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DE FEBRERO CUMPLEAÑOS
(Recuerdos)
Aquella tarde del 10 de Julio de 1936, la sorpresa se iba a dar por partida triple; la primera, la de la abuela Rosa cuando bajo el dintel de la humilde casa de Aracena, se encontró enmarcado a aquél buen mozo, su hijo, el cual regresaba de haber cumplido con sus obligatorios deberes para con la Patria.
Un,
a su edad, muchacho que unos años antes había conseguido, con la
ayuda de los señores para los que trabajaba su madre desde antes de
que contrajera matrimonio, y su buen hacer como mecánico, montar un
pequeño taller para la reparación de motos así como de los pocos
automóviles existentes, y el cual quedaría cerrado para no volver a
abrirse.
Tras
los apretados y entrañables abrazos, no exentos de un rosario de
lágrimas propias del encuentro, llegaría la segunda sorpresa. Esta
de un orden tan distinto como amorosamente deseado, pues su gozo
sería mayúsculo al observar que detrás de la madre se encontraba,
nada más y nada menos que su novia, Rafaela, y a la que él desde
siempre llamó Candi, la cual había venido desde su pueblo,
Encinasola, también en la provincia de Huelva, a pasar unos días
con la familia. Cuando la vio, soltó el saco que aun llevaba al
hombro y se lanzó sobre las crines del fuego vehemente de tantos
días y noches soñando con aquel momento, para en un largo abrazo y
el más pasional de los besos, fundirse cual río desbordado ante un
ímpetu incapaz de ser controlado gracias a que en aquella época
tales manifestaciones sí estaban contempladas, cuando dos personas
ante un futuro esperanzador soñaban con las grandes perspectivas que
España poco a poco maduraba aun a pesar de los negros nubarrones
que, sin duda, presagiaban la tormenta que más tarde habría de
descargar sobre una sociedad que luchaba cuerpo a cuerpo contra
aquellas fracciones fascistas que en las sombras no cejaban en el
empeño de que aquella libertad, no recalara singladura a singladura
en los buenos puertos que la nave de la República fuera visitando
para hacerse más y más firme en su deseo de abrir nuevos
horizontes.
Sin
embargo, como siempre, algo esconde el destino de las personas, y ese
algo llegó momentos después cuando ante el tan ansiado sorbo del
néctar típico como es el aguardiente serrano, el mozo manifestó,
ante la demanda de cómo andaban los ánimos por el resto del mundo:
que todo andaba revuelto; que las noticias no eran nada halagüeñas.
La
tercera sorpresa llegaría días más tarde. Aun no había disfrutado
del encuentro con amigos y parientes cuando con la llegada de aquel
fatídico día de Julio y de cuya fecha mejor no acordarse, con la
serenidad, la valentía y el arrojo propio de quien lucharía por sus
ideales siguiendo los pasos de su padre, mi abuelo, entre reproches y
la no creencia de que lo que escuchaban iba en serio, dejó caer como
una bomba: “Lo que se barruntaba en Sevilla antes de venir, parece
ser que ha tomado cuerpo y se ha hecho realidad; una columna mandada
por un tal Luis Redondo coronel a las órdenes del traidor Quéipo de
Llano se está pertrechando con la finalidad de ocupar todos los
pueblos de la sierra de Huelva, desde Higuera de la Sierra hasta el
Rosal, y mediante una división de la columna, desde Riotinto hasta
Cumbres Mayores, y yo no puedo quedarme con los brazos cruzados, por
lo que he decidido incorporarme a mi unidad”
Como
es natural, y ante el hecho de saberlo licenciado tras un largo
Servicio Militar, los lamentos, las lágrimas y la amargura que se
hacen presente ante los jóvenes potros salvajes de la loca pasión
por unos ideales, llenaban aquel comedor... No hubo vuelta atrás, y
días después se presentaba en Sevilla, con su uniforme de Cabo ante
su antiguo Capitán, el cual con un cordial saludo Republicano le
daría la bienvenida anunciándole para unos días después un
destino en Córdoba, y al que se incorporaría con un pequeño grupo
de doce hombres, ya en calidad de Sargento, graduación que
mantendría hasta el final de la guerra no sin haber pasado por la
prisión, haber sufrido dos intentos de “saca” y de los que se
libraría, al parecer, porque la muerte, afortunadamente, no quiso
nada con él. Cuando la vio venir, ahora hace veinticinco años, su único deseo fue el que en el bolsillo interior, donde se guarda normalmente la cartera, no me olvidara de ponerle su juego de insignias.
Amigo Santiago. Ayer estuve viendo esta entrañable entrada tuya sobre el acontecer de tu padre en su trayectoria republicana. Hoy he estado en casa de mis padres, ya muy mayores, sobre todo mi padre que tiene ya más de 95 años pero con una lucidez que asombra y que leyéndole tu entrada en el portátil noté como se le caían unas lágrimas mientras observé como le temblaba el labio inferior. Estaba muy sensible por lo que me dio la impresión de que él también parecía recordar aquellos tiempos ya que él también estuvo prisionero, según me contó siempre y que al final de la guerra salió libre gracias a unas amistades importantes que tenía su padre. Recuerdo aquellos tiempos difíciles aunque yo era muy jovencillo. En fin, un relato muy tierno lleno de nostalgia. Saludos Eladio M.
ResponderEliminarMi buen amigo Eladio, ya sabía yo que no tardarías en hacerte presente por aquí. Ya lo creo que debió sentirse muy sensible al leerle este pequeño relato; aun recuerdo cuando hablaban en la Barriada con mi tío el vinatero; ya hace sus buenos años. En fin celebro que ahora aunque vives tan lejos, algún día quedemos para tomar un café... Un abrazo.
ResponderEliminarSantiago, supongo que sabrás y estoy seguro de que lo habrás visto, el monolito que pusieron junto al arco de la Macarena, delante de la muralla, lugar donde hubieron unos cuantos fusilamientos, te lo digo porque tú que sabes componer imágenes propias, podrías hacer algo para estas fechas, estoy seguro de que más de uno ni siquiera habrá reparado en ello. En fin ahí tienes la idea. Un abrazo. Eladio.
ResponderEliminarSí, amigo Eladio, lo conocía desde que se inauguró, precisamente, un 14 de Abril del 2009, muy emotivo por cierto; Aunque de una forma u otra siempre hago un recordatorio.
ResponderEliminarBueno pues esperaremos a ver que se te ocurre...
ResponderEliminarAlgo se le tendrá que ocurrir al que asó la manteca, digo yo; de todas formas se admiten sugerencias que, aunque no creo que sirvan para nada, al menos, digan algo con el fin de llamar un poco la atención de algunas conciencias que no acaban de despertar a una realidad que está matando a mucha gente...
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