucinando; oyendo cómo la
respuesta le estaba llevando hacia un terreno en el que, a todas luces, la
estaba confundiendo.
Cuando salieron de aquel típico patio cordobés, entraron en una especie
de laberinto cultural, porque si Dolita se inclinaba, dado el tiempo de
que disponían, en visitar el Palacio de los Marqueses de Viana, con sus valiosas
pinturas y esculturas, así como sus numerosos patios y jardines, Juan de Dios
aseguraba que había tiempo para una visita rápida al monumental conjunto
histórico de Medina Azahara.
Tras un breve receso en razón de la decisión que los tres habrían de tomar,
dijo Raúl: Vale, primo, podemos hacer una cosa que nos cuadrará a los dos: vete
tú a ver
Medina Azahara, y nosotros nos vamos a ver el Palacio; luego nos encontraremos
en la Estación antes de la salida del autobús. Si llegáramos antes estaremos
tomando un café en la cantina.
- "Qué listo es éste primo mío".
- ¿Qué te parece la idea? - dijo Raúl.
- Hombre, me gustaría que fuéramos los tres, pero si no puede ser, pues nos
vamos al Palacio, al menos en aquellos jardines podré estrenar la máquina de
fotos que acabo de comprar y que es de usar y tirar.
Estaba claro que Dolita estaba hecha
un verdadero lío; por un lado le disgustaba la idea de que Juan de Dios se
fuera solo a visitar Medina Azahara. Por otro lado no es que le desagradara la
idea de ir sola con Raúl a ver el Palacio. No, nada de eso,
pensaba, sin embargo, ella fue la que tomó la decisión, por lo que acabado el café.
- Ea, pues todos a visitar el Palacio - dijo de forma decidida.
Momentos después ya se dirigían hacia el barrio de Santa Marina,
concretamente a la Plaza de don Gome.
Como ninguno de los tres era de Córdoba, aunque, era Juan de Dios el que
según él había leído bastante sobre la historia en general, Dolita le preguntó,
en razón de que él conocía muy bien la ciudad y todo aquello que siempre ha
hecho a Córdoba ciudad monumental, y no sólo por sus personajes como fuera
Séneca, Averroes, Maimonides o el mismísimo Romero de Torres. Y eso que ella,
al mismo tiempo, se avergonzaba de no saber más sobre la capital de su
provincia, al fin y al cabo ella había nacido en un pueblo cordobés
- ¿De dónde viene el nombre de Córdoba? - preguntó Raúl quitándole importancia
a lo confesado por Dolita.
- Lo que conozco acerca del tema es que en el año 169 a.C., el general
romano Claudio Marcelo levantó un campamento militar en una colina del
Guadalquivir, dando lugar al primer asentamiento en la zona. Este pequeño
núcleo poblacional pronto derivó en la fundación de la ciudad romana de
Corduba.
Después de un bonito paseo por las típicas y acogedoras calles cordobesas,
se encontraron en la plaza y frente a la entrada del Palacio que, aunque
por fuera parezca austero, por sus sencillos muros blancos, el Palacio de Viana
alberga la casa señorial más importante y mejor conservada de Córdoba, y una de
las principales de España.
Un Palacio que antes fuera conocido
como Palacio de las rejas de don Gome en alusión a uno de sus propietarios en
época medieval, siendo uno de los palacios más conocidos de Córdoba.
Hay constancia de la existencia de
unos edificios del siglo catorce en el entorno que hoy ocupa esta construcción,
sin embargo se tiene conocimiento de que sería Gómez Suarez de Figueroa, señor
de Foncubierta, Alcaide Mayor de Antequera, y Caballero veinticuatro de Córdoba
durante el siglo quince quien iniciaría la primera fase, y que daría lugar a la
belleza que hoy podemos admirar, tanto exterior como interior.
- ¿Y se conoce al autor de tan maravillosos patios ajardinados - preguntó
Dolita.
- Yo no lo sé, tal vez venga en alguna Enciclopedia; lo que si te puedo
decir es que algunos de estos patios hasta que evolucionaron, fueron patios
donde vivían una serie de vecinos, aunque sin llegar a lo que más tarde se
conocerá en otros núcleos de viviendas humildes como corrales, sin embargo me
acaba de venir a la memoria, un tiempo en el que entre otros, estuve dándole
clase de letras a un estudiante de Filosofía, que al mismo tiempo llevaba por
delante, estudios como corrector y editor de textos con contenidos éticos,
morales y sociales relacionados con la investigación, en el campo de la
docencia, y que se había hecho un conocedor nato de la historia del arte
cordobés; él fue el que a ratos me ilustraba a mi sobre esta materia tan
interesante y a la que hoy ha llegado el momento de darle un poco de luz.
Cuando abandonaron el palacio,
Dolita y Raúl no cabían de contentos, y no sólo por lo que habían visto sino
por cómo les llegaban las explicaciones de Juan de Dios que parecía un guía
turístico.
Como se dieran cuenta de la hora que era, apuraron el paso hasta el extremo
de que cuando llegaron a la Estación, completamente exhaustos, ya la megafonía anunciaba
la salida de su autobús con destino a Iznájar en cinco minutos, el tiempo justo
para acercarse a la cantina que se encontraba en el vestíbulo y poder hacerse
con una botella de agua.
Justo el tiempo dado para la salida, ya estaban acomodados en sus asientos.
- Lástima que mañana domingo no esté la tienda abierta y que puedas revelar
el carrete; estoy deseando de poder ver las fotos que nos hemos hecho en los
patios y jardines - dijo Dolita poniendo cara de disgusto.
- No te preocupes que en cuanto las tenga os la enviaré lo antes posible.
- Lo que puedes hacer es enviármelas a mí y yo se la incluiré a Dolita en
algunas de las cartas ya que nos escribimos muy a menudo - dijo Raúl, sin
percatarse de la sonrisita que a Juan de Dios le corría por las comisuras de la
boca.
- Bien, no hay ningún problema; a ver si ha habido suerte y han salido
todas bien.
- Es una pena porque me gustaría podérselas enseñar a Choly, estoy segura
de que disfrutaría y se asombraría mucho viéndonos en un papel.
Entre el “incorregible” comentario de Dolita con respecto de Choly, y que
en un momento dado, por los movimientos del autobús, la muchacha se había
inclinado sobre el hombro de Juan de Dios; y como tantas veces ya le ocurriera
a Raúl, esta era una vez más en la que se notaba que echaba chispas.
Entrando ya en Iznájar y bordeando la cabecera del gran lago, Raúl,
acercándose a Dolita, le comentó que al día siguiente y hasta la hora del
almuerzo podían pasar ese tiempo bañándose en "Las cruces", una parte
del lago en la que se puede disfrutar de un bonito y atrayente trozo de playa
artificial.
Llegado aquel medio susurro ahogado, que no pasaría desapercibido para el
fino oído y olfato de un hombre tan inteligente como su primo, ahora era él el
que, al igual que anteriormente Raúl, se mostraba un tanto mosqueado por el
acuerdo con el que el día anterior había convenido con su primo.
Una vez que abandonaron la Estación, y ya de regreso a la casa, mientras
Dolita hablaba con Choly que, toda impaciente, la estaba esperando allí sobre
la mesita del jardín, Raúl le recordaba a su primo que cumpliera con lo que
habían pactado, por lo que Juan de Dios, sumamente contrariado, y aún más
arrepentido de haber aceptado, aunque en su fuero interior reconocía que así
habría de ser en honor a su hombría, y porque la situación que se presentó
entre ellos dos no era ni con mucho lo que pensaba cuando iniciaron el viaje, y
él tan sólo con la mente puesta en un merecido descanso allí en su casita, sin
embargo, conoció a Dolita se inició la relación con Cholita y todos sus
planes cambiaron.
- De acuerdo, primo, voy a hablar con Dolita, le explicaré que he de irme y
subiremos a despedirme de los abuelos - dijo Juan de Dios, magnánimo, pero sin
muchas ganas, y es que el mero hecho de ver a la muchacha, y sobre todo pensar
que no volvería a verla en mucho tiempo se le ponían las carnes abiertas.
No obstante, y de forma decidida, se dirigió a donde se encontraba en una
amena charla con Choly.
- Dolita, escúchame, tengo que dejaros ahora - dijo con un tan
apesadumbrado semblante que hasta la joven le preguntó si le ocurría algo.
- No, estoy bien, pero es que me duele dejaros. Verás, me vine con mi primo
porque coincidimos en que podíamos hacer el viaje hasta aquí juntos aunque por
diversas razones: él por estar contigo, yo porque, en primer lugar y aunque no
soy de aquí pero, como tú sabes tengo una casita que heredé de mis padres en un
tiempo en el que ellos vivieron aquí.
Hace unos días, los vecinos encontraron a medio entrar, una carta por
debajo de la puerta, y como ellos conocían mi dirección en Barcelona me la
remitieron pensando, al ver el remite, que sería importante, como así fue ya
que se trataba de Hacienda, de unos pagos pendientes que habían cumplido
y me daban quince días de plazo antes de pasar a ser embargada.
Como comprenderás, no podía permitir
que me quitaran una casa que mis padres cuidaron con tanto sacrificio - dijo
sin dejar de sentir un nudo en la garganta; y es que a duras penas podía
aguantar las ganas de estrecharla entre sus brazos viendo lo compungido del
rostro de la joven, y que le parecía que sufría en silencio lo que estaba
padeciendo él.
- Entonces, ¿ya no nos veremos más? – dijo la joven sin tan siquiera pensar
que Raúl estaba presente.
- Bueno, nunca se puede decir categóricamente lo que el destino de las personas
le tiene reservado a cada uno, aunque este tema es muy complicado y
necesitaríamos más tiempo para poder tratarlo, sin embargo, no es el caso en
este momento. En lo que a mí me concierne ya me gustaría volver a verte alguna
vez. Pero ahora lo que toca es subir a ver a tus abuelos y despedirme de ellos
a la vez que agradecerle sus atenciones para conmigo. Si me quieres acompañar,
quiero decir que podemos subir los tres así se me hace todo menos penoso - dijo
mirando de reojo a Raúl y observando en éste cierto nerviosismo e inquietud.
- Vale, subimos entonces - dijo Dolita, sin saber que decir nada más.
XXIV
Cuando les abrieron la puerta, don Héctor los recibió mostrando una leve
sorpresa ya que no los esperaba, por lo que se limitó a ofrecerles que
entraran.
Una vez en la salita, llegó la
abuela quien al verlos a los tres preguntó si ocurría algo.
- Tranquila abuela, no pasa nada, es Juan de Dios que viene a despedirse de
vosotros, bueno de todos – sin poder evitar el que se le notara cierta
contrariedad
- ¿Y eso, a que se debe? - dijo doña Aurora la cual aún mantenía entre sus
manos un ovillo y un par de agujas de hacer calceta para un jersey que le había
prometido a su marido.
- Juan de Dios, venía al pueblo con el fin de arreglar unos asuntos que tenía
pendiente, y sobre los que le habían requerido los de Hacienda ya de forma
apremiante - le contó Dolita a su abuela.
- Entonces, ¿ya no lo volveremos a ver amigo Juan de Dios? - preguntó ahora
el abuelo.
- Como aún estaré unos días por aquí, como le ha dicho su nieta,
solucionando unos asuntos, aprovecharé el tiempo viendo a algunos amigos de la
infancia; antes de marcharme para Barcelona, me pasaré por aquí, si ustedes me
lo permiten, para verles de nuevo y despedirme. De camino les dejaré mi
dirección por si alguna vez necesitaran algo de la ciudad condal.
- Pues lo mismo le digo: si tuviera necesidad de algo mientras esté aquí,
por favor, no dude en contar con nosotros. En fin, ha sido un placer haber
conocido a una persona tan entregada a los demás, y con tantos conocimientos;
créame si le digo que no olvidaré el rato que nos hizo pasar anoche con esa parte
de su tesis tan interesante. Por cierto, confío en que a la primera oportunidad
me haga llegar lo que presumo de
antemano ha de ser no una tesis sino un libro muy interesante.
- Eso seguro don Héctor, y ahora ya no quiero hacer más larga la despedida.
Para mí también ha sido un placer conocer a los abuelos de Dolita. Buenas
noches, y hasta que nos veamos de nuevo.
De nuevo en el jardín, y como Juan de Dios hiciera amago de despedida,
Dolita le cogió la mano y lo retuvo un momento.
- Ya sé que tienes que marcharte pero, de veras que ha de ser con
tanta prisa. Mira a Choly que le falta tan sólo tener un pañuelo en la mano.
- Y es verdad, que me da mucha pena que nos dejes, ¿y no podrías llevarme
contigo?
- No puedo, y además, ¿qué dirían en tu comunidad?
- Nada, que iban a decir: una boca menos.
- Eso sí que no me lo creo, con lo buena proveedora que eres y lo bien que
llevas, según tú, la guardería.
- Cómo me gustaría poder tener correspondencia y escribirme contigo donde
quieras que estés - dijo esto sin poder evitar unas risitas que fueron
contagiosas a excepción de Raúl, y al que cada uno de los parciales gestos y
comentarios se le clavaban como si fueran dardos envenenados.
- Bueno, pues aquí termina para mi, parte de la historia con vosotros en
Iznájar a la que una vez abandonada no sé cuando volveré, de todas formas aún
me quedan unos días. Arreglaré los asuntos pendientes y dejaré la casa lo más
en orden que pueda. Y para ti, primo, si alguna vez vinieras, no tienes más que
pedirle la llave a mi vecino Rafael, amigo de siempre en las muchas correrías
que hemos hecho juntos por todas y cada una de las fiestas y ferias de los
pueblos.
Y a ti Dolita, a la que no sé si volveré a ver dada la distancia que nos
separa, te deseo que alcances una supe-cátedra y consigas un trabajo que
te permita vivir a lo grande.
A ti, primo, a ti es posible que vuelva verte vestido de gala, en el puente
de un barco y atracando en el puerto de Barcelona; ese sería un momento
maravilloso, aunque como tu especialidad es de laboratorio pues estarías
dentro, aunque en cualquier momento puedes salir a ver como se atraca desde
cualquier punto de la cubierta superior.
Bueno, pues ya he soltado todas las amarras, así que todo os vaya bien, y a
ti Choly, decirte que siempre estarás en mi pensamiento y en mi corazón. Creo
que no me queda más, así que hasta cuando los destinos de todos nosotros
decidan que tienen previsto para nuestras vidas.
Diciendo esto último y poniendo un dedo sobre la cabeza de Choly, y
cogiendo las manos de Dolita acabó diciéndole a Raúl, que estaría en su casa
toda la tarde por lo que podría volver cuando quisiera y así poder ir a cenar
juntos.
Finalmente se dirigió a la cancela del jardín abandonando la casa.
Ni que decir tiene que ese momento hizo que se produjera un breve y
entristecido silencio.
-Qué majo es éste Juan de Dios ¿verdad? - dijo Choly, y que aún se
encontraba en el extremo de la mesita cercano a donde se encontraba la
muchacha.
- Si que es majo, y además es muy conocedor de que es lo que quiere en la
vida, que es lo más importante en un ser humano – dijo Dolita, sin pensar en
que se trataba de un pensamiento en voz alta.
- Bueno, pues yo lamentablemente también tendré que irme - dijo Raúl, que
no podía soportar lo que para él no era una conversación sino una especie de soliloquio
por parte de Dolita.
- ¿Por qué te vas a ir? si te vas voy a quedarme aquí completamente sola – dijo ahora Dolita.
-¿Cómo que te quedarás sola? no tienes ahí a tu amiga, pues ya está.
- Cualquiera diría que estás enfadado.
- ¿Enfadado? lo que estoy es que me subo por todas las paredes.
La sabiduría de Cholita fue la que
arregló la tormenta que se avecinaba recomendando a Dolita a que le ofreciera a
Raúl salir a dar un paseo.
Cuando la muchacha aceptó el consejo
y se lo propuso a Raúl, pareció que los malos humos se desvanecieron en
el momento, y haciendo que hasta le cambiara el color del semblante. Pero,
cuando Dolita le dijo a Choly que ya se verían al día siguiente por la mañana,
a Raúl se le volvieron a desatar los demonios pensando en que ni el último día
se iba a ver libre de la puñetera hormiga.
Raúl, de todo aquello, lo que más le
traía de cabeza era el momento en que, aún sin enterarse de nada, a excepción
de las palabras que le dedicaba la muchacha en sus extrañas conversaciones, era
que la hormiga se bajaba por el pantaloncito y la pierna de Dolita, y que una
vez cerca del césped daba un saltito y salía corriendo hacia el extremo del
jardín, y al pie de aquella zona del seto de tuyas donde se encontraba su
colonia.
Una vez los dos en la calle,
caminando por el acerado, a la luminosidad de las farolas que acababan de
encenderse, y ya cogidos de la mano.
- Dolita, sin ánimo de ofenderte, dime si es cierto eso de que te comunicas
con la hormiga -le insistió muy serio toda vez que, transcurrido el tiempo, no
acababa de aceptar que no fuera una fantasía tanto de la muchacha como de su
primo, que muy bien podía haberle seguido la corriente por alguna razón que no
conseguía averiguar por mucho empeño que le ponía.
- Yo tampoco lo entiendo, Raúl, sin embargo, no le doy tantas vueltas como
tú.
Fui la primera en sentir como la madre Naturaleza me dio a entender que
tiene muchos recursos para que entre los seres vivos de este planeta sucedan
cosas sumamente extraordinarias. Quiero y necesito pensar, por esa razón,
que no por otra cualquiera, que aquel día cuando estaba sentada tan ricamente
con mi guitarra, que Choly comenzó a llamar mi atención. Y no sólo visto desde
una perspectiva antinatural, sino que el mero hecho de oírla, me produjo algo
así como una sensación de que algo me estaba ocurriendo, y lo primero que pensé
fue si no sería una insolación al estar tanto tiempo sentada al sol. Pero no,
me encontraba muy bien, únicamente sorprendida ante el siguiente episodio en el
que ambas comenzamos a conversar como si fuéramos dos personas de lo más
normal.
- ¿Y no podría haber sido aquello producto de tu imaginación? - dijo Raúl
sin salir de su asombro ante lo que estaba oyendo.
- No, o acaso no quedó confirmado tiempo después, y sobre todo con la
llegada de tu primo. La pregunta siguiente es ¿por qué Juan de Dios disfrutaba,
por decirlo de alguna manera, del mismo don que yo, y tú no?
- Aún así no acabo de creérmelo...
- Yo te entiendo, Raúl, te entiendo y te comprendo, pues siempre que a un
científico quieren hacerlo entrar en campos abstractos, elevados, difícil
de comprender, chocan con el negativismo más absoluto. Y aún más difícil de
entender como un científico que trata con la Naturaleza, esto le venga de
largo.
Son muchas las situaciones metafísicas las que vive el ser humano sin
llegar a comprenderlas, tal vez por ignorancia o porque no les interesa en razón
de una serie de intereses materiales que desbordan los sentimientos, y les
colocan una especie de persiana para que no puedan ver la realidad. Algo así
como lo que sucede con los ensueños, y de los que a la mañana siguiente no se
recuerda nada.
A pesar de todo, tú deberías saber que la Metafísica es una rama de la
filosofía profunda que estudia los problemas centrales del pensamiento
filosófico: el ser en cuanto tal, el Absoluto, el Creador, el Espíritu.
En esa línea, intenta describir las propiedades, fundamentos, condiciones y
causas primeras de la realidad, así como su sentido y finalidad.
- Sin embargo, aún a pesar de todo cuanto me dices, sigo sin entender la
mayor parte de ello.
- En pocas palabras, y en lo que se refiere a Choly, lo único que me queda
por decirte es que si vivieras cerca de tu primo, te aseguro que él con sus
conocimientos sobre la percepción extrasensorial de la que tu ahora por tenerla
poco o nada desarrollada, él te ayudaría mucho.
Con esta última respuesta de Dolita, ambos
guardaron silencio; unos metros más adelante se sentaron en un banco desde el
que se veían algunas luces al otro lado del lago.
- Estaba pensando en Choly, una extraña criatura que me hace sentir más humana,
al tiempo que me llena de una ternura que nunca había sentido hasta ahora. A
veces pienso cómo podría llevármela, como si fuera un gatito, perrito o una
tortuguita, y considerarla en exclusiva, naturalmente, cual animal de compañía
– dijo Dolita sin pensar.
- Creo que estás obsesionada y ello te puede acarrear algún disgusto - dijo
Raúl intentando sacarle partido al momento.
- No sé en qué me podría perjudicar esta obsesión semejante - respondió la
muchacha.
- A mi entender, los recuerdos de la hormiga podrían abstraerte de tus
obligaciones y estudios cara a los exámenes que pronto se te echarán encima;
espero que yo no entre en esa dinámica y te olvides de nuestra relación - dijo
Raúl echándole el brazo por encima del hombro y atrayéndola hacia él en un
intento de besarla que ella eludió con habilidad.
- Qué tonterías dices, para mí es muy importante mi futuro como Bióloga, y
no cejaré en el empeño hasta que consiga mi cátedra. Y te aseguro que nada me
va a entretener - dijo realizando una especie de sutil movimiento al levantarse
que Raúl tuvo que quitarle el brazo del hombro.
- Cambiando de tema. ¿Has pensado en lo que hablamos acerca de echar la mañana
en la playa de "Las Cruces?” – dijo Raúl.
- Si, en principio me parece buena idea aprovechar nuestras últimas horas
con unos baños y un poco de sol sobre la arena, y es que hay que ver el trabajo
que me cuesta ponerme morena - dijo mostrando un hombro que Raúl aprovechó para
besarlo.
- ¡Qué tonto eres! Anda que se nos hace tarde - dijo al tiempo que lo
tomaba de la mano y regresaban por el mismo acerado.
XXV
Cuando llegaron al chalet y entraron al jardín se fueron, a petición de
Raúl, directamente al balancín; estaban claras las intenciones de Raúl ya que
la tendría más cerca que nunca, y durante tanto tiempo, y es que el acogedor
cojín era para una sola persona, pero se podían acomodar para balancearse los
dos, eso sí, un poco ajustados.
Como pudieron se acomodaron,
pero con tanta estrechez Raúl le pasó el brazo por encima del hombro, sin
embargo, el apretón duraría poco ya que para más desgracia del joven, Dolita de
un salto fue a la mesita sobre la cual se encontraba Choly, al parecer,
llamando su atención.
- ¿Qué haces aquí tan tarde, acaso no tienes Guardería? - le preguntó sin
quitarle el ojo al balancín, pues sabía de seguro que Raúl estaría en ese
momento a punto de estallar, sin embargo, no ocurrió nada anormal a excepción
de que, algo así como ignorándolo, ambas amigas se habían puesto a
conversar acerca de la visita a Córdoba y sobre la que Choly quería saberlo todo
con los máximos detalles. Así que Dolita comenzó a relatarle todo lo
concerniente al viaje.
Mientras tanto, Raúl, que la rabiosidad que sentía en su máxima intensidad
le había hecho entrar en una especie de trance, le vino a la memoria, pensando,
decididamente, dar solución al problema que venía sufriendo desde el principio,
algo que le ocurriera hacía un par de años:
"En aquella ocasión sería un amigo del instituto el que ante un
pequeño despiste, su compañero y, al parecer, amigo, aprovechándose de su
amistad, le sustrajo todos los datos que Raúl tenía acabados para un
importante examen de final de curso, y que le hizo perder la oportunidad
de superarlo ya que cuando fue a echarle mano por más que lo buscó entre todos
sus apuntes no los encontró.
"Al día siguiente cuando se expusieron las listas de los resultados,
observó con sorpresa que él ni tan siquiera se encontraba en ellas, por lo que
tomó la decisión de pedir cita para hablar con su profesor, el cual le comunicó
que le habían faltado dos páginas del temario.
“Acabada la entrevista y vuelta a ver las listas comprendió lo que había
ocurrido al ver como su compañero, al que consideraba bastante más bajo de
nivel que él, se encontraba en el segundo lugar del listado, lo que le dio a
pensar que no sólo se había limitado a sustraerle aquellos importantes datos,
sino que incluso había hecho desaparecer las páginas que faltaban, por lo que
no tenía más remedio que haberse colado en el despacho del profesor y haber
realizado el hurto de ellas.
"Como quiera que él no tenía
nada de filántropo como su primo Juan de Dios quien, por cierto, a través de la
última carta recibida le había comentado que ya se había graduado en Filosofía
y letras, decidió poner el asunto en manos de su profesor con el fin de que
éste lo elevara a la dirección, una vez examinada las evaluaciones tenidas a lo
largo de todo el curso: la calificación, y categorización del
rendimiento.
"Al día siguiente, tanto Raúl
como su compañero José Manuel, fueron llamados a la Rectoría donde les esperaba
el Rector con su equipo y el profesor de ambos, el cual ya tenía sobre la mesa
los expedientes académicos de cada uno y correspondientes al curso actual.
“Llegado el momento, el Rector, a la vista de las distintas evaluaciones
mensuales de cada uno, y ante la abierta acusación por parte de Raúl, que
mantuvo firme durante todo el tiempo, y la ratificación del profesor apoyando
la acusación, la cual quedaba ampliada por el hurto realizado en su despacho,
el Rector le preguntó al compañero si tenía algo que decir; éste agachó la
cabeza y se echó a llorar, por lo que el Rector decidió dar por terminada la
reunión anunciando que ya daría a conocer su valoración.
"Al día siguiente, Raúl fue llamado por el profesor quien le preguntó
si estaba dispuesto a someterse al mismo examen en ese momento. La respuesta no
pudo ser más contundente, por lo que le fueron entregados los nuevos
formularios y el plazo de dos horas para cumplimentarlos.
"Transcurrido el tiempo
y entregado el examen se le dijo que ya se le comunicaría el resultado".
"Cuando abandonó el aula elegida para realizar el examen, se encontró
de frente con su compañero José Manuel, el cual iba acompañado de su padre,
quien al verlo se limitó a disculparse por el error de su hijo. Un error
apoyado en la envidia, y que al final le costaría el seguir estudiando en aquel
instituto.
“Raúl correspondió al comentario del padre, pero mirando a su compañero
dijo: ¡Una lástima haber estropeado lo que consideraba una bonita amistad!”
- ¿Vienes? Oyó la voz de Dolita que aún seguía de cháchara con su amiga,
por lo que viendo que allí iba a continuar siendo un cero a la izquierda
decidió hacer un aparte con la muchacha.
- Dolita, ya es muy tarde y me duele un poco la cabeza, así que voy a irme.
- ¿Te duele mucho? - se interesó.
- No mucho, habrá sido producto del viaje y el sol que hemos tomado; tomaré
un vaso de leche con un calmante y me acostaré. Mañana estaré como nuevo para
ir a la playa. ¿Te viene bien que te recoja a las once?
- Si, estupendo esa es una buena hora.
Dicho esto los dos se fundieron en un abrazo acompañado de un beso, y Raúl
se despidió, atravesó la cancela y se perdió por el acerado para revolver la
esquina.
En aquel lateral del seto se
detuvo un momento a escuchar lo que parecía un monólogo toda vez que era
Dolita, en apariencia, la única que hablaba.
Instantes después y moviendo la
cabeza de un lado a otro, pero con cara de rabia, Raúl siguió adelante.
- Parece muy enfadado - dijo Choly.
- No creo que esté enfadado, más bien molesto al ver que te dedico mucho
tiempo a ti en lugar de a él, o tal vez sea el cansancio de todo el día
caminando por Córdoba, y es que andar no es lo suyo, y eso que, según me contó,
una vez en el instituto se apuntó a unas clases especiales de atletismo porque
le hacía ilusión participar en unos juegos que había organizado la Federación
Universitaria de Institutos, pero apenas hizo los primeros
entrenamientos, a la segunda vuelta al campo de futbol ya no podía correr
más y se tuvo que retirar, y eso le afecto mucho a su auto estima.
- Claro, y es que como conmigo no tiene ninguna relación, ¿por qué será que
él no me oye a mí, si yo a él lo escucho perfectamente? - dijo Choly no sin
mostrar cierta preocupación.
- No lo sé Choly, como tampoco sé porque nosotras estamos teniendo
esta relación ontológica.
- ¿Qué es eso de ontológica?
- La ontología es como el trascendentalismo, la metafísica, una
rama de la filosofía que estudia los problemas primordiales del pensamiento
filosófico: el ser en cuanto tal, el Absoluto. En esa línea, intenta describir
las propiedades, fundamentos, condiciones y las causas primeras de la realidad,
así como su sentido y finalidad.
- Pues yo no lo entiendo, y ahora que tú dices eso. ¿Por esa razón me podía
comunicar con Juan de Dios, porque es filósofo y estudioso de los temas
naturales y paranormales?
- Bien pudiera ser, Choly.
- Pero, entonces, si tú no eres filósofa, ¿cómo te comunicas conmigo? y
además, ¿por qué yo me comunico tanto con Juan de Dios como contigo, y en
cambio con Raúl no? Será que ese don está reservado para aquellas personas
sensoriales, y muy elevadas espiritualmente.
- Te repito Choly, que yo no lo entiendo, y tampoco quiero que todo ello me
perjudique mentalmente. Así que lo vamos a dejar aquí, y dejar que la
Naturaleza siga su curso. Y ahora, como se dice en Andalucía cada mochuelo a su
olivo, que estoy muy cansada. Venga hasta mañana.
- Hasta mañana Dolita, pero antes de irte llévate algo que te dejaron
debajo de la mesita y que está sujeto con un trozo de cinta adhesiva.
Ya Choly corría por el césped hacía su colonia, cuando Dolita arrancaba de
debajo de la tapa de la mesita, un papelito bien plegado. Un tanto nerviosa, y
valiéndose de la única farola que iluminaba el jardín, se encontró gratamente
sorprendida a leer en el papelito: "Dolita, necesito hablar contigo, pero
prefiero dejar pasar unos días hasta que esté de regreso a Barcelona.
Esta es mi dirección y mi número de teléfono".
Con el papelito en el bolsillo, y una carita que, en realidad, no sólo
manifestaba cierta incertidumbre, abandonó la sillita y subió a la casa.
Una vez con los abuelos, estos le preguntaron qué tal había ido la visita a
Córdoba, por lo que ya puestos al corriente de cada uno de los muchos detalles,
incluso que ya les mostraría fotografías cuando Juan de Dios se las enviara,
dijo que se iba a duchar antes de la cena.
Ya en el baño comenzó a desnudarse, sin embargo, al quitarse el
pantaloncito no pudo evitar el volver a sacar el papelito y releerlo de nuevo.
Cuando acabó de ducharse, y ya con el pijama puesto, colocó el papelito en
el bolsillo, el cual una vez en su cuarto, lo introdujo en el libro que le tuvo
ocupada a ratos y que contenía los temas que les esperaban a su vuelta a
Sevilla y por ende a la Facultad.
Después de cenar, se excusó ante los abuelos aludiendo que se encontraba
muy cansada, y que se iba a la cama. Como lo vieran natural, momentos después,
Dolita ya estaba sobre el lecho tan sólo con sus braguitas dado el calor
reinante, y dispuesta a releer lo que tan sólo era una dirección y un teléfono.
No obstante, el detalle le hacía ilusión.
Cuando Raúl llegó a la casa de su primo se encontró la puerta cerrada aún a
pesar de que éste le había dicho que no saldría en toda la tarde.
Una idea se le cruzó por la cabeza al ver la tiendecita "El
desavío". Así que se acercó a ella y allí estaba Juan de Dios con un
botellín de cerveza en la mano, y charlando con Emiliano el cual ante lo
que el primo le contaba acerca de un viaje que había realizado el año anterior
a Italia, al parecer, no tenía prisa en cerrar. Cuando entró oyó al primo que
contaba:
"Como usted sabrá, Italia, es un maravilloso país europeo con una
larga costa mediterránea, que influyó considerablemente en la cultura de las
tiendas de ultramarinos, y la cocina occidental. Roma, no dejó de sorprenderme
como tampoco el Vaticano en el que el turismo deja dinero a espuertas. Son
dignas de contemplar la enormidad de ruinas producto de una civilización pasada,
y disfrutar de la cantidad de museos con sus impresionantes obras de arte
emblemáticas.
“Otras ciudades como Florencia, o Venecia me dejaron con ganas de volver ya
que fui en época de reformas y no pude ver algunos monumentos de los más
importantes, sin embargo, el mero hecho de pasear en góndola por aquellos
canales, o haber visto la fontana de Trevi, la fuente de los cuatro ríos o el
circo romano, ya se da uno por satisfecho, pero espero volver y ya mejor
preparado, sobre todo con dinero y tiempo.”
- Y acompañado de tu primo, si se admite mi compañía - dijo Raúl
acercándose al mostrador y diciendo que él también necesitaba un botellín.
Verdaderamente, Emiliano, no tenía prisas por lo que aprovechó la coyuntura
para hablar también de algunas de sus escapadas toda vez que disfrutaba a sus
cincuenta y dos años de una soltería envidiable dada su posición económica.
- No dude usted don Juan de Dios, que a la primera oportunidad que tenga
voy a intentar hacer ese viaje que parece muy interesante, y de paso a ver si
me traigo una romana o veneciana y que me ayude en la tienda
Dicho esto, los tres se echaron a reír pensando en cómo se las iba a apañar
Emiliano para entender a aquellas italianas.
Al final, Juan de Dios le pidió que le preparara unos bocadillos y con ellos
y una botella de vino se acabó la tertulia.
Ya en la casa, y una vez tomada la frugal cena, continuaron charlando
vaso de vino en mano.
Media hora más tarde convinieron en irse a la cama. Raúl dijo que a las
once había quedado con Dolita, mientras que Juan de Dios dedicaría la mañana
para visitar a sus amigos, que como era domingo día en que su amigo Remigio
estaría de faena con la misa de la Ermita, pues iría a verlo y luego tomar unas
copas recordando aquellos tiempos en que eran unos zagales, cuando sus padres
se hallaban desplazados en Iznájar debido a un contrato que le ofrecieron a su
padre como dorador.
Apenas se habían dado las buenas
noches cuando Juan de Dios le preguntó al primo: Raúl, ¿ya has caído?
- No, ¿qué quieres?
- Nada importante, es que estaba pensando en que, como vivimos tan lejos, y
en estos años es tan complicado viajar, pues que aún no conozco tu pueblo, y
mira que ha pasado tiempo.
- ¿Mi pueblo, San Fernando?
- Si, exacto.
- ¿Y qué quieres saber?
- No sé, ¿cómo es más o menos?
- Mi pueblo fue llamado hasta el año 1813 Villa de la Real Isla de León,
aunque es llamada de las dos formas: Fuera de ella es San Fernando, dentro y
para la zona de la Bahía de Cádiz, los Puertos, o Jerez de la Frontera, es la
Isla. Con muchos acuartelamientos y para de contar, aunque eso si es muy bonita
y a pocos kilómetros de la capital.
- ¿Y el nombre de Isla de León de donde procede?
- El término isla era debido
al elemento geográfico sobre el que se asienta la ciudad, y el término de León
es porque la familia Ponce de León era la propietaria de la isla en el siglo
XIV, anteriormente fue propiedad del Ducado de Arcos., a la sazón propietario
de media provincia de Sevilla y más…
- Yo en cambio tan sólo he estado con mis padres en Barcelona una vez, y
tampoco la conozco porque fue cuando aquel desgraciado asunto de tu hermana
María Engracia.
-Sí, una verdadera pena.
- Bueno ya está bien de cháchara por hoy. Hasta mañana, que será otro día –
se despidió Raúl.
XXVI
El verano ya daba sus coletazos,
pero el día se presentó tan caluroso como radiante. Una vez desayunado el
clásico café descafeinado y unas magdalenas, ambos primos decidieron dar un
paseo.
- ¿Tienes ganas de volver a Barcelona? - preguntó Raúl mostrando cierta
indiferencia.
- Si, pero estoy un poco preocupado con lo que me encontraré mañana en
Hacienda; ya sabes que esta gente son una caja de sorpresas. Aún recuerdo lo
que me pasó el año anterior en el que dijeron que no había pagado la contribución,
y cuando llamé a Rafael, mi vecino, me dijo que no me preocupara, que él tenía
el recibo.
- Pues menos mal que tienes a Rafael.
-Sí, es una buena persona; ahora he pensado en dejarle una copia de la
llave para que Rosalía, su mujer haga una limpieza de vez en cuando, y así si
un día me da por venir, o en que quieras venir tu, no nos encontremos la casa
como cuando llegamos.
- No es mala idea.
- Y tú ¿qué plan tienes para hoy? aunque imagino que será pasar la mañana
con Dolita, hasta la hora de salir para Córdoba.
- Sí, echaremos la mañana juntos. Luego ella se irá a comer pronto y yo
pasaré por tu casa para recoger mi mochila y reunirme con ella para irnos a la
Estación. Tenemos que tomar el mismo autobús, y ya una vez en Córdoba, ella
cogerá el que va para Sevilla y yo tendré que esperar media hora que es cuando
sale el autobús para Granada y allí enlazar con el que va para Cartagena.
- Conforme, pues entonces quédate con la llave para que puedas abrir y
recoger tus cosas, luego cierra bien y le dejas la llave a Rafael, o mejor
levantas un poco la persiana de la ventana y la dejas detrás, no vaya a ser que
cuando yo vuelva Rafael haya salido con la familia a pasar el día fuera, que
será lo más probable ya que está loco con el Seat "Seiscientos" que
se ha comprado, por cierto, no hace mucho leí que le habían puesto ese nombre
por una coincidencia, y es que tiene seiscientos centímetros cúbicos y pesa
seiscientos kilos.
- ¿Y no te preocupa que deje la llave allí?
- No, estate tranquilo, y vete ya si has quedado con Dolita a las once.
Aunque nada de lo que había estado
conversando con su primo había resultado de vital trascendencia, el caso es que
su mente siempre se encontraba en otro lugar, ¿dónde? pues en el momento de
encontrarse con Dolita, y si ésta no estaría ya acompañada de Choly, y
esperándolo para que pasara la mañana con ellos.
Estaba demostrado que cada uno de estos pensamientos, y sin que aún hubiera
llegado al encuentro, la rabia iba ganándole terreno a una posible mañana feliz
con su amada, y ambos sumergidos en las tranquilas y templadas aguas del lago.
Y posteriormente, los dos tumbados sobre una toalla en la arena, en cuyas
situaciones se desarrollan los más atractivos episodios amorosos de muchas
parejas.
Con estos pensamientos, una vez enrabietados, y otros prometiéndose una
feliz mañana tan esperada como inolvidable, dobló la esquina de la calle donde
los abuelos tenían el chalet.
Miraba las ventanas de la casa a través de la altura del seto, pero en un
acto reflejo miró hacia el suelo y fue cuando la vio. Ese fue el momento en que
ella lo vio también a él. Pero, la hormiga, que se encontraba cerca de una de
las patas del banco al sentir ciertas vibraciones, emprendió una carrera
desesperada, sin embargo, cuando ya alcanzaba la frontera que divide el seto de
tuyas del acerado, no pudo evitar que la sombra de la suela de una gran
zapatilla la dejó completamente a oscuras, justo fue el momento en que Raúl con
una cara de maléfica satisfacción escuchaba el crujir de aquel diminuto e
inofensivo cuerpecillo.
Sin abandonar la malévola sonrisa que reflejaba una crueldad difícil
de asimilar, siguió adelante. Estaba claro que Raúl no poseía un espíritu, al parecer,
ni humano ni filosófico, y mucho menos sensorial.
Cuando llegó a la cancela intentó abrirla, pero estaba entornada, y al
mirar hacia la zona donde está ubicado el conjunto de jardín pudo ver a Dolita
que, de espaldas al sol de la mañana, leía un libro que parecía un grueso temario.
Al oír el sonido de la puerta se volvió.
- Buenos días, qué puntual ¿cómo te encuentras, se te pasó el dolor de
cabeza? - dijo avanzando al encuentro con Raúl.
Buenos días, correspondió Raúl, el
cual al observar que sobre la mesita no estaba la bolsa que Dolita usaba
siempre cuando iba a bañarse, y no es que tuviera interés en saber que ocurría,
porque sabía positivamente que ello giraba alrededor de la ausencia de la
hormiga.
- ¿Nos vamos ya? - le preguntó Raúl, por decir algo.
- Esperaremos un poco, si no te importa, es que estoy preocupada con
Cholita que no aparece.
- ¿Y siempre vamos a estar pendientes de esa hormiga? – dijo de forma ahora
amigable ya que era conocedor de lo que estaba ocurriendo.
- No hables de ella así, que tiene su nombre.
- Eso será para ti, para mí no es más que una hormiga que, según tú, habla
y se comunica.
- Y no solo eso es lo que me preocupa, sino que todas las mañanas es la que
me despierta desde el alfeizar de la ventana y hoy no lo ha hecho.
- Pues se le habrá ido el don o la inspiración, y ya no se acuerda, o bien
ha cambiado de hormiguero, o colonia como tú lo llamas.
- Me cuesta creer que le haya ocurrido algo de esto, pero tampoco puedo
negar que pueda haber pasado lo que dices, y estés en lo cierto.
- Claro que si, será lo más probable; si quieres esperamos un rato más y si
no aparece nos vamos, seguro que a la vuelta te estará esperando.
Pasado un tiempo prudencial, Dolita subió por la bolsa y los dos tomaron el
camino de "Las Cruces", en cuya playa, sin mucha gente, echaron la
mañana entrando y saliendo del agua por lo que Raúl no conseguía retenerla
sobre la arena ni un solo momento.
- Creo que deberíamos volver ya, que hay que comer temprano y salir
para la Estación - dijo Dolita comenzando a recoger las cosas.
Una vez todo recogido, y Raúl con una cara que era todo un poema, iniciaron
el regreso sin que mediara una sola palabra entre los dos.
Llegados al chalet, Dolita se fue directamente a la mesita del jardín con
toda su ilusión puesta en encontrarse allí a Choly, pero no estaba.
No obstante, y si reparar en nada absolutamente, se acercó al lugar del
seto donde sabía que se encontraba la colonia y di una voz llamando a su amiga.
En ese momento un gran número de miembros de aquel hervidero, de forma
inmediata comenzaron a correr de un lado para otro sin razón aparente, hasta
que todas, como en formación, desaparecieron bajo la frondosidad enraizada de
las tuyas.
- Dolita, venga déjalo ya, ¿no te das cuenta que estás haciendo algo que no
tiene sentido?
- Está claro que no lo tendrá para ti, pero para mí sí, y mucho. ¿Qué le
habrá podido pasar? porque lo que tengo claro es que algo le ha ocurrido cuando
ni siquiera ha respondido a mi llamada.
- Dolita, no te desesperes; cuando no ha respondido a tu llamada es porqué
no está - dijo Raúl mostrando una maligna hipocresía sin parangón, y que la
muchacha no podía ver al encontrarse de espaldas y sin dejar de buscar con la
mirada un tanto descompuesta al no conseguir hallar el más mínimo indicio que
le pudiera dar alguna pista.
Tras
un largo rato agachada, salió de aquella abstracción obsesiva gracias a que su
abuela que ya la había oído llegar, la llamaba desde la ventana para que
subiera a almorzar, y recordándole que aún tenía que preparar su maleta.
- Creo que deberías subir y despedirte de mis abuelos, por si acaso luego
nos encontramos con el tiempo justo.
Ya dentro de la casa, y durante el transcurso de la despedida propia, Raúl,
comentó que tenía que ir a casa de su primo con el que había quedado para comer
y recoger su mochila así como una bolsa de viaje.
Cuando llegó a la casa, cogió la llave de detrás de la persiana, al encontrársela
donde la dejó, ello le dio a entender que su primo no estaba en la casa porque
de lo contrario él habría cogido la llave, no obstante, abrió la puerta y lo
llamó, pero al no obtener respuesta pensó que al igual que la noche anterior
estaría en "El desavío" de Emiliano, pero allí tampoco estaba ni,
según el hombre, había ido en todo el día con lo cual supuso que se habría
quedado a almorzar con su amigo Remigio.
Luego de llegado a estas conclusiones, le pidió a Emiliano que le preparara
un par de bocadillos, y ello junto con un botellín de cerveza regresó a
la casa en la que una vez dado cuenta del frugal almuerzo, preparó su petate
que es el nombre que en la Marina se le da a la bolsa de viaje.
Una vez dejada una nota escrita para su primo encima de la mesa del
comedor, recogió la bolsa, salió a la calle, y dejando nuevamente la llave
detrás de la persiana se dirigió de nuevo al chalet, a cuya llegada se encontró
con Dolita y sus abuelos que charlaban en la puerta acerca de lo feliz que
habían sido los quince días que había pasado con ellos.
Los abuelos no se cansaban de decirle que tenía que volver, que al estar
tan solos para ellos era como un nutriente de vida el que ella estuviera aunque
solo fuera unos días.
Abuela, abuelo, prometo volver a veros
en cuanto tenga unos días, ahora tengo el examen final, y si tengo suerte y me
sale bien también lo celebraré con vosotros, y si no es aquí, en Sevilla, ya
convenceré a papá para que venga por vosotros.
- Dolita, se nos hace tarde - le dijo Raúl al punto que le pedía disculpas
a los abuelos.
- Andad, andad ya no vayáis a llegar tarde, y tened mucho cuidado, y un
buen viaje a los dos. Y que todo os salga bien. ¡Ah! Y no dejes de escribir, y
si es una conferencia de vez en cuando mejor, y besos para todos.
- Adiós a los dos, cuidaros mucho. Espero que disfrutéis con la barquita:
ya me enviaréis unas fotos.
Qué duda cabe que los temas de
conversación de ambos durante el viaje hasta Córdoba, donde cada uno tomaría el
correspondiente transbordo, no tendría una relación como habrían de suponer con
la que, en principio, se habían prometido, los arrumacos y amartelamientos
brillaron por su ausencia.
Raúl tan sólo intentaba lo
imposible, y es que Dolita no apartaba de su cabeza la desaparición de Choly,
la única vez que había faltado a su cita mañanera para despertarla, y
posteriormente de forma extraña no aparecer por ningún lado.
Con estos aconteceres llegaron a Córdoba, donde una vez en la Estación,
Dolita haría su transbordo hacia Sevilla media hora después, tiempo que la
pareja estuvo dialogando acerca del comportamiento de ambos en las últimas
horas.
- Dolita, que te ha hecho cambiar desde ayer cuando estábamos tan
ilusionados con nuestra relación y el futuro que teníamos por delante y, sin
embargo, de la noche a la mañana te has mostrado tan fría, tan distante, que no
consigo entender que te haya podido molestar para esa actitud, y no creo que
ello haya sido debido a la desaparición de Choly como tú llamas a la hormiga
habladora.
- No lo sé, Raúl, es cierto lo que dices acerca de Choly, pero no es solo
eso, aún a pesar de la pena que llevo por dentro después de haber tenido que
dejar la casa sin poder saber que habrá sido de ella. Tan solo de pensar que en
un descuido intentando acarrear para su colonia algo que se hubiera encontrado,
y con ello una aportación para ayudar a pasar el invierno, y que alguien la
haya pisado, me produce la más honda de las tristezas, y no ya solo porque era
un animal tan frágil como débil ante nosotros los humanos, sino porque debía
ser excepcional al poseer el don de poder comunicarse. Sin duda alguna, un
caso difícil de aceptación, pero que no va conmigo porque yo lo he vivido
tan de cerca que jamás nadie me hará poner en tela de juicio su absoluta
existencia, digan lo que digan los demás científicos, y es que yo también lo
soy, y si Dios quiere y me ayuda lo seré oficialmente tan pronto como me
sometan a realizar este último examen, que sé que me va a salir redondo.
XXVII
En cuanto a lo que nos concierne a los dos, y por ende a nuestra relación,
reconozco que por mi parte se ha enfriado un poco, por eso te agradecería nos
tomáramos un tiempo en el que poder reflexionar, y medir nuestros sentimientos.
- Dolita, los míos los tengo muy claros, y tú lo sabes, pero si es lo que
quieres, aunque yo no lo entienda, haremos como tú dices. No obstante, si me lo
permites te llamaré y te escribiré en cuanto tenga tiempo libre, y ahora tienes
que subir al autobús porque ya está avisando el conductor.
- Si, Raúl, claro que puedes llamarme, y escribirme cuando puedas.
Una vez acomodada se asomó a la ventanilla para despedirse con un adiós
sonriente, y deseándole suerte en los exámenes que a él también le esperaban.
Raúl, correspondió a la despedida escondiendo una sonrisa semejante a cajas
destempladas.
Ya el autobús abandonaba la Estación cuando Raúl se dirigió a la cantina
para tomar un café, dado que su autobús para Granada aún tardaría una hora.
Ante una taza de humeante café, sus pensamientos se convertían en volutas
de humo, iguales a las que desprendía el negro y aromatizado líquido; la
diferencia entre uno y otro era que mientras las primeras aromatizaban el
ambiente cantinero, las segundas le martilleaban las sienes martirizándole. Y
es que una vez y otra se preguntaba en que había fallado, si Dolita ignoraba la
cruel resolución al planteamiento que, tan minuciosamente, había proyectado al
objeto de haberle dado vida a las ilusiones con las que había llegado a
Iznájar, y que jamás pensó que su primo hubiera sido un elemento que rompiera
su cadena de flores; una cadena, cuyos eslabones se fueron desgastando cuando
entró en juego la resultante de que su primo también entró, formándose así
el tripartito: Dolita, Choly, Juan de Dios, nunca deseado.
Aunque en principio no le dio
importancia, ahora ante aquella taza de humeante café, comenzó a atar hilos y
buscando el cabo que diera forma a la madeja, sin embargo, la madeja no acababa
de verla formada, por lo que una vez más se preguntó si a las conclusiones que
estaba llegando no estarían erradas.
Seguía con la mente embotada cuando con el café al que ni siquiera había
tocado, absorto en sí mismo, escuchó por la megafonía la salida de su autobús
con destino a Granada, y una vez hecho el siguiente transbordo regresar a
Cartagena donde aún se encontraban sus padres acabando sus días de vacaciones.
Dos semanas más tarde, Dolita, recibió una primera carta de Raúl.
"Querida Dolita. Aprovecho este
rato de descanso para comunicarte que ya tengo destino, por azares del él voy a
la Escuela de Formación en Cartagena, y luego de seis meses de
preparación, embarcaré para prácticas en un buque Oceanográfico.
“Estos primeros días han sido abrumadores entre estudios y exámenes de todo
tipo, incluso los médicos, pero todo me va bien, excepto el mal sabor de
boca que me entra cuando pienso en aquellas, tus últimas palabras de las que se
desprendía, por lo que pude entender, no sin cierto esfuerzo, que nuestra
relación se había debilitado.
“No sé, en este momento, cual será tu sentimiento hacia mí, tan sólo deseo
que haya sido un lapsus por culpa de la desaparición de la hormiga, perdona, de
Choly. Por otro lado espero que hayas alcanzado la Licenciatura que con tanto
esfuerzo has trabajado y conseguir superar el último obstáculo; si hubiera sido
así te felicito y admiro de todo corazón.
“Recibe mi cariño que se queda a la espera de tus noticias. Raúl.”
Había transcurrido un mes, cuando Juan de Dios recogió aquella otoñal
mañana una carta del buzón de su Escuela. Y no es que le sorprendiera el remite
ya que, en cierta medida, la esperaba. Aún a pesar de una tranquilidad
manifiesta, rasgó el sobre con cierto nerviosismo. Extrajo aquellos papeles
rellenos y leyó:
"Apreciado Juan de Dios. En principio deseo que hayas tenido un buen
regreso a tus labores humanitarias, y gozando de una excelente salud y
bienestar.
“A continuación paso a decirte que aún dentro de mi lógica y vacilante
perplejidad, ante el momento en que recogí el papelito que me dejaste debajo de
la tapa de la mesita, y que pude recoger aquella tarde gracias a la indicación
de Choly, no te voy a negar que emparejada con la sorpresa, grata por cierto,
ello me llenó de una cierta sensibilidad hacia tu persona y tu forma de ser con
la que empecé a identificarme a medida que te fui conociendo, entre comillas,
ya que el tiempo no nos dio para más como yo hubiera deseado. De todas formas
me abro a ti y deseo que no dejemos de tener comunicación ya que para mi esta
ha comenzado a ser importante.
“Ahora, y aunque a ti estoy segura que esto te va a doler también, lamento
comunicarte que el domingo que abandonamos Iznájar para regresar tanto Raúl
como yo, Choly no apareció. Al final después de mucha espera, llamarla y
buscarla, llegué a la triste conclusión de que alguien la había matado al
pisarla en algunas de las veces que ella salía a la búsqueda de algo que
pudiera llevar a la comunidad de su colonia.
“Por último y como sé que estabas interesado en ello, comunicarte que ayer
realicé mi último examen del que creo haber salido con una nota muy alta. Habré
de esperar a que me notifiquen mi Licenciatura ya que extraoficialmente tengo
fehaciente conocimiento de haberla conseguido. Bueno, adiós hasta la tuya y
cuídate.”
“P.D. Echo mucho de menos nuestras
charlas con Choly".
Cuando acabó de leer, Juan de Dios, volvió a guardar la carta en el sobre y
se lo metió en el bolsillo. A continuación se fue a la trasera de la Escuela
donde tenía su vivienda la cual disfrutaba de un pequeño rincón, de lectura y
se sentó cómodamente a meditar sobre cuanto acababa de leer.
De nuevo sacó el sobre, extrajo las dos cuartillas y las releyó nuevamente.
Unos días más tarde, después de cenar estaba entretenido en la preparación
de una excursión para, con un grupo de jóvenes, realizar una visita a Barcelona
y poder contemplar la evolución de las obras de la construcción de la Catedral
de La Sagrada Familia, un templo excepcional, fruto de la obra del genial
arquitecto Antoni Gaudí, y que actualmente, lleva más de 130 años desde la
colocación de la primera piedra.
Estaba madurando esta compleja idea cuando sonó el teléfono.
- Si, dígame - respondió a la llamada.
- Hola, Juan de Dios. Soy Dolita.
- Hola, y no te voy a decir que reconocí tu voz en el instante, fue mi
corazón el que saltó como por un pinchazo el que te delató.
- ¡Qué fuerte! la verdad es que no podría intuir que esperabas mi llamada
con esa fuerza.
- Dolita, no te puedes imaginar cómo te incrustaste dentro de mí el día en
el que al bajarme del autobús te vi abrazada a mi primo; y no te voy a decir
que aquel pensamiento fue ilícito porque no me arrepiento, y es que tengo un
corazón que cuando siente algo como aquello es muy difícil hacerlo callar - dijo
sin que le temblara la voz lo más mínimo.
- Juan de Dios, creo que voy a colgar, pues te estoy llamando sentada sobre
la cama ya que mañana he de madrugar, y lo que me has dicho me ha puesto muy
nerviosa. Si tienes a mano papel y lápiz apunta mi número. Llámame cuando
quieras, pero no quiero despedirme sin decirte que ya soy Bióloga forense, tan
sólo pendiente de que me lo diga oficialmente la Comisión del Rectorado que se
reunirá en breve. Adiós.
Ya por la Avenida de la Reina Mercedes, al igual que en toda la ciudad de
Sevilla el colorido arbóreo se iba vistiendo de ocres y amarillos. Dolita, tras
cumplir con su tiempo aparecía en la puerta de la Facultad a cuya entrada
exterior la esperaba Raúl.
No se dio cuenta de que lo tenía a
su lado hasta que se dirigió a la parada del autobús; entonces lo vio y, menuda
sorpresa le produjo que la obligó a dar un saltito hacia un lado cuando oyó:
¡Hola, Dolita!
- Hola, Raúl ¿Como tú por aquí? - dijo la muchacha sin abandonar la cara de
sorpresa.
- Me han concedido cuarenta y ocho horas antes de presentarme en mi nuevo
destino, para despedirme de mis padres y demás, así que esta mañana tomé el tren
y me vine para despedirme también de ti hasta que al regreso vuelva a verte de
nuevo. Y es que necesito que me digas si me voy con esperanzas de que lo
nuestro continua lleno de vida, o si es que alguien se ha cruzado en mi camino.
Tú sabes que soy un hombre que siempre afronta las cosas por derecho, y si
lo nuestro se ha torcido por completo necesito saberlo. Dolita, no podré
afrontar mi nuevo trabajo con esta incertidumbre que me va a volver loco de
remate.
- Raúl, como te dije aquel día, abriste en mi sentimiento una fisura que
creo no voy a poder cerrarla, por ello y sin ánimo de molestarte en grado sumo,
creo que lo nuestro no ha resultado como ambos creíamos. Por mi parte deseo
dejarlo, y es que sin querer, porque entiendo que el amor es así, me he
enamorado de otra persona. Deseo que encuentres una mujer que te compense el
dolor que te haya podido producir esta rotura, y de la que aunque te pueda
parecer una puerilidad te aseguro que no tuve la culpa.
- Y puedo saber, si no te molesta, de quién se trata, ¿lo conozco? - dijo
muy consternado.
- No te voy a mentir, Raúl, quiero sincerarme contigo en este trance
y si, sí que lo conoces. Se trata de tu primo Juan de Dios, y te puedo decir
que cuando me lo presentaste fue como un pellizco, y ya cuando se comunicó con
Choly, créeme que me llegó al corazón, y tu sabes muy bien que cuando estuvimos
los tres juntos intenté sacudirme aquello que me entró como un arrebato, sin
embargo, durante la visita a Córdoba profundizó de tal manera en mi, que cuando
se marchó para dejarnos solos, ya me di cuenta de que mi sentimiento hacia él
había tomado cuerpo en mi interior.
Te repito que lamento el daño que he podido infringirte, pero sólo quiero
que entiendas que estas cosas son así. Espero que todo te vaya bien en la vida,
y que triunfes en tu nuevo trabajo. Te recordaré siempre, como siempre
agradeceré nuestros buenos momentos. Y ahora discúlpame, viene mi autobús. Adiós
Raúl, - dijo al tiempo que le daba un beso en la mejilla.
Había llegado un momento en que Raúl, se había quedado tan bloqueado que no
fue capaz de articular palabras, a excepción de reconocer que todo estaba dicho,
por lo que una vez el autobús en la parada, tan sólo y con la voz entrecortada
pudo decirle adiós, y desearle lo mejor.
Cuando el autobús arrancó, Raúl, cruzó la avenida para dirigirse a la
parada de enfrente, y donde paraba el que pasaba por la zona de la Estación. Sin
poder evitarlo y viendo ya lejos en el que iba Dolita, un par de lágrimas
rodaban amargas por sus mejillas.
XXVIII
Aquella
misma noche, Dolita, con los codos apoyados en su pequeño escritorio, no paraba
de pensar en el estado en que había dejado a Raúl: "No he tenido más
remedio, no he tenido más remedio, pero es que estoy perdidamente enamorada de
Juan de Dios; lo amo desde el primer momento en que lo vi, y se coló en mi
corazón apenas me dio la mano, su roce me causó algo así como una descarga.
Dios mío, ¿cómo me pudo ocurrir esto a mí con lo metódica que soy? además
estábamos tan unidos Raúl y yo que..."
Cuando notó que se le estaban cayendo los parpados, abandonó el escritorio,
se puso el camisón de dormir y se metió en la cama quedando profundamente
dormida tras un par de vueltas buscando acomodo.
"Cuando salió afuera porque le apetecía soñar despierta, aquello no era
un campo de espigas, lo que tenía frente a ella, era un enorme y bellísimo
sembrado de tulipanes amarillos, anaranjados, rojos, sin embargo, aquellos
tulipanes que estaban regados mediante un sistema especial de goteo, por un
fallo del mantenedor, una de aquellas plantas se había quedado fuera del
sistema quedando a la vista de todos sin posibilidad de rocío, y aún así
presentaba la hermosura y un aroma parecido a los demás. Pero la flor poseía
tan sólo dos tépalos internos, y aunque tenía los tres externos pero sin unir,
no se apreciaba la diferencia con respecto de los otros.
