miércoles



APUNTES SOBRE LOS ORÍGENES DE LA
SEMANA SANTA DE SEVILLA Y TRIANA

  Es comprensible entender la dificultad que entraña el poder hablar acerca de los orígenes de la Semana Santa Sevillana y, muy especialmente, la Trianera; toda vez que el Arrabal, a raíz de la Reconquista, nos muestra una principal e independiente importancia a la hora de enjuiciar cual de las dos orillas del río Guadalquivir, fue la primera en hacer procesionar por las calles una Imagen de Cristo a hombros de la necesidad, y esta, donde realmente primaba era en Triana. Una necesidad que, religiosa y cristianamente debió verse apoyada por: marinos, hortelanos, clérigos y gente llana del pueblo, mostrando así su agradecimiento al Altísimo, cuando conseguida la Reconquista por el rey Fernando III, el Santo, decidieron sacar por unas calles de casitas bajas y rojizas tejas, el Crucificado más a la mano de cualquiera de las muchas ermitas que dieron tanto calor a la pobreza de la época.
               Ciertamente que, no es hasta mediados del siglo XIX, el que algunos historiadores se preocupan de una tema que, aun en evolución continua, registra tantos altos y bajos. Tan sólo Bermejo y González de león,le prestan una atención en exclusiva digna de ser mencionada, no obstante, otros como: Ortíz de Zúñiga, Morgado, Peraza y hasta el mismo Abad Gordillo, en el siglo XVII, sólo hablaron de ella como tema secundario o como de soslayo anexo de oro tema Sevillano principal.

            El que en la actualidad algunas hermandades hayan creado, y otras lo estén haciendo, residencias para la atención a los ancianos, es la identificación plena con aquellos primeros orígenes de las hermandades desde su más lejana antigüedad allá por el siglo XIV; se está en la creencia de que fueron fundadas con el objeto citado, el sostén de pequeños hospitales, casas de beneficencia, etc. Algunas de estas hermandades tendrían por sede pequeñas ermitas.

              Las estaciones que compondrían el desfile de las diferentes cofradías, aun con la sóla Imagen de un Cristo Crucificado sobre los hombros o sobre unas sencillas andas, fabricadas, posiblemente, por algunos carpinteros de ribera, cual Via Cruxis actual, y llevando para abrir el cortejo procesional la Manguilla, serían las visitas a diferentes lugares, tanto dentro como fuera de las murallas, como pudieron ser: ermitas y cruces que en aquellos tiempos fueron construidas en términos y bifurcaciones de caminos, la de San Jacinto junto a la ermita de la Candelaria, actual iglesia de San jacinto, etc.,y que dieron paso por las primitivas hermandades a la creación de iglesias y conventos.

          Siglos más tarde, con la evolución de una religiosidad popular, aumentan las hermandades comenzando el “pique” natural entre ellas por lo que se inicia una carrera en ese intento de distinguirse unas de otras, y es así como cada una, al hacerse eco del Misterio de la Pasión, componen una especie de Lábaro pintado con la representación religiosa correspondiente al aprobado por cada corporación.

        En esta forma procesionaron todas las cofradías registradas, hasta que, alrededor de 1625, el Arzobispo Sevillano llamado “Niño de Guevara”, con idea de poder juzgar y sancionar eclesiásticamente los modos y conductas de estas organizaciones y sus correspondientes cultos religiosos y procesiones, ordena que las que están dentro de las murallas se planteen un itinerario en cuyo recorrido se encuentre el desfilar por el interior de la Santa Iglesia Catedral, mientras que las del arrabal trianero, ante la dificultad que entraña el tránsito por la Puente de Barcas, ordena que la estación Penitencial sea realizada a la Real parroquia de la Señora Santa Ana, por entonces “Catedral de Triana”, y de cuyo comportamiento estaría informado a través del representante enviado para tal cometido.

           De esa carrera, ya imparable, de distinguirse unas hermandades de otras, se deduce que sería entonces cuando nace ese irrefrenable deseo de ser mejor y causante de mayor admiración en cada desfile procesional. Con esta inquietud, las hermandades comienzan a pensar en la creación de unas andas o parihuelas con el fin de portar sobre ellas aquellas figuras que, pintadas, llevaban en sus lienzos a título de Estandarte. El primer grupo de artistas imagineros que comenzarían a realizar las figuras de los primeros misterios, así como, posiblemente, el diseño y, en algunos casos, la ejecución de las andas o parihuelas, estarían compuesto por: Francisco de Vega, Juan Bautista Vazquez “El viejo”, Juan Martínez Montañés, los Roldan, padre e hija, y tantos otros como más tarde se fueron incorporando hasta poco a poco ir enriqueciendo la Imaginería Cofradiera de Sevilla y Triana.

           Con esta nueva forma de manifestación expresionista de algunos de los pasajes de la Pasión de Cristo, procesiona el Misterio y un Crucificado sobre andas, en sustitución de aquel que anteriormente fuera portado a hombros, y que también con el transcurrir del tiempo procesionará sobre un paso semejante al ideado para el Misterio. La Manguilla se mantiene y las bocinas que abren a su alrededor el cortejo, suenan con música de anunciación. Con el primer tramo, los hermanos de Sangre portaban una especie de fusta o tralla con la cual, se golpeaban la espalda semidescubierta, en cada una de las paradas que el hermano mayor mandaba realizar, por lo que al regreso de cada desfile, estaba preparado un cuerpo de hermanos dedicado a lavar y curar aquellas heridas. En el segundo tramo iban los Hermanos de Luz, los cuales tenían por misión portar unas teas encendidas con el fin de alumbrar el camino a los de delante y a los que los seguían en el cortejo.

