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LA PLAZA DEL ALTOZANO (1ª Parte)



LA PLAZA DEL ALTOZANO
                                                 (Apuntes)

Aunque son muchos los autores que han dedicado su tiempo e investigación a este tema, he creído necesario volver sobre ello a título de recordatorio al tiempo que aprovecho la oportunidad para aportar algún dato nuevo con que dejar enriquecido este humilde trabajo.

 Corre el año de 1533 cuando se recogen los primeros datos acerca de una explanada que será la que constituye la salida del Arrabal hacia la entonces Puente de Barcas construido hacia 1171 por los almohades durante su estancia en Sevilla y en este lado del río, los cuales ocupaban el Castillo Visigodo que fuera levantado por éstos en el siglo VII, hasta la reconquista por el Rey Fernando III en 1248. Desde entonces y hasta 1280 éste sería ocupado por la Orden Militar de San Jorge, Patrón de los Caballeros y soldados. Con el tiempo fue perdiendo importancia en lo que a la defensa queda referido, por lo que en 1481 pasaría a tener como inquilinos a la Inquisición, la cual lo abandonaría en 1626 debido a los grandes deterioros en sus murallas,  producto de las grandes arriadas y pasando, por orden Real a ser cedido al Conde Duque de Olivares el cual se encarga de su restauración y guarda. En 1639 regresa la citada Inquisición, que ya no lo abandonará definitivamente hasta 1785 en que se decide darle un ensanche a la calle de Los Esparteros (actual San Jorge), con lo que la Fortaleza es derruida, y con el tiempo quedar construido el primer Mercado de Abastos. Con estas medidas, el lugar quedaría consolidado como un amplio espacio urbano que daría comodidad a las salidas hacia Huelva y pueblos del Aljarafe a través de la primera calle que se formaría en el Arrabal y cuyo nombre debió ser entonces Real de Castilla o Camino de Castilleja. Con el fin de dejar la explanada completamente expedita, el Consistorio mandó retirar una gran Cruz existente en medio de ella, y que sobre peana de fábrica y baja reja tenía culto en el Convento de la Victoria como Hermandad, y que fuera trasladada a uno de los muros del Castillo.
La Plaza del Altozano no tendría su nombre actual hasta la Revolución conocida como la “Septembrina” o “La Gloriosa” de 1868 según plano de Álvarez de Benavides. Esta revolución supuso el destronamiento de Isabel II, y el intento de conseguir por primera vez una España democrática a través de una Monarquía Parlamentaria con Amadeo I, y que no dio resultado, como tampoco el intento de alcanzar estabilidad en la primera República debido al golpe de estado que le infligiera el General Pavía, el 3 de Enero de 1874, restaurando así de nuevo la Monarquía Borbónica. Sería ese mismo año de 1868 en que, por primera vez, el Tranvía tirado por mulas llegaría a la Calle San Jacinto con parada intermedia en el Altozano en su trayecto entre Sevilla y Triana. No pasaría ya por una Puerta de Triana de origen Almorávide, y que construida en 1585 fuera demolida a primeros del citado año de 1868 al igual que sufrieron derribo los soportales; esta decisión, a l parecer, fue un acuerdo del Consistorio Sevillano dirigido por su Alcalde Francisco de Paula del Castillo y Urri.
 

Desde que en el año 1852 quedara inaugurado el Puente de Isabel II, aunque conocido universalmente como Puente de Triana, la Plaza del Altozano hasta finales del primer cuarto del siglo XX, ha vivido grandes acontecimientos, independientemente de que la Plaza dio vida a negocios como la Botica de Pedro García de Soro, la Casa de los Amoladores o Figueroa (Corrales), las Tabernas de Pedro Masote, Berrinche (José Sánchez), el Sol Naciente, el Sol Poniente, la Perla o Perlita, un siempre recordado y popularmente conocido negocio como el de “Rita la Calentera” , y que más tarde sería el de “Los Maños” hasta su desaparición,  sin olvidar el precioso edificio de estilo Regionalista que alberga la Farmacia Botica de Murillo. Retomando el hilo de aquel mediados del XIX, se construye en 1845 el establecimiento de ultramarinos llamado La Unión Palentina, que anteriormente fuera Tienda de Tejidos de la familia Sainz de la Maza, para acabar siendo su último propietario don Maximino Alonso, natural de Palencia y en cuya torrecilla fue colocado el reloj que identificaba, aunque de forma horaria, a Triana, un mecanismo que realizara la firma Zugasti e Hijo, de Bilbao en 1853 y que dejó de funcionar en 1911 para después de muchas reparaciones acabar siendo eliminado.
 



