miércoles

LA TRADICIÓN LADRILLERA



 

 EN EL LADRILLAR

 

 Cuando el hombre comienza a desarrollar sus primeros descubrimientos sobre el beneficio que podría obtener de la tierra a nivel de Agricultura, a estos primeros pasos se vincula un Arte que por su dureza, valor y grandeza, ha llegado a ser no sólo, en cierta medida, padre de culturas, sino que en su realización participa el más antiguo de los materiales que manufacturara el hombre desde el periodo Neolítico.
 
 
          Desde esa Era en la que el hombre empleaba ladrillos secados al Sol, y  hasta nuestro siglo XX, en su plenitud de éxitos a todos los niveles: científicos, artísticos, literarios etc., el hombre continúa con su modo original de modelar el ladrillo, si bien después de secado al Sol, comenzaría con el empleo del horno para cocerlo.
 
 

        Ya había el hombre comenzado a construir hogares cuando descubre el arte de usar el fuego para cocer ladrillos al haberlo usado en menor proporción en sus trabajos de Alfarería.

        El ladrillo presentó en su secado al Sol un problema grave para los países húmedos, y no se pudo utilizar óptimamente por carecer de los elementos necesarios para resistir la humedad.
 
 

        Civilizaciones primitivas de Oriente Medio, fueron las que en mayor cantidad y calidad usaron la Artesanía Ladrillera, pues no solamente llegaron a construir los más grandes edificios de la época, sino que tratando siempre de avanzar,  consiguieron fabricar un ladrillo vidriado para que sirviera de adorno.

        También los egipcios de Heliópolis y los griegos atenienses hicieron uso de este conocimiento artesanal aunque en menor medida.
 
 

Los indios más antiguos de México y Perú también usaron con destreza el ladrillo secado al Sol.
 
 

        Antes de que los romanos nos hicieran llegar los conocimientos que poseían en la manufactura del ladrillo, ellos habían hecho tal utilidad del mismo que fue su material básico para la construcción de bellos y grandiosos edificios, y no sólo lo prefirieron visto, sino que encontraron en él unas cualidades que hasta llegaron a revestirlo de de mármol.
 
 

        En Génesis se hace referencia al ladrillo cocido cuando se dice que los descendientes de Noé consiguieron levantar una gran torre usando ladrillos cocidos, aunque no tan alta como se habían propuesto.
 
 

        Uno de los primeros países de la Europa Septentrional a donde llegó la artesanía del ladrillo cocido sería a la Gran Bretaña.

        Se conocen, principalmente, el ladrillo refractario, el cual está pensado para soportar temperaturas muy elevadas, como también el ladrillo de construcción aunque este es más conocido por su extensa utilidad universal.
 
 

        Hasta aquí y de forma condensada se comenta lo histórico de esta triste, desgraciada y a veces mal interpretada pero siempre mal pagada artesanía y sacrificada obra como es la creación de un simple ladrillo, y sin la cual aún en nuestros días seguiríamos condenados a vivir sobre construcciones realizadas con los productos del árbol entre otros materiales naturales como pudiera ser la piedra.

        Es la vivencia de un Ladrillar, Tejar o Alfar, durante unas horas la que sacude al curioso y dignifica al Artesano. Un hombre por regla general maduro ya que al no subvencionarse en parte el aprendizaje, y no poder pagar prácticamente a quien en sus principios no da beneficios, no se ven jóvenes.
 
 

        En uno de estos ladrillares (pronto  desaparecer porque se está cayendo aún a pesar de los apuntalamientos), entré una mañana temprano con motivo de tomar las notas necesarias, vita a la Conferencia que se me había ofrecido el Ateneo Popular Hispalense. Gente agradable y amable, donde las haya, y que arrancándole el nombre al planeta, hacían un verdadero montón, el cual mezclado debidamente con agua se convertía en un ingente barrizal.
 
 

        Ya una vez formado el barro o la “Pella2 (según el argot), en un gran montón, y mientras otro miembro de la cuadrilla, va alisando con listones de madera el terreno sobre el que se hará el ladrillo, el “Pilero” con sus propios brazos y manos, como si de acunar a su hijo se tratara, irá “Embolsando” el barro y pasándolo a un carro con el cual lo transportará hasta el lugar de fabricación. Allí el “Cortador” valiéndose sólo de la “Aguadera” (vasija de barro con agua para ir rociando el terreno a la par que tener sus manos siempre mojadas),  siguiendo, tomará la “Gavera” (plantilla de madera con un cabo y en forma rectangular, doble en su formato con el único fin de realizar dos piezas en lugar de una, y en medidas siempre en razón del encargo, ya que existen varias en este tipo de ladrillo de taco con el que yo me estaba deleitando aquella mañana). Así pude contemplar cómo sus manos y su incomoda forma agachada constantemente irá tomando cantidades de barro que, al ser depositadas en el molde, alisadas con las manos y cortando la cantidad sobrante, levantará la “Gavera” quedando sobre el suelo dos masas uniformes de barro blando y cuyo nombre comienza desde entonces a llamarse “Ladrillo”.
 
