EL AGUA DE TOMARES

EL AGUA POTABLE QUE NOS LLEGÓ DESDE TOMARES

           También la villa o pueblo de Tomares habría sido protagonista en la historia de Sevilla por ser como era muy rica en manantiales de agua natural, sobre todo el conocido como de la Mascareta. Hoy a través de los muchos análisis realizados a las aguas de sus fuentes ha quedado demostrado que nunca fueron de aquella calidad de la que se presumía. No obstante, el alivio que a la ciudad y su entorno le dio fue inconmensurable ya que en aquella época de sequía (y eso que llovía algunas veces torrencialmente, y ahí están las grandes arriadas), se estaba bebiendo agua filtrada y a su vez mezclada con la del río que para el caso era lo mismo.        

          El año 1850 daba sus últimos coletazos, cuando Juan Govántes Valdivia, natural de Triana pero, con un Empresa dedicada a la fabricación de tuberías de plomo en Tomares, le expuso a los ayuntamientos de Tomares y Sevilla, que tenía un gran excedente de tuberías, la idea de llevar el agua de aquellas fuentes, concretamente a la calle Betis en su Barrio de Triana, hasta una Casa Corral en la que, al parecer, él vivía. Esta Casa se llamaría a partir de aquel momento como la Casa de Tomares, más tarde sería la Casa del Agua para terminar siendo denominado el Corral del Agua. El abastecimiento a través de esta milagrosa conducción, la cual no necesitó de sistemas de bombeos gracias al desnivel del Aljarafe, dejó de funcionar cuando construyeron la dársena del Guadalquivir. Juan Govántes Valdivia, a mi juicio, otro olvidado en el nomenclator de la ciudad.