“Cuando el mantenedor descubrió el problema fue al cuarto de los aperos y
así ampliar el goteo para aquella planta, al parecer, discriminada, pero cuando
regresó se encontró con la sorpresa de que se la habían llevado".
Por la mañana, apenas despierta
le pareció que había tenido un ensueño algo inconexo, intentó recordar la
ensoñación al completo pero no pudo. Tan sólo recordó que al tulipán le faltaba
un tépalo. Sin mayor interés al no encontrarle, en apariencia, un sentido
coherente decidió no pensar más en ello.
Tras un buen desayuno se arregló, y tomando el autobús se dirigió a la Facultad
en la que ya estaban reunidos los componentes de la Comisión que tenía por
misión dar a conocer oficialmente las Licenciaturas de Biología forense.
Llegado su turno: doña Dolores Fernández, desde este momento, oficialmente,
es usted Licenciada como Bióloga forense, pudiendo comenzar a desempeñar esta
bonita e importante profesión en cualquiera de las instituciones públicas o
aquellas empresas privadas que más le atraigan. Pasado un tiempo será requerida
su presencia en este Rectorado para recoger su merecido título. Enhorabuena.
Reunida con un par de amigas al terminar la sesión, y ya con su certificado
en la cartera, abandonaron la Facultad. A petición de una de ellas, cruzaron la
avenida con el fin de, ante unas cervezas, celebrar su triunfo.
-¿Cómo será la entrega de los títulos porque tengo entendido que es un
protocolo muy curioso? - preguntó una compañera, Julia.
- Algo he leído en alguna parte, y es la forma en que te lo entregan. Has
de recogerlo con la mano izquierda y por debajo de la mano derecha con la que
se saluda al Rector, cuando ya se recibe hay que hacer algo con la borla, pero
no recuerdo más - respondió Dolita.
Acabada la mini-celebración, las tres amigas se dividieron hacia las
paradas del autobús que tomaría cada una para regresar a sus casas.
Ya en su casa, y mostrado el certificado que la acreditaba como Bióloga
forense, los ojos de la madre comenzaron a lagrimear, mientras tanto el padre
una vez visto el certificado al detalle la tomó por los hombros y atrayéndola
hacia si le dio un fuerte abrazo al tiempo que le estampaba dos sonoros besos
acompañados de su más sincera enhorabuena.
- Dolita, tengo dos buenos amigos en el Regimiento de Caballería, un
Capitán y un Coronel médico. ¿Qué te parece si hablo con ellos y vemos la forma
de que trabajes allí? A ti te gustan mucho los caballos.
- Papá, tú sabes que no me gusta el ejército, y con un Teniente Coronel en
casa ya tenemos bastante. Además mis miras están fuera de Sevilla, aquí no veo
yo mucho futuro para mi profesión, y siendo una mujer aún menos, pero no te
preocupes que ahora lo que más deseo es tomarme unos días de merecido descanso
y olvidarme de libros y apuntes.
- Eso está muy bien, te lo has ganado a pulso, sin embargo, tú dijiste que
tu ilusión sería completar la especialidad con un máster.
- Si, papá, por supuesto, pero un máster lo puedo realizar en cualquier
parte de territorio español.
- De acuerdo hija, ya tienes edad para hacer lo que consideres que te va a
ir mejor en la vida.
- Gracias, papá, te quiero.
- Y yo a ti, hija.
Después de comer se metió en su
cuarto y se echó sobre la cama bocarriba y la vista perdida en la blancura del
techo...
"Te amo Juan de Dios, te amo
desde el primer momento en que te vi, y que ganas tengo de volver a verte, de
estar a tu lado, sentir tu aliento, rozar tus manos, tus ojos en los míos...",
y con estos pensamientos, y lo que le había dicho, indirectamente, a su padre
acerca de una posible emancipación, se quedó dormida.
Aquella misma tarde llamó a sus abuelos para decirles que ya tenían una
nieta con un título de Bióloga forense.
- Diga - respondió el abuelo al sonar el teléfono.
- Hola, abuelo ¿cómo estáis?
- Caray, Dolita, no esperábamos tu llamada tan pronto, ¿ya has terminado la
carrera?
- Si, abuelo, ya pasó todo, y tienes una nieta Bióloga forense.
- Qué feliz me haces, hija. Espera, que tu abuela me está quitando el
teléfono...
- Dolita, hija, ¿qué es eso de que eres una Bióloga forense? ¿Qué vas a
trabajar en un laboratorio?
- Abuela, eso es todo lo que llevo estudiando desde hace mucho tiempo.
- Si, ya sé, pero, ¿qué es lo que hace una forense?
- Abuela, como Bióloga forense, voy a tener la función de estar presente
cuando se produzcan todo tipo de delitos de sangre, principalmente, para
examinar la escena e intentar encontrar pruebas biológicas, recoger las
muestras y analizarlas en el laboratorio.
- Que profesión más complicada, hija. Ojalá te salga bien todo, y
encuentres un buen trabajo.
- Gracias abuela, os volveré a llamar cuando regrese del viaje de fin de
carrera, y dale besos al abuelo, y dile que me mande una foto de la barquita
porque me imagino que ya habréis navegado con ella. Os quiero, adiós.
Dos días después, y tras la cena, sonó el teléfono en casa de Dolita.
- Dígame - dijo la madre al descolgar.
- Buenas noches, doña Laura, mi nombre es Juan de Dios, y llamo desde
Barcelona. Desearía hablar con Dolita, si me hace usted el favor.
- Como no, ahora la llamo. Dolita, un tal Juan de Dios quiere hablar
contigo, dice que llama desde Barcelona.
- Gracias, mamá, me pongo la bata y bajo.
- ¿Quién es ese tal Juan de Dios? Si es que puede saberse - se interesó el
padre que estaba leyendo el diario, cuando la hija bajaba.
- Un amigo, ya os contaré.
- Hola, Juan de Dios. ¿Cómo estás?
- Bien, bueno, ahora después de oír tu voz, mejor que bien. Qué ganas tenía
de oírte, y no te digo las de verte, y es que no sabes cuánto te extraño, te siento
cada mañana tan cerca de mí que es como si estuviéramos juntos de toda la vida,
y es que una de las fotografías que hice en Córdoba, sin que te dieras
cuenta te la hice a ti, le he puesto un marquito y la tengo en mi mesita de
noche, si no te molesta, claro.
Esta mañana te he enviado una carta y en ella te mando las fotos que nos
hicimos en los jardines del Palacio de los marqueses de Viana. Algunas fotos
son muy bonitas, pero sobre todo la tuya con aquel verdor de fondo, y del que
sobresalían las hortensias, en cuyo cuadro tú, destacabas como una deidad
viviente, llena de vida gracias a esa sonrisa que lo inundaba todo. Viendo la
fotografía en su marco, me río yo de los cuadros del Museo de las Bellas Artes
de Sevilla.
Te pido disculpas, Dolita, porque siento que debería haberte preguntado por
cómo te encuentras tú, y lo feliz que habrás hecho a tus padres y tus abuelos
al haber alcanzado aquello que te hacía tanta ilusión y que al fin has
conseguido.
- Si, Juan de Dios, me encuentro un poco cansada, mentalmente pero muy
bien, y es verdad, todo cuanto me rodea se siente feliz, y con respecto
de tener mi fotografía en tu mesilla de noche, lo cierto es que no me preocupa,
me encanta. Lo que verdaderamente me interesa es saber a dónde conduce, a dónde
nos lleva todo cuanto me has dicho, y que creo que estabas a punto de quedarte
sin oxígeno.
- Dolita, todo ese conjunto de palabras que han, nacido como un amoroso
manantial, es para decirte que te quiero, y que ya no podría vivir sin ti, y
que lo sé desde el primer momento en que te vi, desde aquel momento en el que
el dichoso Cupido no deja de mandarme flechitas y más flechitas, cuando con una
hubiera sido suficiente.
¡Por Dios! Dolita, dime que tú
también me quieres aunque sólo sea un poquito, que haré lo imposible para que
tu amor vaya creciendo de tal forma que se empareje con el mío.
El padre de Dolita que seguía con la lectura de su diario, pero
escuchando sin querer escuchar, y viendo la carita de su hija ya que el
teléfono se encontraba sobre una mesita al otro lado del salón, decidió hacer
mutis, yéndose a la salita en la que se encontraba su mujer leyendo una novela
titulada "Trozos del espejo", y a la que le explicó, a demanda de su
mujer: Laura, me da en la nariz que tu hija tiene novio...
- Pues no voy a necesitar un gran esfuerzo para llegar con el amor que
siento por ti hasta el tuyo, y estoy segura de que lo sabes desde el primer
día, y no creas que no me encontraba a gusto en mi proyecto de relación con
Raúl, y que no me ha dolido en cierta medida esta ruptura pero, es que te
cruzaste en su camino, y no me arrepiento al reconocer que aquel cruce estaba predestinado.
¿No lo crees tú así?
- Dolita, yo, ya nada que venga fuera de ti no me interesa para nada, mi
vida eres tú, tu persona linda y llena de esa bondad acariciadora que llena de
luz hasta los más oscuros rincones del alma humana.
- Juan de Dios deberíamos dejarlo aquí, lo digo porque la conferencia
te va a costar un dineral.
- No me importa, ya compensaré el gasto con la siguiente llamada cuando tan
sólo con descolgar tu teléfono sea quien sea, yo diga: ¡te quiero, Dolita! y
cuelgue sin más.
- ¿Y si la llamada la coge uno de mis padres?
- Pues entonces saludaré y diré: ¡Soy Juan de Dios, y dígale a su hija que
la quiero! y a usted también.
-¡Qué loco eres! Pasado mañana hacemos el viaje fin de carrera a Londres,
serán sólo seis días, en cuanto vuelva te llamaré. Mañana recogeré tu carta y
esa será mi compañía, aunque igual te llamo desde cualquier sitio. Bueno, te
dejo que hoy he estado ayudando a mamá con la faena de la casa y estoy un poco
cansada. Buenas noches, cielo, que duermas bien. ¡Ah! Y en la próxima envíame
tu mejor foto que yo también quiero tenerte aunque de momento sea en mi bolso.
- Cuenta con ello, y que disfrutes del viaje. Adiós, cariño, te quiero.
XXIX
Dos días después, y como el autobús concertado en el que harían el
desplazamiento hasta el Aeropuerto de San Pablo, no saldría desde el Prado de
San Sebastián, justo al lado de la entrada al Pabellón de Portugal que se
construyera para la Exposición Universal de mil novecientos veintinueve, hasta
las diez y media, Dolita, y Julia decidieron ir a tomar un café al bar Citroen
que se encuentra a la entrada del Parque de María Luisa, y la Plaza de España.
Llegados
al Aeropuerto, poco tiempo después, y ya todos a bordo del avión, a la hora
señalada se inició el viaje de fin de carrera por tierras londinenses, un viaje
con una pasajera en cuyo bolso guardaba uno de los tesoros más importantes, en
un momento lleno del más cálido de los deseos. Un tesoro que pudo ser recogido
gracias a que el Cartero ese día, por razones desconocidas, habría adelantado
el reparto en la zona del barrio León, en Triana.
Apenas acomodada en el avión, sacó
el sobre, extrajo su contenido, separó las fotos no sin dejar de sonreír ante
cada una de ellas, y se enfrascó en su cálida y deseada lectura.
"Querida Dolita. Cuando leas esta misiva, como se le llama a las
cartas en Cataluña, ya te habrá quedado más que claro cuáles son mis
sentimientos hacia ti, desde la noche anterior, y en la que a través del
teléfono me desnudé integra, y espiritualmente, para que conocieras hasta la
más pequeña fibra de mi ser, y que unidas todas solo conforman un deseo: vivir
junto a ti hasta el fin de los días. Unos sentimientos que han estado
germinando la idea de formar una familia en la que unos preciosos hijos con la
carita de ángel de su madre, completarán el círculo en el que nunca la maldad
hallará una fisura por donde puedan colarse para romper el amor más grande
hasta ahora conocido, ese amor que será el tuyo ligado al mío cuando el mío
será ese mismo amor.
“Te amo tanto, Dolita, que cuando
estoy escribiendo con tu foto ante mí, al mismo tiempo te estoy hablando, y lo
que más te podrá sorprender es que tú me sonríes, y yo me siento el más
afortunado de los hombres enamorados hasta lo imposible.
“Como imagino que estarás leyendo esta ratificación de amor, posiblemente,
en el avión, te envió mis mejores vibraciones para que tengas un viaje de fin
de carrera delicioso. Yo mientras tanto esperaré tu vuelta y poder oír de nuevo
tu voz. Hasta entonces. Te amo, Bióloga.”
Tras la vuelta del viaje, aquella misma noche, Dolita se puso a escribirle
a Juan de Dios acompañando unas fotos realizadas durante el viaje en unión de
otros compañeros.
“Hola, corazón, celebraré que estés
bien, yo estoy muy bien aunque muy cansada, pero ello no me impide el ponerme a
escribirte antes de irme a la cama, y contarte que lo he pasado estupendamente,
y como me hubiera gustado que estuvieras conmigo, y es que te he echado tanto
de menos, y cómo cuando en cada una de las visitas me acordaba de ti y del
viaje a Córdoba. Te he tenido siempre presente, y es que tu carta venía siempre
conmigo, llenándome el corazón, y haciendo que mi sentimiento hacia ti se fuera
engrandeciendo paso a paso, hasta hacerse inmenso.
“Cuando llegamos a Londres y
comenzadas las visitas, estábamos dispuestos a verlo todo o casi todo, al menos
esa era la idea.
“Entre otras visitas muy interesantes por cierto, según el programa:
“El Palacio de Buckingham, el cambio de la guardia,
la Abadía de Westminster, la maravilla arqueológica de Stonehenge, las
enérgicas calles de Soho, en el West End, donde se ofrecen una mezcla ecléctica
de restaurantes y ocio de lo más variado y singular.
“A la retirada para descansar, cada noche, me sentaba en la cama y leía tu
carta una y otra vez. El cansancio del día no me lo impedía.
“Mi compañera de habitación me dijo
una vez que esa carta debía ser muy importante. A lo que le respondí: No sabes
tú cuanto, y a partir de ese momento le di las buenas noches y me volví hacia
el otro lado.
“Una vez vuelta, caí sobre un mullido colchón de heno fresco y en el que un
travieso duendecillo me hacía cosquillas en los oídos con una plumita muy
blanca. Ello me hizo despertar. Abrí los ojos de par en par, y allí sobre un
hermoso dragón de color rosado, te encontrabas tú con la mano tendida
invitándome a subir, gesto que realicé sin dilación. Ya en el aire atravesamos
montes, ríos, olivares y viñedos hasta que a lo lejos divisé las altas torres
de la futura Catedral que llevaría el nombre de la Sagrada Familia; al parecer,
al final de la ensoñación, esta palabra la habría dicho en voz alta,
justo en el momento en el que mi compañera me incitaba a levantarme. Había que
prepararse para bajar a desayunar donde ya estarían casi todos a la espera de
finalizar el viaje y cuya última etapa consistía en un paseo por el Támesis.
“¡Quieres creer que aún recuerdo el ensueño con toda frescura! Pues sí, y
es que no me quito de la cabeza el que parece que es como una premonición.
Quiero pensar que el ensueño va unido a cuando me dices en tu carta lo de
formar una familia, y nada me gustaría más, pero aún queda.
“He oído en las noticias que dentro
de unos días se va a celebrar en Sevilla un Congreso patrocinado por la La
Comisión Europea sobre la Estrategia para los Derechos de la Infancia, y
las necesidades que vienen sufriendo las familias más desfavorecidas. Sería
ideal que la revista con la que colaboras te enviara y asistieras en calidad de
Delegado, yo te acompañaría, estaríamos juntos y de paso te podría presentar a
mis padres a los que ya les he hablado de ti por lo que a ellos les gustaría
conocerte. Bueno, cariño, espero que pienses en lo que te he dicho, y ahora me
voy a dormir, mañana te enviaré esta misiva como tú dices. Te quiero mucho.”
Dos días después, Juan de Dios, recogió de su buzón, un tanto sorprendido,
aunque a decir verdad la esperaba, una carta que le llegaba con un mes de
retraso y enviada por su primo desde la lejana Islandia.
“Primo Juan de Dios, como habrás
podido apreciar, no te llamo querido, ni tan siquiera estimado, y es que a los
traidores como tú, después de tanto alardear de tus labores humanitarias y tu
presunción de entrega a los demás, no se merecen que se les guarde ningún tipo
de respeto y mucho menos aprecio.
“Aún no entiendo cómo pudiste tener la desfachatez de insinuarte a Dolita,
aún sabiendo, como sabías, que estábamos unidos sentimentalmente desde hacía
tiempo. Me da mucha pena que siendo mi familia abusaras de mi ciega confianza,
al tiempo que te aprovechabas de una debilidad innata. Tienes suerte de que me
encuentro en aguas de Viki Myrdal, en Islandia realizando mis primeras
prácticas oceanográficas, porque, la verdad es que todo me hubiera gustado decírtelo
a la cara, aunque visto tu comportamiento no habría servido de nada. En fin
primo, después de todo te deseo lo mejor. Adiós.”
Cuando acabó de leer se sintió culpable al pensar que su primo, en cierta
medida, tenía razón, aunque llegó a la conclusión de que sólo un poco; que él
no tenía la culpa de que los hechos se hubieran desarrollado de aquella manera,
que todo se reducía a causalidades de la vida ya que antes de conocer a Dolita
como era evidente, no cabían más intenciones que las de aprovechar el viaje a
Iznájar para tener unos día de descanso, y darle una vuelta a su casa como
hacía cada año, sin embargo, todo fue verla a ella, y es como si se
hubieran abierto los velos de la conciencia para tan sólo contemplar la imagen
de la muchacha: "yo no tengo la culpa, primo, a lo mejor en esa unión sentimental
como dices había algo que no cuadraba y sin embargo os forzabais en no sacarlo
a la luz, pero, yo no tengo la culpa".
El mismo día en el que Juan de Dios, recibió la carta en la que, Dolita, le
daba detalles del viaje, en su despacho de la Escuela, le escribió una nueva
misiva con la noticia de que en Santa Coloma había estado haciendo gestiones en
los Servicios Sanitarios Centrales, y en los que su labor como colaborador era
muy apreciada, acerca de la posibilidad de que a su novia, Bióloga forense, le
concedieran un puesto en el Departamento de Patología y Biología Forense.
Recibida la carta, Dolita no cabía
en si de gozo, tanto que se lo comunicó a sus padres a los cuales fue como si
les cayera un jarro de agua fría, y no es que estuvieran en contra del trabajo,
se trataba de que al ser hija única, sería como si la perdieran, cuestión esta
que la muchacha intentaba disuadir explicando que habiendo tren y avión no
tenía por qué haber problemas, y mucho menos con un piso alquilado en el que
podrían estar con ella el tiempo que quisieran.
Aunque no estaban muy convencidos, si que no tenían más remedio que aceptar
los deseos de su hija, por edad y por la necesidad de tomar las riendas de su
propia vida, que ahora sería sólo y exclusivamente de su más que absoluta responsabilidad.
Esa misma noche, Dolita, llamó a Juan de Dios.
Juan de Dios, enfrascado en
sus tareas, no imaginaba que Dolita lo llamara tan pronto aunque el muchacho
siempre estaba pendiente del teléfono pero, como normalmente suele suceder,
cuando sonó el teléfono pegó un respingo. De un salto se fue hacia el aparato
que se encontraba en otra mesita, y con un anhelo veraz corrió y lo descolgó.
- Dígame - dijo muy decidido.
- Que te quiero - dijo la voz llamante.
-Y yo a ti, con toda mi alma. ¿Qué dijeron tus padres? Por que imagino que
le darías la noticia de que, posiblemente, tengas un buen trabajo aquí.
- Si, en principio no les cayó muy bien, compréndelo, soy la única hija que
tienen y eso debe doler, pero son muy comprensivos y ya sabían que algún día
esta palomita habría de volar; lo que no imaginaban era que volaría tan lejos,
Barcelona, que feliz me hace pensar que pronto estaremos cerca el uno del otro.
- Esos pensamientos sí que me llenan de felicidad.
- ¿Y cómo van las gestiones del trabajo, tienes ya alguna novedad?
- Si, al parecer, va a quedar una vacante por jubilación, pero no sé
cuando, aunque después de haber oído a uno de los patólogos que le están
organizando una fiesta de despedida, no creo que se demore mucho, tal vez unos
días, de momento tú vete ya pensando en el traslado ¡Dios bendito, que ganas
tengo de tenerte aquí!
- Me encanta oírte y como lo ves todo tan fácil.
- Es que lo es, Cielo, dentro de unos días con motivo de mi asistencia al
Congreso y para el que me he preocupado de ser invitado, aprovecharé para ir a
conocer a tus padres; los invitaré a cenar donde tu elijas, y en la sobremesa
hablaremos de todo cuanto sea necesario acerca de nuestro feliz futuro en
común, por lo que a partir de ahí todo va a ir sobre ruedas. Que habrá que
esperar unos meses, pues esperaremos, pero al menos lo haremos juntos; porque
tú querrás casarte conmigo ¿verdad, tesoro?
- Espero que me des unos días para pensarlo. ¡Pero qué tonto eres! Si me
valiera lo haría mañana.
- Lo sé, cariño, como sé que estarás deseando que te diga cuando llego a
Sevilla, pues te lo digo ya. El vuelo de Iberia sale pasado mañana a las siete
menos cuarto de la mañana y llegará al Aeropuerto de San Pablo sobre las ocho,
si no hay ningún problema, que espero que no. Y el regreso lo tengo al día
siguiente a las seis y cuarto de la tarde.
- Yo también espero que no haya ningún contratiempo, de todas maneras yo me
iré con tiempo y te recogeré. Mi padre, por fin ha accedido a dejarme su coche,
y me ha prometido una ayuda para que me compre uno esta semana.
- Eso sería perfecto. Cuando llegue iremos directamente al Hotel en
el que tengo reservada una habitación para esa noche. El Hotel se llama Ducal,
es muy nuevo y está en la Plaza de la Encarnación, espero que conozcas el
sitio.
- La conozco bien. Qué lástima que sólo puedas estar una noche.
- Una noche y de chiripa, porque lo tienen todo reservado. Pero bueno,
tendremos la noche para cenar con tus padres, y lo mejor el día siguiente para
nosotros hasta que me dejes en el Aeropuerto. Ese día aunque sea de pocas horas
quiero que sea una gozada para los dos.
- Y lo será, cariño, por cierto. ¿Dónde se celebra el Congreso?
- En uno de los salones del Hotel Luz Sevilla. Este está en pleno centro.
- También sé donde está. ¿A qué hora comienza el Congreso, y cuánto dura?
- Desde las once de la mañana hasta las seis de la tarde que será la
clausura. Si quieres me puedes esperar a la salida, luego damos un paseo y
vamos para tu casa.
- Y menudo paseo: vas a cruzar de Sevilla a Triana, como dicen los
trianeros cuando se pasa por el puente de Triana, aunque su nombre oficial es
Puente de Isabel II, y de ahí al barrio León. Te encantará la zona.
- ¿Tus padres se han mostrado reacios a nuestra relación?
- Únicamente lo que te comenté por ser hija única, pero te recibirán bien,
comprendo que se sientan un poco inseguros dado que no llevamos mucho tiempo,
pero seguro que al final, y sobre todo cuando te conozcan y los deslumbres con
tu buen hacer, tus conocimientos, y tu forma de vida, te aceptarán. Estoy
segura.
- ¿Tan segura estás de mi, y te sientes junto a mi?
- Completamente. Desde tu primera mirada y todo ello lo leí en tus ojos.
- Bueno, como tú me dijiste una vez: cuelga ya, y es que ahora la
conferencia le va a costar a tu padre una pasta larga.
- De acuerdo, preciosa, buenas noches. Hasta que nos veamos pasado mañana.
Te quiero.
- Hasta entonces. Yo también te quiero mi vida.
XXX
Apenas lo vio salir por la puerta de desembarque se fue para él fundiéndose
ambos en un abrazo como si fuera un solo cuerpo. Una escena que se volvería a
repetir cuando acabado el Congreso se encontraron a la salida del Hotel Luz. Se
besaron amorosamente, beso que no pasó desapercibido para algunos transeúntes
que no pudieron evitar sonreírle a la pareja.
Cogidos por la cintura y acariciándose rostro con rostro, marcharon hacia
el Hotel con el fin de que Juan de Dios se duchara mientras ella se quedaba en
la Cafetería ante una taza de humeante café cuyas volutas de aroma se fundían
con un manojo de felices pensamientos.
Al cabo de media hora, bien afeitado y compuesto, entró en el local donde
al acudir el camarero, le pidió un café.
Acabado éste, salieron iniciando el prometido paseo hasta la casa de
Dolita. Paseo que casi deja sin respiración a Juan de Dios, cuando cruzaban el familiar
puente de Triana.
Cuando llegaron a la casa, Dolita, abrió con su llave anunciando que ya
habían llegado.
Ya en el salón, y mientras acudían a él sus padres, Juan de Dios se
entretuvo en ver diferentes fotografías de la familia, así como del padre
con detalles militares en su acuartelamiento y con otros compañeros.
- Hola, hija, - saludó el padre viniendo desde su Biblioteca. Buenas
tardes, Juan de Dios, supongo, celebro conocerte.
- Sí, señor. Y yo a usted, señor, también celebro conocerle después
de tanto como me ha hablado su hija, de su padre y su actividad militar.
- Buenas tardes, a los dos, y especialmente a éste joven que debe ser Juan
de Dios, al que me ha encantado tenerle, por fin entre nosotros, y darle
la bienvenida a esta corta familia - dijo la madre con una sonrisa que se veía
abierta.
- Bien, a mí también me ha encantado este momento tan esperado, y aunque
tenemos una reserva en el Restaurante Casa Manolo, amigos míos por
cierto, antes de salir y como tenía reservada una botellita de Manzanilla del
Aljarafe, la voy a abrir en honor de nuestro invitado, y del que me consta que
está deseando de decirnos algo, - dijo el padre con cierto aire castrense.
-Recuerdo de cuando serví en el ejército, que al Coronel se le trataba de
Usía, sin embargo, aquí y ahora tal tratamiento creo que está fuera de lugar,
por lo que con el permiso de usted don Julián, y de usted doña
Laura, solicito, mejor, suplico por el amor que siento por vuestra hija Dolita,
me concedan el unirme a ella sentimentalmente, y desde hoy me consideren como
un miembro más de la familia, y es que la amo tanto que daría mi vida por ella.
- Muchacho, después de haber oído atentamente cuanto has dicho, quien soy
yo para negarle a mi hija el privilegio de haber encontrado a un hombre como tú,
y del que espero me cuentes como vas a mantenerla, como suele constar en el
protocolo de estos actos tan solemnes, pero eso será después de la
cena, ahora brindemos porque esa relación dure felizmente hasta el fin de los
días.
Doña Aurora, tras el brindis, y sin
poder evitar el que se le escapara una lágrima, abrazó tiernamente a su hija,
mientras que don Julián lo hacía con Juan de Dios, una escena de petición de
mano que sería preludio de una velada inolvidable cuando el padre le dijo a
Juan de Dios: te llevas lo más preciado de mi casa, así que te repito que tu
trato hacia mi hija sea de lo más exquisito en todos los órdenes, a lo que el
muchacho respondió: esté usted tranquilo, don Julián, es más, si todo sale como
pensamos a usted y a doña Laura, el catorce de Febrero, día de San Valentín,
los veremos vestidos de padrinos de boda.
Como no podía ser de otra manera, ya
todos sonriendo comenzó la cena que transcurrió de lo más amena. Manolo Ortiz,
propietario del negocio, y amigo de don Julián, al enterarse del motivo de la
cena, agasajó a los comensales con una botella de cava Umbretúm, un delicioso
vino espumoso de la variedad Garrido Fino, y que elabora la Bodega Salado
de Umbrete en la provincia de Sevilla según comentó Manolo, orgulloso de
tenerlo en su bodega, y sobre el que Dolita hizo un favorecedor comentario
acerca del cava ya que lo había probado en la celebración del santo de a su
abuelo allá en Iznájar.
A los postres, el padre se interesó por las actividades laborales de Juan
de Dios, así como del resultado propio del ejercicio de su doctorado en
Filosofía y Letras.
Puesto al corriente de todo, incluido el ingreso económico que le reportaba
mensualmente su trabajo como Profesor, así como las conferencias,
charlas, colaboraciones y artículos para revistas científicas sobre
humanidades, el padre mostrando su satisfacción y una natural afección hacia
Juan de Dios, le preguntó si tendría tiempo para su hija, a lo que el muchacho
respondió.
- Esté usted tranquilo, ella irá siempre conmigo, y cuando estemos
trabajando irá en mi corazón.
- Desde este momento le doy mi consentimiento para seguir haciendo feliz a
mi hija, y a darle la bienvenida a mi familia.
Dolita no cabía en sí de felicidad, por lo que tomando una nueva iniciativa
tomó la copa que tenía a medias, y levantándola dijo.
- Papá, mamá, gracias, y que Dios os bendiga por este regalo.
Ya de vuelta en la casa, la madre se interesó por saber cuando tenían previsto
el que su hija se desplazara a Barcelona.
- Doña Laura, Santa Coloma de Gramanet es un pueblo muy grande, es una
ciudad en la que hay miles de pisos en régimen de alquiler. En cuanto vuelva me
pondré a buscar uno adecuado para ella, y para cuando deseéis pasar una
temporada con vuestra hija. Por otra parte, en cuanto me confirmen la
adjudicación de la plaza en el Departamento de los Servicios Centrales, se lo
diré a Dolita, y si tengo suerte y encuentro el piso, pues ya es cuestión de
preparar la mudanza de lo que ella desee llevarse para que nunca tenga que
echar de menos a sus padres y, por
supuesto, su casa.
- Eso está bien pensado. También se podía comprar el coche una vez
estuviera allí, y así se evita el tener que llevarlo, son muchos kilómetros.
Mejor que lo que se quiera llevar se lo haga una agencia, - se ofreció el
padre.
-Esa es una buena idea, - dijo la madre.
- Papá, ¿me dejas el coche para llevar a Juan de Dios al Hotel?
- Si, pero no te entretengas, ya sabes…
- Don Julián, doña Laura, ha sido un verdadero placer conocerles y
tratarles, y si no les molesta mañana pasaré a despedirme antes de marchar.
- Puedes venir cuando quieras, ya lo sabes, y nada de don ni de doña, eso
ya quedó atrás.
- Muchas gracias por todo, familia y buenas noches. ¿Nos vamos Dolita?
Con un último beso en la puerta del
Hotel. Mañana vengo por ti a las diez. Te quiero.
- Hasta mañana, mi amor, soñaré contigo y con la nueva vida que muy pronto
tendremos por delante.
Aquella mañana los dos cogidos por
la cintura, salieron, y tomando la dirección de la Puerta Osario, pasearon por
toda la avenida hasta la Glorieta del Cid Campeador, y a continuación
introducirse en el Parque de María Luisa no sin detenerse en la bellísima Plaza
de España. A partir de aquí echaron el resto en la Plaza de América para
visitar el Pabellón Mudéjar y el Museo Arqueológico del que Juan de Dios quedó
prendado
Durante la hora del Almuerzo en el Restaurante Bilindo, hablaron y hablaron
sobre su futuro hasta que llegó la hora de volver. Lo hicieron nuevamente a
través del Parque con idea de visitar el Monumento a Bécquer. Una vez en la
Glorieta del Cid y junto al Pabellón Consulado de Portugal, donde acababa de
llegar el autobús urbano que los llevaría al Aeropuerto de San Pablo, zona de
salida de vuelos. Ya en la puerta de embarque, Dolita despidió a Juan de Dios
entre tristezas, besos y manifestación de deseos de verse nuevamente.
A los dos días de haber regresado a
Santa Coloma, por la noche llamó a Dolita.
Sonó el teléfono, y una voz grave preguntó quién llamaba, Juan de Dios, al
reconocer al padre lo saludó y le dijo que deseaba hablar con su hija.
- Buenas noches, Juan de Dios. ¿Cómo estás?
- Muy bien, don Julián, ¿y usted?
- Bien, aquí leyendo la prensa. Ahora la llamo.
- Hola cielo, no te esperaba, estaba hojeando un temario para la preparación
de un máster, y unos apuntes que me habían pasado para aprender inglés.
- Y no te olvides de aprender
catalán, aunque ese ya te lo iré enseñando yo; en el inglés también te puedo
prestar una buena ayuda.
Ahora lo más importante. Tengo buenas noticias: respecto al trabajo te lo
han adjudicado, deberás presentarte en la oficina del Departamento dentro de
quince días. Precisarás tu DNI, un Certificado de nacimiento y tu Certificado
de Licenciatura compulsado.
- Pero, cariño, esto es como un sueño. Esta mañana he estado hablando con
una amiga que también se licenció conmigo, y me dijo que en Sevilla es poco
menos que imposible a menos que tengas un enchufe. Mañana me pongo a
organizarlo todo. Mi padre me regala el billete de avión, y mi madre se ha
empeñado que ella se hará cargo de la mudanza ¿no es para comérselos?
- A ti sí que te voy a comer yo a la primera oportunidad; que eres lo mejor
que ha pasado por mi vida, y ya estoy deseando verte de nuevo para darme cuenta
de que la vida nos hace regalos sin saber exactamente la razón.
- Me encanta oírte esas cosas. Tampoco sé yo porque te quiero tanto, pero
eso es así, te amo, te amo ciegamente y no voy a buscar razones ni que es lo
que me impulsa a ello.
El amor se presenta sin ser llamado, y eso, aunque sin explicación, fue lo
que nos ocurrió a los dos. A veces dos frecuencias, dos vibraciones, se
encuentran en un punto determinado llamado causalidad, pero a ti que te voy a
enseñar acerca de estos fenómenos, en cierta medida, poco menos que
paranormales.
- Bueno, también he de decirte que he encontrado un piso no muy grande para
ti y para tus padres cuando quieran venir a pasar unos días. Está todo
amueblado y en perfecto estado. Un balcón a la calle tipo terraza. Tiene dos
dormitorios, una cocina, salón y un baño. Es un segundo, sin ascensor, pero
tiene una plaza de aparcamiento subterráneo. Ya le he dejado una señal no vaya
a ser que nos lo quiten.
- Pues ya sin verlo, pero por como lo describes parece tener muy buena
pinta. Ahora le daré a mis padres estas buenísimas noticias. Mañana te llamaré
sobre esta hora, y gracias por ese amor que me estás demostrando, y que ya te
compensaré en cuanto me tengas entre tus brazos.
- Pues ya lo estoy deseando. Hasta mañana mi amor.
Enterados de las buenas noticias,
los padres de Dolita se sentían dichosos aún siendo conscientes que, de alguna
manera, iban a perder a su hija. No obstante, y a pesar de ello no pensaban en
otra cosa que no fuera el traslado.
- Dolita he pensado que la mejor forma de realizarlo sería que una vez todo
preparado, la empresa de mudanzas realizara el traslado. Cuando llegaran, los
recibiría Juan de Dios. Una vez todo en el piso ya sólo quedaría el que en su
momento fuera a recogerte al Aeropuerto, y ya directamente al piso para organizarlo
todo. ¿Qué te parece?
- Papá, es perfecto, no se te ha pasado ni lo más mínimo. Luego llamaré a
Juan de Dios para que esté preparado.
A
la hora convenida, Dolita llamó por teléfono a Juan de Dios.
- Dígame, - dijo, solamente ante el temor de que fuera la llamada de
alguien a quien en ese momento no esperaba.
- Hola corazón, que dígame más serio – dijo.
- Hola, mi vida. Es que pensaba decirte algo especial, pero me abstuve por
temor a que fuera otra persona, y ya te puedes imaginar el numerito si le digo:
Hola a lo más bonito que hay en Sevilla.
- Pues no, mi vida, soy yo, y si me dices eso, pues lo soy. Y ahora te
explico que mi padre ha organizado mi traslado; el de la mudanza te llamará
cuando llegue, lo esperas y que lo deje todo en el piso. Mañana te vuelvo a
llamar y te digo a qué hora llego al Aeropuerto de Barcelona, me recoges y nos
vamos al piso a organizarlo todo. ¿Qué te parece?
- Me parece estupendo, ya me dirás el día que el de la mudanza te lo recoge
todo, le das mi número para que llame, y en cuanto lo haga me voy para el piso
y lo espero. Ya hemos hecho el contrato, está pendiente de tu firma como
arrendataria, pero por si acaso se arrepiente la dueña en caso de que le salga
alguien que le pague más ya le he hecho entrega de la fianza y el pago de la
primera mensualidad. Cuando estés aquí tendrás que abrir una cuenta en el banco
para el ingreso de la cuota mensual.
Todo va de maravillas, reina, y yo
nervioso esperando verte salir por la puerta del Aeropuerto y estrecharte entre
mis brazos y comerte a besos.
- Para ya, loco, que yo también estoy loca por salir por aquella puerta y
fundirme contigo.
XXXI
Ya
lo tengo todo casi preparado, y tengo un mueblecito que me gustaría llevarme,
pero los de la mudanza me han dicho que ellos se encargan de todo. Al parecer
tienen unos pequeños armarios en el que se llevarán toda la ropa. También me
dijeron que saldrán pasado mañana sobre las nueve de la mañana y que llegarían
a Santa Coloma sobre las ocho y media de la tarde. Y yo llegaré al día
siguiente sobre las doce y media con lo cual cuando me recojas nos marcharemos
al pueblo y después de comer nos iremos al piso para ponerlo todo en orden. Espero
que te tomes un par de días libres porque te necesito para mi sola, ya me
entiendes, y si no te daré un beso que te hará comprenderlo todo y más.
- Adoro a esta organizadora mía, a la que veo haciendo horas extras en la
Escuela, y al final llevando las riendas con ayudante especial incluida.
- ¡Ayudante especial! Pues qué bien voy a estar en esas labores.
- No lo sabes tú muy bien. Bueno, pues ya nos quedamos pendiente de la
llegada de la mudanza, y de algo más dulce: tu llegada, mi amor rico.
- Venga zalamero, hasta, como tú dices, mi llegada a esa nueva vida.
Con un fuerte abrazo por parte de su padre y otro, hecho un mar de
lágrimas, por parte de su madre, instantes después, Dolita se perdía por la
puerta de embarque de pasajeros del Aeropuerto de San Pablo, en Sevilla, con
destino Barcelona.
"Al igual que el tiempo corre, y las horas vuelan, los pensamientos y
deseos se detienen para macerar la idea de un reencuentro que habrá de ser
definitivo en un único hoyo donde habrá de germinar la semilla de una nueva
vida en común".
La salida de pasajeros del Aeropuerto El Prat en Barcelona, se llenó de
sonrisas y cuchicheos cuando aquella pareja, fundida en un interminable abrazo
llenaba todo el vestíbulo de llegada.
Unos golpecitos sobre el hombro de Juan de Dios, les devolvió a la realidad,
por lo que ambos cogidos de la cintura se dirigieron hacia la terminal de
autobuses que les llevaría hasta Santa Coloma.
Una vez en el pueblo se acercaron a una cabina telefónica desde donde
Dolita le dijo a la madre que había llegado bien y que por la tarde la llamaría
para darle más detalles.
Almorzaron
en el Bar Mesón de Agustín el andaluz, hijo de un gaditano y una catalana, muy
cerca de la Rambla de San Sebastián, donde está ubicado el piso.
Al terminar de comer, salieron a la calle dando un paseo hasta la vivienda.
Ya en su interior, Dolita se quedó maravillada ante la calidad de todo el
contenido, por lo que de inmediato se dispusieron a ordenar y colocar todo lo
dejado por la agencia en perfecto orden. Colocarían lo imprescindible ya que el
resto de lencería lo haría ella a la mañana siguiente.
Tras acabar, abandonaron el piso en dirección a la Escuela. Cuando
atravesaron el portalón, Dolita se quedó sorprendida al contemplar el gusto con
que estaba decorada la entrada. Relieves de personajes de la Mitología así como
de los clásicos griegos parecían darle la bienvenida. No faltaban imágenes de
seres fantásticos como unicornios, ninfas, algún signo zodiacal, libros
abiertos con letras latinas. Toda una serie de detalles. Criaturas producto de elevadas imaginaciones:
ficticias, fabulosas, misteriosas o legendarias que al fin y al cabo son las muchas denominaciones que se le atribuyen a distintos seres presentes en las distintas
civilizaciones, culturas o en leyendas más o menos tradicionales de unos
espíritus de carácter sobrenatural.
Una entrada ancha y dos magníficas salas a los lados sobre las que Juan de
Dios explicó se trataba de las que componían la Escuela: En una trabajan
catedráticos y profesores, y en la otra, maestros y especialistas en el dominio
de la lengua especifica ya sea moderna o clásica.
- Disculpa que te interrumpa, pero es que me ha llamado la atención esa
distinción entre profesores y maestros.
- A mucha gente le sorprende: los profesores son las personas que enseñan
un conjunto de saberes sin embargo, los maestros son aquellos a los que se les
reconoce una habilidad extraordinaria en las materias que desarrollan e
instruyen. Al menos aquí es así como lo estimamos.
Juan
de Dios, tomó a Dolita de la mano y avanzó hacia una sala central con una mesa
redonda que ocupaba casi todo el espacio.
Pasados por un lateral, Juan de Dios
sacó un llavero, y eligió una llave que introducida en la cerradura,
abrió una puerta tras la que apareció una muy bien distribuida sala de estar con
mesa de camilla incluida y varias estanterías con libros además de algunos
otros amontonados.
- Aquí a la derecha está el comedor, y al lado la cocina. Y en la otra
parte de la sala, pasado ese pequeño pasillo está el dormitorio. Como verás no
es muy grande porque le robé un poco de espacio para agrandar el cuarto de baño
y hacerlo comunicado.
Dolita,
estaba encantada con todo lo que veía y oía; le gustaba todo aquello.
- Dolita, por esa puerta de cristalera se sale al patio donde tengo unos
arriates con rosas, dalias y algunos gladiolos. También hay una mesita con unos
silloncitos; pasa y siéntate mientras preparo unas tazas de café.
Dolita, pasó curiosa y se sentó
contemplando las bonitas rosas que tenía enfrente.
- Hoola, - se dejó oír una vocecilla desde la parte baja de la mesita.
Dolita, que enseguida captó sorprendida aquel saludo y aquella vocecita,
miró hacia sus pies y gritó: Choly, mi Choliitaa.
EPÍLOGO
Tras su inconmensurable alegría y dicha al encontrarse de nuevo con su amiga
Choly, a la que creyó perdida para siempre, un rosario de lágrimas se derramó
por las jóvenes mejillas de la muchacha.
Al preguntarle que le había impulsado a pedirle a Juan de Dios, que la
llevara con él, su respuesta fue de lo más contundente:
- Dolita, yo estaba muy asustada porque en la mirada de Raúl veía siempre
desprecio, y sobre todo un deseo fehaciente de, al primer descuido mío, matarme
con la furia que encerraba en su corazón desde el primer día en el que, sin
duda se sintió como marginado.
- No sabes cómo lamento el miedo que estarías pasando a cada momento, y
siempre pendiente de ese posible descuido.
- Tuvo una oportunidad, pero me salvó mi intuición, así que fue llegado el
momento de hablar con Juan de Dios, el cual comprendiendo lo que me ocurría, y
sumamente comprensivo dada mi naturaleza, me llevó a su casa para dejarme en un
pequeño corral que hay detrás de la casa.
No cabe duda de que él debió notar
la tristeza que me embargaba ante ese abandono, porque me dijo que no me
preocupara, que fuera como fuera me llevaría con él, que no sabía cómo
porque serían mucha horas de tren, pero que encontraría la
forma. Y así fue, como metida en una cajita precintada y con unos
pequeños agujeros y un trocito de pan que fui desmenuzando todo el tiempo hasta
que llegamos aquí. Me llevaba en un lado de su macuto con la cremallera un
poquito abierta.
Una vez en la casa y en el patio trasero, justo en una esquina del
arriate donde tiene las rosas, que ya conoces, ahí me depositó con un amor
difícil de explicar.
- Con razón no acabamos de congeniar Raúl y yo, y eso que lo intentamos
pero su maldad oculta le hizo fracasar, porque ahora estoy casi segura de que
debió ser él el que aquella mañana creyó haberte matado cuando por mucho que te
esperé, y te llamaba, no apareciste como era la costumbre. Sin embargo, ahora
creo estar segura de que su indiferente comportamiento aquella mañana, sería
debido a que a quien mató de un terrible pisotón debió ser alguna compañera
tuya que, parecida a ti, la confundió.
Había dicho Dolita estas últimas palabras cuando llegó Juan de Dios con una
jarrita de café, leche y un azucarero depositándolo todo sobre la mesa donde ya
estaba Choly.
- Hola, Choly, que así había empezado a llamarla también Juan de Dios ¿cómo
estás?
- Ahora creo que en la gloria. Y estoy segura que nuestra Madre Naturaleza
os premiará de algún modo.
Días después, Dolita comenzaría a trabajar en el laboratorio de los
Servicios Generales tras haber sido aprobada toda la documentación que le fuera
solicitada. Mientras que Juan de Dios volvió a su rutina.
Una
de aquellas tardes visitaron un Concesionario en el que Dolita se hizo con un
utilitario, un Ochocientos cincuenta de la casa SEAT, y con el que aprovecharon
para ir conociendo su nueva tierra.
Ya durante las fechas de la Navidad, don Julián y doña Laura estuvieron
pasando unos días con su hija, y cuya fiesta de Noche vieja la celebraron los
cuatro juntos en el piso. En un momento de la despedida del año, brindaron por
la felicidad reinante, y donde el padre y la madre felicitaron a Juan de Dios,
viendo la felicidad que embargaba a su hija.
Como era natural, a Choly, que ya comenzaba a formar parte de una pequeña
colonia existente bajo el arriate de los gladiolos, no pudo asistir a la
celebración. No obstante, Dolita le había dejado todo un trozo de bizcocho que
volvió loco a aquel hormiguero.
Como hombre de palabra, el día de San Valentín, Juan de Dios y Dolita,
contraían matrimonio en su pueblo natal, Almodóvar del Río en Córdoba, en la
Iglesia de la Inmaculada Concepción, y es que allí era donde, tanto su padre
como su madre tenían toda su familia.
Dolita, se encontraría en su boda con una inmensa alegría, y fue la
asistencia de sus abuelos los cuales aún a pesar de la edad y siendo tan mayores,
y tan largo viaje, tuvieron que ir hasta
Córdoba, y de ahí hasta Almodóvar, no quisieron perderse la boda de su única
nieta.
La alegría reinante ante la asistencia de hermanos, primos y amigos,
hicieron de la celebración un día grande para la pareja, que no dejaban de
recibir felicitaciones y regalos por haber sido la madre la encargada de
anunciar la boda a una de sus hermanas y que esta corriera la voz.
Por un extraño deseo de la Naturaleza, un caso de corte Paranormal para los
humanos, Choly llegó a vivir hasta para conocer el nacimiento del primero y el
segundo hijo de Juan de Dios y Dolita.
De regreso a Santa Coloma, Juan de Dios al abrir el buzón de correos se
encontró una carta que le habían enviado los padres de Raúl, y en la que le
comunicaban la triste noticia del fallecimiento de su hijo, por congelación.
“Le comentaban que en una de las expediciones oceanográficas, éste, al
intentar tomar unas muestras, al parecer, resbaló rompiendo una fina capa de
hielo que al quebrarse hizo que se hundiera pudiendo ser rescatado unas horas
después ya sin vida.”
Juan de Dios terminaría su libro el cual basado principalmente en su Tesis
doctoral, y las consiguientes ampliaciones, decidió titularlo: “Apuntes Teológicos
y Teosóficos a través de la Filosofía”.
Su primer ejemplar iría destinado para don Héctor, el abuelo de Dolita, la
cual estaba entusiasmada después de haber leído la parte que no conocía.
Adiós amigos
ENTRE
HORMIGUEOS
(Novela)
Santiago Martín Moreno
PRÓLOGO
Cuando comencé a releer, y a su vez
corregir ésta, al que más de un lector o lectora considerará una
"extraña" o en su defecto, fantástica novela, lo primero que se me
ocurrió, fue pensar: ¿cuánta gente creerá en este argumento? ¿Cuántos seres
humanos, dada su condición de racionalidad, le otorgará un mínimo de crédito en
la absurda creencia de que su reino es el único que impera en este planeta
llamado tierra? Un cuerpo espacial que debería llamarse agua, es
decir, agua debido a que ésta cubre, el 70%, del globo, y por
consiguiente, tan sólo el 30% restante, corresponde a la masa continental. Sin
embargo, a la Tierra se la conoce como el planeta azul.
Extrañas combinaciones nos deberían de
llevar a una reflexión filosófica acerca de razonamientos más fuertes que
aquellos que se apoyan en el negativismo como es la ciencia, o el bajo nivel sensorial
humano, en razón de una incapacidad interesada tan sólo en lo que ve y oye.
La pretensión de alcanzar niveles
superiores en el marco de la percepción extrasensorial debería ser la meta. Y
créanme, no es nada fácil, sin embargo, a mi juicio, no es tan difícil, y mucho
menos imposible.
No hay que profundizar mucho para
apreciar la virtud y el amor que surte efecto, cuando la sensibilidad de
algunos, intentan conectar con seres de otros reinos diferentes al suyo.
Alcanzar un grado superior en el orden
espiritual, es conseguir que la flor se vuelva, o se agite cuando sobre ella se
derrama con dulzura todo un conjunto de frases envueltas en la calidez de sus
propias vibraciones. Ella nos habla, pero no la escuchamos, sin embargo no cabe
la menor duda de que algún ser humano en esta tierra puede mantener, o tal vez
ya mantenga, una mínima conexión con ella. Por supuesto que será paranormal.
No obstante, no dejará de ser producto
de la Naturaleza naturante, Dios, el Sumo Hacedor, en tanto que sustancia
infinita y causa libre.
En ese contexto del reino animal, y en
lo que se refiere a la aún no desarrollada evolución, podemos asegurar que
existen seres que, aunque no los escuchemos, nos hablan. Por supuesto que
carecen de mente, sin embargo, su inteligencia intuitiva y natural, hace que
respondan a nuestras preguntas y demandas que, en cierta medida sí somos
capaces de captar. Si dejamos nuestra mente en blanco, seguro que nos
encontraremos con la sorpresa de escuchar y entender sus lenguajes mediante la
concentración, hasta el extremo, a veces, de que ello se pueda convertir en
rutina. Y este es el caso confirmado a través de nuestra protagonista Choly.
Una hormiga que nos
llenará de un
placer diferente con sus desplantes, cotilleos y sobre todo con una
inteligencia y sabiduría ignotus.
s.m.m.
DEDICATORIA
A mi Madre Naturaleza que se viste con los
colores de mi respeto y amor hacia ella, y que en ocasiones, vincula las
lenguas de los diferentes reinos.
¡Ojalá! algún día, los seres humanos
escuchemos cuanto nos dice continuamente…
I
Hola, escuché que alguien saludaba cerca de
mí y del maravilloso, y resplandeciente seto verdeante. Miré a un lado y
a otro pero, no vi a nadie a este de aquella barrera de hermosas y bien
cuidadas tuyas no muy altas, apenas dos metros, con lo cual pensé que la idea
habría sido tan sólo una separación entre parcelas de las otras casas
residenciales, o simplemente una manera de que el terreno o lugar quedara
protegido aunque, en un primer momento, ya sabía yo perfectamente que se
trataba de una separación entre lo público y lo privado.
Me levanté del banco en el que me encontraba
sentada e intenté mirar a través de aquella apretada urdimbre de ramas
enlazadas y convertidas en una pared ideada cual pintura al natural; nada,
imposible ver algo a través de él.
Di la vuelta y volví a sentarme a la espera
de oír de nuevo aquel saludo. Hubo un momento en el que me quedé extasiada
contemplando un gracioso velero que en ese momento se deslizaba orgullosamente
por las tranquilas aguas de aquel maravilloso y azulado lago, y cuya salida a
otro mayor, permitía desde donde me encontraba la bella observación de como el
brillante disco solar bajaba poco a poco para, entre colores cárdenos y
anaranjados, ir quedando oculto tras una línea vibrante que parecía dividir el
inmenso cielo de la tierra, cuando de nuevo volví a oír el saludo, por lo
que sin realizar el más mínimo de aquellos gestos que a veces delatan una cierta
inquietud, pregunté al refrescante aire del atardecer.
- ¿Es para mí el saludo?
- Sí, para ti…
- Pues entonces !hola, quien quiera que
seas, aunque no he podido ver a nadie!
- Comprendo, ¡soy tan pequeña al lado tuyo! y
además, estoy a tus pies; mira hacia ellos y me verás arrastrando con
dificultad un buen trozo de cáscara de avellana, y ten cuidado no me pises.
- Ya te veo, y no eres tan pequeña - le dije
dedicándole una sonrisa al tiempo que depositaba mi guitarra sobre la
superficie de madera del banco, pero dime: ¿cómo vas tirando de una carga que
es de mayor tamaño que tú, y para que la quieres?
- Las hormigas nos pasamos todo el día
llevando diferentes tipos de materia orgánica hacia el hormiguero: hojas,
semillas, otros insectos muertos… Sin embargo, muchas no nos alimentamos de lo
que cogemos, sino que algunas somos agricultoras o, incluso, y aunque te
sorprenda, hasta ganaderas.
- Ahí, ya me pierdo - le dije verdaderamente
sorprendida.
- Entiendo que te sorprendas, ya que, al
parecer, te pasas el día con tu guitarra.
- No, no te creas, es que hoy me he sentido
bastante triste, y cuando me ocurre esto me vengo a este banco y rasgueo un
poco la guitarra contemplando el lago y así me siento menos sola.
- Tienes razón: a veces tan sólo basta un
sólo momento de felicidad para que tomemos consciencia de que realmente somos
unos privilegiados - y continuó. Claro que cada uno a su forma de vida.
- Es muy cierto eso que dices. Sin embargo,
me gustaría que me hablaras acerca de que algunas sois incluso ganaderas ¿cómo
puede ser eso...? - le insistí ya que me comía la curiosidad.
- Bien, te diré que tenemos nuestros rebaños
de pulgones. Mira, un ejemplo de mutualismo se da entre los pulgones y
nosotras. Algunas actuamos como granjeras, "ordeñando" a
los pulgones y protegiéndolos de depredadores como son las mariquitas. Ya
sabes, esos otros insectos de cuerpo redondeado y con lunares, también
conocidos como vaquitas de san Antonio o catarinas.
- ¡Qué curioso! Pero dime: ¿para qué
necesitas esa cáscara de avellana, aunque es de suponer que cuando cargáis algo
con tanto afán, alguna razón de peso debe de haber - le dije.
A lo que ella respondió:
- Aunque te vuelva a sorprender, hay un
equipo que se encarga de triturar todos estos productos que conseguimos fuera
del nido, y que una vez mezclados con los líquidos acuosos y algo viscosos que
segregan nuestras glándulas, los humedecen y así la membrana mucosa los deja
dispuestos como nutrientes para nuestra alimentación.
- ¡Sorprendente!
- Pues no debería sorprenderte tanto, ten en
cuenta que durante todo el tiempo necesitamos estar buscando qué poder aportar
a la comunidad. Y es que somos muchísimos miembros, y no te puedes imaginar lo
que comen las crías.
- Pero, tú estás sola o sólo porque no sé si
eres macho o hembra, y además siempre os he visto en hileras.
- Se nota que no nos has observado mucho. Te
diré que en lo que a mí se refiere, es que soy muy independiente, en cuanto a
mi sexo, soy una hembra; observa que mi color no es del todo negro como los
machos, sino que mi tono es un poco marrón tirando a rojizo, además ellos son
un poco más pequeños aunque con los ojos y el tórax más grande.
- ¡Así que tú también eres de las
independientes! - le dije.
- Sí, pero ya está bien de hablar de mi; ¿por
qué no hablamos un poco de ti - me insinuó directamente, al tiempo que
abandonando la cáscara comenzó a trepar por mi pierna hasta llegar a colocarse
sobre la palma de la mano que, gentilmente y a modo de amistad le ofrecí en el
momento que consideré oportuno.
- Vale. ¿Y qué te gustaría saber de mí? - le
pregunté ahora cuando, casi por decirlo de alguna manera, estábamos las dos
cara a cara.
- Sobre todo ¿qué haces aquí tan sola, y qué
canturreabas mientras rasgueabas las cuerdas de esa guitarra tan bonita?
- Es curioso lo que son las coincidencias.
Pues mira estaba canturreando un bolero que dice: Mirando al mar soñé que
estaba junto a ti; claro que no se refería a ti sino que recordaba a un chico
estupendo que conocí el pasado verano, con quien pasé unos maravillosos días y
nos despedimos aquí mismo, en este banco, dejando atrás una buena amistad. Y es
que aquí estoy pasando las vacaciones en la casa de mis abuelos maternos donde
lo paso muy bien con ellos, pero a veces cuando dejo de estudiar los temas de
una asignatura que me quedó pendiente, pues ya sabes, cojo la guitarra y me vengo
aquí, y es que esto es muy tranquilo.
- Entonces ¿tú vives en la casa que tiene
este seto tan bonito, y tan alto? - dijo interrumpiendo el relato.
- Sí, es el jardín de los abuelos.
- Perdona, pero ¿no estarías más a gusto al
otro lado y sobre el frescor que debe ofrecer el césped?
- Algunas veces lo hago balanceándome en el
balancín, pero cuando me detengo y cojo la guitarra, el seto no me inspira
nada, él me impide ver el lago y las barquitas de velas de colores que a veces
forman regatas, y es muy bonito; imagino que tú también lo habrás visto alguna vez.
- No, nosotras no tenemos tiempo para eso,
estamos condenadas por alguna razón que desconozco, a estar continuamente
trabajando, si no es en una cosa en otra, el caso es que no paramos, somos como
los relojes eléctricos, el día que se acaba la pila, ya sabes...
- Disculpa que te interrumpa, pero es que en
una ocasión estuve observando un rato como una compañera tuya estaba intentando
introducir en el hormiguero una plumita, al parecer, de un gorrioncillo, y me
quedé pensando para que la querría.
- No te extrañes; siempre que hay oportunidad
de hacernos de alguna nos la llevamos. En el interior hay algunas compañeras
muy habilidosas: las cogen y las deshacen, el palito central que se llama
raquís es muy ligero a la vez que ofrece mucha rigidez para fortalecer las
paredes, el resto tiene diferentes usos: uno de ellos es el aprovechamiento de
la queratina, esta es como una proteína muy rica en azufre y con ello evitan
que haya sarna en diferentes partes del nido.
- Me estás dejando absolutamente anonadada.
- Qué te creías, que sólo los humanos
existís; no amiga mía. Hay muchos que aún continúan en la creencia de que
nuestro planeta es único en el universo y por añadidura, que vosotros sois el
centro de este planeta, pero estáis muy equivocados: por la superficie y por el
subsuelo existen infinidad de criaturas que conforman tantas colonias que el
hombre tardaría mil años en descubrirlas todas, estudiarlas, analizarlas y
catalogarlas.
- Pues sí que eres un libro abierto, vamos
que ya quisieran muchos tener tus conocimientos.