 
 
 
Con los derribos, vendría el ensanche y con él mayor curvatura para el paso del Tranvía ya eléctrico (1887) hacia la calle San Jorge. Del citado establecimiento, desaparecía la Capillita  que a él se encontraba adosada y que daba culto viario a la Virgen de la Concepción la cual y hasta esa fecha había estado insertada en el muro del Castillo, cuando este había albergado Iglesia Parroquial;



El reloj pasaría a ocupar ese mismo año de 1924 el torreón del edificio de la Cía. Naviera Sevilla-Sanlucar-Mar y que a petición de Don Luis de Olaso, se proyectaría en el mes de Enero de 1922 siendo, al parecer, su constructor el mismo que en “La Torrecilla” y para la incipiente Barriada de León (actual Barrio León), construiría en una de las parcelas preparada al efecto, la que sería primera “Casa Piloto”. A mediados de 1943 la Compañía cerraría definitivamente quedando instalado en su lugar un Bar con el nombre de El Faro, nombre éste que, al parecer, le fue impuesto por encontrarse la azotea iluminada con un gran faro naval. 
 

En este mismo año de 1924 y a petición del Distrito de Triana avalado por los trianeros, éste solicitó del Ayuntamiento la instalación de una nueva Capillita, proyecto que sería encargado al Insigne Arquitecto Don Aníbal González y Álvarez Osorio, el cual la dejaría felizmente acabada en la Primavera de 1928 y de la que seguimos disfrutando en la actualidad.
 
 

Aunque el primer ensanche de la Plaza del Altozano tendría lugar hacia mediados del XIX, sobre los restos del Castillo que habían estado sirviendo de almacenes del Ayuntamiento, quedaría levantado el Mercado de Triana.
 

 

En ese rico primer cuarto del siglo XIX (1805) se habla de cómo se estrena la famosa y única Ópera de Beethoven: Fidelio, asegurándose que en ella hace referencia al Castillo, aunque otras voces aseguran que parte de la obra relata cierto pasaje en el que figura la cárcel que en tiempos existiera en los altos de la Puerta de Triana, y que fuera el lugar de cautiverio y muerte del III Conde del Águila – Juan Ignacio de Espinosa y Tello de Guzmán.
 
 

Por otra parte, también otro grande de la Música dejaría su impronta en esta Plaza ya que en ella se localizaría uno de los escenarios en donde se desarrolló parte de la obra “La Fuerza del destino”, y que en Noviembre de 1862 sería compuesta por Giuseppe Verdi. En memoria de tal acontecimiento se colocaría en Agosto de 2012 una placa alusiva en la esquina con la Calle san Jacinto.
 
 

        Ya en la esquina contraria, San Jacinto con San Jorge, se puede apreciar la casa que construyera, sobre los restos de otra aún más antigua, Antonio Arévalo en 1926. El proyecto sería realizado por el joven Arquitecto Sevillano Juan Talavera, una de sus primeras creaciones al tiempo que ejercía como titular  del Área de Urbanismo del Ayuntamiento Hispalense.
 
 

        También en el lado contrario, podemos disfrutar de la Arquitectura de la casa que en el número 5 y aunque sin datos (...), fuera el domicilio que el insigne Médico Otorrino, Malagueño, Don Vicente Acosta tuvo en Triana cuando en 1935 se trasladó aquí desde la cercana Estepa donde pasara su infancia; Tenía su consulta en la Calle Pagés del Corro; aún se recuerda su bondad.
 

 
Así mismo, y lindando con el Mercado de Triana aún hoy se puede contemplar la casa que se construyera anexa al edificio de la Unión Palentina y que fuera sede de la entidad El Monte de Piedad.
 
Hacer clic sobre las imágenes para ampliar.
 

 
Francisco Ariño
Juan Martín
Justino Matute
Manuel Macías
Autor
Wikipedia
Internet

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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