sábado



LA FERIA DE ABRIL


Cuando a través de la comercial calle Asunción desembocamos al Real de la Feria, se produce en nuestro sistema óptico uno de los mayores choques que pudiéramos imaginar. Es tanta la hermosura que se nos presenta en la magnificencia del resplandor producido por los miles de bombillas con que se cuidan de encender la bellísima y monumental Portada que es difícil describir con palabras el extraordinario panorama que se abre ante la ciudad y ante el mundo. Yo diría que es como una explosión de doradas candelas en la noche del Ferial Sevillano, que unida a la armoniosa urbanística de sus calles, la conjunción simétrica de sus casetas y la ordenación de las mismas, hace el pasear por el recinto más cómodo y desahogado que cuando su instalación estuvo ubicada en el ya legendario Prado de San Sebastián. ¿Quién iba a pensar que se pudiera hacer un recinto Ferial de la envergadura de la feria de Abril sobre el suelo de un antiguo cementerio?
Para cuantos tienen la “suerte” de vivir en Sevilla y más, concretamente, en Triana, la Feria sin más, es lisa y llanamente eso, la Feria, en definitiva, la gran Fiesta del año para algunos porque, para otros, es la Semana Santa.
Así, el Sevillano de Feria, sueña con el mes de Abril, y tocando su final hace que Sevilla se levante cual Ave Fénix sobre las cenizas del año anterior y eleve hasta las alturas toda una grandiosa ciudad flotante a base de estructuras metálicas y toldos enlistados, donde el bullicio, el cante, el baile por Sevillanas y las copas, se unirán en un brindis que si bien hace unos años duraba seis cortos días, ahora y con motivo de descanso (resaca) se alarga a siete cortos días, pues el Sevillano de feria cabal, tampoco va a dejar escapar ese último día sabiendo que para volver tendrá que esperar todo un larguísimo año, y en él ya tendrá tiempo para descansar.
La casa de la ciudad para todo el Sevillano de feria, ha pasado a ser la caseta durante esos días de la otra ciudad efímera y bullanguera, alegre y bailaora, donde sería un insulto que faltara una guitarra y un juego de palillos, unas sillas de enea alrededor de una típica mesa Sevillana, y como exorno unas flores de papel en las que predominan los colores Verde, Blanco y Rojo. Tampoco debe faltar el tablao. Así, entre cante, baile, un buen chiste (porque no), y un rato de amena conversación animada por ese Oro puesto en la caña con el rito que requiere cada momento, se van olvidando durante unos días tantos y tantos problemas para algunos, aunque a otros, sólo les dure la evasión unas horas. De todas maneras, y aunque parezca sorprendente corren verdaderos ríos de finos de jerez, manzanillas de Sanlucar, mostos del Aljarafe Sevillano... Sin embargo, no es una Feria en la que se aprecie gran cantidad de borrachos de solemnidad, aunque últimamente el tono esta subiendo algún que otro punto. Eso sí, la mayoría, afortunadamente, gente alegre porque la finalidad de la Feria es la Alegría, y porque el buen Feriante sigue entendiendo que unas copitas de más no hacen ningún daño, y sobre todo, esa escena tan curiosa como típica en la que muchos empresarios y amigos a los que difícilmente se consiguen ver durante el resto del año, esos días están alerta para verte pasar y convidarte a la conocida “espuela” si es que has decidido cortar por las razones que sean, demostrando con ello que esos días están a gusto. Y estando así, es imposible que hasta la gente más sosa o seria no se arranque con unas palmas cuando comienzan a bailar unas parejas al compás de unas Sevillanas.
La feria es pues, en cierto modo, una fiesta del vino en ese saber beber y estar cuando ambas cosas se hacen con sabiduría, y en razón de con quién se esté o reúna. Y es allí donde la gente de Sevilla y Triana demuestra su Arte, y es anecdótico el contemplar como ante media botellita (a veces un poco más), a cualquiera se le ocurre darte una tesis sobre el vino, sin que para ello haya necesidad de ser perito químico o por lo menos especialista en enología. Un par de horas después y tras, para algunos, la típica comida ferial, nos esperará la corrida...
Ya es difícil escapar del tópico para describir las calles del Real: luz, colorido, calor, tipismo...Todo cuanto se quiera imaginar. La tarde va cayendo, y siempre está presente la falsa interpretación que da algún que otro forastero acerca de la feria hospitalaria, cuando manifiesta que ella es sólo y exclusivamente para el sevillano. Y no es cierto. Lo único que la feria le pide al visitante es una “miajita” de gracia, y con ella y siendo un poquito “echao palante”, de seguro que tiene casi todas las puertas abiertas y, en muchos casos, segura hasta la convidá. También es justo reconocer la existencia de muchas de estas casetas que al ser de una privacidad absoluta, se les debe el correspondiente respeto. No, en la Feria de Abril Sevillana, no faltan casetas en las cuales su entrada es absolutamente libre para poder disfrutar de ellas el tiempo que se desee, y para ello cuenta con las de la asociaciones, hermandades, sindicatos, etc., etc. Y en ellas al igual que en todas: se bebe, se come, se cantan Sevillanas a coro o se acompañan aquellas que se orquestan, todos tocan las palmas (si saben), las parejas bailan haciendo posible cada año que no se pierda aquella letra ya lejana en el tiempo que decía... ¡Bueno, la letra ponerla Vds.!

Giralda, que guapa estás.
Y en esta tarde abrileña,
cuando la Fiesta Rondeña
se llena de Majestad,
tú, nos regalas airosa,
silueta primorosa
bañando nuestro Arenal.

Giralda de mi Sevilla,
cuando miras pa Triana,
son besos de Seguidillas
los sones de tus campanas;
Y arriba, tu Giraldillo,
solapa de Clavel Grana,
lo vemos como un chiquillo
bailando por Sevillanas.

Y es que Sevilla es así
apenas entra en la feria,
lo principal: el reír,
no vale la gente seria,
y al lao del Guadalquivir
olvidamos las miserias
en esos días de Abril.

Ya vendrán tiempos mejores,
pero hoy... cante y baile
entre luces de colores.

Que corra el vino esta noche
de alegría y borrachera,
y que todo sea un derroche
de nuestras buenas maneras.

Y es que pensándolo bien
con finos y manzanillas:
Pa vinos... los de Jerez.
¡Pa Feria... la de Sevilla!


Extracto del Primer Pregón
de la Feria de Abril en Triana
19 Abril 1985 (s.m.m.)

Portada de 1985

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