domingo


ENTRE SALUD Y SOLEDAD
(Recital)



Entre Salud y Soledad
reparto mi corazón;
 divido yo mi ansiedad…
¿Por qué dicen mis hermanos
que si soy tan Triana
me siento tan Soleano?

¿Acaso de par en par
no se aprecia la humildad
del Paúl y el Franciscano,
cuando los dos de la mano
sólo sacrificio, entrega,
van llevando por Sevilla?

¿Acaso el Guadalquivir
no corre entre dos orillas
para ofrecernos sincero,
esos dos lados del río
de tan celestes quereres…?
¿No puedo yo repartirlos
entre dos bellas mujeres?

Dos mujeres que en el Cielo
serán la misma Mujer;
¡Cómo no, sobre esta tierra,
también el mismo querer,
aunque diferentes nombres!
Que importa que se las nombre
Soledad y Salud a la vez.

¿Acaso existe una ciencia
que impregnada de inconsciencia
no sea capaz de entender
la mirada de inocencia
de los ojitos de un niño?

Dos luceros de un cariño
que si nadie puede ver,
difícil será que entienda
cómo yo con mi constancia,
siempre sembraré mis ansias
entre Sevilla y Triana…
¡Triana por sus fragancias,
Sevilla,  por sevillana!

¡No me conformo con una!
Las necesito a las dos;
En Sevilla a Soledad,
en Triana a mi Enfermera.

¿Acaso todas las calles
no tienen sus dos aceras
para que pase la vida;
por qué no pasar con Ellas,
ambas las dos concebidas
para una Primavera?

No me resigno a una sola,
las necesito a las dos,
como aquella Golondrina
cuando voló hasta la Cruz
para quitarle a Jesús
el Dolor de las espinas.

¿Acaso no fueron dos
las alitas que en el Cielo
le pusieron en su vuelo,
y que la tierra supiera
que entre ella y las alturas
solo existe la ternura,
y Amor para el desconsuelo?

¿Acaso también no son dos
los remos de aquél barquero
que en un mar de sentimientos
hizo nacer la semilla,
y que creciera en Sevilla
esa Flor del Sufrimiento;
Rosa, que a merced del viento
se va deshojando sola
cuando un perfil de amapolas
se coló en su pensamiento?

Pero...
Hoy es tu día, Señora,
y aunque la pena sombría
quiera yo con mi alegría
hacerla Salud sonora,
reconozco que es la hora
de decirte: ¡Qué te quiero!
Y convertir en un Jilguero
este, mi canto rimado,
para que siempre a tu lado
consuele ese desconsuelo
que refleja tu ansiedad;
Y en ese balcón de penas
que son tus ojos divinos,
pueda ver que tu destino
fue llamarte Soledad.




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