martes

EL ROCÍO DE TRIANA (II)




LUCEROS


Hay una Yunta de bueyes
paciendo en mi corazón;
es un par de sentimientos
que rumian mis pensamientos
triturando una pasión,
intuiciones que, desnudas,
me dejan el alma muda
cuando los siento a los dos
en el pradal de mi pecho,
prado donde los helechos
no están para alimentar,
y sí para ornamentar
un sitial de mil cojines,
y que un cantar de serafines
los duerman cuando yo duermo,
arrullándolos cual niños,
y en mis sueños, el cariño
que siento por esos bueyes
los veo como a esos reyes
que carecen de ambiciones,
que no buscan pleitesía,
aunque si me gustaría
que tanta terneza junta
en el fondo de mis ojos,
se conviertan en hinojos
frescos como el pastizal,
alegres como la mar,
brillantes como los trigos,
y en su fulgor, dos amigos
que nunca dejen de estar.


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