- ¡Mujer, creo que tampoco es para tanto!
aunque he de reconocer, en lo que a mi especie se refiere, la verdad es que me
he movido bastante, y que ya tengo mis añitos. Por cierto, me cuentas que aquí
estás pasando tus vacaciones de verano, en la casa de tus abuelos pero, ¿de
dónde eres, y cómo te llamas, si no te importa, claro? - se interesó cual buena
cotilla.
- No hay ningún problema; me encanta hacer
amistades, y para ello lo principal es la comunicación mediante el nombre. Me
llamo Dolores aunque desde los primeros días de mi nacimiento todos comenzaron
a llamarme Dolita, y no es que me haga mucho chiste, la verdad, pero la vida es
así, y no creas que no he intentado convencerlos a todos, pero, al parecer les
gusta y así sigo - le dije, apreciando en su mirada y asentimiento cierto signo
de tristeza y comprensión.
- Pues a mí no me disgusta - A ver qué te
parece el mío, porque aunque sólo sea una hormiga también tengo mi nombre, pero
no quiero que te rías; lo cierto es que no sé si es un nombre o no, pero en la
comunidad me llaman Cabezota, no sé si será porque tengo una cabeza más grande
de lo normal, a juicio de la reina, o porque soy Tauro, que también nosotras
tenemos nuestro horóscopo; y que quieres que te diga, esto es lo que hay - me
dijo mirándome fijamente y esperando algún gesto.
- Pues yo, si no te molesta y dado que
recuerdo que de pequeña era reacia a cuando
me mandaban a hacer algo que no me gustaba, siempre me decían ¡qué
cabezota eres, o tienes cabeza de chorlito! Así que yo, abreviando, te llamaré
Choly, de chorlito, ¿qué te parece?
II
No hubo ningún comentario ni gesto, sin
embargo, pasados unos segundos ambas, al parecer, ya amigas se echaron a reír
al mismo tiempo.
- Vale, y ahora ¿dime de dónde eres,
dónde vives, que estudias, si tienes hermanos o hermanas…? Perdona, pero es que
quiero saber muchas cosas de ti, todo cuanto sea posible; comprende que humanos
veo todos los días, y muchos, pero no tengo relación ninguna con ellos a
excepción de largarle algún improperio a aquellos despistados que en ocasiones
por poco me pisan - me dijo poniendo cara de impaciente atención.
- Te cuento: Nací en un pueblo de Córdoba llamado
Almodóvar del río, y está ubicado en la comarca del Valle Medio del
Guadalquivir. No es muy grande pero es muy bonito, tiene un magnífico y muy bien cuidado Castillo
llamado de La Floresta, que está situado en el monte llamado "El
Redondo"; es una Fortaleza Andalusí que anteriormente fue Castro
romano, o lo que es lo mismo una Fortificación militar, y la edificación actual
tiene definitivamente origen bereber.
La gente es muy hospitalaria y amable, y
ahora si que te vas a reír porque a la gente de mi pueblo la llaman "Cuco
o Cuca”.
-Qué gracioso - dijo cuando se tranquilizó -
y continuó ¿y sigues viviendo allí?
- No, mi padre que es militar fue trasladado
a Sevilla, y en ella vivimos desde que yo tenía siete años. Mi pueblo me
encanta y allí volvemos siempre que tenemos oportunidad, y es que tanto mi
padre como mi madre aún tienen allí familia, hermanos y hermanas por ambas
partes, además mis padres siguen conservando la casita que se hicieron cuando
se casaron, porque mi padre no quería vivir acuartelado. Él, pertenece al Cuerpo
de Aviación por eso lo destinaron a un lugar de Sevilla que se llama Tablada. Y
el barrio donde vivimos se llama el barrio León que se levantó sobre un Caserío
conocido como “La Torrecilla”, que por cierto, el propietario también era de Córdoba,
de Palma del río. El barrio es muy bonito, y en el comenzaron a vivir muchos
miembros del ejército después de la guerra civil.
Ahora tengo veintitrés años, y estudio en la
Facultad de Ciencias. Seguro que te gustaría ver los trabajos y prácticas que
se realizan allí.
También me preguntabas si tengo hermanos; no,
soy hija única. Tan sólo tengo una afición, la música clásica y la lectura, y
coger de vez en cuando la guitarra; en cuanto al deporte, el único que practico
es el remo en el Club Náutico que está en el río Guadalquivir, frente a la
Torre del Oro.
Ahora, estoy pasando las vacaciones aquí en
Iznájar, un lugar que me encanta aunque no puedo practicar el remo porque no
tengo mi piragua; mis padres se han ido a realizar un viaje por Europa. Y
eso es cuanto te puedo contar. Oye, sabes que me haces cosquillas en la palma
de la mano, me encanta.
- Y tú, venga, cuéntame algo de ti, y aunque
ya conozco tu saber y tus conocimientos, no me vayas a largar aquello de que
sois animales súper fascinantes,
que estáis extendidos por todo el planeta,
exceptuando las zonas del Ártico y la Antártida. Y que aún siendo especialmente
frecuentes en todo tipo de bosques, donde podéis conformar hasta la mitad de
los insectos habitantes del lugar, se os puede encontrar en zonas
residenciales y hasta industriales, que todo eso ya lo he estudiado - le dije
con una amistosa y socarrona sonrisa.
- Cómo me gustaría que me llevaras en un
bolsillo a algunas de tus clases. Pero, ¿qué te puedo contar de mi, un pobre
insecto que todo su afán es ser independiente?
- Bueno, pero ahora lo eres, al menos eso es
lo que me dijiste - le recordé.
- Sí, pero, lo hice abandonando a mi gente,
afortunadamente, a excepción de mis deberes dentro de la comunidad, ya no me
ataba nada sentimental, nunca pude tener pareja, te cuento: en nuestras
sociedades estamos divididas en castas. Generalmente se distinguen tres:
relacionadas con el sexo y la capacidad reproductora: Hembras fecundas (que
desempeñan la función de reinas); hembras estériles (obreras) y los machos
fértiles, y el no haber alcanzado el grado de Reina he creído siempre en que
ello era debido a mi carácter tan dominante y fuerte como temperamental, pero
nunca mostré frialdad si había una entrega y un sincero cariño que hiciera
posible y perdurable una futura amistad; tampoco me quedaba familia, así que un
buen día cogí mi hatillo, y escondida tras unos sacos de patatas y otros
géneros de un vendedor ambulante de aquellos que viven de pueblo en pueblo,
visitando cada día un mercadillo donde ofrecer su mercancía, pues así fue cómo
cansada del vocerío de aquél hombre pregonando, que después de ver a través de
las ventanillas de la furgoneta algunos pueblos, que decidí quedarme aquí.
- Pues acertaste, y es verdad lo que me
cuentas, hay que ver lo pesados que son algunos, y lo que chillan tan temprano.
Y me alegra que decidieras quedarte en este bellísimo pueblo. Y dime ¿dónde
vives ahora, porque supongo que habrás encontrado alguna colonia, y que te haya
aceptado sin más…?
- No, sin más no, que algunas tienen unas
reinas que ponen muchas y serias dificultades, sin embargo en esta he caído muy
bien; ya llevo algún tiempo con ellas y no hemos tenido ningún tropiezo aun
conociendo y aceptando mi carácter independiente.
- Está muy lejos - le pregunté al tiempo que
pensaba que había cometido una imbecilidad ¿cómo iba a estar lejos, qué pensaba
que tenía medio de transporte?
Ella discurría los mismos pensamientos
mientras mirando hacia la derecha y hacia abajo le daba a entender que su lugar
de residencia se encontraba a menos de un metro de donde ella tenía plantadas
sus deportivas.
- Perdona, ha sido un lapsus de lo más
tonto,- le dije con toda humildad.
- No tienes que disculparte, eso le puede
pasar a cualquiera, además podría estar al tanto de a dónde vas después de
estar aquí un rato, engancharme a tus deportivas y bajarme donde me conviniera.
Claro que el problema sería la cascara de avellana.
- Muy graciosa, ¿todas tenéis esa gracia? -
le comenté viendo como alargaba su sonrisa hasta que, contagiándome, acabamos riéndonos.
- Supongo que aparte de salir al exterior, a
la búsqueda de posibles alimentos, algo habrá que te entretenga en tu tiempo
libre si es que lo tienes, ya que según nos enseñan en la Facultad sobre la
naturaleza animal no tenéis tiempo para nada más.
- Pues lamento que tus profesores estén
equivocados; hay muchas formas de combinar un trabajo con un juego para los pequeños.
- ¿Cómo es eso de combinar un trabajo con una
diversión en tu especie?
- ¿Recuerdas el naranjo que hay en la esquina
del jardín de tus abuelos y que se encuentra no muy lejos del balancín en el que
te meces algunas tardes, y en el que, por cierto, en ocasiones, te pegas unas
siestecitas que para mí la quisiera yo?
- Sí, perfectamente; en más de una ocasión he
cogido algunas naranjas para preparar zumos, y están buenísimas, y es que son
naranjas de zumos, no como las otras cuyo nombre no recuerdo.
- Posiblemente debes referirte a las que se
conocen aquí como la variedad guasintonas, aunque desconozco de dónde le viene
el nombre, porque de Wuashington no creo que sea teniendo la riqueza que
tenemos en Andalucía.
- Bueno, el caso es que cuando se cae una y
se abre por el golpe, me traigo a las crías, las enseño a entrar por la
abertura de la cáscara, cosa que les encanta, y se nutren de su caldito, luego
venimos las adultas, por turno, y no te puedes imaginar como la dejamos por
dentro absolutamente limpia, vacía, hasta el extremo de que cuando se seca
parece una bola de madera completamente hueca.
- No sabía que os gustara las naranjas hasta
ese extremo - le dije sin dejar de mostrar mi extrañeza acompañada de una leve
sonrisa.
- Para nosotras que estamos tan cerca, una
naranja caída en un manjar, y en cuanto la sentimos ya estamos organizando la
salida, aunque no en todas las ocasiones tenemos resultados positivos.
- ¿Y eso por qué? - quise saber muy
interesada.
- ¿No has oído nunca que los jardineros en su
afán de exterminarnos, uno de los medios es la utilización de naranjas podridas?
- No, no sabía de esa técnica.
- Pues sí, recogen algunas, al parecer, la
tienen en alguna maceta interior, y cuando la naranja se pudre la colocan bajo
el árbol, pero como es natural, al igual que otros insectos y avecillas, todos
esos trucos ya nos lo sabemos de memoria, es como pasa en las viñas con los
espantapájaros; al día siguiente ya se posan sobre los brazos del muñeco de
paja.
Dicho esto, Choly se rió con cierta ironía, y
quedose un momento pensando si ello no había podido molestar a su amiga, al fin
y al cabo se trataba de la propiedad de sus abuelos a los que, en cierta medida,
una colonia de hormigas podrían estar haciéndole daño a las plantas, así que le
pregunté si se sentía molesta por el comentario que yo había hecho acerca de
ello.
- Para nada, yo sólo estoy pasando aquí las
vacaciones, por lo que cuando me vaya la semana que viene, en lo único que voy
a pensar es en si este rato que estoy pasando contigo no habrá sido un sueño
debido al calor de la soledad, y al de esta tarde veraniega del mes de Agosto.
- Qué lástima que te vayas tan pronto, y por
otro lado, esa soledad bien pudiera ser el producto de que tu amigo, el del
pasado año no haya podido venir a verte, y yo no quiero que ello se convierta
en tristeza.
- Si, la verdad es que lo echo de menos; aún
recuerdo una mañana en la que se fueron los abuelos a ver una pequeña
embarcación que unos amigos de mi abuelo le estaban construyendo en un pequeño
Astillero que hay cerca de casa, al lado del embarcadero, y es que mi abuelo
había sido Ingeniero naval, así que aprovechando que yo me había quedado
repasando unos temas pendientes, lo llamé; tardó en venir un suspiro, y el
tiempo que estuvimos juntos consolidó nuestra más íntima amistad, no duró mucho
aquel rato pues los abuelos vinieron a la hora de almorzar, y como quiera que
no tuve más remedio que presentarles a Raúl, que así se llama pues como que se
vieron obligados a invitarlo a comer, detalle éste que, como es natural, a mi
me encantó, como le encantó al abuelo, cuando le comentó que al haber nacido en
san Fernando, y al ser Universitario, su deseo era ingresar en la Marina y
hacer carrera en la Escuela de la Armada, y que ello se realizará en el
siguiente curso ya que tiene cumplidos y aceptados todos los tramites.
El haber tenido notas muy altas en todos los
cursos de una especialidad como la Biología marina, y la ayuda de su padre que
en la actualidad es proveedor del Arsenal de la Marina, que está en la Bazán y
a cuya Comisión de Defensa, su fábrica le suministra todo tipo de materiales
navales, como pueden ser desde cordajes de todas las medidas, hasta aceites y
grasas especiales para la lubricación de máquinas como molinetes y cabrestantes,
motores auxiliares etc.
III
Recuerdo como un día estando de visita con su
padre en uno de los remolcadores de la Marina, y en el que, al parecer, había
un cordaje defectuoso, por desconocimiento de la rutina de a bordo, en una
maniobra de emergencia le pidieron que sostuviera, una palanca; como quiera que
no lo hizo bien toda vez que era la primera vez que se encontraba en semejante
situación, el caso es que el enganche se desactivó con lo que la maniobra
falló, y aunque el Contramaestre no le reprochó nada, ello hizo el que sus
pensamientos se volcaran aún con más fuerza por seguir la carrera en las
Fuerzas navales.
- ¿Qué edad tiene ahora Raúl? - preguntó Choly,
interrumpiéndola.
- Acaba de cumplir veintitrés años, igual que
yo, aunque hay unos meses de diferencia en los que resulta él mayor. El próximo
curso yo estaré en la Facultad, y él lo hará en la Marina como futuro
Especialista.
- Entonces la cosa está bastante clara, vas a
tener de pareja un marinerito - dijo esbozando una graciosa sonrisa - y
continuó: ¡ojalá! el próximo verano vuelvas, y con él me invitéis los dos a dar
un paseíto en la barquita de tu abuelo que seguro ya estará terminada.
- ¡Huy, huy! Amiga mía eso está muy lejos,
aunque de ser posible, el llevarte sería el menor de los problemas - le dije
correspondiendo a su buen humor.
Entre
charla y charla, Dolita oyó como la abuela, desde lo alto del magnífico porche
que, a modo de un bello mirador sobre el lago poseía la casa, la llamaba por si
quería merendar.
- ¡Ya voy, abuela! - respondió Dolita, al
tiempo que pensaba en que debería dejar a su amiga, en cuya mirada observó el
dulce y mágico deseo de unas pastas, por lo que sin pensárselo dos veces, se
metió la mano, sobre la que se encontraba su amiga, en el bolsillo y se dirigió
subiendo hacia el porche.
- Ya estoy aquí, abuela ¿te importa que me
siente a tomar el té abajo en la mesita del césped? - le dijo de forma un tanto
zalamera.
- Estás de vacaciones, así puedes hacer lo
que quieras - le respondió la abuela.
Aprovechando el ofrecimiento y el que la abuela no tuviera interés en
aquel deseo de su nieta, Dolita tomó su taza con el té y un platillo con
algunas pastas, y bajando los escalones se acomodó en un silloncito blanco de
hierro forjado, al tiempo que sobre la mesita del mismo material y a juego,
depositó tacita y el correspondiente platito.
Un instante después hizo salir a su amiga
quedando ésta sobre la mesita, y a la que se le notaba a todas luces cuánto le
gustaba lo que estaba viendo, por lo que, consciente Dolita, de aquellos
pensares, ni corta ni perezosa, como se suele parafrasear en semejantes
momentos, le ofreció aquel, para ella, un verdadero manjar.
- Dolita, te importaría que compartiera esto
con mi gente - dijo de forma muy recatada.
- Ya había pensado en ello, y si te parece
podría acercarle a la entrada del nido una pasta entera y así no tendríais que
realizar el trabajo de tenerla que llevar previo desmenuzamiento - dijo Dolita
sin convencerle lo que acababa de ofrecer, y que obligaba a su amiga a
mostrarle el lugar donde se hallaba la entrada de su hogar.
- Pero eso sería una barbaridad, ahí no sólo
tendríamos comida para mucho tiempo sino que llamaríamos la atención de otros
grupos, y eso que la entrada está protegida por un cuerpo de soldados que
realizan funciones fundamentales para la seguridad de la colonia, protegen a la
Reina, que es su primera obligación, ten en cuenta que las reinas son las
únicas hembras fértiles de las colonias; de ellas nacen todos los demás
miembros. Su función más importante es transmitir su importante material
genético a sus descendientes, con el fin de asegurar que la especie permanezca
fuerte y apta para sobrevivir. Ellas defienden la comunidad, forman ejércitos
que matan a las presas, atacan otras colonias enemigas en busca de alimento o
nidación e incluso toman de rehenes a los huevos de las otras colonias, además
de aportar materia orgánica en descomposición, por lo que ayudan a limpiar y a
aprovechar los residuos orgánicos.
- Tienes toda la razón - dijo Dolita - e
insistió: pues como hoy libra el jardinero podrías avisar, y una vez que se desmenuce
la pasta y la dejemos caer bajo la mesa que vengan a llevársela, así mientras
tanto, subo este servicio a la cocina y luego nos vamos a dar un paseo hasta la
orilla del lago.
- Creo que será mejor que me quede con ellas
hasta que terminen, que para estos menesteres soy muy eficiente, además he de
terminar la faena pendiente ¿recuerdas? - dijo la amiga sonriendo.
- ¿Faena, cuál faena? - preguntó Dolita
extrañada.
- ¿Ya no te acuerdas que dejé una
importantísima cáscara de avellana a medio camino?
- Es verdad, chica se me había olvidado por
completo. Bueno pues entonces, si quieres y tienes tiempo, mañana nos vemos en
el mismo banco y a la misma hora, ya me oirás cuando rasguee mi guitarra -dijo
Dolita al tiempo que bajaba la mano hasta el césped y de ella saltaba Choly.
- Vale, hasta mañana, anda que vamos a dejar
el césped más limpio que la espalda de tu guitarra - esto lo dijo de forma que
las dos amigas se echaron a reír.
Un instante después, Choly veía a su amiga atravesar la puerta de salida de la
casa.
Sonaban las campanas de la torre anunciando
el mediodía, cuando Choly corrió hacia el banco en el que sabía que ya esperaba
Dolita, pues a la par que sonaban las campanas anunciando a su vez el Ángelus,
ya escuchaba los acordes de una canción:
"Te esperaré, nos sentaremos juntos
frente al mar, y de tu mano podré siempre caminar, y aunque pase toda mi vida
aquí sentada, yo te esperaré, pues sé que en tus ojos tendré siempre tu amor, como
tú lo tendrás en los míos."
- Hola Dolita, que canción más bonita, seguro
que te la acabas de inventar - dijo Choly, al tiempo que trepaba por las
estampadas bermudas hasta alcanzar la palma de la mano que la muchacha le
ofrecía una vez más.
- Hola, amiga, y sí, me la acabo de inventar
recordando algo acerca de un antiguo bolero en el que, al parecer, alguien de
forma incansable se pasó la vida esperando un amor prometido pero que jamás
regresó.
- Pero ese no es tu caso por lo que estoy
sintiendo a través de las señales que me transmiten mis antenas, las cuales captan
que algo te ha sucedido en estas últimas horas.
- ¡Pero qué lista eres! ¿Y de dónde sacas tú
eso de que has captado que algo me ha debido ocurrir últimamente? - dijo la joven
mostrando un gesto de extrañeza de forma empática.
- Será que esta mañana he visto al cartero que
echaba un sobre en el buzón - dijo Choly sin poder aguantar la risa.
- Pues sí, amiga. He recibido una carta de
Raúl, en la que me dice que pronto vendrá a verme.
- ¡Cómo me gustaría que me la leyeras - se
interesó poniendo cara de circunstancias!
- No tengo ningún inconveniente - dijo Dolita
mostrándose amable, escucha:
IV
“Queridísima Dolita: Casi seguro que el día
veintidós podré ir a verte, y es que ya no puedo pensar en nada que no seas tú,
tu rostro y tu sonrisa ocupan cada segundo de mi tiempo, hasta el extremo en
que no me concentro en el estudio del plan que recibí de la escuela de la
Armada para mi ingreso. Y es que desde el momento que apareciste en mi vida
fuiste como un rayo de luz entre las tinieblas que producen las dudas, pero te
conocí e iluminaste mi camino dándole otro sentido que me hizo entender
que el amor puede ser real cuando se encuentra a la persona con la que la conexión
es diferente, y aunque me oigas decir lo mismo mil veces, confieso que cada día
que pasa ya te amo con locura, y agradezco a la vida que me diera la
oportunidad de elegir el amor de mi vida y sobre todo que la elegida fueras tú,
sin pensarlo; ¡te vi tan hermosa, aquella tarde en la casa de tus abuelos! Allí
encontré mi verdadera felicidad, mi razón de ser y mis fuerzas para continuar.
Sé que a partir de aquel día mi sueño se convirtió en realidad, y es que eres
lo que siempre había soñado. Te quiero, Dolita linda. Te veré muy pronto. Tuyo
siempre, Raúl.”
- Que bonita carta, y que cosas más lindas te
dice ¡cómo me gustaría que alguien me escribiera y me dijera estas cosas, pero
ya ves nosotras las obreras estamos condenada a no poder tener relaciones, tan
sólo la reina puede! - esto lo dijo lanzando al aire un amargo y largo suspiro.
- Chica, está claro que te ha gustado y
llenado de melancolía. Lamento que vivamos en mundos tan diferentes, pero que le
vamos a hacer la vida que nos toca es así - dijo la muchacha a modo de
consuelo.
Durante un periodo de tiempo indeterminado, ambas amigas guardaron
silencio.
- Discúlpame, amiga, pero he de dejarte. Voy
a aprovechar que tengo la dirección de donde se encuentra Raúl, y voy a ir a la
oficina de correos para enviarle un telegrama en el que le ponga el número de
teléfono de los abuelos y que me llame confirmándome cuando vendrá y así poder
ir a esperarle, caso que viniera en algún medio de transporte. Igual el padre
le deja su coche ya que Raúl tiene permiso de conducir desde hace poco tiempo,
pero no lo creo. Él estuvo a punto, según me dijo, de comprarse uno de
segunda mano para ir a la Universidad, pero descartó la idea ya que en la misma
puerta de su casa tenía una parada de bus que lo dejaba al lado de la entrada
del campo universitario
- Vale, Dolita, a ver si tienes suerte y te
dice que podéis estar juntos unos días, al menos hasta que te vayas la semana
próxima - dijo animándola en la medida de lo posible.
- Gracias, amiga, luego nos veremos a la
espera de que me llame.
Momentos después, Choly veía como Dolita con
su bolso de verano al hombro atravesaba la puerta enrejada y salía a la calle,
camino de la Estafeta de Correos.
Cumplida la misión que le llevo allí,
caminaba de vuelta pensando en las ganas que tenía de ver a Raúl, cuando de
repente vino hacia ella, llevada por la brisa, una diminuta y bellísima plumita
que debía haber pertenecido a un jilguero o tal vez a un canario que estuviese
espelechando.
Los ojos y el corazón le saltaron de un
hermoso brinco, y es que lo que se le acababa de ocurrir bien merecía la
manifestación que avalaba tal signo de alegría interna, pues su primer
pensamiento fue el ver la alegría que a su amiga le produciría, no sólo que
alguien humano pensara en ella hasta ese extremo, sino que tuviera el detalle
de regalarle aquella plumita, tal vez, para que alegrara su rinconcito si es
que pudiera disfrutar de él porque la Reina le tuviera asignado uno a cada una
de las obreras, como así lo tenía dispuesto para cada uno de los miembros de la
guardia.
Y con estos pensamientos, y disfrutando de
cómo su amiga recibiría el tan inesperado como sorpresivo regalo, siguió
avanzando alegre hasta llegar a la cancela que daba acceso, a través del
hermosísimo jardín a la escalinata por donde se llegaba a la puerta principal
de la mansión.
Apenas había pisado los dos primeros
escalones cuando, desde la parte inferior de estos y a ras de césped, escuchó
un siseo...
- ¡Eh! que estoy aquí, esperándote, y tú en Babia,
cosa que por otro lado se entiende. ¿Qué pasa contigo, acaso te crees que el
teléfono va a sonar tan rápido?
Venga, baja y cuéntame cómo fue todo, ¿qué le
pusiste, porque supongo que el telegrama lo pondrías urgente? - dijo mostrando
un nerviosismo inhabitual.
- Pero que cotilla eres; ahora bajo que voy a
subir a soltar el bolso y decirle a mi abuela que espero una llamada de Raúl, y
que haga el favor de darme una voz por la ventana del salón.
- ¡Ea! Ya estoy aquí - dijo cuando pisaba el
último escalón, y notó como la amiga, sin esperar, ya trepaba por el pantalón
vaquero hacia arriba, pues no había caído en la cuenta de habérselo cambiado
por las bermudas que usaba siempre cuando se encontraba en la casa.
- ¿Y qué, qué le has puesto? – dijo sin poder
evitar el nerviosismo que la embargaba.
- Tan sólo que me llame al número de teléfono
de los abuelos, que estoy deseando escuchar su voz, verle, y que me diga cuándo
va a venir: si lo hará en el coche de su padre o en otro medio. ¿Estás
satisfecha, so cotilla? - dijo, sin dejar de mostrar un semblante de lo más
empático.
- Ves, pues ya me quedo más tranquila, que
últimamente estás, pero parece que no estás - dijo de forma un tanto
enigmática.
- No sé de dónde sacas esas ideas, tú sí que
estás últimamente con tanto intento de sonsacarme algo, que más pareces una
avispa con tanto revoloteo y picoteo, anda, anda.
- Será debido a eso que he
escuchado alguna vez de que son cosas de mujeres, por cierto, ¿qué es eso que
escondes en la mano que tienes tras la espalda con tanto misterio? - dijo sin
abandonar una sonrisa socarrona.
- Mira, venía caminando por la
acera de la Estafeta de correos y al entrar por la avenida que tiene tanta
arboleda, con una brisa de aire me ha llegado esto como diciendo: toma y llévasela
de regalo para tu amiga - esto lo dijo mostrándole la plumita.
Choly, sorprendida, se quedó unos minutos en
silencio sin quitarle la vista a la plumita, y sin poder manifestar, al
parecer, lo que estaba viviendo en esos momentos, era como si se le hubiesen
olvidado las palabras.
- ¡Oh!
Dolita, que cosita más linda. Que recuerdos voy a tener de este momento cuando
te marches; espero que la Reina me la deje colocar en mi rincón preferido,
aunque lo más probable es que decida colocarla en la guardería, ya sabes, donde
se encuentran las que acaban de nacer, pero es que es tan bonita que se me
acaba de ocurrir viendo a algunas de las señoras que pasean por la
avenida, que si yo fuera humana me haría un sombrerito y me la colocaría,
seguro que estaría tan mona como ellas. ¿Tú qué crees Dolita? - dijo a modo de
comentario aunque con una carita un tanto circunspecta.
- Pues no te digo que no, que te
imagino con tu gracioso sombrerito y luciéndote cual bella damisela por la
avenida de las acacias, y los soldados de otras colonias diciéndote piropos al
pasar.
- Qué
imaginación tienes, ahora me explico la facilidad tuya para hacer esas letras
de canciones tan bonitas.
- ¡Anda ya! si
la mitad de las letras son de otras canciones, lo que yo hago es adaptarlas a
mi manera.
V
Estaba cayendo la tarde cuando Dolita, oyó a
la abuela que la avisaba desde la ventana, diciéndole que la llamaban por
teléfono, y que subiera rápidamente, que era Raúl por conferencia desde
Cartagena.
Con tan sólo un hasta mañana, se despidió de
su amiga a la cual tan sólo le dio
tiempo a decirle ¡corre, corre! Y eso hizo subiendo la escalera y saltando los
peldaños de dos en dos, por lo que cuando llegó y agarró el auricular, estaba
medio ahogada y sin poder articular palabra. No obstante, tuvo fuerzas para
decir:
-
Hola, Raúl, ¿cómo estás?
- Hola, Dolita, bien, estoy bien, pero te
noto como asfixiada. ¿Estás bien?
- Sí, ahora mejor que nunca, es que he subido
corriendo cuando la abuela me llamó diciendo que tenía conferencia; tengo
tantas ganas de escucharte, y tantos deseos de poder verte y abrazarte como
aquella última tarde, vamos que ya estoy poniéndome nerviosa - dijo sin poder
evitar el ahogo y que le temblara la voz.
- Tranquilízate Dolita, que a mí me pasa lo
mismo, y es que para mí todo este tiempo lo he pasado muy mal, tan sólo me
consolaban tus cartas, gracias a ella y lo que me contabas acerca de tus
prácticas de remo hacían que me mantuviese entretenido, aunque siempre buscando
una escusa para poder ir a verte a Sevilla, pero es que mi padre es un jefe un
poquito inquisidor, aunque he de comprender que la labor que desarrolla para la
Armada es muy importante, aunque parezca que fabricar y suministrar grandes
materiales para los arsenales y los astilleros sea una labor de menor
importancia.
Ahora aún estando un tiempo de vacaciones en
que la Fábrica y los almacenes están cerrados, a mi padre no se le ocurrió otro
lugar para descansar con mi madre, que la playa de Calblanque en Cartagena;
claro que el lugar no fue por casualidad sino porque salieron a subasta hacer
negocios con el Arsenal de Cartagena y los Astilleros, y allí me arrastra
siempre como si yo fuera a heredar el negocio, que eso ya lo tiene adjudicado
mi hermano, pero ya está bien de hablar de mí, y que además aún no te he dicho
lo mucho que te quiero.
- No importa, Raúl, esto último lo compensa
todo; por mi parte, y aunque no tengo mucho que contar, si que he de decirte
que yo también, desde aquel primer día ya comenzaste a entrar en mi corazón,
habrá quién no crea en el flechazo, pero yo lo tuve muy claro, pues lo primero
que pensé al verte con tus pantalones blancos, tu polo de corte veraniego tus
deportivas, y sobre todo aquella carita risueña y llena de bondad, de la
que emanaba un sin fin de ilusiones frente a la dureza de momentos tan
inciertos, me dije que eras el chico con el que había soñado siempre, por eso
desde ese mismo instante ya comencé a quererte.
- Pues puedes estar segura de que fue lo
mismo que me pasó a mí, además he de admitir que me llamó mucho la atención tu
seguridad cuando hablabas del futuro aún siendo tan joven, y esa atracción mutua
fue el toque final que cerraba el círculo con respecto a una, para mi, firme
relación que me uniera a ti para siempre, y es que cuando leía tus cartas una y
otra vez no paraba de decirme que no cambiaras, que si todo hubiera sido el
sueño de una siesta de verano, te buscaría entre la realidad y no pararía hasta
encontrarte pues toda tú estás grabada en mi de tal manera que si me pusieran
ante un millón y ocultas, mi corazón trabajaría cual zahorí desesperado.
- Te quiero, Raúl, ahora deberíamos dejar esto
para cuando nos veamos pues te tengo que seguir contando cosas y la conferencia
te va a costar una pasta. No obstante, sí necesito que me digas cuando vienes,
que eso es lo más importante ahora.
- Mira, el miércoles sale por la mañana, desde
Cartagena un autobús de línea regular que va a Granada, y desde ahí, he de
tomar el que va a Córdoba, cuando llegue, desde la estación, y antes de que
salga el que va a Iznájar, iré a una cabina y te llamaré porque ya al estar tan
cerca te podré decir a la hora exacta de mi llegada que será sobre la una. La
compañía es Alsa.
Qué ganas tengo de verte de nuevo y poner en
tus labios un beso que tengo guardado desde aquella tarde en la que desde el
autobús te envié por la calidez de un aire ya envuelto en amor, y del que te
pudo llegar al menos un pedacito. Te quiero Dolita. Hasta dentro de un
rato aunque sea un poco más largo de lo que quisiera.
- Hasta entonces, te esperaré impaciente, te
quiero con toda mi alma.
No había terminado de colgar el auricular, y
un poco aturdida por la amorosa expresividad demostrada por Raúl, ya estaba
pensando que se iba a poner ese día para ir a recibirlo. Una y otra vez se
decía "tranquila Dolita, que aún falta, que hoy es lunes y viene el
jueves". Y aunque le había dicho que estaría sólo el fin de semana no le
comentó dónde se quedaría, pero todo eso ya no le importaba, lo único que
deseaba era que el tiempo volara, que volara como aquél Pegaso de Zeus, dios
máximo, y envuelta en la nube de las esperas recordó este tema de la mitología
griega, y en el que el nacimiento del caballo fue el fruto de la sangre de
Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza.
Se sacudió la cabeza para apartar
pensamientos que no le interesaban, y se fue al cuarto de baño donde se refrescó,
y poniéndose las zapatillas pues por el parqué le gustaba andar descalza, le
dijo a la abuela que se iba a dar una vuelta y que volvería pronto.
Cuando salió al porche dispuesta a descender
por la escalinata, una voz se dejó oír apenas había tocado el primer escalón...
- Pero bueno, ¿dónde vas con tanta prisa? -
dijo Choly, erguida la cabeza sobre su abdomen y empinado éste sobre la blanca
superficie de la balaustrada.
- Tiene gracia, se supone que eres una
obrera, sin embargo, desde aquel día, vamos que no te veo darle un palo al
agua, me pregunto ¿tú cuando trabajas, Cabezota obrera y cotilla? - dijo Dolita
mostrando una sonrisa a través de la que se podían apreciar una hileras de
dientes bien cuidados.
- A ver si te enteras que yo a mi manera
trabajo más que muchas, por eso cuando lo necesito me tomo unos descansillos
atendiendo a mi poder mental; gracias a él sé positivamente donde debo de estar
en cada uno de los momentos que a mi me interesan, y como desde hace un buen
rato me interesa estar al corriente de lo que ahí dentro se cuece, pos
eso - dijo poniendo todo el énfasis posible en su argumentación.
- Vale, pero tienes que reconocer que tu
poder está un poquito inquieto, y no tiene porqué, ya que yo le tengo al
corriente de todo.
Dicho esto, Dolita puso su mano sobre la
baranda y Choly saltó sobre la palma al estar ésta hacia arriba, como otras
veces y, al parecer, en señal de cariño le dio unos mordisquitos a los que
la muchacha respondió con un empático, zalamera.
- ¡Sí! Pues aún estoy esperando a que me
digas cuando viene ese muchachote que hace que se te vea ahora mismo con ese
semblante tan luminoso, y tan radiante que está eclipsando la luz que viene del
lago.
- De acuerdo, pesada, me ha dicho que vendrá
el jueves, y que estará hasta el fin de semana, día en que nos iremos los dos
hasta que nos podamos ver en una próxima escapada y que podría ser
posible en un par de meses y durante las fechas de Navidad; ya me inventaré
alguna excusa para visitar a los abuelos con motivo de las fiestas - dijo la
muchacha sintiéndose muy convencida de cuanto le comentaba a su amiga.
- ¡Vaya! pues van a ser tres días para que
disfrutéis de lo lindo hasta que llegue el domingo y tengáis que separaros, y
que ambos esperéis un nuevo encuentro,
luego las tan esperadas próximas vacaciones navideñas - dijo poniéndose
una pata sobre la barbilla a modo de parecer ejercer una reflexión sobre lo
expuesto.
- Así es, mi querida amiga, pero que le vamos
a hacer. De todas formas, habremos de consolarnos a través de conferencias
telefónicas y el correo postal, y a la espera de una oportunidad en la que
podamos vernos, bien en Sevilla o en San Fernando.
- Estaba pensando, qué estupendo sería que
durante estos días que faltan y hasta el domingo, tus abuelos tuvieran ya la
barquita terminada y decidieran probarla yéndose durante ese tiempo a casa de
la hermana de tu abuelo que vive en la otra punta del lago - dijo Choly, en un
intento de animar a Dolita.
VI
En esos momentos lo que menos estaba la
muchacha era desanimada, pues no pensaba en otra cosa que la llegada del
jueves.
Dolita, se preguntaba mentalmente, ¿cómo
Choly estaba al corriente de todo o casi todo de lo que sucedía en la casa?
Dejó de pensar en ello.
- Eso sería perfecto, y él allí podría
presumir de su embarcación y recordar a un tiempo aquellos años cuando
trabajando para la Compañía Astilleros del Mediterráneo, y en la que como Jefe
del Departamento de prototipos, realizaba proyectos para la construcción de
balandros y todo tipo de embarcaciones de recreo.
¡Qué buena idea! Esta noche durante la cena le preguntaré al abuelo si
ya está terminada la barca y lista para probar como recibe el viento, frase muy
popular cuando habla de velas, mesanas y botavaras.
- Pues procura que el argumento sea
convincente, y que tu abuela no se dé cuenta de la estratagema, que ya sabes
que es muy perspicaz y es capaz de adivinarte el pensamiento sabiendo como sabe
que Raúl viene el jueves, y a mí me da en la nariz que no le quedó muy claro el
haberos encontrado la otra vez los dos juntos en el salón, aunque estuvierais
comentando acerca de la colección de discos de aquellos de pizarra que tiene tu
abuelo, y de lo que está refunfuñando siempre de que no puede oírlo porque no
encuentra a nadie que le pueda arreglar su gramola, o gramófono como a él le
gusta llamarlo - dijo poniendo cara de circunstancias.
- Tienes razón amiga, voy a tener que andar
con mucho tiento porque a mí las mentirijillas se me notan a leguas; vamos a
ver cómo me lo organizo y que no se me note porque es verdad lo que tú dices la
abuela es muy avispada, no es como el abuelo que nada más va a lo suyo, y más
ahora que sólo piensa en su barquita ¡ojalá ya se la hayan terminado porque la
última vez que yo fui a verla ya se la estaban pintando!
- ¡Cómo me gustaría poder verla, pero para mi
está tan lejos!
- No te preocupes que mañana te llevo para
que la veas, y de paso a ver como está y según la veamos estudiamos el
asunto, igual si está terminada podría camelarlo.
- ¡Ay! sí, que afortunada sería yo si eso
fuera posible, con las ganas que tengo de echar una ojeadita por aquel
embarcadero, aunque tengo entendido que por allí no tratan bien a otras
familias parecidas a las mías por aquello de que atacan a las maderas en los
almacenes, y yo reconozco que eso no está bien, pero es comprensible que si es
su natural en razón de su medio de vida, pues yo, al menos, no soy nadie para
mandar en la naturaleza, allá cada cual, y si los humanos tienen que tomar sus
medidas utilizando cuantos medios estén a su alcance, pues eso, pero que a mi
no quiero que me vean o me lleguen sus fumigaciones porque qué horror y que
final más malo, total por una curiosidad más o menos y que tampoco por ello se
va a acabar el mundo - dijo encogiéndose de hombros y tratando de encontrar en
la muchacha un poco de aquiescencia.
- Por eso no te preocupes, amiga, que conmigo
estarás bien protegida y lejos de eso que supone un peligro para ti; así que
tranquilízate que verás como todo saldrá bien y tú cumplirás tus deseos, además
cuando vayamos procuraré hacerlo a la hora en la que en el pequeño Astillero
hayan dado de mano a la jornada, al fin y al cabo para ver la barquita no
necesitamos permiso ni que nadie nos pueda poner objeción alguna que para eso
todos me conocen, además que la barquita es de mi abuelo ¡qué caramba! - dijo
dándole a Choly un golpecito con un dedo sobre aquella grande y rojiza cabeza.
- ¿Y ya has pensado como me llevarás? - dijo
aún a pesar de los argumentos de la joven.
- Ya te he dicho que no tienes que
preocuparte, te voy a llevar como no te puedes imaginar, y es que me he
acordado de la estratagema que montó una compañera mía en un examen.
Ella se llama Elisa María, y lo que hizo fue
que detrás de las solapas de su camisa se cogió con unos alfileres dos pequeñas
chuletas que con letras muy pequeñas escribió unas cuantas referencias, pero
¿qué pasó? pues que el examinador se dio cuenta de las veces que Elisa María se
miraba las solapas y en una de estas la cogió infraganti, vamos que la pilló
con una de las solapas completamente levantada, y como estaba tan absorta y
concentrada en intentar leer correctamente aquellas letritas tan pequeñas pues
no se dio cuenta de que el examinador lo tenía a su lado, así que te puede
imaginar el respingo que pegó sobre el asiento de aquel pupitre que como era de
los nuevos que habían traído hechos de aluminio, pues el ruido que resultó hizo
que todos los que nos estábamos examinando en el aula, levantáramos la cabeza a
ver que era aquello con lo cual Elisa María, no solo fue expulsada, sino que
además le bajaron cinco puntos en el expediente académico por copiar y alterar
el orden durante aquel examen.
- ¿Y,
entonces qué fue de ella? porque supongo que perdería la oportunidad de seguir
con la idea de estudiar Biología igual que tú.
- No, lo que ocurrió es que tuvo que esperar
un año para presentarse de nuevo; ahora ya está conmigo en la Facultad, y no te
vayas a creer que por aquello va atrasada, nada de eso; Elisa María, es muy
inteligente y recuperó mucho en el curso siguiente por lo que ahora casi
estamos emparejadas en muchas de las prácticas que realizamos fuera de la
Facultad, principalmente en algunos laboratorios públicos; lo que nunca
entenderé es del por qué tuvo que recurrir a semejante añagaza, en fin que la
pobre perdió una oportunidad, pero ya está recuperada.
- ¿Y esa compañera tuya Elisa María, también
vive en Sevilla?- preguntó Choly recurriendo a su especialidad de cotilla.
- Sí, unas veces con su madre que tiene un
piso en la Resolana, allí en la Macarena, y otras con su padre y su hermana, en
santa Lucía, en la misma calle donde nació sor Ángela de la Cruz, por la Ronda
de Capuchinos, es que sus padres están separados.
- ¿Y la hermana vive con el padre - siguió
muy interesada.
- Si, casi siempre, es que el padre está
impedido debido a un accidente de automóvil por culpa de ciertos excesos - dijo
Dolita, pero dejemos ese tema que me entristece, así que volvamos a lo nuestro.
- Vale, entonces ¿ya has pensado en lo de la
solapa para llevarme al embarcadero? - dijo frunciendo el entrecejo y a la
expectativa de la decisión.
- No, se me acaba de ocurrir que el mejor
lugar va a ser sobre la visera de la gorrita de cuadritos que a veces uso
durante el verano, y como tiene algunos escuditos cogidos con pequeños
imperdibles pues entre ellos pasarás completamente desapercibida.
-¡Huy, sí, sí! Así parecerá que estoy en una
torre de vigilancia o conduciendo un aparato - dijo mostrándose muy contenta
con la idea.
- Ahora lo que hay que hacer es esperar a ver
cómo planteo el asunto, que no dejo de pensar en lo crudo que lo tengo por mi
forma de ser...
- Creo que te estás subestimando, que tú eres
lo suficientemente despierta como para urdir un plan que tenga éxito - dijo Choly
poniendo parte de sus extremidades en jarra, y añadiendo - venga no seas tan
pesimista.
- Chica, qué quieres que te diga, pero es que
tengo tantas ganas de ver a Raúl y estar con él.
- No, si eso lo entiendo perfectamente ¿te
crees que yo no tengo ganas de conocerlo?
- No me cabe la menor duda; hasta estoy
pensando que tienes más ganas de verlo que yo.
- Pues sí, no voy a negarlo, pero más que tú,
imposible.
Y allí seguían las dos amigas charla que te
charla y sin percatarse de que asomada a la ventana que está más cerca de donde
se encontraba Dolita sentada en el balancín, pero sin darle importancia al
observar que su nieta, al parecer, hablaba sola por lo que llegaría a la
conclusión de que estaría tratando de componer la letra de alguna de sus
canciones...
Eran las dos de la tarde cuando el reloj de
la Estación de autobuses hacía sonar la hora en punto de salida de algunos
buses con diferentes destinos.
Dolita, armada tanto de paciencia como de un
amor que tan sólo algunas personas privilegiadas de las que pasaban ante ella
podía ser apreciado dada la feliz luminosidad que irradiaba su joven y agraciado
rostro, no paraba de mirar el tablero en que previamente se anunciaban las
próximas llegadas de los diferentes buses provenientes de distintos lugares y
entre los que se encontraba, como no podía ser de otra manera, uno que, según
el cartelón, decía: "próximamente tendrá entrada en el andén número siete,
el bus de la Compañía Alsa, procedente de Córdoba".
Minutos más tarde y a través de la megafonía
interior de la Estación, Dolita, cual auténtico manojo de nervios, apenas pudo
oír el aviso de la entrada del bus procedente de Córdoba en el andén número
siete, porque ella ya bien retirada del altavoz, se encontraba al final de los
andenes y al pié del que verdaderamente le interesaba.
Cuando
el gran bus de detuvo y abrió sus puertas, Dolita, se lanzó cual vendaval hacia
la puerta de atrás; estaba claro que ya lo había visto a través de una de las
ventanillas que daban al costado donde se encontraba ella esperando ansiosa.
A partir de ese momento, y ya él,
descendiendo, un caudal de pasiones se desató de tal forma que las aguas de la
pasión no encontraron calma hasta que oyeron a alguien decir: "disculpen,
me permite pasar." con todo y con eso tan sólo pudieron realizar un amago
de desplazamiento, pues de forma consciente el abrazo era tan estrecho que
difícilmente podría meterse un hilo entre ambos cuerpos, valga el símil de,
como cuando un alfarero utiliza su hilo para separar la pieza que modela de la
nueva base.
Aquella nueva base se sucedería como
consecuencia del calor desprendido por ambos cuerpos, y que daría lugar a un
apasionado e inconsciente entrechocar de bocas, cuya unión no sabía de la más
elemental necesidad de que ambos corazones llegaría un momento en el que no
tendrían más remedio que tomar un poco de oxigeno aunque sólo fuero eso, un
poco.
No hubo necesidad de un hola, ni otro tipo de
saludo, tan sólo recurrirían al...
- ¿Cómo estás, Dolita? Te veo radiantemente
preciosa, y encantadora con ese mismo conjunto que llevabas el día que nos
despedimos - dijo Raúl en un nuevo intento de besarla, y el cual no llegó a
feliz término al observar por encima del hombro, como en ese preciso momento
descendía su primo Juan de Dios.
VII
Detenido el primo en el último escalón, se
quedó extasiado observando a la pareja pero, por encima de ésta, su dedicación
fue directamente a contemplar la grácil belleza de la joven, que en ese momento
recurría al típico saludo de cortesía.
- ¿Y tú como estás, y que tal el viaje? -
dijo sin prestar atención al muchacho de ojos marrones, y unos centímetros más
alto que Raúl, y que, discretamente, se colocaba a su lado.
- Bien, estoy muy bien, y ahora junto a ti
estoy feliz, Dios mío, que feliz me siento - dijo, y atrayendo a la muchacha
por la cintura, y estrechándola contra su pecho joven y bien formado, volvió su
boca a buscar aquellos labios que ya se ofrecían deliciosos y que en ningún
momento mostraron el más mínimo gesto de mojatería, muy al contrario, y esto lo
avalaba la mirada de Dolita, que no le quitaba ojo a aquella atrayente boca de
labios carnosos, y que a su vez, cuando sonreían, dejaban ver una batería de
dientes tan perfectos como piezas de blanco marfil tallado.
- ¡Hola!, me llamo Juan de Dios, y soy primo
de éste que te tiene acaparada de tal forma que no dispone ni de un segundo
para presentarnos - dijo poniéndole una mano a Raúl, sobre el hombro al tiempo
que, mostrando una deslumbradora sonrisa, intentaba captar la mirada de Dolita.
- ¿Juan de Dios? - dijo la muchacha mostrando
un interés un tanto anodino, pero que en su fuero interno no pasaron
desapercibidos ni aquellos ojos marrones, ni la finura de su labio superior
haciendo de balcón a un bien recortado bigotito, ni a una nariz fina y
elegante, ni a aquella frente sobre cuyo lateral descansaba una bien agrupada
parte de un cabello bien cortado y del color del bronce recién caldeado, como
tampoco su atuendo tan informal como selecto al conjuntar mochila espaldera y
botines tipo zapato.
- Si, joven, Juan de Dios, el primo de Raúl,
que también vive aquí; ¿acaso él no te ha hablado nunca de mi? - dijo
mostrándose de la forma más empática.
- Creo recordar acerca de que me contó que
tenía un primo que, por cierto, vivía aquí en Iznájar, pero que trabaja fuera -
dijo ahora con una sonrisa no forzada.
- Juan de Dios es catalán - intercedió Raúl,
y tiene dos años más que yo. Sus padres son de Almería pero emigraron a
Cataluña y se afincaron en Santa Coloma de Gramanet, donde nació él, y su padre
montó su taller de pintura y dorados. Te digo esto porque el hermano de mi
madre se casó con una mujer bellísima, mi tía Adelita muy arraigada a la iglesia.
Su marido Alberto, mi tío, era Ebanista, Tallista y Pinto,r y cobró mucha fama
cuando realizó uno de los retablos más hermosos que se hayan realizado en
España; en los corrillos artístico se dice que bien pudiera ser el sucesor del
maravilloso Pedro de Campaña, por su estilo, aunque su nombre era Pieter
Kempeneer, hasta que se castellanizó tras realizar sus grandes trabajos,
algunos de ellos en Sevilla y en Triana. En Triana, por cierto, realizó
el retablo mayor de Santa Ana,
la de por siempre conocida como Catedral de Triana, que fuera mandada construís
por el Rey Alfonso X, el Sabio, y en cuya escenografía se narra la vida de la
santa, junto a San Joaquín y la Virgen María. Y otras obras entre la que destaca
la tabla de San Antonio y San Pablo que se halla en la Iglesia de San Isidoro.
- Disculpa, pero mira qué casualidad, Triana,
donde yo vivo, bueno, en un barrio de Triana - dijo Dolita, interrumpiéndolo.
- Bien, continúo: Actualmente y de forma provisional
se encuentra en Valencia, aunque él vive en Santa Coloma. También
estuvieron viviendo aquí en Iznájar unos años para realizar unos trabajos, y de
nuevo a Barcelona de donde ya no se movieron.
Éste es el tercero de varios hermanos, y
cuanto me gustaría que pudieras conocer a su hermana, mi prima María
Engracia que es la mayor y se metió a monja de la Orden de las Esclavas
Concepcionistas como misionera; ahora anda por tierras de la Argentina. Y no
creas que aquello fue vocacional influida por mi tía, no, aquello fue más una
huída por culpa de los sentimientos encontrados entre ella y un inexplicable
cabeza perdida para el amor, pero que la desengañó tras unos malos o enfermos
tratos. No te puedes imaginar aquel rostro guardado por una toca marrón; un
rostro tan bello como lleno de una sensualidad que a la vez rayaba la más pura
santidad. Así la vi la última vez, un día antes de marcharse, y aún la tengo
grabada en mi mente.
Lástima que aquello no tuviera feliz término,
y es que aquél hombre me gustaba; tan sólo lo traté dos veces y ambas en su
estudio de Barcelona; un excelente escultor de temas religiosos,
principalmente, ya con varias exposiciones a nivel nacional y con una magnífica
proyección cara a salir de España, o sería mejor decir de la península, toda
vez que ya había expuesto en Lisboa. Pero toda aquella inteligencia y buen
hacer como artista se venía abajo en cuanto, en lugar de una gubia asía uno de
los botellines de alcohol que guardaba entre sus herramientas, y que era tal
cantidad la ingesta que cuando estaba con mi prima, detalles que un día contara
ella, parecía enloquecer hasta el extremo de no saber con quién estaba tratando
ya que aquel estado de fiebre y confusión parecía desatar en él al demonio, un
leviatán que en un momento determinado hizo salir, y volcando todo aquel
enloquecido furor saltó sobre mi prima violándola hasta dejarla con lesiones
múltiples y sin conocimiento.
Más tarde, aseguraba que cuando recuperó la
consciencia, él se encontraba prácticamente en parecido estado al de ella,
momento que aprovechó para salir del estudio y tomando un taxi volver a casa.
Pero, sigo con lo que estaba comentando sobre
éste primo mío, y al que nunca le oirás hablar de sí mismo; está Doctorado por
la Facultad de Filosofía y letras en Madrid, y en la Universidad
Complutense obtuvo cátedra en Ciencias de la información eclesiástica, y que
combina con sus conocimientos de Parapsicología y otros movimientos y estudios
cercanos al comportamiento humano en su relación con la compleja naturaleza
primigenia.
Cuando aún no había terminado la
licenciatura, le ofrecieron colaborar en una cadena de televisión americana,
cuyo principal tema es el dedicado a la religiosidad, sin embargo, tan
magnífica y soberbia oferta, retribución incluida, fue rechazada; según me
comentó eran demasiados los compromisos en los que, verdaderamente, no tenía
interés por ser demasiado afines a la causa evangelizadora, eso sin contar que
el contrato por varios años contemplaba el tener que irse a vivir a California.
Actualmente, tiene una Escuela de Espiritualidad
avanzada de la que es, como no podría ser de otra manera Director de la misma,
un trabajo que también combina como colaborador en una revista de informativos
relacionados con la pobreza de países subdesarrollados de habla hispana. ¡Todo
un personaje!
¿Qué te parece el muchacho? Y otra cosa, no
lo dejes hablar porque como empieces una conversación, a la que te descuides
mete baza y tú ya no entras más a menos que éste estornude. Recuerdo que hará
un par de años asistí a una conferencia suya en el paraninfo de la Universidad
de Sevilla; se llevó el tío hablando sobre la Espiritualidad, la Ética y la
Moral del ser humano durante más de dos horas, y el caso es que allí nadie se
movía; menos mal que no había turno de preguntas porque si alguien hubiera
preguntado no me hubiera extrañado que aquello acabara de madrugada.
- Pues ya me gustaría tener una conversación
con él, dijo Dolita dedicándole ahora una sonrisa más cercana.
- Eso está hecho, cuando quieras hablamos, le
respondió el muchacho devolviéndole la sonrisa.
- Bueno, ¿nos vamos o vamos a estar en el
andén todo el día? - dijo Raúl tomando a Dolita por la cintura y ella pasándole
la mano por detrás.
Momentos después los tres se ponían en marcha
hacia la salida de la estación. Ya en la puerta.
- Oye Raúl, aún no me has dicho dónde te vas
a quedar estos tres días - se interesó Dolita, que era una preocupación que la
traía a mal traer.
- Pues verás, yo traía la idea de quedarme en
casa de tus abuelos, que sé que tienen varias habitaciones de sobra - dijo Raúl
mirándola, y de forma socarrona ocultando la sonrisa.
- ¡Si, hombre! que los abuelos iban a
acceder, no te lo crees ni tu - dijo la muchacha echándose a reír al tiempo que
le daba un pellizco en el costado haciendo que el muchacho se encogiera y se
echara a reír también, cosa que hizo que Juan de Dios se contagiara y ahora
fueran los tres los que reían al mismo tiempo.
- No, tontina, como iba yo a hacerle a tus
abuelos semejante petición, sería un error por mi parte tirar por la borda el
aprecio que ya me tienen.
- ¿Entonces...? - insistió la muchacha
poniendo cara de extrañeza.
- Va a quedarse conmigo, en mi casa, aunque
tendremos que hacer un poco de limpieza; tened en cuenta que lleva cerrada todo
el año, y aunque es una no muy grande casa de pueblo, alguna que otra faenilla
habrá que realizar - dijo Juan de Dios, como el que da por zanjado el asunto.
- Vale, pues ya me diréis cuando lo hacemos
porque yo voy con vosotros - dijo Dolita muy resuelta y mirando a ambos de
forma contundente.
Ello estaba motivado, en razón de que eran
unos años en los que la mujer, en general, comenzaba a labrarse una igualdad
con respecto al hombre. Habían empezado a salir al aire tras muchas décadas de
vivir, bajo la protección del marido por leyes afines al régimen, o de
necesitar su consentimiento para realizar cualquier gestión aunque ésta
estuviera simplemente relacionada con asuntos de colegio o abrir una cuenta de
ahorros, y ello sin contar con aquellas necesidades de índole personal, como
darse el capricho de una vestimenta de moda o un peinado cualquiera a menos que
fuera del gusto del marido.
- De eso nada - la cortó de pleno Raúl, quien
continuó diciendo que en los pueblos, o en cualquier otro lugar, no estaría
bien visto que en una casa que no se ha abierto en todo un año vieran entrar a
una mujer joven con dos hombres, a saber de las pretensiones que se
perseguirían.
- Entiendo lo que dice mi primo, y aunque me
cueste creer que a estas alturas existan tantas trabas y tantos tabúes, no
tengo más remedio que darle la razón. Yo he vivido tantos y diferentes
episodios motivados por mi trabajo y mi dedicación, que podría escribir un
tratado acerca de la evolución de la mujer, y no sólo con lo relacionado con
leyes o costumbres, sino con lo más elemental del comportamiento de la
naturaleza humana.
Aún recuerdo una tarde en la que celebrando
una reunión informal y cuyo tema principal era, precisamente, sobre este tipo
de comportamientos, que llegó una mujer, asistente asidua a mis clases de
enseñanza, manifestando que su marido al llegar del trabajo y ver que había ido
a la peluquería, peinado que, al parecer, no fue de su agrado o posiblemente un
poco ebrio, la agarró por el cuello y le metió la cabeza en una palangana
echando a perder todo el trabajo que realizó la peluquera, y destrozando a un
tiempo aquella ilusión que un día diera vida.
- ¡Por Dios! ¿Cómo podéis ser tan antiguos? Aunque
detesto estos comportamientos absurdos en algunas personas - dijo Dolita sin cierto
enfado, pero identificándose con la labor que realizaba Juan de Dios y del que
comenzó a tener otra opinión.
- Dolita, no se trata de negarnos a aceptar
la que, sin dudar, sería un magnífica ayuda, pues como mujer y mucho mejor que
nosotros sabrías comprar lo necesario para un lavado de cara y conseguir un
mínimo adecentamiento, pero es que lo que intentamos evitar es que sirvamos de
alcahueteo y corre ve y dile en una vecindad que aún sigue chapada a la antigua,
por lo que estas actitudes no están bien vistas - dijo Raúl, sin dejar de
mirarla cariñosamente.
VIII
Aunque desde la Estación de autobuses hasta
la casa de los abuelos apenas dictaban un par de kilómetros por calles y un
trozo de carretera, los tres abandonaron juntos el lugar y decidieron a modo de
paseo regresar a la casa.
Por el camino, y al pasar por la venta
"Los cuñados", con especialidad el cochinillo frito, pareció que,
dada la hora, se despertaron los sentidos a aquellos estómagos por lo que, sin
dudar, Juan de Dios propuso detenerse y almorzar, detalle este que cayó muy
bien. No obstante, Dolita lo encontró inconveniente.
- Creo que, aunque lo considero muy buena
idea, principalmente, en el sentido de que nos daría una buena oportunidad de
conocernos mejor, y no es que yo quiera meter la pata, lo que ocurre es que mis
abuelos me esperan para comer con ellos como cada día, y si tardo estarán
intranquilos - dijo la muchacha.
- Bueno, pues eso tiene fácil solución, los
llamas por teléfono desde aquí, y como ellos saben que has venido a esperarme,
le dices que te he invitado a comer en esta venta, que ellos conocen, y
que además ha venido mi primo Juan de Dios, por lo que no deben preocuparse,
que estás bien acompañada - le comentó Raúl al que se le hacía la boca agua
pensando en una buena ensalada y una ración de cochinillo.
