A VUELTAS CON EL Covid-19
Como en toda catástrofe, todavía hay en esta quienes la
niegan porque no les ha caído ningún ripio encima. Todavía, y esto es muy
lamentable: para gritarles su irresponsabilidad a esa panda de inútiles que
tenemos que sobrellevar, como si no tuviéramos bastante con determinados
políticos, por no generalizar, que es siempre, o a veces, verdaderamente
injusto.
El caso es que hay un número
indeterminado de ciudadanos que pasa olímpicamente de la pandemia; hace burla
de lo que está sucediendo y se ríe a mandíbula batiente del sufrimiento
concatenado que, probablemente, nos afectará a todos tarde o temprano,
olvidando además las decenas de miles de muertos en nuestra tierra más cercana.
Frente a ellos, esta semana, y
solo en Sevilla, han quedado confinado centenares de alumnos, en sus casas por
el positivo de algún compañero o docente; niños y niñas a los que se les ha
intuido la sonrisa por debajo de la mascarilla tan sólo durante los pocos días
que han podido asistir a clase. Ahora, sin salir de sus casas, volverán a
darnos una lección maravillosa, como la que nos dieron, en unión de sus
mayores, durante el primer confinamiento, con sus arcoíris balconeros y sus
aplausos solidarios cuando todos dejábamos de aplaudir. Estos niños provocan
una insoportable vergüenza ajena por toda esa gente que ha decidido hacerse
cómplice de lo más oscuro de esta vida que nos ha empezado a cambiar tanto.
Estos niños, disciplinadamente encerrados nos van a recordar dolorosamente hasta
qué punto esos jóvenes y menos jóvenes con sus fiestas descontroladas se hacen
cómplices de la desesperanza cuando muchos creen haber crecido solo por la
talla de la ropa.
Seguimos en la creencia de que
esta catástrofe pandémica nos hará cambiar. Ya lo creo que sí, pero a mucho
peor, dadas las informaciones que nos están llegando diariamente a través de
las distintas cadenas de Televisión y Radio. Desde fuera de nuestras fronteras
nos llegan mensajes como que de aquí saldrá “un nuevo orden mundial”, aunque yo
sigo preguntándome quién pondrá ese orden en el planeta…
Triste panorama por las salvajadas que se hacen. La salud del cuerpo se gasta al por mayor; mas una vez perdida, se adquiere al por menor.
ResponderEliminarNo se calcula la posesión de la salud, como en una propiedad que se goza gastándola y que el bienestar no se satisface haciendo barbaridades.
Saludos, Paco. Tienes toda la razón, pero, es que no hay manera de que alguien le ponga coto a esto.. Por cierto, tu que eres un gran entendido en estos menesteres, dime porque me aparecen los textos impresionados de esta manera. Espero que esteis todos bien. Abrazos.
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