ODA A MIS PLUMAS
Fue
cuando cumplí seis años,
que
mi maestra Manolita,
aquel
feliz quince de Enero
me
regaló un palillero
con
una pluma Corona,
o
tal vez fuera de Lanza;
Ya
mi memoria no alcanza
a
recordar aquel tiempo
cuando
Ángel, mi vecino,
tratándome
cual sobrino
que
despertara a ese ingenio
de
su pasión preferida,
dándole
luz a mi vida,
la
encendió de estilográfica
con
una usada Waterman´s
que
siempre recordarán
mis
primeros escarceos
con
aquella tinta Azul
sobre
un cuaderno de rayas,
y
mi padre dijo: ¡vaya!
Éste
niño es un talento,
cuando
leyendo aquel cuento,
pensó
junto con mi madre:
Aunque
no cuadren las cuentas,
en
estos años cincuenta
habrá
que hacer un esfuerzo,
y
fue así como a mis manos
otro
plumín que, paisano
de
una nueva Pelikán,
me
llevaría de cabeza
a
sacar cuanta belleza
encierran
los sentimientos
en
un nidal de poesías,
y
es que ya no pararía
porque
algún tiempo más tarde
esa
pluma, ya quemada,
sería
también renovada
por
otra ya diferente;
Entraba
otra en mi vida:
Parker,
que pluma más conocida,
tan
preciosa y deseada,
con
aquel plumín de oro
de
dieciocho kilates,
y
que no sería un dislate
porque
a mí me acompañó,
segura,
más de un decenio
viendo
despuntar mi ingenio,
cuando
en aquellos sesenta
mi
novia Luisa sería
la
que yo aprovecharía
en
ese afán de escribir
cartas
con un sinfín de poemas,
líneas
que mi pluma, llena,
derramaba
entre ilusiones
su
contenido amoroso;
Y
así llegó un nuevo gozo
cuando
en regalo de bodas
recibí
nueva Montblanc,
y
aquel símbolo de estrella
impreso
en su bello cuerpo,
así
como en su capuchón,
llenaría
mi corazón
para
seguir engendrando
versos
llenos de emociones,
conferencias
y pregones,
quemando
tantas cuartillas,
que
me hicieron renovar
la
ya cansada Montblanc,
y
hacer que me decidiera
por
la de un escaparate:
Una
Conway ¡Qué disparate!
Cuanta
suavidad entre los dedos
encerrando
su hermosura,
y
dejando la finura
de
una punta de platino,
o
al menos eso me parecía
cuando
al leer la poesía
que
manaba de un plumín
dirigido
por mi mente,
era,
como diferente...
Como
un venero de sueños
tal
cual lo estoy relatando,
ya
que el tiempo al ir pasando
de
forma lenta, pausada,
haría
que otra versión
brillara ante la
visión
de
su acero Inoxidable
aquella
hermosa velada,
cuando
recién terminada
mi
poética actuación,
en
estuche, una Inoxcrón,
brillando
cual lubrican
buscando
en la tarde alcores,
a
mi me llenó de honores
cuando
la tuve en mis manos;
Y
aquella noche siguiente
de
nuevo bulló en mi mente
un
caudal de inspiración,
y
un trotar de fantasías
que
llenaron de poesías
folios
y folios que, en blanco,
dormían
en mis cajones,
y
que llenos de ilusiones
esperaban
encantados
para
que besos en aguardo
salieran
de su letargo,
y
derramándose lentos,
como
queriendo ajustar
unas
rimas, y encajar
de
forma bella ese encanto
con
el que tanto disfruta
esa
rima que disputa
al
verso libre su altura,
haciendo
nacer maneras
con
que encajar las quimeras
entre
acrósticos, sonetos,
décimas
o alejandrinos,
y
hacer parir los racimos
de
octosílabos sujetos,
o
versos que, sin medida,
también
cobrarían su vida,
cuando
aquella Sheaffer nueva
que
en mis vivencias hizo historia
al
llenar con tanta gloria,
con
tanto esmero y limpieza,
cuantos
libros ellas parieron
como
instrumentos que fueron
de
mi hondo pensamiento,
de
mi sentir más humano,
cuando
todas de mi mano
se
pasearon contentas...
Y
así llegó un nuevo Enero,
el
cual recordar yo quiero
porque
cerraba un milenio,
y
con él cincuenta años
aunque
aun quedarían reaños
en
mi corazón poeta,
en
este pulso escribiente
y
hacer llegar a mi gente
cuando
se quiere llegar
sin
morir en el intento
de
que todo el sentimiento
que
la pluma me provoca
solo
con acariciarla,
es
para recordarla
en
estos versos rodados,
cuidando
esa caligrafía
que
mis plumas pedirían
a
lo largo de la historia,
y
a cambio de sus servicios:
¡cuánto
duro sacrificio
tan
sólo observarlas hoy
guardadas
en un cajón!
Porque
ya el ordenador,
ese
invento que, avanzado,
y
que a bordo del progreso,
nos
repetirán que eso
es
lo que ahora conviene
para
poder componer,
y
a veces entretejer
canastas
de fino mimbre
con
mil varillas de enigmas;
Ahora
quedan los estigmas
de
mis amigas las plumas
estilográfica,
cual lunas
que
convertidas en soles,
pintaron
como ninguna
las
letras de mis amores.
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