Así, Dolita aceptó la sugerencia y se dirigió
al teléfono que colgaba en la pared de un lateral del establecimiento. Una vez
dada las explicaciones oportunas y dejando tranquilos a los abuelos volvió con
Raúl y su primo, que ya ocupaban una mesa al lado de la ventana desde la que se
podía ver gran parte de la sierra que da vida al gran pantano.
Seguidamente, estuvo de acuerdo con la idea
de Raúl que sugirió una ensalada, unas raciones de cochinillo frito, y
acompañado todo de unas jarras de cerveza bien frías.
El
almuerzo, como no podía ser de otra manera, estuvo amenizado con la exposición
por parte de cada uno, de proyectos para la vuelta a la rutina de las
asistencias a las clases, las ilusiones depositadas en las futuras prácticas.
Pero sería Juan de Dios, supuestamente por ser el más mayor, el que haciendo un
inciso quiso contar algo que, por ridículo o gracioso, le pareció un buen
ingrediente dentro del marco de las conversaciones.
- El sábado pasado estuve en un restaurante a
comer. Pasado un buen rato, llegaron cuatro amigos también a comer,
conocidos míos pero que, al parecer no me reconocieron, o yo tal vez los
confundí. Tomaron una mesa, no lejos de la entrada y cerca de una ventana con
muy buena iluminación. Piden la carta y eligen el menú del día.
La conversación entre ellos es inexistente,
tienen las caras pegadas a unas revistas, leyendo sin parar, hasta que llega la
comida. En ese instante comienza, a mi juicio, un espectáculo inaudito: se
ponen de pie, empiezan a reordenar la mesa y montan una especie de collage
o bodegón digno de una sesión de fotos profesional.
Cuando todo fue considerado listo y perfecto,
dos de ellos comienzan a cambiarse las chaquetas y a realizar fotos con sus
cámaras mientras otro, con un dispositivo en cada mano, los iluminaba mediante
los dos flash, y el cuarto sujetando en equilibrio algunos adornos. Se ríen y cambian
impresiones hasta que el diálogo sube de tono y el resto del restaurante no
podemos evitar mirar hacia esa escena considerada de lo más absurdo, mientras
tanto desde una de las mesas y a continuación las de los demás se ríen y
aplauden las escenas que se concatenan, que, al parecer, entretiene al resto de
los comensales.
Los camareros, también atónitos, intentan
seguir a lo suyo, pero no pueden dejar de sonreír contemplando el circo montado
alrededor de esa comida que, aunque no se come, absurdamente va cobrando cada
vez más importancia.
Y yo, ya pendiente de esperar el cortado que
tenía pedido, no dejaba de intentar encontrarle una justificación al
comportamiento extravagante de aquellos jóvenes. Yo me devanaba los sesos
intentando encontrar de que los conocía, sin embargo, salí del restaurante
pensando en la visita que esa tarde tenía pendiente con un colega de Filosofía.
Fue en ese momento en el que pensando en aquellos chicos que había dejado en el
restaurante con sus locas monerías, que se me ocurrió la frase: vive y deja
vivir. De dónde me vino no lo sé...
- Y digo yo ¿No serían estudiantes de la
Facultad de Ciencias de la Información que estuvieran preparando una maqueta o
una sesión de fotos, o posiblemente, un video-clic para alguna empresa o
Compañía de publicidad, y ellos se lo estaban guisando todo? - apuntó Dolita,
la más despierta en supuestos temas creativos.
- Eres muy observadora. Y te comento que,
como quiera que más tarde conseguí recordar a aquellos cuatro chicos, me vino a
la memoria que se trataban de un grupo de entretenimiento que hará un par de
años colaboraron en una velada que habíamos organizado para celebrar la boda de
dos nonagenarios, residentes en un Geriátrico de Ripollet, población cercana a
Santa Coloma, y a petición de sus nietos, estudiantes de nuestra Escuela.
- Desde luego que no cabe la menor duda de que hay gente de lo más
extravagante, como esos cuatro jóvenes, que igual resultan, con el tiempo, ser
unos verdaderos líderes en sus profesiones.
Por el otro lado, ¿cómo con noventa
años dos personas deciden contraer matrimonio? - apuntó Dolita, pinchando un
trozo del, al parecer, sabroso cochinillo.
- Pues en lo que se refiere a aquellos dos nonagenarios que tanto te ha
llamado la atención, te diré que con esa edad, a veces, nos sorprendemos con la
inteligencia de algunos muy mayores. ¿Por qué de esta unión, y en este caso tan
tardío, aunque también se hace con menos edades? Pues muy sencillo: dos
personas solas, en el caso del Geriátrico, si se unen ocuparán una sola
habitación con lo cual ganan en el contacto y el calor humano, y de paso se
ahorran una pasta, y si a ello le añades que han unido las dos pagas de que
disfrutan, pues miel sobre hojuelas. ¿Qué te parece? En cuanto a las
extravagancias o locuras de los jóvenes, no hay más que tomar conciencia de lo
que se entiende por juventud. Si te fijas, por ponerte un ejemplo, en el signo
zodiacal de uno cualquiera de esos jóvenes y resulta que es Leo, éste será puro
fuego por lo que ante cualquier idea u ocurrencia, saldrá lanzado al encuentro
con la victoria. En cambio si fuera un Virgo, esa misma idea u ocurrencia la
pensará y madurará hasta que, en ocasiones, perdieron la oportunidad de
alcanzar el éxito deseado. Por eso yo digo siempre "más vale una mala decisión
que una indeterminación". ¿Qué, cómo se te ha quedado el cuerpo?
- Pues que me he quedado no
anonadada, porque me ha encantado cuanto has dicho; creo que no he soltado el
tenedor con el cochinillo en todo el tiempo - esto lo dijo Dolita con tal gracia
que los tres se echaron a reír.
De nuevo se hizo presente el
Camarero para pedir si deseaban algún postre. Al parecer, Juan de Dios, más
puesto en el tema y ante las dudas de Dolita y Raúl para decidir, recomendó una
porción de tarta de limón la cual haría
al cochinillo más digestivo.
Ahora y tras degustar el postre, con
un café de sobremesa y un sorbito de Brandy que Raúl había pedido para
acompañar el delicioso “cortado” que en aquella venta servían, y del cual daba
testimonio el abuelo en cada una de las ocasiones que se presentaban en lo
tocante al sabor que dejaba semejante combinación, y que él conocía desde aquel
día en que los abuelos, por cortesía, lo invitaron a almorzar, sería Dolita la
que rompiendo el encantamiento del momento y dirigiéndose a Juan de Dios...
- Cómo me gustaría expresarme como
tú, con esa seguridad, y sobre todo con esa claridad y profundidad, y además la
soltura y la facilidad con que mantienes viva la conversación.
- No es tan difícil, Dolita;
llegar a conocer bien a una persona e ir entablando amistad tanto con ella de
forma individual como con los demás en un sentido de colectividad, son
vertientes de la vida que, en ocasiones, cuestan.
Contar con la necesaria habilidad
social ayuda a conocer a personas, pero, además de eso, resulta altamente
positivo tener trabajados mentalmente algunos temas de conversación
predeterminados para según qué caso.
En ocasiones, una buena parte de los
problemas que experimentamos cada día, tienen que ver con las dificultades que
entraña la falta de preparación, cuando
se intenta conectar con los demás.
El sentimiento de soledad, el aburrimiento,
o bien el de la incomprensión por parte de los demás se puede combatir
simplemente mejorando el modo de mantener viva una determinada
conversación que, aparentemente, está a punto de morir. Para ello, repito,
resulta muy útil contar con temas de conversación idóneos para cada caso si del
mismo se tiene conocimiento con anterioridad.
Esto
que, aparentemente, parecía ser una combinación de comentario y enseñanza
directa hacia la mirada expectante que Dolita le mantenía a Juan de Dios; éste
también la mantuvo hasta el extremo en el que, es de suponer, por cortesía
desvió la suya dirigiéndola hacia Raúl, y el cual también se encontraba cual
extraño espectador ante semejante situación.
Por ello esta última exposición hizo
que a Raúl se le viera un poco desfasado ante esta manifestación, sobre
todo cuando Dolita al principio de conocerlo no las tenía todas consigo,
mostrando solapadamente una reacción de rechazo bajo las influencias de un no
fundamentado acto reflejo.
Acabada la sobremesa, Raúl pidió la
cuenta, justo en el momento que su primo sacaba su billetera para abonar la
nota; un pequeño y típico, en semejantes situaciones, tira y afloja afloró una
vez más para ver quien al final se llevaría el gato al agua; un juego que los
muchachos han practicado en todos los lugares de la España rural.
Finalmente, y abonada la cuenta, según pacto,
por los dos primos, a requerimiento de Dolita con el fin de que no llegara la
sangre al río, entre risas y otros refranes parecidos y propios de los lugares
conocidos por cada uno de ellos, se levantaron y saliendo al exterior
abandonaron el lugar.
Así como tres colegas de toda la vida, y entre
los que juega un papel importante una pareja, Raúl con una mano en el hombro de
Dolita y ésta cogiéndole por la cintura, ambos, junto a Juan de Dios, caminaban
sin parar de charlar acerca de los temas más triviales.
IX
Llegados a la casa, Dolita dijo que
iría antes que nada a avisar a sus abuelos de que ya estaba de vuelta; tras
traspasar la cancela de entrada, atravesó el jardín y subió llamando a la
puerta; recibida por la abuela le dijo que ya había comido en "Los cuñados"
y que lo había pasado muy bien con Raúl y su primo.
- Y ¿qué tal ese primo de Raúl?- quiso
saber la abuela.
- Es un chico muy simpático y
agradable; es un poco más alto que Raúl y tiene dos años más, pero sabe lo que
no te puedes imaginar, te quieres creer que tiene varias carreras y una Escuela
de enseñanza de la Filosofía, y del comportamiento humano en la que ayuda
también colaborando en revistas de carácter religioso dirigida a países
subdesarrollados, en fin todo personaje.
- Y ¿qué hace aquí, en el pueblo,
acaso viene a algún asunto de su profesión, o va a dar una conferencia?- dijo
mostrando sumo interés.
- No, viene a descansar unos días,
él conserva una casita no lejos de aquí que le dejaron sus padres, pero ya te
contaré esta noche muchas más cosas. Por cierto, estás muy guapa ¿vas a salir?
- Si, voy a ir al Dentista con tu
abuelo que dice que tiene problemas con la prótesis dental, y yo voy a
aprovechar para que me eche un vistazo, que siempre es bueno.
- Eso es verdad, abuela. Yo voy a
quedarme un rato abajo con Raúl y su primo. Si no te importa, y como van a ir a
ver la casa donde también se quedará Raúl estos tres días, me gustaría ir con
ellos, pues dice el primo que al tener la casa cerrada todo el año, tendrá que
hacer un poco de limpieza y organizarlo todo, y yo he pensado ayudarlos yendo
con ellos a la Droguería para comprar lo necesario, y es que en estos asuntos
se encuentran perdidos.
- Está bien, pero tú en la casa sola
con ellos, ni hablar aunque se trate de Raúl y su primo.
- No te preocupes abuela que así lo
haré. Luego cuando bajes, como seguramente estaremos sentados en el conjunto
del césped, si quieres y tienes tiempo, puedes acercarte a saludar a Raúl y te
presento a Juan de Dios que así se llama el primo.
- De acuerdo, pero ya sabes lo que
te he dicho.
- Que si, abuela, no te preocupes
que esas cosas las tengo muy claras.
De vuelta al banco donde había dejado a los dos muchachos...
- ¡Hola! Se dejó oír una vocecita
cerca de los jóvenes.
Juan de Dios se quedó atónito y mirando
a un lado y a otro sorprendido y sin decir ni media palabra.
En principio creyó que se trataba de una broma
por parte de Dolita, que se habría quedado escondida al otro lado del seto.
- ¡Hoola! Se volvió a oír de nuevo
la vocecilla, pero esta vez con el saludo más alargado.
- ¿Ese saludo es tal vez para
nosotros? – preguntó una vez más Juan de Dios.
- Claro ¿hay alguien más? - dijo la
vocecilla a la que ahora se le oyó que reía abiertamente.
- ¿Qué te pasa primo, que te noto
raro? ¿A quién le hablas? - dijo Raúl sin dejar de mirarlo, y un tanto
extrañado.
- ¿Tú no la oyes, no oyes esa
vocecilla?
- ¿A quién, primo? No me asustes,
joder ¡qué voy a oír, ni oír, si aquí no hay nadie!
- ¿Cómo que no hay nadie? Pues vaya
que tendré que deshacer este entuerto - se oyó de nuevo la vocecilla, ahora con
cierto tono enfadado.
- ¡Caramba! ¿Quién eres, y dónde
estás? - preguntó cómo mirando de nuevo a ambos lados.
- Primo me estás poniendo de los
nervios - dijo Raúl, verdaderamente mosqueado.
- ¿De verdad que tú no la oyes -
insistió una vez más y poniendo ahora cara de extrañeza.
- ¿A quién, lechuga, a quién tengo
que oír? ¿No será que la jarra de cerveza y el cochinillo te están sorbiendo la
sesera - dijo ya fuera de sí.
- Te juro primo que hay alguien con
una vocecita de ángel que nos ha saludado.
- ¡Hombre, eso me ha gustado! Pero
mira hacia abajo, estoy en la punta de tu zapatilla izquierda, y ten cuidado no
me vayas a pisar pues aunque me veas pequeña tengo uno de los cuerpos más exuberantes
de mi colonia.
“Justo durante la conversación a la
que Juan de Dios seguía con especial atención, su mente también se encontraba a
muchos kilómetros de distancia, y recordando otra situación semejante, y que ya
le ocurriera en un lugar del Parque Wells en Barcelona, cuando se encontraba descansando en uno de
aquellos maravillosos bancos que proyectara el gran Arquitecto Antonio Gaudí,
máximo representante del leguaje modernista catalán.
Fueron segundos, sin embargo, por su
mente pasó la película de su ayuda a aquel Vencejo que, por razones
desconocidas, se encontró a sus pies, y pidiéndole que por favor lo cogiera y
lo pusiera en vuelo. Tomó a la avecilla entre sus manos, y elevándolas lo
empujó amorosamente haciendo que el animalito emprendiera el vuelo. Un momento después,
el vencejo tras un par de pasadas, se posó en el hombro de Juan de Dios, y
acercándose a su oído le dio las gracias por su gesto. A continuación, le pidió
que se pusiera de pie, cosa que hizo de inmediato, observando como la avecilla
en ese momento y como dejándose caer, apenas lo hizo, remontaba de nuevo el
vuelo.
Por razones obvias en razón de sus
conocimientos, era consciente de que aquello en ningún momento le cogería de
sorpresa. Sabía perfectamente que algún día ese episodio lo viviría en primera
persona.”
<<Como nota al margen, habría
que decir que el Vencejo, dado que sus patitas son muy cortas, si se caen al
suelo, ya no pueden remontar el vuelo, por eso siempre están volando o posados
en altura>>
- ¡Madre del Amor hermoso! No me lo
puedo creer, pero si eres hermosísima - exclamó el muchacho, no sin hacer
temblar al primo.
- ¡Verdad que si! – dijo la hormiga
desde la atalaya de la zapatilla.
Justo en ese momento se hizo
presente Dolita, que había estado escondida en la esquina del seto y escuchando
la conversación mantenida entre Juan de Dios y Choly, mientras que Raúl, al que
se le veía cada vez más enfadado no acertaba a comprender lo que estaba
sucediendo.
- Ya estoy aquí - dijo Dolita
saliendo del jardín y dirigiéndose al banco en el que los dos muchachos
continuaban sentados.
- ¿Qué ha dicho tu abuela? -
preguntó Raúl adelantándose a Choly que estaba a punto de decir algo.
- Que sí, que no hay ningún problema
en que vaya con vosotros, y añadió: ¡Hola Choly.
- Ya era hora, muchacha, que te
dejaras ver - dijo Choly con las manos levantadas como haciendo aspavientos.
- Vale, vale, tampoco hay que
exagerar, por cierto, ¿qué es eso acerca de una discusión que oí cuando me
acercaba? – dijo Dolita haciéndose la nueva.
- No te lo vas a creer Dolita, pues
no me dice mi primo que está hablando tan ricamente con una hormiga, y además
escucha esto, que la ve hermosísima. Yo no sé, de verdad, de que va este
numerito. Y para mi, lo más importante, es saber que se esconde detrás de ello.
Una hormiga que habla, y yo aquí como un pasmarote de la baba sin enterarse de
nada. Es menester ver. Y encima resulta que tú también hablas con ella.
- Si, si, explícaselo porque ha
llegado un momento en el que para mi también es un lío - dijo Choly desde la rodilla
de Juan de Dios, mientras que Raúl pensaba que se estaba volviendo mochales.
Y es que Choly sin que, Juan de Dios
pusiera ninguna intención para una escalada semejante a las que hacía con
Dolita, se había subido por la pierna, sin objeción ninguna en lo que a
cosquillas se refiere, y a través del pernil del pantalón corto, llegar a
subirse en la palma de su mano dando un saltito tan espectacular que hizo que
hasta el mismo Raúl, que había seguido pasmado toda la subida, por un
acto reflejo estuvo a punto de tocar las palmas ante aquella acción digna de un
espectáculo circense.
- Creo que deberíamos entrar, y en
el jardín estaríamos más cómodos sentados en el conjunto de forja que hay sobre
el césped, además podemos arrimar la sombrilla que está al lado del balancín,
que hace mucho calor - dijo Dolita, siendo la primera en levantarse, y seguida
por los demás incluida Choly que seguía en la palma de la mano de Juan de Dios.
Ya acomodados en los confortables
silloncitos, sería Raúl, el primero en retomar la conversación e insistiéndole
a la muchacha que de que iba todo aquello que a él le tenía tan confundido como
fuera de lugar.
Iba Dolita, a comenzar a explicarle
todo el asunto cuando vieron acercarse a los abuelos.
- Buenas tardes - dijeron los dos
abuelos casi al unísono, y con una sonrisa en los labios que demostraban a
todas luces la bondad de dos personas hechas a la medida de cualquier situación
por delicada que esta fuera.
-Buenas tardes - respondieron los
dos muchachos levantándose al momento.
-Bien, a Raúl, ya le conocemos de
sobra - dijo esto el abuelo tendiéndole una mano. ¿Qué tal estás?
- Muy bien, don Héctor, a usted ni
le pregunto pues le veo formidable.
- Muchas gracias, hombre, yo a usted
le veo también muy bien.
- Hola Raúl. Tenemos que hablar, y
celebro verte de nuevo - le dijo doña Aurora, a modo de saludo.
- Cuando a usted le venga bien. Yo
también la veo cada vez más joven - este comentario cual empático saludo hizo
sonreír a la abuela que ya rondaba los ochenta años, y era verdad porque dicho
esto dijo Dolita:
- A que si, a que cada vez se ven
más jóvenes mi abuelos.
- Ni que lo dudes - dijo el abuelo,
el cual aprovechó para que le presentaran al otro chico que, al igual que
todos, seguía de pie y con la mano izquierda semi-cerrada, y es que Choly
seguía en ella, no sin dejar de rascar la piel del muchacho como queriendo
llamar la atención con el fin de poder estar en el meollo.
- Éste es Juan de Dios, el primo de
Raúl, y que a ti te encantaría escucharlo pues es un estudioso de aquí te espero,
ya te contaré.
- Mucho gusto - dijo tendiéndole la
mano.
- Es para mí un placer conocer a los
abuelos de Dolita, aunque ya sé muchas cosas de ustedes en razón de que no para
de hablar de su abuelo, y en particular de sus aficiones.
- Bueno, pues terminados los
correspondientes saludos nos vamos para un martirio. Al Dentista, por cierto,
mañana es mi santo, San Héctor Mártir.
- Disculpe que lo interrumpa, y es
que creo recordar que san Héctor fue un argentino, del Instituto de
los Hermanos de las Escuelas Cristianas; creo que religioso de La Salle, y
que murió en España durante la revolución de Asturias - dicho esto volvió a
disculparse.
- ¡Si señor! No le ha faltado ni una
coma. Usted y yo tenemos que tener un rato de charla. Bien, continúo con lo que
decía: con motivo de mi santo, mañana celebraremos una cena a la que, por
supuesto, y con todo placer están ustedes invitados, y ahora si nos disculpan
nos vamos al dentista.
- Será un placer don Héctor. Que le
sea leve, no queremos más mártires - dicho esto que cayó en gracia, todos se
echaron a reír.
Tal cual se suele decir, un instante
después los abuelos cruzaban la cancela de entrada, mientras el pequeño grupo
seguía, entre bromas, comentando aquellos agradables momentos, hasta que Raúl
que era persona de buena memoria...
- ¿Dónde nos habíamos quedado antes
de que llegaran mis abuelos? - preguntó la joven.
- En que me ibais, entre todos, a
explicar este enigma que no acabo de descifrar - saltó raudo Raúl.
- Vale - dijo Dolita.
- Parad, parad el carro, y ¿qué pasa
conmigo? muchachos, - dijo Choly mostrando una carita que era un poema.
Al decir eso, tanto Dolita como Juan
de Dios, se miraron al tiempo que escuchando a Choly, cayeron en la cuenta de
que tan sólo ellos la oían, momento este en el que, adelantándose a una posible
reacción de Raúl, le dijeron a éste que ahora le explicarían, que tuviera
paciencia, que el tema no era tan fácil.
X
Mientras pensaban de qué forma le
darían a Raúl, una explicación que le convenciera, veían a Choly que inquieta
no dejaba de moverse y hacer gestos que a ambos le parecieron raros, por lo que
le preguntaron que le ocurría.
- Choly, que te pasa que te vemos un
poco rara.
- Nada, que me estoy temiendo que a
mi no me vais a llevar a la cena de los abuelos, con la ilusión que me haría
estar en todo el acontecimiento.
- Choly, tú debes de comprender que
no puedes venir - le dijo Dolita, intentando tranquilizarla.
- Eso, yo de migajas. ¿A qué eso es
lo que me ibas a decir los dos?
- No, Choly, no era eso, pero,
seguro que a tu gente le gustaría que le llevaras algo de dulce, o ¿acaso no os
gusta lo dulce, como unos terrones de azúcar? - le dijo, Dolita, que también se
iba enfadando con el comportamiento de Choly.
- Vale, vale, no te enfades conmigo,
pero es que me gustaría tanto estar en esa cena.
- Ya lo sabemos Choly, pero tienes
que entender que no eres una persona, y eso tienes que metértelo en tu cabezota
- le dijo cariñosamente Juan de Dios.
- Bueno, qué le vamos a hacer, me
conformaré con lo que buenamente traigáis; sea lo que sea ya nos gustará.
- ¿Supongo que habréis acabado ya?
Porque estoy impacientándome - dijo Raúl.
- Pon mucha atención a lo que te
vamos a decir, y no elucubres mentalmente sobre ello porque ni siquiera
nosotros dos sabemos las razones que nos llevan a encontrarnos en esta
situación; una situación que por un lado resulta divertida, pero que por otro
nos llena de incomodidad, de una ansiedad inconsciente ante lo antinatural del
caso, y yo no sé si Juan de Dios estará de acuerdo conmigo, pero, a mi me
parece que es como si estuviera viviendo todo esto como si fuera un ensueño del
que por un lado quisiera despertar pero por otro no, en el sentido que me creo
que todo cuanto me está ocurriendo es porque yo soy alguien especial. - Dicho
esto levantó la mirada dirigiéndola hacia Juan de Dios, buscando su aprobación,
y seguidamente hacia Raúl a la búsqueda de alguna posible reacción a la forma
de explicar el fenómeno que él no estaba viviendo.
- Estoy de acuerdo contigo Dolita,
porque es como tú lo llamas un fenómeno que yo amplío a paranormal, dado que
situaciones parecidas las conozco por una situación directa, así como por
referencias de estudios y prácticas aunque escasas, pero que nunca llegaron
hasta este extremo, por lo que ello me lleva a pensar que ambos disfrutamos de
un sentido extra, pero del que desconozco su duración, igual dentro de unas
horas o minutos desaparece - dijo Juan de Dios guardando silencio y mirándose
la palma de la mano donde aún se encontraba Choly escuchando atentamente.
- Pues a mi esta situación me
encanta, será rara y todo lo que queráis, pero pensad por un momento que voy a
hacer yo cuando todos os vayáis a vuestros respectivos trabajos y estudios –
dijo Choly mostrando un tono de tristeza.
- Pues tendrás que resignarte, y lo
harás como nosotros, no te creas que no vamos a echar de menos estos ratos, es
más, estoy seguro de que cuando me encuentre a alguna de vosotras entre mis
prácticas intentaré saludarla - dijo Juan de Dios.
Como quiera que Raúl sin pestañear
no dejaba de seguir cuanto se decía, pero que tampoco abandonaba la idea de que
todo lo vertido en las diferentes explicaciones tampoco le convencían, decidió
terminar con las cavilaciones y empezar a pensar en que tenían que ir a la Droguería
para comprar cuanto hiciera falta para la limpieza de la casa.
Así que todos de acuerdo, y viendo
la hora que era, se levantaron. Entonces Dolita, haciendo que Choly
pasara de la palma de la mano de Juan de Dios a la suya con un tierno
movimiento, le dijo que ya se verían al día siguiente. Como es natural, esto no
le agradaría mucho, pero resignada dio un saltito al césped cuando su amiga
bajo su mano hasta él.
Entonces vieron todos como Choly
corría entre la grama hacía un extremo del seto para entrar directamente a su
colonia, siendo reprendida por uno de los soldados, el cual y durante bastante
rato le estuvo recriminando el que llevaba fuera mucho tiempo, y anunciándole
que la reina demandaba que acudiera a su presencia.
Puestos en camino y llegados
a la Droguería, compraron lo necesario y ya con la bolsa se dirigieron hasta la
casa. Al llegar a la puerta, Juan de Dios sacó una llave bastante grande,
encontrándose al abrirla un montón de sobres postales que los diferentes
carteros fueron deslizando bajo ella a lo largo de muchos meses.
Abierta del todo y ya en su interior, lo primero que visitaron sería una
sala a modo de salón-comedor y que estaba vestida por todos los rincones y
techo de una gran cantidad de telarañas debido a la humedad
Llegado este momento, Dolita, abrió la bolsa
sacando todas las cosas. Y dando las instrucciones y recomendaciones oportunas,
no sin desearle buena suerte y que ya se verían al día siguiente por la mañana,
entonces se acercó a Raúl depositando en sus labios un amoroso beso a modo de
despedida, y sacándole al muchacho la única sonrisa que había llenado su rostro
a lo largo de toda la tarde.
Alegre y feliz, Dolita, regresaba a
su casa, bueno, la casa de sus abuelos donde ella pasaba parte de sus
vacaciones tras haber concertado con sus padres, en razón de que quería
aprovechar la ocasión de encontrarse con Raúl, dato este del que sus padres
tenían conocimiento y sobre el que, en varias ocasiones, ya su madre, viendo
los derroteros de aquel entusiasmo le había dicho que a ver cuando los iba a
visitar con el fin de conocerlo y poder sacar una opinión.
Alegre y feliz regresaba; el sol ya
declinaba cuando le pareció apreciar que alguien la seguía, volvió la cabeza y
no vio a nadie, tan sólo contempló la imagen de un hermoso gato azulado que,
agazapado en un portalón, parecía estar al acecho de una posible presa. En ese
momento recordó, sin una razón aparente, la noche anterior en que escuchando
música con su abuelo, éste le contó la historia del Fauno, dios de los bosques,
cuando queriendo alcanzar los amores de la ninfa Sirinix, ésta para intentar
evitarlo se refugió entre la maleza de la orilla del río; cuando el dios del
río se dio cuenta de lo que ocurría, convirtió a la ninfa en juncos de cáñamo.
Al llegar el Fauno tan sólo oyó el
sonido que producían los juncos movidos por el viento, entonces decidió cortar
uno de ellos: los troceo, los juntó, y fue de esta manera como nació la flauta
de Pan.
Con una sonrisa a flor de piel se
encogió de hombros justo en el momento en el que doblando la esquina se
encontró ante la cancela de la casa.
Como los abuelos se habían marchado
al Dentista, sin saber a qué hora volverían le dejaron una llave a la nieta por
si ésta tuviera necesidad de entrar en la casa.
Una vez en ella, y al ver que los
abuelos habían regresado, los saludó con ambos besos y dijo que se iba a duchar
y ponerse cómoda, momento que aprovechó la abuela para preguntar por los
muchachos.
- Y bien, ¿cómo has dejado a los dos
jóvenes?
- Muy bien, abuela, allí los he dejado
con la limpieza hechos un lío de mil demonios porque no te puedes imaginar con
la faena que se han encontrado, ya sabes, dos hombres que en su vida se
imaginaban que les tocaría enfrentarse a semejante reto: el manejo de una
escoba, el trapo del polvo, la fregona. Menos mal que la casa tiene luz y agua
que si no ya me dirás como iban a apañarse esta noche, y menos mal que en un
arcón aún guardaba Juan de Dios ropa de cama limpia, y no solo para una sino
para las de los dos dormitorios, así que por lo menos para esta noche estarán
medianamente cubiertos - le aclaro la nieta entre medias risitas.
- Pero tendrán que cenar en algún
sitio y que yo sepa por allí no hay donde.
- No te preocupes que ya se las
apañarán, ellos siempre encontrarán un recurso. Seguro que se acuerdan de la
venta donde estuvimos almorzando.
- Pues anda que después de la faena
tener que ir hasta allí, entre una cosa y otra van a quedar destrozados - dijo
la abuela a la que ahora se le apreciaba cierta preocupación.
- Ya ha había pensado en ello,
lástima que la Abacería de Estanislao le haya dado por cerrar esta semana, pero
qué caramba, también tienen derecho a irse unos días a la playa, que luego el
año es muy largo.
- Bueno Dolita cambiemos de
tema. ¿Qué hay verdaderamente entre Raúl y tú? porque lo que tengo claro es que
cada vez que hablas de él se te pone una carita de bobalicona que hasta
la mirada te varía, es como si no existiera nadie más alrededor.
- ¿Tanto se me nota, abuela?
- ¡Qué si se te nota! Pero si cuando
estás comiendo, hasta tu abuelo me da con el codo para decirme que te observe,
y tú sin soltar el cubierto, tocándote la barbilla y la mirada perdida en sabe
Dios donde, aunque para saber el dónde no es necesario hacer muchas
averiguaciones.
- Es que lo quiero, abuela, lo
quiero un montón, y tú sabes muy bien que me enamoré de él el primer día que lo
vi - esto lo dijo dando unas vueltas alrededor de la abuela y haciendo ondear
al aire la ropa de casa que se habría de poner tras la ducha.
- Anda, y date prisa que en tocante
a la cena al abuelo no le gusta esperar.
- Vale, abuela, pero que
requetepesada eres, pero eso sí, eres la abuela más linda de todo el pueblo -
dijo esto al tiempo que le estampaba en la mejilla un sonoro beso, y sin que
ambas se dieran cuenta de cómo todo fue observado por el abuelo que estaba a
punto de salir de su biblioteca haciendo mutis hasta que se deshizo aquel
delicioso encantamiento entre abuela y nieta.
- Venga ya zalamera, que tengo
hambre - dijo el abuelo entrando en el salón.
- Vale, vale, ya voy abuelo
que así estás echando esa panza, no piensas más que en comer.
Dicho esto y tirándole un beso al
abuelo le dijo: te quiero abuelo, acto seguido desaparecía por la puerta del
baño.
Ya
en el interior abrió la ducha para poner el agua a la temperatura que le
gustaba y comenzó a desnudarse.
Frente al espejo se miró mientras se
quitaba la blusa y el pequeño sujetador blanco de verano, pues era enemiga de
no usarlo en tiempos de estío por lo antiestético que resulta la figura de unos
senos caídos, y que al final se ha de recurrir a la típica cirugía de
levantamiento.
Estos pensamientos le llevaron a
darse unos suaves masajes con el fin de desconectar la mente; movimientos
simultáneos que hacen que el balanceo alegre el ánimo y siga el ritmo de una
música lenta que lleva a lo deseado en el momento. En Dolita, sólo había uno, y
ello hizo sentirse un poco húmeda, estaba claro que pensaba en Raúl. Se apartó
del espejo y se quitó unas finas braguitas que hacían juego con el sujetador.
- ¡Ay, que cosita tan linda, y cómo
me gustaría ponerme yo eso algún día! - dijo Choly desde el alfeizar de la
ventana.
- Pero bueno, esto es el colmo Choly,
¿desde cuándo estás ahí? - le preguntó entre enfado y aceptación.
- Acabo de llegar, y es que al ver
que se encendía la luz del baño imaginé que eras tú que irías a ducharte, que
se tarda un poco hasta llegar aquí no creas, y como la ventana siempre está
entre abierta, pos eso.
- Supongo que no te pondrás a
fisgonear cuando se duchan los abuelos.
- Claro que no mujer, ¿por quién me
tomas?
- "Por una que me ha roto el
rollo" pensó mientras se metía en la ducha y cerraba la puerta de mampara.
Entonces le llegó la voz de Choly que decía: bueno, me voy, mañana nos
vemos.
- Vale, hasta mañana cotilla.
Acabada la ducha y ya con una batita
veraniega de casa, se dirigió al comedor donde sentados a la mesa esperaban los
abuelos para cenar.
Durante la cena, la abuela retomó el
hilo de la conversación que habían dejado a medias antes de irse a la ducha.
- Bueno, Dolita, sabremos alguna vez
que planes tienes, porque lo que no queremos es que cuando te vayas y siga tu
relación con él, nosotros ya nos quedemos de lado.
- Por Dios, abuela, ¿cómo se te
ocurre semejante afirmación? Vosotros estaréis siempre conmigo, y vendré a veros
en cuanto consiga tener mi coche que, según mi padre, no tardará mucho, al
menos eso espero. Al fin y al cabo que se tarda de Sevilla aquí ¿dos horas? eso
no es nada comparado con pasar con vosotros un fin de semana, y si le digo a
Raúl que se venga y aproveche la casita de su primo ¿qué? miel sobre hojuelas.
- Vale, ¿Y cuándo pensáis formalizar
la relación?
- A ver, primero tenemos que hablar
sobre el tema, para decidir qué queremos hacer con nuestras vidas, y si la cosa
se pone en plan matrimonial, entonces hablaré con mis padres, que lo invite a
venir a Sevilla, y si es posible acompañado de los suyos, de esta manera todo
quedaría felizmente cerrado definitivamente. ¿Qué os parece?
- A mi me parece bien – dijo la
abuela.
- A mí también me parece estupendo,
y el chico no me disgusta - dijo el abuelo levantándose de la mesa.
- Bueno, que os parece si vemos si
hay algo interesante en la tele, y si no, a la cama - dijo Dolita bostezando.
XI
En la otra parte de pueblo, dos
primos escuchaban las campanadas de las diez en el reloj de la torre.
- Creo que estoy destrozado, me
duelen hasta los higadillos - dijo Raúl tirado en el sofá que acababa de batir
y esperando que aquella nube de polvo se esfumara gracias a que la pulverizó
inconscientemente con el bote de espray de limpiar los cristales.
La voz de Juan de Dios, echado sobre
la cama, se dejó oír desde uno de los dormitorios que acababa de arreglar y de
cuyo trabajo nunca pensó que se vería atrapado cual doméstica.
- ¿Qué te queda primo, porque estoy
deseando de echarme al coleto una cerveza bien fría?
- Y yo, y además acompañarla con
algo porque es que tengo un hambre que me caigo; menos mal que compraste las
botellas de agua que si no a esta hora yo al menos estoy deshidratado.
- Pues yo ando tres cuartos de lo
mismo. ¿Terminaste el baño?
- Si, solamente me queda echar un
poco de lejía en el wáter, pero eso es mejor hacerlo a última hora, al menos,
así recuerdo que se hace para que quede bien limpio y desinfestado.
- Vale, creo que deberíamos
ducharnos e irnos a la venta que es lo único que tenemos a mano, aunque vamos a
llegar no con ganas de una cerveza sino de dos.
- Me parece bien; yo ahora mismo voy
a donde sea con tal de aliviar a este estómago mío que ya está protestándome y
de qué manera.
- Vale, pues vete tú primero a la
ducha mientras acabo de hacerme la cama, y otra cosa, lo que no hemos
comprobado es si hay butano y si el termo funciona.
- Si, ya lo comprobé y funciona,
huele un poco como a quemado, pero eso debe de ser debido al tiempo que lleva
sin usarse, por lo que a la primera llama habrá arrastrado alguna suciedad.
- Vale, pues allá voy, menos mal que
vine provisto de suficiente ropa interior.
Una vez los dos aseados, aunque no
lo suficiente por el cansancio acumulado, ambos primos salieron a la calle
dispuestos a abordar aquella venta. La providencia los acompañó ya que la
venta, al encontrarse en un lugar de paso y tener bastantes huéspedes, no
cerraba hasta bastante tarde.
Tras recorrer a aquella hora una
distancia nada apetecible, pero la necesidad aprieta, se encontraron en el interior y ocupando una mesa cercana a la que
utilizaron anteriormente y a cuyo teléfono colgado en la pared, Raúl no dejaba
de mirar con el deseo de llamar a casa de los abuelos y hablar con Dolita.
Desechó la idea por entender que ya era muy tarde, ignorando que la joven, aún
a pesar de la hora que era le había dicho a la abuela que se iba a quedar un
rato leyendo, significando con ello que lo que iba a hacer es estar al lado del
teléfono por si llamara Raúl. No sucedería, por lo que entendiendo avanzada una
hora más que prudencial se fue a la cama.
Viendo la abstracción de Raúl, su
primo lo invitó a que fueran pidiendo la cena, tras haber apurado unas jarras
de cerveza bien frías y que les supieron a gloria. Cuando dejó de mirar el
teléfono y se volvió, se notó en su rostro la frustración al ver como acababa
el día sin haber tenido un último contacto con su amada por lo que siendo
consciente de ello le preguntó:
- ¿Estás muy enamorado de Dolita,
verdad?
- Hasta los huesos, primo, no te
puedes imaginar como la quiero desde el primer día que la vi, tan linda y
dulce, tan sonrosada, es una imagen que creo que no olvidaré jamás.
Dicho esto último se presentó el camarero con una
botella de vino, y una fuente en las que destacaban unas chuletitas de cordero
al horno, y bañadas con moriles, que hicieron que ambos muchachos se entregaran
a recuperar fuerzas.
- Y bien, ahora que pensamientos
tenéis para el futuro - preguntó Juan de Dios al tiempo que tomaba un sorbo de
vino.
- De momento, hay un compás de
espera, al menos, hasta que conozca a sus padres, le den el visto bueno a
nuestra relación y esperar los dos a terminar la carrera, entonces, tras un
tiempo en el que ella se dedicará a buscar un buen trabajo, iremos madurando la
idea de casarnos al tiempo que ver donde establecernos.
- Está claro que en ese sentido tú
lo tendrás más crudo ya que ella tendrá más libertad, sin embargo, tú que
estarás lo mismo en tierra, y que sabe Dios dónde te destinarán, o si te
embarcan, igual te tienen, por tu especialidad, ligado a un equipo y trabajando
en el mar meses, eso si no, porque cómo te gusta tanto el mar no amplias
tu especialidad a Ciencias de Mar, en estrecha colaboración con la Biología
Marina.
- Ya he pensado en ello, en fin ya
veremos cómo se presenta y desarrolla la cosa – dijo apurando su copa.
Acabada la cena con un postre de la casa y una copita de licor de hierbas
invitación de la misma. Juan de Dios abonó la cuenta y salieron del local.
Fueron afortunados ya que justo en
ese momento llegó uno de los taxis del pueblo y del que se apeó una pareja, al
parecer, con idea de entrar al Mesón.
Antes de echar a andar de regreso a
la casa, Raúl le preguntó al taxista si se quedaba libre. Como quiera que la
respuesta fue positiva, ambos primos se metieron en el coche dándole la
dirección de la casa, y haciendo chirriar las ruedas como quejándose de que
llevaban rodando todo el día. Diez minutos después llegaban a la casa de Juan
de Dios, el cual una vez dentro, fue el primero en diciendo hasta mañana,
primo, desaparecía por la puerta de su cuarto.
Cinco minutos después y tras haber
utilizado el baño Raúl hizo lo mismo dejando todas la luces apagadas.
- Primo…
- ¿Qué? - respondió Raúl desde su
dormitorio.
- Me gusta Dolita –dijo Juan de
Dios.
- A mi también, anda duérmete que
mañana aún nos queda un poco de faena.
La noche ya completamente cerrada hacía de
Iznájar un lugar encantador gracias al clima que se derramaba por las sierras
cercanas y se bañaba en la plenitud de un lago tranquilo donde la luna era
copartícipe de aquellos baños nocturnos que la naturaleza tiene siempre tiene
preparados para deleite de todos.
Siguiendo su recorrido habitual,
horas después, los rayos del sol
acariciaban el césped del jardín de la casa de los abuelos, cuando la ventana
del cuarto que ocupaba Dolita y que daba hacia el Levante, se inundó de la luz
y del calor que el día había prometido para la jornada del viernes.
Como no podía ser de otra manera,
allí en el alfeizar ya se encontraba Choly gracias a que Dolita debido al calor
de la noche, una de las hojas la dejaba entreabierta una vez más.
Cuando la luminosidad de la radiante
mañana hizo que Dolita, al despertarse, se inclinara hacia delante y ya sentada
en la cama comenzara a desperezarse propio de cuando se ha dormido bien, la voz
de Choly se dejó oír una vez más.
- Nos vamos levantando ¿o qué?
Venga, arriba, que hace un día precioso, y te esperan momentos emocionantes a
lo largo de él, vamos digo yo.
- Eres incorregible, pero te adoro,
ahora me levanto so pesada.
-¡Ay, eso de que me adoras me
encanta!
-¿Cuánto tiempo llevas ahí sobre el
alfeizar?
- El suficiente para intentar interpretar
que estarías entre ensoñaciones por las vueltas que dabas, y te aseguro que
creo que no eran debidas al calor sofocante que está haciendo. y sobre todo el
que ha hecho está noche - esto lo dijo Choly que, con todo el descaro del
mundo, en un santiamén se había subido a la almohada por estar la cama al pie
de la ventana.
Como quiera que Dolita no se
levantaba de la cama, Choly se interesó por lo que le había prometido de ir las
dos a ver la barquita del abuelo.
- No lo he olvidado Choly, a ver si
esta mañana tenemos tiempo y podemos ir a verla.
- Por cierto, Dolita, ¿has pensado
ya como vas a plantearle a los abuelos que se vayan a probarla, y de camino
visitar a la familia?
- Ese asunto ya lo dejé descartado
en el momento que Raúl se presentó con su primo Juan de Dios, ten en cuenta que
ahora estarán juntos hasta el domingo, y sobre todo porque él querrá también
estar con su primo, ya que se quedará aquí en su casa durante unos días más.
- ¿Y eso te disgusta? - le preguntó
Choly con cierta ironía disimulada.
- Sé por dónde vas ¿acaso has
observado algo de extraño en mi comportamiento?
- Pos si he de ser sincera, si -
respondió Choly taxativamente, - he notado algo raro en vuestras miradas, y no
es que fueran directas, pero si, algo ha llegado a mis antenas
receptivas, ya sabes que son muy delicadas y lo captan todo, a su manera,
claro.
- Y aprovechando las capacidades de
esas antenas tan estupendas, y ya que me dijiste antes que habías estado observando
las vueltas que estuve dando en la cama ¿a qué crees tú que podía ser debido?
- No quiero presumir, aunque tengo
mucha confianza en cuanto me transmiten, y en esta ocasión recibían algo que me
incomodaba porque no era capaz de interpretarlo bien, sin embargo, estoy segura
de que algo estaba perturbando tu sueño.
- Y tienes razón Choly estaba soñando
con Juan de Dios, y que curioso, contigo también.
- Conmigo, y ¿qué pintaba yo en ese
cuadro...?
- Pues que los tres preparábamos un
picnic y nos íbamos a la punta del Olmo en el lago, a bañarnos los dos, y
jugueteando en el agua Juan de Dios me daba unas zambullidas, y cuando subía a
la superficie me agarraba con sus fuertes brazos y, apretándome sobre su pecho,
me besaba con ardor una y otra vez, mientras que tú aplaudías desde la orilla.
Al salir de agua, en sus brazos, me tendía sobre la arena y se echaba sobre mi
sin dejar de besarme el cuello y acariciarme el cabello, hasta que en nuevos
deseos de besarme los labios, yo intentaba evitarlo moviendo la cabeza de un
lado a otro, hasta que tú dijiste que había que regresar, y así subida encima
de la toalla que llevaba sobre los hombros volvimos dando un paseo entre los
altos pinares de la sierra cercanos a la orilla.
- ¡Claro! ahí tienes la explicación
de las vueltas que dabas en la cama.
- ¿Tú crees?
- Yo no creo, simplemente deduzco
que bien pudiera ser, y es que el chico es guapo y alto, y que caramba un buen
mozo ¿no te parece? - dijo Choly encogiéndose de hombros.
- En eso no me cabe la menor duda…
XII
Mientras las dos amigas seguían
elucubrando acerca del ensueño, los primos, una vez despiertos y ya levantados
y aseados salieron a la calle encontrándose con la sorpresa de que en la acera
de enfrente un tal Emiliano que, al parecer, había regresado de sus cortas
vacaciones según contaba, tenía abierta su tiendecita llamada "El
desavío", con lo cual vieron el cielo abierto, así que raudos acudieron a
ella, y tras comprar un par de brick de leche, unos sobres de café descafeinado
y dos paquetes de magdalenas valencianas, regresaron a la casa en la que una
vez calentada la leche se prepararon el desayuno.
Ya repuestos, ambos primos se dedicaron por
entero a la faena con idea de estar listos antes de las doce, hora en que
tenían previsto acudir al encuentro con Dolita, uno, y con Dolita y Choly, el
otro, en definitiva un rompecabezas que habría de desarrollarse de alguna
manera que fuera favorable para ambos, ya que Choly estaba por medio.
Sobre las doce y cuarto, poco más,
ya se encontraban ante la cancela de entrada al jardín cuando oyeron la voz de
Dolita que sentada en uno de los silloncitos le cantaba a Choly, la cual se
encontraba en la palma de su mano "mira que eres linda, que graciosa
eres...". Choly, se moría de gusto haciendo comentarios a su manera,
mientras los dos primos, uno escuchando, y el otro que ya empezaba a cabrearse
viendo a su primo la atención que ponía, y que sin poder aguantarse dijo:
¡entramos ya o no vamos a quedar toda la mañana aquí en la puerta!
Al oír hablar afuera, Dolita se levantó y
depositando a Choly sobre la mesa se acercó a la cancela viendo a los dos
primos a través de ella; una vez abierta pasaron al jardín donde se sentaron
tras el preceptivo saludo mañanero.
El mero hecho de saludar Juan de
Dios también a Choly que aun continuaba sobre la mesa y a cuyo saludo
correspondió, y Raúl quedose nuevamente sin poder oír respuesta alguna, hizo
que el carácter comenzara a agriársele tan temprano. Ello hizo el que Dolita al
darse cuenta de las miradas y gestos que producía un estado nada afectivo, en
ese momento repitiera, el saludo ahora poniéndole más énfasis; énfasis un poco
forzado pues ya se veía algo más frío que el de ayer, aunque tal vez ello se
debiera al comportamiento nada correcto del día anterior motivado por el
encuentro con Choly.
Con cierta habilidosa diplomacia, Dolita
se llevó a Raúl a dar un pequeño paseo por el césped, así, cogidos de la mano y
algún que otro leve arrumaco Raúl se iba tranquilizando a medida que la
muchacha le iba comentando acerca de lo que hizo el resto de la tarde anterior,
al mismo tiempo que le acariciaba la nuca.
Ya más sosegado, se reunieron con Juan de Dios
y Choly que ahora se encontraban enfrascados en una pequeña charla acerca de la
naturaleza humana, pues ella aseguraba saber mucho sobre el tema por no ser apreciaba
dada su especie diminuta, y así poder captar en muchas ocasiones todos los
comentarios y críticas, tanto constructivas como destructivas que se suscitaban
entre las distintas personas que, durante algún tiempo, al descansar de un
largo paseo, ocupaban el banco cercano al hormiguero.
- Yo, y esta es mi opinión, tengo
muy claro que la naturaleza humana, y a la que por supuesto también
denominamos humanidad, es el concepto filosófico por el que los
seres humanos tienden a compartir una serie de características distintas en sus
fines e intereses, a veces, particulares, a veces colectivos – esto lo decía
Choly muy seria y mirando a Juan de Dios, el cual no cabía en sí de asombro.
Éste, hizo un amago de continuar con el tema que se había planteado, pero
prefirió no continuar al oír cómo la pareja llegaba en ese momento
- Vale, creo que deberíamos dejarnos
de cháchara por muy intelectual que sea y pensemos que habrá que ir a almorzar,
digo yo si a ustedes os parece bien ¿o no tenéis hambre? - dijo Dolita, la cual
mirando a Choly, ésta ya saltaba de la mesa a la mano que le tendía
comprendiendo que debía retirarse.
- Vale, pos si se vais a comer luego
por la tarde nos vemos - dijo Choly echando a andar parsimoniosamente en dirección
a su colonia, y a cuya entrada volvieron a llamarle la atención, disculpas
pedidas por parte de Choly y que llegaron de forma tenue, aunque lo
suficientemente audible a los oídos de Dolita y Juan de Dios, quienes se
miraron ligeramente al tiempo que ambos se encogían de hombros.
Minutos después, los tres se
pusieron en marcha en dirección a la Venta "Los cuñados".
Durante el camino, Juan de Dios por
un acto reflejo un tanto inconsciente, hizo un comentario tonto acerca de Choly,
y ello puso de mal humor a Raúl, quien cuyo gesto al apretar los puños y
apretar los dientes en un drástico modo de repulsa, no fue advertido por
ninguno de los dos.
- ¿Cuándo dejaréis de tocar este
dichoso tema como si ya no hubiera otra cosa de que hablar? - dijo Raúl mirando
hacia el suelo.
- Lamento haberte incomodado, primo,
pero es que es un tema tan apasionante y extraordinario. Yo particularmente te
agradecería que fueras conmigo un poco más tolerante en lo que a este tema se
refiere; tú sabes muy bien cuál es mi vocación desde siempre, mi trabajo en los
temas paranormales, y por encima de todo mi dedicación a las Ciencias Naturales
en todos sus aspectos: Tú sabes muy bien por tus trabajos, que en ellas se agrupan aquellas
disciplinas que tienen por objeto el estudio de la Naturaleza, como la
Biología, la Química, la Física, la Botánica, la Geología, incluso la
Astronomía, sin embargo, está demostrado que, por encima de todo, el
comportamiento de cada una de ellas en razón de como algunos seres humanos
dedicados al estudio profundo de una parte de ese conjunto, puede haber
alcanzado un grado de evolución que le haya permitido llegar un poco más lejos.
Ello sería como el haber alcanzado el sexto nivel de Conciencia.
- No discuto que sea como dices, y
que tú hayas alcanzado ese grado deseado, pero también deberíais comprender que
para mi es un engorro - dijo Raúl que continuaba mirando hacia el suelo.
- Bueno, pero no te enfades, al fin
y a la postre tú también deberías poner un poco de tu parte; si hemos sido
escogidos para que semejante animal se haya puesto en contacto conmigo primero
y posteriormente con tu primo, pues lo que está muy claro es que alguna razón
debe de haber. En alguna ocasión te he oído decir en cuanto a extraños casos
que no comprendemos o, a veces, no sabemos o no queremos saber de ello, que
todo tiene un por qué, y yo creo que así hay que aceptarlo y no marear tanto la
perdiz, como se suele decir por estos lares - dijo Dolita mirándolo
directamente y sin ocultar una sincera sonrisa.
Dichas estas últimas palabras cuando se
encontraban ya a las puertas de la venta dijo Juan de Dios:
- ¿Y ahora qué, repetimos el
cochinillo frito?
- Si, si, - dijo Raúl, en plan
glotón, y es que en tocante a ello no compartía peras con nadie.
Y tras atravesar las puertas de la
venta buscaron, y se adueñaron de la mesa que ocuparan el día anterior, y que
acababa de quedarse libre una vez haber haber sido ocupada para su rápido
almuerzo por unos operarios de telefónica que, seguramente, estarían trabajando
por la zona.
Una vez dispuesta de nuevo para los
siguientes comensales, el camarero solícito le entregó una carta a cada uno.
Como es natural ni las abrieron siquiera, y justo en el momento en que éste se
volvía para, retirado a cierta distancia, esperar la demanda de la comanda,
dijo Dolita:
- ¡Eh, joven! Haga el favor de
traernos esta vez una ensalada iznajeña, que quiero sorprender a mis
amigos. Y también una fuente de cochinillo para compartir, ¡ah! y una botella
de Montilla Moriles rosado bien frío, en cubeta, usted ya me entiende, y eso lo
primero para preparar el gaznate, hoy no hay cerveza.
- Si, señorita, disculpe si le digo
que tiene usted muy buen gusto.
- Está usted disculpado; como habrá
podido comprobar ya las mujeres comenzamos a estudiar de qué forma hay que coger
las riendas en este país.
- Pero bueno, chica, no sabía yo de esta destreza tuya manejando no sólo al
personal sino como hay que degustar los platos y vinos de la zona - dijo Juan
de Dios tocando las palmas mientras Raúl los miraba de soslayo e iniciando
también de forma un tanto cohibida algo parecido a un palmeo.
- Y si tú no eres de aquí ¿cómo
sabes tanto? ¿Y qué es eso de la ensalada iznajeña? -dijo ahora Raúl que estaba
pero que parecía que no.
- Bien sabes tú que no soy de aquí
puesto que a lo largo del tiempo en el que no podemos vernos tu correspondencia
va a Sevilla, sin embargo, mi abuelo me alecciona y de qué manera. Sabe más que
Briján, por cierto ¿sabéis quién era ese Briján? Pues un escocés que se vino a
España, concretamente a Jerez, en aquella época en la que Ruíz Mateo padre
negociaba el Brandy con los ingleses, y es que éste tal Brian, fue bodeguero de
empleo, hombre de mucha cultura para su tiempo por lo que tenía respuesta para
todo.
- ¿Y lo de la ensalada...? - preguntó
Juan de Dios justo en el momento en que el camarero depositaba unas copas sobre
la mesa y el ayudante arrimaba a la misma la correspondiente mesita con una
cubitera repleta de hielo.
- El salmorejo de naranja Iznajeño o
remojón, como también es conocido, es una ensalada de bacalao y naranja. Un
plato muy colorido y típico de Andalucía, pero no nos dejemos llevar por el
nombre, nada tiene que ver con un plato refrescante para el verano, que también
puede serlo si su maridaje es el que nosotros le vamos a aplicar con este
rosado - dijo Dolita, pidiendo permiso para escanciar las copas.
Minutos más tarde se hacía presente
el camarero portando una bandeja sobre la que, depositada de forma exquisita
por venir sobre un blanco paño, una fuente con el Salmorejo, la cual iba
acompañada de otras tres más pequeñas. Colocada sobre la mesa con auténtica
profesionalidad, el camarero se retiró, no sin desearle a los tres un buen
provecho, detalle que agradecieron al unísono, como al unísono, tomando las
copas y alzándolas brindaban alegremente por ellos mismos y sus respectivos
futuros cada vez más cercanos.
Raúl, un poco más cómodo tras el segundo y
largo sorbo a su copa y, al parecer, olvidados o dejados atrás aquellos agrios
momentos que, en cierta medida, lo atormentaban, se escanció un buen chorreón
con el fin de un nuevo brindis...
- Brindo por Dolita que nos ha
salido una buena gourmet, y una magnífica conocedora de cómo hay que tratar
cuanto se relaciona con un buen almuerzo, ¡ah! y por su extraordinario profesor
don Héctor, su abuelo, naturalmente.
Minutos después, y es que el
Salmorejo se metía por los ojos antes que por la boca, con la primera
degustación, las cucharas iban y venían de forma que aquella fuente, en un
tiempo un delicioso manjar, ahora brillaba su límpido fondo como para no tener
necesidad de ser fregado.
Levantadas las copas una vez más y tomado un
buen sorbo, fue como aquella frase de "ábrete sésamo", y es que en
ese esperado momento, llegó hasta la mesa el camarero, quién depositando sobre
ella con toda elegancia y conocimiento, una preciosa fuente de fina cerámica,
posiblemente de alguno de los muchos talleres de la Triana alfarera, repleta
hasta los bordes de un exquisito y humeante cochinillo al estilo cordobés.
Ahora, ya todos en el más absoluto y
elegante decoro, comenzaron a dar cuenta de aquellos sonrosados y sabrosísimos
trozos, algunos crujientes cual chicharrones recién hechos y que harían las
delicias de alguien cuyo nombre me reservo por respeto a mi condición de
mantener siempre la boca cerrada cuando no es necesario el tenerla abierta.
A la lectura de estas líneas, de
seguro algún lector enarbolará la bandera de la amistad, recordando los
sabrosos chicharrones de los abaceros sevillanos.
XIII
Transcurría la comida en la más absoluta
circunspección como ya se ha dicho, aunque durante el ir y venir a la fuente,
tenedor en mano, el furtivismo de algunas miradas se confundían con el aroma
desprendido de la fuente cual volutas de deseos inconfesables.
Brillaba también el fondo de esta
fuente por la irremediable ausencia de quien, magníficamente bien hecho, allí
se encontraba postrado hacía un buen rato cuando cual tobogán.
La última mirada se deslizaba
buscando subir hasta el otro extremo para quedarse prendida en unos ojos recibidores
del furtivo mensaje.
Parecíase que se vivían momentos dulces cuando
una vez acabada la comida, a Juan de Dios se le ocurrió que vendría bien una
cuña de tarta helada y una copita de licor de hierbas con el fin de aliviar la
digestión.
En este sentido, y a mi personal
juicio considero esta norma un craso error, y es que esta es una de las
creencias populares más arraigadas, y que dice que tomar una copita de licor de
hierbas después de comer mejora el tránsito intestinal.
No obstante, hay quien defiende
una principal virtud de este hábito, virtud que destaca de esta bebida
alcohólica por su cualidad digestiva.
Una cualidad digestiva que proviene
de dos puntos, por un
lado su capacidad vasodilatadora (dilatación de los vasos sanguíneos), y por la otra, las materias primas
que favorecen la digestión.
Sobre esto último habrá que recordar que este licor está compuesto,
principalmente, por la hierba luisa, el romero, la hierba buena y
la menta.
De todas formas la propuesta fue aceptada por los demás, solicitando la
tarta en calidad de postre, al igual que el licor de hierbas.
Acabado
el almuerzo, los dos primos acordaron repartirse el importe de la cuenta, por
lo que una vez abonada, se levantaron y saliendo de la Venta se pusieron en el
camino de vuelta con el fin de dar relajadamente un paseo.
Cuando llegaron a la casa, y
abriendo la cancela pasaron al jardín... ¡oh, sorpresa! allí estaba Choly,
subida sobre la mesita y con las manos en jarra.
- Ya era hora, ¿no os parece? vaya
pitanza que os habréis pegado -dijo muy gitana ella.
- Pues si, Choly, Salmorejo, y cochinillo
regado con un buen vino de la tierra, lástima que tú no puedas beber - dijo
Dolita siguiéndole la guasa.
Ya llevaban un buen rato polemizando sobre
cuestiones de índole religiosa, en cuyo debate Raúl afirmaba con contundencia
acerca de una iglesia católica a todas luces ya obsoleta y fuera de lugar en
estos tiempos de decadencias sociales y humanas por parte de un Vaticano que se
colocó siempre al otro lado de la barrera, donde contemplaba con desprecio la
flaqueza de un pueblo tras haber padecido una cruel contienda ilegal entre
hermanos, y que dejó a una gran parte de la población sumida en la pobreza,
mientras que en el otro lado de esa barrera, donde se alineaba el poder, allí
estaba la iglesia para darle todos sus parabienes tanto económicos, como
repleto de las más viles bendiciones.
