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LA PUERTA DE TRIANA


Al igual que los árabes sintieron y sienten ese delirio por el agua entre atarjeas y surtidores, nosotros habremos de beber en la historia para saber que la Puerta Islámica de Triana estaría ubicada en la confluencia de las calles: Zaragoza (antigua de la Pajería), y la actual de Reyes Católicos. Más tarde se construiría la de corte Renacentista entre las esquinas de calle San Pablo y Reyes Católicos, sería en la antigua “Alameda” de la Puerta de Triana, calles Cantarranas (actual) Gravina, y Zaragoza. En el año 1983 se realizaron las excavaciones en las cuales aparecieron sus antiguos cimientos. Se descubrió que estaban hechos a base de grandes bloques de una mezcla de Arcilla, Arena, y Cal (Argamasa). De las lápidas con inscripciones referidas a la Puerta, desgraciadamente, no quedan ninguna, desconociéndose que fueron de ellas.
Este nombre propio del lugar, y documentado en las fuentes almohades de la época en relación a la inundación que tuvo lugar el 26 de Marzo de 1200, así como en el libro del Repartimiento y otros documentos castellanos de los siglos XIII, XIV y XV, aparece conservándose en la actualidad en la toponimia de Sevilla.
En lo que a su origen se refiere, los eruditos sevillanos, principalmente, nos muestran su unanimidad al considerarlo relacionado con el hecho de que esta puerta fuese el acceso directo al arrabal Trianero. Igualmente coinciden en que su nombre durante los primeros tiempos de la dominación cristiana fue el de Trina, tal y como aparece documentado en el siglo XIII, ello es debido a que la primitiva puerta islámica se construyó bajo el sistema arquitectónico de arco central y dos arcos laterales comunes.
Por otra parte, y a través de un memorial de 1560, se sabe que Hernán Ruíz debía proceder a realizar obras en algunas puertas de Sevilla al objeto de mejorar su alineación, por lo que en algún momento, la primitiva puerta debió ser modificada y convertida en acceso directo en dirección a la Puente de Barcas que unía a Sevilla con el Arrabal Trianero, puesto que, al al parecer, esta no era su primitiva ubicación.
Se está en la creencia de que esta puerta se trataría de una torre-puerta con acceso único y protegida por una barbacana (baja muralla), al igual que aquella que aun se conservan en la Macarena.
No sería hasta el año 1585, y bajo el mandato del asistente sevillano Juan Hurtado de Mendoza, cuando se inició la construcción de una nueva Puerta de Triana, y cuyas obras concluirían en 1592, bajo la planificación y dirección de Asensio Maeda.
Esta nueva puerta se realizaría sobre un diseño de dos cuerpos. En el primero se abría el arco de acceso, flanqueado a ambos costados por un grupo de dobles columnas dóricas que se alzaban sobre unos entablamentos en calidad semejante al de unos sillares. En el segundo cuerpo, y rodeado por un balconcillo con antepecho de hierro, habrían decorado este, con cuatro pilastras almohadilladas que a su vez sostenían un conjunto coronado por un frontis decorado y rematado por pináculos y esculturas. Este segundo (alto) cuerpo, serviría, en calidad de aposentos, como cárcel especial para personajes distinguidos, por lo que en 1787, sus fachadas debieron ser modificadas según nos dejara escrito Matute y Gaviria.
Tras la conclusión de la nueva Puerta de Triana, se colocó una lápida con inscripción latina y fechada en 1588, sería en conmemoración de su traslado y una nueva construcción. A través de lo legado se sabe que estuvo en la fachada exterior y sobre el balcón.
Con el derribo de la Puerta de Triana en 1868, desaparecieron todo vestigio de inscripciones, así como, aquellas dos fuentes que se construyeron para adornar la Puerta de Triana, si bien es verdad que aun se conservan algunos en los jardines de la Torre de Don Fadrique. Sobre su césped aun existen unos trozos de columnas dóricas, y en uno de ellos figura la fecha de 1588-1870. Por lo que de aquellas 18 puertas sólo nos queda la Puerta de la Macarena con sus restos de muralla romana y la Barbacana árabe. También en nuestros días, aun se puede contemplar la puerta del Postigo del Aceite, popularmente conocido como “Arco del Postigo”. No hay que perderse el paso de algunas cofradías de Semana Santa bajo el arco, sobre todo, la de San Gonzalo.
Es de un interés especial, el saber que por esta Puerta de Triana, y tras haber cruzado por la Plaza de El Altozano en el Arrabal de Triana, pasaron por la Puente de Tablas, reyes como: Felipe V en el año 1729. Carlos IV en 1796, José I en 1810. Fernando VII en 1823, e Isabel II en 1862.
Cerca de la Puerta de Triana, y en un hueco anexo a la misma, existiría un cafetín que, con el nombre de Julio Cesar, daría lugar a la Calle del mismo nombre junto a ella.









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