miércoles

CRISOPEYA


CRISOPEYA

La constitución, elaboración y posterior destrucción de los cuerpos; la restitución de la naturaleza corpórea, la separación del espíritu del cuerpo y la fijación de este en aquél, no es en modo alguno un procedimiento casual, sino causal y perfecto, tanto en los duros minerales, como en la húmedas plantas, o en los animales fueren o no racionales.
            En esta transformación de la Naturaleza rige la Luna y el inexistente e inexacto tiempo.
           Necesitamos pues, ineludiblemente, un Matraz, un Matraz de angosto cuello y exuberante panza.

“Estaba yo dentro del Matraz, en la panza. Pasó tan cerca que casi me rozó. Era un arrogante jinete sobre un poderoso caballo Negro. Su vestidura era Blanca, tan Blanca que deslumbraba, y su escudo y lanza de un Rojo fuerte. Y todo el conjunto cabalgando sobre su también Roja montura.
             Empezó a subir por la escalera, la de los siete grandes escalones; le costaba trabajo, tanto que daba la sensación que bajaba más que subía.
            Comencé a correr con todas mis fuerzas para tratar de alcanzarlo; le quise advertir del peligro que corría si empezaba a subir sin saber a dónde llevaba. Me paré. Pensé que yo tampoco sabía a dónde iba.
            El caballero subía después de no sé cuánto tiempo. Por fin había podido llegar hasta el primer escalón. No lo distinguí bien, pero casi vi que caballo, caballero y escudo habían, aunque suave y levemente, cambiado de color.
           Ahora el caballo Negro no me pareció tan Negro; las vestiduras blancas estaban, si cabe, aún más blancas, y la impedimenta unida a la montura habían tornado su color Rojo intenso por un rosado, como la Rosa que florece en Primavera.
           Corrí con todos mis fuerzas con ánimo de advertir a aquel desconocido de lo que había al final de la escalera, y no sé por qué porque ya dije antes que yo tampoco sabía que podía haber allí.
           Una gran puerta Negra, muy Negra y grande, muy grande que me pareció muy antigua se cruzó en mi camino. Me detuve tan rápidamente que casi caigo de bruces sobre un piso sin suelo. Miré hacia arriba y no vi más que negrura. Todo había desaparecido: escalera, caballo, caballero, y ante mí, la enorme puerta Negra.
            No sé cuánto tiempo estuve allí. De pronto la puerta empezó a girar sobre sí misma y me dejó ver un interior tan Negro como ella. Sentí miedo, pero obedeciendo a un extraño impulso penetré hacia ese interior Negro sin tener conciencia de que este principio podía ser el final”.
           - Hola. -Me saludó una figura azulada que allí se encontraba.
          “No sé si era hombre o mujer, o más bien un ser extraño que no había visto jamás. Un ser semihumano, semianimal, semivegetal me miró con ojos viejos, rojos, fuertes y encendidos como ascuas.
           Empecé a temblar. El sudor invadía todo mi cuerpo. Aquel ser extraño, sin humanidad y sin animalidad, me indicó que le siguiera. Con paso temblón y sin saber lo que hacía fui detrás de él.
          Todo eran tinieblas, como las tinieblas cuando están en tinieblas. Me perdí, corrí como siempre, temblando y allí estaba el ser azulado.
           No andaba, estaba quieto, siempre en el mismo sitio. Corrí hasta que mis fuerzas se agotaron y no pude alcanzarlo. Caí extenuado a un suelo sin suelo; los ojos se me cerraron en un sueño de angustia y cansancio, lleno de temor y pánico.
           El ser azulado seguía allí, también en mi sueño, también en mi sopor. Me indicaba otra vez con un fuerte ademán que le siguiera. No puedo, estoy agotado, lleno de sopor y sueño, lleno de angustia y cansancio, lleno de temor y pánico.
          Él seguía allí, llamándome. De nuevo el sueño se convirtió, no sé si de pronto en día o en años, en un sueño profundo del que no pude despertar.
          Estaba en mi Matraz, en la panza. Intenté subir por el angosto cuello, para poder escapar de allí. Lo intenté una y otra vez, pero no pude.
          Dejé de insistir. Supe que no se trataba de una evasión. Lo que estaba intentando era escapar de mi mismo, cosa imposible en esta Naturaleza.
           Aprendí que en vez de escapar tengo que convertirme en mi mismo.
          En la transformación de la naturaleza, de mi Naturaleza, rige la Luna y el inexistente e inexacto tiempo.
          Necesitamos un Matraz para...
 
 

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