Si bien fue notoria la exposición de
Raúl, no lo fue menos la de Dolita; ella siempre colocada al lado de los más
necesitados, iba asintiendo a cuanto decía Raúl, pero sin dejar de mirar de
reojo a Juan de Dios, como esperando de éste una aquiescencia que diera valor a
sus gestos de aceptación.
No obstante, y siguiendo la misma
línea, se pronunció casi en el mismo sentido, recordando el poder económico del
Vaticano, y manifestando que siempre se ha defendido el patrimonio físico, pero
que ese había que protegerlo por todos, sin embargo, se refería a los dineros
que reciben las arcas vaticanas, que es una inmensidad, y que debería darle vergüenza
cuando muchos de los ingresos provienen de la clase pobre, que ante la
incultura, la necesidad, y en un alto grado de fanatismo y superstición,
contribuyen a semejante mantenimiento, cuando es sabido de la obtención y vida
de la que disfruta la curia a todos los niveles.
Cuando se calló, lo hizo mirando tan
sólo a Choly, quien sin poderse contener y a sabiendas de que no todos podían
oírla le dijo.
- Para y resopla, chiquilla, que te
va dar algo.
Dolita, se levantó e hizo un par de ejercicios que le ayudaron a
tranquilizarse, pues había llegado al final de su alocución un tanto exhausta,
por lo que Juan de Dios le recomendó que no se tomara todo eso tan a pecho, que
hay comunidades y gente independiente para que la iglesia católica enmiende sus
muchos errores, aunque no deja de reconocer que todo está muy fresco aún.
- Ya sé que existen muchos
movimientos, lo sé porque yo ayudo al mantenimiento de uno en Sevilla, y en el
que colaboran varias compañeras mías, pero es que conseguimos tan poco - dijo
Dolita que, ahora un tanto ausente, no dejaba de mirar a Choly que se había
subido a su rodilla, mientras que Raúl observándola, también la miraba
mostrando un gesto, se podría decir que un tanto abyecto.
Iba a decir algo Juan de Dios, cuando
vieron bajar al abuelo, el cual al pisar la primera de las losas que, formando
un pasillo discontinuo, conducen a la salida, saliéndose de ella y ya en el césped,
se dirigió al grupo saludándolo de forma muy cordial y amistosa.
- Buenas tardes. ¡Se está fresquito
a esta hora en que aquí todo es sombra, ya que la posición de la casa nos
permite estar a cubiertos del sol por este lado y durante muchas horas - dijo
con su sonrisa bonachona, pues no en vano Dolita siempre habló de las bondades
de su abuelo.
Tras
ser correspondido de la misma forma por todos…
- Así que te dedicas a las labores
en favor de los débiles, labores pro naturaleza humana a todos los niveles
sociales y humanitarios. Además, por mi nieta sé que estás doctorado en
Filosofía y letras, y no sé cuantas ciencias y colaboraciones más entre las que
se encuentra la parapsicología - dijo el abuelo dirigiéndose abiertamente a
Juan de Dios, quién tras el saludo no se había sentado, y continuó - luego
encontraremos un momento para charlar un rato.
- Usted manda, don Héctor - dijo
Juan de Dios tendiéndole una mano que el abuelo apretó con fuerzas.
Acto seguido, el abuelo se despidió argumentando que iba a la Farmacia a
comprar unos calmante para la abuela pues andaba con un poco de dolor de
cabeza.
Ya girando sobre sí mismo, se volvió
para recordarles a todos que los esperaba a las nueve o un poquito antes a fin
de tomar un aperitivo previo a la cena.
Sonaron las siete en el reloj del
campanario de la iglesia del pueblo cuando Dolita le recomendó a los dos
jóvenes que deberían irse con el fin de que se arreglaran lo mejor posible, y
es que los abuelos, y sobre todo la abuela se tomaba muy en serio estos
acontecimientos que a decir verdad y dado que vivían solos, eran escasos.
- Antes de que os vayáis os quiero
proponer ir mañana a Córdoba, hace muchos años que no la visito, creo que desde
que estaba en el instituto en Sevilla y una de las profesoras, creo recordar
que era la de Ciencias Naturales, que tenía entonces nos llevó a conocerla en
aquella época en que los patios cordobeses se convirtieron en una novedad. ¿Qué
os parece la idea?
- Por mi encantado. También hace
mucho que no voy a verla, creo que la única vez fue, lo siento, ya no me acuerdo,
pero hace mucho tiempo, aunque debió ser también en una excursión organizada
por compañeros de estudio - dijo Juan de Dios cogiéndose, la barbilla
pensativo.
- Pues yo, me parece que tan sólo de
paso – dijo ahora Raúl un tanto dubitativo.
- Entonces, echamos el día en
Córdoba, y como hay que salir temprano podemos desayunar en Las Tendillas, y
luego de ver los patios, la Posada del Potro y la Mezquita, podemos comer
en el casco viejo - dijo muy entusiasmada.
- Conforme - dijeron los dos jóvenes
al unísono, sin embargo, y como era de esperar, Raúl entre dientes masculló
para él solo - "preferiría que tú no estuvieras, con nosotros primo."
Ya se habían marchado los dos
primos, cuando Choly, que aún seguía en la rodilla de Dolita, le preguntó:
- Dolita, me empezaste a hablar de
Juan de Dios, y de lo que os contó Raúl acerca de lo que le había pasado a su
hermana María Engracia, y que había acabado la pobre metiéndose a monja, pero
lo que no llegaste a contarme que fue del hombre que la maltrató hasta matarla.
- Tan sólo te puedo decir, según
apuntó luego Juan de Dios, es que el hombre desapareció de la noche a la mañana
abandonándolo todo: taller, obras, encargos, lo que se dice todo, y nunca más
se ha sabido nada de él, y eso que la policía lo busca, pero vete tú a saber
dónde podrás estar. Y ahora me voy para arriba a ver que me pongo para la cena.
- Ea, pos otra vez me quedo sola –
dijo Choly poniendo cara de afligida.
- Qué le vamos a hacer Choly,
compréndelo mujer, ya nos veremos mañana.
- Vale, tú lo has dicho, que le voy
a hacer; ojalá en mi próxima reencarnación la haga en el cuerpo de un humano
semejante a ti, eso si me gustaría, pero no sé cuánto tiempo se tarda en eso.
Dicho esto dio un saltito al césped, corriendo
hacia la zona del seto muy apenada hasta que Dolita la perdió de vista.
- Hay que darse cuenta de cuánta
sabiduría encierra esa cabezota - comentó para si Dolita no sin cierta pena.
- Primo. ¿Me gustaría saber cómo
estás viendo todo este asunto? - preguntó Juan de Dios cuando ya se estaban
vistiendo.
- Si te refieres a lo de la hormiga,
sinceramente, te diré que se me vino abajo todo cuanto tenía planeado para
estos días con Dolita, tú ya me entiendes.
- Te entiendo, primo, me gustaría
saber cómo podría quitártela de en medio por mucho cariño que le haya cogido, aunque
estoy seguro de que a veces pensarás que es como si fuera un mal de ojos que
alguien te hubiera echado.
- Venga, no digas tonterías, mal de
ojos, ni mal de ojos - dijo Raúl frunciendo el entrecejo.
- Bueno, pues tú me dirás que puedo
hacer por ti y tus planes, al parecer, frustrados y sin remedio.
- Creo que hay una solución: tú no
tienes aquí en Iznájar unos amigos de la infancia, y de los que me has
hablado en alguna ocasión, que por cierto uno de ellos creo recordar a un tal
Remigio, que es el que cuida de la Ermita de la Piedad, y que ahora vive en una
casita anexa a ese conjunto que fue nominado como Histórico Artístico de
Andalucía; pues no sería mala idea, ya que tú te quedarás unos días más, que te
dedicaras a visitarlo, y así me dejas a mi libre el domingo para estar solo con
ella.
El sábado por la tarde, cuando volvamos de
Córdoba, te despides de ella y sus abuelos, y ya está ¿qué te parece la idea?
- Vale, ningún problema, primo,
haremos como tú dices aunque no me seduce la idea.
- No comprendo por qué dices eso,
primo.
- Es igual, a partir del domingo por
la mañana aprovecharé para ver a mi amigo Remigio y luego ya me dirá que fue de
los otros dos: Carmelo e Isaac, del que recuerdo también que de jovencillo
quería ser tabernero como su padre, y toda su ilusión era montar una taberna
pero en Córdoba.
- Pues no sabes cómo te agradezco
que aceptes, lo que se podría decir mi ruego, y es que ha habido momentos en
los que con el tema de la hormiga esa, me dio, francamente, la impresión de que
Dolita te gustaba más de la cuenta, te lo digo sinceramente, primo.
- ¡Que no, Raúl, que no tienes por
qué preocuparte.
- ¡Joder! Es que me lo dices de una
manera, como si tuviera que estarlo.
- Venga ya, y no le des más vueltas
que se nos echa la hora encima - dijo Juan de Dios, al tiempo que para sus adentros
pensaba: "éste primo mío no se entera de nada..."
Y aunque Raúl estaba con la mosca tras la
oreja, de camino a casa de los abuelos pensando que entre su primo y la
puñetera hormiga le habían chafado el plan que tan primorosamente había trazado.
En ese momento de amargos pensares, se le cruzó un gato que si le alcanza el
puntapié, sabe Dios a dónde lo habría mandado, y es que alguien tendría que
pagar la faena.
XIV
Faltaban veinte minutos para las
nueve cuando llamaron al timbre de la puerta de entrada al chalet.
Como no habría de ser otra persona,
ya que en la casa tan sólo había tres, quién acudió a la llamada y abrió la
puerta fue Dolita. Y allí estaba ella, resplandeciente, tan luminosa y natural
como una pradera en el mes de mayo, dispuesta para recibir los tallos generosos
que dan al campo sus primeros colores con los que, quien los creara hubiera
dicho: ahora si puedo felizmente descansar después del duro invierno.
- Dolita, estás verdaderamente
maravillosa - dijo Raúl, quien acercándose la besó en la mejilla sin que la
muchacha pusiera ningún reparo, y al mismo tiempo en que miraba a Juan de Dios,
gesto que bien podría ser debido a la posición en que se encontraba éste.
Así mismo, recibiría el saludo de
Juan de Dios, éste lo haría con una parecida y estenotipiada frase, tras la
cual, Dolita, hizo una especie de reverencia, al tiempo que los invitaba a
pasar justo en el momento que acudían los abuelos a la puerta.
Tras el preceptivo saludo de
cortesía, Raúl extrajo del bolsillo superior de su camisa de verano un pequeño
paquetito que le entregó al abuelo felicitándolo en nombre de los dos.
Mientras que la abuela, con un
¡hola, Raúl! los invitaba a pasar a la amplia salita, el abuelo iba deshaciendo
su regalo.
- ¡Maravilloso regalo! Mira abuela,
¿soy o no soy afortunado? - dijo con un elevado tono jubiloso cual chiquillo
que recibe un juguete especial.
- Creo que hemos acertado con este
pisacorbata con un ancla - dijo Juan de Dios.
- Habéis dado en toda la línea de mi
flotación, tan acertado que me lo voy a poner ahora mismo, y a continuación,
una vez fondeado y arriada la botavara nos sentamos en las bancadas de
babor y estribor, y todos prestos abordamos el rancho - dijo todo sin parar de
realizar gestos marineros que arrancaron unas risas a aquella virtual
marinería.
Llegado ese momento, y en el que, tanto la
abuela como Dolita, al parecer, se encontraban en la gloria, ésta viniendo
desde el office traía unos platos bien preparados a base de las típicas
chacinas de la sierra cordobesa, y un cuenco con las extraordinarias aceitunas
de la campiña de Iznájar.
Al mismo tiempo, el abuelo, que
nadie podía negar que fuera, a pesar de
la edad, enemigo del buen comer y el buen beber, trajo del frigorífico una
botella del famoso Rioja Marqués de Murrieta, que despertó, por su
presentación, la admiración de todos, aunque a decir verdad, a excepción de la
abuela que ya conocía las debilidades de su marido por el Rioja, en detrimento
de los caldos de su tierra, los demás no tenían ni idea de que semejante placer
existiera.
Hubieron palmas y brindis para
todos: uno por su onomástica y los demás porque el futuro les fuera de
maravillas, sin embargo, hubo una excepción que partió del abuelo para,
levantando su copa dijo: "por mi querida Aurora, para que nunca me falte,
y por la comida que se ha llevado toda la tarde preparando junto con la buena
de Carmencita".
Acabado el aperitivo, se dejó oír la
voz de Carmencita, una mujer de unos cuarenta
años, bien agraciada, y no muy alta, pero tan sólo con ver su sonrisa parecía estar viendo un
ángel.
“Carmencita, una chica casi sin nombre
para la sociedad en la que le tocó vivir sus primeros años, porque tan sólo los
hombres mandaban y mandan aún, y a este paso siempre será igual. Una chica que
se enamoró del que creyó que era el mejor hombre del mundo por manifestarse
diferente en su condición; un hombre de cuento, un príncipe azul de aquellos
hombres del desierto. De esta manera, ella decidió convertirse en su Amira.
Para tratar de conseguirlo renunció a su
libertad, a su escasa o nula capacidad para decidir, a su sonrisa, a sus
amigas, en definitiva a su otra felicidad junto a ellas y la familia. A
cambio de lo que ella pensó que era amor,
convencida, entregó su vida: la puso a merced de las arenas que solamente se movían a capricho
de un corazón que resultó todo lo contrario que pensaba, que al igual que el
resto de la sociedad Islámica podía dominarlo y poseerlo todo, incluso a las
personas.
Afortunadamente y gracias a una
Organización de Ayuda Humanitaria, pudo, dada la estrecha colaboración que
mantuvo con ellos durante un tiempo, y la manifestación de ésta de su deseo de
venir a España, salir de Somalia”.
- Cuando ustedes quieran pueden pasar al
Comedor, la mesa ya está servida – dijo Carmencita con su voz de Ángel.
- ¿Vamos? - dijo el abuelo apurando
su copa de un trago, y agarrado la botella.
Todos sentados a la mesa admiraban
aquella fuente de cerámica que, con un hermoso cochinillo lechal asado al horno
y rodeado de una sabrosa salsa que a su vez envolvía a unas apetitosas rodajas
de manzana, desprendía un aroma que hacía que aquellas bocas se hicieran aguas.
Como el abuelo solicitó un trinchador
voluntario, y ante cuya petición todos los presentes declinaron la oferta
argumentando que quien debería hacerlo habría de ser el anfitrión, el abuelo,
sin dudarlo, cogió el tenedor trinchador y el cuchillo comenzando a cortar y
servir las correspondientes raciones; una vez acabado de servir dijo:
- Si os a gustado el reparto, pues
ahora que cada uno atienda su plato como crea conveniente: la fuente queda a
vuestra discreción.
Entre bocado, sorbo de aquel
magnífico Rioja, segunda botella ya, y algún que otro comentario, el lechal con
su ejército de bien embadurnadas rodajas de manzana fue desapareciendo, hasta
que la fuente quedó más limpia que la espalda de un violín.
Levantada y abandonando el comedor,
Dolita se excusó tomando dirección a la cocina en la cual se encontraba
Carmencita, que estaba terminando de comer, y a la que la muchacha con una
agradable sonrisa le dijo que haber cuando cambiaba, que ya hacía años que
estaba con los abuelos, los mismos que llevaba ya cristianizada, anteriormente
Fadhila, sin embargo, la doméstica, devolviéndole la sonrisa, le agradeció una
vez más sus buenos deseos, pero diciéndole que la perdonara, pero que en su
interior siempre sería musulmana.
Resignada ante la respuesta, la
joven se dirigió al frigorífico del que, una vez abierto, extrajo una hermosa y
redonda tarta de crema, trozos de piñas, y almendras con las cuales Dolita
había formado la frase: "para mi abuelo".
Acabada la cena con el soplido de la
única vela, puesto que de colocarlas todas habrían de ser muchas, el abuelo,
haciéndole un guiño a su nieta, hizo la invitación de pasar al salón en el que
ambos tenían reservada una cubitera que, entre hielos y un paño de un blanco
inmaculado, daba cobijo a una botella de Umbretúm, uno de los mejores cavas de
España, y que Dolita, tiempo atrás le había pedido a su padre que cuando pasara
cerca de Umbrete en la provincia de Sevilla, de vuelta de una de sus visitas al
Acuartelamiento de Huelva, hiciera el favor de traérsela para la celebración
del santo de su abuelo.
Cuando todos estaban acomodados, el abuelo le pidió a Juan de Dios que
hiciera los honores al acto de descolchar la botella, por lo que una vez
cumplida la misión, él mismo escanció aquel néctar en todas las copas. Todos a
una alzaron sus copas augurándole al abuelo y por ende a la abuela larga vida.
Dolita, no quiso perder la
oportunidad de pedir un brindis especial por sus padres ausentes, al fin y al
cabo hijos del homenajeado, así que tras tomar un sorbo se levantó
besando dulcemente a sus abuelos.
En ese bonito momento sonó el teléfono al que rauda acudió Dolita.
- Diga, contestó preguntando: ¿quién es?
- ¿Ya no te acuerdas de mi voz? dijo el padre con un tono que parecía
mostrar extrañeza.
- Lo siento papá, como podría olvidar tu singular tono con la voz tan dulce
que tienes, lo que pasa es que estos aparatos hacen que el timbre se desvirtúe,
y como andamos de copitas, pues ya me dirás.
- Anda, anda, pásame a tu abuelo.
- Hola hijo. ¿Cómo estás? - preguntó el abuelo.
- Estamos muy bien, papá, solo llamaba para felicitarte, desearte esa feliz
noche que imagino estáis celebrando, y decirte que pronto vamos a ir a veros,
que hace tiempo que no veo a mi madre.
- Muy bien hijo, que sea pronto ¡ah! espera, tu madre quiere decirte algo.
- Julián, hijo, ya hace días que no me llamas y estoy muy enfadada contigo
y con Mariola; dile que al menos ella me llame que tengo que contarle algunos
chismes que me ha traído una vecina que ha estado de visita en Sevilla.
- Vale, mamá, ya se lo diré; te mandamos muchos besos, y a Dolita le dices
que iremos a recogerla el domingo a la Estación. Adiós y felicidades de nuevo, y mucho cuidado con
el Umbretúm.
Dolita quiso coger el auricular de nuevo, pero por haberse entretenido
leyendo el nombre del tapón llegó justo cuando ya se había cortado la
comunicación.
Dolita, cambió de ubicación
sentándose ahora entre los dos jóvenes, los cuales mirándola se decían para sí
mismo lo hermosa que estaba con aquella blusa marinera de azul pastel y un
pantaloncito a juego, y que dejaba a la vista unas preciosas rodillas y unos
muslos tostados y bien formados.
Correspondiendo a esas miradas con una sonrisa, y como diciendo ¡ay estos
hombres! ya que, al parecer había adivinado aquellos pensamientos, que ahora
feliz como una perdiz, al levantar la copa para un nuevo brindis que se le
acababa de ocurrir, que fue que la vio agarrada a uno de los pliegues del
blanco visillo que adornaba la ventana.
Allí estaba Choly, la cual, al parecer, no se había perdido ni un solo
detalle de la fiesta, y es que debido a la alta temperatura que obligaba a
dejar las hojas de las ventanas un poco entornadas, ella había ido por el
exterior entrando y cotilleando de forma presente en cada uno de los momentos.
Con la excusa de ir al baño, Dolita se ausentó, y Choly leyendo el
movimiento y la dirección que tomaba su amiga, salió al exterior y a toda
carrera llegó a la ventana contigua donde, sin la más mínima duda de que Choly
vendría, allí se encontraron.
- Choly, tú te crees que estas son maneras; imagínate que en lugar de verte
yo te hubiera visto otro y te hubiera lastimado, o sabe Dios si habría ocurrido
algo peor.
- ¿Por quién me tomas, por una lenta? además lo que yo he disfrutado no me
lo hubiera perdido por nada del mundo, y eso que me retrasé un poco porque
cuando Carmencita retiró la mesa, bajé y también limpié unas migajitas que
cayeron al suelo al quitar el mantel ¡chica que atracón! y que tarta más rica.
- Pero ¿por qué estabas agarrada al visillo a pique de que notaran el
contraste de tu cuerpo negro con el blanco de la tela?
- Toma, porque desde el alfeizar no os podía ver, y aún menos las
atenciones que tenía contigo Juan de Dios, lo guapo que está con esa camisa,
bueno también Raúl está muy guapo.
- Venga, venga, y ten cuidado que van a decir que si me ocurre algo.
De vuelta al salón donde todos
hacían comentarios acerca de las vidas de cada uno en la medida en que cada uno
pueda manifestar sus privacidades, sería la abuela quién le preguntó si se
encontraba bien, a lo que la nieta la tranquilizó diciéndole que estaba bien,
por lo que aprovechando la coyuntura fue y se echó lo justo para un buen sorbo
de aquel cava delicioso, y justo en el momento en que mirando hacia ventana vio
a Choly de nuevo agarrada al visillo y medio escondida en un pliegue.
Al verla se sonrió, detalle este que
no pasó desapercibido para Raúl, el cual le preguntó que si estaba bien, a lo
que ella le respondió que sí.
- Y bien, Juan de Dios, por qué no nos habla de esos trabajos de entrega a
los demás, y de como se le ocurrió abrir una escuela dedicada, imagino, con el
mismo fin.
- Pues verá, don Héctor, cuando acabé el doctorado en Filosofía y letras,
después de un tiempo en continua meditación acerca de mi futuro, llegué a la
conclusión de que ninguna de las dos me iban a llevar a ninguna parte, aunque
he de hacer una excepción con las letras me explicaré.
XV
La Filosofía que yo seguí por terminar la carrera, no era la de mis sueños
de joven, la Filosofía ha de ser muy profunda, muy espiritual, ha de contener
ideas que no lleguen del hombre porque éste pudiera estar equivocado. Y ahí, en
esa reflexión, fue entonces cuando me dediqué a estudiar a los grandes maestros
universales. Ellos me enseñaron a llegar al ser humano a través del Amor, la
Comprensión, la Entrega sin esperar ser correspondido, y ese largo etcétera que
lo hace grande al ser humano. Ahí fue donde comenzó a fraguarse la Escuela en
la que se impartirían diferentes materias: el poder de la mente unida a la
Parapsicología, la Espiritualidad, la Moral y por encima de esta la Ética,
desde la perspectiva religiosa, y como no la filosofía profunda y las letras.
Tenemos un Especialista en Psicología que
enseña ¿Cómo vamos a empezar a prestar atención a la sociedad que nos rodea si
no prestamos atención a nuestra sociedad interior? Todo un pequeño Universo.
Él nos dice que nuestro cuerpo
es algo asombroso, una máquina que
trabaja incansablemente, convirtiendo energía en materia y materia en energía.
A cada instante que nos recorre la electricidad, esta nos da vida. El celebro
envía miles de señales eléctricas al Sistema nervioso, los músculos se expanden y contraen basándose
únicamente en diminutos impulsos; la médula ósea fabrica millones de células
sanguíneas, y mil neuronas saltan y ruedan juntas.
Asegura que nuestro cuerpo es un milagro
sorprendente al que alimenta el oxigeno, que puede vivir tres semanas sin
comida, tres días sin agua y por regla general apenas tres minutos sin oxigeno.
Le prestamos atención a cuanto se refiere a
nuestra alimentación, pero no pensamos en como respiramos normalmente.
- ¿Usted cree en Dios? - le preguntó el abuelo aprovechando un inciso.
- Naturalmente, tenga en cuenta que fuera de él no hay absolutamente nada,
él es todo.
- Pero usted pertenecerá a alguna religión, a alguna iglesia - insistió.
- Sí, señor, pertenezco a todas las religiones y a todas las
iglesias, sin embargo, no estoy con ninguna. Soy de la opinión que todas llevan
por bandera el "Amarás a Dios sobre todas las cosas", lo que ocurre
es que ninguna lo hace. Las iglesias han hecho del Amor un interés
absolutamente material.
- Si que es una opinión fuerte. Entonces ¿en que se apoya gran parte de su
trabajo cuando, al parecer, no tiene necesidad de religión o iglesia alguna?
- Verá, don Héctor, desde muchos miles de años atrás, el ser humano ha
sucumbido ante las fuerzas espirituales, y siempre ha estado atrapado por
religiones y posteriormente por una cantidad de iglesias cuyos nombres serían
empezar y no acabar. ¿Y cuál era el fin de todas ellas? Buscar la posibilidad
de quedarse con lo único que tenían los pobres, a los que, por cierto, deberían
ayudar; dese cuenta que hasta los poderes sucumben desde el Medioevo ante estas
estratagemas de las llamas del infierno. Toda una argucia que se aprovechó
siempre de la incultura, el fanatismo y la superstición del pueblo humilde.
No, don Héctor, yo soy mi propia religión e iglesia. No sigo más que la doctrina
que nace de mi interior. Tengo veinticinco años, sin embargo, hace muchos que
me dieron a entender que no se debe confundir Espiritualidad con Religiosidad,
que la primera es intrínseca de ser humano, mientras que la segunda siempre
está abonada por intereses de diferentes índoles.
No sólo don Héctor, sino que todos guardaron silencio, sin embargo, allí
arriba agarrada al pliegue del visillo había alguien que, con sus manos libres,
aplaudía tras la, para ella, al parecer, perfecta elocución.
Pasado un tiempo prudencial, doña Aurora, mujer muy religiosa y que no se
había perdido ni una sola palabra, le preguntó de nuevo a Juan de Dios, si él
creía en Dios.
- Mire, doña Aurora, y vaya por delante que no estoy aquí ni para atraer
adeptos a mi causa humanitaria ni para lastimar posibles susceptibilidades.
Yo tan sólo creo en Dios; entiéndame, tan sólo hay un Dios, solo un Dios, y
usted lo puede llamar como quiera, que es nuestro Creador, y que fuera de él no
hay absolutamente nada porque lo abarca todo.
El problema de la mayor parte de la sociedad que habita nuestro planeta es
que está tan materializada que tiene, gracias a una manipulación perfecta por
parte de las diferentes religiones e iglesias, cada una a su dios particular:
Jesucristo, el dios de los cristianos, Brahma el dios de la creación, Mahoma,
el "dios" mensajero de Alá, y así, por decirlo de alguna manera, cada
cultura ha tenido su dios particular, sin embargo, se olvidaron de su Dios
verdadero, aquél que fuera, según la Biblia el Dios de los hebreos, y del que
renegaría Jesús, que fue, por cierto, Rabino, y que dando de lado el Dogma de
Abraham, Moisés, etc., abandonaría ese Dogma, punto esencial de su religión, una Doctrina o un
sistema de pensamiento que se tiene por cierto y que no puede ponerse en duda
dentro de su sistema.
No obstante, él, más tarde se proclama único hijo de Dios, cuando hijos de
Dios somos todos. Y lo hace para formar una nueva religión, más tarde, una
iglesia, caldo de cultivo para los intereses materiales de los hombres que se
hacen poderosos y que hasta nuestros días la apoyan al amparo de la incultura,
etc. etc.
Esta respuesta daría lugar a un
nuevo silencio a modo de meditación.
- Entonces, ¿la Escuela? - Insistió don Héctor.
- La Escuela se está convirtiendo en una especie de comunidad enseñante,
por supuesto gratuita, para todo aquél que desee conocer sus valores con
respecto de la ayuda a los demás, sean de la condición que sean.
- ¿Pero, imagino que habrá un patronazgo, un mecenas, algún apoyo exterior?
- dijo ahora la abuela.
- No, señora. La mantenemos nosotros. En el caso mío doy clases
particulares de apoyo en Filosofía para estudiantes de Teología. También a algunos
que estudian, dentro del Derecho romano, partes de las distintas religiones, otros, que se
centran en el conocimiento, aprendizaje y el estudio científico y multidisciplinar de las religiones. Y es que este acoge sus
mitos, ritos, valores, actitudes, comportamientos, doctrinas y creencias.
También hay otros profesores y catedráticos: Ellos dan apoyo en Literatura,
y Lengua sobre el habla andaluza entre otras. Todos tienen sus trabajos:
universidades, facultades, privados, sin embargo, todos giran alrededor de este
maravilloso eje cuyo paradigma es la Escuela.
- ¿Y eso toda la semana? - se interesó Dolita.
Dicho esto, y aunque como es
natural, corrieron por el salón unos pensamientos...
- ¡Huy, huy! Dolita que se te está viendo el plumero. Naturalmente los
pensamientos eran de Choly.
- Toda la semana, excepción hecha de que los sábados por la tarde
hacemos una especie de claustro donde estudiamos las posibles mejoras y dar
solución a los problemas sociales que nos llegan durante la semana, y que no
vayáis a creer que son pocos.
- ¿Y cuándo vivís, quiero decir cuando dedicáis tiempo para vosotros? –
insistió Dolita.
- ¿Vivir? Vivimos toda la semana, ¿acaso te crees que trabajar para los
demás no es vivir? En parte tienes razón, nosotros no vivimos, disfrutamos de
la vida.
La no intervención de Raúl, dejaba
claro a todas luces que él era conocedor de todas las andanzas bien hechoras de
su primo. No obstante, preguntó:
- ¿Algún día pasará por esa cabeza con tantas ocupaciones el crear una
familia?
- De momento mi prioridad es cuanto ha quedado dicho, pero todo se andará,
hay que dejar que la sabia Naturaleza siga su curso.
- Me gusta usted, Juan de Dios, y el nombre le vino que ni pintado - dijo
la abuela, arrancando del resto unas risas las cuales se celebraron con unos
nuevos sorbos de aquel Cava, riquísimo.
- Oyéndolo hablar con tanta seguridad, estaba pensando en cuánto me hubiera
gustado el haber estado presente el día que leyó la tesis de su doctorado - dijo
el abuelo revolviéndose en su butaca.
- Lo cierto es que fue muy interesante al decir de todos cuantos llenaban
el paraninfo.
- ¿Se publicó su tesis? porque me gustaría conseguir un ejemplar - dijo el
abuelo.
- No se preocupe don Héctor, ya le haré llegar algo que le podrá interesar
más, aunque no sé cuánto tardaré, ya sabe que no todas las tesis, en razón de
su contexto, se suelen hacer públicas por parte de algunos Rectorados.
- Recuerda alguna parte de ella – insistió.
- Lo cierto es que fue una tesis poco común en la que no quise plagarla de
citas o frases estereotipadas, por lo que me limité a hablar de historias
filosóficas fantaseando un poco entre la realidad del pasado y nuestros días a
través de los ensueños teosóficos. No obstante, y como veo un interés especial,
os leeré una parte de ella, y es que desde entonces llevo los apuntes conmigo
ya que de vez en cuando se me ocurren cosas nuevas; la idea es completarla y
hacer un libro. Libro que, por cierto, puede usted contar con él, don Héctor.
Comenzaré diciendo que las conversaciones filosóficas
que arman esta Tesis que presume de ser algún día un libro de cierto interés,
intentan recoger diversas temáticas en las que como es natural no podía faltar
el amor por el filosofar a la vez que
mostrar nuestras preocupaciones más sentidas.
Desde el lugar de los pensadores y, por que no los
poetas, el conocimiento científico y sus afines, los movimientos ciudadanos, la
lucha antinuclear, la enfermedad y la muerte hasta Galileo Galilei, Darwin, o
el mismo Freud.
Por debajo de esta diversidad, algunas ideas
centrales son compartidas: el verdadero filosofar debe ir pobre y desnudo, nada
humano le debe ser ajeno, y, cual nudo esencial, todos los seres humanos,
cuando pensamos las cosas hasta el final, filosofamos. Y con nuestra propia
capacidad analítica desarrollada, y ayudada con la reflexión positiva de los
otros, miles y miles de seres anexos son
pensadores. Entre ellos, sin olvidarnos nunca, de aquellos ilustres clásicos de
la historia del pensamiento.
Creo que en la sociedad actual nos falta Filosofía, pero Filosofía de la
buena y no sólo como espacio o lugar sino como método de reflexión, que puede
no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer
otros objetivos que, en ocasiones, no tienen nada que ver con el interior. Nos
falta meditación, reflexión. Necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que,
sin ideas, no vamos a ninguna parte.
Hay días que pasan con relativa calma, pero
también hay otros en que se desatan las neuronas y el frenesí pensante o
escribiente. Hoy ha sido uno de ellos. Copio aquí algunas conversaciones
interesantes mantenidas en unos momentos en los que, a veces, ni yo mismo sé
por qué aparecen.
Volver al mismo sitio desde el cual partimos es
sinónimo de eternidad, lo cual suena a ser muy aburrido: dejémonos pues llevar
por los hilos de la vida con armonía, ya que está demostrado que todo llega en
su justo momento, y como quiera que todo comienza y acaba, a su vez, todo
cambia y todo permanece, a veces inalterado, y otras inalterable. Y repito que
de ser así, cuán aburrida ha de ser la eternidad.
XVI
Que la vida histórica de Jesús ha estado
desde hace más de dos mil años entre algodones, no debe cabernos la menor duda.
Y no, porque ella esté cubierta de tantas lagunas como lagos tiene el
continente australiano. Sin embargo, estoy seguro de que a no tardar muchas
décadas, algún día el ser humano abrirá definitivamente los ojos y entonces, de
par en par, alcanzará a ver y contemplar aquello que siempre se ha dicho de que
los árboles nos impiden ver el bosque. Un bosque preñado de tantos y frondosos
árboles que, si alguien, y me da igual quien sea, no lo remedia, seguiremos
ciegos, mudos, y sordos, y si me apuráis, hasta faltos de piernas para poder
huir de tanta corrupción y mentiras por no decir esa falsedad que intoxica y
llega a matar en razón de unos intereses en lo que tan sólo juegan el poder de
un dinero cuyos billetes fueron impresos con tinta roja, muy roja, escarlata
como el color de la sangre.
“Aun la primavera no había dado su último
adiós, y aquella tarde vestida de un tono gris marengo típico manchego, se
deslizaba por la Avenida Corpus Christi, colindante con el Parque de las Tres
Culturas, una finísima llovizna que, aunque, al parecer, inocente, cuando el
transeúnte se descuida se queda calado hasta los huesos; no ocurre así con los
más viejos o despiertos y ya precavidos del lugar conocedores de estas
experiencias.
“Cubierta por un sinfín de Jacarandás en una orilla y falsas Plataneras
en la contraria, los automóviles allí aparcados se veían cual pinturas
realizadas con miles y miles de pequeños lunares transparentes.
“Sorteando pequeños charquitos, tal vez por
poner a salvo de ellos la calidad de sus
magníficos mocasines de piel de Canguro, un jovencísimo y atractivo muchacho,
envuelto en una gabardina tres cuartos, caminaba por el acerado, con un
pensamiento encastrado de tal forma en su cerebro que ni una perforadora sería
capaz de sacarlo de allí. Y así, completamente imbuido en cómo debía de
presentarse, y exponer aquello de lo que era portador, por la gracia de aun no
sabía quién le había hecho merecedor de tal acontecimiento, toda vez que su
destino era, al parecer, y ello le tranquilizaba en cierta medida, realizar la
enigmática entrega.
“Por supuesto que sabía a dónde se dirigía y
quien lo recibiría, pero, ni aun así las tenía todas consigo. Por más vueltas
que le daba no conseguía entender aquello, y se preguntaba una y otra vez: ¿Por
qué yo, si he sido de los últimos en llegar?
“Venancio, al igual que sus compañeros,
quería saber pero no se atrevía a preguntar. Todos querían preguntar pero
intuían las respuestas y les daba miedo conocerla.
“Así que desistieron una vez más y siguieron
en la ignorancia así como con aquel sufrimiento que día y noche les tenía en
vilo. ¿Por qué una y otra vez se negaban ante la evidencia...? Una exposición
que, ante semejantes revelaciones, no podían negar que les creaban, en cierta
medida, un mar de dudas, llevándoles una y otra vez a un callejón sin salida. Y
ellos lo sabían, al menos estaban cada vez más cerca de aceptar aquellas
explicaciones tan llenas de insondables puntos que no se presentaban en
absoluto contradictorios con las notas que, por otros conductos, les habían
hecho llegar sin saber de donde procedían.
“Había sido aquel atardecer de finales del
mes de noviembre, cuando Venancio, se presentó en la casa de Telmo, el cual
dirigía el grupo de estudios teológicos, con el fin de mostrarle aquellas notas
anónimas recibidas a mediados del día en su buzón postal, y con la necesidad
de, una vez convocada la reunión de costumbre ante casos semejantes, proceder a
examinar cuanto decían aquellos extraños papeles.
“Aquello, aun reconociendo en su fuero
interno que no era nuevo, no dejaba de ponerle nervioso mientras en la puerta y
tras tocar el timbre de la forma convenida, esperaba a que esta se abriera
franqueándole la entrada.
“Cuando la puerta se abrió y ambos hombres se encontraron frente a
frente, Venancio, se abalanzó sobre Telmo con un fuerte abrazo. Este hecho, una
vez más, no le cogería de sorpresa toda vez que no era la primera en la que
recibía a su, llamémosle alumno-amigo en aquel estado de agitado nerviosismo.
“Hecho pasar al interior con un más que
reconocido gesto fraternal, fue invitado a que tomara asiento mientras que
Sara, una de las hermanas le traía un vaso con agua. Tras conseguir que se
sosegara, Telmo, al parecer, hermano mayor, con su habitual forma de tratar al
resto de la comunidad, le sugirió una total y tranquilizadora calma a fin de
que le pusiera al corriente de aquello que le había producido semejante estado
de ansiedad.
“Venancio, extrajo del bolsillo interior de
su chaqueta de cuero marrón, un abultado sobre en el que aún se podían apreciar
restos de aquel sello de lacre y con el que fuera cerrado con el fin de
salvaguardar de extraños cuanto de contenido había en su interior.
“Una vez reabierto el sobre y extraídos media docena de folios
amarillentos y puestos en orden dado que el nerviosismo del muchacho lo había
alterado después de leerlo y releerlo, Telmo comenzó a leer por la primera de
las páginas las cuales se mostraban con unas raras marcas, diferentes a una
natural numeración.
“Sin inmutarse lo más mínimo, toda vez que la
primera hoja carecía de cabecera, leyó para sí, en silencio, y con suma
concentración ante una letra poco inteligible, las seis hojas.
“Acabada toda la lectura, y mostrando una
circunspección nada habitual en una persona que a lo largo de su vida no había
dejado de mostrar entereza y solidez en la forma de dirigir a aquel grupo de
jóvenes y menos jóvenes de ambos sexos, al parecer, necesitados de respuestas
fiables a sus inquietudes espirituales, Telmo llamó a Sara para pedirle que, a
través del acostumbrado sistema de citaciones, llamara a todo el grupo con el
fin de una vez reunidos en el lugar de costumbre ponerlos al corriente de lo
acontecido recientemente.
“Al atardecer del día siguiente, y todos
ocupando el gran salón de la casa de Fina, mujer viuda desde hacía unos años, y
entregada posteriormente a las ideas de Telmo desde que lo conociera
personalmente en una conferencia, el bullir de naturales nervios, susurros y
leves comentarios entre los asistentes, no dejaba lugar a dudas de que en la
mente de todos existía la seguridad de que algo se iba a cocer en breves
momentos.
“La presencia de Telmo, hizo que el ambiente
entrara en una relajación distendida, no sin que alguna voz se adelantara para
preguntar al Maestro que era lo que pasaba. Telmo hizo un significativo gesto y
todos, en general, guardaron el debido y respetuoso silencio a la espera de que
él tomara la palabra.
Tras unos minutos de espera, comenzó a leer:
<<Para comenzar, os diré que con esto que os
ofrezco no pretendo juzgar, ni, mucho menos, intentar convencer a nadie. Tan
sólo pediros que analicéis la historia de algunas religiones. En principio
preguntaros por qué la religión cristiana califica a la musulmana como infiel
por el hecho de que ellos, sus seguidores, hayan aceptado a un nuevo Mesías
(mensajero), que les ha traído a un nuevo Dios, al parecer, más justo, más
misericordioso y ese largo etc., de cuyas manifestaciones se desprende que Alá
es el único Dios, y que Mahoma (Abu'I-asim Mohammed ibn Abd Allah), que era su
nombre completo, es considerado como el principal profeta, estando en la
creencia de que nació en el año quinientos setenta, y que, al parecer habría
tenido más tarde, paradójicamente, una revelación directa del arcángel san
Gabriel, la cual quedaría grabada en el libro sagrado del Corán; y esto sucede
en el siglo séptimo (622). ¿A qué religión pertenecían antes de esa
conversión…?
<<El Islam es una religión Abrahamica, hebrea y monoteísta que adora exclusivamente a Alá,
sin copartícipes, y la cual se iniciaría tras las más que rotundas y
magníficamente bien estudiadas manifestaciones de Mahoma en La Meca
(actual Arabia Saudita), y bajo cuyo liderazgo de este nuevo profeta y sus
sucesores, se extendería con extraordinaria rapidez.
<<En este
sentido no debe caber la menor duda de que este personaje llamado Mahoma y que
arrastró a tal cantidad de masa humana, no era más que un renegado ante una
imperiosa, quizás codiciosa, necesidad de adquirir un protagonismo aprovechándose,
sin duda alguna, de la ignorancia y la débil y escasa cultura del pueblo en
aquellos momentos, pues no hay que olvidar que el nacimiento de esta nueva
religión se produce después de una más que consolidada religión cristiana que
lleva ya rodando más de quinientos años, y de la cual se hizo acreedora la
actual iglesia católica, y a la que siguieron un sin fin de otras que fueron
así mismo generando sectas a través del mismo afán protagonista con
manifestaciones semejantes de las que quedaron desprendidos todo un caudal de
intereses materiales y en los que el término Espiritual no aparece por ninguno
de su infinidad de lados.
<<Llegados a este perspectivo punto a modo
de encrucijada, y ante una pequeñísima carga como podríamos llamar a esta
suerte de antimateria, dado que todo se apoya en la eliminación de aquella
religión primitiva cuyos padres Abraham, Moisés; los hebreos, al recibir de
Yahveh, la orden de asentarse en la tierra de Canaán, se pusieron en camino
inmediatamente, partiendo de su patria Ur de los caldeos (Mesopotamia).
Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob dedicados en su periplo al pastoreo
nómada.”
“Leído el último de los párrafos, un silencio
sepulcral invadía el ambiente; todos los miembros, aparte de un nerviosismo
extremo ante aquellas manifestaciones y a la que en su fuero interno comenzaban
a darle cierta veracidad por aquellos papeles cuyo color venía, al menos a
poner en tela de juicio el que tuvieran una antigüedad, se encontraban
expectantes. Y es que lo que les llamaba más la atención era aquel color y
textura parecidos a los famosos pergaminos de Qumrán, hallados en unas
vasijas en la costa norte del mar muerto, y que, al parecer, según profundas
investigaciones, su escritura absolutamente hebraica se habría realizado alrededor
de dos mil años atrás.
“Tras unos minutos de relajante e íntima reflexión,
Telmo se levantó, y guardando de nuevo aquellos papeles en el sobre, pidió
disolver la reunión. La idea, dijo, era volver a reunirse de nuevo después de
haber obtenido la opinión y el criterio de su buen amigo Serafín Sart,
Catedrático de Paleontología de la Universidad Internacional, cuyo trabajo se encuadraba dentro de las
ciencias naturales, y poseedor de un cuerpo de doctrina propio, compartiendo
datos, fundamentos y métodos con una Geología y Biología a la que se encuentra
estrechamente ligada.
“Tras acordar una nueva cita para el siguiente jueves
a la hora de costumbre, todos fueron marchándose de uno en uno, momento que
aprovecharon en la despedida para desearle una feliz ventura en aquella
esperanzadora entrevista.
“El doctor Sart, toda una reconocida eminencia en su
campo, no tardó mucho en leer aquellos casi ininteligibles caracteres, por lo
que sobre las once de la mañana siguiente, y en uno de los despachos anexos a
la dirección de la Facultad de Paleontología, adscrita a la Universidad, se
entrevistaba con Telmo, al que le comentaba el resultado de su estudio, y del
que había extraído que no encontraba nada contradictorio de cuanto encerraban
aquellos papeles; que él, particularmente, era conocedor de aquellos normales
términos, definiciones nada coyunturales y sí de una veracidad muy creíble, por
lo que, en definitiva, su recomendación a nivel del trato que mantenía Telmo
con su grupo, lo propio y más sano, a su juicio, era que mantuviera un debate
con todos los miembros, pues tan sólo de ello se podrían sacar conclusiones
positivas. No dejó de recordarle que, en cualquier momento, cualquiera de los
miembros que componen la comunidad puede ser acreedor de alguna información que, una vez recibida de forma
inconsciente, al respecto, ésta le pudiera haber llegado desde una dimensión
completamente distinta a la nuestra, y utilizando un vehículo así mismo
desconocido.
“Tras el abrazo de despedida, acompañado de un
especial agradecimiento Telmo abandonó la Universidad, bastante satisfecho con
las explicaciones de su amigo.
“Ya en su casa y tras haber cambiado unas primeras
impresiones con Sara, su compañera y licenciada por la Facultad de Teología y Derecho Canónico acerca del
encuentro con el doctor Sart, Telmo se retiró a su estudio. Una vez allí abrió
uno de los cajones del mueble que hacía de librería y extrajo el sobre; de
nuevo abierto, extendió los papeles sobre la mesa y se puso a contemplarlos.
Telmo se quedó un tanto paralizado al reparar en la inicial de cada uno de los
primeros párrafos que se correspondían con cada una de aquellas amarillentas
hojas.
“Puestas en un orden inverso, cada una de ellas
formaban ahora la palaba YESHÚA. Repuesto del sorpresivo descubrimiento comenzó
a releer, ahora partiendo de la página cuyo encabezamiento comenzaba por la
letra Y. Siguió aquel orden, y cuando acabó, aún con los nervios aflorando
sobre su piel, un sopor le hizo cerrar los ojos quedándose dormido…
“Durante el transcurso de aquel borrascoso letargo,
Telmo vivió intensamente un ensueño que, una vez despierto, recordó en
toda su amplitud y profundidad. Consciente de su magnitud y alcance no le
quiso comentar nada a Sara, pensó que sería mejor para él y por añadidura para
el grupo meditar aquella noche, reflexionar e intentar, mediante un exhaustivo
análisis, encontrarle cuanto de bien podía proporcionarle aquel conocimiento
llegado a través de un ensueño, por cierto, no pedido como en tantas ocasiones
ya le ocurriera…
“Al atardecer del jueves, tal como se había previsto,
y ya todos reunidos en el salón de la viuda Fina, Alequia, profesora de Yoga
pranayama, gracias a la cual algunos miembros del grupo habían alcanzado el
control de la respiración, y a través de ello un óptimo poder de concentración,
levantó la mano con el fin de llamar la atención del Maestro.
“Ante este gesto, Telmo, la invitó a hablar, por lo
que la joven levantándose comentó que sabedores, a través de Sara, de que él
había tenido un ensueño, pero, del que nadie sabía nada, en nombre de todos
deseaban conocerlo, y es que entendían, dijo, que todo cuanto concernía al
Maestro debía ser de una más que importante relevancia.
“Así, y sin más preámbulos y con la sencillez que le
caracterizaba, Telmo comenzó a relatar aquello tan vivido y que mantenía tan
fresco desde aquel despertar de nuevo a la vida; él era de aquellas escasas
personas que desde hacía mucho tiempo intentaba hacer comprender al género
humano de su alrededor más inmediato que dormir, si bien era necesario para el
cuerpo, no lo era en demasía, por lo que en cada despertar era como volver a
vivir de nuevo…
<<Caía el sol a plomo cuando me encontré a aquél
otro caminante; iba casi un centenar de metros por delante de mí. Cansado y un
tanto aburrido aceleré el paso por lo que en tan sólo unos minutos me coloqué a
su altura. Con el acercamiento, al pisar aquellos secos guijarros delataron mi
cercanía, él, volviendo la cabeza hacia mí me preguntó qué quién era yo. Tras
decirle mi nombre y escuchar de sus labios el suyo, Yeshúa, algo saltó dentro
de mí, algo a lo que sin saber por qué intenté encontrarle explicación toda vez
que ignoraba de quién podría tratarse; sin embargo, su nombre me llevó a la
necesidad de guardar un instante de respetuoso silencio.
XVII
<<Tras este brevísimo instante, volvió a
preguntar quién era yo, a que me dedicaba, y hacia dónde me dirigía. Al
responderle que me dirigía hacia Jerusalén después de que había partido de
Madaba, con la esperanza de poder publicar mis poemas, pues le dije que era
poeta, él no esperó a que yo le preguntase: Me dijo que también se dirigía a
Jerusalén; que había estado retirado en el desierto durante varios años,
instruyéndose para una labor que habría de realizar en breve, pero, sobre la
que no me quiso dar más detalles; sí me habló y largo sobre aquel lugar donde
estuvo, el cual se trataba de una especie de secta o comunidad judía a la que
si alguien deseaba formar parte habría de pasar unas pruebas para luego estar
allí, al menos tres años y después de este obligado tiempo ingresar durante un
tiempo no determinado.
<<No obstante, tras pasar los tres años, y
considerándose ya preparado para el desarrollo de aquella labor que me
insinuara, decidió abandonar la Comunidad y lanzarse a lo que, según creí
entender, sería de una profunda regeneración interior.
<<Faltando pocos kilómetros, a la caída de la
noche de un sofocante día de calor, por puro acto reflejo mientras buscábamos un
lugar donde tomar un bocado de lo que quedaba en mi alforja y descansar hasta
el amanecer, al parecer, y como brotando de mi subconsciente, al tiempo en que
me detenía a comparar el atuendo que él llevaba con respecto del mío, todo un
ropaje para soportar aquel calor de justicia: buena chilaba de loneta así como
unas buenas sandalias de piel y acolchadas para las aproximadamente once o doce
leguas que había entre Madaba y Jerusalén, con lo cual me veía obligado a
bordear la parte Norte del Mar Muerto, y la sencillez de la túnica no muy
blanca debido al más que evidente uso que tenía, así como unas sandalias cuyas
suelas y muy usadas correas mostraban su vejez, me decidí a preguntar por
qué había dejado aquella Comunidad.
<<En el lugar escogido le ofrecí una de las dos
mantas que yo portaba, detalle este que me agradeció y que tan sólo en su forma
de mirarme vi un profundo agradecimiento sin palabras. Así, una cierta empatía
hizo que me revelara su disconformidad con la religión Judaica a la que
perteneció desde siempre y de cuya doctrina era un fervoroso miembro,
juramentado, y entregado en cuerpo y alma a las leyes de Abraham, entre otros,
como representante de Yahvé, sobre aquella tierra de Oriente Medio, pero, que
estaba dispuesto a trabajar con el fin de conseguir formar una nueva Religión,
y todo debido a que el Judaísmo no aceptaba sus ideas progresistas, y ello,
independientemente de que el porcentaje de seguidores era mínimo en relación
con otras religiones como la Farisaica que era el grupo religioso más
sobresaliente en aquellos momentos, y que se llamaba así porque propugnaba ser
la escogida por Yahvé para salvar la verdad de los hombres y que el día del
juicio fuera la primera en ser salvada.
<<No se compone, me decía, precisamente, de
gentes del estrato superior, sino que abarca toda una categoría social, e
incluso gentes sin formación en su mayoría. Sin embargo, su relación con los
escribas es muy estrecha. Todos los fariseos del Sanedrín son escribas, y
aunque puede haber escribas no fariseos, no es lo común. Es por ello que
Fariseo y Escriba son en la actualidad palabras que vienen a significar lo
mismo.
<<Tengo la obligación de evolucionar y ello me
lleva a andar otros caminos, y no creas que no siento el renegar de mi actual
fe, pero es que hay algo en mi interior que un día sí y otro también me
insiste, me oprime el pecho y temo que el día menos pensado me voy a ahogar si
no me decido a cumplir con lo que, aunque no lo entiendo muy bien, parece ser
que mi nueva actitud ante los hombres hará que cambie el rumbo de muchos de
ellos.
<<No creas que lo he pasado muy bien en aquella
Comunidad. A decir verdad, lo he pasado mal, aunque es justo reconocer que me
enseñaron mucho acerca de cómo habría de ser mi comportamiento de ahora en
adelante; me abrí a ellos en mis deseos e inquietudes más íntimas. Tenía la
imperiosa necesidad de aprender acerca de todo cuanto, aunque, repito, sin
llegar a entender lo que me pedían desde los más profundo de mi interior. Allí,
y ante unas costumbres ajenas a las que siempre viví, fui desenvolviéndome lo
mejor que pude.
<<Fueron días de enseñanzas muy duros; sin
embargo, ante el deseo ferviente de salir airoso dada mi condición de
trabajador nato en razón de defender aquello de que nacemos para servir, ello
me valió para, llegado el momento, entender que ya no tenía necesidad de seguir
entre aquella gente, que había llegado la hora de comenzar mi nueva y
esperanzadora andadura; y fue así que, llegado a este punto, tomé la decisión
de abandonarlos, no sin una profunda despedida y un no menos y obligado y
amoroso agradecimiento por cuanta ayuda me fue prestada.
<<Como de pasar de la noche al día, y sin parar
de digerir cuanto durante aquel trayecto había estado meditando acerca de
aquellas revelaciones, nos encontramos ante la puerta de Jerusalén, esta
llamada de Sion, donde nos despedimos; curiosamente, y en esa parte del
ensueño, yo me apeaba de aquel burrito marrón con orejas blancas y que, al
parecer, había sido mi transporte durante todo el trayecto, detalle éste que, por
otra parte, tampoco entendí.>>
Llegado a este punto considerado como final del relato
detallado del ensueño, Telmo, sabedor de la alteración emocional que se podría
formar en cualquier momento, pidió guardar unos minutos de silencio y que cada
uno fuera reflexionando sobre lo escuchado…
Todos con la cabeza gacha y los ojos
cerrados, obedientes al deseo de su Maestro, se entregaron a ese momento en el
que la mente humana, si se consigue mediante una férrea voluntad, se
desvincula, o sería más justo decir la desvinculamos de otras realidades,
quedando aparcada en otro lugar mientras nuestros deseos trabajan sobre la
alfombra mágica de esa voluntad.
Así, y sobre ese tapete en blanco, ahora
todos o casi todos, tan sólo leían mentalmente lo que momentos antes habían
escuchado. Pasados unos minutos la voz de Telmo se dejó escuchar para preguntar
con un tono todo armonía, que les había parecido, y que opinaban acerca de
aquel extraño ensueño.
Samia, estudiante de Teosofía en su tercer
grado y muy identificada con la investigación sobre el conjunto de
doctrinas religiosas que defienden que el conocimiento de Dios se puede
alcanzar sin necesidad de la revelación divina, levantó la mano solicitando
permiso para hablar. Concedido éste, presentó el ensueño desde un prisma con
aspecto místico a la vez que aseguraba estar en la creencia de que debía de
tratarse de una revelación, aunque no podía explicar el origen de esta,
asegurando de que seguiría estudiándolo en profundidad y que más adelante
seguro que en algún momento le llegaría una respuesta, a su juicio, aceptable,
al menos así lo esperaba.
Desde el otro extremo del salón, erguido
sobre su silla y sin solicitar hablar, Marcos, dirigiéndose a todos manifestó
su desconcierto al exponer si cuanto opinaba Samia no hacia llevar todo ello a
la creación de una nueva secta.
Tras este último comentario, Sara tomó la
palabra para tranquilizar a uno y otra, y pedir que se centraran todos en las
revelaciones que Yeshúa, el compañero de viaje en el ensueño, fue descubriendo
durante el trayecto.
Yo he creído, o al menos me ha parecido
entender que ese personaje al que, sin duda alguna, identifico como Jesús de
Nazaret, se viene a decantar como el mismísimo Mahoma, o como aquellos tantos
otros y otras que, en reconocidas órdenes, abdicaron por no decir renegaron de
su juramentada Fe o acatamiento a unas sagradas reglas, para, en un afán de
protagonismo, erigirse en cabeza de una nueva institución, porque al fin y al
cabo de qué estamos hablando, dijo, cuando se trata de un juramento de
fidelidad a una doctrina sin más, y por poner un ejemplo ahí tenéis al Opus,
porque ¿quién era su fundador? Un Jesuita tardío que después de llegar tan sólo
a Capellán de la iglesia Católica a la que juró fidelidad eterna en el nombre
del Altísimo, de la noche a la mañana aseguró haber recibido de Él el deseo de
que fundara una institución como el Opus Deis, al fin y al cabo una secta más
de las muchas en la que si te adscribes como miembro será difícil el poder
salir.
Estas manifestaciones y a las que el resto
había prestado sumo interés las había exteriorizado Lionel, uno de los miembros
más mayores del grupo que, llegado de fuera de nuestras fronteras, había
conseguido huir de una secta de aquellas consideradas sumamente peligrosas.
Rafael, médico de mediana edad y
perteneciente a la sanidad pública, apoyando cuanto dijera Lionel, apuntó su
ignorancia acerca del por qué una persona a la que según la historia fue
llamada para tan alta empresa, y que según esta orden o como se le quiera
llamar vino de Yahvé, su Dios, entonces, tuvo que acudir a aquella comunidad
para instruirse, para aprender qué, se preguntaba.
Ante estas reflexiones el que, al parecer, se
encontraba un poco incómodo o un tanto nervioso era, precisamente Telmo, quién
dirigiéndose al grupo pidió cierta tranquilidad ya que eran varios miembros al
mismo tiempo los que deseaban comentar sus opiniones más particulares.
Así, de entre los sentados en la primera
fila, Joel, ebanista de oficio, tan sólo quiso apuntar que, si bien no sabía a
qué carta quedarse acerca de todo lo escuchado hasta entonces, por qué en
nuestros días no utilizábamos el nombre de Yahvé y tan sólo decimos Dios que es
un término aplicable a cualquier deidad.
Clara, paradójicamente, novicia en una orden
religiosa, dijo que ella siempre lo llamaba Padre en oraciones y plegarias, por
lo que no lo consideraba necesario llamarlo de ninguna otra forma.
No es eso Clara, la cuestión es por qué
Yeshúa, Jesús, tuvo que cambiarle el nombre cuando Yahvé era el nombre
del origen: recuerda como es llamado desde Abraham, Moisés etc., dijo Joel, sin
dejar de moverse un tanto inquieto en el lugar que ocupaba.
No obstante, habló ahora Fina, la viuda y
además una estudiosa y
pedagoga que, entregada a los jóvenes de su instituto, aunque ya retirada,
seguía manteniendo las enseñanzas de Jesús, cuando era requerida por la
Pastoral de su Parroquia con el fin de preparar religiosamente a aquellos niños
y niñas que habían de hacer su primera comunión.
En el uso de la palabra, manifestó su desacuerdo en
que Jesús fuera el primero que renegara de la Fe de sus mayores en el
tiempo, toda vez que, en aquella época, ya lo habían hecho los fariseos, al
frente de su líder Eleazar, Jefe de un grupo o movimiento político-social y religioso
así como Escuela del Pensamiento Judía en la Tierra de Israel durante el
período del Segundo Templo.
