miércoles

ANIVERSARIO DE UNA APROBACIÓN


17 de Abril de 1983. Aprobación, mediante Bula Pontificia de Juan Pablo II, a la Coronación de la Esperanza de Triana.
 

Y tuvo que ser Triana
en aquella madrugada
la que hiciera maravillas
con la flor de sus naranjos;
Ese Azahar sin mancilla,
ese aroma que hecho bálsamo
pudo curar las heridas
que dejara el desengaño.

Y así, entre Sevilla y Triana,
va salpicando su Cielo
la más hermosa Sultana
que contemplara mi anhelo,
cuando Ella, en bello vuelo
cual paloma peregrina,
se bebe por las esquinas
la Sangre del desconsuelo.

Hoy he visto una Paloma
del color de la alborada;
Como el color de la almendra
cuando está recién tostada;
La he visto allá, por Pureza,
y al Altozano asomada
donde se asoma la Luna
para mirarse en el agua.

Transparencia de la noche;
Dulce Paloma del Alba,
y de la tarde Amapola,
y Clavel de la mañana
hecho cuchillo sediento,
ansioso de madrugada
para esconderse en su Pecho
y llegarle así hasta el Alma.

De sangre brotan luceros
por su Primavera amarga;
Van consumiendo su Pena
con fulgores de Esmeralda,
y cuando dobla la esquina
dejando muda la Plaza,
se oyen esos silencios
que a grandes voces la llaman...

Y la llaman Primavera.
Y la llaman Flor Gitana.
Y la llaman Luz Morena.
Y la llaman Filigrana.
Y la llaman Guapa, Guapa.
Y la llaman Soberana.
Y la llaman Marinera.
Y la llaman Capitana.
Y la llaman Trianera.
Y la llaman Sevillana.
Y la llaman Esperanza,
¡Esperanza de Triana!

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