 

        Una vez cubierto el periodo de tiempo necesario, los ladrillos pasarán a manos del “Canteador”, el cual procederá a cantearlos, y cuya finalidad es la colocación de los mismos, sobre un terreno previamente liso y en orientación ideal, de forma que puedan recibir el Sol y producir un secado más efectivo, observándose en el “Canteado” dibujos y formas tan bellas como originales y curiosas.
 
 

        Cuando el periodo del secado al Sol ha concluido según estimación del Encargado de tal menester, cosa que unas veces dura más que otras por problemas climatológicos, se cargan en hileras de diez o doce unidades sobre el hombro, así como utilizando un carro de madera, ambos sistemas se emplean para su transporte al “Cocedero” (parte superior y enrejillada del Horno) para proceder al natural cocido a fuego de las pilas de ladrillos allí agrupadas.
 
 

        Una vez concluida la tarea del “Apilador”, se procederá al encendido del Horno el cual ya prendido comenzará a devorar cuanto le echen en su bocaza hambrienta, y es asombroso observar cómo lo mismo se traga unas puertas, un lote de neumáticos que una serie de bancos, o la corona de un púlpito de una Iglesia Parroquial y desde el cual es posible que en tiempos no muy lejanos se citara aquello bíblico de: “Comerás el pan con el sudor de tu frente”, Yo doy fe de cómo sudan estos hombres a un metro de la boca del Horno, una boca que, cuando la vi tragar aquel trozo de púlpito, me recordó así mismo las muchas veces que escuché desde su atalaya: Si no eres bueno arderás en el infierno…”
 
 

        Como he dicho anteriormente, he vivido unas horas en un Ladrillar, y sólo puedo decir que si en el mundo hay quien se gane el pan con el sudor de su frente, y con un único auxilio como es un botijo, esos son: el “Pilero”, el “Cortador”, el “Canteador”, el “Apilador” y el “Cocedor”. Artesanos  antiguos, puros y nobles que en Triana (Sevilla), y a orillas de su Guadalquivir ofrecieron en el siglo XII al Califa Almohade Abu-Yacub, la oportunidad de haber quedado como hombre notabilísimo. Pero donde alcanza su más excelso esplendor y sentido artístico la Arquitectura Musulmana Sevillana de la mano de la artesanía Ladrillera, es cuando en un Ladrillar llamado de Romaicq y sito en la margen izquierda del antiguo y conocido Betis Hispalensis se suministrarían los ladrillos para la construcción de la torre Alminar de la Mezquita aljama (mayor), obra  del Arquitecto Ahmad Aben-Baso y el Alarife Alí de Gomara, y que hoy es conocida universalmente como la Giralda de Sevilla.
 
Hacer clic sobre las imágenes para ampliar.

       

       

       

6 comentarios:

  1. Magnífica publicación Santiago, es para tomar nota de lo que era antiguamente Triana, esto es Texto puro y duro. Creo que más de uno debería aprender de estos conocimientos que estoy seguro que los hay. Alberto.

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    1. ¡Viva la Enciclopedia Trianera que eres, Santiago!
      Si digo algo más lo estropeo.
      Enga, un abracete.

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  2. Otro para ti "taitantos" tú si que eres demasiado...

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  3. Prometo que a partir de ahora miraré un ladrillo con todo el respeto del mundo por lo prolijo que es su ejecución y por el servicio enorme que nos da. Nosé que sería de nosotros si no existiera. un abracete como los de Franconetti.

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  4. Verdaderamente hay que darse cuenta de cuánto se esconde tras la fabricación de un ladrillo, y, sobre todo, vivir ese momento bajo un sol de justicia.
    Y tú no vas a ser menos, venga un abracete amigo.

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  5. Muchísimas gracias D. Santiago por este artículo:

    Llevaba algún tiempo buscando la historia del ladrillo en Triana, soy descendiente de "alisadores de ladrillos" trianeros de, al menos, principios del Siglo XIX, hasta que no he leído este artículo no he sido capaz de conocer las tareas que intervenían en la fabricación.

    Esto escribiendo la historia de mi familia y agradecería que me autorizara a incluir este artículo en ella.

    Lo que usted realiza es un auténtico y valioso servicio público.

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