La nueva religión farisaica, manifestaba, evolucionó
para convertirse en la base litúrgica y ritual del judaísmo rabínico. Los
fariseos eran especialmente conocidos por su relación con los orígenes del
cristianismo y por sus conflictos con Juan el Bautista, y también con
Jesús al que, al parecer, y siendo conocedores de los desacuerdos de éste con
la doctrina y la fe Abrahamica, y que al igual que los fariseos era seguidor
absoluto del dogma implantado por el Talmud así como por las enseñanzas de la
Torá. Sin embargo, tened en cuenta que tanto los unos como los otros renegaron
de su fe. Y es curioso observar como en el Nuevo Testamento se menciona incluso
a Pablo como miembro del fariseísmo antes de convertirse al cristianismo.
Sin embargo, a
mí, particularmente, lo que más me llama la atención y sobre lo que no dejo de
meditar es: El Fariseo reniega de aquella fe Abrahamica, y conociendo las ideas
de Jesús, le ofrece a éste que se una al nuevo movimiento. Jesús no acepta, y
además critica su forma de ser; de hecho los acusará de falsos e hipócritas,
pero he aquí mi pregunta: ¿por qué entonces Jesús también, y en paralelo se
desvincula, reniega de su religión aun habiendo pertenecido a ella como Rabino?
XVIII
Un murmullo recorre el salón de un extremo a otro. Y
será otro joven, Julio, filósofo, el que le recordará al grupo el pasaje de
cómo Yeshúa se enfrenta a aquella distancia entre la costa Norte del Mar Muerto
y Jerusalén, primero, sin una ropa adecuada dada las bajas temperaturas que por
aquellos lugares se suelen padecer por las noches aún a pesar de los sofocos
durante el día, y segundo, sin tan sólo un pellejo de agua y un zurrón con algo
de alimento. Acaso pudiera ser que ya había recibido anticipadamente la
condición de la que más tarde todos somos conocedores a través de unos textos
bíblicos que, a mi juicio, nunca fueron constatados excepto por lo que sabemos
a través de la Iglesia Católica y sus conocidas manipulaciones. Por otro lado,
datos puestos de continuo en tela de juicio dadas las posturas de muchas
iglesias en razón de un sin fin de intereses materiales.
Lionel, apenas Julio acabó, comentó que como teoría
estaría bien, pero que él no le veía sentido toda vez que, sobre el tema que
nos ocupa, la persona de Jesús carece de valor histórico hasta que se encuentra
con Juan el Bautista en el Jordán. ¿Acaso es ahí donde Jesús, según los
escritos canónicos, comienza su verdadera historia? De ellos se deduce que
hasta entonces la vida de Jesús se desconoce; sin embargo, en ese momento,
parecer ser que Juan lo intuye, pero, ¿cómo no lo reconoce siendo su primo...?
¿Y de dónde saca Juan aquella manifestación categórica, a cuantos se encuentran
allí, de que éste es el Hijo de Dios? ¿Acaso no somos todos hijos de Dios? En
este sentido, es de lamentar que la Iglesia Católica aún siga perseverando en
que además debe proclamarlo categóricamente como que es el Unigénito.
También a Fina quiero recordarle que ya casi un siglo
antes, en Jordania, se dio el caso de un Mesías, según un texto hebreo
precristiano. También en Jerusalén un texto hebreo precristiano nos muestra la
idea de un Mesías que habría vuelto de entre los muertos después de tres días,
y de forma anunciada.
Sin embargo, otra de las preguntas que yo me hago es
¿Por qué Jesús siendo un Rabino, y según las escrituras habiendo dejado con la
boca abierta a los doctores de la Sinagoga en sus lecturas, de la Torá, y
recomendaciones posteriores en cuanto a la misma, cuando, además contaba con
tan sólo doce años, no quiso nunca ser Sanedrita?
¿Tal vez porque descubrió que el Sanedrín, por razones
que se desconocen, estaba confabulado con los gobernadores que Roma destinaba a
Jerusalén?
Al comentario de Lionel, insistió Fina: De
hecho, al parecer, existe de entre unos restos que fueron descubierto no hace
muchos años en uno de los socavones que acostumbran a formarse en la bajamar,
en la costa Oriental del Mar Muerto, una tablilla alusiva a la venida de un tal
Shimón como Mesías. Y otra que en los manuscritos del Mar Muerto se describe a
un "Maestro de Justicia", muy anterior a Jesucristo, y en la que dice
venir -aunque no se entiende- a salvar a los judíos.
Venancio, que había estado siguiendo los comentarios cabizbajo, apoyado
sobre su espléndida y poblada barba, levantó la cabeza, y mirando directamente
a Telmo se pronunció en el sentido de que a él le parecía, o más bien intuía en
que interpretaba el ensueño ilusionante en que el grupo que empezaba a formarse
y que ya contaba más de veinte miembros, si cada uno consiguiera atraer a más
seguidores la comunidad crecería como la espuma. Y aseguró que así es como se
forman las grandes sectas. Y agregó: creo que Telmo va a ser, y a mí me parece
que ya lo es un buen Guía Espiritual, dijo sonriendo y mostrando el mayor
desparpajo y convicción.
Telmo le devolvió la sonrisa, y agradeciendo
la confianza pidió, dada la hora de la noche, ya bastante avanzada, continuar
con el debate otro día pues se sentía muy satisfecho con los datos aportados en
razón de estudios, opiniones y las interpretaciones aportadas por casi todos
los miembros asistentes.
Así mismo recomendó estar siempre al acecho:
que las fuerzas negras no descansan y a nosotros concretamente nos queda aún
mucho trabajo. Cerró la reunión diciendo si les gustaría a todos continuar con
qué pudo haber ocurrido si el ensueño no hubiese concluido a la entrada de la
puerta de Sion en la despedida de ambos compañeros…
Cuando ya todos se habían marchado, Telmo, en unión de Sara, se despidió de
la viuda una vez más con el consabido agradecimiento por permitir el que fuera
su casa el lugar no sólo de encuentros causales sino el de la celebración de
las reuniones, además del lugar ideal en el que a veces se proyectaban nuevos
movimientos al objeto de atraer a posibles prosélitos afines a sus ideas
espirituales así como a las religiosas en su calidad de antesala de las
primeras.
Ya en la puerta, Fina con la sonrisa que la caracterizaba, volvió a
preguntarle a Telmo si algún día le querría hablar acerca de su vida. Telmo
devolviéndole la sonrisa, se limitó a asegurarle que cuando el grupo estuviera
preparado, él así lo haría, y que sería llegado el momento de conocer, en
profundidad, el por qué cada uno de los miembros se encontraban allí. No seré
yo solo, como tampoco, y aunque te sorprenda, serás tú la única. Todos lo
haremos desde una voluntariedad absoluta, ello nos ayudará a conocernos mejor,
conocer el pasado así como sus inquietudes presentes; ello será fundamental
para darle a este proyecto en común y, por así decirlo de una manera pedagógica
espiritual que aquello que entiendo como un mensaje recibido de las altas
esferas, tenga un final feliz, el cual espero nos llevará a alcanzar un
altísimo nivel de vida interior a través del cual veremos una luz diferente.
Dicho esto, abandonaron la casa de Fina, no sin comentarle que en próximos
días tendría noticias suyas con vistas a una nueva reunión.
Pasadas dos semanas desde la última reunión, cada uno de los miembros que
componían el grupo y a través de las llamadas telefónicas realizadas por Fina a
petición de Telmo, de nuevo quedaron emplazados para el viernes siguiente, a la
hora de costumbre.
Aquel nuevo encuentro en la casa de la viuda Fina, y ya todos ocupando un
par de sofás, con sus correspondientes sillones, a modo de tresillo, y algunas
sillas, todo colocado de forma que formaran una especie de media luna, desde
cuya ubicación cada uno se encontraba cómodamente instalado alrededor de Telmo,
éste dio por comenzada la reunión tras el fraternal abrazo colectivo, así como
el saludo de rigor acostumbrado desde aquel primer día en que se iniciaran
aquellos contactos tan deseados por algunos en razón de sus altas inquietudes
espirituales, la lógica y natural búsqueda de otros, manifiestamente cansados
ante la observancia de una sociedad, a su juicio, un tanto degradada por la
influencia de tantas lacras sociales, y la no menos e importante intolerancia
de parte de facciones que, o bien se sienten incómodas o negadas ante unas
ideas sin esperanzas en encontrar algo mejor con el fin de poder realizar sus
ilusiones, alcanzado un horizonte donde la pureza del ser humano brillara como
el sol que nos da vida y alumbra cada mañana.
Tras el paréntesis, fue la viuda Fina la que dirigiéndose a Telmo, le
solicitó abrir la reunión con un tema inusitado, pues si bien éste ya había
quedado acordado de antemano, fue ella la que quiso hablar de su matrimonio con
Alberto, y sobre el que comenzó diciendo que había sido un militar de alta
graduación, un Jefe como ella le llamaba dada su especial forma disciplinaria
de querer educar, no sólo a sus dos hijos, sino también y de forma tan ruda
como dura a ella misma.
“Las guerras como ya sabemos los que peinamos canas, son una
fuente de traumas psicológicos tanto para los combatientes como para la
población civil. La feroz represión impuesta a los perdedores de la Guerra
Civil no sólo impidió toda posibilidad de superación de los traumas que la misma
guerra conllevaba, sino que añadió una carga abusiva de sufrimiento. La
política de terror y silencio impuesta durante la dictadura creó el escenario
capaz de generar una verdadera epidemia de verdadero estrés postraumático. En
este sentido, os podéis imaginar las
condiciones sociales y políticas que propiciaron dicha condición al tiempo que
pretendían borrar la memoria herida de las víctimas. Había vivido tantos
momentos de desesperación y represión…
“Por ello, es justo reconocer, que él quedó muy afectado por todo a
aquello; fue por esta razón que no por otra el que, aunque lamentándolo en lo
más profundo de su corazón, autorizó a nuestros hijos, tanto a Abelardo como a
Gregorio, a que se emanciparan aun a pesar de no haber alcanzado la mayoría de
edad, y es que, los hermanos se llevaban de maravillas, hasta el extremo de que
ambos estudiaban la misma carrera de Ingeniería, así como que eran excelentes
participantes como jugadores de Rugby en el equipo de la Universidad, y donde
eran muy conocidos por su gran y destacado comportamiento social.
“Y razones no les faltaba a los dos hermanos, ambos coartada parte de su
libertad por la condición de un padre que no tenía otra meta para su casa, unas
reglas que escapaban absolutamente a lo más elemental para dirigir felizmente a
una familia.
“Por esta razón y con mi beneplácito, que no del todo y de buen grado de su
padre y tutor, tanto Abelardo como Gregorio, dadas sus magníficas notas y un
aprecio especial por el Claustro, consiguieron unas becas que los llevarían a
la Universidad de Oxford en Inglaterra, y cuya Institución Académica quedó
encantada ante la elección de los muchachos cuando el Rector inglés conoció el
expediente que le fuera enviado, regocijándose de tener en sus filas a tan
buenos estudiantes así como, por añadidura, excelentes jugadores.
En este caso, y en un leve impasse de Fina, Venancio comentó: Fina, ahora
habría que decir eso de “de tal palo tal astilla”, que el refrán también se le
puede aplicar a la madre.
Dicho esto, todos se sonrieron; Telmo agradeció el inciso ya que hacía rato
que venía observando como a la mujer le vibraban los labios con un tremolar
lleno de un sentimiento difícil de dejar en el fondo de cuanto narraba.
“Ahora me encuentro, muy a gusto entre vosotros, y muy contenta con que mis
hijos tomaran aquella decisión; es cierto que sufrí mucho cuando me quedé, en
cierta medida, sin ellos, aunque feliz por saber cómo se encuentran
semanalmente a través de las videoconferencias que celebramos.
Cuando una persona como yo se ha dedicado toda su vida a la Enseñanza, y
conociéndolos a ellos mi tranquilidad de conciencia es absoluta al recordar de
cómo sin el menor reparo no me opuse a su marcha. Sabía que ello iba a venirles
muy bien como así viene siendo hasta ahora. Cuando nos hablamos y les cuento en
lo que estoy metida, el más pequeño me comenta que él ya sabía que tarde o
temprano, y dados mis afanes por la Teología y la búsqueda Espiritual, acabaría
encontrando gente que llenara muchos de aquellos momentos de mi vida en que estaría
pensando en ellos.
“Aun recuerdo aquella época en la que recién jubilada, y dedicada a los
niños de la Parroquia, en la que practicaba las enseñanzas del Nuevo
Testamento, con fines de preparación a las comuniones en calidad de Catequista,
o en la Pastoral de los fines de semana, cuando volvía a casa, ya que mi marido
no quiso acompañarme jamás diciéndome una y otra vez que no quería beatas en su
casa, yo me sentía muy infeliz, así que aunque parezca una persona, en cierto
sentido mala, cuando murió, y que Dios me perdone, me sentí libre, tan libre
como me siento ahora con todos vosotros aquí en mi casa, que para mí no sólo es
una necesidad sino además de un placer con el que he llegado a entender que
incluso es una obligación que me llena cada día y cada noche.”
Tras un profundo y respetuoso silencio, Telmo, agradeció aquel momento tan
lleno de la más sencilla y humilde forma de hablar acerca de su intimidad
familiar, con lo cual los hacía a todos un poco cómplices de un sentir que
ahora llenaba todo un ambiente en el que destacaba la ternura, y a la que
Samia, levantándose y dirigiéndose hacia Fina la abrazó y besó, no pudo
resistirse dada su condición de persona dedicada al estudio de la Teosofía, un conjunto de enseñanzas y doctrinas
difundidas bajo ese nombre por la gran Helena P. Blavatky (también conocida
como Madame Blavatky), magnífica
escritora, ocultista y Teósofa rusa de finales del siglo diecinueve.
Después de un pequeño receso de minutos
contados, y en los que Lionel a petición de Fina trajo una gran bandeja con
tazas, así como una cafetera de la que se sirvieron todos a excepción de Telmo
que, según manifestó no ser amante de la cafeína, por lo que Fina,
personalmente, le preparó un té de hierbas, pues ya sabía de sus debilidades.
Depositadas cada una de las tazas en la
bandeja y retirada esta por el mismo Lionel quien la llevó de nuevo a la
cocina, Samia mirando a Telmo y tras recibir una mirada cariñosa de éste dio
comienzo a dar a conocer parte de su existencia, así como los motivos por los
que se había hecho amiga del grupo.
XIX
Como ya sabéis algunos de vosotros, mi nombre
es Samia Niegguer; nacida en Nápoles (Italia) aunque de padres rusos, y
cristianos ortodoxos que, por asuntos de trabajo, acabaron en el país vecino
para más tarde trasladarse a España, donde ahora viven retirados desde hace más
de diez años.
“Con idea de conocer costumbres y culturas
relacionadas con el Ocultismo, tomé la decisión de emanciparme por lo que he
viajado por India, Pakistán, Grecia, así como otros entre los que se cuentan
Argelia o Marruecos. Este país y en concreto la ciudad de Fez me acogería con
entusiasmo aquella semana en la que se celebró un Congreso de ocultistas y
personas dedicadas a las ciencias ocultas, cuando supieron de mis profundas
inquietudes, conocimientos, y donde había estado.
“Os puedo decir que desde muy joven me
incline por las atrayentes experiencias de Alexander, un viejo amigo de mi
padre que era Pope (sacerdote de una iglesia Ortodoxa). Él me llenó con unas
historias que al final darían alas a mi fantasía y a mis deseos de saber más
acerca de la Teosofía desde la perspectiva de que es uno de los tantos nombres utilizados para designar a una sabiduría sin edad,
eterna, que no es otra que el conocimiento de la verdadera realidad.
“Del mismo modo que la ciencia
no crea las leyes que rigen la naturaleza sino que las descubre, la Teosofía,
al menos para mí, es la realidad, y todos los seres humanos vamos aprendiendo
progresivamente las más óptimas porciones del conocimientos de esta realidad;
al mismo tiempo y como buen cristiano no dejó de interesarse en que también
tuviera algunos conocimientos bíblicos, sobre todos y no sé porqué con cierta
insistencia, en los que se referían al Nuevo Testamento, especialmente a todo
lo escrito sobre los Hechos de los Apóstoles.
“Así, mis primeros pasos en el
mundo de la búsqueda e investigación de la vida religiosa y Espiritual me
llevaron, estando en la India, a Adyar, un enorme vecindario en el Sur de
Chennai (antigua Madras). Este se encuentra en la orilla Sur del río Adyar;
perteneciente a la región de Gandhi Nagar siendo una de las localidades más
ricas, y en la que tuve una estrecha relación con una Organización Esotérica y
en la que estaba encuadrada la Sociedad Internacional de Teosofía.
“Como quiera que mi facilidad
para el aprendizaje de idiomas fue captado por Nerendra, uno de sus jóvenes
dirigentes, éste se interesó por enseñarme, ofreciéndose a ello durante algunas
horas. No puedo negar que allí adquirí grandes conocimientos acerca de la
Religiosidad y Espiritualidad de aquellos pueblos y sus culturas ocultas, sin
embargo, también viví uno de los momentos menos de deseados durante el periodo
de aquella estancia.
“Dada nuestra juventud, me
ofreció vivir en su casa. Al principio todo marchaba bien en lo que a
enseñanzas y reflexiones sobre el mundo actual se refería, hasta que cierto día
y tras la fiesta llamada de “Los Colores” que se celebra por Marzo y en la que
se consume el Masala Chai bebida tradicional de la India, hecha de té muy
especial y en el que, combinado té negro con diferentes especias este compuesto,
ayuda a mantener el cuerpo caliente siendo además muy reconfortante.
“Aquella noche, noté a Nerendra
muy acalorado. Cuando regresamos a la casa se empeñó en preparar un poco de
Masala Chai. Aunque no de muy buen grado, acepté por lo que él se metió en la
pequeña cocina y comenzó su ritual de preparación. Mientras me acomodé en el
pequeño saloncito hojeando algunas revistas de corte esotérico, y en las que se
encontraban insertos artículos muy interesantes referentes a la no admisión por
parte de la ciencia de muchos de los temas que normalmente se trataban en la
Sociedad Teosófica y que daban pie a algún que otro debate aun a pesar de, como
yo dije siempre, porque debatir, si aquí estamos todos en el mismo bando.
“Cuando salió de la cocina
portando una pequeña bandeja, regalo de sus padre, junto con un par de teteras,
cosa que no dejó de merodear por mi cabeza, ya que mi primer pensamiento fue
¿Por qué dos? Podría haber preparado la del desayuno que es mayor?
No obstante, estaba tan cansada, que dejé de darle
importancia, por lo que tras un pequeño brindis, nos tomamos la dulzona bebida.
“Comentando una serie de
artículos recién publicados por una Universidad Europea, comencé a sentirme un
tanto mareada; pensé en ese instante, que ello posiblemente se debía a aquellos
momentos vividos durante la fiesta y en la que entre cánticos y ofrecimientos a
los dioses de costumbre, junto con el aroma de la flores y el intenso olor que
desprendían la infinidad de varitas de incienso, hiciera mella en mi mente ya
de por sí un tanto cansada tras el trabajo realizado a lo largo de aquellos, a
veces, infatigables, días.
“No obstante, aproveché el
momento en que Nerendra, dijo que iba a ponerle un poco de agua a una planta
que tenía a la entrada, y que se trataba de un “Lirio de la Paz”, al parecer,
muy querido en la india; el caso es que le dije que me iba a la cama, que me
encontraba cansada, comentario este al que él no le dio importancia limitándose
a darme las buenas noches.
“Mi sorpresa, como podréis
imaginar, fue de lo más desagradable, cuando al despertar por la mañana me
encontré con que estaba completamente desnuda y viendo mi camisón de dormir
tirado en el suelo, al lado de la cama. Entonces recordé la noche anterior, la
charla y las dos teteras, por lo que algo me dijo en mi interior que había sido
violada durante el sueño.
“Sin embargo, reconocí que no
me sentía dolorida lo más mínimo. No obstante, tras observar en la sábana unas
manchitas lechosas, ya no me cupo la menor duda.
No sentir dolor alguno fue debido en primer lugar a que no
era la primera vez que había realizado el acto sexual con un hombre, aunque las
anteriores, a diferencia de esta, fueron absolutamente consentidas, y en
segundo lugar, y con toda seguridad, habría utilizado un preservativo bien
lubricado.
“Salté de la cama, sin dejar de
dar vueltas a mi imprudente confiar, y me dirigí al Cuarto de Baño. En él, y
tras una más que exhaustiva exploración, hube de reconocer que me encontraba
completa y perfectamente limpia ¿acaso se había detenido a asearme
concienzudamente?
“Salí del Cuarto de Baño, con
la idea fija de recriminarle aquel abusivo comportamiento aprovechando
semejante momento, pues estaba segura de que se había producido la violación,
pero cuál fue mi sorpresa cuando junto a las dos teteras encontré una nota en la que me decía que había tenido
que ausentarse, al parecer, le habían pedido que viajara a la ciudad de Jarayam
Nagar, en la costa, y en cuyo templo debía estudiar unos texto antiguos, y que
me pedía perdón por el comportamiento, pero que no pudo remediarlo aunque debía
creer que lo intentó.
“Esa misma mañana, después de
desayunar, me fui a ver al Presidente de la Sociedad. No se encontraba en su
despacho por lo que me limité a comunicarle a través del Secretario de la
Institución, que abandonaba tanto mis estudios como mi estancia en Adyar, y que
regresaba a España.
“Aquel viaje de vuelta fue el
más duro de los realizados, pues no dejaba de pensar en cómo me pude confiar de
aquella manera tan extrema, así que entre sollozo y sollozo, transbordo y
transbordo, sin dejar de llamarme estúpida una y otra vez, acabé
definitivamente aquel oneroso viaje a la India.
“Ya de vuelta en España y
nuevamente asentada en “Toledo, solicité ser inscrita en la Facultad
de Humanidades aquí en esta ciudad, y perteneciente a la
Universidad de Castilla-La Mancha.
“Durante los dos primeros
meses, y dados mis conocimientos y trayectoria, se me solicitó para realizar
estudios sobre el Monasterio Cisterciense de Santo Domingo de Silo, aunque más
conocido como el Convento de Santo Domingo “el Antiguo”.
“En él, alcanzaría una alta
estima gracias a los resultados obtenidos; un trabajo que no haría yo sola,
sino que fue muy bien ayudada por la Coordinadora del Convento Sor Inmaculada,
la cual trabajó junto a mi codo con codo, hasta que no tuve más remedio que
dejarlo de forma temporal por recomendación médica.
“Yo no me había dado cuenta,
pero fue Sor Inmaculada la que, una mañana al cambiarnos de ropa para entrar en
la Cripta de la Iglesia, que me comentó que de cuánto estaba embarazada.
“Como no podía ser de otra
manera, mi sobresalto fue de lo más morrocotudo por lo que de inmediato, y
antes de colocarme el mono de faena, me miré en el espejo; no podía creer, o
sí, lo que estaba retratando el cristal al colocarme las manos sobre el bajo
vientre, por lo que me dije abiertamente: “¡aquél sinvergüenza que presumía de
ser una persona tan Espiritual, me engañó bien!”.
“Ahora es lógico que os hagáis
varias preguntas, pero, no hace falta. Yo os daré las respuestas: De aquello ya
ha transcurrido más de un año. No volví a la facultad y por consiguiente,
tampoco al Convento, aunque aun mantengo una maravillosa relación con aquella
monja tan bondadosa, trabajadora y buena, y conocida como Sor Inmaculada.
“Meses después, y sin la menor
dificultad, di a luz a una preciosa niña India, con la que mi madre está
encantada y yo, evidentemente, también, aunque no dejo de pensar cuál sería mi
comportamiento si algún día, y por ese azar en el que, por supuesto, no creo, y
sí por esas causalidades de la vida, me encontrara frente a frente con su
padre.
“Verdaderamente sería todo un
dilema aunque justo es reconocer que tratándose del padre habría de buscársele
al momento un tratamiento un tanto especial, dijo Fina, mirando directamente a
Telmo, que sonriente ante el comentario, se limitó a decir: Bien, a menos que
alguno de vosotros desee hacer un comentario al respecto, aunque os recuerdo
que sobre ello no vamos a abrir ningún debate, por lo que es preferible que de
forma íntima y personal cada cual realice las reflexiones que crea conveniente
acerca de cada uno de los temas que en calidad de, digamos, presentación se
vayan sucediendo, pues ello no hará más que enriquecernos interiormente.”
Con el fin de que cada uno
fuera meditando, y a su vez reflexionando cuanto quedaría expuesto en esta y
futuras reuniones, y en las que cada cual aportaría durante cada sesión, no
sólo sus inquietudes sensoriales respecto de los temas que se iban tocando,
sino de aquellas personales motivaciones que les habían inducido a entrar en el
grupo, Telmo, ante el tiempo consumido por la exposición tanto de Fina como de
Samia, éste decidió que ya estaba bien por aquel día, por lo que al tiempo que
recomendaba se pensara en todo lo expuesto, lo mejor sería continuar en otra
ocasión, para lo cual le pidió, una vez más permiso a Fina, a fin de realizar
la siguiente reunión el próximo Martes a la misma hora.
En esta ocasión, adelantarían
unos días con el fin de que no se enfriaran los pensamientos de cada uno en
razón de lo que habían escuchado hasta ahora, y de esta forma estudiar la mejor
manera de realizar sucesivas exposiciones.
Con esta última recomendación y
con la que todos estuvieron de acuerdo se disolvió la reunión, no sin que
Lionel, reteniendo a Telmo en la puerta de la calle, le solicitó permitiera el
que fuera él el siguiente en exponer todas aquellas inquietudes que estaba
deseando exteriorizar.
Tras un sincero y fraternal
abrazo al tiempo que unos a otros se deseaban un feliz fin de semana, todos
abandonaron el edificio, tomando cada uno la dirección de sus domicilios respectivos, aunque algunos de
ellos, bien por una razón de nueva y relativa amistad, se detendrían en alguna
cafetería cercana al objeto de celebrar el nuevo encuentro así como de
estrechar lazos que más tarde y gracias a aquellos conocimientos tan profundos
les harían llegar a ser mejores personas en el campo, no sólo de la
solidaridad, sino de la entrega hacia sus semejante, pues como decía Telmo, en
más de una ocasión “estamos aquí para servir”.
Aquella otoñal tarde de Martes,
algunos miembros del grupo ya se encontraban ante el portal de Fina; charlaban
amigablemente entre ellos comentando, a lo que cada cual habría dedicado un fin
de semana que se vio oscurecido por una nevada impropia de la época, pues
alguno consideraba que aún no era tiempo de que se dejara caer aquella fuerte
granizada que más tarde y ya muy anochecido habría convertido todos los
espacios como propios de una postal de lo más navideña.
En un aparte de la pequeña
reunión, se encontraba Lionel, inmerso en un dédalo interior del que, al
parecer, y tras mucha meditación no acababa de salir, y es que de continuo y
durante todo el fin de semana no había hecho otra cosa que preguntarse: “¿cómo
estoy metido de nuevo en otra historia…?”
De este ostracismo fue sacado
por la voz de Fina, cuando asomándose a la puerta, dijo que ya podían pasar…
Una vez todos en el interior y acomodados como de costumbre,
Telmo, tras saludar al modo habitual o sea con la mano en el pecho y una
sonrisa de oreja a oreja, dio comienzo una nueva sesión. Así y mirando a Lionel
le dio a entender que podía iniciar a exponer su inquietud y para la que no
habría límite de tiempo, pues tiempo era lo que tenían hasta la prudencial hora
de retirarse todos y quedar a la espera de una nueva cita.
Así y aun a pesar de la relativa edad que ya pesaba sobre sus anchos
hombros, no pasaba inadvertido que era un manojo de nervios, por lo que sin más
espera comenzó:
“Nací en Alcolea del río, en la provincia de Sevilla y al borde del río
Guadalquivir que la baña. Muy pronto mis padres decidieron trasladarse a
Barcelona concretamente a un pueblo llamado Sabadell y en el que existe una
industria textil. Allí mi padre trabajará como mecánico de máquinas de
hilaturas.
“Con el tiempo, la edad de mayoría cumplida, y unas
inquietudes espirituales descubiertas por una persona cercana al ámbito
familiar, fui invitado a acudir a un grupo de gente que se reunía periódicamente
para, entre cánticos y oraciones, cubrir sus necesidades religiosas.
“Como quiera que ello no me cuadraba, toda vez que no
encontraba la suficiente base para invertir mi tiempo allí, decido irme a
América tras haber oído comentarios, al parecer, de cierto interés acerca de la
iglesia de los Gedeones, una seria organización cristiano
evangélica de hombres de
negocio, y entregados profesionales, dedicada a la distribución, casa por casa,
de copias de la Biblia traducida a muchos
idiomas y en países muy diferentes.
XX
“Como quiera que tampoco fuera lo que iba buscando, me quedé
un tiempo trabajando en lo que me salía. Y fue en aquel tiempo que conocí a una
muchacha estudiante de historia y que, puesta al corriente de mis
inclinaciones, me habló de la iglesia de la Cienciología a la que ella así como
su familia pertenecía.
“Allí me llevó, y una vez presentado, y haberme puesto al día, en calidad
de neófito, acerca de la organización, a su manera, claro, decidí junto a ella
hacer la prueba. Me convencieron sobre todo los estudios, aunque me escamaba un
tanto el trato en razón de los trabajos que había de realizar diariamente y que
no consideré propio de quien tiene en su mente una búsqueda absolutamente
definida.
“Esto que os comento a continuación y que,
por supuesto, es parte de mis vivencias, trata sobre un grupo de jóvenes que,
acusados de delitos que no habían cometido, decidieron tomarse la Justicia por
su mano.
“Una
vez terminada la aventura, se celebró contra ellos un juicio, según sus normas,
del que, por cierto, curiosamente, salieron completa absueltos.
“No obstante, este juicio fue
considerado como algo muy especial
dentro del ámbito de una grandiosa ciudad y en la que en aquel tiempo me
encontraba realizando un complicado trabajo de captación para la, iglesia de la
Cienciología que, como ya sabéis, era y sigue estando activa desde mediados del
pasado siglo veinte.
“Este, por llamarlo de alguna
forma, núcleo de la Cienciología, se
basa en la creencia de que cada ser humano tiene una mente reactiva que da
respuesta a los traumas de la vida, nublando la mente analítica desarrollada e
impidiéndole experimentar la realidad.
“Todo ello ocurriría en
Barcelona, ciudad a la que fui destinado tras haber concluido mi preparación en
una de aquellas instituciones de la iglesia y dedicada a la preparación de
nuevos “apóstoles” y ser todos ellos posteriormente repartidos por diferentes
partes del mundo con el tan sólo objeto de enrolar personas lo más pudiente
posibles.
“Y esta era mi misión. Tras un
arduo periodo de preparación de muchas, muchas horas de internamiento a las que
no podía negarme una vez comencé a girar alrededor de aquel maldito eje, y al
que me quedé clavado por una absurda curiosidad, o tal vez necesidad de
averiguar si era aquello lo que yo iba buscando desde siempre.
“No fue así ya que desde casi
los primeros meses, y aunque, no voy a negarlo, un trato exquisito, procedieron
de la forma más sutil, a ir limpiando cuantas ideas preconcebidas yo tenía
desde mi adolescencia…
“Naturalmente su limpieza mental es un método,
más o menos eficaz dependiendo del individuo, y cuyo objetivo es hacer que este
admita unas informaciones cualesquiera a otra persona, con la técnica de la
repetición hasta que el objetivo sea alcanzado.
“Había ocasiones en las que se utilizaba la violencia
verbal, a veces física para confirmar o crear una jerarquía definida de superioridad entre el monitor y el alumno a lavar.
“Más tarde supe de nuevos métodos para el lavado
mental, realizado por los medios de información sobre la población, el cual
puede efectivamente tener a largo plazo el efecto de imponer el punto de vista
de los medios sobre la población. El mejor medio de evitar el control de
información es utilizar varias fuentes dentro del posible espectro informativo,
aunque hay veces en las que no es
efectivo.
“Como es natural y ya harto de todo aquello, pido ser
recibido por la dirección. No es que se me negara, pero lo cierto es que hube,
y desconozco la razón, de esperar varios días; unos intranquilos días en lo que
observé que el trato hacia mi persona ya no era el mismo.
“Cuando fui recibido,
y puesta sobre la mesa la decisión de marcharme, os aseguro que jamás he
escuchado, más recomendaciones con el fin de que no abandonara, sopena velada
de que toda la responsabilidad habría de ser mía, y que ellos no se hacían
cargo de lo que me pudiera ocurrir fuera de la Institución, por lo que insistía
el director en que me quedara con ellos.
“Mi rebeldía no me hizo mucho bien ya que al día
siguiente fui acusado de haber sustraído material escrito propiedad de la
iglesia. Este no fue un caso parecido al anterior, ya citado, ni salió fuera de
la corporación, pero se me formó un juicio interior, y siendo recluido en mi
habitación por tiempo ilimitado.
“Afortunadamente, las ventanas no eran de orden
carcelario, por lo que una buena tarde aprovechando que venían a recoger ropas
para lavar, cosa que era realizada por una lavandería industrial, cubriéndome
el puño con una toalla rompí uno de los cristales, manipulé la falleba y
abriendo una de las hojas, salté al jardín trasero justo en el momento que
estaba a punto de pasar el vehículo de transporte, y una vez pasado me colé en
su interior.
“Ahora soy un hombre diferente, pues no sólo me teñí
el cabello y me dejé la barba, sino que hoy me llamo Lionel cuando antes tenía
otro nombre, y os pido disculpas por no dároslo a conocer, aunque podéis estar
tranquilo, que todo lo tengo en regla gracias a un amigo funcionario que me
hizo entonces una documentación tan nueva como legal”.
Apenas había terminado de hablar Lionel, y, al
parecer, ya mucho más tranquilo después de haber soltado aquella carga de
energía que, parecía lo estaba estrangulando, uno de los miembros llamado
Julio, y a la sazón estudiante de Psicología, sin dar tiempo a la pausa de
costumbre después de que el grupo hubiera escuchado al miembro que había estado
en el uso de la palabra, dijo sin la menor preocupación de sí su intervención
sería políticamente aceptada no sólo por Telmo, sino por el resto del grupo al
que esta, llamémosle interrupción, les cogió por sorpresa.
No obstante, sería Telmo el que alzando su mano
derecha, en un acto reflejo de acallar posibles comentarios al respecto, aceptó
de buen grado el inciso para, mediante un gesto, indicarle que podía hablar.
Querido Lionel, yo entiendo que, aunque el término
"secta" esté
relacionado con los grupos que poseen una misma afinidad, con el paso de los
años, este ha adquirido una connotación más relacionada con los que estimo
son grupos radicalizados, y por ello en
general religiosos, y tendentes a controlar el pensamiento distinto al suyo,
fuera y dentro de su organización.
En este sentido, pienso que trabajan así, y que por supuesto están presentes dentro de algunas "sectas": el lavado mental, el lavado de cerebro, el control
mental, la persecución, la explotación humana y diversas formas de abusos.
Desde el punto de vista sociológico, es un grupo de personas con afinidades comunes y de hecho,
equivocadamente, muy mal llamadas de enseñanza, culturales, religiosas o espirituales etc.
Habitualmente es un término bastante usual, y frente al que ha surgido, el
de "nuevos movimientos religiosos”.
Ahora sí se produjo una especie de lapsus en el grupo, un silencio que el
mismo Julio decidió cortar cuando continuó, no sin dirigirle una breve y
directa mirada a Telmo.
Una vez comentado esto me gustaría si no hay ningún inconveniente, ser yo
el que continúe con una nueva exposición, en esta ocasión, aprovecharía para
hablaros de mi persona, de mis vivencias, trayectoria y del porqué decidí
entrar en el grupo, favor que he de agradecer una vez más a Telmo después de haberme
aceptado tras tan corta conversación.
Ya algunos de vosotros me conocéis
un poco, para el resto os diré que soy extremeño, de Cáceres, nacido en un
pequeño pero precioso pueblo llamado Jarandilla de la Vera, muy cerca del
maravilloso Valle del Jerte, que sin duda sabréis de él, y donde, al parecer,
según mi familia, dedicada a la enseñanza, vieron en mi unas dotes especiales
para dedicarme a la profesión que me trae de cabeza, toda vez que he tenido que
repetir en dos ocasiones el último curso para conseguir mi licenciatura.
“Ahora ya estoy licenciado y practico mi profesión como autónomo en una
pequeña consulta que monté aquí muy cerca, en Puente de san Martín. Ello fue
debido a que mi novia es natural de la villa. Y es que aquí nos conocimos gracias a un fraile, hermano de su madre, el
cual sabiendo de mis inquietudes me permitió conocer aquel Monasterio de san
Juan de los Reyes, más que Monasterio, Convento o Cenobio y al que me invitó a
conocer y realizar si lo deseaba algunos estudios acerca de muy antiguos
eruditos que realizaron grandes y profundos trabajos sobre el comportamiento
mental del ser humano, hasta donde la iglesia Católica podía permitir en
aquellos lejanos tiempos, evidentemente.
“Todo sucedió cuando pasando unos días en casa de unos amigos, a los que
conocí durante unas navidades, al asistir con su familia a la tradicional Misa
del Gallo, que nos fijamos el uno en el otro al estar ocupando parte del mismo
banco. A partir de entonces y gracias a la intermediación del fraile comenzamos
a vernos los fines de semana ya que yo aún había de realizar un desplazamiento
de casi dos horas.
“Aún sigo estudiando acerca del por
qué Amelia, que así se llamaba, fallecía un año después de conocernos y tras
estar inmersos en los preparativos de nuestra boda. El caso es que a mediados
de la semana recibí una llamada de su familia,
con la petición de que fuera a verlos con la mayor urgencia.
“Anuladas todas las visitas que tenía pendiente para el resto de la semana,
sin la menor dilación me desplacé a Puente de san Martín, y allí encontrarme
con la noticia más desesperante que he recibido en mi vida.
“Ante unos padres deshechos por el dolor, el hermano fraile y el Médico de
la familia que la había estado atendiendo, pude enterarme de que el lunes
siguiente a mi partida de costumbre, y haberla dejado en perfecto estado, había
entrado en una profunda depresión acompañada ésta de un complicado episodio
febril tal que de forma incomprensible la habría hecho fallecer dos días
después.
“El resto de la semana, independientemente, de haber ayudado a los padres
con el funeral, aproveché para consultar con el único Facultativo del pueblo el
cual me decía abiertamente que no lo entendía, que era un caso extraño y propio
de estudio.
“Queridos compañeros, ya os podéis imaginar cómo me sentí y me siento
actualmente, pues no sólo no consigo medio averiguar cual pudo haber sido la
causa de tan desesperanzador suceso, sino que yo mismo entré en un debate con
Dios acerca de aquel final, y más aun siendo una persona mentalmente
equilibrada, y con la suficiente capacidad analítica desarrollada como para no
caer en la trampa de la ignorancia. Sin embargo, caí y esto es lo que me hizo
buscar ayuda fuera de la profesión”.
Con estas últimas palabras, y a todas luces casi sin poder continuar por un
nudo en la garganta Julio, se envolvió en una capa de silencio, y con la cabeza
gacha se deshizo en unas lágrimas que estuvieron esperando a salir durante
mucho rato. Momentos después se levantó de forma humilde pidiendo disculpas por
su debilidad.
Este instante lo aprovechó Sara, para decirle a Telmo, si le parecía bien
continuar con su proyecto en una futura reunión ya que era consciente de que
los sentimientos estaban muy constreñidos.
Telmo, aceptó la sugerencia. No obstante,
quiso comentar: Un caso como este nos podría servir de revulsivo para, si en
alguna ocasión nos negamos a verlo como causante de sufrir un vacío. Sea cual
fuere la reflexión que hagamos sobre ello, y para ello os invito a meditar; ya
sabemos de dónde venimos y en lo que no queremos convertirnos, y por lo tanto
legarlo a los que vienen detrás. Fijémonos por una vez en lo sutil de una
mirada y seamos flexibles pero firmes a la hora de aceptar los cambios de valores que sirven para seguir engranando
nuestras mentes.
Tendremos que salir a la nada, mirar en
órbita desde el exterior gris pero cuajado de estrellas blancas, comprender a
Julio cuando nos ha dado a entender que el mundo puede no ser
verdadero pero sí real. Así, asumir la enseñanza de una enfermedad
mental y mixta puede ser una buena
manera de llegar, por fin, al punto de inflexión y de ponerle a todo un
pensamiento más efectivo que la negación a lo evidente. Esa sería una buena
forma de colocarse para mirar y meditar a fondo, sobre todo, sabiendo que no hay espejo que nos saque de nosotros mismos, pues se
necesitaría otro Espíritu, otra colocación en nuestra forma de mirar y de
aceptar ese pensar.
Observando la aceptación de casi todo el grupo a lo que
acababa de decir, Telmo, decidió al igual que en reuniones anteriores, dar por
terminada la velada, no sin comunicar que la próxima reunión tendría lugar el
martes siguiente a la hora acostumbrada con lo que dejaba suficiente espacio de
tiempo para meditar y reflexionar sobre lo acontecido.
Durante esos días de meditación y reflexión acerca de lo oído
de boca de Julio, Lionel, el domingo por la mañana, se encontró con Samia en la
Cafetería del gran Centro comercial
situado en la Avenida de san Cristóbal, al borde mismo del río Tajo.
Tras unos besos y abrazos como si de unos muy antiguos amigos
se tratara, ambos aceptaron, al unísono, la invitación del otro y se sentaron
frente a uno de los miradores desde los que se podía observar no sólo la
amplitud del gran espacio, ahora remodelado para construir el hermoso
vestíbulo, sino la multitud que deambulaba por su interior a aquella hora de la
mañana.
Después de pedirle unos cafés a la joven camarera que
discretamente se acercó a ellos, Samia le preguntó a Lionel que opinión tenía
acerca de Telmo, y que le
parecía como éste estaba llevando el grupo. Tras un pequeño mutis ya que
acababa de llegar el servicio, Lionel,
le respondió que le parecía bien, aunque no dejaba de pensar en otros momentos
de su vida en los que se había encontrado con opiniones acerca de cómo algunos
desaprensivos con una muy fuerte carga de energía mental habían llegado a
adueñarse de aquellas mentes débiles y entregadas completa y sencillamente
desnudas en la, a veces, necesidad de una búsqueda que al final y
afortunadamente resultaría infructuosa.
XXI
Aunque, como ya podrás
comprobar más adelante, y según nos vayamos conociendo, no soy muy amante de
los textos bíblicos, sin embargo, recuerdo un pasaje del Evangelista Mateo,
aunque por lógica y eso lo saben muy bien los amantes de los escritos bíblicos,
Mateo, nunca escribió nada nuevo y
verosímil acerca de ello, ya que fue un personaje que, aunque de cierta
relevancia en el Nuevo Testamento, tan sólo se limitó a realizar un compendio
de lo que los demás evangelistas escribieron en su día.
Y en ese pasaje decía: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán
muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y
oiréis guerras, y rumores de guerras; mirad que no os turbéis; porque es
necesario que todo esto acontezca; más aún no es el fin. Porque se levantarán
las naciones contra las naciones, y reinos contra reinos. Y habrá epidemias
monstruosas, y hambres, y terremotos por toda la tierra. Y todas estas cosas
serán causa y principios de grandes males y dolores. Entonces os entregarán
para ser afligidos, y os matarán; y seréis aborrecidos de todas las naciones
por causa de mi nombre. Muchos entonces serán escandalizados; y se entregarán
unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos. Y
por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se enfriará. Mas el
que perseverare hasta el fin, éste será salvo, y será, a voz en grito,
predicado en este Evangelio del Reino en el mundo entero, por testimonio a
todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
Tengo que reconocer que es
muy cierto esto que me acabas de relatar de un tirón, y aunque, como bien
dices, no te conozco en profundidad, me asombra esa memoria tuya acerca de lo
que acabas de relatar, y que yo diría que lo has expuesto tan bien que no te ha
sobrado ni faltado una sola coma.
Ahora me vienen a la memoria
algunos ratos de los que estuve en estudio, dedicada a los textos bíblicos por
recomendación de una familiar. Por cierto, en concreto y con el tema que
estamos tratando recuerdo uno especialmente que decía: Y ellos, enviados por el
Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, una de las ciudades más grandes del mundo durante el periodo Heleno y Romano.
Esta hermosísima ciudad en Mesopotamia, en la orilla oeste del río Tigris, frente a la más pequeña ciudad, en la
actual Irak; y de
allí navegaron a Chipre, donde después de llegar a Salamina,
y donde, por cierto, se celebraría la famosa batalla, anunciaban la palabra de
Dios en las sinagogas de los judíos; y tenían también a Juan como asistente. Y
habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron un hombre sabio, falso profeta,
judío, llamado Barjesús, el cual estaba con el Procónsul Sergio Paulo, varón
prudente que se convertiría al Cristianismo como consecuencia de las predicaciones de Pablo durante el primero de sus tres viajes
apostólicos..
Éste, llamando a Bernabé y a Saulo,
deseaba oír la Palabra de Dios; pero se les resistía Elimas el sabio, ya que
así se interpreta su nombre, procurando apartar de la fe al Procónsul. Entonces
Saulo, que también es Pablo, al parecer y en aquellos momentos, lleno del Espíritu Santo, poniendo en él los ojos, dijo: “¡Oh! lleno de todo engaño
y de todo libertinaje, hijo del diablo, enemigo de justicia, ¿no cesarás de
trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora pues, he aquí la mano del Señor
está contra ti, y serás ciego, y no veas el sol por algún tiempo. Y luego
cayeron en él obscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quién le
diese la mano."
Cuando acabó su relato, - dijo
Lionel sonriéndole: Pero bueno, chica, te felicito por tan buena memoria; no
recordaba ese pasaje, sin embargo, me da la sensación que debe estar recogido
en los Hechos de los Apóstoles. Verdaderamente eres una especialista en
Historia.
En lo que a mí se refiere, al
final no sé si tendré que inclinarme especialmente por lo que encierran las
sectas más que por su contenido, y esto no quiere decir que haya dejado de
interesarme la búsqueda de una Espiritualidad que, a todas luces, parece que
cada vez se me hace más utópicas.
Las sectas como fenómeno social emergente presentan el desafío
de comprenderlas adecuadamente. Actualmente el término que se utiliza para
categorizarlas es el de movimientos religiosos, lo que ha significado tener a
priori una mirada sesgada o discriminatoria, es por ello, que entiendo que a
partir del contexto histórico actual, se indican las ventajas que tiene la
elaboración de una nueva denominación, sin embargo, también entiendo que para
eso ha de presentarse una propuesta de
complejos criterios que permitan identificar cuándo se está en presencia de una
secta.
A mi juicio, es importante considerar los esfuerzos realizados
por investigadores, en vistas a introducir categorías nuevas, a diferenciar con
mayor rigor y a introducir indicadores de análisis que no impliquen efectos
discriminatorios que, contrariamente a lo esperado, desvelarían un sesgo ideológico
que, más que clarificar el panorama social, lo enrarecería.
En este sentido, creo estar hablando de nuevos movimientos
religiosos que serían un aporte, en tanto permiten una aproximación menos
interesada, y, por lo tanto, más abierta a ampliar los horizontes de
comprensión del fenómeno social religioso.
No obstante, el término ya muy manido de "secta"
permanece en el uso cotidiano y se hace insostenible el intento de soslayarlo.
Un modo de asumirlo, sería definitivamente el de acotarlo en su especificación
dentro de la propia dinámica de los así llamados, como ya he dicho, nuevos
movimientos religiosos. Es decir, reconocer en las sectas aquello que las hace
pertenecer a los mismos movimientos, y al mismo tiempo aclarar con un máximo de
rigor aquello que les da su carácter distintivo y diferenciador; ahí si se
abriría un nuevo capítulo tanto en cuanto a la confusión existente entre
“sectas e iglesias”.
Llegados a este punto, y en vista del tiempo que se les había
ido enlazando, nuevos y cada vez más profundos conceptos acerca de lo que a
ambos les había llevado a formar parte del grupo, decidieron dar por terminado
el encuentro, no sin antes pedir un nuevo café, en razón de que según Lionel,
el suyo no había llegado a probarlo sin darse cuenta de que se encontraba
sumamente interesado en la charla que ambos compañeros estaban desarrollando, y
que consideraba había sido de su máximo interés.
Acabada la consumición, y tras abonar la cuenta, los dos
salieron del establecimiento con la promesa de que en un futuro próximo habrían
de volver a repetir aquel encuentro considerado de cierta relevancia para sus
futuros estudios.
Nadie diría que en aquella noche toledana, pudiera hacer tanto frío. Nadie
habría dicho, hace años, que aquel muchacho, hoy andaría a la búsqueda de algo
tan extraño para la actual sociedad, como intentar rascar en el Yo interior.
Sin embargo, esta frase resume fielmente la historia de Lionel.
“Desde que era un niño, siempre le había impactado la vida religiosa desde
el punto de vista del estudio; mientras recuerda esto en su soledad le está
dando su corazón a los textos bíblicos de todo tipo, pero, para nada desea ser
instrumento de las doctrinas, y las teologías. Al final, como siempre él mismo
se decía estás hecho un lío.
“Esta relación con su eterna búsqueda da comienzo precisamente cuando el
pequeño Lionel, con Andrés, su mejor amigo se hicieron una promesa mutua. Y era
que cuando creciesen, se convertirían en verdaderos eruditos. Sin embargo, el
tiempo desvió en parte ese firme deseo, y ya sin su amigo, Lionel hubo de
atravesar numerosas pruebas para llegar hasta donde se encontraba ahora.”
En la siguiente reunión y según la costumbre fueron llegando
todos y ocupando, aunque no era obligatorio, los distintos asientos que,
previamente, Fina habría dispuesto aquella tarde.
Con la
entrada de Telmo y Sara al salón, dio comienzo la reunión tras los saludos de
rigor, tras los que Telmo, mirando a Clara le hizo un gesto para que comenzara
con su alocución, y es que ésta a través de Fina, así se lo había pedido dos
días antes. Clara, deseosa, no dejó pasar un momento más y comenzó:
En primer lugar quiero dar las gracias a Dios
por permitirme estar entre vosotros y poder sacar de mi interior todo cuanto os
voy a relatar ya que al fin y al cabo lo que os voy a contar se podría
considerar como eso un relato en el que, como protagonista, y no podría ser de
otra forma, me siento obligada a ello.
“Clara es mi nombre verdadero aunque a decir
verdad nunca me gustó, pero esto como podréis comprender no tiene la menor
importancia. El caso es que mi madre, y no sé porqué, era muy devota de
santa Clara de Asís, acogida en Toledo, a mediados del siglo XIV por una dama
toledana; una especie de Cenobio de la Orden Franciscana, y cuyo nombre también
es Convento de santa Clara del Real.
“A partir de este supuesto, se empeñó en que
cuando tuviera edad entrara a formar parte del noviciado de las Clarisas, por cierto
a decir de Ramón profesor de ciencias de la religión y mi amigo desde la
infancia, una orden que no le gustaba nada, aunque en esta ocasión, los motivos
no vienen al caso.”
Justo en ese momento en el que Clara hacia un breve alto ya que se le notaba
un tanto compungida, Marcos, estudiante de Arquitectura en su segundo curso, y
aparentemente, más joven de lo que parecía, se dejó oír para recordarles a
todos que, seguramente Clara, se hubiera referido a que cuando las huestes
franquistas asesinaron a Blas Infante, el “Padre de la Patria Andaluza”, éste,
posiblemente se hubiera salvado ya que fue abandonado, pensando sus asesinos
que estaba muerto. Sin embargo, mal herido arrastró su cuerpo hasta el portón
del Convento que las Clarisas tenían en la carretera de Carmona, y que tras
aporrear la puerta con las fuerzas que le quedaban consiguió que al portillo se
asomara una de las religiosas que al verlo se limitó a ignorarlo con lo cual el
herido acabó muriendo.
Después de pedir disculpas por la interrupción,
y aunque aludiendo a que tenía necesidad de manifestarse acerca de lo sucedido
por tratarse del abuelo de su mejor amigo y compañero de carrera, mirando a
Clara la instó a que continuara, no sin repetirle ahora personalmente que lo perdonara.
Tras un momento de inadvertida inflexión, y
con una cariñosa sonrisa, Clara,
continuó con su exposición:
“Nací muy cerca de aquí, en el barrio antiguo. Allí me crie y realicé
mis primeros estudios hasta que, como dije anteriormente, mi madre se empeñó en
que fuera Clarisa. Al final se salió con la suya; me hice novicia y como me
gustaba el estudio aproveché la oportunidad que me brindaba el Centro de
estudios y la Biblioteca. Durante las tardes y en compañía del que entonces me
fue impuesto como Director Espiritual, no sólo hablábamos de temas bíblicos,
sino sobre todos los relacionados con la vida de la época en comparación con la
actual.
“Aquella tarde, Arturo que así se llamaba, me
haría confidencias acerca de su vida fuera del convento al que ahora se le veía
relativamente arraigado; no es que me pusieran nerviosa, aunque no puedo negar
que mi interés por cuanto a aquello de
lo que me hacía participe yo le ponía un interés especial; me confundía el
cariz que había tomado aquella charla, y reconocía que no me desagradaba lo que
intuía podía llegar a convertirse en algo fuera de lo normal con respecto de lo
que ambos tratábamos en aquellos estudios teológicos.
“Una tarde, cuando esperábamos en la puerta que llegara el momento de
pasar a casa de Fina, para la reunión que teníamos esa semana, alguien me
preguntó acerca del motivo que me hizo abandonar el noviciado y pasado un
tiempo prudencial entrar a formar parte del grupo, y es por ello que lo deseo,
y porque necesito haceros participes de ello para mi descarga espiritual.
Reconozco que se puede considerar este pequeño relato un tanto fuerte, sin
embargo la fuerza me la ha dado Sara diciendo que si ahora me siguen haciendo
daño aquellos recuerdos, que lo propio es que lo intentara echar fuera.
“Fue una mañana, cuando recibí la visita de mi
amigo Arturo, lejos estaba de imaginar la importancia de ese día, mi vocación
no había cambiado en tanto tiempo de oraciones y ejercicios espirituales en los
que no faltaba la profunda meditación acera de lo que habría de hacer de
entonces en adelante.
“No obstante, a mi mente acudían los
pensamientos de cuanto agradaba a los chicos, los veía como amigos, así como
también, aunque de forma especial, a mi director espiritual y amigo Arturo,
cuatro años mayor que yo y un poco más alto.
“Arturo, era un hombre muy agradable, guapo y
apuesto al que mi mente deseaba ver desnudo, y ello hacía que mis fantasías
sexuales crecieran con él. Al subir al autobús me sentaba del lado de la
ventanilla junto a él pues siempre íbamos juntos a la Residencia donde
realizábamos nuestros trabajos de estudios de Teología. El contacto con su
cuerpo, quizás debido al calor de septiembre, los pensamientos producidos por
la química del sexo, llevaron mi vista al prominente bulto, que se le notaba,
un tamaño ya bastante grande sin erección. Yo sabía mucho acerca de la teoría
del sexo, por haber cursado el Instituto, con una profesora muy liberal: los
programas acerca del Sida, etc.
“Algo me pasaba por la sangre, que no conseguía
entender. Arturo, transpiraba más allá del calor de un final de verano y del
sol de esta hermosa ciudad. Fue un momento, cuando al intentar bajar en una
parada argumentando que tenía que hacer una gestión en la Biblioteca de temas
religiosos, que la mano de él quedó asida al asiento debido a una inesperada frenada
del autobús, y ello hizo que llevara su sexo directamente a mi mano la cual en
un puro acto reflejo se agarró a él, las hormonas estallaron, la mano se abrió,
aunque yo seguí apoyada.
“Creo que ambos sentimos ese contacto, esas
ganas, que hicieron que en sólo unos
segundos oraciones, ejercicios y tantas horas de meditación quedaron atrás tras tomar conciencia del
significado de las miradas que ambos nos dirigimos. Fue ese momento en el que
se hizo presente la mujer, surgió la
otra mujer sin toca, y supe al instante que esa prueba era algo que no
podría superar, por lo que argumentando que yo también tenía que ver a una
amiga antes de seguir para la Residencia, me apee del autobús al tiempo que él,
y sin mediar palabra ni despedida alguna, me perdí entre los muchos viandantes
que en aquel momento llenaban las aceras.
“No volví al convento. No di explicaciones de
ningún tipo a nadie, a excepción de mi amigo Ramón, el cual me dijo que había
hecho muy bien; que intentara meditar un poco, que en un año habría de tener
decidido cual, de seguro, sería el camino a elegir, y aquí estoy con todos
vosotros desde que tanto Telmo como Sara me dieron su bienvenida. Tan sólo
deseo no haberos molestado”.
XXII
Como engullidos por la atmosfera que con el
relato de Clara se había ido creando en el ambiente, el silencio se podía
cortar con un cuchillo. Todos se veían tensos, y aquello que a mediados de
cuanto contaba la muchacha iba calando en unos más que en otro, quedó disuelto
en el momento que Sara, levantándose se acercó a Clara dándole un fuerte
abrazo, al tiempo que le recomendaba mucho ánimo. Este acto afectuoso, llenó de
sonrisas el momento, al tiempo que Telmo pedía seguir con los otros temas
pendientes.
La tarde siguió su curso ya que, al parecer,
parecía que volvía de nuevo a ponerse en tela de juicio la veracidad de
aquellos papeles que un día Venancio encontrara en el buzón de su casa y que a
estas alturas aún estaba preguntando el motivo de que fuera precisamente él
quien los recibiera. Precisamente él, una persona que desde siempre nunca le
había pasado por la cabeza haberse entregado, tras haber terminado el
instituto, a estudios concernientes con las religiones, ni con la suya, ni
andar a la búsqueda de otras en razón de unas antojadas inquietudes
espirituales, lo que a él le gustaba con delirio eran los deportes, sobre todo
el senderismo y perderse los domingos por la mañana por esos montes.
Todo lo concerniente a este género de dudas que
generaba una mente tan despierta como la suya, hizo que a raíz de una charla
con Telmo, sería éste el que le diera un poco de luz a la situación de agobio
que venía viviendo el muchacho, y al que tan sólo le dijo que todo saldría
adelante en razón de que algo habría de estar reservado para él, que tuviera un
poco de paciencia, y que aquél ensueño que vivió una tarde, tras quedarse
dormido en una de sus escapadas domingueras, y que le confiara a Telmo, ahí
podría haber estado, tal vez, la respuesta que esperaba, por lo que lo instaba
a que a la mejor oportunidad hiciera participe al resto del grupo, de aquella
especie de revelación, que muy bien podría haber sido eso, al menos para su
tranquilidad futura.
“Como ya de sobras todos sabéis, me llamo Venancio y vengo de una familia,
en cierta medida acomodada que me permitió no pasar las penurias de una guerra
que nadie deseaba, pero que estaba llamada a llenar de desgracias este país.
“Toda mi familia es natural de Oviedo donde nací, y se trasladó a Madrid,
para al final acabar en Toledo donde mi padre tenía un hermano mellizo dedicado
al transporte de mercancías y al que ayudó como conductor de uno de sus grandes
camiones.
“Al acabar la escuela, informé a mis padres sobre la intención de pasar un
año sin estudiar ni trabajar, hasta cumplir los 18 años y realizar entonces el
Servicio militar obligatorio de un año y medio. Sin embargo, la oportunidad se
me presentó antes y con el permiso paterno me enrolé como voluntario en el
Ejército.