            Fue a finales del siglo XIV, cuando el Valenciano de la Orden de los Predicadores de san Vicente Ferrer, autorizó a las hermandades esta modalidad de disciplina con el fin de conmemorar e su máxima expresión la pasión de Jesucristo, y sería el Papa Clemente VI, el que, tan sólo unos años después prohibiría esta práctica en las procesiones, ocurriéndosele la idea de que el Cuerpo Disciplinante pasase a ser un Cuerpo de Hermanos cuyo rostro fuera cubierto por una especie de capucha Blanca que le cubriera la cabeza desde el pecho hasta la espalda, entendiendo que, con esta forma de desfilar, el Hermano lo hacía con total recogimiento, al tiempo que se aislaban del público asistente a los desfiles procesionales. Esta idea que, fuera aceptada por todas las hermandades en cada uno de los cabildos celebrados, dio origen en su evolución al actual Antifaz con soporte de Capirote, un Capirote que, si bien es verdad que en su primitivo diseño era muy corto de altura, aun en la actualidad es mantenido por la Trianera Hermandad de la O desde su fundación en el año 1566, mientras que, la primera que lo alargó fue la hermandad de la Hiniesta, 75 años después de su fundación en 1515. Sobre la Hermanda de la O, hay que resaltar el que si muchas hermandades y cofradías de nazarenos tienen como sede iglesias pertenecientes a la Diócesis Sevillana, esta es al contrario, ya que la propietaria del Templo es, precisamente, su Hermandad.

            En el primer cuarto del siglo XVII, el cortejo procesional vive un gran momento ya que en su composición se aprecia un nuevo elemento de representación, este es: el Simpecado, una pieza fundamental en todas las hermandades de cofradías que dan testimonio del Dogma Concepcionista como aceptación, veneración y entrega a tan sublime Misterio.

             Se tienen noticias de cómo en el siglo XVII, se fusionan hasta tres hermandades en una sola, ejemplo: Una Hermandad se fusiona con otra y a la vez ambas ya unidas, se fusionan a una tercera que en algunos casos es la Sacramental. Esto no debe parecernos imposible ya que en esa época hay tal cantidad de ellas en Triana y Sevilla, que lo idóneo en ellas es la fusión. Hay que tener en cuenta que, en ese tiempo, sólo Triana hace Estación de Penitencia con una nómina que sobrepasa el número de catorce hermandades, siendo la más antigua la de la Esperanza; Una hermandad que nace en la Iglesia Parroquial de Santa Ana en 1418, que se fusiona a la de San Juan Evangelista en 1542, y estas a su vez ya en una, se fusiona a la de Las Tres Caídas en 1616.

             Desde una visión general de la Semana Santa Sevillana, mucho se ha elucubrado, dada su antigüedad, acerca de la posible Hermandad primitiva de entra todas aquellas fundadas alrededor de los siglos XIV y XV. Por ello se está en la creencia de que la primera Hermandad que se funda es la de Jesús Nazareno de San Antonio Abad, El Silencio. Una Hermanda y Cofradía, cuya característica esencial es su especial fidelidad a los usos y tradiciones desde aquel año de 1340, en que fuera creada a instancias de la familia Cervantes en la actual iglesia de Omnium Sanctorum. No obstante y, aunque denominada Madre y Maestra, y estimada como la primitiva Hermandad de los nazarenos de Sevilla, no hay que olvidar que, poco después de la Reconquista de Sevilla, se comenzó a dar culto al Santo Entierro, conservándose en la actualidad un primitiva Imagen de Cristo Yacente de alrededor del año 1275.

           Ya sólo resta exponer el por qué no cuadran la coreografía procesional de los misterios representados en cada uno de los pasos,con los días de la Semana de Pasión. Ello es debido a que las hermandades, al existir antes de que hiciera Estación a la Santa Iglesia Catedral, cada una en aquella primera salida, reclamó y consiguió el día que por antigüedad le correspondía y que era el mismo en que acostumbraba a practicar su salida procesional.

         El arte de la Imaginería, la composición de los artista al construir la escenografía de los pasos de Misterio, la Música y la fantasía Oriental que llamamos Paso de Palio, hizo universalmente conocida y admirada la Semana Santa de Sevilla y de Triana. Para terminar habrá que observar algunos cambios en pleno siglo XX, como pudieran ser: La eliminación de las bocinas al comienzo del cortejo Penitencial en muchas hermandades, así como de la Banda de música que lo abría, quedando esta tras los pasos. También quedó sustituida la Manguilla por la actual Cruz Parroquial. Desaparecerían los cargadores de pasos, generalmente gente de los muelles, siendo sustituidos por hermanos costaleros, así como aquellos penitentes que por promesas procesionaban arrastrando gruesas cadenas y que fueran abolidas por orden del Cabildo Catedralicio.

















2 comentarios:

  1. Señor Santiago, magníficos estos apuntes sobre nuestra Semana Santa. Guillermo, un sevillano afincado desde hace muchos años en Cataluña.

    ResponderEliminar
  2. Aunque casi un año más tarde he visto su comentario, cuando me he puesto a trabajar sobre el nuevo artículo dedicado a la Semana Santa de este 2013. Gracias por su atención y disculpe; debí de sufrir un lapsus imperdonable. Un cordial saludo desde Triana.

    ResponderEliminar