sábado

EL CENTENARIO DE PLATERO Y YO



 
 
PLATERO
 
 
 
 


No quería dejar pasar el día sin recordaros a ambos


Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría que es todo de algodón, que no tiene huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y amarillas... Lo llamo dulcemente: ¡Platero! y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe con un no sé qué de cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte dulce y seco por dentro, como de piedra. Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

-o0o-

           Platero, aquellos que leyeron tu historia, al parecer, no tuvieron en cuenta ni tu sensibilidad, ni tu forma de ser para con Juan, y sobre todo para cuanto simbolizabas.
           Hoy, por desgracia, los hombres siguen siendo los mismos: brutos como ellos solos aun a pesar de que ahora llevan ya muchos, muchísimos años , el que quiso, y quiere, por supuesto, empapándose de cultura.
Sin embargo, Platero, todo les da igual. No tienes más que asomarte a aquella nube de algodón que como cosa tuya nunca dejaste, y verás como nos desenvolvemos cada uno de nosotros; no hay por donde cogernos; o mejor será que no te asomes.
           Desde ésta, no obstante, tierra de sacrificios te deseamos a ti y a           
           Juan Ramón un muy Feliz Centenario.


No hay comentarios:

Publicar un comentario