“En aquel año, todos los días había noticias de alteraciones y revueltas
para las que todos los hombres válidos eran requeridos. Así, y como se
necesitaba el mayor número de efectivos, unieron a soldados no profesionales
con profesionales para realizar cursos y
asistir en las operaciones de preparación, pues ya la comarca se estaba viendo
a las puertas de entrar también en el conflicto en el que hasta entonces se
había abstenido de participar, pero que al final no tuvo más remedio que
identificarse y entregar a parte de sus efectivos. Y allí me encontraba yo,
cosa que, si he de ser sincero, no me esperaba.
“Recuerdo que entablé amistad con aquellos jóvenes con los que compartí
muchas horas y duras experiencias: Muchos se hacían soldados profesionales para
vengar la muerte de un pariente. Todo ese dolor de sus compañeros hizo que uno
de los muchachos, en apariencia, más despreocupado comenzase a hacerse
preguntas. Sin embargo, la prueba, al parecer, más dura estaba por llegar.
“Yo pertenecía al batallón que daba apoyo a los soldados en los distintos
frentes. Pero, un día fuimos reclamados sobre el terreno para llevar munición y
avituallarlos en la realidad del combate.
“Un fuerte ataque desencadenó la
dura tragedia. De veintidós que éramos, tan sólo diez volvimos vivos a la base.
Fue un episodio muy triste. Tuvimos que recoger a muchos muertos y a otros
moribundos y llevarlos hasta la base. Ya
en ella también nos tocó atender a otros también mal heridos, muchos de ellos
agonizantes.
“Yo me preguntaba si no podría ayudarlos mejor a bien morir. Recuerdo los
gritos y llantos de mis compañeros, con los que había tomado unas cervezas
pocos días antes. En esos terribles y atroces momentos, la oración brotaba
espontáneamente de mi corazón, como una llamada. Sin embargo, hacía años que no
rezaba. Sentía una enorme impotencia por no poder ayudarlos siquiera a aliviar
esa angustia terrible de la muerte. Yo me decía en mis torpes adentros: Dios
mío, ayúdalos y que descansen en paz.
“En ese sobrecogedor contexto, me rondó por la cabeza la idea de ser Capellán Militar del Ejército. Verdaderamente
aquellas realidades tan crueles me hicieron madurar mucho, aunque hube de
reconocer que no podría ocupar esa responsable obligación o cargo sin haber
pertenecido previamente a la iglesia Católica.
“Regresé a mi casa dado de baja por
un problema de visión producido por un cúmulo de negra pólvora pero,
mentalmente, hecho otro hombre. Además, durante aquellos largos meses fui capaz
de valorar más a mi familia, cuando escuchaba las historias de muchos de mis
compañeros que carecían de ella, y que habían sucumbido a las drogas o a la
delincuencia. Estaban allí, unos porque el Servicio Militar era obligatorio y
ser insumiso comportaba pena de dura prisión, otros al igual que yo porque se
lanzaron al voluntariado. Recuerdo que, después de ese día, sentí la necesidad
de encontrarme conmigo en la soledad espiritual de un lugar tranquilo como
podía ser la Capilla del acuartelamiento.
“Con veintidós años, quería estudiar y trabajar, pero, sobre todo, deseaba
formar una familia. Tuve una novia con la que rompí, y luego un periodo de
donjuán hasta que llegó mi segunda novia, muy religiosa por cierto, y con la que tenía que asistir a misa todos los
domingos. No me pesó en principio ya que ello me hizo entrar en un sendero de
paz interior, y condescendencia hacia los demás.
“En ese aparente remanso de paz, toda una serie de episodios volvieron a
avivar la llama del estudio filosófico. Así un día, en el que estaba en misa
con mi novia, comencé a pensar en qué podría hacer con mi vida.
“Tenía una vida perfecta, el trabajo
perfecto, la novia perfecta y los planes perfectos. Sin embargo, justo cuando
parecía que había cumplido mi sueño, algo me dijo que no debería seguir. No
obstante, insistí en que había algo, no sé, algo que no encajaba. Tenía mucho
miedo al compromiso, por eso nunca le di espacio a las relaciones. Nunca quise
ir a una convivencia porque pensé que me iban a retener. Por eso, preferí
recurrir al anonimato que ofrece un ordenador, y como tenía un miedo
extraño al compromiso, decidí entrar
con un nombre falso.
“Seguí consultando aprovechando que conocía a un amigo especialista en
temas ocultos que me dio, por cierto, buenos consejos. Procesé durante un año
los pros y los contras hasta que di el paso definitivo: rompí con mi novia y me
marché a Andalucía, concretamente a Granada en donde entablé relación con un
grupo de estudiantes de la Facultad de Filosofía, que a su vez tenía formado un
selecto equipo dedicado a profundizar en interesantes temas de corte esotérico,
aunque pasado unos meses sin avanzar en el campo que me interesaba, y en razón de que no andaba
muy bien de dinero, decidí regresar.
“Afortunadamente, aquel día llegó mi oportunidad. Conocí a Telmo, y él aun
desconociendo todo lo expuesto, comenzó a sacar de mi cuanto considero ahora
que fue un verdadero acierto; hoy me encuentro lleno, entregado al estudio, y
feliz por estar entre vosotros. He conseguido dejar al margen los dolorosos
recuerdos de épocas pasadas, y dedicarme por entero a la consecución de esa
meta que todos os podéis imaginar y en la que de continuo estamos trabajando”.
Y esta es esa gran parte de mi tesis que, copiada en este manojo de
papeles, me está dando pie para terminar una especie de Ensayo
Filosófico-Teológico, y que si mis conocimientos alcanzan, tendrán parte de esa
Teogonía, a veces, tan difícil de asimilar por gran parte de la humanidad.
Cuando Juan de Dios dio por terminado su relato, inmediatamente se produjo
un debate del que al final saltó la pregunta esperada.
- ¡Es de suponer que este relato tendrá al final una interpretación, o me
equivoco! - dijo el abuelo.
- Evidentemente, pero todo queda a juicio de cada uno en razón de su
imaginación, sus ideas y sus inclinaciones. Presumo que esta noche la almohada
va a estar calentita.
- En lo que a mí respecta, y aún a pesar de los años vividos creo que si,
por cierto, mañana vais a ir a Córdoba: entonces creo que es la hora oportuna
para dar por terminada tan rica e ilustrante final de celebración.
Dicho esto todos se levantaron, por
lo que acompañados a la puerta, en ella despidieron a los dos jóvenes, no sin
comentarle estos a Dolita, en la despedida, que pasarían a recogerla temprano.
En esta ocasión no sólo recibió el beso de Raúl, si no que empinándose un
poco también se ofreció a Juan de Dios para que la besara; detalle no muy del
gusto del primo. Feliz uno, ofuscado el otro, ambos tomaron el camino hacia la
casa de Juan de Dios.
- Vaya, vaya. Pero cuánta sabiduría e inteligencia tiene éste primo - dijo
Choly desde el alfeizar, saltando a la cama. Parece que se está complicando
todo esto.
- ¿Por qué dices eso, a que te refieres?
- A mi no se me escapa una, no hay más que verte la carita tan risueña,
vamos es que parece que no estés aquí. Y por qué digo esto: porque yo capté el
movimiento que hiciste cuando te cambiaste de lugar; lo hiciste porque la
primera vez te sentaste al lado de los abuelos y frente a los dos con lo cual
ciertas miradas serían advertidas, así que te pusiste ahora al lado de ellos, y
que fue cuando me vistes.
- Eres de lo que no hay, incorregible cotilla, anda vete ya que mañana he
de madrugar.
- Si, ya lo sé ¿Y no podrías llevarme contigo?
- ¿Cómo voy a llevarte conmigo? Tú estás algo chiflada, o es que el atracón
te ha sentado mal, ¡cuidado haberte expuesto a que te viera Carmencita!
- Pero no me vio porque aproveché cuando ella se fue para el office – dijo
Choly de forma descarada.
- De todas maneras no estuvo bien, porque no quiero ni pensar que si te ve,
y tú que estabas absorta en lo tuyo, va y te da un pisotón, y adiós Choly para
siempre.
- ¡Qué horror! eso si es verdad pero es que la tarta estaba tan rica.
Bueno ya me voy, que disfrutes mañana, y ya me contarás.
- Hasta mañana, Choly.
Daban las ocho de la mañana cuando los dos primos se encontraban ante la
cancela de entrada al chalet.
No tuvieron mucho que esperar,
porque un momento después aparecía lozana y preciosa la que habría de ser la
protagonista del día, y es que ambos primos ya comenzaron a demostrar con sus
halagos lo que habría de suceder a lo largo de la visita a la ciudad de los
califas.
Aún les dio tiempo de tomar un café antes de que la megafonía de la
estación de autobuses anunciara la salida del bus de la Compañía Alsa con
destino Córdoba.
Recordando la noche pasada de forma
muy distendida, llegaron a la ciudad. Una vez fuera de la Estación, decidieron
desayunar en la bonita plaza de La Corredera, para posteriormente visitar la
Sinagoga por expreso deseo de Juan de Dios.
XXIII
Cumplido su deseo, visitaron la Mezquita, el Alcázar de los reyes
cristianos, y una vez fuera decidieron dar un paseo por el puente romano, no
sin acercarse a la muralla, que al pie del Guadalquivir aun conserva la
magnífica Albolafia. Su importancia
en la historia de la ciudad es tan relevante que esa noria aparece en el escudo
local desde el siglo XIV.
Mediante ella, y como parte del molino, se abastecían de agua los baños.
Al final del puente y dejando atrás la torre de la Calahorra, regresaron sobre
sus pasos con idea de almorzar en alguno de los restaurantes de la céntrica y
hermosa plaza de Las Tendillas.
Tras el nada frugal almuerzo consistente en un entrante de salmorejo y unas
truchas rellenas con pimiento frito y una loncha de jamón al estilo cordobés,
abonaron la cuenta y se dirigieron a la Cafetería Don Pepe donde degustaron un
espléndido café.
Ya recuperadas las fuerzas por las
caminatas de la mañana se dirigieron hacia la Posada del Potro, antigua
vivienda que fuera en el siglo quince; una vez visitada se fueron a visitar el
museo de Julio Romero de Torres.
Una forma de entender el folclore cordobés es a través de las pinturas de este
genial artista símbolo de una pintura, cuyo estilo fue captar las esencias
andaluzas de su tierra; Córdoba lo recuerda en este museo levantado en la casa
que lo vio nacer.
Aún con la mente llena de pinturas, y de la que destacaron La chiquita
piconera, se adentraron por la zona de san Basilio donde, a pesar de que no era
la fecha más apropiada, pudieron contemplar los cuidados de los vecinos para,
entre otras variedades propias del verano: algunos geranios, bellas
dalias y clavellinas. En uno de estos patios, Dolita comentó lo contenta que se
hubiera puesto Choly si hubiera podido estar entre este conjunto de plantas y
con sus flores.
Este comentario al que correspondió Juan de Dios con una clara
aquiescencia, no gustó a Raúl, que se mostró disgustado al manifestar,
abiertamente, que ya estaba bien de hablar de la hormiga.
- De verdad que no sé qué historia tenéis con la dichosa Choly, parece como
si hubiera una confabulación en contra mía para amargarme estos días - dijo
Raúl.
- Pero que dices, primo, me parece que te estás pasando con esa paranoia
que te está poniendo una pared que no te deja ver la realidad. Espabila, primo,
que tú eres un hombre muy inteligente. Yo no digo que desde la perspectiva de
un científico, estas cuestiones consideradas, evidentemente, antinaturales al
mismo tiempo que, para muchos, negacionistas, no sean creíbles, sin embargo, en
el planeta existe mucha actividad de índole paranormal ligado a lo sensorial, y
¿porqué esta no podía ser una de ellas?
Dolita, escuchaba a Juan de Dios, algo así como alucinando; oyendo cómo la
respuesta le estaba llevando hacia un terreno en el que, a todas luces, la
estaba confundiendo.
Cuando salieron de aquel típico patio cordobés, entraron en una especie
de laberinto cultural, porque si Dolita se inclinaba, dado el tiempo de
que disponían, en visitar el Palacio de los Marqueses de Viana, con sus valiosas
pinturas y esculturas, así como sus numerosos patios y jardines, Juan de Dios
aseguraba que había tiempo para una visita rápida al monumental conjunto
histórico de Medina Azahara.
Tras un breve receso en razón de la decisión que los tres habrían de tomar,
dijo Raúl: Vale, primo, podemos hacer una cosa que nos cuadrará a los dos: vete
tú a ver
Medina Azahara, y nosotros nos vamos a ver el Palacio; luego nos encontraremos
en la Estación antes de la salida del autobús. Si llegáramos antes estaremos
tomando un café en la cantina.
- "Qué listo es éste primo mío".
- ¿Qué te parece la idea? - dijo Raúl.
- Hombre, me gustaría que fuéramos los tres, pero si no puede ser, pues nos
vamos al Palacio, al menos en aquellos jardines podré estrenar la máquina de
fotos que acabo de comprar y que es de usar y tirar.
Estaba claro que Dolita estaba hecha
un verdadero lío; por un lado le disgustaba la idea de que Juan de Dios se
fuera solo a visitar Medina Azahara. Por otro lado no es que le desagradara la
idea de ir sola con Raúl a ver el Palacio. No, nada de eso,
pensaba, sin embargo, ella fue la que tomó la decisión, por lo que acabado el café.
- Ea, pues todos a visitar el Palacio - dijo de forma decidida.
Momentos después ya se dirigían hacia el barrio de Santa Marina,
concretamente a la Plaza de don Gome.
Como ninguno de los tres era de Córdoba, aunque, era Juan de Dios el que
según él había leído bastante sobre la historia en general, Dolita le preguntó,
en razón de que él conocía muy bien la ciudad y todo aquello que siempre ha
hecho a Córdoba ciudad monumental, y no sólo por sus personajes como fuera
Séneca, Averroes, Maimonides o el mismísimo Romero de Torres. Y eso que ella,
al mismo tiempo, se avergonzaba de no saber más sobre la capital de su
provincia, al fin y al cabo ella había nacido en un pueblo cordobés
- ¿De dónde viene el nombre de Córdoba? - preguntó Raúl quitándole importancia
a lo confesado por Dolita.
- Lo que conozco acerca del tema es que en el año 169 a.C., el general
romano Claudio Marcelo levantó un campamento militar en una colina del
Guadalquivir, dando lugar al primer asentamiento en la zona. Este pequeño
núcleo poblacional pronto derivó en la fundación de la ciudad romana de
Corduba.
Después de un bonito paseo por las típicas y acogedoras calles cordobesas,
se encontraron en la plaza y frente a la entrada del Palacio que, aunque
por fuera parezca austero, por sus sencillos muros blancos, el Palacio de Viana
alberga la casa señorial más importante y mejor conservada de Córdoba, y una de
las principales de España.
Un Palacio que antes fuera conocido
como Palacio de las rejas de don Gome en alusión a uno de sus propietarios en
época medieval, siendo uno de los palacios más conocidos de Córdoba.
Hay constancia de la existencia de
unos edificios del siglo catorce en el entorno que hoy ocupa esta construcción,
sin embargo se tiene conocimiento de que sería Gómez Suarez de Figueroa, señor
de Foncubierta, Alcaide Mayor de Antequera, y Caballero veinticuatro de Córdoba
durante el siglo quince quien iniciaría la primera fase, y que daría lugar a la
belleza que hoy podemos admirar, tanto exterior como interior.
- ¿Y se conoce al autor de tan maravillosos patios ajardinados - preguntó
Dolita.
- Yo no lo sé, tal vez venga en alguna Enciclopedia; lo que si te puedo
decir es que algunos de estos patios hasta que evolucionaron, fueron patios
donde vivían una serie de vecinos, aunque sin llegar a lo que más tarde se
conocerá en otros núcleos de viviendas humildes como corrales, sin embargo me
acaba de venir a la memoria, un tiempo en el que entre otros, estuve dándole
clase de letras a un estudiante de Filosofía, que al mismo tiempo llevaba por
delante, estudios como corrector y editor de textos con contenidos éticos,
morales y sociales relacionados con la investigación, en el campo de la
docencia, y que se había hecho un conocedor nato de la historia del arte
cordobés; él fue el que a ratos me ilustraba a mi sobre esta materia tan
interesante y a la que hoy ha llegado el momento de darle un poco de luz.
Cuando abandonaron el palacio,
Dolita y Raúl no cabían de contentos, y no sólo por lo que habían visto sino
por cómo les llegaban las explicaciones de Juan de Dios que parecía un guía
turístico.
Como se dieran cuenta de la hora que era, apuraron el paso hasta el extremo
de que cuando llegaron a la Estación, completamente exhaustos, ya la megafonía anunciaba
la salida de su autobús con destino a Iznájar en cinco minutos, el tiempo justo
para acercarse a la cantina que se encontraba en el vestíbulo y poder hacerse
con una botella de agua.
Justo el tiempo dado para la salida, ya estaban acomodados en sus asientos.
- Lástima que mañana domingo no esté la tienda abierta y que puedas revelar
el carrete; estoy deseando de poder ver las fotos que nos hemos hecho en los
patios y jardines - dijo Dolita poniendo cara de disgusto.
- No te preocupes que en cuanto las tenga os la enviaré lo antes posible.
- Lo que puedes hacer es enviármelas a mí y yo se la incluiré a Dolita en
algunas de las cartas ya que nos escribimos muy a menudo - dijo Raúl, sin
percatarse de la sonrisita que a Juan de Dios le corría por las comisuras de la
boca.
- Bien, no hay ningún problema; a ver si ha habido suerte y han salido
todas bien.
- Es una pena porque me gustaría podérselas enseñar a Choly, estoy segura
de que disfrutaría y se asombraría mucho viéndonos en un papel.
Entre el “incorregible” comentario de Dolita con respecto de Choly, y que
en un momento dado, por los movimientos del autobús, la muchacha se había
inclinado sobre el hombro de Juan de Dios; y como tantas veces ya le ocurriera
a Raúl, esta era una vez más en la que se notaba que echaba chispas.
Entrando ya en Iznájar y bordeando la cabecera del gran lago, Raúl,
acercándose a Dolita, le comentó que al día siguiente y hasta la hora del
almuerzo podían pasar ese tiempo bañándose en "Las cruces", una parte
del lago en la que se puede disfrutar de un bonito y atrayente trozo de playa
artificial.
Llegado aquel medio susurro ahogado, que no pasaría desapercibido para el
fino oído y olfato de un hombre tan inteligente como su primo, ahora era él el
que, al igual que anteriormente Raúl, se mostraba un tanto mosqueado por el
acuerdo con el que el día anterior había convenido con su primo.
Una vez que abandonaron la Estación, y ya de regreso a la casa, mientras
Dolita hablaba con Choly que, toda impaciente, la estaba esperando allí sobre
la mesita del jardín, Raúl le recordaba a su primo que cumpliera con lo que
habían pactado, por lo que Juan de Dios, sumamente contrariado, y aún más
arrepentido de haber aceptado, aunque en su fuero interior reconocía que así
habría de ser en honor a su hombría, y porque la situación que se presentó
entre ellos dos no era ni con mucho lo que pensaba cuando iniciaron el viaje, y
él tan sólo con la mente puesta en un merecido descanso allí en su casita, sin
embargo, conoció a Dolita se inició la relación con Cholita y todos sus
planes cambiaron.
- De acuerdo, primo, voy a hablar con Dolita, le explicaré que he de irme y
subiremos a despedirme de los abuelos - dijo Juan de Dios, magnánimo, pero sin
muchas ganas, y es que el mero hecho de ver a la muchacha, y sobre todo pensar
que no volvería a verla en mucho tiempo se le ponían las carnes abiertas.
No obstante, y de forma decidida, se dirigió a donde se encontraba en una
amena charla con Choly.
- Dolita, escúchame, tengo que dejaros ahora - dijo con un tan
apesadumbrado semblante que hasta la joven le preguntó si le ocurría algo.
- No, estoy bien, pero es que me duele dejaros. Verás, me vine con mi primo
porque coincidimos en que podíamos hacer el viaje hasta aquí juntos aunque por
diversas razones: él por estar contigo, yo porque, en primer lugar y aunque no
soy de aquí pero, como tú sabes tengo una casita que heredé de mis padres en un
tiempo en el que ellos vivieron aquí.
Hace unos días, los vecinos encontraron a medio entrar, una carta por
debajo de la puerta, y como ellos conocían mi dirección en Barcelona me la
remitieron pensando, al ver el remite, que sería importante, como así fue ya
que se trataba de Hacienda, de unos pagos pendientes que habían cumplido
y me daban quince días de plazo antes de pasar a ser embargada.
Como comprenderás, no podía permitir
que me quitaran una casa que mis padres cuidaron con tanto sacrificio - dijo
sin dejar de sentir un nudo en la garganta; y es que a duras penas podía
aguantar las ganas de estrecharla entre sus brazos viendo lo compungido del
rostro de la joven, y que le parecía que sufría en silencio lo que estaba
padeciendo él.
- Entonces, ¿ya no nos veremos más? – dijo la joven sin tan siquiera pensar
que Raúl estaba presente.
- Bueno, nunca se puede decir categóricamente lo que el destino de las personas
le tiene reservado a cada uno, aunque este tema es muy complicado y
necesitaríamos más tiempo para poder tratarlo, sin embargo, no es el caso en
este momento. En lo que a mí me concierne ya me gustaría volver a verte alguna
vez. Pero ahora lo que toca es subir a ver a tus abuelos y despedirme de ellos
a la vez que agradecerle sus atenciones para conmigo. Si me quieres acompañar,
quiero decir que podemos subir los tres así se me hace todo menos penoso - dijo
mirando de reojo a Raúl y observando en éste cierto nerviosismo e inquietud.
- Vale, subimos entonces - dijo Dolita, sin saber que decir nada más.
XXIV
Cuando les abrieron la puerta, don Héctor los recibió mostrando una leve
sorpresa ya que no los esperaba, por lo que se limitó a ofrecerles que
entraran.
Una vez en la salita, llegó la
abuela quien al verlos a los tres preguntó si ocurría algo.
- Tranquila abuela, no pasa nada, es Juan de Dios que viene a despedirse de
vosotros, bueno de todos – sin poder evitar el que se le notara cierta
contrariedad
- ¿Y eso, a que se debe? - dijo doña Aurora la cual aún mantenía entre sus
manos un ovillo y un par de agujas de hacer calceta para un jersey que le había
prometido a su marido.
- Juan de Dios, venía al pueblo con el fin de arreglar unos asuntos que tenía
pendiente, y sobre los que le habían requerido los de Hacienda ya de forma
apremiante - le contó Dolita a su abuela.
- Entonces, ¿ya no lo volveremos a ver amigo Juan de Dios? - preguntó ahora
el abuelo.
- Como aún estaré unos días por aquí, como le ha dicho su nieta,
solucionando unos asuntos, aprovecharé el tiempo viendo a algunos amigos de la
infancia; antes de marcharme para Barcelona, me pasaré por aquí, si ustedes me
lo permiten, para verles de nuevo y despedirme. De camino les dejaré mi
dirección por si alguna vez necesitaran algo de la ciudad condal.
- Pues lo mismo le digo: si tuviera necesidad de algo mientras esté aquí,
por favor, no dude en contar con nosotros. En fin, ha sido un placer haber
conocido a una persona tan entregada a los demás, y con tantos conocimientos;
créame si le digo que no olvidaré el rato que nos hizo pasar anoche con esa parte
de su tesis tan interesante. Por cierto, confío en que a la primera oportunidad
me haga llegar lo que presumo de
antemano ha de ser no una tesis sino un libro muy interesante.
- Eso seguro don Héctor, y ahora ya no quiero hacer más larga la despedida.
Para mí también ha sido un placer conocer a los abuelos de Dolita. Buenas
noches, y hasta que nos veamos de nuevo.
De nuevo en el jardín, y como Juan de Dios hiciera amago de despedida,
Dolita le cogió la mano y lo retuvo un momento.
- Ya sé que tienes que marcharte pero, de veras que ha de ser con
tanta prisa. Mira a Choly que le falta tan sólo tener un pañuelo en la mano.
- Y es verdad, que me da mucha pena que nos dejes, ¿y no podrías llevarme
contigo?
- No puedo, y además, ¿qué dirían en tu comunidad?
- Nada, que iban a decir: una boca menos.
- Eso sí que no me lo creo, con lo buena proveedora que eres y lo bien que
llevas, según tú, la guardería.
- Cómo me gustaría poder tener correspondencia y escribirme contigo donde
quieras que estés - dijo esto sin poder evitar unas risitas que fueron
contagiosas a excepción de Raúl, y al que cada uno de los parciales gestos y
comentarios se le clavaban como si fueran dardos envenenados.
- Bueno, pues aquí termina para mi, parte de la historia con vosotros en
Iznájar a la que una vez abandonada no sé cuando volveré, de todas formas aún
me quedan unos días. Arreglaré los asuntos pendientes y dejaré la casa lo más
en orden que pueda. Y para ti, primo, si alguna vez vinieras, no tienes más que
pedirle la llave a mi vecino Rafael, amigo de siempre en las muchas correrías
que hemos hecho juntos por todas y cada una de las fiestas y ferias de los
pueblos.
Y a ti Dolita, a la que no sé si volveré a ver dada la distancia que nos
separa, te deseo que alcances una supe-cátedra y consigas un trabajo que
te permita vivir a lo grande.
A ti, primo, a ti es posible que vuelva verte vestido de gala, en el puente
de un barco y atracando en el puerto de Barcelona; ese sería un momento
maravilloso, aunque como tu especialidad es de laboratorio pues estarías
dentro, aunque en cualquier momento puedes salir a ver como se atraca desde
cualquier punto de la cubierta superior.
Bueno, pues ya he soltado todas las amarras, así que todo os vaya bien, y a
ti Choly, decirte que siempre estarás en mi pensamiento y en mi corazón. Creo
que no me queda más, así que hasta cuando los destinos de todos nosotros
decidan que tienen previsto para nuestras vidas.
Diciendo esto último y poniendo un dedo sobre la cabeza de Choly, y
cogiendo las manos de Dolita acabó diciéndole a Raúl, que estaría en su casa
toda la tarde por lo que podría volver cuando quisiera y así poder ir a cenar
juntos.
Finalmente se dirigió a la cancela del jardín abandonando la casa.
Ni que decir tiene que ese momento hizo que se produjera un breve y
entristecido silencio.
-Qué majo es éste Juan de Dios ¿verdad? - dijo Choly, y que aún se
encontraba en el extremo de la mesita cercano a donde se encontraba la
muchacha.
- Si que es majo, y además es muy conocedor de que es lo que quiere en la
vida, que es lo más importante en un ser humano – dijo Dolita, sin pensar en
que se trataba de un pensamiento en voz alta.
- Bueno, pues yo lamentablemente también tendré que irme - dijo Raúl, que
no podía soportar lo que para él no era una conversación sino una especie de soliloquio
por parte de Dolita.
- ¿Por qué te vas a ir? si te vas voy a quedarme aquí completamente sola – dijo ahora Dolita.
-¿Cómo que te quedarás sola? no tienes ahí a tu amiga, pues ya está.
- Cualquiera diría que estás enfadado.
- ¿Enfadado? lo que estoy es que me subo por todas las paredes.
La sabiduría de Cholita fue la que
arregló la tormenta que se avecinaba recomendando a Dolita a que le ofreciera a
Raúl salir a dar un paseo.
Cuando la muchacha aceptó el consejo
y se lo propuso a Raúl, pareció que los malos humos se desvanecieron en
el momento, y haciendo que hasta le cambiara el color del semblante. Pero,
cuando Dolita le dijo a Choly que ya se verían al día siguiente por la mañana,
a Raúl se le volvieron a desatar los demonios pensando en que ni el último día
se iba a ver libre de la puñetera hormiga.
Raúl, de todo aquello, lo que más le
traía de cabeza era el momento en que, aún sin enterarse de nada, a excepción
de las palabras que le dedicaba la muchacha en sus extrañas conversaciones, era
que la hormiga se bajaba por el pantaloncito y la pierna de Dolita, y que una
vez cerca del césped daba un saltito y salía corriendo hacia el extremo del
jardín, y al pie de aquella zona del seto de tuyas donde se encontraba su
colonia.
Una vez los dos en la calle,
caminando por el acerado, a la luminosidad de las farolas que acababan de
encenderse, y ya cogidos de la mano.
- Dolita, sin ánimo de ofenderte, dime si es cierto eso de que te comunicas
con la hormiga -le insistió muy serio toda vez que, transcurrido el tiempo, no
acababa de aceptar que no fuera una fantasía tanto de la muchacha como de su
primo, que muy bien podía haberle seguido la corriente por alguna razón que no
conseguía averiguar por mucho empeño que le ponía.
- Yo tampoco lo entiendo, Raúl, sin embargo, no le doy tantas vueltas como
tú.
Fui la primera en sentir como la madre Naturaleza me dio a entender que
tiene muchos recursos para que entre los seres vivos de este planeta sucedan
cosas sumamente extraordinarias. Quiero y necesito pensar, por esa razón,
que no por otra cualquiera, que aquel día cuando estaba sentada tan ricamente
con mi guitarra, que Choly comenzó a llamar mi atención. Y no sólo visto desde
una perspectiva antinatural, sino que el mero hecho de oírla, me produjo algo
así como una sensación de que algo me estaba ocurriendo, y lo primero que pensé
fue si no sería una insolación al estar tanto tiempo sentada al sol. Pero no,
me encontraba muy bien, únicamente sorprendida ante el siguiente episodio en el
que ambas comenzamos a conversar como si fuéramos dos personas de lo más
normal.
- ¿Y no podría haber sido aquello producto de tu imaginación? - dijo Raúl
sin salir de su asombro ante lo que estaba oyendo.
- No, o acaso no quedó confirmado tiempo después, y sobre todo con la
llegada de tu primo. La pregunta siguiente es ¿por qué Juan de Dios disfrutaba,
por decirlo de alguna manera, del mismo don que yo, y tú no?
- Aún así no acabo de creérmelo...
- Yo te entiendo, Raúl, te entiendo y te comprendo, pues siempre que a un
científico quieren hacerlo entrar en campos abstractos, elevados, difícil
de comprender, chocan con el negativismo más absoluto. Y aún más difícil de
entender como un científico que trata con la Naturaleza, esto le venga de
largo.
Son muchas las situaciones metafísicas las que vive el ser humano sin
llegar a comprenderlas, tal vez por ignorancia o porque no les interesa en razón
de una serie de intereses materiales que desbordan los sentimientos, y les
colocan una especie de persiana para que no puedan ver la realidad. Algo así
como lo que sucede con los ensueños, y de los que a la mañana siguiente no se
recuerda nada.
A pesar de todo, tú deberías saber que la Metafísica es una rama de la
filosofía profunda que estudia los problemas centrales del pensamiento
filosófico: el ser en cuanto tal, el Absoluto, el Creador, el Espíritu.
En esa línea, intenta describir las propiedades, fundamentos, condiciones y
causas primeras de la realidad, así como su sentido y finalidad.
- Sin embargo, aún a pesar de todo cuanto me dices, sigo sin entender la
mayor parte de ello.
- En pocas palabras, y en lo que se refiere a Choly, lo único que me queda
por decirte es que si vivieras cerca de tu primo, te aseguro que él con sus
conocimientos sobre la percepción extrasensorial de la que tu ahora por tenerla
poco o nada desarrollada, él te ayudaría mucho.
Con esta última respuesta de Dolita, ambos
guardaron silencio; unos metros más adelante se sentaron en un banco desde el
que se veían algunas luces al otro lado del lago.
- Estaba pensando en Choly, una extraña criatura que me hace sentir más humana,
al tiempo que me llena de una ternura que nunca había sentido hasta ahora. A
veces pienso cómo podría llevármela, como si fuera un gatito, perrito o una
tortuguita, y considerarla en exclusiva, naturalmente, cual animal de compañía
– dijo Dolita sin pensar.
- Creo que estás obsesionada y ello te puede acarrear algún disgusto - dijo
Raúl intentando sacarle partido al momento.
- No sé en qué me podría perjudicar esta obsesión semejante - respondió la
muchacha.
- A mi entender, los recuerdos de la hormiga podrían abstraerte de tus
obligaciones y estudios cara a los exámenes que pronto se te echarán encima;
espero que yo no entre en esa dinámica y te olvides de nuestra relación - dijo
Raúl echándole el brazo por encima del hombro y atrayéndola hacia él en un
intento de besarla que ella eludió con habilidad.
- Qué tonterías dices, para mí es muy importante mi futuro como Bióloga, y
no cejaré en el empeño hasta que consiga mi cátedra. Y te aseguro que nada me
va a entretener - dijo realizando una especie de sutil movimiento al levantarse
que Raúl tuvo que quitarle el brazo del hombro.
- Cambiando de tema. ¿Has pensado en lo que hablamos acerca de echar la mañana
en la playa de "Las Cruces?” – dijo Raúl.
- Si, en principio me parece buena idea aprovechar nuestras últimas horas
con unos baños y un poco de sol sobre la arena, y es que hay que ver el trabajo
que me cuesta ponerme morena - dijo mostrando un hombro que Raúl aprovechó para
besarlo.
- ¡Qué tonto eres! Anda que se nos hace tarde - dijo al tiempo que lo
tomaba de la mano y regresaban por el mismo acerado.
XXV
Cuando llegaron al chalet y entraron al jardín se fueron, a petición de
Raúl, directamente al balancín; estaban claras las intenciones de Raúl ya que
la tendría más cerca que nunca, y durante tanto tiempo, y es que el acogedor
cojín era para una sola persona, pero se podían acomodar para balancearse los
dos, eso sí, un poco ajustados.
Como pudieron se acomodaron,
pero con tanta estrechez Raúl le pasó el brazo por encima del hombro, sin
embargo, el apretón duraría poco ya que para más desgracia del joven, Dolita de
un salto fue a la mesita sobre la cual se encontraba Choly, al parecer,
llamando su atención.
- ¿Qué haces aquí tan tarde, acaso no tienes Guardería? - le preguntó sin
quitarle el ojo al balancín, pues sabía de seguro que Raúl estaría en ese
momento a punto de estallar, sin embargo, no ocurrió nada anormal a excepción
de que, algo así como ignorándolo, ambas amigas se habían puesto a
conversar acerca de la visita a Córdoba y sobre la que Choly quería saberlo todo
con los máximos detalles. Así que Dolita comenzó a relatarle todo lo
concerniente al viaje.
Mientras tanto, Raúl, que la rabiosidad que sentía en su máxima intensidad
le había hecho entrar en una especie de trance, le vino a la memoria, pensando,
decididamente, dar solución al problema que venía sufriendo desde el principio,
algo que le ocurriera hacía un par de años:
"En aquella ocasión sería un amigo del instituto el que ante un
pequeño despiste, su compañero y, al parecer, amigo, aprovechándose de su
amistad, le sustrajo todos los datos que Raúl tenía acabados para un
importante examen de final de curso, y que le hizo perder la oportunidad
de superarlo ya que cuando fue a echarle mano por más que lo buscó entre todos
sus apuntes no los encontró.
"Al día siguiente cuando se expusieron las listas de los resultados,
observó con sorpresa que él ni tan siquiera se encontraba en ellas, por lo que
tomó la decisión de pedir cita para hablar con su profesor, el cual le comunicó
que le habían faltado dos páginas del temario.
“Acabada la entrevista y vuelta a ver las listas comprendió lo que había
ocurrido al ver como su compañero, al que consideraba bastante más bajo de
nivel que él, se encontraba en el segundo lugar del listado, lo que le dio a
pensar que no sólo se había limitado a sustraerle aquellos importantes datos,
sino que incluso había hecho desaparecer las páginas que faltaban, por lo que
no tenía más remedio que haberse colado en el despacho del profesor y haber
realizado el hurto de ellas.
"Como quiera que él no tenía
nada de filántropo como su primo Juan de Dios quien, por cierto, a través de la
última carta recibida le había comentado que ya se había graduado en Filosofía
y letras, decidió poner el asunto en manos de su profesor con el fin de que
éste lo elevara a la dirección, una vez examinada las evaluaciones tenidas a lo
largo de todo el curso: la calificación, y categorización del
rendimiento.
"Al día siguiente, tanto Raúl
como su compañero José Manuel, fueron llamados a la Rectoría donde les esperaba
el Rector con su equipo y el profesor de ambos, el cual ya tenía sobre la mesa
los expedientes académicos de cada uno y correspondientes al curso actual.
“Llegado el momento, el Rector, a la vista de las distintas evaluaciones
mensuales de cada uno, y ante la abierta acusación por parte de Raúl, que
mantuvo firme durante todo el tiempo, y la ratificación del profesor apoyando
la acusación, la cual quedaba ampliada por el hurto realizado en su despacho,
el Rector le preguntó al compañero si tenía algo que decir; éste agachó la
cabeza y se echó a llorar, por lo que el Rector decidió dar por terminada la
reunión anunciando que ya daría a conocer su valoración.
"Al día siguiente, Raúl fue llamado por el profesor quien le preguntó
si estaba dispuesto a someterse al mismo examen en ese momento. La respuesta no
pudo ser más contundente, por lo que le fueron entregados los nuevos
formularios y el plazo de dos horas para cumplimentarlos.
"Transcurrido el tiempo
y entregado el examen se le dijo que ya se le comunicaría el resultado".
"Cuando abandonó el aula elegida para realizar el examen, se encontró
de frente con su compañero José Manuel, el cual iba acompañado de su padre,
quien al verlo se limitó a disculparse por el error de su hijo. Un error
apoyado en la envidia, y que al final le costaría el seguir estudiando en aquel
instituto.
“Raúl correspondió al comentario del padre, pero mirando a su compañero
dijo: ¡Una lástima haber estropeado lo que consideraba una bonita amistad!”
- ¿Vienes? Oyó la voz de Dolita que aún seguía de cháchara con su amiga,
por lo que viendo que allí iba a continuar siendo un cero a la izquierda
decidió hacer un aparte con la muchacha.
- Dolita, ya es muy tarde y me duele un poco la cabeza, así que voy a irme.
- ¿Te duele mucho? - se interesó.
- No mucho, habrá sido producto del viaje y el sol que hemos tomado; tomaré
un vaso de leche con un calmante y me acostaré. Mañana estaré como nuevo para
ir a la playa. ¿Te viene bien que te recoja a las once?
- Si, estupendo esa es una buena hora.
Dicho esto los dos se fundieron en un abrazo acompañado de un beso, y Raúl
se despidió, atravesó la cancela y se perdió por el acerado para revolver la
esquina.
En aquel lateral del seto se
detuvo un momento a escuchar lo que parecía un monólogo toda vez que era
Dolita, en apariencia, la única que hablaba.
Instantes después y moviendo la
cabeza de un lado a otro, pero con cara de rabia, Raúl siguió adelante.
- Parece muy enfadado - dijo Choly.
- No creo que esté enfadado, más bien molesto al ver que te dedico mucho
tiempo a ti en lugar de a él, o tal vez sea el cansancio de todo el día
caminando por Córdoba, y es que andar no es lo suyo, y eso que, según me contó,
una vez en el instituto se apuntó a unas clases especiales de atletismo porque
le hacía ilusión participar en unos juegos que había organizado la Federación
Universitaria de Institutos, pero apenas hizo los primeros
entrenamientos, a la segunda vuelta al campo de futbol ya no podía correr
más y se tuvo que retirar, y eso le afecto mucho a su auto estima.
- Claro, y es que como conmigo no tiene ninguna relación, ¿por qué será que
él no me oye a mí, si yo a él lo escucho perfectamente? - dijo Choly no sin
mostrar cierta preocupación.
- No lo sé Choly, como tampoco sé porque nosotras estamos teniendo
esta relación ontológica.
- ¿Qué es eso de ontológica?
- La ontología es como el trascendentalismo, la metafísica, una
rama de la filosofía que estudia los problemas primordiales del pensamiento
filosófico: el ser en cuanto tal, el Absoluto. En esa línea, intenta describir
las propiedades, fundamentos, condiciones y las causas primeras de la realidad,
así como su sentido y finalidad.
- Pues yo no lo entiendo, y ahora que tú dices eso. ¿Por esa razón me podía
comunicar con Juan de Dios, porque es filósofo y estudioso de los temas
naturales y paranormales?
- Bien pudiera ser, Choly.
- Pero, entonces, si tú no eres filósofa, ¿cómo te comunicas conmigo? y
además, ¿por qué yo me comunico tanto con Juan de Dios como contigo, y en
cambio con Raúl no? Será que ese don está reservado para aquellas personas
sensoriales, y muy elevadas espiritualmente.
- Te repito Choly, que yo no lo entiendo, y tampoco quiero que todo ello me
perjudique mentalmente. Así que lo vamos a dejar aquí, y dejar que la
Naturaleza siga su curso. Y ahora, como se dice en Andalucía cada mochuelo a su
olivo, que estoy muy cansada. Venga hasta mañana.
- Hasta mañana Dolita, pero antes de irte llévate algo que te dejaron
debajo de la mesita y que está sujeto con un trozo de cinta adhesiva.
Ya Choly corría por el césped hacía su colonia, cuando Dolita arrancaba de
debajo de la tapa de la mesita, un papelito bien plegado. Un tanto nerviosa, y
valiéndose de la única farola que iluminaba el jardín, se encontró gratamente
sorprendida a leer en el papelito: "Dolita, necesito hablar contigo, pero
prefiero dejar pasar unos días hasta que esté de regreso a Barcelona.
Esta es mi dirección y mi número de teléfono".
Con el papelito en el bolsillo, y una carita que, en realidad, no sólo
manifestaba cierta incertidumbre, abandonó la sillita y subió a la casa.
Una vez con los abuelos, estos le preguntaron qué tal había ido la visita a
Córdoba, por lo que ya puestos al corriente de cada uno de los muchos detalles,
incluso que ya les mostraría fotografías cuando Juan de Dios se las enviara,
dijo que se iba a duchar antes de la cena.
Ya en el baño comenzó a desnudarse, sin embargo, al quitarse el
pantaloncito no pudo evitar el volver a sacar el papelito y releerlo de nuevo.
Cuando acabó de ducharse, y ya con el pijama puesto, colocó el papelito en
el bolsillo, el cual una vez en su cuarto, lo introdujo en el libro que le tuvo
ocupada a ratos y que contenía los temas que les esperaban a su vuelta a
Sevilla y por ende a la Facultad.
Después de cenar, se excusó ante los abuelos aludiendo que se encontraba
muy cansada, y que se iba a la cama. Como lo vieran natural, momentos después,
Dolita ya estaba sobre el lecho tan sólo con sus braguitas dado el calor
reinante, y dispuesta a releer lo que tan sólo era una dirección y un teléfono.
No obstante, el detalle le hacía ilusión.
Cuando Raúl llegó a la casa de su primo se encontró la puerta cerrada aún a
pesar de que éste le había dicho que no saldría en toda la tarde.
Una idea se le cruzó por la cabeza al ver la tiendecita "El
desavío". Así que se acercó a ella y allí estaba Juan de Dios con un
botellín de cerveza en la mano, y charlando con Emiliano el cual ante lo
que el primo le contaba acerca de un viaje que había realizado el año anterior
a Italia, al parecer, no tenía prisa en cerrar. Cuando entró oyó al primo que
contaba:
"Como usted sabrá, Italia, es un maravilloso país europeo con una
larga costa mediterránea, que influyó considerablemente en la cultura de las
tiendas de ultramarinos, y la cocina occidental. Roma, no dejó de sorprenderme
como tampoco el Vaticano en el que el turismo deja dinero a espuertas. Son
dignas de contemplar la enormidad de ruinas producto de una civilización pasada,
y disfrutar de la cantidad de museos con sus impresionantes obras de arte
emblemáticas.
“Otras ciudades como Florencia, o Venecia me dejaron con ganas de volver ya
que fui en época de reformas y no pude ver algunos monumentos de los más
importantes, sin embargo, el mero hecho de pasear en góndola por aquellos
canales, o haber visto la fontana de Trevi, la fuente de los cuatro ríos o el
circo romano, ya se da uno por satisfecho, pero espero volver y ya mejor
preparado, sobre todo con dinero y tiempo.”
- Y acompañado de tu primo, si se admite mi compañía - dijo Raúl
acercándose al mostrador y diciendo que él también necesitaba un botellín.
Verdaderamente, Emiliano, no tenía prisas por lo que aprovechó la coyuntura
para hablar también de algunas de sus escapadas toda vez que disfrutaba a sus
cincuenta y dos años de una soltería envidiable dada su posición económica.
- No dude usted don Juan de Dios, que a la primera oportunidad que tenga
voy a intentar hacer ese viaje que parece muy interesante, y de paso a ver si
me traigo una romana o veneciana y que me ayude en la tienda
Dicho esto, los tres se echaron a reír pensando en cómo se las iba a apañar
Emiliano para entender a aquellas italianas.
Al final, Juan de Dios le pidió que le preparara unos bocadillos y con ellos
y una botella de vino se acabó la tertulia.
Ya en la casa, y una vez tomada la frugal cena, continuaron charlando
vaso de vino en mano.
Media hora más tarde convinieron en irse a la cama. Raúl dijo que a las
once había quedado con Dolita, mientras que Juan de Dios dedicaría la mañana
para visitar a sus amigos, que como era domingo día en que su amigo Remigio
estaría de faena con la misa de la Ermita, pues iría a verlo y luego tomar unas
copas recordando aquellos tiempos en que eran unos zagales, cuando sus padres
se hallaban desplazados en Iznájar debido a un contrato que le ofrecieron a su
padre como dorador.
Apenas se habían dado las buenas
noches cuando Juan de Dios le preguntó al primo: Raúl, ¿ya has caído?
- No, ¿qué quieres?
- Nada importante, es que estaba pensando en que, como vivimos tan lejos, y
en estos años es tan complicado viajar, pues que aún no conozco tu pueblo, y
mira que ha pasado tiempo.
- ¿Mi pueblo, San Fernando?
- Si, exacto.
- ¿Y qué quieres saber?
- No sé, ¿cómo es más o menos?
- Mi pueblo fue llamado hasta el año 1813 Villa de la Real Isla de León,
aunque es llamada de las dos formas: Fuera de ella es San Fernando, dentro y
para la zona de la Bahía de Cádiz, los Puertos, o Jerez de la Frontera, es la
Isla. Con muchos acuartelamientos y para de contar, aunque eso si es muy bonita
y a pocos kilómetros de la capital.
- ¿Y el nombre de Isla de León de donde procede?
- El término isla era debido
al elemento geográfico sobre el que se asienta la ciudad, y el término de León
es porque la familia Ponce de León era la propietaria de la isla en el siglo
XIV, anteriormente fue propiedad del Ducado de Arcos., a la sazón propietario
de media provincia de Sevilla y más…
- Yo en cambio tan sólo he estado con mis padres en Barcelona una vez, y
tampoco la conozco porque fue cuando aquel desgraciado asunto de tu hermana
María Engracia.
-Sí, una verdadera pena.
- Bueno ya está bien de cháchara por hoy. Hasta mañana, que será otro día –
se despidió Raúl.
XXVI
El verano ya daba sus coletazos,
pero el día se presentó tan caluroso como radiante. Una vez desayunado el
clásico café descafeinado y unas magdalenas, ambos primos decidieron dar un
paseo.
- ¿Tienes ganas de volver a Barcelona? - preguntó Raúl mostrando cierta
indiferencia.
- Si, pero estoy un poco preocupado con lo que me encontraré mañana en
Hacienda; ya sabes que esta gente son una caja de sorpresas. Aún recuerdo lo
que me pasó el año anterior en el que dijeron que no había pagado la contribución,
y cuando llamé a Rafael, mi vecino, me dijo que no me preocupara, que él tenía
el recibo.
- Pues menos mal que tienes a Rafael.
-Sí, es una buena persona; ahora he pensado en dejarle una copia de la
llave para que Rosalía, su mujer haga una limpieza de vez en cuando, y así si
un día me da por venir, o en que quieras venir tu, no nos encontremos la casa
como cuando llegamos.
- No es mala idea.
- Y tú ¿qué plan tienes para hoy? aunque imagino que será pasar la mañana
con Dolita, hasta la hora de salir para Córdoba.
- Sí, echaremos la mañana juntos. Luego ella se irá a comer pronto y yo
pasaré por tu casa para recoger mi mochila y reunirme con ella para irnos a la
Estación. Tenemos que tomar el mismo autobús, y ya una vez en Córdoba, ella
cogerá el que va para Sevilla y yo tendré que esperar media hora que es cuando
sale el autobús para Granada y allí enlazar con el que va para Cartagena.
- Conforme, pues entonces quédate con la llave para que puedas abrir y
recoger tus cosas, luego cierra bien y le dejas la llave a Rafael, o mejor
levantas un poco la persiana de la ventana y la dejas detrás, no vaya a ser que
cuando yo vuelva Rafael haya salido con la familia a pasar el día fuera, que
será lo más probable ya que está loco con el Seat "Seiscientos" que
se ha comprado, por cierto, no hace mucho leí que le habían puesto ese nombre
por una coincidencia, y es que tiene seiscientos centímetros cúbicos y pesa
seiscientos kilos.
- ¿Y no te preocupa que deje la llave allí?
- No, estate tranquilo, y vete ya si has quedado con Dolita a las once.
Aunque nada de lo que había estado
conversando con su primo había resultado de vital trascendencia, el caso es que
su mente siempre se encontraba en otro lugar, ¿dónde? pues en el momento de
encontrarse con Dolita, y si ésta no estaría ya acompañada de Choly, y
esperándolo para que pasara la mañana con ellos.
Estaba demostrado que cada uno de estos pensamientos, y sin que aún hubiera
llegado al encuentro, la rabia iba ganándole terreno a una posible mañana feliz
con su amada, y ambos sumergidos en las tranquilas y templadas aguas del lago.
Y posteriormente, los dos tumbados sobre una toalla en la arena, en cuyas
situaciones se desarrollan los más atractivos episodios amorosos de muchas
parejas.
Con estos pensamientos, una vez enrabietados, y otros prometiéndose una
feliz mañana tan esperada como inolvidable, dobló la esquina de la calle donde
los abuelos tenían el chalet.
Miraba las ventanas de la casa a través de la altura del seto, pero en un
acto reflejo miró hacia el suelo y fue cuando la vio. Ese fue el momento en que
ella lo vio también a él. Pero, la hormiga, que se encontraba cerca de una de
las patas del banco al sentir ciertas vibraciones, emprendió una carrera
desesperada, sin embargo, cuando ya alcanzaba la frontera que divide el seto de
tuyas del acerado, no pudo evitar que la sombra de la suela de una gran
zapatilla la dejó completamente a oscuras, justo fue el momento en que Raúl con
una cara de maléfica satisfacción escuchaba el crujir de aquel diminuto e
inofensivo cuerpecillo.
Sin abandonar la malévola sonrisa que reflejaba una crueldad difícil
de asimilar, siguió adelante. Estaba claro que Raúl no poseía un espíritu, al parecer,
ni humano ni filosófico, y mucho menos sensorial.
Cuando llegó a la cancela intentó abrirla, pero estaba entornada, y al
mirar hacia la zona donde está ubicado el conjunto de jardín pudo ver a Dolita
que, de espaldas al sol de la mañana, leía un libro que parecía un grueso temario.
Al oír el sonido de la puerta se volvió.
- Buenos días, qué puntual ¿cómo te encuentras, se te pasó el dolor de
cabeza? - dijo avanzando al encuentro con Raúl.
Buenos días, correspondió Raúl, el
cual al observar que sobre la mesita no estaba la bolsa que Dolita usaba
siempre cuando iba a bañarse, y no es que tuviera interés en saber que ocurría,
porque sabía positivamente que ello giraba alrededor de la ausencia de la
hormiga.
- ¿Nos vamos ya? - le preguntó Raúl, por decir algo.
- Esperaremos un poco, si no te importa, es que estoy preocupada con
Cholita que no aparece.
- ¿Y siempre vamos a estar pendientes de esa hormiga? – dijo de forma ahora
amigable ya que era conocedor de lo que estaba ocurriendo.
- No hables de ella así, que tiene su nombre.
- Eso será para ti, para mí no es más que una hormiga que, según tú, habla
y se comunica.
- Y no solo eso es lo que me preocupa, sino que todas las mañanas es la que
me despierta desde el alfeizar de la ventana y hoy no lo ha hecho.
- Pues se le habrá ido el don o la inspiración, y ya no se acuerda, o bien
ha cambiado de hormiguero, o colonia como tú lo llamas.
- Me cuesta creer que le haya ocurrido algo de esto, pero tampoco puedo
negar que pueda haber pasado lo que dices, y estés en lo cierto.
- Claro que si, será lo más probable; si quieres esperamos un rato más y si
no aparece nos vamos, seguro que a la vuelta te estará esperando.
Pasado un tiempo prudencial, Dolita subió por la bolsa y los dos tomaron el
camino de "Las Cruces", en cuya playa, sin mucha gente, echaron la
mañana entrando y saliendo del agua por lo que Raúl no conseguía retenerla
sobre la arena ni un solo momento.
- Creo que deberíamos volver ya, que hay que comer temprano y salir
para la Estación - dijo Dolita comenzando a recoger las cosas.
Una vez todo recogido, y Raúl con una cara que era todo un poema, iniciaron
el regreso sin que mediara una sola palabra entre los dos.
Llegados al chalet, Dolita se fue directamente a la mesita del jardín con
toda su ilusión puesta en encontrarse allí a Choly, pero no estaba.
No obstante, y si reparar en nada absolutamente, se acercó al lugar del
seto donde sabía que se encontraba la colonia y di una voz llamando a su amiga.
En ese momento un gran número de miembros de aquel hervidero, de forma
inmediata comenzaron a correr de un lado para otro sin razón aparente, hasta
que todas, como en formación, desaparecieron bajo la frondosidad enraizada de
las tuyas.
- Dolita, venga déjalo ya, ¿no te das cuenta que estás haciendo algo que no
tiene sentido?
- Está claro que no lo tendrá para ti, pero para mí sí, y mucho. ¿Qué le
habrá podido pasar? porque lo que tengo claro es que algo le ha ocurrido cuando
ni siquiera ha respondido a mi llamada.
- Dolita, no te desesperes; cuando no ha respondido a tu llamada es porqué
no está - dijo Raúl mostrando una maligna hipocresía sin parangón, y que la
muchacha no podía ver al encontrarse de espaldas y sin dejar de buscar con la
mirada un tanto descompuesta al no conseguir hallar el más mínimo indicio que
le pudiera dar alguna pista.
Tras
un largo rato agachada, salió de aquella abstracción obsesiva gracias a que su
abuela que ya la había oído llegar, la llamaba desde la ventana para que
subiera a almorzar, y recordándole que aún tenía que preparar su maleta.
- Creo que deberías subir y despedirte de mis abuelos, por si acaso luego
nos encontramos con el tiempo justo.
Ya dentro de la casa, y durante el transcurso de la despedida propia, Raúl,
comentó que tenía que ir a casa de su primo con el que había quedado para comer
y recoger su mochila así como una bolsa de viaje.
Cuando llegó a la casa, cogió la llave de detrás de la persiana, al encontrársela
donde la dejó, ello le dio a entender que su primo no estaba en la casa porque
de lo contrario él habría cogido la llave, no obstante, abrió la puerta y lo
llamó, pero al no obtener respuesta pensó que al igual que la noche anterior
estaría en "El desavío" de Emiliano, pero allí tampoco estaba ni,
según el hombre, había ido en todo el día con lo cual supuso que se habría
quedado a almorzar con su amigo Remigio.
Luego de llegado a estas conclusiones, le pidió a Emiliano que le preparara
un par de bocadillos, y ello junto con un botellín de cerveza regresó a
la casa en la que una vez dado cuenta del frugal almuerzo, preparó su petate
que es el nombre que en la Marina se le da a la bolsa de viaje.
Una vez dejada una nota escrita para su primo encima de la mesa del
comedor, recogió la bolsa, salió a la calle, y dejando nuevamente la llave
detrás de la persiana se dirigió de nuevo al chalet, a cuya llegada se encontró
con Dolita y sus abuelos que charlaban en la puerta acerca de lo feliz que
habían sido los quince días que había pasado con ellos.
Los abuelos no se cansaban de decirle que tenía que volver, que al estar
tan solos para ellos era como un nutriente de vida el que ella estuviera aunque
solo fuera unos días.
Abuela, abuelo, prometo volver a veros
en cuanto tenga unos días, ahora tengo el examen final, y si tengo suerte y me
sale bien también lo celebraré con vosotros, y si no es aquí, en Sevilla, ya
convenceré a papá para que venga por vosotros.
- Dolita, se nos hace tarde - le dijo Raúl al punto que le pedía disculpas
a los abuelos.
- Andad, andad ya no vayáis a llegar tarde, y tened mucho cuidado, y un
buen viaje a los dos. Y que todo os salga bien. ¡Ah! Y no dejes de escribir, y
si es una conferencia de vez en cuando mejor, y besos para todos.
- Adiós a los dos, cuidaros mucho. Espero que disfrutéis con la barquita:
ya me enviaréis unas fotos.
Qué duda cabe que los temas de
conversación de ambos durante el viaje hasta Córdoba, donde cada uno tomaría el
correspondiente transbordo, no tendría una relación como habrían de suponer con
la que, en principio, se habían prometido, los arrumacos y amartelamientos
brillaron por su ausencia.
Raúl tan sólo intentaba lo
imposible, y es que Dolita no apartaba de su cabeza la desaparición de Choly,
la única vez que había faltado a su cita mañanera para despertarla, y
posteriormente de forma extraña no aparecer por ningún lado.
Con estos aconteceres llegaron a Córdoba, donde una vez en la Estación,
Dolita haría su transbordo hacia Sevilla media hora después, tiempo que la
pareja estuvo dialogando acerca del comportamiento de ambos en las últimas
horas.
- Dolita, que te ha hecho cambiar desde ayer cuando estábamos tan
ilusionados con nuestra relación y el futuro que teníamos por delante y, sin
embargo, de la noche a la mañana te has mostrado tan fría, tan distante, que no
consigo entender que te haya podido molestar para esa actitud, y no creo que
ello haya sido debido a la desaparición de Choly como tú llamas a la hormiga
habladora.
- No lo sé, Raúl, es cierto lo que dices acerca de Choly, pero no es solo
eso, aún a pesar de la pena que llevo por dentro después de haber tenido que
dejar la casa sin poder saber que habrá sido de ella. Tan solo de pensar que en
un descuido intentando acarrear para su colonia algo que se hubiera encontrado,
y con ello una aportación para ayudar a pasar el invierno, y que alguien la
haya pisado, me produce la más honda de las tristezas, y no ya solo porque era
un animal tan frágil como débil ante nosotros los humanos, sino porque debía
ser excepcional al poseer el don de poder comunicarse. Sin duda alguna, un
caso difícil de aceptación, pero que no va conmigo porque yo lo he vivido
tan de cerca que jamás nadie me hará poner en tela de juicio su absoluta
existencia, digan lo que digan los demás científicos, y es que yo también lo
soy, y si Dios quiere y me ayuda lo seré oficialmente tan pronto como me
sometan a realizar este último examen, que sé que me va a salir redondo.
XXVII
En cuanto a lo que nos concierne a los dos, y por ende a nuestra relación,
reconozco que por mi parte se ha enfriado un poco, por eso te agradecería nos
tomáramos un tiempo en el que poder reflexionar, y medir nuestros sentimientos.
- Dolita, los míos los tengo muy claros, y tú lo sabes, pero si es lo que
quieres, aunque yo no lo entienda, haremos como tú dices. No obstante, si me lo
permites te llamaré y te escribiré en cuanto tenga tiempo libre, y ahora tienes
que subir al autobús porque ya está avisando el conductor.
- Si, Raúl, claro que puedes llamarme, y escribirme cuando puedas.
Una vez acomodada se asomó a la ventanilla para despedirse con un adiós
sonriente, y deseándole suerte en los exámenes que a él también le esperaban.
Raúl, correspondió a la despedida escondiendo una sonrisa semejante a cajas
destempladas.
Ya el autobús abandonaba la Estación cuando Raúl se dirigió a la cantina
para tomar un café, dado que su autobús para Granada aún tardaría una hora.
Ante una taza de humeante café, sus pensamientos se convertían en volutas
de humo, iguales a las que desprendía el negro y aromatizado líquido; la
diferencia entre uno y otro era que mientras las primeras aromatizaban el
ambiente cantinero, las segundas le martilleaban las sienes martirizándole. Y
es que una vez y otra se preguntaba en que había fallado, si Dolita ignoraba la
cruel resolución al planteamiento que, tan minuciosamente, había proyectado al
objeto de haberle dado vida a las ilusiones con las que había llegado a
Iznájar, y que jamás pensó que su primo hubiera sido un elemento que rompiera
su cadena de flores; una cadena, cuyos eslabones se fueron desgastando cuando
entró en juego la resultante de que su primo también entró, formándose así
el tripartito: Dolita, Choly, Juan de Dios, nunca deseado.
Aunque en principio no le dio
importancia, ahora ante aquella taza de humeante café, comenzó a atar hilos y
buscando el cabo que diera forma a la madeja, sin embargo, la madeja no acababa
de verla formada, por lo que una vez más se preguntó si a las conclusiones que
estaba llegando no estarían erradas.
Seguía con la mente embotada cuando con el café al que ni siquiera había
tocado, absorto en sí mismo, escuchó por la megafonía la salida de su autobús
con destino a Granada, y una vez hecho el siguiente transbordo regresar a
Cartagena donde aún se encontraban sus padres acabando sus días de vacaciones.
Dos semanas más tarde, Dolita, recibió una primera carta de Raúl.
"Querida Dolita. Aprovecho este
rato de descanso para comunicarte que ya tengo destino, por azares del él voy a
la Escuela de Formación en Cartagena, y luego de seis meses de
preparación, embarcaré para prácticas en un buque Oceanográfico.
“Estos primeros días han sido abrumadores entre estudios y exámenes de todo
tipo, incluso los médicos, pero todo me va bien, excepto el mal sabor de
boca que me entra cuando pienso en aquellas, tus últimas palabras de las que se
desprendía, por lo que pude entender, no sin cierto esfuerzo, que nuestra
relación se había debilitado.
“No sé, en este momento, cual será tu sentimiento hacia mí, tan sólo deseo
que haya sido un lapsus por culpa de la desaparición de la hormiga, perdona, de
Choly. Por otro lado espero que hayas alcanzado la Licenciatura que con tanto
esfuerzo has trabajado y conseguir superar el último obstáculo; si hubiera sido
así te felicito y admiro de todo corazón.
“Recibe mi cariño que se queda a la espera de tus noticias. Raúl.”
Había transcurrido un mes, cuando Juan de Dios recogió aquella otoñal
mañana una carta del buzón de su Escuela. Y no es que le sorprendiera el remite
ya que, en cierta medida, la esperaba. Aún a pesar de una tranquilidad
manifiesta, rasgó el sobre con cierto nerviosismo. Extrajo aquellos papeles
rellenos y leyó:
"Apreciado Juan de Dios. En principio deseo que hayas tenido un buen
regreso a tus labores humanitarias, y gozando de una excelente salud y
bienestar.
“A continuación paso a decirte que aún dentro de mi lógica y vacilante
perplejidad, ante el momento en que recogí el papelito que me dejaste debajo de
la tapa de la mesita, y que pude recoger aquella tarde gracias a la indicación
de Choly, no te voy a negar que emparejada con la sorpresa, grata por cierto,
ello me llenó de una cierta sensibilidad hacia tu persona y tu forma de ser con
la que empecé a identificarme a medida que te fui conociendo, entre comillas,
ya que el tiempo no nos dio para más como yo hubiera deseado. De todas formas
me abro a ti y deseo que no dejemos de tener comunicación ya que para mi esta
ha comenzado a ser importante.
“Ahora, y aunque a ti estoy segura que esto te va a doler también, lamento
comunicarte que el domingo que abandonamos Iznájar para regresar tanto Raúl
como yo, Choly no apareció. Al final después de mucha espera, llamarla y
buscarla, llegué a la triste conclusión de que alguien la había matado al
pisarla en algunas de las veces que ella salía a la búsqueda de algo que
pudiera llevar a la comunidad de su colonia.
“Por último y como sé que estabas interesado en ello, comunicarte que ayer
realicé mi último examen del que creo haber salido con una nota muy alta. Habré
de esperar a que me notifiquen mi Licenciatura ya que extraoficialmente tengo
fehaciente conocimiento de haberla conseguido. Bueno, adiós hasta la tuya y
cuídate.”
“P.D. Echo mucho de menos nuestras
charlas con Choly".
Cuando acabó de leer, Juan de Dios, volvió a guardar la carta en el sobre y
se lo metió en el bolsillo. A continuación se fue a la trasera de la Escuela
donde tenía su vivienda la cual disfrutaba de un pequeño rincón, de lectura y
se sentó cómodamente a meditar sobre cuanto acababa de leer.
De nuevo sacó el sobre, extrajo las dos cuartillas y las releyó nuevamente.
Unos días más tarde, después de cenar estaba entretenido en la preparación
de una excursión para, con un grupo de jóvenes, realizar una visita a Barcelona
y poder contemplar la evolución de las obras de la construcción de la Catedral
de La Sagrada Familia, un templo excepcional, fruto de la obra del genial
arquitecto Antoni Gaudí, y que actualmente, lleva más de 130 años desde la
colocación de la primera piedra.
Estaba madurando esta compleja idea cuando sonó el teléfono.
- Si, dígame - respondió a la llamada.
- Hola, Juan de Dios. Soy Dolita.
- Hola, y no te voy a decir que reconocí tu voz en el instante, fue mi
corazón el que saltó como por un pinchazo el que te delató.
- ¡Qué fuerte! la verdad es que no podría intuir que esperabas mi llamada
con esa fuerza.
- Dolita, no te puedes imaginar cómo te incrustaste dentro de mí el día en
el que al bajarme del autobús te vi abrazada a mi primo; y no te voy a decir
que aquel pensamiento fue ilícito porque no me arrepiento, y es que tengo un
corazón que cuando siente algo como aquello es muy difícil hacerlo callar - dijo
sin que le temblara la voz lo más mínimo.
- Juan de Dios, creo que voy a colgar, pues te estoy llamando sentada sobre
la cama ya que mañana he de madrugar, y lo que me has dicho me ha puesto muy
nerviosa. Si tienes a mano papel y lápiz apunta mi número. Llámame cuando
quieras, pero no quiero despedirme sin decirte que ya soy Bióloga forense, tan
sólo pendiente de que me lo diga oficialmente la Comisión del Rectorado que se
reunirá en breve. Adiós.
Ya por la Avenida de la Reina Mercedes, al igual que en toda la ciudad de
Sevilla el colorido arbóreo se iba vistiendo de ocres y amarillos. Dolita, tras
cumplir con su tiempo aparecía en la puerta de la Facultad a cuya entrada
exterior la esperaba Raúl.
No se dio cuenta de que lo tenía a
su lado hasta que se dirigió a la parada del autobús; entonces lo vio y, menuda
sorpresa le produjo que la obligó a dar un saltito hacia un lado cuando oyó:
¡Hola, Dolita!
- Hola, Raúl ¿Como tú por aquí? - dijo la muchacha sin abandonar la cara de
sorpresa.
- Me han concedido cuarenta y ocho horas antes de presentarme en mi nuevo
destino, para despedirme de mis padres y demás, así que esta mañana tomé el tren
y me vine para despedirme también de ti hasta que al regreso vuelva a verte de
nuevo. Y es que necesito que me digas si me voy con esperanzas de que lo
nuestro continua lleno de vida, o si es que alguien se ha cruzado en mi camino.
Tú sabes que soy un hombre que siempre afronta las cosas por derecho, y si
lo nuestro se ha torcido por completo necesito saberlo. Dolita, no podré
afrontar mi nuevo trabajo con esta incertidumbre que me va a volver loco de
remate.
- Raúl, como te dije aquel día, abriste en mi sentimiento una fisura que
creo no voy a poder cerrarla, por ello y sin ánimo de molestarte en grado sumo,
creo que lo nuestro no ha resultado como ambos creíamos. Por mi parte deseo
dejarlo, y es que sin querer, porque entiendo que el amor es así, me he
enamorado de otra persona. Deseo que encuentres una mujer que te compense el
dolor que te haya podido producir esta rotura, y de la que aunque te pueda
parecer una puerilidad te aseguro que no tuve la culpa.
- Y puedo saber, si no te molesta, de quién se trata, ¿lo conozco? - dijo
muy consternado.
- No te voy a mentir, Raúl, quiero sincerarme contigo en este trance
y si, sí que lo conoces. Se trata de tu primo Juan de Dios, y te puedo decir
que cuando me lo presentaste fue como un pellizco, y ya cuando se comunicó con
Choly, créeme que me llegó al corazón, y tu sabes muy bien que cuando estuvimos
los tres juntos intenté sacudirme aquello que me entró como un arrebato, sin
embargo, durante la visita a Córdoba profundizó de tal manera en mi, que cuando
se marchó para dejarnos solos, ya me di cuenta de que mi sentimiento hacia él
había tomado cuerpo en mi interior.
Te repito que lamento el daño que he podido infringirte, pero sólo quiero
que entiendas que estas cosas son así. Espero que todo te vaya bien en la vida,
y que triunfes en tu nuevo trabajo. Te recordaré siempre, como siempre
agradeceré nuestros buenos momentos. Y ahora discúlpame, viene mi autobús. Adiós
Raúl, - dijo al tiempo que le daba un beso en la mejilla.
Había llegado un momento en que Raúl, se había quedado tan bloqueado que no
fue capaz de articular palabras, a excepción de reconocer que todo estaba dicho,
por lo que una vez el autobús en la parada, tan sólo y con la voz entrecortada
pudo decirle adiós, y desearle lo mejor.
Cuando el autobús arrancó, Raúl, cruzó la avenida para dirigirse a la
parada de enfrente, y donde paraba el que pasaba por la zona de la Estación. Sin
poder evitarlo y viendo ya lejos en el que iba Dolita, un par de lágrimas
rodaban amargas por sus mejillas.
XXVIII
Aquella
misma noche, Dolita, con los codos apoyados en su pequeño escritorio, no paraba
de pensar en el estado en que había dejado a Raúl: "No he tenido más
remedio, no he tenido más remedio, pero es que estoy perdidamente enamorada de
Juan de Dios; lo amo desde el primer momento en que lo vi, y se coló en mi
corazón apenas me dio la mano, su roce me causó algo así como una descarga.
Dios mío, ¿cómo me pudo ocurrir esto a mí con lo metódica que soy? además
estábamos tan unidos Raúl y yo que..."
Cuando notó que se le estaban cayendo los parpados, abandonó el escritorio,
se puso el camisón de dormir y se metió en la cama quedando profundamente
dormida tras un par de vueltas buscando acomodo.
"Cuando salió afuera porque le apetecía soñar despierta, aquello no era
un campo de espigas, lo que tenía frente a ella, era un enorme y bellísimo
sembrado de tulipanes amarillos, anaranjados, rojos, sin embargo, aquellos
tulipanes que estaban regados mediante un sistema especial de goteo, por un
fallo del mantenedor, una de aquellas plantas se había quedado fuera del
sistema quedando a la vista de todos sin posibilidad de rocío, y aún así
presentaba la hermosura y un aroma parecido a los demás. Pero la flor poseía
tan sólo dos tépalos internos, y aunque tenía los tres externos pero sin unir,
no se apreciaba la diferencia con respecto de los otros.
“Cuando el mantenedor descubrió el problema fue al cuarto de los aperos y
así ampliar el goteo para aquella planta, al parecer, discriminada, pero cuando
regresó se encontró con la sorpresa de que se la habían llevado".
Por la mañana, apenas despierta
le pareció que había tenido un ensueño algo inconexo, intentó recordar la
ensoñación al completo pero no pudo. Tan sólo recordó que al tulipán le faltaba
un tépalo. Sin mayor interés al no encontrarle, en apariencia, un sentido
coherente decidió no pensar más en ello.
Tras un buen desayuno se arregló, y tomando el autobús se dirigió a la Facultad
en la que ya estaban reunidos los componentes de la Comisión que tenía por
misión dar a conocer oficialmente las Licenciaturas de Biología forense.
Llegado su turno: doña Dolores Fernández, desde este momento, oficialmente,
es usted Licenciada como Bióloga forense, pudiendo comenzar a desempeñar esta
bonita e importante profesión en cualquiera de las instituciones públicas o
aquellas empresas privadas que más le atraigan. Pasado un tiempo será requerida
su presencia en este Rectorado para recoger su merecido título. Enhorabuena.
Reunida con un par de amigas al terminar la sesión, y ya con su certificado
en la cartera, abandonaron la Facultad. A petición de una de ellas, cruzaron la
avenida con el fin de, ante unas cervezas, celebrar su triunfo.
-¿Cómo será la entrega de los títulos porque tengo entendido que es un
protocolo muy curioso? - preguntó una compañera, Julia.
- Algo he leído en alguna parte, y es la forma en que te lo entregan. Has
de recogerlo con la mano izquierda y por debajo de la mano derecha con la que
se saluda al Rector, cuando ya se recibe hay que hacer algo con la borla, pero
no recuerdo más - respondió Dolita.
Acabada la mini-celebración, las tres amigas se dividieron hacia las
paradas del autobús que tomaría cada una para regresar a sus casas.
Ya en su casa, y mostrado el certificado que la acreditaba como Bióloga
forense, los ojos de la madre comenzaron a lagrimear, mientras tanto el padre
una vez visto el certificado al detalle la tomó por los hombros y atrayéndola
hacia si le dio un fuerte abrazo al tiempo que le estampaba dos sonoros besos
acompañados de su más sincera enhorabuena.
- Dolita, tengo dos buenos amigos en el Regimiento de Caballería, un
Capitán y un Coronel médico. ¿Qué te parece si hablo con ellos y vemos la forma
de que trabajes allí? A ti te gustan mucho los caballos.
- Papá, tú sabes que no me gusta el ejército, y con un Teniente Coronel en
casa ya tenemos bastante. Además mis miras están fuera de Sevilla, aquí no veo
yo mucho futuro para mi profesión, y siendo una mujer aún menos, pero no te
preocupes que ahora lo que más deseo es tomarme unos días de merecido descanso
y olvidarme de libros y apuntes.
- Eso está muy bien, te lo has ganado a pulso, sin embargo, tú dijiste que
tu ilusión sería completar la especialidad con un máster.
- Si, papá, por supuesto, pero un máster lo puedo realizar en cualquier
parte de territorio español.
- De acuerdo hija, ya tienes edad para hacer lo que consideres que te va a
ir mejor en la vida.
- Gracias, papá, te quiero.
- Y yo a ti, hija.
Después de comer se metió en su
cuarto y se echó sobre la cama bocarriba y la vista perdida en la blancura del
techo...
"Te amo Juan de Dios, te amo
desde el primer momento en que te vi, y que ganas tengo de volver a verte, de
estar a tu lado, sentir tu aliento, rozar tus manos, tus ojos en los míos...",
y con estos pensamientos, y lo que le había dicho, indirectamente, a su padre
acerca de una posible emancipación, se quedó dormida.
Aquella misma tarde llamó a sus abuelos para decirles que ya tenían una
nieta con un título de Bióloga forense.
- Diga - respondió el abuelo al sonar el teléfono.
- Hola, abuelo ¿cómo estáis?
- Caray, Dolita, no esperábamos tu llamada tan pronto, ¿ya has terminado la
carrera?
- Si, abuelo, ya pasó todo, y tienes una nieta Bióloga forense.
- Qué feliz me haces, hija. Espera, que tu abuela me está quitando el
teléfono...
- Dolita, hija, ¿qué es eso de que eres una Bióloga forense? ¿Qué vas a
trabajar en un laboratorio?
- Abuela, eso es todo lo que llevo estudiando desde hace mucho tiempo.
- Si, ya sé, pero, ¿qué es lo que hace una forense?
- Abuela, como Bióloga forense, voy a tener la función de estar presente
cuando se produzcan todo tipo de delitos de sangre, principalmente, para
examinar la escena e intentar encontrar pruebas biológicas, recoger las
muestras y analizarlas en el laboratorio.
- Que profesión más complicada, hija. Ojalá te salga bien todo, y
encuentres un buen trabajo.
- Gracias abuela, os volveré a llamar cuando regrese del viaje de fin de
carrera, y dale besos al abuelo, y dile que me mande una foto de la barquita
porque me imagino que ya habréis navegado con ella. Os quiero, adiós.
Dos días después, y tras la cena, sonó el teléfono en casa de Dolita.
- Dígame - dijo la madre al descolgar.
- Buenas noches, doña Laura, mi nombre es Juan de Dios, y llamo desde
Barcelona. Desearía hablar con Dolita, si me hace usted el favor.
- Como no, ahora la llamo. Dolita, un tal Juan de Dios quiere hablar
contigo, dice que llama desde Barcelona.
- Gracias, mamá, me pongo la bata y bajo.
- ¿Quién es ese tal Juan de Dios? Si es que puede saberse - se interesó el
padre que estaba leyendo el diario, cuando la hija bajaba.
- Un amigo, ya os contaré.
- Hola, Juan de Dios. ¿Cómo estás?
- Bien, bueno, ahora después de oír tu voz, mejor que bien. Qué ganas tenía
de oírte, y no te digo las de verte, y es que no sabes cuánto te extraño, te siento
cada mañana tan cerca de mí que es como si estuviéramos juntos de toda la vida,
y es que una de las fotografías que hice en Córdoba, sin que te dieras
cuenta te la hice a ti, le he puesto un marquito y la tengo en mi mesita de
noche, si no te molesta, claro.
Esta mañana te he enviado una carta y en ella te mando las fotos que nos
hicimos en los jardines del Palacio de los marqueses de Viana. Algunas fotos
son muy bonitas, pero sobre todo la tuya con aquel verdor de fondo, y del que
sobresalían las hortensias, en cuyo cuadro tú, destacabas como una deidad
viviente, llena de vida gracias a esa sonrisa que lo inundaba todo. Viendo la
fotografía en su marco, me río yo de los cuadros del Museo de las Bellas Artes
de Sevilla.
Te pido disculpas, Dolita, porque siento que debería haberte preguntado por
cómo te encuentras tú, y lo feliz que habrás hecho a tus padres y tus abuelos
al haber alcanzado aquello que te hacía tanta ilusión y que al fin has
conseguido.
- Si, Juan de Dios, me encuentro un poco cansada, mentalmente pero muy
bien, y es verdad, todo cuanto me rodea se siente feliz, y con respecto
de tener mi fotografía en tu mesilla de noche, lo cierto es que no me preocupa,
me encanta. Lo que verdaderamente me interesa es saber a dónde conduce, a dónde
nos lleva todo cuanto me has dicho, y que creo que estabas a punto de quedarte
sin oxígeno.
- Dolita, todo ese conjunto de palabras que han, nacido como un amoroso
manantial, es para decirte que te quiero, y que ya no podría vivir sin ti, y
que lo sé desde el primer momento en que te vi, desde aquel momento en el que
el dichoso Cupido no deja de mandarme flechitas y más flechitas, cuando con una
hubiera sido suficiente.
¡Por Dios! Dolita, dime que tú
también me quieres aunque sólo sea un poquito, que haré lo imposible para que
tu amor vaya creciendo de tal forma que se empareje con el mío.
El padre de Dolita que seguía con la lectura de su diario, pero
escuchando sin querer escuchar, y viendo la carita de su hija ya que el
teléfono se encontraba sobre una mesita al otro lado del salón, decidió hacer
mutis, yéndose a la salita en la que se encontraba su mujer leyendo una novela
titulada "Trozos del espejo", y a la que le explicó, a demanda de su
mujer: Laura, me da en la nariz que tu hija tiene novio...
- Pues no voy a necesitar un gran esfuerzo para llegar con el amor que
siento por ti hasta el tuyo, y estoy segura de que lo sabes desde el primer
día, y no creas que no me encontraba a gusto en mi proyecto de relación con
Raúl, y que no me ha dolido en cierta medida esta ruptura pero, es que te
cruzaste en su camino, y no me arrepiento al reconocer que aquel cruce estaba predestinado.
¿No lo crees tú así?
- Dolita, yo, ya nada que venga fuera de ti no me interesa para nada, mi
vida eres tú, tu persona linda y llena de esa bondad acariciadora que llena de
luz hasta los más oscuros rincones del alma humana.
- Juan de Dios deberíamos dejarlo aquí, lo digo porque la conferencia
te va a costar un dineral.
- No me importa, ya compensaré el gasto con la siguiente llamada cuando tan
sólo con descolgar tu teléfono sea quien sea, yo diga: ¡te quiero, Dolita! y
cuelgue sin más.
- ¿Y si la llamada la coge uno de mis padres?
- Pues entonces saludaré y diré: ¡Soy Juan de Dios, y dígale a su hija que
la quiero! y a usted también.
-¡Qué loco eres! Pasado mañana hacemos el viaje fin de carrera a Londres,
serán sólo seis días, en cuanto vuelva te llamaré. Mañana recogeré tu carta y
esa será mi compañía, aunque igual te llamo desde cualquier sitio. Bueno, te
dejo que hoy he estado ayudando a mamá con la faena de la casa y estoy un poco
cansada. Buenas noches, cielo, que duermas bien. ¡Ah! Y en la próxima envíame
tu mejor foto que yo también quiero tenerte aunque de momento sea en mi bolso.
- Cuenta con ello, y que disfrutes del viaje. Adiós, cariño, te quiero.
XXIX
Dos días después, y como el autobús concertado en el que harían el
desplazamiento hasta el Aeropuerto de San Pablo, no saldría desde el Prado de
San Sebastián, justo al lado de la entrada al Pabellón de Portugal que se
construyera para la Exposición Universal de mil novecientos veintinueve, hasta
las diez y media, Dolita, y Julia decidieron ir a tomar un café al bar Citroen
que se encuentra a la entrada del Parque de María Luisa, y la Plaza de España.
Llegados
al Aeropuerto, poco tiempo después, y ya todos a bordo del avión, a la hora
señalada se inició el viaje de fin de carrera por tierras londinenses, un viaje
con una pasajera en cuyo bolso guardaba uno de los tesoros más importantes, en
un momento lleno del más cálido de los deseos. Un tesoro que pudo ser recogido
gracias a que el Cartero ese día, por razones desconocidas, habría adelantado
el reparto en la zona del barrio León, en Triana.
Apenas acomodada en el avión, sacó
el sobre, extrajo su contenido, separó las fotos no sin dejar de sonreír ante
cada una de ellas, y se enfrascó en su cálida y deseada lectura.
"Querida Dolita. Cuando leas esta misiva, como se le llama a las
cartas en Cataluña, ya te habrá quedado más que claro cuáles son mis
sentimientos hacia ti, desde la noche anterior, y en la que a través del
teléfono me desnudé integra, y espiritualmente, para que conocieras hasta la
más pequeña fibra de mi ser, y que unidas todas solo conforman un deseo: vivir
junto a ti hasta el fin de los días. Unos sentimientos que han estado
germinando la idea de formar una familia en la que unos preciosos hijos con la
carita de ángel de su madre, completarán el círculo en el que nunca la maldad
hallará una fisura por donde puedan colarse para romper el amor más grande
hasta ahora conocido, ese amor que será el tuyo ligado al mío cuando el mío
será ese mismo amor.
“Te amo tanto, Dolita, que cuando
estoy escribiendo con tu foto ante mí, al mismo tiempo te estoy hablando, y lo
que más te podrá sorprender es que tú me sonríes, y yo me siento el más
afortunado de los hombres enamorados hasta lo imposible.
“Como imagino que estarás leyendo esta ratificación de amor, posiblemente,
en el avión, te envió mis mejores vibraciones para que tengas un viaje de fin
de carrera delicioso. Yo mientras tanto esperaré tu vuelta y poder oír de nuevo
tu voz. Hasta entonces. Te amo, Bióloga.”
Tras la vuelta del viaje, aquella misma noche, Dolita se puso a escribirle
a Juan de Dios acompañando unas fotos realizadas durante el viaje en unión de
otros compañeros.
“Hola, corazón, celebraré que estés
bien, yo estoy muy bien aunque muy cansada, pero ello no me impide el ponerme a
escribirte antes de irme a la cama, y contarte que lo he pasado estupendamente,
y como me hubiera gustado que estuvieras conmigo, y es que te he echado tanto
de menos, y cómo cuando en cada una de las visitas me acordaba de ti y del
viaje a Córdoba. Te he tenido siempre presente, y es que tu carta venía siempre
conmigo, llenándome el corazón, y haciendo que mi sentimiento hacia ti se fuera
engrandeciendo paso a paso, hasta hacerse inmenso.
“Cuando llegamos a Londres y
comenzadas las visitas, estábamos dispuestos a verlo todo o casi todo, al menos
esa era la idea.
“Entre otras visitas muy interesantes por cierto, según el programa:
“El Palacio de Buckingham, el cambio de la guardia,
la Abadía de Westminster, la maravilla arqueológica de Stonehenge, las
enérgicas calles de Soho, en el West End, donde se ofrecen una mezcla ecléctica
de restaurantes y ocio de lo más variado y singular.
“A la retirada para descansar, cada noche, me sentaba en la cama y leía tu
carta una y otra vez. El cansancio del día no me lo impedía.
“Mi compañera de habitación me dijo
una vez que esa carta debía ser muy importante. A lo que le respondí: No sabes
tú cuanto, y a partir de ese momento le di las buenas noches y me volví hacia
el otro lado.
“Una vez vuelta, caí sobre un mullido colchón de heno fresco y en el que un
travieso duendecillo me hacía cosquillas en los oídos con una plumita muy
blanca. Ello me hizo despertar. Abrí los ojos de par en par, y allí sobre un
hermoso dragón de color rosado, te encontrabas tú con la mano tendida
invitándome a subir, gesto que realicé sin dilación. Ya en el aire atravesamos
montes, ríos, olivares y viñedos hasta que a lo lejos divisé las altas torres
de la futura Catedral que llevaría el nombre de la Sagrada Familia; al parecer,
al final de la ensoñación, esta palabra la habría dicho en voz alta,
justo en el momento en el que mi compañera me incitaba a levantarme. Había que
prepararse para bajar a desayunar donde ya estarían casi todos a la espera de
finalizar el viaje y cuya última etapa consistía en un paseo por el Támesis.
“¡Quieres creer que aún recuerdo el ensueño con toda frescura! Pues sí, y
es que no me quito de la cabeza el que parece que es como una premonición.
Quiero pensar que el ensueño va unido a cuando me dices en tu carta lo de
formar una familia, y nada me gustaría más, pero aún queda.
“He oído en las noticias que dentro
de unos días se va a celebrar en Sevilla un Congreso patrocinado por la La
Comisión Europea sobre la Estrategia para los Derechos de la Infancia, y
las necesidades que vienen sufriendo las familias más desfavorecidas. Sería
ideal que la revista con la que colaboras te enviara y asistieras en calidad de
Delegado, yo te acompañaría, estaríamos juntos y de paso te podría presentar a
mis padres a los que ya les he hablado de ti por lo que a ellos les gustaría
conocerte. Bueno, cariño, espero que pienses en lo que te he dicho, y ahora me
voy a dormir, mañana te enviaré esta misiva como tú dices. Te quiero mucho.”
Dos días después, Juan de Dios, recogió de su buzón, un tanto sorprendido,
aunque a decir verdad la esperaba, una carta que le llegaba con un mes de
retraso y enviada por su primo desde la lejana Islandia.
“Primo Juan de Dios, como habrás
podido apreciar, no te llamo querido, ni tan siquiera estimado, y es que a los
traidores como tú, después de tanto alardear de tus labores humanitarias y tu
presunción de entrega a los demás, no se merecen que se les guarde ningún tipo
de respeto y mucho menos aprecio.
“Aún no entiendo cómo pudiste tener la desfachatez de insinuarte a Dolita,
aún sabiendo, como sabías, que estábamos unidos sentimentalmente desde hacía
tiempo. Me da mucha pena que siendo mi familia abusaras de mi ciega confianza,
al tiempo que te aprovechabas de una debilidad innata. Tienes suerte de que me
encuentro en aguas de Viki Myrdal, en Islandia realizando mis primeras
prácticas oceanográficas, porque, la verdad es que todo me hubiera gustado decírtelo
a la cara, aunque visto tu comportamiento no habría servido de nada. En fin
primo, después de todo te deseo lo mejor. Adiós.”
Cuando acabó de leer se sintió culpable al pensar que su primo, en cierta
medida, tenía razón, aunque llegó a la conclusión de que sólo un poco; que él
no tenía la culpa de que los hechos se hubieran desarrollado de aquella manera,
que todo se reducía a causalidades de la vida ya que antes de conocer a Dolita
como era evidente, no cabían más intenciones que las de aprovechar el viaje a
Iznájar para tener unos día de descanso, y darle una vuelta a su casa como
hacía cada año, sin embargo, todo fue verla a ella, y es como si se
hubieran abierto los velos de la conciencia para tan sólo contemplar la imagen
de la muchacha: "yo no tengo la culpa, primo, a lo mejor en esa unión sentimental
como dices había algo que no cuadraba y sin embargo os forzabais en no sacarlo
a la luz, pero, yo no tengo la culpa".
El mismo día en el que Juan de Dios, recibió la carta en la que, Dolita, le
daba detalles del viaje, en su despacho de la Escuela, le escribió una nueva
misiva con la noticia de que en Santa Coloma había estado haciendo gestiones en
los Servicios Sanitarios Centrales, y en los que su labor como colaborador era
muy apreciada, acerca de la posibilidad de que a su novia, Bióloga forense, le
concedieran un puesto en el Departamento de Patología y Biología Forense.
Recibida la carta, Dolita no cabía
en si de gozo, tanto que se lo comunicó a sus padres a los cuales fue como si
les cayera un jarro de agua fría, y no es que estuvieran en contra del trabajo,
se trataba de que al ser hija única, sería como si la perdieran, cuestión esta
que la muchacha intentaba disuadir explicando que habiendo tren y avión no
tenía por qué haber problemas, y mucho menos con un piso alquilado en el que
podrían estar con ella el tiempo que quisieran.
Aunque no estaban muy convencidos, si que no tenían más remedio que aceptar
los deseos de su hija, por edad y por la necesidad de tomar las riendas de su
propia vida, que ahora sería sólo y exclusivamente de su más que absoluta responsabilidad.
Esa misma noche, Dolita, llamó a Juan de Dios.
Juan de Dios, enfrascado en
sus tareas, no imaginaba que Dolita lo llamara tan pronto aunque el muchacho
siempre estaba pendiente del teléfono pero, como normalmente suele suceder,
cuando sonó el teléfono pegó un respingo. De un salto se fue hacia el aparato
que se encontraba en otra mesita, y con un anhelo veraz corrió y lo descolgó.
- Dígame - dijo muy decidido.
- Que te quiero - dijo la voz llamante.
-Y yo a ti, con toda mi alma. ¿Qué dijeron tus padres? Por que imagino que
le darías la noticia de que, posiblemente, tengas un buen trabajo aquí.
- Si, en principio no les cayó muy bien, compréndelo, soy la única hija que
tienen y eso debe doler, pero son muy comprensivos y ya sabían que algún día
esta palomita habría de volar; lo que no imaginaban era que volaría tan lejos,
Barcelona, que feliz me hace pensar que pronto estaremos cerca el uno del otro.
- Esos pensamientos sí que me llenan de felicidad.
- ¿Y cómo van las gestiones del trabajo, tienes ya alguna novedad?
- Si, al parecer, va a quedar una vacante por jubilación, pero no sé
cuando, aunque después de haber oído a uno de los patólogos que le están
organizando una fiesta de despedida, no creo que se demore mucho, tal vez unos
días, de momento tú vete ya pensando en el traslado ¡Dios bendito, que ganas
tengo de tenerte aquí!
- Me encanta oírte y como lo ves todo tan fácil.
- Es que lo es, Cielo, dentro de unos días con motivo de mi asistencia al
Congreso y para el que me he preocupado de ser invitado, aprovecharé para ir a
conocer a tus padres; los invitaré a cenar donde tu elijas, y en la sobremesa
hablaremos de todo cuanto sea necesario acerca de nuestro feliz futuro en
común, por lo que a partir de ahí todo va a ir sobre ruedas. Que habrá que
esperar unos meses, pues esperaremos, pero al menos lo haremos juntos; porque
tú querrás casarte conmigo ¿verdad, tesoro?
- Espero que me des unos días para pensarlo. ¡Pero qué tonto eres! Si me
valiera lo haría mañana.
- Lo sé, cariño, como sé que estarás deseando que te diga cuando llego a
Sevilla, pues te lo digo ya. El vuelo de Iberia sale pasado mañana a las siete
menos cuarto de la mañana y llegará al Aeropuerto de San Pablo sobre las ocho,
si no hay ningún problema, que espero que no. Y el regreso lo tengo al día
siguiente a las seis y cuarto de la tarde.
- Yo también espero que no haya ningún contratiempo, de todas maneras yo me
iré con tiempo y te recogeré. Mi padre, por fin ha accedido a dejarme su coche,
y me ha prometido una ayuda para que me compre uno esta semana.
- Eso sería perfecto. Cuando llegue iremos directamente al Hotel en
el que tengo reservada una habitación para esa noche. El Hotel se llama Ducal,
es muy nuevo y está en la Plaza de la Encarnación, espero que conozcas el
sitio.
- La conozco bien. Qué lástima que sólo puedas estar una noche.
- Una noche y de chiripa, porque lo tienen todo reservado. Pero bueno,
tendremos la noche para cenar con tus padres, y lo mejor el día siguiente para
nosotros hasta que me dejes en el Aeropuerto. Ese día aunque sea de pocas horas
quiero que sea una gozada para los dos.
- Y lo será, cariño, por cierto. ¿Dónde se celebra el Congreso?
- En uno de los salones del Hotel Luz Sevilla. Este está en pleno centro.
- También sé donde está. ¿A qué hora comienza el Congreso, y cuánto dura?
- Desde las once de la mañana hasta las seis de la tarde que será la
clausura. Si quieres me puedes esperar a la salida, luego damos un paseo y
vamos para tu casa.
- Y menudo paseo: vas a cruzar de Sevilla a Triana, como dicen los
trianeros cuando se pasa por el puente de Triana, aunque su nombre oficial es
Puente de Isabel II, y de ahí al barrio León. Te encantará la zona.
- ¿Tus padres se han mostrado reacios a nuestra relación?
- Únicamente lo que te comenté por ser hija única, pero te recibirán bien,
comprendo que se sientan un poco inseguros dado que no llevamos mucho tiempo,
pero seguro que al final, y sobre todo cuando te conozcan y los deslumbres con
tu buen hacer, tus conocimientos, y tu forma de vida, te aceptarán. Estoy
segura.
- ¿Tan segura estás de mi, y te sientes junto a mi?
- Completamente. Desde tu primera mirada y todo ello lo leí en tus ojos.
- Bueno, como tú me dijiste una vez: cuelga ya, y es que ahora la
conferencia le va a costar a tu padre una pasta larga.
- De acuerdo, preciosa, buenas noches. Hasta que nos veamos pasado mañana.
Te quiero.
- Hasta entonces. Yo también te quiero mi vida.
XXX
Apenas lo vio salir por la puerta de desembarque se fue para él fundiéndose
ambos en un abrazo como si fuera un solo cuerpo. Una escena que se volvería a
repetir cuando acabado el Congreso se encontraron a la salida del Hotel Luz. Se
besaron amorosamente, beso que no pasó desapercibido para algunos transeúntes
que no pudieron evitar sonreírle a la pareja.
Cogidos por la cintura y acariciándose rostro con rostro, marcharon hacia
el Hotel con el fin de que Juan de Dios se duchara mientras ella se quedaba en
la Cafetería ante una taza de humeante café cuyas volutas de aroma se fundían
con un manojo de felices pensamientos.
Al cabo de media hora, bien afeitado y compuesto, entró en el local donde
al acudir el camarero, le pidió un café.
Acabado éste, salieron iniciando el prometido paseo hasta la casa de
Dolita. Paseo que casi deja sin respiración a Juan de Dios, cuando cruzaban el familiar
puente de Triana.
Cuando llegaron a la casa, Dolita, abrió con su llave anunciando que ya
habían llegado.
Ya en el salón, y mientras acudían a él sus padres, Juan de Dios se
entretuvo en ver diferentes fotografías de la familia, así como del padre
con detalles militares en su acuartelamiento y con otros compañeros.
- Hola, hija, - saludó el padre viniendo desde su Biblioteca. Buenas
tardes, Juan de Dios, supongo, celebro conocerte.
- Sí, señor. Y yo a usted, señor, también celebro conocerle después
de tanto como me ha hablado su hija, de su padre y su actividad militar.
- Buenas tardes, a los dos, y especialmente a éste joven que debe ser Juan
de Dios, al que me ha encantado tenerle, por fin entre nosotros, y darle
la bienvenida a esta corta familia - dijo la madre con una sonrisa que se veía
abierta.
- Bien, a mí también me ha encantado este momento tan esperado, y aunque
tenemos una reserva en el Restaurante Casa Manolo, amigos míos por
cierto, antes de salir y como tenía reservada una botellita de Manzanilla del
Aljarafe, la voy a abrir en honor de nuestro invitado, y del que me consta que
está deseando de decirnos algo, - dijo el padre con cierto aire castrense.
-Recuerdo de cuando serví en el ejército, que al Coronel se le trataba de
Usía, sin embargo, aquí y ahora tal tratamiento creo que está fuera de lugar,
por lo que con el permiso de usted don Julián, y de usted doña
Laura, solicito, mejor, suplico por el amor que siento por vuestra hija Dolita,
me concedan el unirme a ella sentimentalmente, y desde hoy me consideren como
un miembro más de la familia, y es que la amo tanto que daría mi vida por ella.
- Muchacho, después de haber oído atentamente cuanto has dicho, quien soy
yo para negarle a mi hija el privilegio de haber encontrado a un hombre como tú,
y del que espero me cuentes como vas a mantenerla, como suele constar en el
protocolo de estos actos tan solemnes, pero eso será después de la
cena, ahora brindemos porque esa relación dure felizmente hasta el fin de los
días.
Doña Aurora, tras el brindis, y sin
poder evitar el que se le escapara una lágrima, abrazó tiernamente a su hija,
mientras que don Julián lo hacía con Juan de Dios, una escena de petición de
mano que sería preludio de una velada inolvidable cuando el padre le dijo a
Juan de Dios: te llevas lo más preciado de mi casa, así que te repito que tu
trato hacia mi hija sea de lo más exquisito en todos los órdenes, a lo que el
muchacho respondió: esté usted tranquilo, don Julián, es más, si todo sale como
pensamos a usted y a doña Laura, el catorce de Febrero, día de San Valentín,
los veremos vestidos de padrinos de boda.
Como no podía ser de otra manera, ya
todos sonriendo comenzó la cena que transcurrió de lo más amena. Manolo Ortiz,
propietario del negocio, y amigo de don Julián, al enterarse del motivo de la
cena, agasajó a los comensales con una botella de cava Umbretúm, un delicioso
vino espumoso de la variedad Garrido Fino, y que elabora la Bodega Salado
de Umbrete en la provincia de Sevilla según comentó Manolo, orgulloso de
tenerlo en su bodega, y sobre el que Dolita hizo un favorecedor comentario
acerca del cava ya que lo había probado en la celebración del santo de a su
abuelo allá en Iznájar.
A los postres, el padre se interesó por las actividades laborales de Juan
de Dios, así como del resultado propio del ejercicio de su doctorado en
Filosofía y Letras.
Puesto al corriente de todo, incluido el ingreso económico que le reportaba
mensualmente su trabajo como Profesor, así como las conferencias,
charlas, colaboraciones y artículos para revistas científicas sobre
humanidades, el padre mostrando su satisfacción y una natural afección hacia
Juan de Dios, le preguntó si tendría tiempo para su hija, a lo que el muchacho
respondió.
- Esté usted tranquilo, ella irá siempre conmigo, y cuando estemos
trabajando irá en mi corazón.
- Desde este momento le doy mi consentimiento para seguir haciendo feliz a
mi hija, y a darle la bienvenida a mi familia.
Dolita no cabía en sí de felicidad, por lo que tomando una nueva iniciativa
tomó la copa que tenía a medias, y levantándola dijo.
- Papá, mamá, gracias, y que Dios os bendiga por este regalo.
Ya de vuelta en la casa, la madre se interesó por saber cuando tenían previsto
el que su hija se desplazara a Barcelona.
- Doña Laura, Santa Coloma de Gramanet es un pueblo muy grande, es una
ciudad en la que hay miles de pisos en régimen de alquiler. En cuanto vuelva me
pondré a buscar uno adecuado para ella, y para cuando deseéis pasar una
temporada con vuestra hija. Por otra parte, en cuanto me confirmen la
adjudicación de la plaza en el Departamento de los Servicios Centrales, se lo
diré a Dolita, y si tengo suerte y encuentro el piso, pues ya es cuestión de
preparar la mudanza de lo que ella desee llevarse para que nunca tenga que
echar de menos a sus padres y, por
supuesto, su casa.
- Eso está bien pensado. También se podía comprar el coche una vez
estuviera allí, y así se evita el tener que llevarlo, son muchos kilómetros.
Mejor que lo que se quiera llevar se lo haga una agencia, - se ofreció el
padre.
-Esa es una buena idea, - dijo la madre.
- Papá, ¿me dejas el coche para llevar a Juan de Dios al Hotel?
- Si, pero no te entretengas, ya sabes…
- Don Julián, doña Laura, ha sido un verdadero placer conocerles y
tratarles, y si no les molesta mañana pasaré a despedirme antes de marchar.
- Puedes venir cuando quieras, ya lo sabes, y nada de don ni de doña, eso
ya quedó atrás.
- Muchas gracias por todo, familia y buenas noches. ¿Nos vamos Dolita?
Con un último beso en la puerta del
Hotel. Mañana vengo por ti a las diez. Te quiero.
- Hasta mañana, mi amor, soñaré contigo y con la nueva vida que muy pronto
tendremos por delante.
Aquella mañana los dos cogidos por
la cintura, salieron, y tomando la dirección de la Puerta Osario, pasearon por
toda la avenida hasta la Glorieta del Cid Campeador, y a continuación
introducirse en el Parque de María Luisa no sin detenerse en la bellísima Plaza
de España. A partir de aquí echaron el resto en la Plaza de América para
visitar el Pabellón Mudéjar y el Museo Arqueológico del que Juan de Dios quedó
prendado
Durante la hora del Almuerzo en el Restaurante Bilindo, hablaron y hablaron
sobre su futuro hasta que llegó la hora de volver. Lo hicieron nuevamente a
través del Parque con idea de visitar el Monumento a Bécquer. Una vez en la
Glorieta del Cid y junto al Pabellón Consulado de Portugal, donde acababa de
llegar el autobús urbano que los llevaría al Aeropuerto de San Pablo, zona de
salida de vuelos. Ya en la puerta de embarque, Dolita despidió a Juan de Dios
entre tristezas, besos y manifestación de deseos de verse nuevamente.
A los dos días de haber regresado a
Santa Coloma, por la noche llamó a Dolita.
Sonó el teléfono, y una voz grave preguntó quién llamaba, Juan de Dios, al
reconocer al padre lo saludó y le dijo que deseaba hablar con su hija.
- Buenas noches, Juan de Dios. ¿Cómo estás?
- Muy bien, don Julián, ¿y usted?
- Bien, aquí leyendo la prensa. Ahora la llamo.
- Hola cielo, no te esperaba, estaba hojeando un temario para la preparación
de un máster, y unos apuntes que me habían pasado para aprender inglés.
- Y no te olvides de aprender
catalán, aunque ese ya te lo iré enseñando yo; en el inglés también te puedo
prestar una buena ayuda.
Ahora lo más importante. Tengo buenas noticias: respecto al trabajo te lo
han adjudicado, deberás presentarte en la oficina del Departamento dentro de
quince días. Precisarás tu DNI, un Certificado de nacimiento y tu Certificado
de Licenciatura compulsado.
- Pero, cariño, esto es como un sueño. Esta mañana he estado hablando con
una amiga que también se licenció conmigo, y me dijo que en Sevilla es poco
menos que imposible a menos que tengas un enchufe. Mañana me pongo a
organizarlo todo. Mi padre me regala el billete de avión, y mi madre se ha
empeñado que ella se hará cargo de la mudanza ¿no es para comérselos?
- A ti sí que te voy a comer yo a la primera oportunidad; que eres lo mejor
que ha pasado por mi vida, y ya estoy deseando verte de nuevo para darme cuenta
de que la vida nos hace regalos sin saber exactamente la razón.
- Me encanta oírte esas cosas. Tampoco sé yo porque te quiero tanto, pero
eso es así, te amo, te amo ciegamente y no voy a buscar razones ni que es lo
que me impulsa a ello.
El amor se presenta sin ser llamado, y eso, aunque sin explicación, fue lo
que nos ocurrió a los dos. A veces dos frecuencias, dos vibraciones, se
encuentran en un punto determinado llamado causalidad, pero a ti que te voy a
enseñar acerca de estos fenómenos, en cierta medida, poco menos que
paranormales.
- Bueno, también he de decirte que he encontrado un piso no muy grande para
ti y para tus padres cuando quieran venir a pasar unos días. Está todo
amueblado y en perfecto estado. Un balcón a la calle tipo terraza. Tiene dos
dormitorios, una cocina, salón y un baño. Es un segundo, sin ascensor, pero
tiene una plaza de aparcamiento subterráneo. Ya le he dejado una señal no vaya
a ser que nos lo quiten.
- Pues ya sin verlo, pero por como lo describes parece tener muy buena
pinta. Ahora le daré a mis padres estas buenísimas noticias. Mañana te llamaré
sobre esta hora, y gracias por ese amor que me estás demostrando, y que ya te
compensaré en cuanto me tengas entre tus brazos.
- Pues ya lo estoy deseando. Hasta mañana mi amor.
Enterados de las buenas noticias,
los padres de Dolita se sentían dichosos aún siendo conscientes que, de alguna
manera, iban a perder a su hija. No obstante, y a pesar de ello no pensaban en
otra cosa que no fuera el traslado.
- Dolita he pensado que la mejor forma de realizarlo sería que una vez todo
preparado, la empresa de mudanzas realizara el traslado. Cuando llegaran, los
recibiría Juan de Dios. Una vez todo en el piso ya sólo quedaría el que en su
momento fuera a recogerte al Aeropuerto, y ya directamente al piso para organizarlo
todo. ¿Qué te parece?
- Papá, es perfecto, no se te ha pasado ni lo más mínimo. Luego llamaré a
Juan de Dios para que esté preparado.
A
la hora convenida, Dolita llamó por teléfono a Juan de Dios.
- Dígame, - dijo, solamente ante el temor de que fuera la llamada de
alguien a quien en ese momento no esperaba.
- Hola corazón, que dígame más serio – dijo.
- Hola, mi vida. Es que pensaba decirte algo especial, pero me abstuve por
temor a que fuera otra persona, y ya te puedes imaginar el numerito si le digo:
Hola a lo más bonito que hay en Sevilla.
- Pues no, mi vida, soy yo, y si me dices eso, pues lo soy. Y ahora te
explico que mi padre ha organizado mi traslado; el de la mudanza te llamará
cuando llegue, lo esperas y que lo deje todo en el piso. Mañana te vuelvo a
llamar y te digo a qué hora llego al Aeropuerto de Barcelona, me recoges y nos
vamos al piso a organizarlo todo. ¿Qué te parece?
- Me parece estupendo, ya me dirás el día que el de la mudanza te lo recoge
todo, le das mi número para que llame, y en cuanto lo haga me voy para el piso
y lo espero. Ya hemos hecho el contrato, está pendiente de tu firma como
arrendataria, pero por si acaso se arrepiente la dueña en caso de que le salga
alguien que le pague más ya le he hecho entrega de la fianza y el pago de la
primera mensualidad. Cuando estés aquí tendrás que abrir una cuenta en el banco
para el ingreso de la cuota mensual.
Todo va de maravillas, reina, y yo
nervioso esperando verte salir por la puerta del Aeropuerto y estrecharte entre
mis brazos y comerte a besos.
- Para ya, loco, que yo también estoy loca por salir por aquella puerta y
fundirme contigo.
XXXI
Ya
lo tengo todo casi preparado, y tengo un mueblecito que me gustaría llevarme,
pero los de la mudanza me han dicho que ellos se encargan de todo. Al parecer
tienen unos pequeños armarios en el que se llevarán toda la ropa. También me
dijeron que saldrán pasado mañana sobre las nueve de la mañana y que llegarían
a Santa Coloma sobre las ocho y media de la tarde. Y yo llegaré al día
siguiente sobre las doce y media con lo cual cuando me recojas nos marcharemos
al pueblo y después de comer nos iremos al piso para ponerlo todo en orden. Espero
que te tomes un par de días libres porque te necesito para mi sola, ya me
entiendes, y si no te daré un beso que te hará comprenderlo todo y más.
- Adoro a esta organizadora mía, a la que veo haciendo horas extras en la
Escuela, y al final llevando las riendas con ayudante especial incluida.
- ¡Ayudante especial! Pues qué bien voy a estar en esas labores.
- No lo sabes tú muy bien. Bueno, pues ya nos quedamos pendiente de la
llegada de la mudanza, y de algo más dulce: tu llegada, mi amor rico.
- Venga zalamero, hasta, como tú dices, mi llegada a esa nueva vida.
Con un fuerte abrazo por parte de su padre y otro, hecho un mar de
lágrimas, por parte de su madre, instantes después, Dolita se perdía por la
puerta de embarque de pasajeros del Aeropuerto de San Pablo, en Sevilla, con
destino Barcelona.
"Al igual que el tiempo corre, y las horas vuelan, los pensamientos y
deseos se detienen para macerar la idea de un reencuentro que habrá de ser
definitivo en un único hoyo donde habrá de germinar la semilla de una nueva
vida en común".
La salida de pasajeros del Aeropuerto El Prat en Barcelona, se llenó de
sonrisas y cuchicheos cuando aquella pareja, fundida en un interminable abrazo
llenaba todo el vestíbulo de llegada.
Unos golpecitos sobre el hombro de Juan de Dios, les devolvió a la realidad,
por lo que ambos cogidos de la cintura se dirigieron hacia la terminal de
autobuses que les llevaría hasta Santa Coloma.
Una vez en el pueblo se acercaron a una cabina telefónica desde donde
Dolita le dijo a la madre que había llegado bien y que por la tarde la llamaría
para darle más detalles.
Almorzaron
en el Bar Mesón de Agustín el andaluz, hijo de un gaditano y una catalana, muy
cerca de la Rambla de San Sebastián, donde está ubicado el piso.
Al terminar de comer, salieron a la calle dando un paseo hasta la vivienda.
Ya en su interior, Dolita se quedó maravillada ante la calidad de todo el
contenido, por lo que de inmediato se dispusieron a ordenar y colocar todo lo
dejado por la agencia en perfecto orden. Colocarían lo imprescindible ya que el
resto de lencería lo haría ella a la mañana siguiente.
Tras acabar, abandonaron el piso en dirección a la Escuela. Cuando
atravesaron el portalón, Dolita se quedó sorprendida al contemplar el gusto con
que estaba decorada la entrada. Relieves de personajes de la Mitología así como
de los clásicos griegos parecían darle la bienvenida. No faltaban imágenes de
seres fantásticos como unicornios, ninfas, algún signo zodiacal, libros
abiertos con letras latinas. Toda una serie de detalles. Criaturas producto de elevadas imaginaciones:
ficticias, fabulosas, misteriosas o legendarias que al fin y al cabo son las muchas denominaciones que se le atribuyen a distintos seres presentes en las distintas
civilizaciones, culturas o en leyendas más o menos tradicionales de unos
espíritus de carácter sobrenatural.
Una entrada ancha y dos magníficas salas a los lados sobre las que Juan de
Dios explicó se trataba de las que componían la Escuela: En una trabajan
catedráticos y profesores, y en la otra, maestros y especialistas en el dominio
de la lengua especifica ya sea moderna o clásica.
- Disculpa que te interrumpa, pero es que me ha llamado la atención esa
distinción entre profesores y maestros.
- A mucha gente le sorprende: los profesores son las personas que enseñan
un conjunto de saberes sin embargo, los maestros son aquellos a los que se les
reconoce una habilidad extraordinaria en las materias que desarrollan e
instruyen. Al menos aquí es así como lo estimamos.
Juan
de Dios, tomó a Dolita de la mano y avanzó hacia una sala central con una mesa
redonda que ocupaba casi todo el espacio.
Pasados por un lateral, Juan de Dios
sacó un llavero, y eligió una llave que introducida en la cerradura,
abrió una puerta tras la que apareció una muy bien distribuida sala de estar con
mesa de camilla incluida y varias estanterías con libros además de algunos
otros amontonados.
- Aquí a la derecha está el comedor, y al lado la cocina. Y en la otra
parte de la sala, pasado ese pequeño pasillo está el dormitorio. Como verás no
es muy grande porque le robé un poco de espacio para agrandar el cuarto de baño
y hacerlo comunicado.
Dolita,
estaba encantada con todo lo que veía y oía; le gustaba todo aquello.
- Dolita, por esa puerta de cristalera se sale al patio donde tengo unos
arriates con rosas, dalias y algunos gladiolos. También hay una mesita con unos
silloncitos; pasa y siéntate mientras preparo unas tazas de café.
Dolita, pasó curiosa y se sentó
contemplando las bonitas rosas que tenía enfrente.
- Hoola, - se dejó oír una vocecilla desde la parte baja de la mesita.
Dolita, que enseguida captó sorprendida aquel saludo y aquella vocecita,
miró hacia sus pies y gritó: Choly, mi Choliitaa.
EPÍLOGO
Tras su inconmensurable alegría y dicha al encontrarse de nuevo con su amiga
Choly, a la que creyó perdida para siempre, un rosario de lágrimas se derramó
por las jóvenes mejillas de la muchacha.
Al preguntarle que le había impulsado a pedirle a Juan de Dios, que la
llevara con él, su respuesta fue de lo más contundente:
- Dolita, yo estaba muy asustada porque en la mirada de Raúl veía siempre
desprecio, y sobre todo un deseo fehaciente de, al primer descuido mío, matarme
con la furia que encerraba en su corazón desde el primer día en el que, sin
duda se sintió como marginado.
- No sabes cómo lamento el miedo que estarías pasando a cada momento, y
siempre pendiente de ese posible descuido.
- Tuvo una oportunidad, pero me salvó mi intuición, así que fue llegado el
momento de hablar con Juan de Dios, el cual comprendiendo lo que me ocurría, y
sumamente comprensivo dada mi naturaleza, me llevó a su casa para dejarme en un
pequeño corral que hay detrás de la casa.
No cabe duda de que él debió notar
la tristeza que me embargaba ante ese abandono, porque me dijo que no me
preocupara, que fuera como fuera me llevaría con él, que no sabía cómo
porque serían mucha horas de tren, pero que encontraría la
forma. Y así fue, como metida en una cajita precintada y con unos
pequeños agujeros y un trocito de pan que fui desmenuzando todo el tiempo hasta
que llegamos aquí. Me llevaba en un lado de su macuto con la cremallera un
poquito abierta.
Una vez en la casa y en el patio trasero, justo en una esquina del
arriate donde tiene las rosas, que ya conoces, ahí me depositó con un amor
difícil de explicar.
- Con razón no acabamos de congeniar Raúl y yo, y eso que lo intentamos
pero su maldad oculta le hizo fracasar, porque ahora estoy casi segura de que
debió ser él el que aquella mañana creyó haberte matado cuando por mucho que te
esperé, y te llamaba, no apareciste como era la costumbre. Sin embargo, ahora
creo estar segura de que su indiferente comportamiento aquella mañana, sería
debido a que a quien mató de un terrible pisotón debió ser alguna compañera
tuya que, parecida a ti, la confundió.
Había dicho Dolita estas últimas palabras cuando llegó Juan de Dios con una
jarrita de café, leche y un azucarero depositándolo todo sobre la mesa donde ya
estaba Choly.
- Hola, Choly, que así había empezado a llamarla también Juan de Dios ¿cómo
estás?
- Ahora creo que en la gloria. Y estoy segura que nuestra Madre Naturaleza
os premiará de algún modo.
Días después, Dolita comenzaría a trabajar en el laboratorio de los
Servicios Generales tras haber sido aprobada toda la documentación que le fuera
solicitada. Mientras que Juan de Dios volvió a su rutina.
Una
de aquellas tardes visitaron un Concesionario en el que Dolita se hizo con un
utilitario, un Ochocientos cincuenta de la casa SEAT, y con el que aprovecharon
para ir conociendo su nueva tierra.
Ya durante las fechas de la Navidad, don Julián y doña Laura estuvieron
pasando unos días con su hija, y cuya fiesta de Noche vieja la celebraron los
cuatro juntos en el piso. En un momento de la despedida del año, brindaron por
la felicidad reinante, y donde el padre y la madre felicitaron a Juan de Dios,
viendo la felicidad que embargaba a su hija.
Como era natural, a Choly, que ya comenzaba a formar parte de una pequeña
colonia existente bajo el arriate de los gladiolos, no pudo asistir a la
celebración. No obstante, Dolita le había dejado todo un trozo de bizcocho que
volvió loco a aquel hormiguero.
Como hombre de palabra, el día de San Valentín, Juan de Dios y Dolita,
contraían matrimonio en su pueblo natal, Almodóvar del Río en Córdoba, en la
Iglesia de la Inmaculada Concepción, y es que allí era donde, tanto su padre
como su madre tenían toda su familia.
Dolita, se encontraría en su boda con una inmensa alegría, y fue la
asistencia de sus abuelos los cuales aún a pesar de la edad y siendo tan mayores,
y tan largo viaje, tuvieron que ir hasta
Córdoba, y de ahí hasta Almodóvar, no quisieron perderse la boda de su única
nieta.
La alegría reinante ante la asistencia de hermanos, primos y amigos,
hicieron de la celebración un día grande para la pareja, que no dejaban de
recibir felicitaciones y regalos por haber sido la madre la encargada de
anunciar la boda a una de sus hermanas y que esta corriera la voz.
Por un extraño deseo de la Naturaleza, un caso de corte Paranormal para los
humanos, Choly llegó a vivir hasta para conocer el nacimiento del primero y el
segundo hijo de Juan de Dios y Dolita.
De regreso a Santa Coloma, Juan de Dios al abrir el buzón de correos se
encontró una carta que le habían enviado los padres de Raúl, y en la que le
comunicaban la triste noticia del fallecimiento de su hijo, por congelación.
“Le comentaban que en una de las expediciones oceanográficas, éste, al
intentar tomar unas muestras, al parecer, resbaló rompiendo una fina capa de
hielo que al quebrarse hizo que se hundiera pudiendo ser rescatado unas horas
después ya sin vida.”
Juan de Dios terminaría su libro el cual basado principalmente en su Tesis
doctoral, y las consiguientes ampliaciones, decidió titularlo: “Apuntes Teológicos
y Teosóficos a través de la Filosofía”.
Su primer ejemplar iría destinado para don Héctor, el abuelo de Dolita, la
cual estaba entusiasmada después de haber leído la parte que no conocía.
Adiós amigos
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